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Un abordaje sociológico
de los procesos de empresarialización de las cooperativas agropecuarias

Apuntes para pensar la Cooperativa Agrícola
“La Vencedora”

Luisina Quevedo

Introducción

El cooperativismo ha ocupado un lugar importante en el crecimiento del sector agropecuario argentino desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. El movimiento cooperativo creció de manera continua pero con ciertas irregularidades hasta mediados de la década del 50. Esto se relaciona con las vinculaciones que las cooperativas fueron entablando entre sí, y en relación a las distintas medidas adoptadas en materia agraria por parte de los gobiernos.

Tal como lo mencionan Lattuada y Renold (2005), durante el periodo peronista de 1943 a 1955 creció exponencialmente el número de cooperativas agropecuarias y productores asociados para luego estacionarse en una meseta hasta fines de la década de 1970. Luego, en los años 80, se retoma el impulso creciente que se profundiza y acelera durante la última década del siglo XX. En todas estas etapas, encontramos que el movimiento cooperativo ha estado integrado fundamentalmente por pequeños y medianos productores caracterizados por el trabajo de tipo familiar, por lo menos hasta los 90, y con supremacía de la región pampeana.

El proceso de empresarialización que atraviesan las cooperativas desde finales del siglo XX tiene que ver con una serie de reconfiguraciones que se fueron dando en la estructura económica y productiva como resultado del avance de nuevos modelos de producción como lo es el agronegocio que, dadas las características detalladas por Gras y Hernández (2013), tiene consecuencias en todos los aspectos del mundo rural.

En el presente capítulo nos proponemos abordar la particularidad de las cooperativas agropecuarias de la pampa húmeda cordobesa. Para ello tendremos como principales referencias teóricas, por un lado, Lattuada y Renold (2005) y Olivera (2013, 2017) desde un enfoque histórico y, por el otro, recurriremos a la perspectiva teórica y metodológica de Passeron (2011) en su disputa con Bourdieu (2008).

A modo de organizar el escrito se plantean tres instancias de análisis. La primera consiste en demostrar las transformaciones y articulaciones de las cooperativas a lo largo del siglo XX y principios del XXI. La segunda, manifiesta teóricamente qué implica un abordaje sociológico de los procesos de empresarialización de las cooperativas agrícolas. Y la última se orienta a una aproximación sobre los procesos de empresarialización desde una perspectiva sociológica a partir del caso de la Cooperativa La Vencedora Ldta. de la ciudad de Hernando (Provincia de Córdoba, Argentina). Para cerrar, se propone una serie de interrogantes que servirán como guías para futuros abordajes.

Pensar las cooperativas agropecuarias históricamente

La comprensión de las diversas transformaciones que han atravesado las cooperativas a lo largo del siglo XX puede tensionarse si reconstruimos históricamente dicho proceso con la finalidad de detectar distintos elementos que nos permitan marcar puntos de ruptura y continuidad hasta la actualidad. Es por esto que consideramos central tener presente el carácter histórico de dichas transformaciones.

Dentro de lo que respecta al campo de estudio sobre el cooperativismo y, específicamente de las cooperativas de la pampa húmeda cordobesa, nos encontramos principalmente con los aportes de Olivera (2013, 2017), Lattuada y Renold (2005), Poggetti (2018), entre otros.

La fundación de la Cooperativa Agrícola “La Vencedora” data del 26 de octubre de 1919, como resultado de la organización de un grupo de pequeños productores y arrendatarios de la localidad de Hernando[1]. Dentro de esta agrupación de productores agrícolas se destaca la presencia de Luis Santiago Losano, un inmigrante de origen italiano que llegó a la ciudad en busca de nuevos horizontes. La llegada del impulsor del cooperativismo a estos territorios es parte de los procesos migratorios de las últimas décadas del siglo XIX, promovidas como una política de los gobiernos nacionales para incrementar la cantidad de mano de obra disponible y así expandir la producción agrícola en nuestro país.

Desde 1860 los diferentes gobernantes de la Argentina fomentaron diversas políticas para insertar al país en la economía internacional encabezada por Inglaterra. Esta organización de la economía global dejó a América Latina, y particularmente a la Argentina, girando en torno a lo designado por la división internacional del trabajo propuesta por los países centrales e incorporándose como productoras de cereales y carnes. De esta manera, se instauraba en Argentina el modelo agro-exportador.

“La Vencedora” se funda como la intención de aunar esfuerzos para participar del comercio de granos y reducir los costos de producción y comercialización. En un primer momento se dedicó al acopio de cereales, al otorgamiento de créditos, a la venta de insumos necesarios para la producción y la subsistencia de las familias de la localidad; pero su rol en Hernando y la región se fue modificando según las necesidades de los socios.

A lo largo del siglo XX y XXI, las cooperativas agropecuarias han articulado de diversas maneras sus componentes asociativos, empresariales y reivindicativos como producto de las crecientes exigencias del capitalismo global. Al respecto, las cooperativas agropecuarias en Argentina surgen a partir de las últimas décadas del siglo XIX fuertemente ligadas a la entrada masiva de inmigrantes europeos requeridos por el modelo económico impuesto por el Estado argentino durante su organización y consolidación. Los inmigrantes, no sólo aportaron procedimientos de trabajo y técnicas, sino que trajeron consigo tradiciones y formas mutuales de organización con ideales de cooperación y solidaridad por medio de instituciones agrupadas según nacionalidad, colectividad, religión, oficios, etc.

Las primeras cooperativas se vieron afectadas por el quiebre que provocó la crisis de 1930, lo que generó desapariciones y desarticulaciones. A partir de los aportes de algunos estudiosos sobre el cooperativismo agrario (Olivera, 2013, 2017) consideran al primer gobierno peronista (1946-1955) como un momento de ruptura, ya que en la década de 1950 se multiplicó el número de cooperativas existentes. Esto fue un claro ejemplo del reemplazo del modelo agroexportador por el modelo de institucionalización por sustitución de importaciones. Estas organizaciones fueron legitimadas y visualizadas como instituciones que defendían los intereses de los sectores más vulnerables de la economía, principalmente conformada por pequeños productores rurales.

Desde la década de los 70 Argentina entra en un periodo de constante inestabilidad económica y política, caracterizada por el agotamiento del modelo de industrialización por sustitución de importaciones y presiones ejercidas por los sectores industriales para mantener el tipo de cambio bajo, perjudicando la agricultura exportadora. Esta etapa de convulsiones económicas produjo una reconfiguración de la economía internacional ligada al auge del capitalismo financiero como forma de acumulación de ganancias. Lo cual empieza a entrar en contradicción con el capital industrial que había sido hasta este momento la principal forma de hacerlo.

Frente a la apertura de los mercados y el flujo de capitales extranjeros, las empresas nacionales debieron emprender modernizaciones para ser competitivas. Lo cual tuvo relación directa con los avances de la tecnología modificando las formas y el ritmo de trabajo, producción y comercialización. “La Vencedora”, en este periodo, crea secciones para el almacenamiento y la provisión de agroquímicos e invierte en un laboratorio de semillas.

Cabe destacar que es a partir de la década de los ‘70 que el cultivo de soja comienza a introducirse como una de las principales producciones cerealeras y tomando mayor relevancia a mediados de 1990 cuando se libera al mercado la semilla de soja transgénica (comercialmente llamada RR). La introducción y expansión del uso de esta semilla trajo consigo el “paquete tecnológico” que la combina con la “siembra directa” y la complementa con el uso de glifosato. La utilización del paquete tecnológico genera consecuencias multisectoriales como: la extensión de las fronteras agrícolas, deforestación, la desaparición de pequeños/medianos productores, excesiva dependencia de un producto que se destina en su totalidad a la exportación, dañando los suelos y contaminando el ambiente con el uso de fitosanitarios (González Asis y Barrera Calderón, 2021). Por consiguiente, la soja se convierte en la principal producción del modelo agrario de agricultura industrial, apoyado por las grandes multinacionales y por los diversos gobiernos que, a partir de 1976, se han encargado de fortalecer al modelo sojero por medio de legislaciones y políticas públicas.

Todo esto implicó no solo una reconfiguración en las gestiones de forma más racional, sino también reformular el sentido de los principios cooperativistas originales. Las actividades económicas de “la Vencedora” también debieron ser flexibles a los cambios para poder sostenerse en el tiempo como lo viene haciendo hace 100 años. Consideramos que el análisis sociológico de las relaciones que se entablan al interior de la Cooperativa va más allá de lo que implica a nivel simbólico en la localidad de Hernando. “La Vencedora” es el punto de encuentro donde podemos interpretar y comprender las continuidades y rupturas de los procesos de empresarialización de las cooperativas agrícolas de la región. Otro aspecto por el que también nos resulta pertinente su estudio son las modificaciones en la trama de relaciones que se van tejiendo a lo largo del tiempo con otras cooperativas regionales por medio de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), permitiendo de esta forma des-andar críticamente estas articulaciones.

Pensar sociológicamente las cooperativas agropecuarias

En este apartado pretendemos manifestar teóricamente qué implica un abordaje sociológico de los procesos de empresarialización de las cooperativas agrícolas. Para ello, indagamos la perspectiva teórica y metodológica de Passeron (2011) en su disputa con Bourdieu (2008) con la finalidad de tensionar ambas posturas y problematizar acerca del “hacer sociología”.

En relación a la Sociología de Bourdieu

Bourdieu (2008) busca proporcionar los medios para adquirir una disposición mental que sea condición de la invención y prueba. Los autores Bourdieu, Chamboredon y Passeron (1975) expresan:

La función de esta obra define su forma y su contenido. Una enseñanza de la investigación cuyo proyecto sea imponer los principios de una práctica profesional y simultáneamente imprimir cierta relación con esta práctica, es decir, proporcionar a la vez los instrumentos indispensables para el tratamiento sociológico del objeto y una disposición activa a utilizarlos apropiadamente. (p. 19)

En vinculación a lo anterior, los autores agregan: “Los actos más prácticos de la práctica sociológica comienzan por una reflexión que trata de recordar, sistematizándolas, las implicaciones de toda práctica buena o mala, y de concretar en preceptos prácticos el principio de vigilancia epistemológica” (Bourdieu et al., 1975, p. 19)

A partir de esto, podemos ver cómo se problematiza la práctica sociológica sometiéndola a un acuerdo epistemológico entre ruptura, construcción y comprobación; con el objetivo de poder garantizar el territorio de la Sociología. De ese modo, la ruptura se realiza a partir de la diferenciación del conocimiento de sentido común respecto al conocimiento científico. Dicha diferenciación permite la discusión sobre la estructura epistemológica del campo sociológico.

De esta manera, nos encontramos con tres ejes que se vinculan de manera relacional y no jerárquica. El primero, es la ruptura epistemológica y refiere puntualmente de la construcción del objeto, que debe ser definido en función de una problemática teórica, ya que esto permite establecer una relación entre la realidad y el problema al sometimiento sistemático. Sin embargo, la construcción del objeto es simultánea a dicha ruptura.

En relación a esto, Bourdieu (2008) afirma que es fundamental someter las operaciones de la práctica sociológica a la polémica sobre la razón epistemológica, lo cual implica definir, y si es posible, afianzar una actitud de vigilancia que encuentre el completo conocimiento del error y de los mecanismos que lo engendran como uno de los medios para superarlo.

En un segundo eje nos encontramos con la construcción del objeto, donde subyace la concepción de que el sujeto y el objeto interactúan y que de esta dialéctica surge como síntesis el hecho que puede identificarse con el producto científico y con el conocimiento científico. En oposición a la idea “el hecho se descubre”, lo que implicaría que de alguna manera ya está dado y sería un objeto pre-construido. En esta noción del “descubrimiento” el rol del sujeto es pasivo. En el plano metodológico, la idea de construcción del objeto tiene que ver con construir y descubrir a la vez. Y desde un punto de vista epistemológico estas ideas se relacionarían con la noción de “obstáculo epistemológico”.

Por último, el tercer eje tiene que ver con el racionalismo aplicado rompiendo con la epistemología espontánea, y permitiendo, al mismo tiempo, la coherencia teórica y la fidelidad a lo real. Así es como Bourdieu; Chamboredon y Passeron (1975) buscan otorgar a la sociología el status de ciencia al dar cuenta de las particularidades teóricas, epistemológicas y metodológicas que la diferencian de las demás ciencias sociales.

En relación a la Sociología de Passeron

El razonamiento sociológico fue publicado por primera vez en español en el año 2011 y fue comenzado a escribir a partir de 1980. Se puede decir que en dicha obra se intenta mostrar “cómo hacen pruebas” las ciencias históricas en su máxima diversidad metodológica y por qué el razonamiento sociológico responde a una forma de espíritu científico. Tal como lo expresa Passeron en el documento traducido sobre la Conferencia pronunciada en abril del 2000:

Saqué de ello la conclusión 1) que no puede nunca revestir de cabo a rabo la forma lógica de la deducción o de una inducción; 2) que ello lleva a admitir como “normal” (en el sentido de Kuhn) la “pluralidad en competencia” de los lenguajes de la historia; y 3) que en sociología nunca nos encontramos con un “paradigma” único o dominante como el que puede ser hallado por el historiador de las ciencias, en el caso de las exactas. (p. 10)

A partir de las conclusiones obtenidas por Passeron (2000) después de haber analizado su corpus teórico, podemos decir que el autor intenta dar respuesta a una serie de preguntas epistemológicas: ¿Qué quiere decir hablar en Sociología? ¿Cómo razonan los sociólogos? ¿Y los demás trabajadores de las Ciencias Históricas? ¿Sobre qué se apoyan cuando afirman o niegan la verdad de una descripción?

La sociología de Passeron (2011) es, a partir de la asociación del método sociológico e histórico, ya que generan mayor inteligibilidad en los argumentos. Para el autor, la sociología no es lo que la mayoría de los sociólogos dicen que es: ni cuando se la glorifica como un saber total de la sociedad, ni cuando los “cientistas” la apuran a convertirse en una ciencia pura como otras, y ni tampoco cuando se la considera como una ciencia suave.

En un intento de este pensador por tratar de dar cuenta de este razonamiento sociológico sostiene que

La historia de las ciencias nos hace constatar que existe, en otras ciencias, propiedades de prueba (universalidad de afirmaciones, necesidad de deducción en una ‘demostración’, ‘refutación’ (falseabilidad), pero también que esas propiedades lógicas no pudieron nunca ser transpuestas como tales dentro de una ciencia social. (Passeron, 2000, p. 1)

Por consiguiente, describir el razonamiento sociológico es buscar y analizar lo que lo distingue de una demostración matemática o de la formulación de una ley en una ciencia experimental. Se sostiene, además, que en una ciencia histórica, por definición, no hay una repetición de fenómenos que se dan de forma controlable o constante, las pruebas están ligadas a un contexto singular de observación y de medida.

Passeron (2000) sostiene que la descripción de lo específico del razonamiento sociológico “reposa pues, no sobre una definición previa del conocimiento científico o de la forma teórica que ella debería tener en las ciencias históricas, pero sobre el solo análisis textual de argumentos científicos desprendidos de esas ciencias” (p. 2). De esta manera, esto garantiza el funcionamiento empírico de la explicación.

El sentido histórico propio de las afirmaciones de un razonamiento sociológico se pierde desde que dejamos de lado sus coordenadas de espacio-tiempo. Por lo cual, el autor en lugar de plantear interrogantes singulares y específicos para el campo sociológico, afirma que las ciencias históricas participan, pero no todas con la misma intensidad. Para hablar de la prueba propia de las ciencias históricas, Passeron (2000) postula cuatro características:

1) la pluralidad de las teorías deriva del lenguaje de la descripción del mundo histórico; algunas consecuencias de esta cohabitación competitiva. Qué sentido toma la verdad “falseable” en el sentido popperiano. El máximo y el mínimo.; 2) carácter ideal-típico de los conceptos y de las aserciones, la epistemología weberiana como descripción “realista” del lenguaje de las ciencias históricas; 3) carácter contextual de las explicaciones: la noción de parentesco de los contextos en el manejo del método comparativo; 4) El modelo interpretativo es indisociable del modo explicativo en las ciencias de la acción y de la interacción social. (p. 3)

Las características precedentes son válidas para todas las ciencias históricas. Es por esto, que cuando en una ciencia social comprendemos un conjunto de hechos o de relaciones a través del lenguaje particular de la teoría empírica que los sitúa en relación de significación y de causalidad, es necesario hacerlo por medio de una red semántica de conocimientos nacidos de la comparación histórica y nunca indisociable de un contexto singular de descripción. Los conceptos de los sociólogos quedan en este sentido idealmente típicos, inseparables de las descripciones en contextos, pero nunca idénticos.

Como puntos en común entre Bourdieu (2008) y Passeron (2011), podemos detectar el rechazo a las ilusiones del “naturalismo” y del experimentalismo, del formalismo matemático y la concepción filosófica de la captación de las esencias. A nivel metodológico consideramos que son en algún sentido weberianos, ya que acuerdan en un registro “tipo-ideal”, en términos de Passeron (2011) esto sería la veridicidad de las aserciones de una argumentación en lengua natural para distinguirla de la verdad de las deducciones, cuya necesidad lógica es demostrar la coherencia, la completitud o incompletitud de los sistemas formales. Se puede ver esto en el “Oficio de sociólogo” cuando recurren a conceptos y esquemas diferentes a los de la lógica inductiva o deductiva para demostrar las argumentaciones semánticas de una argumentación sociológica. Y en “El razonamiento sociológico” esto no es jamás una deducción pura ni un razonamiento experimental, sigue siendo un razonamiento histórico incluso cuando integra comprobaciones estadísticas.

A nivel epistemológico y teniendo en cuenta el apartado anterior podemos decir que en la propuesta de Bourdieu (2008) la epistemología podría ser reemplazada por una “Sociología de la sociología”. En su obra se proponía permanecer en una epistemología de la explicación o evolucionar hacia ella, sometida a los principios de la objetivación porque es la epistemología donde más fácilmente se puede construir un paradigma de explicación universal. Es por esta razón que en la teoría de Bourdieu (2008) la sociología aparece como la verdad de todas las ciencias y donde puntualmente es su propia interpretación la que debe ser seguida por los demás científicos para hacer ciencia.

En este sentido, coincidimos con Passeron (2011) en cuanto a lo indisoluble de los métodos de la sociología y de la historia en relación a la construcción de su objeto (cómo) y de sus pruebas (experimentación). Tal como dijo este autor, las ciencias sociales y especialmente las históricas cuentan con un “obstáculo” más y es, en este caso, lo social mismo. Por eso compartimos con Passeron (2011) que la forma de hacer ciencia en sociología puede ser pensada desde el razonamiento sociológico, teniendo en cuenta el método inductivo o deductivo y conjuntamente con el método histórico. Particularmente, sostenemos que el estudio sociológico de las cooperativas no puede quedar por fuera del razonamiento sociológico, ya que estas como cualquier otro objeto de estudio debe ser comprendida de manera procesual para poder explicitar continuidades y rupturas en su desarrollo.

Una aproximación sociológica a las cooperativas agropecuarias

Para poder aproximarnos a pensar sociológicamente a las cooperativas agropecuarias, en este apartado organizaremos la bibliografía hallada en tres grandes temas de estudio de lo agrario que se nuclean en el campo de la sociología pero que también dialogan con otras disciplinas como la historia, antropología, economía, etc. En un primer momento, rescatamos las discusiones planteadas desde los estudios rurales y, particularmente, sobre la cuestión agraria. Dentro de lo que respecta al campo de los estudios rurales podemos destacar los aportes de Giarracca (1999) quien aporta distintas posiciones del pensamiento agrario y lo hace a partir de cuatro periodos que van desde 1900-1956; 1957-1976; 1976-1983 y 1983 en adelante.

Por otro lado, tenemos lo propuesto por Azcuy Ameghino (2016) donde se problematiza y caracteriza la cuestión agraria puntualizando en la comprensión de la particularidad en Argentina durante el siglo XXI. En la misma línea, otras investigaciones que abordan, desde la historiografía, la cuestión agraria en la provincia de Córdoba (Girbal-Blacha, 2013; Olivera, 2013; Olivera et al., 2018).

Las investigaciones encontradas sobre la temática han sido numerosas ya que el cooperativismo agrario argentino ha experimentado diversas transformaciones cualitativas y cuantitativas ligadas a los cambios producidos en cada régimen social de acumulación. Nos encontramos con los aportes de varios investigadores en esta línea (Fernández Besada, 2002; Lattuada y Renold, 2005; Lattuada et al., 2011; Plotinsky, 2015).

En consonancia con lo planteado, nos encontramos con una serie de estudio sobre el agronegocio. En lo que respecta al estudio de las cuestiones agrarias contemporáneas ligadas a los distintos modos de pensar los territorios rurales, aparecen aportes que deconstruyen el agronegocio y el modelo que denominan “Ruralidad globalizada”. Principalmente, contamos con las investigaciones de Gras y Hernández (2013, 2009) quienes plantean que la cuestión agraria contemporánea se encuentra en un contexto de visiones enfrentadas donde la revolución del agribusiness ha focalizado el análisis en los cambios productivos, tecnológicos, sociales e identitarios. Estos procesos se articulan reconfigurando de raíz el mundo rural argentino, lo que constituye una inflexión en los procesos productivos e innovación de gestión permitiendo consolidar un sistema dependiente de mercados externo sostenido por una matriz transnacionalizada de insumos y contenidos por el capital financiero en cara nacional e internacional. Gras y Hernández (2019), en el campo de las Ciencias Sociales, proponen una mirada amplia que nos ayuda a comprender qué ha sucedido en el campo argentino a lo largo de los años y, al mismo tiempo, brindándonos herramientas para pensar el campo en la actualidad.

En la recopilación de investigaciones sobre la temática hemos encontrado varias sobre el agronegocio en la provincia de Córdoba donde se aborda la problemática desde distintas líneas de investigación como lo son las articulaciones de las grandes empresas del agro con el Estado, la cuestión ligada a los daños producidos por el uso de agrotóxicos, las transformaciones en la trama productiva del agro y su relación con los movimientos campesinos, entre otras (Decándido, 2021; Picciani, 2018; Valinotti, 2019; Villarreal, 2019).

En este marco, hallamos los estudios sobre Cooperativas agropecuarias y específicamente sobre aquellas que emprenden procesos de empresarialización. En este apartado nos resulta importante hacer una mención de la investigación de Poggetti (2019), en el cual la autora aborda el proceso de empresarialización de una cooperativa agrícola dentro de los cambios técnicos y productivos que atraviesa el agro argentino. El estudio resulta de gran importancia ya que es uno de los trabajos que tienen como objeto los procesos de empresarialización y las diversas estrategias que emplea la Cooperativa Agrícola de Monte Maíz Ltda. para insertarse de acuerdo con las exigencias del modelo agribusiness. Además, cabe mencionar que en sus investigaciones la noción de empresarialización aparece como un engranaje central para comprender las estrategias y la articulación de componentes asociativos, reivindicativos y empresariales. Al mismo tiempo, consideramos que la empresarialización de las cooperativas en esta región del país está estrechamente ligada a las vinculaciones con otras asociaciones como lo es la Asociación de Cooperativas Argentinas ACA) donde la intervención de los asociados se ve limitada en los procesos de toma de decisión y en la redistribución de beneficios.

Algunos elementos estructurantes para analizar a “La Vencedora”

En oposición a muchas experiencias asociativas que se enfrentaron a su disolución debido a que no lograron afianzar estrategias que les permitieran competir de forma “exitosa”, podemos evidenciar que la Cooperativa “La Vencedora” responde a un contexto de aparente adaptación a las dinámicas del modelo productivo imperante. Para comprender mejor dichas transformaciones llevadas a cabo por la cooperativa, nos resulta clave en este trabajo destacar las nociones de “perfil cooperativo” y “empresarialización”.

Desde los aportes propuestos por Poggetti (2018) la categoría “perfil cooperativo” es entendido como:

La estructura organizativa que delinea el funcionamiento interno de la asociación y su participación en el mercado, en la sociedad civil y en la intermediación frente a las agencias estatales y las políticas públicas en las cual se articulan de modo diverso los criterios de una lógica social y otra empresarial (p. 3).

Siguiendo el planteo de la autora, en la definición del perfil tiene relevancia la orientación que proviene de la asociación de segundo grado a la cual adhiere, las características constitutivas de la base social (principalmente de los socios), el tipo de servicios que presta la cooperativa. Para poder analizarlo, se remite a la diferenciación analítica entre los distintos niveles y grados de interdependencia (Lattuada, 2006).

A simple vista, existen dos niveles, uno interno y el otro externo. El primero de ellos, hace referencia a las estrategias que definen la estructura administrativa y de gobierno, los servicios prestados, los derechos y deberes cooperativos y los discursos que construyen para diferenciarse de otras asociaciones, todo esto se encuentra estrechamente vinculado a la vertiente cooperativa a la cual está adherido. En el caso del nivel externo, alude a los vínculos que establece la cooperativa con la sociedad civil y las demás instituciones públicas.

En el caso del nivel interno, a su vez, se distinguen dos dimensiones: la dimensión organizativa institucional y la socio-productiva. Por un lado, la primera está ligada al conjunto de estrategias ligadas a la distribución del poder en la cooperativa, a la forma de organizar el gobierno, a la estructura burocrática para administrar los derechos y deberes de los asociados, que pueden ser analizadas a partir de las estrategias administrativas y de gobierno. Por otro lado, la segunda dimensión remite al conjunto de estrategias que regulan actividades y servicios de la cooperativa, la administración del patrimonio e inversiones, las vinculaciones comerciales con terceros y asociados, ligados concretamente a la distribución de recursos financieros e insumos, que pueden ser analizados a partir de las estrategias productivas, comerciales y financieras.

En el caso del nivel externo, se diferencia entre las relaciones propiamente dichas con el Estado, las políticas públicas y la vertiente cooperativa que representa su asociación de segundo grado. Estas estrategias de intermediación tienen que ver con las relaciones que se establecen con la sociedad civil que habita el espacio territorial donde se encuentra inserta la cooperativa (Lattuada, 2006).

La segunda noción clave para nuestro trabajo es la “empresarialización”, tal como la entiende Poggetti (2018): “articulación de estrategias en las que predominaban los criterios mercantiles de reducción de riesgos y maximización de los beneficios, valores relativos al éxito económico en las operaciones y la capitalización de la organización” (p. 4). Esto se vincula con la diversificación de actividades, la construcción de complejos agroindustriales, la incorporación de profesionales ligados a estas temáticas para desempeñar tareas que en momentos anteriores realizaban los mismos socios, en consecuencia implica de la participación de los mismos. La lógica asociativa de estas entidades es subordinada por otra derivada de las sociedades comerciales.

A partir de los aportes de Gras y Hernández (2013), consideramos que estos nos sirven para complejizar la mirada sobre las transformaciones que reconfiguran los perfiles socioeconómicos que construyen el “campo”. Estas mutaciones en la estructura económica y política generaron la emergencia de un proceso de diferenciación interna de la clase empresarial y este proceso de diferenciación de la clase capitalista agraria en Argentina está vinculado a la consolidación de un nuevo modelo agrario y agroindustrial a partir de la década de 1990 (Gras, 2012).

A modo de cierre

El razonamiento sociológico se convierte en un tipo de abordaje sustancial para analizar el cooperativismo como movimiento social de larga trayectoria histórica pero, también, con una influencia contundente en los territorios donde se encuentra inserto. Particularmente en el caso en cuestión, nos permite observar las relaciones interpersonales hacia adentro de la organización como interinstitucional hacia afuera, todas ellas mediadas por correlaciones de fuerza contingentes.

En términos generales, La Vencedora se ve atravesada por el devenir político y económico de lo que acontece a nivel nacional con este tipo de cooperativas (como el proceso de empresarialización descrito) pero tiene la singularidad de organizarse en lo local a través de otros lazos sociales y relaciones de poder.

Finalmente, y atendiendo a lo planteado hasta aquí, nos surgen los siguientes interrogantes ¿Cómo se transformó “la Vencedora” en el marco del agronegocio? ¿Qué sucedió con su perfil cooperativo? ¿En qué medida se adaptó a un proceso de empresarialización? Estos interrogantes nos permitirán avanzar sobre un estudio sociológico posterior a este capítulo.

Referencias bibliográficas

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  1. Esta ciudad se encuentra en el departamento Tercero Arriba de la provincia de Córdoba (Argentina). Está ubicada en la llanura pampeana, región que se caracteriza por su desarrollo agrícola-ganadero, en suelos con la máxima aptitud para el cultivo de maní. Según el último Censo Nacional de 2010, posee 17843 habitantes.


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