Mario Rapoport
Años atrás se pensaba que la historia de las relaciones internacionales era una mera historia diplomática. En los papeles de las cancillerías los historiadores podían seguir su curso con testimonios fiables. Se creía también que era una historia intergubernamental entre naciones que imponían sus intereses o claudicaban dejándose avasallar según sus grados de fuerza o debilidad. Los conflictos y alianzas entre países, las guerras y las declaraciones de amistad o uniones de unos con otros eran tratados por los historiadores de la misma manera tradicional. Las políticas exteriores se expresaban en las acciones de los gobiernos y estas acciones se transcribían en discursos y documentos. Pero el curso de la historia mostró otra cosa.
Las relaciones externas van más allá de la acción de los gobiernos fuera de sus territorios. La creación de organismos internacionales, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, la creciente presencia de entidades empresariales, militares, sindicales o de espionaje, de grandes corporaciones económicas o financieras, de entidades de derechos humanos, de movimientos sociales o políticos de carácter internacional, la actividad de diferentes y vastos sectores sociales disconformes o contestatarios en muchos países inciden sobre los gobiernos y hasta pueden jugar de manera independiente a ellos. Esto ha sido reconocido en numerosos libros y trabajos.
El proceso de globalización económica y financiera, las crisis y desigualdades que genera y el peso creciente de los países más poderosos y de las grandes corporaciones es un elemento central a tener en cuenta. Así como la competencia entre esos mismos países que llevan a guerras frías o calientes y ponen en peligro la estabilidad mundial. Desde la tecnología, la ecología y el medio ambiente hasta la destrucción de parte de la humanidad con pandemias como actualmente el coronavirus, producto en última instancia de ese descuido de la naturaleza en el que vivimos.
A su vez, el juego de la política interna tiene también un papel significativo sobre la política exterior. La ideología y el accionar de los partidos políticos, los golpes de estado y la influencia de grupos de interés, civiles o militares y de organizaciones religiosas suelen ser decisivas para comprender las conductas internacionales.
Las presiones o invasiones de las grandes potencias o aun movimientos externos desestabilizadores, económicos y políticos se realizan con el estímulo de fuerzas internas. A lo que se agrega el rol de la informática y las comunicaciones en redes y complejos periodísticos donde pululan el espionaje, las difamaciones y las falsas informaciones que confunden o engañan a las poblaciones en todo el mundo.
Por otro lado, la corrupción económica o política por parte de los países más poderosos o de las corporaciones sobre líderes o funcionarios de la periferia influye decisivamente en las conductas externas de esos países. Las soberanías nacionales no se destruyen sin la ayuda de los cómplices internos.
Pero la resistencia a este tipo de situaciones tiene también como protagonistas a los pueblos afectados y a la aparición de otros líderes nacionales que algunas veces pueden revertir el curso de los acontecimientos y cambiar radicalmente las políticas locales y exteriores. Comprenden como un elemento esencial la unión con países vecinos y semejantes, donde se produjeron simultáneamente cambios parecidos (al igual que en otras épocas, como la de la independencia) a través de procesos de integración regional sobre todo en el Cono Sur de América Latina. Transformaciones marcadas, sin ninguna duda, por una inestabilidad sistémica provocada por el subdesarrollo y alentada por los mismos intereses tradicionales que una y otra vez actúan para frenar o invertir esas políticas, reintroduciendo gobiernos de derecha.
La política internacional forma un entramado muy complejo. Incluye aspectos estratégicos, políticos, económicos, diplomáticos, legales y sociales y da lugar a un enfoque interdisciplinario enmarcado en coyunturas históricas donde para su comprensión se requiere, en el estudio de los diferentes casos, múltiples puntos de vista y la participación de especialistas de diversos campos. Ese entramado no se reconoce sólo en los documentos diplomáticos locales y extranjeros ni en la acciones de los gobiernos nacionales, sino que obliga a emplear métodos más abarcadores como la historia oral entre otros. Historiadores, internacionalistas, economistas, politólogos e investigadores del Conicet y de las universidades, imbuidos con ese espíritu, confluyen en estas páginas.
Los trabajos de este libro reflejan, como tema central, dentro de la gran problemática que plantea el escenario internacional, tanto en sucesos, instancias o países diferentes, el peso de la política interna sobre la exterior.
Hace años me introduje en este tema al analizar la influencia decisiva de los fenómenos locales sobre la política internacional argentina durante la Segunda Guerra Mundial y la posguerra. El país, aunque estaba alejado de los escenarios bélicos, parecía, por las ásperas luchas políticas internas, estar en medio de ellos. Las presiones que venían de afuera eran muy fuertes, pero no pudieron sin embargo torcer el curso de los acontecimientos como en otros momentos, y el país tomó un rumbo impredecible e inédito que alteró el curso futuro de su historia.
Los autores de este libro parten de ejemplos diferentes donde se reconocen intenciones parecidas. Representan una escuela de pensamiento con la continua incorporación de nuevos investigadores y docentes, doctores y magisters que influyó decisivamente en el estudio de la politica internacional argentina. Producto de ello fue la creación de la Asociación Argentina y Latinoamericana de Historia de las Relaciones Internacionales. La Asociación creada en Córdoba en 1993 abarcó en numerosos congresos y jornadas a grupos de investigadores de todo el país. También, la vinculación con entidades similares en el continente americano y países europeos, con las cuales se realizaron trabajos conjuntos y diversos intercambios de docentes y de investigadores en especial con Brasil, México, Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Inglaterra, China y con La Comission of History of Internacional Relations con sede en Milán y en París, dando lugar a una profusa cantidad de investigaciones conjuntas y producción bibliografíca que ayudó a cambiar la forma de pensar y la utilización en esta disciplina de nuevos instrumentos de análisis. Una revista académica, Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, el Instituto de Estudios de Historia Económica y Social en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y luego el IDEHESI (UBA-Conicet) acogieron esas actividades. Este magnífico libro es una demostración de ello.