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Prólogo

Ana Natalucci

El libro La conflictividad social en la historia reciente: estudios sociohistóricos entre lo local y lo regional, compilado por Agustín Nieto y Guillermina Laitano, parte de una premisa central para entender los procesos de movilización contemporáneos. Se trata de aquella que sostiene que la conflictividad es constitutiva de los procesos sociales, que los atraviesa y, en consecuencia, que no es una excepcionalidad sino un pilar para analizar las formas de hacer política en un tiempo y espacio delimitado y sus repercusiones sobre la reproducción -o cambio- del orden social.

Desde esta perspectiva, el libro realiza varios aportes al campo de estudios sobre el conflicto y la acción colectiva que me interesa destacar. Uno de ellos es la construcción de una matriz cuantitativa como propuesta metodológica, sólida y consistente, con capacidad de replicarse, es decir que pueda realizar un aporte a otros/as investigadores/as al estudio de la protesta. Durante mucho tiempo en el campo de la acción colectiva ha predominado una falacia sobre la división entre la identidad y el interés, y sobre esta, la división entre métodos cualitativos y cuantitativos respectivamente. Los métodos cuantitativos eran acusados de reducir la complejidad de la protesta social y de los procesos más amplios de conflictividad. Como muestra este libro, contrariamente a esa idea, los métodos cuantitativos tienen mucho para aportar en su ambición comparativa, en el señalamiento de tendencias y de procesos de mayor aliento. Los datos que obtenemos a partir de ellos nos permiten identificar las diferentes temporalidades que atraviesan los procesos de conflictividad social, nos permiten pensar en la “estacionalidad” de ciertas dinámicas y en el aceleramiento de la previa a un ciclo. En definitiva, “contar protestas” no constituye un conjunto de números, sino datos fundamentales para la construcción de mapas dinámicos de la conflictividad social. Como mencionan los autores en la Introducción, estos mapas nos dan información acerca de “la sociogénesis de organizaciones, la feminización de la protesta, la complejidad de hilos que traman el devenir nacional desde historias situadas regionalmente, los vínculos entre la política callejera y la política institucionalizada y las correlaciones de fuerzas en múltiples escalas, entre otros”. Y en este sentido, dan pistas acerca de cómo se transforman las formas de hacer política, los modos de escenificación en el espacio público y las disputas de poder.

Asimismo, en relación con esta cuestión del reduccionismo político, los autores mencionan otra crítica que suele hacerse a este tipo de estudio, la relativa al uso de los medios de comunicación como fuente. En coincidencia con los autores es cierto que la subestimación de conflictos no se limita al tipo de fuente, en este caso a la prensa gráfica, sino que el sesgo de la información con la que construimos datos atraviesa a muchas otras técnicas de investigación. Este problema metodológico está presente en nuestras investigaciones y ahí antes que descartar una fuente a priori o cuestionar una metodología lo que corresponde es buscar alternativas para reducir esos sesgos. Desde esta perspectiva, los y las investigadoras que nos dedicamos al estudio de la conflictividad social sabemos que no alcanza con fuentes estadísticas, que son sumamente necesarias, pero no siempre suficientes. Pero también sabemos que son necesarias para elaborar esos mapas de largas tendencias que nos permiten captar los procesos de continuidad y, sobre todo, de ruptura con las prácticas sedimentadas que se reproducen también en las formas de hacer política.

Una de las claves para reducir ese sesgo es no solo concentrarse en diarios de tirada nacional, aunque anclados en la Ciudad de Buenos Aires. Como se lee en este libro la construcción de bases con diarios provinciales y locales da mucha información acerca de dinámicas locales y de sus conexiones con procesos nacionales.

Los y las autoras de este libro, Pablo Becher, Julia Campos, Luis Campos, Mariana Campos, María Celia Cotarelo, Marina Falvo, Francisco Favieri, Leandro González, Jimena Frankel, Guillermina Laitano, Iván Montes de Oca, Adán Morales Illanes, Juan Ladeuix, Agustín Nieto, Luciana Nogueira, Verónica Orellano, Mariano Padín, Gonzalo Pérez Álvarez, Loreto Quiroz, Nicolás Rabino, Susana Roitman, Agustín Santella, Demián Suárez y Fabiana Visintini, indagan sobre procesos locales, incluso algunos en perspectiva comparada, pero sin perder de vista el entramado relacional que suponen los procesos de conflictividad.

Sin dudas, leer este libro es leer también la dinámica socio-política de la Argentina en los últimos 30 años. Leer este libro es aprender sobre los cambios en el nivel estructural pero también en las formas en que los/as trabajadoras, sectores populares y dominantes fueron cambiando sus intervenciones, disputas y luchas colectivas. En tales sentidos, el libro realiza un gran aporte no sólo a otros/as investigadoras sino fundamentalmente a los protagonistas de estas historias.



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