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8 Alojar las infancias

Espacio de Niñez y Adolescencia
de la Asociación Civil Quillagua

Laura Cordero

Introducción

El Espacio de Niñez y Adolescencia es un dispositivo grupal, orientado a niñxs y adolescentes en situaciones de violencia familiar, que funciona dentro de la Asociación Civil Quillagua. Por ello, consideramos importante, en primer lugar, contextualizar la organización en la cual el dispositivo se inserta, para luego profundizar sobre él. Por último, haremos referencia a diversas acciones que lleva adelante la organización en función de contribuir a una vida libre de violencia y que, además, constituyen estrategias de incidencia en espacios políticos y sociales.

Acerca de Quillagua

Su historia

En idioma mapuche, la palabra “quillagua” significa ‘el lugar donde las personas se ayudan mutuamente’[1]. Es así como eligió denominarse esta asociación civil que, en la ciudad de General Roca, provincia de Río Negro, brinda atención a personas víctimas de violencia familiar.

Sus inicios se sitúan a fines del año 2001, en el contexto de la grave crisis económica, política y social que atravesaba nuestro país. Sobre esos comienzos, la trabajadora social Liliana Enríquez, una de las fundadoras y presidenta de la asociación, nos cuenta:

Los varones dejaban de ser proveedores, y eso, entre otras cosas, hizo que estallen las familias hacia adentro. Es así que un grupo de mujeres, cuatro profesionales y una idónea nos juntamos para ver qué podíamos hacer frente a esa situación. Al principio fue difícil pensar cómo nos acercábamos a esas mujeres, a esas familias, para decirles que se iba a abrir un lugar donde podían concurrir para manifestar su situación de violencia. Me acuerdo que a la primera reunión llegaron dos mujeres, y así comenzamos, con esas dos mujeres[2].

Los recursos

Quillagua se sostiene por voluntad[3].

Quillagua no posee un espacio físico propio, situación que motivó tener que trasladarse en varias oportunidades. Desde el año 2015, funciona en instalaciones de la Escuela Superior Rionegrina n.º 9, establecimiento que en febrero de 2019 se vio afectado por un incendio que ocasionó la pérdida de insumos, equipamiento y documentación valiosa de la asociación, lo que significó que transitoriamente debieran mudarse nuevamente a otro lugar.

Se trata de una organización no gubernamental sin fines de lucro, que no cuenta con subsidios ni sostén económico de ninguna entidad pública o privada[4]. Se sostiene con donaciones y contribuciones, pero sobre todo con la voluntad y el compromiso de sus integrantes, quienes desarrollan su tarea de manera ad honorem.

Al año 2021, el equipo de trabajo de Quillagua está conformado por cuatro trabajadoras sociales, una psicopedagoga, dos psicólogas y una abogada, además de dos estudiantes (de Psicología y Trabajo Social) que se encuentran realizando sus prácticas en la asociación. A su vez, muchas veces recurren a otros miembros de la comunidad que colaboran en distintas tareas: “Siempre hay voluntarias, generalmente son mujeres, que llamamos por teléfono y nos dan una mano. Así avanzamos, todavía hay gente que quiere colaborar”[5].

Sus objetivos y dinámica de trabajo

Cada sábado apostamos a recuperar ilusiones y deseos en aquellas personas que por diferentes circunstancias fueron heridas por la violencia[6].

Quienes integran Quillagua se presentan de la siguiente manera: “Somos un grupo que trabajamos de manera integral para garantizar el derecho de las personas a vivir una vida libre de violencia. Brindamos atención a personas víctimas de violencia familiar y/o de género”[7].

La asociación funciona los sábados por la mañana y está organizada en tres equipos, de carácter interdisciplinario, que trabajan de manera articulada: equipo de admisión, equipo “grupo de mujeres” y equipo de niñez y adolescencia. De esta manera explican su dinámica de funcionamiento:

De 9 a 9:30 hay una pequeña reunión de inicio. Después se dividen los espacios hasta las 11 u 11:30, que ahí es donde está el grupo de mujeres, de infancias y admisión trabajando a la vez en distintos espacios. Y después está la etapa de supervisión, de todo el equipo, que es cuando se exponen los casos, se trabajan en conjunto y demás. Y, además, si hay algo que resolver o hay cuestiones institucionales, se trabajan ahí también[8].

A Quillagua asisten en su mayoría mujeres, quienes llegan por demanda espontánea o por derivación de otras instituciones. En primer lugar, se realiza un proceso de admisión, que consiste en dos o tres entrevistas en las cuales se evalúan riesgos y daños, y luego se deriva a los espacios grupales. En relación con la instancia grupal, “si bien el solo hecho de poner en palabras lo que pasa es terapéutico, el objetivo principal es lograr el empoderamiento de la víctima”[9].

Sin embargo, la asistencia y contención que brinda Quillagua no se limita al abordaje grupal semanal. Su tarea incluye también elaboración de informes, intervención en situaciones de urgencia y acompañamiento en instancias judiciales, entre otras actividades. Al mismo tiempo, llevan adelante acciones de prevención, visibilización y concientización sobre la problemática y un importante trabajo de articulación intersectorial. Estos aspectos serán retomados en la última parte de este escrito.

Un lugar para las infancias

¿En qué nos comprometemos? En hacer cada día más fuerte la lucha que conlleva concientizar sobre las infancias respetadas, acompañadas y escuchadas[10].

La construcción del espacio: el camino recorrido

Si bien desde sus inicios Quillagua centró su mirada y su trabajo en las mujeres víctimas de violencia, siempre estuvo presente la intención de dar un lugar a las infancias.

“Hace muchos años, hubo un intento de trabajar con les niñes, que se llamaba ‘Quillagüita’… Una colega, Patricia, era la coordinadora de ese espacio”[11]. Sin embargo, vicisitudes relacionadas con el recurso humano motivaron que este dejara de funcionar.

En el año 2016, Camila Pérez Morando, estudiante de Psicopedagogía, realizó sus prácticas en Quillagua, incluyéndose como observadora en el grupo de mujeres y en distintos talleres sobre temas relacionados con la violencia, que se organizaban como respuesta a demandas que surgían en el trabajo con las mujeres. En ese momento, y en esos espacios de inserción como estudiante, ella puso su atención en lxs niñxs.

En los talleres aparecían muchas preguntas de las mujeres relacionadas con sus hijes. Y no solamente los talleres, sino que había muchos casos atravesados por la maternidad, por las infancias…Yo empecé a preguntarme “¿Por qué no las estamos mirando?”. Además, empezaron a haber muchas mamás que iban al grupo con sus hijes porque no tenían dónde dejarlos, entonces estaban ahí…[12]

Ante esta situación, con una estudiante de educación inicial, armaron un espacio para esxs niñxs que asistían con sus madres, que funcionaba en forma paralela al grupo de mujeres. Camila lo describe como “una especie de guardería”[13] que, si bien resolvía la dificultad que se presentaba para el trabajo con las mujeres, desde su mirada no resultaba suficiente.

Es así que, al finalizar sus prácticas como estudiante, planteó en su informe de devolución la propuesta de “crear el espacio de infancia, con el objetivo de trabajar con la infancia, así como se trabaja con las mujeres, desde la perspectiva del trabajo grupal”[14].

A partir de esta idea, durante el año 2017, dos nuevas estudiantes de Psicopedagogía sostuvieron un espacio que llamaron “Sembrando emociones”, el cual “mediante el juego” buscaba “observar cómo se manifiestan las emociones de los más pequeños”[15].

Sin embargo, los inicios del dispositivo, tal como funciona actualmente, se ubican en 2018. A comienzos de ese año, las estudiantes que llevaban adelante el proyecto dejaron Quillagua, al mismo tiempo que se incorporaba una nueva trabajadora social, María Laura Arrué; también regresaba Camila, ya siendo psicopedagoga. A partir de entonces, al encontrarse y coincidir en la mirada, el posicionamiento y el trabajo que deseaban hacer en relación con la niñez, decidieron darle su propia impronta al espacio. Ellas relatan: “Entonces empezamos a redefinir el proyecto que estaba funcionando, nos propusimos uno nuevo y, con muchas idas y vueltas, lo armamos”[16].

El camino transitado no fue fácil, y debieron “batallar”, como ellas mismas refieren, para armar y sostener el dispositivo, pero sobre todo para instalar el sentido y el objetivo que se proponían para él. Es decir que “no es solo un lugar de juego, no es una guardería, sino que es un espacio donde se trabajan las violencias en las infancias”[17].

Hoy podemos decir que han logrado institucionalizar y legitimar el espacio, el cual, agregan, “no está en otro nivel, sino que está a la par de los que ya estaban instituidos desde hacía tanto tiempo en la organización”[18].

Visibilizar las infancias

La violencia contra lxs niñxs es un tema de una enorme complejidad, sensible, doloroso, que “entra en un territorio en el que reina el silencio” (Janín, 2017). El Espacio de Niñez y Adolescencia dentro de Quillagua surgió a partir de la necesidad de visibilizar esta realidad silenciada de las infancias.

En su construcción Camila y María Laura partieron de entender que “la violencia siempre es familiar y los niños no son ni testigos ni actores circunstanciales ni secundarios de esa situación, sino que también son víctimas”[19]. A la vez, vivir en contextos de violencia familiar supone una vulneración de derechos, configurando una situación que compromete la salud integral y que deja marcas en la constitución de la subjetividad. Los niñxs y adolescentes sujetxs o expuestxs a condiciones de violencia padecen y expresan de manera audible o silenciosa sus efectos.

Desde este posicionamiento teórico, el equipo consideró que era necesario construir un espacio donde alojar el padecimiento de estas infancias, facilitar la expresión de sus emociones y elaborar lo vivenciado.

“¿Qué pasa con los hijos o hijas de las mujeres que asistimos? En los episodios tan graves de violencia que cuentan, ¿dónde estaban? ¿Si hay síntomas o indicadores tan claros, por qué nadie los está mirando?”[20]. Estas son algunas de las preguntas que podemos ubicar en el origen del espacio.

Sentidos y oposiciones

Dar un lugar a las infancias y romper el silencio en torno a las violencias que padecen y los derechos que se vulneran son entonces algunos de los sentidos que atraviesan el dispositivo de Quillagua. Sentidos que giran en torno a una concepción de niñez pensada desde la doctrina de la protección integral, que reconoce a los niñxs y adolescentes la condición de sujetos activos y plenos de derechos, otorgándoles intervención, de acuerdo a sus capacidades evolutivas, en todos aquellos asuntos que interesan a su propia vida y a su destino. Otorgar visibilidad a esta problemática implica, al mismo tiempo, evidenciar los modelos de dominación naturalizados en los cuales las subjetividades se constituyen, producto de un sistema capitalista, patriarcal y adultocéntrico.

Siguiendo a Magistris y Morales (2019), cuando hablamos de “adultocentrismo”, no nos referimos solo a una relación social basada en la centralidad del adulto, sino que se trata de comprender el carácter conflictivo de las relaciones entre las generaciones, en cuanto constituyen asimetrías que contienen y reproducen autoritarismo y desigualdad.

No hay dudas de que la Convención de los Derechos del Niño (CDN) y, en nuestro país, la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes han representado un avance innegable en materia de derechos. Sin embargo, lxs autorxs anteriormente citados sostienen:

La historia oficial de los derechos de la niñez y adolescencia ha sido protagonizada por adultos/as (políticos profesionales, funcionarios, intelectuales), quienes monopolizaron las acciones para proteger a las niñas/os, dando escasos o bien nulos espacios para las voces y experiencias del colectivo al que decían representar. El sustrato de una sociedad fuertemente adultocéntrica y paternalista, obstaculiza el avance en este sentido.

Desde de una perspectiva crítica al adultocentrismo, planteando una manera diferente de entender y actuar en relación con las infancias, el equipo de niñez se propuso lo siguiente:

… ampliar la mirada y poner a las infancias el mismo foco de atención que ponemos a las mujeres, ponerlos en el mismo plano de igualdad, porque veíamos que les niñes nos quedaban en un segundo plano. Si planteamos que también son víctimas de la situación, entonces merecen el mismo espacio que las mujeres tenían, y eso es ponerle el cuerpo, que se materialice efectivamente lo que decimos teóricamente[21].

De esta manera, la experiencia de Quillagua nos muestra la necesidad de revisar y desnaturalizar paradigmas, a fin de que los cambios implicados en el marco normativo se expresen en prácticas sociales e institucionales concretas, que efectivamente les den la palabra a lxs niñxs y garanticen así su derecho a ser escuchadxs. 

Quiénes lo llevan adelante

El equipo de niñez y adolescencia de Quillagua ha tenido vaivenes en su conformación. Diferentes profesionales y estudiantes han transitado por él; solo Camila y María Laura han tenido continuidad desde 2018.

En los inicios del espacio, junto con ellas trabajaba Laura, estudiante de Psicología Social, quien se abocaba específicamente al trabajo grupal y que acompañó hasta mediados del año 2019. Ese mismo año se sumaron Magalí, trabajadora social, y Sofia, estudiante de Derecho, quienes, en diferentes momentos y por distintos motivos, debieron dejar la organización. A principios de 2021, se incorporaron Sabrina y Federico, estudiantes de Trabajo Social y Psicología, respectivamente.

El espacio grupal, sus objetivos y metodología

Enmarcándose en la CDN y la Ley 26.061, la propuesta fue construir un espacio de trabajo grupal para niñxs y adolescentes en situaciones de violencia familiar. De acuerdo al proyecto elaborado por el equipo, este se constituye como espacio de reflexión para que puedan expresar sus emociones, intereses y vivencias. Tiene entre sus objetivos desnaturalizar situaciones de violencia familiar de las que son partícipes y contribuir en el aprendizaje y reaprendizaje de conductas no violentas.

En cuanto a la metodología de trabajo, el espacio se encuentra enmarcado en la modalidad de taller. Este cuenta con las siguientes etapas: caldeamiento, donde se utilizan técnicas para la integración grupal; desarrollo, durante el cual se trabaja el contenido previamente estipulado, a partir de distintas herramientas y técnicas, principalmente lúdicas; y cierre, donde se reflexiona sobre lo trabajado[22].

Quienes coordinan el dispositivo nos cuentan:

Se ha armado un espacio sumamente interesante, obviamente siempre mediatizado por el juego, donde a partir de ahí trabajamos distintos aspectos. Generalmente trabajamos mucho lo que tiene que ver con las emociones, que puedan empezar a aparecer, que las puedan empezar a nombrar, es decir, brindarles la posibilidad de que de verdad las puedan expresar, porque muchas veces están silenciadas. Nuestro trabajo en general apunta mucho ahí[23].

Y agregan:

Nosotros trabajamos siempre por qué creen que están ahí o qué les contó la mamá. Hay algunos que lo manifiestan abiertamente y hay otros que les cuesta un montón, pero, cuando escuchan a los otros decirlo, vemos su expresión, como diciendo “Ah, o sea que estamos todos en la misma”. Y esto es lo mismo que pasa con las mujeres, cuando una mujer en el grupo puede decir “Estoy atravesada por esto” y ve que las demás están atravesadas por lo mismo. Esa es la base de la ayuda mutua[24].

El ingreso al espacio

Lxs niñxs ingresan al espacio por derivación del equipo de admisión, luego de una evaluación conjunta con el equipo de niñez y de un trabajo previo con la mamá o adultx responsable. La llegada al grupo se hace de manera cuidada, respetuosa, donde se considera además si desean o no permanecer o participar de las actividades que se proponen. Las coordinadoras nos cuentan que fue necesario un trabajo hacia el interior de la organización para lograr instalar esta modalidad de derivación e ingreso.

Tratamos de marcar una presencia y una forma de trabajo con la infancia diferente, entonces, el niño no llega solo, no llega sin historia, no llega sin informe, no llega solo porque va la mamá… Y si no quiere quedarse, si no quiere estar ahí, que no esté ahí…[25]

También es algo nuestro el poder decir no, evaluemos, veamos y después que ingrese, no que ingrese así nomás. No se trata de recibir al niño como si fuera una cosa[26].

Este cuidado con relación al modo en que llegan al grupo se plantea, entonces, desde la responsabilidad ética de desarrollar prácticas que eviten “objetalizar” a lxs niñxs y adolescentes, entendiendo que resulta esencial poder alojarlos en un ámbito de confidencialidad y respeto por su subjetividad, habilitando un espacio para otro trato.

Lugar y participación de lxs niñxs

En el dispositivo grupal, “el principal objetivo es el protagonismo de les niñes”[27]. Para ello, darles la palabra es fundamental. Pero, como sostiene Beatriz Janín (2017), darles la palabra no es simplemente pedirles que hablen, sino saber escuchar, percibiendo también aquello que no dicen con palabras. Implica conocer sus distintos lenguajes y los modos como pueden contar lo que sienten y piensan.

Considerando estas diferentes formas de expresión, además del juego, en el Espacio de Niñez y Adolescencia se utilizan otros recursos: se trabaja con cuentos o dibujos o se realiza alguna dinámica que incluye la escritura[28].

Frases o preguntas como “¿Quién quiere empezar”, “Si tienen ganas…”, “Lo que quieran contar o compartir…” o “A ver, contanos bien lo que pasó”[29] son intervenciones que dan cuenta de una escucha atenta y respetuosa de los tiempos y las necesidades de lxs niñxs.

Por otro lado, además del proyecto institucional que enmarca el espacio, cada año el equipo realiza una programación anual, con los objetivos y temas que trabajar, y, a su vez, se hace una planificación de cada uno de los encuentros.

En este punto también se manifiesta la centralidad que tienen lxs chicxs, en cuanto se da lugar a que puedan expresar sus opiniones y a que estas sean tenidas en cuenta. Se trata de una planificación cuidadosa y responsable, que considera sus intereses, inquietudes y demandas, y que se va reformulando de acuerdo a los emergentes grupales. “Las planificaciones dependen mucho de sus demandas, entonces no podemos armarlas sin ellos”[30].

El grupo es flexible en cuanto a las edades y los momentos de ingreso, así como también es variable el número de asistentes en cada uno de los encuentros.

A modo de síntesis: escuchar las voces de las infancias, el trabajo grupal y el juego como estrategia privilegiada constituyen ejes significativos que atraviesan la experiencia. Experiencia habilitada por la presencia de personas adultas que ponen el cuerpo, que se muestran disponibles para alojar el padecimiento de lxs niñxs, reconociéndolos en su singularidad y permitiendo que sus necesidades y emociones puedan expresarse.

Contexto de pandemia

La pandemia de COVID-19 se presentó como un fenómeno complejo e inédito, que impactó individual y colectivamente. La vida cotidiana, junto con sus rutinas, temporalidades, espacios y relaciones, se vio particularmente alterada (Stolkiner, 2020). Problemáticas ya existentes, entre ellas las vinculadas a la violencia de género, el maltrato y el abuso infanto-juvenil, aumentaron y se agudizaron durante la pandemia, a la vez que se profundizaron vulnerabilidades y desigualdades sociales.

En concordancia con datos nacionales y de acuerdo a lo expresado por la abogada de Quillagua, en la localidad se produjo “un incremento de consultas y de denuncias también”[31].

Frente a este escenario complejo, desde la organización se continuó ofreciendo apoyo, contención y asistencia a quienes sufrían situaciones de violencia, así como también se sostuvo el trabajo tendiente a la prevención y la visibilización de la problemática. Sin embargo, para dar cumplimiento a la medida de aislamiento social, preventivo y obligatorio, la dinámica de la organización debió transformarse, suspendiendo actividades presenciales. Fue necesario entonces repensar las prácticas y construir otros modos de intervenir que, en tiempos de distanciamiento, pudieran lograr cercanía y presencia.

Las líneas telefónicas y las redes sociales estuvieron siempre activas y a disposición, constituyendo una herramienta fundamental para recibir consultas, facilitar información útil y confiable, así como también para armar tramas con otrxs, vehiculizando pedidos de colaboración y ayuda para las familias que lo necesitaban. Pero, por sobre todas las cosas, la función más valiosa que tuvieron los recursos virtuales fue permitir el sostenimiento de los vínculos y la continuidad de la atención y el acompañamiento.

Con relación al dispositivo de niñez y adolescencia, al inicio de la medida de aislamiento, algunos de los interrogantes que se plantearon fueron los siguientes: “¿Cómo tienen que ser nuestras prácticas o nuestro abordaje en esta situación? ¿Cómo pensamos el espacio?”[32]. Desde la determinación de que había que seguir dando un lugar a lxs niñxs, el dispositivo y las estrategias se adecuaron a la virtualidad.

El tiempo que transcurrió entre el inicio de las actividades, a principios de marzo de 2020, y el comienzo de la cuarentena fue breve, lo cual constituyó un factor a considerar.

Prácticamente no alcanzamos a tener mucho contacto, hay niñes que se han incorporado este año, muchos niñes que no conocemos, en esos casos tuvimos que pensar en presentarnos, entonces hicimos videos de presentación, para que nos puedan conocer…[33]

Inicialmente, el equipo proponía actividades durante la semana, algunas que lxs chicxs podían realizar de manera autónoma y otras pensadas para que hicieran junto con la mamá o con algún integrante de la familia. Luego de un tiempo, en función de las dificultades que observaban, decidieron suspender esta modalidad. Dichas dificultades tuvieron que ver principalmente con las desiguales condiciones de acceso a dispositivos tecnológicos, a posibilidades de conectividad y también sobrecarga y cansancio en relación con la virtualidad.

A pesar de las limitaciones mencionadas, se sostuvo el espacio grupal del día sábado. Los encuentros, que se realizaban mediante la plataforma Zoom, permitieron la escucha y el juego, ayudando a lxs niñxs a procesar lo que ocurría: “Hemos hecho distintas actividades, algunas más lúdicas, otras más de trabajar las emociones, más de pensar la cuarentena, tratando de explicar, de sostener a les niñes en esta situación”[34].

Otro recurso implementado durante la pandemia fue armar un grupo de WhatsApp, que se pensó como “un espacio más, más allá de los sábados”[35], y que permitió sostener el contacto y fortalecer los vínculos.

Siempre desde la virtualidad, el equipo continuó realizando seguimiento y acompañamiento en distintas situaciones que así lo requerían, al tiempo que también se producían nuevas demandas a las que había que dar respuesta.

Los logros

Trabajar en el presente para construir otro futuro[36].

El impacto y la importancia que reviste el espacio resulta difícil de medir o cuantificar. Aun así, podemos intentar una aproximación analizando los efectos que este tiene para lxs niñxs y adolescentes que lo transitan.

En primer lugar, el grupo cumple una función terapéutica, en cuanto habilita la reflexión y la circulación de la palabra, al tiempo que se va construyendo una identidad compartida y una pertenencia grupal. 

Por parte de les niñes está legitimado el espacio. Ya saben que ahí pueden hablar de lo que quieran, de cómo se sienten. El “Estamos todos en la misma”, eso creo que los une. Es aliviador, es sanador empezar a poner en algún lugar algo de todo lo que les pasa. Y les gusta el espacio, les gusta tener ese lugar para ellos[37].

Lo terapéutico también se manifiesta en la utilización del juego como recurso privilegiado, ya que sostener, propiciar y acompañar actividades lúdicas es un modo de favorecer la elaboración de situaciones displacenteras y traumáticas, así como también de posibilitar lo creativo y placentero.

A su vez, quienes coordinan el espacio hacen hincapié en lograr el empoderamiento de lxs niñxs, en darles la posibilidad de una mirada y un posicionamiento diferente en relación con su historia y sus vivencias, desnaturalizando los hechos de violencia que padecen.

En el espacio se trabaja un montón y se ayuda a que les niñes puedan encontrar algunas herramientas, alternativas o formas de visualizar su situación de otra manera, que existen otras posibilidades de relacionarse y de vincularse[38].

En esta línea, principalmente lxs adolescentes también señalan como un logro que el trabajo realizado en el grupo les permite revisar y reflexionar sobre sus vínculos y sus noviazgos; esto les posibilita tener alertas y advertir tempranamente señales de violencia, y, a partir de allí, buscar alternativas.

Nos pueden decir, por ejemplo “Esto de que sea tan celoso, me empieza a hacer ruido”, o preguntarse “¿Por qué me demanda que esté todo el tiempo con él? Yo también quiero estar con mis amigas”, que eso pase, que lo digan y que lo podamos seguir trabajando es muy importante, porque, si no, es probable que repitan la historia[39].

Lo expuesto nos permite afirmar que el dispositivo posee un valor o potencial preventivo, en cuanto contribuye a desarticular circuitos que se autoperpetúan. De esta manera, el espacio se convierte para quienes apsan por él en una instancia de interpelación de lo conocido y de transformación de sus propias historias.

Redes que sostienen e inciden

Señalamos al inicio que el trabajo de Quillagua no se limita al abordaje grupal del día sábado. En esto el equipo de niñez y adolescencia no es una excepción: “Es como sostener distintas aristas. Nosotros trabajamos con la mamá, las asesoramos, hacemos interconsultas, hacemos toda una articulación que excede el espacio de los sábados”[40].

A su vez, la complejidad del campo y las situaciones de vulnerabilidad y de riesgo con las que trabajan requieren necesariamente de un abordaje interinstitucional e intersectorial. “Vamos a la escuela, trabajamos con el ETAP[41], con SENAF[42], y también tenemos una vinculación muy importante con el Poder Judicial”[43]. La Comisaría de la Familia, la Oficina Fiscal de Atención a la Víctima (OFAVI), el Municipio y el Hospital son otros organismos con los que deben articular.

Se desprende entonces que el equipo de Quillagua sostiene una lógica de trabajo anclada en los principios de la interdisciplina y la intersectorialidad. Frente a la complejidad de la problemática que abordan, entienden que construir redes y vínculos resulta imprescindible, no solo para la población que asisten, sino también para ellxs como trabajadorxs, que precisan de otrxs para sostenerse cotidianamente en sus prácticas. “La violencia es muy compleja; si la intervención no es integral, si no generamos una actitud de apoyo, es muy difícil, no se puede trabajar en soledad”[44].

Relación con el Estado. Corresponsabilidad

La intersectorialidad y el trabajo en red están en estrecha relación con la noción de corresponsabilidad. En este sentido, la Ley 26.061 incluye la participación de las organizaciones que representan a la sociedad civil como parte integrante del Sistema de Protección de Derechos. Pero, si bien este sistema es considerado como un todo, no significa que, ante la negativa u omisión de un actor, haya otrx que deba necesariamente suplir esa función. No obstante, podemos observar que en varios aspectos Quillagua cubre vacíos que deja el Estado en materia de garantía de derechos.

Un ejemplo de ello es que las mujeres que asisten lo hacen, en su mayoría, derivadas por el Poder Judicial y la Comisaría de la Familia. Esto pone de manifiesto la ausencia o, al menos, las dificultades y limitaciones en las respuestas que brindan los servicios de atención y apoyo dependientes del Estado.

Una situación similar se observa respecto a la población infantil. En esta línea, el artículo 9 de la Ley 26.061 establece que “los organismos del Estado deben garantizar programas gratuitos de asistencia y atención integral que promuevan la recuperación de todas las niñas, niños y adolescentes”. Sin embargo, debido a las matrices adultocéntricas presentes en los abordajes, en la localidad es casi inexistente la oferta de dispositivos que alojen la palabra y el padecimiento de lxs niñxs, más aún en lo que se refiere a la problemática de la violencia. Al abrir un espacio para ellxs en la vida de la organización, Quillagua está cubriendo una función que corresponde al Estado en relación con dar respuesta a una necesidad de las niñeces.

No obstante, sin resignar ni dejar de interpelar el rol indelegable del Estado en la fijación de políticas, recursos y garantías, en Quillagua ponen el acento en la corresponsabilidad, con el fin de promover, proteger y restituir derechos en forma integral.

Es así que, como ya señalamos, constituyen e integran redes interinstitucionales e intersectoriales, tanto con organismos estatales como con otras asociaciones y con la comunidad, “en pos de que la persona sienta que estmos trabajando en conjunto y no cada uno tironeando como Tupac Amaru”.[45]

La articulación intersectorial constituye un campo de tensiones y cruces, acuerdos y desacuerdos, diferencias de criterios y enfoques. Frente a esta complejidad, la posición que adopta Quillagua es la de propiciar espacios de diálogo para el consenso y la negociación, estableciendo relaciones de identidad y complementariedad y no de confrontación.

Tenemos la dinámica de ser potentes, sólidas, pero humildes. Necesitamos articularnos, entonces, nos juntamos y hablamos, planteamos nuestras cosas, pero también escuchamos con mucha humildad. Y más allá de los conflictos, hemos logrado ser operativas, se puede intervenir y hay apoyo[46].

La tarea de incidir

Visibilizar, desnaturalizar y prevenir la violencia, generar espacios de reflexión y debate y participar en distintas instancias de trabajo sobre la problemática son también objetivos que se proponen como organización y que constituyen estrategias de incidencia en espacios políticos, sociales e institucionales. En este contexto, por “incidencia” entendemos “el uso de una gama de acciones destinadas a lograr cambios en la esfera pública, orientadas principalmente a activar el derecho de las personas, a reequilibrar la distribución del poder y a construir comunidades más equitativas e inclusivas”[47].

A tal fin han llevado a cabo numerosas actividades, entre las cuales podemos enumerar las siguientes:

  • Campañas dirigidas a concientizar y sensibilizar acerca de la violencia familiar y de género, en distintos espacios públicos y en medios de comunicación, así como también actividades de promoción y prevención (talleres, encuentros, debates) enmarcadas en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer o el Día de las Niñeces.
  • Trabajo en territorio, con salidas a distintos barrios de la ciudad, con la finalidad de brindar información sobre la problemática de la violencia y difundir la tarea que realizan.
  • Talleres de capacitación, en diferentes instituciones, tanto de la localidad como de lugares cercanos.

En la misma línea, también es necesario mencionar el trabajo realizado en reuniones, audiencias y diversas instancias de encuentro e intercambio con representantes de distintos niveles y poderes del Estado. Dichos espacios tuvieron la finalidad de acercar y debatir propuestas con relación al abordaje y la toma de decisiones en materia de violencia familiar y generar acciones conjuntas. A modo de ejemplo, podemos mencionar lo siguiente:

  • Realización de gestiones, tanto ante autoridades locales como provinciales, para la creación de casas refugio para víctimas de violencia, o ante el Instituto de Planificación y Promoción de la Vivienda de Río Negro (IPPV) a fin de que se asigne un 5 % de las viviendas a personas en situación de violencia[48].
  • Concreción de un viaje a Buenos Aires por parte de un grupo de representantes de Quillagua, junto con otras agrupaciones, para trabajar en la Cámara de Diputados la modificación de la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que desarrollen sus Relaciones Interpersonales. En dicha oportunidad se llevó como propuesta “la inclusión del varón victimario dentro de las medidas y los tratamientos que se sugieren para la erradicación de la violencia”[49].
  • Solicitud de reuniones con representantes del ámbito judicial, tendientes a “instalar dentro de justicia que los más afectados y los más invisibilizados son les niñes”. En estas instancias de diálogo, han logrado “debatir las formas de intervención y debatir por qué y cuándo” creen oportuno “que el niño, niña o niñe entre al proceso judicial y sea escuchado por la jueza”[50].

Las distintas acciones enumeradas tienen incidencia a nivel social al contribuir a la visualización del problema de la violencia y a su comprensión como un asunto de interés público, al tiempo que evidencian y guían el foco de atención sobre el impacto y los efectos que tiene para las infancias, colectivo históricamente invisibilizado.

A la vez, se proponen promover cambios o actualizaciones en los marcos normativos y en los protocolos de intervención, así como también buscan lograr un cuidadoso acceso al sistema judicial de los niñxs víctimas de violencia; todo ello tiene efectos en cuanto contribuye a una mejor calidad en la atención que reciben en los distintos ámbitos que transitan.

Por último, en materia de diseño y ejecución de políticas públicas, el trabajo que realiza Quillagua pone de relieve varias necesidades:

  • de generar dispositivos de atención orientados a niñxs en situaciones de violencia, que alojen sus voces, experiencias y padecimientos;
  • de promover modos de abordaje y guías de intervención interdisciplinarios e integrales, así como también mecanismos para monitorear su cumplimiento;
  • de reforzar las acciones de sensibilización y capacitación en materia de género y diversidad, tanto para integrantes de la administración pública como de la sociedad civil;
  • de impulsar o fortalecer el trabajo en territorio y en red, jerarquizando los espacios de articulación intersectorial, asignando responsabilidades, tiempos y recursos a tal fin.

A modo de cierre

Así se refiere al Espacio de Niñez y Adolescencia una niña que participó en él:

En Quillagua me siento protegida, y a los chicos que no se animan a venir les voy a decir que confíen, porque nada de lo que sientan va a estar mal, en Quillagua van a escuchar lo que ustedes quieran, ahí los van a respetar, con enojos, con tristezas y risas, porque son como una familia, siempre te van a apoyar[51].

Lxs niñxs y adolescentes demandan, desde sus propias voces, ser respetadxs, escuchadxs, disponer de un espacio que aloje sus experiencias y emociones. Con una mirada y una metodología respetuosa de sus derechos, es lo que ofrece el dispositivo de niñez y adolescencia de Quillagua.

A su vez, esta experiencia y todo el trabajo realizado en forma continua por la organización, como ya señalamos, contribuyen a visibilizar y entender la violencia como un problema social que involucra y vulnera derechos humanos; problemática que se asienta en un sistema capitalista, patriarcal y adultocéntrico que genera asimetría y desigualdad. Quienes integran Quillagua no solo visibilizan esta realidad y reclaman políticas públicas acordes, sino que también toman la decisión de intervenir. Lo hacen en el marco de la corresponsabilidad, la integralidad y el armado de redes, es decir, desde la apuesta a construir desde lo común, buscando reducir la brecha entre los derechos consagrados y las prácticas efectivas que garanticen su cumplimiento.

Desde este lugar y esta apuesta, la experiencia de Quillagua, para quienes tomamos contacto con ella, tiene el efecto de conmovernos, de interrogarnos, de interpelarnos a revisar nuestras miradas y prácticas. Y, sobre todo, nos convoca a asumir el compromiso ético y político de trabajar por una sociedad con relaciones más equitativas, igualitarias y libres de violencia.


  1. Diccionario Mapuche Castellano – Castellano Mapuche. Editorial Guadal S.A., 2003.
  2. Liliana Enríquez. Entrevista virtual, 7 de septiembre de 2021.
  3. Ídem.
  4. Solo el costo mensual de la línea telefónica es solventado por el Sindicato de Trabajadores Judiciales de Río Negro (SITRAJUR).
  5. Liliana Enríquez. Entrevista virtual, 7 de septiembre de 2021.
  6. Página de Facebook Quillagua, 23-06-2017.
  7. Página de Facebook Quillagua. En bit.ly/3uObVG3.
  8. María Laura Arrué, trabajadora social. Entrevista virtual, 18 de mayo de 2021.
  9. Liliana Enríquez. Entrevista virtual, 7 de septiembre de 2021.
  10. Página de Facebook Quillagua. 15 de agosto de 2020. En fb.watch/7prqwI5JAI.
  11. Liliana Enríquez. Entrevista virtual, 7 de septiembre de 2021.
  12. Camila Pérez Morando, psicopedagoga. Entrevista virtual, 18 de mayo de 2021.
  13. Ídem.
  14. Camila Pérez Morando. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  15. Página de Facebook, junio de 2017.
  16. María Laura Arrué. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  17. María Laura Arrué. Entrevista virtual, 18 de mayo de 2021.
  18. María Laura Arrué. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  19. Ídem.
  20. Camila Pérez Morando. Entrevista virtual, 18 de mayo de 2021.
  21. María Laura Arrué. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  22. Ídem.
  23. Ídem.
  24. Camila Pérez Morando. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  25. Ídem.
  26. Magali Zanoni. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  27. María Laura Arrué. Entrevista virtual, 18 de mayo de 2021.
  28. En referencia a la escritura, también disponen de un cuaderno, que tienen siempre con ellxs, para que, si quieren, durante la semana puedan escribir algo que les pasa o que sienten (observación, 25 de septiembre de 2021).
  29. Observación, 25 de septiembre de 2021.
  30. Camila Pérez Morando. Entrevista virtual, 18 de mayo de 2021.
  31. En bit.ly/3FQ4EvF.
  32. Magali Zanoni. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  33. María Laura Arrué. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  34. Ídem.
  35. María Laura Arrué. Observación 25 de septiembre de 2021.
  36. Silvia Bentolila. Encuentro virtual “Las violencias contra las infancias y adolescencias”. 22 de julio de 2021. Disponible en bit.ly/3WbwV5e.
  37. Magalí Zanoni. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  38. María Laura Arrué. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  39. María Laura Arrué. Entrevista virtual, 18 de mayo de 2021.
  40. María Laura Arrué. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  41. Equipo Técnico de Apoyo Pedagógico.
  42. Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia.
  43. María Laura Arrué. Entrevista virtual, 24 de junio de 2020.
  44. Liliana Enríquez. Entrevista virtual, 7 de septiembre de 2021.
  45. Liliana Enríquez. Entrevista virtual, 7 de septiembre de 2021.
  46. Ídem.
  47. Manual de participación e incidencia para organizaciones de la sociedad civil. Temas – Foro del Sector Social. Noviembre de 2004.
  48. En bit.ly/3WhBVVQ.
  49. En bit.ly/3hlVY6M.
  50. Liliana Enríquez. Entrevista virtual, 7 de septiembre de 2021.
  51. En bit.ly/3WbOBxC.


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