María Gabriela De Gregorio
Acercándonos al contexto
Es una tarde de otoño de 2021, nos acercamos al predio del club. Las restricciones por la pandemia de COVID-19 se han flexibilizado hace un tiempo, y, después del duro aislamiento lxs chicxs, vuelven a encontrarse en su espacio, la cancha del Club Deportivo Fiske Menuco (DFM), en el barrio del mismo nombre, en la localidad de Fiske Menuco[1].
Está cayendo el sol. La escena es maravillosa. Hay adultxs observando el entrenamiento, familiares de lxs chicxs. Concurren varones y mujeres. Hay cinco grupos entrenando, organizados por edades, cada uno con su entrenador.
La que da nombre al club es una barriada muy particular. Ellxs mismxs, sus habitantes, se presentan así:
Al norte, limitamos con la estepa patagónica. Al sur, con la ciudad que lleva el nombre de un genocida. Hace 12 años ocupamos estas tierras fiscales, […] unas pocas familias, que ahora somos 1.200. Bautizamos nuestro barrio como “Fiske Menuco”, que en lengua mapuche significa “pantano helado”, ya que ese era el nombre de estas tierras antes de que llegara Julio Asesino Roca[2] con su ejército en 1879. El municipio presionó para proponer otro nombre, mientras el Consejo Deliberante aun no oficializa el que elegimos en Asamblea. […] en toda la ciudad habitamos muchxs mapuches, que también somos negadxs como pueblo. Sin embargo, nos organizamos ante esta gestión que nos niega el agua potable, el gas, y en algunos sectores del barrio, la luz. Elaboramos la cartelería de las calles y de los espacios públicos. Nos organizamos para que nuestrxs pibes y pibas tengan clases de apoyo en un salón, para que en la canchita se enseñe rugby, fútbol y vóley. Estamos trabajando en una huerta comunitaria. Aunque nos siguen marcando como ilegales, no nos van a vencer, porque acumulamos mucha experiencia: llevamos 500 años de resistencia[3].
Podemos reconocer una variedad de sentidos que construyen y atraviesan esta experiencia: vulneración de derechos, conciencia de lucha colectiva, priorización de las infancias y adolescencias, procesos de construcción de identidad y pertenencia, desde la diversidad y las disidencias. Circulación de sentidos que se resignifica, y dignifica la acción colectiva…
Han pasado varios años desde esta declaración de principios, pero hoy sigue viva en la memoria la impronta de esos comienzos, mientras que la tensión con el gobierno municipal reaparece con intensidad, asumiendo distintos focos a lo largo de este proceso.
Precisamente, la lucha por garantizar derechos básicos, como un hábitat[4] digno, que contemple la vivienda, los servicios, los espacios de socialización y recreación, es parte del contexto de esta experiencia, y atraviesa los orígenes del barrio y del club, que se fue gestando como una necesidad básica en esa resistencia. La negación de estos derechos es vivida como una forma de violencia institucional, generadora de otras formas de violencia que se reproducen incluso al interior de las familias.
Qué podemos esperar de nuestras infancias, de nuestras adolescencias, si se desarrollan en contextos totalmente violentos, sea social, económica, política, cultural. Porque la violencia que están sometidos es tremenda… El hecho de vivir sin gas, de no poder vivir en una casa digna, eso es violencia, y […] se va transformando en la fuente de muchas otras violencias… La violencia de la desigualdad[5].
El barrio está habitado, predominantemente, por trabajadorxs informales que, según refiere David Morales (DM), vecino y dirigente del club, y uno de sus fundadorxs, están “totalmente precarizados, tremendamente explotados, tanto desde el empresariado empleador, como por las organizaciones que ostentan la condición de sociales, que de alguna manera promueven y reproducen prácticas de sometimiento poblacional, como el clientelismo”.[6]
Transitando espacios compartidos
Conocimos esta experiencia durante la pandemia de COVID-19, en abril de 2020, interactuando virtualmente en un pequeño colectivo de la localidad, en el cual diferentes personas, grupos e instituciones compartimos la preocupación por los impactos de la pandemia en las subjetividades y en los grupos. La inquietud nacía de la necesidad de interpelar a actorxs decisorxs (Comité de Crisis local, la intendenta, etc.), a la vez que de aportar recursos desde nuestras experiencias en territorios. Y en ese colectivo nos encontramos con David, quien compartió un video elaborado por su organización, en el que participaban profes, niñxs, adolescentes y sus familias, transmitiendo mensajes de cuidado y acompañamiento. El video, sencillo y amoroso, se hizo viral. Y motivó una campaña de cortos producidos por otrxs actorxs de la comunidad, desde diferentes barrios.
A partir de allí, hicimos contacto con David, la cara más visible, y decidimos incluir esta experiencia en la investigación. Realizamos entrevistas virtuales y presenciales con David y con parte de la comisión entre junio de 2020 y junio de 2022, y con Georgina Colicheo[7], vecina y una de las primeras habitantes del barrio. Asimismo, realizamos observaciones en terreno. Contamos con material publicado en medios de comunicación y en las redes sociales, como la página de Facebook del DFM.
Recorriendo la historia del DFM, y de una comunidad en lucha
La actividad deportivo-recreativa que luego dio origen al club surgió inicialmente a partir de una política de Estado en 2013, y lleva nueve años de trabajo ininterrumpido. En ese año, gracias a una gestión de Georgina, llegó al barrio un programa de rugby social financiado por la Secretaría de Desarrollo Social de la provincia. La vecina, preocupada por la gran cantidad de chicxs en la calle, solxs “hasta la noche”[8], generó un espacio en su casa para darles la merienda, proyectar películas, organizar talleres de construcción de estufa rusa, y otras actividades. Más tarde, lanzó una volanteada para convocar a quien pudiera para enseñar un deporte, y al tiempo fue contactada por referentes del programa. En la recorrida casa por casa para invitar a chicxs, apareció la resistencia asociada a su condición de trans. Concurrían jugadores del Roca Rugby Club[9] a promover la práctica de este deporte, conjuntamente con psicólogas sociales. La ausencia de actividades deportivas en el barrio fue un motor para promover un espacio para lxs chicxs de la zona. Se inició la práctica de fútbol, luego se agregó el vóley, “y todo esto en un contexto de calle prácticamente, porque no había un espacio [físico]”[10]. El programa gubernamental se discontinuó[11], el trabajo fue asumido por vecinxs del barrio, quienes autogestionaron los talleres deportivos, y se fortaleció el sentido comunitario, apoyado en el voluntariado.
La historia del barrio y la lucha por un hábitat digno se entretejen con la historia del DFM, quizá desde la conciencia implícita de que habitar implica el goce de otros derechos, como la recreación, el deporte, el acompañamiento del desarrollo integral de las infancias. “En las reuniones por el agua lo conocí a David, se acercó, le pregunté si podía dar fútbol”[12].
Desde el 31 de enero de 2015, las actividades se desarrollaron en un espacio gestionado por vecinxs. La primera canchita estaba ubicada en el medio del barrio, era un triángulo que se había constituido en lugar de encuentros: partidos de fútbol y vóley y asambleas barriales. Y fue precisamente el foco de ataque del gobierno municipal, que decidió desalojar ese espacio, trasladarlo a un sector más alejado[13], con el argumento de proyectar allí una plaza. El barrio se opuso, decidida y enérgicamente, y fueron lxs chicxs quienes dieron una emocionante lección de resistencia. Las topadoras municipales llegaron y lxs chicxs, subidxs y aferradxs a los arcos, increpaban a lxs funcionarixs municipales, marcando un momento histórico del DFM. Allí resistieron quienes hoy tienen 20 años, incluso encadenándose a los arcos, para evitar la entrada de las topadoras. En un video se registra el diálogo entre chicxs y adultxs, en el cual lxs primerxs rebaten cada uno de los falaces e inconsistentes argumentos de lxs segundxs[14].
El colectivo DFM, una vez sobrepuesto de este golpe, decidió que era momento de “pensar en macro”[15], y tomó la decisión de “institucionalizar la lucha y crear una asociación”[16]. Se dio un paso más en la consolidación de la identidad del grupo: “Tenemos que buscar los colores que nos identifiquen como equipo. Si ya tenemos camisetas y estamos jugando, tenemos que tener un club, dice David”[17]. Comenzaron a escribir el proyecto, a gestionar la personería jurídica, la que finalmente llegó en 2017, con la denominación formal de Asociación Civil Club Social Deportivo Fiske Menuco.
Luego vino la búsqueda de un terreno, que garantizase estabilidad a las actividades. A partir de la gestión ante la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), el club se trasladó al predio de 25 metros cuadrados ubicado en las Calles del Libertador y Río Negro. Se firmó un convenio en 2019[18], y pasó de ser un espacio improductivo, parte de la Colonia Penal, lleno de malezas, basuras, cargadores de bala, a ser un espacio con canchas de fútbol de medidas 11-9-5, de tejo, de beach vóley, con cestos de residuos, arboledas, cuidados por lxs propixs chicxs del club.
Un momento que el colectivo registra con emoción es el logro de indumentaria para lxs jugadorxs, inaccesible para muchxs de lxs chicxs, cuando ya había un equipo que participaba de campeonatos y competencias interbarriales. Para ello, Georgina echó mano de otros contactos, acuñados en su militancia en ATTS: invitó al dirigente de AIDS Healthcare Foundation (AHF)[19] en la región a conocer el barrio, recorriendo las casas de vecinxs, y le presentó el proyecto. Después de unos meses de espera y de muchos llamados, llegaron las cajas, y con ellas la emoción de recibir juegos completos de camisetas, pantalones y medias para todxs lxs chicxs.
En 2020, en plena pandemia, la Secretaría de Deportes de la Nación lanzó un programa destinado a clubes de barrio para mejorar la infraestructura. El DFM, trabajando a contrarreloj, se presentó a esta convocatoria y resultó seleccionado para recibir un importante aporte, destinado a la construcción de vestuarios. Este paso se acompañó con el apoyo de empresas, instituciones y profesionales de la comunidad.
Vinculaciones con el Estado y las políticas públicas
En diferentes momentos de la historia, se observa una relación con el Estado, en sus diversos niveles, caracterizada por la autonomía, en un proceso de consolidación como organización, y constituye en sí mismo la materialización de una política pública no estatal. Se puede reconocer articulación desde diferentes lugares:
- Estado en cuanto regulador de los espacios públicos (Ministerio de Seguridad de la Nación), que legitima la cesión de tierras en favor del club.
- Como administrador de políticas públicas en la coordinación de los talleres deportivos iniciales (Secretaría de Desarrollo Social de la provincia), en la promoción del fortalecimiento material del proyecto (Secretaría de Deportes de Nación).
- Como espacio de disputas frente al crecimiento material y organizativo del club (municipio local), con ausencia de apoyo operativo en el territorio[20].
- Otorgando reconocimiento y legitimación al proyecto (Legislatura de Río Negro).[21]
- Reconociendo su trabajo técnico y territorial en los programas “Clubes en Obra” del Ministerio de Deportes de la Nación, “Puntos de Culturas” del Ministerio de Cultura de la Nación, y “Más Deporte” del Ministerio de Turismo, Cultura y Deportes de Río Negro[22].
Es posible identificar en las vinculaciones con el Estado acciones de diversas modalidades (Tarrow, 2000): complementarias con determinadas áreas estatales, y –más frecuentes y con más fuerza– acciones alternativas y autónomas, que construyen nuevos espacios tanto en lo físico-geográfico, como en lo simbólico. Particularmente en referencia al Estado municipal, la modalidad se tornó confrontativa, quizá defensivamente. Por otro lado, se desprendía la percepción de amenaza ante intentos de cooptación de actorxs del colectivo por parte tanto de sectores gubernamentales como de organizaciones civiles.
La identidad desde la diversidad
Desde sus inicios, el proyecto fue atravesado por conflictos de diversidades. En 2008 se asentaron las primeras familias, en su mayoría mujeres a cargo del hogar, ocupando tierras por falta de acceso a la vivienda, conformando una toma. Entre los primeros grupos, había varixs integrantes del colectivo trans de la localidad, que años después se constituirían en ATTS. La convivencia y la integración no fueron fáciles, circulaban fuertes mensajes de rechazo, resistencia e intolerancia referidos a su identidad de género. Esto no logró limitar las acciones de solidaridad que Georgina y otrxs ejercían, de cuidado y de protección fundamentalmente hacia mujeres solas y a sus niñxs[23]. A partir de eso, precisamente, se originó la convocatoria que acercó el rugby social al barrio, el inicio del DFM.
Los primeros pasos implicaron un intenso trabajo de lxs vecinxs en cuestiones territoriales: realización de un censo, relevamiento de viviendas, pedidos de mensura, trabajo de catastro. También estuvieron atravesados por diatribas partidarias que intentaron cooptar a referentes, fragmentando y debilitando la incipiente grupalidad. No faltaron quienes apostaran al lucro personal intentando negocios inmobiliarios con los terrenos (fiscales) disponibles.
A pesar de todo ello, a fines de 2013, se conformó una asamblea con más de 150 vecinxs a fin de definir un nombre para el barrio. Se presentaron 13 propuestas[24]: “Hijos de las 250”[25], “La Colonia”, entre otras. “Toma de los Hijos de las 250” adquiría mucha fuerza por el peso de la prensa. Luego de siete horas de debate, la asamblea eligió el nombre de “Fiske Menuco”, ligado significativamente a lxs habitantes originarixs, y a la decisión popular de construir una identidad propia. “La primera mirada [desde el afuera] era peyorativa, criminalizadora. Sentíamos la necesidad de posicionarnos de una manera sólida”[26]. La aceptación oficial y la legitimación formal de este nombre escribió otro recorrido de resistencias, fundamentalmente desde el gobierno municipal, y un despliegue de estrategias desde lxs vecinxs para lograrlo[27].
En gran parte del colectivo, comenzaba a circular el sentido de habitar un barrio y no una toma, y lo discutían con argumentos históricos. El mismo nombre de la ciudad, el nombre de un militar, se asignó en 1879 al entonces asentamiento, después de haber despojado de sus tierras a los pueblos originarios, o sea que la ciudad misma surgió como una toma, como una expropiación de tierras a sus habitantes legítimos[28].
El motor principal siempre han sido las infancias y las adolescencias como protagonistas: ellxs han elegido los colores que lxs identifican, el símbolo del club que justamente representa la canchita, que es desde donde surgieron.
En referencia a conflictos y diferencias, es conocido el esfuerzo que el DFM sostiene con las autoridades municipales, tensión que se remonta a los inicios del barrio. En abril de 2021, después de la presentación de numerosas notas desde el club, se concretó una reunión con la intendenta. El DFM había solicitado al Municipio información catastral a fin de instalar el servicio de electricidad, que posibilitaría ampliar los horarios de entrenamientos y fortalecer la seguridad. Concurrieron a la reunión diez integrantes de la CD, quienes demostraron una posición clara, unificada y contundente, resistiendo las propuestas de la Municipalidad de desplazamiento del club hacia otro espacio. El DFM sostenía la expectativa de que el Municipio pudiera “rever su actitud” con respecto al barrio y al club y de que entre todxs pudieran articular y trabajar “para el bien de la comunidad”[29].
La identidad de la organización se explicita y se defiende, también, cuando algún movimiento desde el exterior parece amenazarla. Esto es vivido como un modo de violencia. Violencia que parece ser una condición fundante de este barrio, careciente de toda materialidad que garantice un habitar dignamente humano. Todo hubo de ser conquistado, reclamado, exigido, nada les fue regalado[30].
Se observa en lxs responsables del colectivo un fenómeno de contagio emocional, acciones que logran transformar la rabia en lucha, el entusiasmo siempre reaparece en algunx de lxs integrantes, resignificando la indignación en la construcción de nuevos espacios para ser habitados desde la dignidad y el protagonismo de las infancias. Así, la acción colectiva incide en las cotidianeidades vulneradas.
La diversidad, abarcando varios sentidos (sexual, cultural, sociofamiliar, partidaria), es una condición que se torna en fortaleza para este colectivo. Lejos de negarla o combatirla, la asumen, la debaten y la constituyen en un principio fundante: “Eso está bueno, porque la diferencia hace a la riqueza”[31]. Se incorpora lo político como una condición inherente a lo colectivo, despojándolo del temor que muchas veces despierta este concepto.
La preocupación, y la ocupación, de lxs adultxs que trabajan en el DFM por la integridad y el desarrollo de cada unx de lxs niñxs y adolescentes que concurren a practicar alguna disciplina se materializa en el trabajo que busca generar permanentemente espacios de encuentro, de comensalidad compartida, de acompañar los entrenamientos desde lo deportivo, y también de cuidar afuera de la cancha[32], incluso a lxs hermanitxs que vienen como acompañantes, o en la cuidadosa selección de las personas para que sean responsables de lxs niñxs. Este ocuparse trasciende lo deportivo y recreativo, para conectar con las situaciones de cada sujetx, la receptividad y la escucha ante sus posibles preocupaciones y necesidades, ante lo cual se consideran intervenciones puntuales para resolver, acompañar[33]. Esto se hizo especialmente visible durante el confinamiento impuesto por el COVID-19 (2020 y parte de 2021), y se desarrolla específicamente más adelante.
Un indicador de identidad compartida aparece en la representación que lxs chicxs tienen sobre el significado de pertenecer al DFM, y lo que allí encuentran. En las expresiones “Lo que más me gusta es venir a entrenar, hacer amigos”, “compartir, pasarla bien, divertirme”, “jugar al fútbol y a compartir”, “llevarme bien con mis compañeros, divertirnos”[34], se evidencia el “ser parte de” y el disfrute compartido[35].
Consensos y articulaciones
Un eje importante de la organización son los vínculos y las articulaciones con otros espacios hacia adentro y afuera del barrio, como las instituciones educativas, a las que concurren niñxs y adolescentes que participan del DFM[36]. Con una de ellas, la articulación es continua y fluida, con el objetivo de compartir el cuidado de los chicxs. Con la otra escuela, a partir de 2020, fue posible la apertura a propuestas de trabajo conjunto. Ya en 2019, el DFM se había hecho eco de una protesta que venía realizando la comunidad educativa por condiciones edilicias dignas. Esta articulación busca beneficiar a aquellos grupos de estudiantes en quienes “se observan dificultades relacionales, de comunicación”[37], entre otras. Se realizan propuestas tendientes a abordar el crecimiento grupal, construir normas, relacionarse con lxs otrxs, que se materializan en actividades compartidas desde el deporte, el arte (muralismo, música, relatos), la expresión audiovisual (convocatoria de fotografías y videos), entre otros[38].
En el proceso de fortalecimiento, otrxs actorxs se suman, entre ellos la Escuela Cooperativa Casaverde, nivel medio nocturno, a la cual concurren vecinxs del barrio. De ese espacio rescatan el dispositivo de asamblea (“Cuando yo convocaba a asamblea, aparecía un montón de gente”[39]), modalidad que asume la discusión y resolución de muchas de las necesidades que lxs atraviesan, y que es adoptada al interior del DFM.
Los logros se asocian a la solidaridad permanente de la comunidad, que constantemente ayuda y colabora con lo que el desarrollo de las actividades implica[40].
En 2021 se comenzó a diseñar un proyecto de organización del club en áreas, lo que conlleva alianzas y articulaciones con otros sectores de la comunidad. Existe un convenio con la Fundación Huilliche, de la Escuela de Psicología Social, y el DFM se constituyó en espacio de trabajo de campo para estudiantes de la carrera, lo cual posibilitó un vínculo y aportes más allá de ese periodo académico.
Esta articulación se amplía a otrxs actorxs de la sociedad que se suman al proyecto, sea como recursos humanos, sea a través de aportes materiales en las campañas que el club genera (asociadas a necesidades como instalación de luminarias, colocación de un portón de entrada, etc.), desde personas particulares, organizaciones, empresas, etc. Asimismo, el club realiza acuerdos en función de resolver problemáticas, tales como talleres de primeros auxilios y RCP con personal de Bomberos Voluntarios.
Tal como antes se mencionó, la posibilidad de articular y construir una relación con el Municipio a lo largo de las últimas gestiones ha estado atravesada por conflictos, e incluso por confrontaciones directas, asociadas tanto al desarrollo del proyecto del club (puja por el espacio físico), como al barrio (gestión de servicios, por ejemplo).
El grupo de trabajo resalta, asimismo, el apoyo de medios de comunicación, entre ellos la radio universitaria Antena Libre, que ha brindado espacio en los diferentes momentos de lucha tanto del barrio, como del club.
El espacio habitado
La tarde de entrenamiento se inicia con una ronda de saludo compartida, durante la cual “lxs profes” invitan a expresar sentires, vivencias recientes, expectativas sobre esta nueva juntada. Y surgen, una vez más y de manera espontánea, los decires de lxs chicxs: “Vengo a compartir, a divertirme, a encontrarme con otros”[41]. Se percibe un sentido de pertenencia, de identidad alrededor del juego, de compañerismo, y, sobre todo, del disfrute, del deseo, de cada unx de quienes aquí se dan cita.
Cuentan con gran cantidad de elementos: pelotas, aros, conos, etc., logro conquistado desde una lucha sostenida, gestionando materialidad y sentidos desde lo colectivo. Se ve un espacio muy cuidado, el terreno está nivelado, en parte con césped, varios arcos. En ese entonces, año 2021, aún no llegaba la iluminación, lo que se concretó tiempo después, y con ello la posibilidad de extender los horarios de los entrenamientos. Impresiona un espacio amplio, seguro y confiable para que lxs chicxs jueguen tranquilos. El cerco perimetral muestra en varios lugares carteles con los colores verde y violeta del club, que indican que este es el espacio del DFM. En un extremo, se ve un flamante portón, uno de los últimos logros conquistados.
Crece en visibilidad y se fortalece el proyecto, por un lado, al interior del barrio, lo cual se evidencia en la gran convocatoria a los entrenamientos y otras actividades, la fuerte referencia a lxs líderes reconocidxs y la confianza que en ellxs se deposita, expresada verbalmente y en actitudes de lxs chicxs y de sus adultxs cuidadorxs. Por otro lado, trasciende las fronteras del barrio, a través del apoyo a la organización, el aporte de recursos humanos y materiales de manera voluntaria y permanente.
La dinámica y cambiante organización interna…
El DFM define su razón de ser en el favorecimiento de la integración de distintos sectores sociales, a través de espacios de inclusión y participación con actividades deportivas, artísticas y socioculturales que promueven la ampliación de oportunidades, impulsando políticas públicas dirigidas a la niñez, adolescencia y juventud, orientadas a la contención y el empoderamiento de lxs más vulnerables, y convocando también a sectores aledaños al barrio donde se encuentra localizado[42].
La autogestión es una característica fundante y permanente de esta organización. Y en esta dinámica algunas personas permanecen a lo largo del tiempo, como David y su esposa Yanet, otras cumplen un ciclo y se retiran, otras se suman al equipo, o siguen acompañando de diversas maneras. Asimismo, lxs integrantes del equipo participan desde diferentes lugares: algunxs desde lo operativo, deportivo- recreativo, otrxs desde un rol de acompañamiento y administrativo.
La disponibilidad de recursos desde el voluntariado es una condición constante en la organización. Esto aporta y suma a la posibilidad de gestionar y de desarrollar en pos de los objetivos planteados, pero también impone una finitud inexorable en la disponibilidad de quienes aportan de manera voluntaria. Esto aparece fuertemente ligado a la escasez de recursos humanos de modo permanente y sostenido, lo cual parece compensarse con la pasión, la convicción y el compromiso que aportan, dentro de un proyecto que no genera recursos materiales (no existe el aporte de una cuota social), y no está en condiciones todavía de poder contratar docentes, profesionales, etc.
Un periodo de particular transformación fue 2020, con el ingreso de nuevxs integrantes y la emergencia de la pandemia por COVID-19, que obligó a replantear los modos de estar y de vincularse, y que desafió a recrear modalidades de acompañamiento diversas y diferentes de lo deportivo y recreativo.
La búsqueda permanente de crecer y fortalecerse los ha llevado a capacitarse como una manera de revisar la organización interna. En 2020 parte del equipo realizó una capacitación en administración y gestión deportiva. Esta necesidad surgió del reconocimiento de sus limitaciones, con la expectativa de encontrar nuevos recursos y espacios de apoyo para el proyecto: nuevos espónsores, publicidad, algún aporte que permita sostener un cuerpo operativo de personas mínimo, solventar los asesoramientos específicos requeridos (legal, contable, etc.)[43].
Se conformaron, de esta manera, diferentes áreas dentro del DFM: el área deportiva, (acompañamiento y entrenamiento de las distintas categorías), el área administrativa contable (balances, AFIP, rentas, etc.), el área de comunicación, de reciente conformación, y en proyecto un área de salud, que estaría integrada por pediatría, kinesiología, traumatología y psicología social, con el objetivo de acompañar el desarrollo de lxs chicxs, lo cual se planea cubrir de manera voluntaria.
Atravesando límites y dificultades
La disponibilidad de recursos: materiales y humanos
A partir del retiro del programa deportivo estatal, el trabajo es asumido por vecinxs del barrio, quienes autogestionan los talleres deportivos. Esto fortalece la autonomía del proyecto, pero se ve atravesado por limitaciones: dificultad de mantenerse en el tiempo un mismo grupo de vecinxs, de sostener una colaboración personal, etc. A pesar de esto, el proyecto inicial sigue creciendo y fortaleciéndose en sus objetivos iniciales.
Participan otras personas, en el marco de prácticas y pasantías desde distintas organizaciones. Eso permite recibir el aporte y la mirada de otrxs desde afuera, pero también plantea la finitud propia del trabajo voluntario (“El club sabe que va a contar con esa persona un tiempo, no va a ser para siempre…”, “No todo el mundo puede colaborar con la voluntad…”, “Sabemos que de la voluntad no se vive”)[44].
Uno de los grandes inconvenientes que tiene el deporte en sí, y particularmente el deporte comunitario, o el deporte social, es la financiación, los recursos materiales. El DFM es parte de una barriada que en su mayoría no puede solventar una cuota social de manera permanente. Es así que la búsqueda de aportes materiales es una tarea que insume importante energía: organización de rifas, solicitud de donaciones, búsqueda de espónsores, presentación en convocatorias de proyectos y subsidios, etc.
De personalismos y patriarcado
Desde el grupo de trabajo, reconocen que el proceso se sostiene en un fuerte y marcado personalismo, que recae fundamentalmente en la figura de David. Esto, por un lado, permite la continuidad de dinámicas, contactos, logros para el colectivo. Pero también, por otro lado, coloca el proceso en situación de vulnerabilidad ante el riesgo de desgaste, o la necesidad de renovación, lo cual ocurre a menudo en los ámbitos comunitarios. David lo reconoce y agrega que “sin querer se reproduce una cuestión machista”, la circulación de la palabra en estos espacios es predominantemente masculina, si bien poco a poco van emergiendo y ganando espacios las voces de las mujeres, visibilizando y desnaturalizando esta tendencia[45]. Al decir de Rita Segato (2018), el ADN estatal es masculino, siendo la burocracia uno de sus características principales. Esto parece atravesar algunas organizaciones, y el DFM transita intentando revertir este mandato.
La resistencia también se evidencia en las expresiones de prejuicio y rechazo, por ejemplo, al inicio de las actividades deportivas comunitarias, cuando Georgina recorría cada casa convocando, y rondaba el fantasma de la peligrosidad de una trans en contacto con sus hijxs. El proyecto intenta imponerse a la fuerte cultura patriarcal imperante, también, en la conformación de equipos mixtos, sin distinción de géneros, incluyendo y legitimando a las mujeres entre sus dirigentes, incluso la presencia de figuras femeninas disidentes integrantes de la comunidad LGBTQ + en el proyecto en sus orígenes[46].
Otro aspecto que aparece como una dificultad es la institucionalidad precaria, a lo que en parte se intenta enfrentar con la capacitación en gestión deportiva mencionada anteriormente.
Acompañamiento en pandemia
Durante los primeros tiempos de encierro crítico por la pandemia de COVID-19, el DFM buscó incansablemente sostener lazos: mantener contacto con chicxs y sus familias, indagar sobre sus necesidades y sentires en esos momentos, acompañar y concientizar acerca de los cuidados, hacer presencia en el espacio físico limpiando basura acumulada, como trasmitiendo un mensaje de “Aquí estamos, aunque no nos veamos”[47]. Parte de este trabajo se plasma en un video elaborado colectivamente a inicios del confinamiento, al cual se hizo referencia anteriormente.
Acerca de los sentidos y las dinámicas
El proyecto concibe el deporte y la recreación como prácticas educativas y culturales que permiten empoderar a cientos de familias de trabajadorxs, en especial a las infancias y adolescencias[48].
La implementación de este se lleva adelante articulando con otras instituciones una metodología basada en una pedagogía liberadora, propiciando los valores del respeto por la diversidad. El DFM atraviesa todo un proceso, desde nacer de la calle, acceder a la institucionalización y luego a un predio acondicionado para llevar adelante propuestas que beneficien, recreen, favorezcan el juego, la amistad, la integración y la igualdad[49].
En este espacio lxs participantes, lxs jugadorxs toman decisiones, negocian reglas, las hacen valer y asumen el compromiso de respetarlas, ven las consecuencias de sus propias decisiones, debaten, desarrollan confianza en su capacidad de pensar, corrigen y defienden sus propios esquemas de pensamiento, interactuando, participando y respetando las ideas de lxs demás. De esta manera, se favorece la construcción de herramientas que les permitan abordar los conflictos que se dan al interior de los grupos e intentar encontrar soluciones alternativas[50].
Capitalizando logros
El registro de logros en la materialidad, en el espacio simbólico y geográfico, es notable, y el grupo los capitaliza con la alegría del esfuerzo compartido. Habitar el nuevo predio impactó en el empoderamiento de lxs chicxs, siendo partícipes al plantar un árbol o pintar la cancha. Esto lxs trasforma, de alguna manera, en dueñxs, y, más aún, en protagonistas. Asimismo, se ha podido concretar el cerco perimetral, y el proyecto de los vestuarios. Se logró la tan anhelada instalación de reflectores que permiten la práctica deportiva nocturna. Los logros materiales no están exentos de los avatares del contexto sociocultural imperante que trasciende a esta barriada: rotura de reflectores, necesidad de preservar el tendido eléctrico enterrándolo, colocación de rejillas para proteger luces.
A mediados de 2022, “además de fútbol mixto para niños y niñas de entre 5 y 15 años, y fútbol femenino adulto, se puede practicar rugby, tejo, beach voley, siempre de manera universal y gratuita”[51]. La actividad más recientemente incorporada es el canotaje, y se planea abrir una escuelita. Se inició en 2021 con tres chicos, y actualmente concurren 22. Se elaboró un proyecto, presentado ante el Municipio, gestionando un espacio cercano al DFM. Varios de los palistas están próximos a formar parte de la Federación de Canotaje, para representar a la ciudad en competencias provinciales. Se ha conformado la subcomisión de canotaje, la cual está organizando diferentes eventos[52].
Si bien más sutiles, pueden reconocerse otros logros importantes en el colectivo de infancias y adolescencias participantes. Desde la preocupación inicial por chicxs en la calle, solxs, en ocasiones expuestos al consumo de alcohol y otras sustancias, mostrando en sus prácticas deportivas actitudes de intolerancia y hostilidad, un largo camino se ha transitado. Las charlas, el diálogo, la circulación de la palabra, desde una mirada respetuosa y valorativa, habilitan expresar sentires, pero también la posibilidad de posicionarse de otra manera y modificar actitudes[53].
El apoyo recibido por tanta gente que sostuvo se ve plasmado hoy en la cantidad de chicxs que participan, peleando por su club, llevando con orgullo la camiseta con los colores, sus colores. Muchos son los nombres de quienes han dejado su impronta en el DFM: Julieta, Vilma, Miguel, Lali, Lauti[54], Eliana, Jessica, Yanet, Seba, Georgina, Ariel…
El acompañamiento de las familias actualmente es más notable, en un comienzo quienes hoy son adolescentes llegaban solxs, estaban en la calle solxs. En los inicios, cada fin de semana el grupo de trabajo, luego Comisión Directiva, organizaba actividades convocantes, con el objetivo de ofrecer una alternativa a otras opciones vulneradoras de esas infancias. Muchxs de esxs niñxs, hoy adolescentes, permanecen y fortalecen su compromiso con el club. Hoy se ve de manera creciente y espontánea la presencia de adultxs y grupos familiares que acompañan a lxs chicxs, y que trabajan por el crecimiento del DFM.
La garantía de derechos, un trabajo incesante
Persiste, siempre, el sentimiento de ser portadorxs de estigmas, y de la necesidad de luchar desde esta propuesta para revertirlos. “Somos el ejemplo de los humildes. Despreciados por la humildad, la pobreza, el olor a humo”. Esto se constituye en un eje fundamental de la lucha y el compromiso del DFM. “Muchas cosas han pasado y siguen pasando, por lo tanto, eso quiere decir que estamos con vida todavía”, cierra David, con una sonrisa[55].
- Nombre originario de la ciudad conocida como Gral. Roca.↵
- Parafraseando su nombre: Julio Argentino Roca.↵
- En bit.ly/3FRH9CC. Consulta: 5/03/21.↵
- El hábitat se define como el espacio en condiciones apropiadas para que viva un sujeto en comunidad con otros, ambiente adecuado a las necesidades personales de quienes lo habitan, espacio construido en el que vive el hombre (RAE).↵
- Entrevista virtual a DM, mayo de 2021. ↵
- Entrevista virtual a DM, mayo de 2021. ↵
- Georgina (GC) es una de las primeras vecinas del barrio, desde 2008, luchadora por los derechos de esta comunidad. Es, además, dirigente trans, fundadora de ATTS, Asociación de Trans y Trabajadorxs Sexuales por la Disidencia Sexual, en Gral. Roca, y activa militante por los derechos de las diversidades vulneradas. ↵
- Entrevista personal a GC, octubre de 2021. Ella autorreferencia su propia infancia, atravesada por el abandono.↵
- Histórico club de rugby de la ciudad, de gestión privada. ↵
- Entrevista virtual a DM, mayo de 2021. ↵
- “Las políticas de Estado en el deporte […] son cortoplacistas”. Entrevista virtual a DM, mayo de 2021. ↵
- Entrevista presencial a GC, octubre de 2021.↵
- “Querían sacar la canchita, llevarla allá a la barda, con los alpatacos”, expresa GC.↵
- Algunas expresiones: “¿Cómo nos vas a hacer un espacio verde para que vengamos? Si esta ya es una canchita…”, “¿Cómo vamos a ir a jugar a ese lugar que nos quieren dar? No hay luz”, “¿Quién nos va a cuidar? Aquí nos ven los vecinos y nos cuidan”. Entrevista virtual a la Comisión Directiva (CD), agosto de 2020.↵
- Entrevista presencial a GC, octubre de 2021.↵
- Entrevista virtual a la CD, agosto de 2020.↵
- Entrevista presencial a GC, octubre de 2021.↵
- Declaración de interés educativo, social y cultural de la Legislatura de Río Negro (LRN).↵
- Organización global sin fines de lucro que promueve y financia atención médica y testeos rápidos de VIH y sida, y que apoya a ATTS. Fundada en 1987 en EEUU, cuenta con financiamiento privado. ↵
- Existen antecedentes de negativa desde el área de Deportes Municipal ante la solicitud de personal técnico para acompañar los entrenamientos deportivos. Entrevista a DM.↵
- Declaración que expresa “con el objeto de promover la recreación, cultura, deporte en la población en general, en especial infanto-juvenil en situación de vulnerabilidad social, de los barrios Fiske Menuco, 500 viviendas, 250 viviendas, la Lomita, 200 viviendas, Malvinas, Quinta 25, Asentamiento Argentino, 82 viviendas, Tiro Federal, de la ciudad de General Roca”.↵
- Declaración de la LRN.↵
- “Todos los terrenos que entregué fueron a mujeres, y todos los papeles salían a nombre de las mujeres solas y con chicos”. Entrevista presencial a GC, octubre de 2021.↵
- Jessi recuerda que esto fue en la canchita, y que ella escribía las propuestas en un pizarrón. Entrevista virtual a CD, agosto de 2020.↵
- El barrio está ubicado frente a otro barrio de viviendas de plan de IPVU llamado “250 Viviendas”.↵
- Entrevista a CD, agosto de 2020.↵
- Carteles con los nombres de las calles, volantes con un mapita del barrio, carteles en los colectivos, difusión en los medios. Entrevista a GC, octubre de 2021.↵
- Entrevista virtual a CD, agosto de 2020.↵
- Entrevista virtual a DM, diciembre de 2020.↵
- Entrevista a Jessica, secretaria, junio de 2022.↵
- Entrevista virtual a DM, mayo de 2021. ↵
- “Los chicos vienen a entrenar y traen a sus hermanitos, son bienvenidos […] es una responsabilidad enorme”. “No cualquiera puede venir a trabajar con los chicos, no podemos exponerlos a alguien que no conocemos”. Entrevista virtual a DM.↵
- Nota en Canal 10 de Río Negro, mayo de 2021. Entrevista a Lali Salvo, maestra jardinera, integrante del DFM.↵
- Nota en Canal 10 de Río Negro, mayo de 2021. Entrevista a niñxs que concurren al DFM.↵
- Entrevista virtual con CD, agosto de 2020.↵
- En las cercanías del DFM, existen dos escuelas primarias públicas, la n.º 317 y la n.º 290. ↵
- Entrevista virtual con DM, junio de 2021.↵
- Declaración de la LRN.↵
- Entrevista presencial a GC, octubre de 2021.↵
- Nota en Canal 10, de Río Negro, mayo de 2021. Entrevista a DM.↵
- Expresión de lxs niñxs en la ronda de presentación, observación de junio de 2021.↵
- Declaración de la LRN.↵
- Parte de la CD realizó durante 2020 y 2021 una capacitación en relación con la administración y la gestión deportivas, a fin de identificar y abordar dificultades internas asociadas a la desarticulación, desorganización, débil administración, entre otras.↵
- Entrevista virtual con DM, julio de 2020.↵
- Entrevista virtual a DM, julio de 2020.↵
- Declaración de la LRN. ↵
- Entrevista virtual a DM, julio de 2020.↵
- Declaración de la LRN.↵
- Declaración de la LRN.↵
- Declaración de la LRN.↵
- Entrevista virtual a DM, junio de 2022.↵
- Declaración de la LRN.↵
- “Con el DFM llegamos a menos del 30 % de lxs chicxs del barrio. Hay cosas que no hemos podido cambiar… Falta mucho por recorrer”, dice David. Entrevista en agosto de 2020.↵
- Lautaro Borges, jugador de 18 años del Deportivo Roca, que viajó a Buenos Aires en 2020 para intentar sus caminos en el fútbol de primera. ↵
- Entrevista a DM, junio de 2021.↵