Otras publicaciones:

9789877230086-frontcover

Book cover

Otras publicaciones:

12-4430t

DT_Descola_Tola_lomo_3.5mm

15 Metodologías de la investigación aplicadas a las relaciones internacionales

Mariana Colotta[1]

1. Introducción

Hablar de metodologías de investigación en las relaciones internacionales es un desafío que implica responder a una serie de preguntas encadenadas que se presentan como prioritarias. En primer lugar, nos lleva a indagar sobre el propósito del método científico. Con su vasta experiencia de sociólogo y profesor de metodología, Chitarroni (2015) no improvisa cuando sostiene que el método de la ciencia consiste en formular suposiciones acerca de ciertas partes de la realidad (y estas suposiciones pueden pretender tan solo describir, como también explicar o aun predecir) y luego constatar en qué medida resultan útiles para sus propósitos, mediante algún tipo de cotejo con las entidades externas a las que se refieren. La palabra “método” deriva de dos voces griegas: metá (‘hacia’, ‘a través de’) y odós (‘camino’), por lo que su definición etimológica puede ser: ‘camino a través del cual se alcanza un fin’. En términos formales, el método de investigación es un procedimiento adecuado para obtener conocimientos ciertos sobre un determinado tema.

Nuestro segundo paso consistirá en obtener una respuesta con un tinte más pragmático ¿De qué hablamos cuando enunciamos la metodología de un proyecto de investigación, una tesis, una tesina o un trabajo de integración final (TIF) en las ciencias sociales en general y en las relaciones internacionales en particular? La palabra “metodología” se compone de dos vocablos: “método” (‘camino a seguir’) y logos (‘estudio’, ‘tratado racional’), por lo que podemos definirla como “el estudio de los métodos o caminos a seguir en una investigación”. Nos referimos a la manera en que se va a generar la información requerida por la investigación y el cómo o por medio de qué procesos se va a ordenar, evaluar, analizar la evidencia producida.

Es decir, dar cuenta en nuestra sección metodológica del modo en que, dado el problema y los interrogantes planteados, se buscará garantizar la fiabilidad y coherencia del análisis que va a desarrollarla generará la evidencia requerida para hacerlo y maximizar la idoneidad de sus fuentes (Guiñazú: 2020, p. 86).

¿Por qué es tan importante hablar de metodología y de qué tantos alumnos y alumnas de grado y posgrado tengan que tenerla como asignatura obligatoria en sus currículos? Porque no podemos hablar de ciencia y método científico sin una base metodológica. Citando al epistemólogo referente del método hipotético deductivo Karl Popper (1971), podemos diferenciar el conocimiento científico de la elucubración filosófica. Su “criterio de demarcación”, la falsabilidad, nos otorga el primer fundamento de la ciencia: es científica una afirmación que, al poder ponerse a prueba, pueda resultar falsa. Queda con ello inaugurada otra condición indispensable: la contrastabilidad para las ciencias fácticas. Es a partir de Popper a partir de quien la comunidad científica no pone en duda que aquello que no pueda ponerse a prueba (directa o indirectamente) no puede incluirse dentro del conocimiento científico (Chitarroni: 2015, p. 21).

Ahora bien, si de lo que se trata es de la aplicación de metodologías, debemos pasar a un nivel más concreto, como lo es el de la estrategia metodológica. ¿Qué implica el planteamiento de una estrategia metodológica? Las estrategias metodológicas deben especificar con la mayor precisión posible qué datos es necesario recolectar, cuáles son las fuentes de datos, cómo es posible recabarlos, cómo se los piensa obtener y de qué manera se los va a analizar. Y con esto último estamos haciendo alusión a dos componentes fundamentales: la estrategia de recolección y la estrategia de análisis. En cuanto a la primera, involucra las tareas relacionadas con la recolección de los datos que constituyen el corpus o base de datos, sean cuantitativos, cualitativos o ambos. Respecto a las estrategias de análisis más relevantes, podemos hacer referencia al análisis de contenido, distintas variantes del análisis de discurso y la teoría fundamentada en datos (Forni: 2020, p. 239).

Pasemos ahora al otro gran pilar que nos compete para poder desarrollar este capítulo, las estrategias metodológicas para las relaciones internacionales, con el gran desafío que ello implica y el recorrido de un camino con una mayor sinuosidad en comparación con las otras ciencias sociales. Travesía en busca de herramientas, maneras de construir conocimientos y fuentes de datos como camino a la contrastabilidad empírica, que requiere, por su naturaleza disciplinar, resolver antes ciertas cuestiones relacionadas a su objeto de estudio y a su génesis como disciplina.

Entre los científicos, la percepción de la realidad está influenciada por un conjunto de factores que trascienden las limitaciones del aparato cognitivo y aun las preferencias personales: ellas son, entre otras, las tradiciones profesionales, los desarrollos teóricos y las técnicas disponibles. En efecto, las tradiciones profesionales de cada disciplina otorgan relevancia a ciertos problemas y no a otros o las herramientas conceptuales y las técnicas disponibles propician que se aborden ciertas cuestiones y no otras, nos alerta Bourdieu (1995).

Esto establece límites al tipo de cuestiones de que se ocupa cada disciplina. Vale decir, al fragmento de la realidad sobre el que fija su atención. Y en el caso de las relaciones internacionales, tampoco estos límites son fijos, porque el ámbito de los problemas a tratar se amplía al tiempo que se extiende el conocimiento: cada vez que, planteada una pregunta, la ciencia logra elaborar una respuesta tentativa. De esta manera, nos introducimos en el tema de las tradiciones metodológicas para cada disciplina en particular y de las ciencias sociales en general, en las que se pueden distinguir dos corrientes dominantes, que suponen otras tantas orientaciones metodológicas: los enfoques naturalista e interpretativo. Desde la perspectiva metodológica naturalista, las ciencias que estudian los comportamientos humanos, en cuanto fácticas, no se diferencian de la física, la biología o la astronomía. Deben procurar reconstruir –en la medida de lo posible– las regularidades que subyacen a dichas conductas, así como los factores que las determinan, para describirlas, explicarlas y predecirlas. Desde la perspectiva interpretativa (o “comprensiva”, como también ha sido llamada), la peculiar naturaleza volitiva de las conductas humanas reclama no una explicación externa (relacionada con los factores que se asocian a ella), sino más bien teleológica, orientada a las motivaciones que estas conductas tienen para quienes las desempeñan, a la significación que los actores le adjudican. Esta orientación metodológica encuentra afinidad –como también se verá– con las técnicas cualitativas.

Varias de las disciplinas que conforman las ciencias sociales han atravesado este debate que les permite estructurar su andamiaje metodológico disciplinar. Sin embargo, en el caso de las relaciones internacionales, la discusión teórica se ha impuesto sobre la metodológica en la evolución histórica de la disciplina. Las escuelas de pensamiento con sus autores icónicos como Tucídides y Maquiavelo desde el realismo y los racionalistas liberales representados por Locke y Marx como referentes del materialismo histórico han nutrido el debate disciplinar.

La profunda discusión teórica en relaciones internacionales sobre los paradigmas de abordaje, impidió que la disciplina se ocupara con esa misma vehemencia de los aspectos metodológicos centrales que debían guiar las investigaciones. La principal consecuencia de esto, está cifrada en que se han cometido errores metodológicos ciertamente retardatarios para la conformación de una masa crítica de investigaciones susceptibles de apuntalar un buen avance cualitativo de los conocimientos y explicaciones científicas de la realidad global (Calduch Cervera: 2003, p. 5).

Por último, el diseño de una investigación social, dentro de la cual incluimos a las disciplinas que pretenden abarcar la comprensión de un mundo dinámico y en constante cambio, como el caso de las relaciones internacionales, nos obliga a una revisión constante no solo de las cuestiones teóricas, epistemológicas, sino también de la combinación de enfoques y abordajes.

Los variados impulsos y tratamientos de la metodología de la investigación, muestran el fuerte potencial crítico que devela en el hacer de los procesos de indagación social, dejando evidencia de la intensidad y complejidad que requieren de la reflexión de las propias prácticas de las vinculaciones entre la teoría, la metodología, la epistemología, los diálogos inter y transdisciplinares y la creatividad necesaria para revisar las tramas que tejen dichos elementos para intentar observar, conocer y comprender la realidad (De Sena: 2014, p. 142).

Dentro del grado de complejidad del objeto de estudio de las relaciones internacionales, es imposible desligarla de la situación de los desafíos latinoamericanos en las ciencias sociales y de la corriente de pensamiento ligada a una perspectiva geopolítica periférica.

Las ciencias sociales latinoamericanas se están constituyendo a través de fluidos contenidos. Complejidad, indeterminación, reflexividad y relacionalidad como ejes epistémicos de la ciencia del siglo xx, mirados y transversalizados por la sospecha de una realidad geopolíticamente centrada, configuran las condiciones de posibilidad de una escucha autónoma de los síntomas, mensajes y ausencias que la estructuración social emite […]. Las ciencias sociales de la región hoy, como siempre, se elaboran en medio de unas condiciones materiales de existencia particular, que necesitan ser trabadas y destrabadas de los textos con pretensiones de validez (De Sena: 2014, p. 67).

El objetivo de este capítulo no es otro que el de reflexionar acerca de las herramientas, los medios y las estrategias metodológicas que posibilitan el acceso al objeto de estudio de las relaciones internacionales; tarea nada fácil para una disciplina con especificidades como las punteadas anteriormente, lo que, sin duda, ha redundado en una serie de motivos que han llevado a un nicho de vacancia en el desarrollo de metodologías de investigación específicas válidas y fiables para esta disciplina.

2. Naturaleza, antecedentes y origen histórico. Lo internacional como objeto de estudio, de definiciones, de teorías y de limitaciones metodológicas

El puntapié inicial para hablar de la metodología aplicada a las relaciones internacionales es demarcar su objeto de estudio, el cual reviste una doble complejidad: en primer lugar, por encuadrarse dentro de “lo social” como contrapuesto a “lo natural” y, en segundo lugar, por la singularidad de “lo internacional” –dentro del resto de las ciencias sociales– marcada por su propia génesis.

Las relaciones internacionales en tanto disciplina analizan las relaciones entre sociedades que residen en un territorio específico y que tienen su propia forma de gobierno, circunscritas a un contexto determinado, que está condicionado por el sistema histórico mundial. En la época moderna, las relaciones internacionales se dedican específicamente al análisis de las relaciones entre estados y otros actores en un sistema internacional, que se estructura y está condicionado por el sistema mundial (Bizzozero Revelez: 2011, p. 19).

Si hacemos alusión a los principios de la disciplina, esta se remonta a cátedras universitarias luego de la Primera Guerra Mundial.

Las primeras cátedras e investigaciones de relaciones internacionales en Estados Unidos estuvieron vinculadas al estudio de las causas de la guerra y del desarrollo de los conflictos a nivel internacional, debido al movimiento pacifista y a las consecuencias que aparejó la Primera Guerra Mundial. A esta primera etapa, la seguiría otra en los años cuarenta del siglo xx, como consecuencia de la segunda guerra mundial, con un fuerte cuestionamiento a esa corriente de estudios, enmarcada en la tradición liberal y que se la conoce como “corriente idealista”. En la etapa que se inició en los cuarenta del siglo pasado predominaron los estudios vinculados a la “corriente realista” (Bizzozero Revelez: 2011, p. 17).

La evolución de las relaciones internacionales como disciplina estuvo atravesada por los conflictos internacionales del siglo xx.

La Primera Guerra Mundial centró la preocupación del movimiento pacifista, de organizaciones sociales y de académicos acerca de cómo terminar con la misma y sobre todo cómo posibilitar las condiciones para un mundo pacífico […] el acaecimiento de la Segunda Guerra Mundial, la falta de respuesta adecuada por parte de esa corriente de pensamiento, que se conoce como “ idealista” y la publicación de dos libros de relevancia por parte de Edward Carr y Hans Morgenthau, proveyeron las bases para que la disciplina tuviera un nuevo empuje […] las teorías que surgen posteriormente en las décadas post- Segunda Guerra Mundial, que se diferencian del “ idealismo” y del “ realismo” buscan escapar a esas interpretaciones limitativas sobre las causas de la guerra y la paz. Para ello algunos análisis se centran en las contradicciones que apareja la evolución de las fuerzas productivas (marxismo), otros en relación entre las propiedades de la sociedad y su repercusión en el sistema político mundial, estados y organizaciones internacionales (Bizzozero Revelez: 2011, p. 24).

Conflictos internacionales, que impregnaron cinco generaciones de teorías de las relaciones internacionales en la última centuria.

La primera se inició a comienzos del siglo xx con las teorías marxistas del imperialismo, las teorías utopistas liberales y las críticas de los años treinta provenientes de los enfoques realistas que dieron forma a lo que se conoce como primer debate. La segunda generación se inició una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial y se caracterizó por el auge de la teoría realista clásica, extendiéndose hasta mediados de los años sesenta cuando se produjo el segundo debate del campo de estudios entre tradicionalistas y conductistas. La tercera generación se extiende desde principios de los años setenta hasta finales de los ochentas y se caracterizó por el debate inter-paradigmático. La cuarta generación se constituyó a partir de las aproximaciones entre teóricos realistas y liberales como así también por el desarrollo adquirido por los enfoques reflexivos, dando forma a lo que se denominó como cuarto debate. La quinta generación comenzó a consolidarse en este siglo xxi y se caracteriza por la aplicación de algunos supuestos de las teorías de las ciencias de la complejidad al campo de la teoría de las relaciones internacionales […] (González Olmedo, 2018, p. 5).

Si de definiciones disciplinares se trata, Bizzozero Revelez (2011, p. 27) escoge aquella que incluye los tres niveles considerados esenciales para su análisis y que interactúan entre sí: el nivel referido al sistema mundial, que da cuenta del desarrollo productivo y evolución material del hombre y de los procesos sociales; el internacional, que muestra el grado de evolución política, en las ideas y de cooperación/conflicto en temas de la agenda entre las sociedades; y el del Estado como referente de expresión política de las sociedades. Sin embargo, no se acota a estos al presentar a los actores: Estado, subentidades estatales, los organismos internacionales, las empresas transnacionales, las organizaciones no gubernamentales, las organizaciones de la sociedad civil, y los individuos como piezas que transitan entre esos tres niveles y tienen un peso diferenciado de acuerdo a su función y sus características.

A partir de este nivel analítico tripartito, surge una definición integral de las relaciones internacionales,

definidas como la disciplina que analiza el conjunto de factores y actores que con sus actividades y flujos transfronteras tienen capacidad de generar consecuencias en el sistema internacional y en los estados, por ser las unidades políticas en que está dividido actualmente el mundo en un determinado sistema mundial (Bizzozero Revelez: 2011, p. 27).

Esta definición impactará en la perspectiva metodológica, en la cual será de importancia la vinculación con el sistema mundial, con el sistema internacional y la estructura en cuanto manifestación de una determinada configuración de recursos de poder con el sistema, convirtiéndose en una de las particularidades inherentes al desarrollo metodológico de las relaciones internacionales.

Por otro lado, en el recorte del objeto de estudio de las relaciones internacionales, siempre habrán de especificarse de modo expreso el criterio de periodificación elegido, el marco conceptual en el que realizamos nuestra investigación (macro o microinternacionalidad) y el ámbito espacial que tomamos como referencia (estatal, regional, interregional, mundial) (Calduch Cervera: 2003).

Es en los años cincuenta cuando históricamente podemos situar el surgimiento del debate sobre el “método” en las relaciones internacionales (Bizzozero Revelez: 2011):

[Debate] relativo a si los medios y técnicas utilizados eran suficientemente precisos y sobre todo si los mismos eran fiables por su calidad como por la cantidad necesaria de datos requeridos. Se planteó por parte de una corriente de analistas una crítica a la interpretación y explicación que se hacía a partir de la historia, basada sobre todo en una metodología histórica-interpretativa. El debate se polarizó durante años entre quienes se reclamaron y autodenominaron “científicos” y los “tradicionalistas” (Bizzozero Revelez: 2011, p. 57).

Los “científicos” eran demandantes de datos requeridos de la realidad basados en los comportamientos de los individuos para llegar al Estado, y que dieron origen a varias teorías de alcance medio impregnadas en su formación en relaciones internacionales y en otras disciplinas. Tal es el caso de las teorías de la decisión y las opciones posibles[2], de los juegos[3], de la comunicación[4], y de la elección racional. Los “tradicionalistas” buscaban explicar la conducta de los Estados a partir de una aproximación teórica que tuviera en cuenta la filosofía, la historia y el derecho. Sin embargo, el debate se fue diluyendo y las dos corrientes se fueron absorbiendo, por lo que dieron paso a otras.

Visiones reflectivistas que se posicionaron como “por afuera” de la lógica de las visiones antecedentes, donde los racionalistas, neorrealistas, neoidealistas, hasta incluso algunas visiones marxistas, compartían –implícita o explícitamente– los postulados de la práctica científica y las potencialidades explicativas de la disciplina (Bizzorero: 2011, p. 63). Este nuevo debate tendrá también su impacto en el contrapunto metodológico en las relaciones internacionales. El antagonismo entre racionalistas y los citados reflectivistas es un desacuerdo no solo teórico e ideológico, sino que también se expande a las cuestiones epistemológicas y metodológicas; de hecho, la característica de los reflectivistas es el hecho de adoptar una estrategia pospositivista en las ciencias sociales, debido a la creencia “del carácter socialmente construido de los intereses y de las identidades de los agentes así como de las posibles estructuras a través de las cuales […] se constituyen” (Porcelli: 2013, p. 70).

3. Enfoques teóricos, definiciones, conceptualización

3.1. Tradiciones teóricas, modelos teóricos, escuelas de pensamiento, antecedentes y empiria

Tal como lo venimos detallando, el panorama teórico y metodológico de las relaciones internacionales puede ser perfectamente resumido en la tradición de sus debates.

Los paradigmas teóricos clásicos, como el estatocéntrico o el estructuralista, han encontrado sus críticas en paradigmas reflectivistas o constructivistas posibilitando una construcción social de nuestra disciplina. El desarrollo histórico de nuestra ciencia se ha caracterizado por una sucesión de debates que podemos resumir en general en cuatro (esto varía según los diferentes autores): el primero de los debates se dio entre los idealistas y realistas; el segundo de los debates se da entre los realistas tradicionalistas y transnacionalistas; el tercero de los debates se lo conoce como el debate inter-paradigmático entre el neorrealismo y neoliberalismo; por último, nos encontramos en estos momentos en el cuarto debate, que supone una confrontación entre reflectivistas y racionalistas, y como punto intermedio los constructivistas (Tisera y Zaros: 2017).

El “componente teórico” de un diseño es clave para su solidez y potencial aporte a la disciplina, dado que la falta de conocimiento de discusiones teóricas relacionadas con el objeto obstruye la posibilidad de una real investigación científica, donde la vinculación teoría y empiria es clave a lo largo del proceso (Forni: 2020, p. 239).

En relaciones internacionales existen dos grandes vertientes generales de teorías: por un lado, el realismo/neorrealismo, y el liberalismo (englobando en este concepto al idealismo y el institucionalismo), las cuales se desagregan en diversas corrientes internas, y las que a su vez fueron profundamente renovadas en los últimos años. En general, podemos dividir las diversas tradiciones en las relaciones internacionales, en grupos o estadios de debates que se disputaban las concepciones disciplinares a lo largo del siglo. Todos estos abordajes de los fenómenos de índole internacional están, por supuesto, influenciados por las concepciones imperantes en el marco general de las ciencias sociales, y son sumamente importantes, ya que no solo discuten el objeto de la disciplina, sino también la metodología y hasta la esencia misma de las relaciones internacionales (Bizzozero Revelez: 2011, p. 53).

Un tema crucial en todo proceso investigativo es la relación entre el modelo teórico asumido y la perspectiva metodológica. El modelo teórico puede definirse como una representación intelectual simplificada, sistemática y lógicamente coherente de una realidad, realizada de conformidad con los supuestos de una teoría. El modelo teórico es un

instrumento de la investigación y no, en sentido estricto, el resultado de la misma. Combina las ideas previas con la experiencia que tenemos del objeto, en este sentido, no es una pura idealización sin referente concreto, pero tampoco, una descripción fidedigna de lo real (Calduch Cervera: 2003, p. 57).
[…] El modelo teórico reproduce algunas de las relaciones causales que la teoría establece entre las variables o sucesos de la realidad, mientras que ignora deliberadamente otras. Para que un modelo sea verdaderamente representativo y, por tanto, útil a los efectos metodológicos, debe incluir aquellas variables que cumplen con las condiciones de necesidad y suficiencia para explicar las relaciones de causalidad, de conformidad con los supuestos teóricos utilizados […] (Calduch Cervera: 2003, p. 57).

Por su parte, Marcel Merle (1986) formula un concepto más restringido del mismo término:

El término modelo, de uso corriente en el lenguaje científico no debe tomarse aquí en un sentido moral (ejemplo a imitar). Designa un esquema sintético y abstracto que ordena los elementos de la realidad en una construcción rigurosa. La construcción de un modelo parte de una serie de observaciones concretas o experimentales sobre hechos o datos previamente cuantificados.

En el ámbito de las relaciones internacionales, se han desarrollado algunos modelos teóricos de cierta relevancia (Calduch Cervera: 2003, p. 60). Básicamente, los podemos clasificar en tres categorías: estáticos, dinámicos y globales. Los modelos estáticos se concentran en las variables que explican la continuidad de una determinada realidad internacional a pesar de los cambios que se producen en ella. Los modelos dinámicos priman la consideración de las variables que dan cuenta de los procesos de cambio en una determinada realidad internacional. Señalamos que, en el contexto de nuestra disciplina, existe un gran vacío de modelos dinámicos que traten de representar los procesos de cambio de una realidad internacional a otra. Finalmente, se encuentran los modelos globales, que intentan reproducir todas las variables y relaciones fundamentales para comprender el funcionamiento dinámico de una parte de la sociedad internacional. Por tanto, se trata de modelos elaborados siguiendo un análisis macrointernacional.

Un pilar insoslayable para Cosse y Devalle (2020, p.130) es el del anclaje del objeto de estudio en los antecedentes, estudios sobre el tema y las distintas corrientes y escuelas teóricas. En las relaciones internacionales, sus grandes vertientes teóricas atraviesan todo problema de investigación que se construirá a partir de sus categorías teóricas. Lo cual determinará que, a la hora de iniciar una investigación, el investigador deberá asumir un posicionamiento dentro de la gama de teorías de su disciplina.

En el caso de un tesista focalizado en analizar las intervenciones de la diplomacia argentina durante la legitimación de la última dictadura militar, este consideró tres líneas distintas de trabajo que lo antecedieron:

  1. El campo de las políticas exteriores de gobiernos autoritarios que incorporaron el estudio de la legitimación fuera del país de una dictadura, y que, para el caso argentino, había sido estudiado en función de las relaciones entre los Estados y los organismos internacionales
  2. Los estudios que habían mostrado la importancia de la política exterior para entender las estrategias defensivas de la dictadura frente a las denuncias de violaciones de los derechos humanos.
  3. Su análisis de la vacancia que dejaban estos estudios con relación al papel de los diplomáticos de carrera y la burocracia de las embajadas, lo que le permitía pensar la cuestión en función de las dinámicas burocráticas del Estado.

Si nos adentramos en el tema de los antecedentes, queda también explícito que su revisión supone un proceso continuo y selectivo y a la vez valorativo, en el cual el investigador adquiere una posición dentro del campo académico que forma parte.

No se trata de una enumeración o listado pretendidamente aséptico y más o menos azaroso de textos y autores vinculados de alguna manera al tema/problema de la tesis, sino de un ordenamiento reflexivo de material comentado, clasificado, interpretado, juzgado, ponderado, sopesado desde un punto de vista propio (De Marinis: 2020, p. 140).

Esta revisión de antecedentes irá más allá de la revisión bibliográfica (De Marinis: 2020, p. 143), admitiendo una mayor diversidad de materiales: textos impresos, digitalizados, experiencias, experiencias y tradiciones investigativas propias del investigador y de otros. En el caso de materiales propios, se pueden incluir seminarios, monografías, trabajos finales de licenciatura, artículos en publicaciones especializadas. Un error muy frecuente es el de confundir la revisión de antecedentes con los datos del corpus de la investigación o tesis propiamente dicha. En este caso se hace referencia a documentos de archivos, diarios de sesión, ejemplares de cierto periódico, discursos, programas políticos, marcos jurídicos, entre otros.

Asimismo, el dialogo con expertos en nuestro objeto de estudio nos debe permitir identificar textos e investigaciones que puedan considerarse como clave o pioneras, en el sentido de que abran camino a otras investigaciones. Ficheros, catálogos, bibliotecas universitarias, publicas, centros de documentación y archivos más especializados, repositorios digitales, páginas web, organismos internacionales, organismos no gubernamentales se convierten en espacios virtuales y físicos indispensables. Al igual que los indexadores de publicaciones (SciELO, Latindex, Scopus, núcleos básicos de revistas científicas argentinas, isi, erih, etc.), los portales de publicaciones periódicas (Sage, Blackwells, Willey, Jstor, Redalyc, ebsco, Dialnet, etc.), las plataformas de trabajos académicos con formato de red social (Academia.edu y Researchgate.net), a modo de ejemplo (De Marinis: 2020, p. 158). Como también son válidas las revisiones de antecedentes de organismos públicos nacionales e internacionales, ministerios de economía, Unesco, Cepal, ocde, Fondo Monetario Internacional.

3.2. Variables, niveles analíticos e hipótesis en las relaciones internacionales

Entendemos por “variables” o “categorías” las propiedades de los hechos, cualidades o atributos a estudiarse, algunas de las cuales pueden modificarse o adquirir diversos valores en una investigación, por lo que es preciso registrar su desarrollo y comportamiento.

En los estudios internacionales, se trabaja con numerosas variables. Podemos distinguir tres niveles de análisis tradicionales: el sistema internacional (que puede ser global o regional), el de la unidad (que se centra en uno o varios actores) y el individual. De lo que se trata es de elegir el tipo de variable relevante para responder la pregunta de investigación planteada. Merke, Pauselli, Zelicovich y Montal (2009), a partir de un ejemplo concreto, ilustran el uso de variables en diferentes niveles:

Podés tratar de explicar una variable sistémica –por ejemplo, la integración regional– a través de variables a nivel de la unidad –por ejemplo, características de los gobiernos–. O explicar una variable a nivel de la unidad –por ejemplo, los votos de un país en Naciones Unidas– a través de variables sistémicas –por ejemplo, la competencia entre Estados Unidos y China– […].

Las variables sistémicas reflejan características del sistema internacional global o regional. Las variables al nivel de la unidad representan atributos de las unidades y su conducta. Dado el estadocentrismo en la disciplina, es posible visualizar el nivel de la unidad como sinónimo del nivel estatal. Esto no es correcto y, a medida que las relaciones internacionales se volcaron a estudiar cada vez más la conducta de una variedad de actores, incluso subnacionales, estos análisis empezaron a teorizar relaciones entre atributos de múltiples unidades Otros ejemplos de variables a nivel de la unidad son la cohesión de las elites y el nivel de involucramiento de las fuerzas armadas en el gobierno. Una tesis puede analizar, por ejemplo, de qué manera la cohesión de las elites o el poder de las fuerzas armadas explican conductas de política exterior orientadas a enfatizar la seguridad nacional por sobre la cooperación internacional (Merke, Pauselli, Zelicovich y Montal, 2009).

Por último, se puede hacer mención de las variables relacionales. Estas no representan atributos de las unidades, pero tampoco del sistema, sino de la relación entre dos o más unidades. Calduch Cervera (2004, p.74) menciona que, en la obra de Reynolds (1977), aparece una diferencia entre las microrrelaciones internacionales, que incluyen el estudio de los actores y de la política exterior, y las macrorrelaciones internacionales, a las que pertenecen los diferentes tipos y niveles de estudios sistémicos de la sociedad internacional. Como así también Calduch Cervera (2004, p. 74) menciona a Rosenau (1979) y su estudio de la realidad internacional a partir de tres ámbitos analíticos a los que denomina “parámetros” y que se corresponden con el nivel individual o micro, el nivel estructural o macro, en el que operan las colectividades, y el nivel que vincula a los dos anteriores o relacional, en el que se describen las formas de articulación que dan origen a las diversas colectividades que operan en el ámbito internacional a partir de las relaciones que se establecen entre los individuos.

Oportunamente, Hoffmann (1991) introdujo una división analítica en tres niveles: el de las prácticas e instituciones que garantizan el orden internacional y que para este autor constituye el nivel más descriptivo; un segundo nivel formado por una teoría general de las relaciones interestatales, en el que dominan las teorías del realismo político; y, por último, un tercer nivel constituido por las teorías de los sistemas interestatales, destinadas a estudiar el conjunto formado por las unidades competidoras.

Calduch Cervera (2004, p. 76), siguiendo con la orientación de estos autores y con una distinción que se ha demostrado muy fructífera en la ciencia económica y la sociología, propone dos niveles analíticos para los estudios de las relaciones internacionales: la macrointernacionalidad y la microinternacionalidad (Medina, 1983). El primero de estos niveles aborda el análisis de los fenómenos relevantes para la sociedad internacional considerada en su conjunto. Son por tanto la perspectiva holística, es decir, la que contempla la sociedad internacional como un todo, y el criterio de relevancia los que determinan la selección y estudio de los fenómenos considerados macrointernacionales.

Al nivel de análisis macrointernacional, pertenecen, entre otros, los fenómenos relativos a las estructuras e instituciones de la sociedad internacional, la naturaleza y características de sus principales categorías de actores, sus relaciones básicas, los principales retos o problemas que afectan al conjunto o la mayoría de los miembros de la sociedad internacional, así como las formas de enfrentarlos o resolverlos y, finalmente, las tendencias de su evolución histórica. Las teorías estructuralistas y transnacionalistas se encuentran dominadas por el enfoque macrointernacional.

El nivel de análisis microinternacional aborda aquellos fenómenos que solo resultan destacables desde la óptica de un actor internacional o de un reducido número de ellos. El núcleo teórico de este nivel analítico lo constituye el estudio de la política exterior de los Estados, pero junto a él se consideran también los fenómenos relativos a la organización interna, el proceso decisorio o las principales relaciones entre actores internacionales no estatales; por ejemplo, las organizaciones no gubernamentales o las empresas multinacionales. Junto a las teorías de la política exterior de los Estados, suelen desarrollar análisis microinternacionales: las teorías de la decisión, las teorías del conflicto, las teorías de la comunicación, las teorías de la integración, los trabajos que utilizan la teoría y dinámica de sistemas aplicada a las relaciones exteriores de los Estados o de las oig y los denominados area studies, es decir, los estudios interdisciplinares aplicados a los países de una misma región y a las relaciones entre ellos (Del Arenal: 1961, pp. 243-305).

Calduch Cervera también hace referencia a que uno de los problemas centrales que suscita el empleo metodológico de estos niveles de análisis consiste en la difícil adscripción de algunos fenómenos internacionales que por su naturaleza pueden ser reclamados como propios tanto por la macro como por la microinternacionalidad. Entre ellos podemos citar: la disuasión nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética; el proceso de integración europea; y la desintegración del bloque comunista. Como podemos comprobar, en la evolución teórica concreta de las relaciones internacionales como disciplina, se han desarrollado dos niveles analíticos claramente diferenciados, aunque todavía semejante diferenciación no ha tenido su adecuada traducción en las reglas metodológicas que presiden el trabajo de investigación (Calduch Cervera: 2003, p. 87).

Si hacemos referencia a variables, indefectiblemente debemos mencionar a las hipótesis. Metodológicamente, definimos a las hipótesis científicas como los enunciados de carácter conjetural con contenido empírico y susceptibles de contrastación, que se refieren a hechos o relaciones entre ellos. Arroyo Pichardo (1999, p. 74) admite que, en el campo de las relaciones internacionales, es muy difícil proceder a la comprobación de las hipótesis, establecer generalizaciones o actuar inductivamente; sin embargo, esto no quiere decir que no se puedan determinar relaciones causales a partir de una variable o un conjunto de ellas,

ya que si bien los fenómenos, procesos o acontecimientos no se repiten, las variables semejantes o equivalentes pueden concurrir en la producción de fenómenos semejantes, al mismo tiempo que diferentes. Tal sería el caso de los cambios ocurridos en la estructura del sistema mundial a través de la historia o de los cambios registrados en algunas subestructuras o componentes (Arroyo Pichardo: 1999, p. 81).

Estas consideraciones no impiden que se proponga la utilidad del “método de las conexiones causales” para explicar –con la ayuda de un ejemplo casuístico– un proceso de cambio concreto: la desintegración de la antigua Yugoslavia y su impacto en el sistema mundial de la década de los ochenta. Para su análisis, establece una lista de fenómenos sin los cuales la crisis yugoslava no hubiera estallado (“causas necesarias”): la crisis económica interna y el fracaso de las reformas estructurales, las iniciativas democráticas, la crisis ideológica, el impacto del proceso de integración europeo, la revolución científico-técnica, la disolución del Pacto de Varsovia y la emergencia de ideas separatistas, ilustra Arroyo Pichardo.

3.3. La investigación contextualizada en las relaciones internacionales

Es condición indispensable a la hora de abordar un proceso de investigación en las relaciones internacionales contextualizar nuestro objeto de estudio. Lorenzo (2009, p. 7) hace referencia a que la descripción del aspecto internacional del fenómeno observado se encuentra dentro de una secuencia de acontecimientos y, a la vez, forma parte de un proceso histórico. La realización de una descripción contextualizada supone privilegiar lo observado. En este sentido, caben hacer varias consideraciones que apuntan a preservar esta actitud hacia el conocimiento: la primera, que es necesario distinguir los acontecimientos de lo argumentado sobre ellos; la segunda, que el abuso de autoridad no contribuye a la realización de una investigación científica; la tercera, que es necesario tomar previsiones sobre las fuentes de información utilizadas; la cuarta, que los acontecimientos tienen un aspecto interno y otro externo; la quinta, que es necesario evitar concepciones dogmáticas que distorsionen nuestra comprensión sobre el comportamiento de los fenómenos; y la sexta, que se debe asumir que el proceso de conocimiento supone replantear lo afirmado.

El tema de la temporalidad como especificidad del objeto de estudio de las relaciones internacionales es reconocido por varios autores. En efecto, todos los internacionalistas coinciden en admitir el ineluctable carácter histórico de la sociedad internacional y, por consiguiente, la necesidad de considerar la influencia que el devenir temporal imprime en los actores y en la dinámica internacional.

Sin embargo, la mayoría de ellos han resuelto los interrogantes que semejante postulado habría introducido en el corazón mismo de la disciplina, con el fácil recurso de la remisión a las aportaciones de la historia, ya fuese general o específica (historia de las relaciones internacionales), o con ocasionales referencias a sucesos históricos, incorporados al análisis internacional como pruebas testimoniales de la veracidad de las hipótesis formuladas (Calduch Cervera: 2003, p. 80).

De esta especificidad de las relaciones internacionales ligada a la temporalidad, se decantan distintas fases testigo de la evolución de los procesos de la disciplina, cada una de las cuales a su vez impacta en los actores internacionales, las relaciones, las estructuras y los valores. Habrá de especificarse de modo expreso el criterio de periodificación elegido, el marco conceptual en el que realizamos nuestra investigación (macro o microinternacionalidad) y el ámbito espacial que tomamos como referencia (estatal, regional, interregional, mundial). Siguiendo a Calduch (2003), podemos hablar de la siguiente periodización:

  • Las etapas de génesis o formación, que están ligadas a la aparición de nuevas categorías de actores internacionales y una fuerte movilidad entre los actores dominantes de cada estructura internacional, a la emergencia de nuevas formas de relación internacional o su expansión a nuevas áreas geográficas o funcionales, y a los importantes cambios en las estructuras internacionales que, además, se producen con ritmos diferentes para cada una de ellas.
  • Las fases de desarrollo o consolidación, que se caracterizan por la multiplicación del número de actores pertenecientes a las nuevas categorías surgidas en la etapa anterior acompañadas por una consolidación en la hegemonía de los actores dominantes de cada estructura internacional, por la institucionalización de las nuevas formas de relación internacional aparecidas en la fase anterior, y por el desarrollo de una fuerte interdependencia orgánica y funcional entre las diversas estructuras de la sociedad internacional. Esta etapa, a su vez, podemos diferenciarla en dos períodos. En el primero de ellos, denominado “de desarrollo creciente”, las características señaladas para esta etapa operan de forma acumulativa para consolidar el orden internacional, el protagonismo de sus actores hegemónicos y la funcionalidad de sus instituciones y estructuras. En cambio, durante el siguiente período, de desarrollo decreciente, podemos observar claramente cómo las características de la etapa general al operar de forma acumulativa no producen ya mayor orden y estabilidad, ni facilitan la hegemonía de los actores dominantes, ni permiten una mayor o mejor funcionalidad institucional.
  • Por último, las etapas de crisis o decadencia, caracterizadas por la desaparición de los actores dominantes o la creciente pérdida de su hegemonía internacional, frecuentemente acompañada: de intensas convulsiones o conflictos en el seno de tales actores; de la progresiva ineficacia de las instituciones internacionales para mantener el orden en las relaciones internacionales, lo que provoca una creciente conflictividad, no siempre bélica, en la sociedad internacional; de la aparición de fuertes disfunciones en las estructuras internacionales, agudizadas por su incapacidad para abordar nuevos retos o problemas que surgen en la realidad internacional.

En cuanto a la relación entre la temporalidad y la estrategia metodológica de investigación, la conclusión que extrae Calduch Cervera es que los criterios de periodificación aplicables a la microinternacionalidad son evidentes: cuanto más corto sea el período temporal adoptado en la investigación, mucho más precisos, concretos y fiables serán los resultados y por tanto las previsiones, pero menores serán también las posibilidades de formulación de leyes teóricas generales a partir de dichos resultados. A la inversa, las investigaciones, sobre todo con carácter histórico, basadas en largos períodos temporales nos facilitan el conocimiento de las tendencias generales de cambio en la sociedad internacional, a costa de perder una parte importante de la precisión, fiabilidad y concreción sobre la realidad internacional que nos aportan los estudios de corto plazo (Calduch Cervera: 2003, p. 91).

4. Desarrollo descriptivo-explicativo, modelos, herramientas, casos

4.1. En busca de un buen tema de investigación

La primera gran decisión por la que debemos atravesar quienes nos embarcamos en un proceso de investigación es la selección del tema. Será imprescindible como punto de partida inicial presentar el tema que nos interesa, destacando su importancia y delimitación disciplinar.

Del estudio realizado por el Centro de Documentación de la Agencia Chilena de Cooperación Internacional (agcdi) en relación con las temáticas abordadas por 540 tesis de relaciones internacionales[5] (licenciaturas) en orden de importancia se detallan: política exterior, seguridad internacional, cooperación, economía, gobierno local, energía, integración regional, internacionalización, relaciones internacionales, diplomacia, refugiados, migración, derechos humanos y comercio.

Si se toman como universo las tesis (6.554) de Licenciatura en Relaciones Internacionales de 22 países iberoamericanos en el mismo período de tiempo (2015-2019), a los temas antes mencionados se suman: cultura, historia, empresas, mujeres, seguridad interna, medio ambiente, conflictos armados y Naciones Unidas.

Con un nivel más específico de análisis, contextualizando el país en el que se focaliza la temática, por orden de relevancia para el caso de las tesis argentinas se mencionan: Argentina, Brasil, China, Chile, Bolivia, Colombia, Rusia, América Latina y Venezuela.

Las nuevas temáticas de investigación en relaciones internacionales están motivadas por temas de agenda:

Muy frecuentemente se abordan temáticas como narcotráfico, misiones de paz, asistencia humanitaria, guerra comercial entre China y Estados Unidos, relación México-Estados Unidos, fenómenos migratorios y políticas exteriores, recursos naturales estratégicos. Por otro lado, muy de a poco se va visualizando una nueva conciencia de época, abordando cuestiones de género (por ejemplo, los roles de primeras damas), cambio climático y el calentamiento global, y las diferentes posturas ante esto de países como Estados Unidos o Brasil (por el Amazonas). Cada vez más, por la realidad actual, se estudian movimientos separatistas (Brexit, Cataluña) y cada vez menos temáticas como Unasur o Mercosur. Notamos que son muy escasos aun los tópicos relacionados con la tecnología, por ejemplo, la utilización de drones en conflictos bélicos, la gobernanza del ciber espacio o la diplomacia digital […] (Gurucharri: 2020).

En coherencia con lo anterior, algunos autores hablan de una transición temática que se puede percibir en los temas abordados en el campo disciplinario de relaciones internacionales:

Desde 1999, cuando se estableció el plan de estudios vigente, hasta la fecha, se observa una tendencia en que los temas tradicionales de la disciplina (política exterior, guerra, desarme, integración económica, etcétera) han sido rebasados por temas de convergencia temática como los ambientales, los que incluyen enfoques de género, y los que tienen un enfoque cultural. No obstante, el problema central sigue siendo de orden teórico-metodológico […] (Sánchez Mugica: 2016, p. 4)[6].

4.2. Planteamiento del problema, interrogantes de investigación, objetivos y metodología

El planteamiento de un problema de investigación y la serie de preguntas que se derivan de él es el puntapié inicial para iniciar un proceso de investigación científica. Solo podemos plantear interrogantes de investigación en la medida en que conozcamos nuestro objeto de estudio y lo acotemos en espacio y tiempo. La pregunta investigativa exige un trabajo importante porque se construye en relación con una motivación inicial por parte del investigador ya sea por su trayectoria profesional o laboral, por curiosidad o por interés, sumada al conocimiento de los antecedentes sobre el tema. Otro punto no menos importante es que la problematización de nuestro objeto de estudio debe ser de interés y relevancia para las relaciones internacionales, ya que desembocará en una serie de interrogantes en función del fenómeno, los antecedentes y el posicionamiento teórico de la disciplina.

En algunas oportunidades, el interrogante está anclado en la novedad de un fenómeno que emerge en la disciplina, como lo son los nuevos temas de agenda de las relaciones internacionales. Se trata de fenómenos nuevos con poca o ninguna investigación previa: nuevas tendencias, nuevos movimientos sociales, formas diferentes de articulación entre países, nuevas amenazas no convencionales, todos ellos reflejan una realidad internacional, regional y nacional dinámica y cambiante.

Otras veces, se trata de un tema con antecedentes investigativos y lo novedoso radica en una construcción distinta del problema de investigación y su abordaje. Es decir, la originalidad no está basada en nuevos hallazgos, sino en la innovación en la construcción de problemas de investigación.

Isabella Cosse y Verónica Devalle (2020, p. 129) se refieren a que uno de los pilares básicos en el armado de los problemas de investigación es el del encontrar el registro propio apostando a su relevancia y originalidad. A modo de ejemplo, presentan el caso de un tesista que había comenzado preguntándose por las relaciones bilaterales entre Argentina y Estados Unidos en el siglo xx, que supo lograr identificar preguntas relevantes, originales y densas en términos metodológicos: ¿cuáles fueron las intervenciones de la diplomacia argentina durante la legitimación de la última dictadura militar?; ¿qué estrategias, alianzas y políticas desarrollaron los funcionarios del servicio exterior? El tesista logra de esta manera justificar la centralidad de la política exterior para el gobierno militar y la importancia de la solidaridad internacional para los organismos de derechos humanos retomando ciertas peculiaridades del objeto de estudio y la selección de los funcionarios de la cancillería. Es decir, alcanza con determinar la relevancia y pertinencia de su objeto de estudio situándolo en un determinado contexto y momento histórico.

Otro punto de reflexión prioritaria a la hora de plantear los interrogantes de investigación es el de la factibilidad en poder responderlos. Es decir, que puedan garantizarse las condiciones para su desarrollo, no solo contando con recursos de tiempo, sino también con condiciones institucionales para poder acceder a los recursos necesarios, sean documentos, informantes, archivos, materiales y contactos. Dentro de los recursos necesarios para implementar la estrategia metodológica, también podemos referirnos a los conocimientos previos con los que cuenta quien encabeza la investigación.

Involucrarse en un trabajo que implique el manejo de bases de datos estadísticos, o el desarrollo de un análisis del discurso sin la formación necesaria para hacerlo, implica que, o tenemos esa formación o estamos dispuestos a adquirirla para poder lograr llevar a cabo el trabajo de campo en tiempo y forma (Cosse y Devalle: 2020, p. 110).
[…] Es preciso subsanar las deficiencias de formación entre investigadores académicos, especialmente en dos áreas: la metodología y los idiomas. Las técnicas de investigación y, en general, la metodología ocupa un lugar marginal en los programas de estudios universitarios. Lo mismo ocurre con los idiomas, que resultan imprescindibles en las relaciones internacionales. La formación básica del investigador es una función clave de los centros universitarios, que debería ser abordada con seriedad y medios suficientes. Una combinación adecuada de formación con técnicas más modernas de investigación y exposición de resultados, mayores recursos económicos y un acercamiento a las fuentes primarias serviría para superar las limitaciones impuestas por un sistema caduco e inadecuado, para aproximarse gradualmente al conocimiento de la realidad internacional […] (De Salazar Serantes: 2003).

En cuanto a los interrogantes formulados (Lorenzo: 2009, p. 7), existen distintos tipos de preguntas que se pueden realizar; el perfil de cada una estará relacionado con el grado de familiaridad que se tenga con el objeto. En un principio, tiene lugar una pregunta básica e ineludible: ¿qué es esto? Dicho interrogante al abrirlo orienta las observaciones que se harán al respecto. A medida que se tenga un mayor conocimiento sobre un tema en particular, se puede mejorar la calidad de las preguntas, dotándolas de mayores precisiones.

La formulación de los problemas de investigación requiere un previo trabajo de observación sobre el fenómeno de interés. Es necesario haber examinado, por un lado, qué es lo que aconteció (distinguiendo los aspectos internos y externos del acontecimiento) y, por otro, qué es lo que se ha escrito sobre el fenómeno hasta el momento. La pregunta relevante apuntará a arrojar luz sobre lo desconocido o lo supuestamente conocido por una determinada comunidad científica.

Toda investigación en relaciones internacionales supone un camino con objetivos, una guía, un sentido que orienta, un conjunto de pasos que apuntan hacia un fin, un entramado de decisiones y direcciones para aproximarse a un objetivo y abordar un objeto de estudio, que en su caso adquiere tintes particulares como el caso de periodificación, el ámbito espacial, el marco conceptual y el carácter multidisciplinar, ilustrado con las competencias varias que destaca Calduch Cervera (2003).

Respecto a los objetivos, no son otros que las metas formuladas con verbos en infinitivo que el investigador debe cumplir en su proceso investigativo. “Analizar”, “describir”, “evaluar”, “comparar”, “explicar” son los verbos más utilizados en coherencia con el tipo de preguntas formuladas y el diseño metodológico.

Debe haber siempre por lo menos un objetivo general, que expresa el propósito central del proyecto, y cada objetivo general debe tener por lo menos un objetivo específico. La diferencia entre unos y otros es que los específicos son más empíricos, pero hacen referencia a lo mismo que el general, no agregan alcance. Los objetivos generales se concretan por medio de los objetivos específicos. En las clases decimos que el objetivo general es como un “primo hermano” del problema. Es decir, si el problema planteado es cómo se fue dando el proceso separatista en Cataluña, el objetivo general será: “Analizar cómo se produjo el proceso separatista en Cataluña. En cambio, en los objetivos específicos, se explicita cómo se va a concretar el general, los pasos a llevar a cabo para cumplir con el objetivo general (Gurucharri: 2020).

Tanto para la selección temática y la problematización, como para la confección de los objetivos de investigación, resulta de relevancia dar cuenta de la caracterización interdisciplinaria de las relaciones internacionales, en cuya evolución y profundización han realizado aportes la historia, la política, la economía, el derecho y la sociología.

[…] el investigador internacionalista debe poseer conocimientos de varias ciencias auxiliares, entre las que destacan: la historia; el derecho internacional público; la ciencia política; la sociología; la economía, especialmente la macroeconomía; la geografía y las ciencias militares o estratégicas. Necesariamente tiene que estar dispuesto a utilizar varios métodos y distintas técnicas, en función del objeto material de su investigación y las ciencias auxiliares que deba emplear […] (Calduch Cervera: 2003).

Tal como plantea Celestino del Arenal (1961), las relaciones internacionales son “una ciencia de la sociedad internacional” en la que se insertan distintas disciplinas científicas, entre las cuales las primeras en realizar sus aportes fueron el derecho internacional y la historia diplomática, y ese carácter multidisciplinar también impactará en los interrogantes y objetivos de investigación planteados.

En el caso particular de las relaciones internacionales, podemos encuadrar los interrogantes de investigación entre los problemas de conocimiento y problemas de conocimiento científico (Ynoub, 2015). Los primeros están caracterizados por resolver problemas que comprometen tipos específicos de fenómenos y reúnen un conjunto particular de saberes de su tradición disciplinaria, y los segundos, al producir conocimiento nuevo sobre un fenómeno, se diferencian de la aplicación del conocimiento disponible y contribuyen en el cuerpo del dominio de la disciplina para hacerla crecer y consolidar y marcar nuevos rumbos de desarrollo teórico y técnico.

Otra manera de clasificar el tipo de interrogantes de investigación en relaciones internacionales es el que proponen Merke, Pauselli, Zelicovich y Montal (2009), quienes coinciden respecto a la característica principal que debe tener una pregunta de su disciplina –la dimensión intertransnacional– más allá del tipo de preguntas.

  • Las preguntas descriptivas, que buscan entender un fenómeno abstracto sobre la base de observaciones empíricas y suelen aparecer cuando estamos ante fenómenos que son relativamente nuevos o que no han sido estudiados en profundidad. Ejemplos de este tipo de interrogantes son los siguientes: ¿cuál es el grado de acuerdo entre países desarrollados y países en desarrollo en temas de salud global?; ¿cómo ha evolucionado el lugar de los derechos humanos en la política exterior argentina?; ¿cómo han reaccionado los Estados latinoamericanos a la crisis política en Venezuela?; ¿cuál es el grado de acuerdo en la comunidad internacional en relación con la definición de “terrorismo”?; ¿cómo han variado las estrategias comerciales de Argentina entre 1983 y 2020?
  • Las preguntas explicativas, que son las que buscan establecer inferencias causales. El objetivo es establecer por qué sucede un fenómeno que observamos. Ello requiere identificar una o múltiples causas además del mecanismo por el cual producen su efecto. Por ejemplo: ¿por qué los Estados firman tratados de derechos humanos?; ¿cuáles son los efectos de la ideología del gobierno en la probabilidad de firmar un tratado de derechos humanos?; ¿por qué los partidos políticos argentinos persiguen políticas comerciales diferentes?

Si bien también podemos mencionar otros dos tipos de preguntas, que son las normativas, cuyo propósito es realizar un juicio –por ejemplo: ¿qué deberían hacer los Estados respecto del trabajo infantil?; ¿cómo mejorar la situación de los migrantes en Argentina?; ¿por qué las sanciones económicas son moralmente condenables?–, y las preguntas prospectivas, que buscan predecir el futuro –por ejemplo: ¿cuáles serán los efectos del acuerdo comercial Unión Europea-Mercosur?–, Merke, Pauselli, Zelicovich y Montal (2009) desestiman ambas, dado que su conclusión final no está basada en evidencia empírica objetiva, sino en convicciones personales subjetivas que llevan a descartarlas para la investigación científica.

Como última recomendación, surge el requisito de pensar el problema de investigación en términos de variables de relaciones internacionales. Al menos una variable independiente o la variable dependiente debería estar explicitada en la pregunta de investigación. Considerando que la variable independiente (x) es la que explica el fenómeno y la dependiente (y) representa el fenómeno por ser explicado.

4.3. Método científico, métodos y multimétodos de investigación científica

Dos de los más connotados epistemólogos argentinos nos dan luz sobre la definición del método científico. Félix Schuster afirma: “El método científico es el procedimiento mediante el cual ponemos a prueba las hipótesis, examinando la mejor evidencia disponible, a favor o en contra de ellas” (Schuster, 1992: p. 15). Y Mario Bunge, por su parte, lo resume como “el conjunto de procedimientos por los cuales a) se plantean los problemas científicos, y b) se ponen a prueba las hipótesis científicas” (Bunge: 1995, p. 67).

Desde una mirada generalista, podríamos decir entonces que el método de la ciencia se basa en supuestos de la realidad que han de ser cotejados con la realidad empírica. Desde una visión más específica, seremos testigos de cómo cada disciplina abogaría por una especificidad metodológica que introduce diversidad. Y es a partir de perspectiva a partir de lo cual podemos hablar de la pluralidad de métodos de investigación.

Sin embargo, el método de investigación no debe confundirse con el método científico al que definimos como el procedimiento empleado por la ciencia para alcanzar sus conocimientos sobre la realidad. En sentido estricto no existe el método científico sino los métodos científicos, es decir una pluralidad de procedimientos de obtención de sus conocimientos por las diversas ciencias.

Si hubiese que hablar de un método científico por excelencia este sería el de método de prueba-error. Por lo general, aunque todas las ciencias utilizan una pluralidad de métodos científicos, el objeto material (parcela de la realidad que se trata de conocer) y el objeto formal (perspectiva desde la que se aborda su conocimiento) de cada disciplina científica suelen primar el empleo de alguno de ellos sobre los demás […] (Calduch Cervera, 2003).

En esa misma línea, Calduch Cervera (2003, p. 24) nos ilustra presentándonos una serie de métodos científicos estructurantes para varias disciplinas.

  • El método descriptivo. Consiste en realizar una exposición narrativa, numérica o gráfica lo más detallada y exhaustiva posible de la realidad que se investiga. El objetivo de este método es disponer de un primer conocimiento de la realidad tal y como se desprende de la observación directa que realiza el analista o del conocimiento que ha adquirido a través de la lectura o estudio de las informaciones aportadas por otros autores. Por tanto, se trata de un método cuya finalidad es obtener y presentar, con el máximo rigor o exactitud posible, la información sobre una realidad de acuerdo con ciertos criterios previamente establecidos por cada ciencia (tiempo, espacio, características formales, características funcionales, efectos producidos, etc.).
  • El método analítico. Parte del conocimiento general de una realidad para realizar la distinción, conocimiento y clasificación de los distintos elementos esenciales que forman parte de ella y de las relaciones que mantienen entre sí. Se basa en el supuesto de que el todo permite conocer y explicar las características de cada una de sus partes y de las relaciones que existen entre ellas. Ello presupone que en el proceso de descomposición del todo en sus partes la pérdida de información no es esencial, pero esta presunción no es del todo correcta.
  • El método comparativo. Es el método mediante el cual se realiza una contrastación entre los principales elementos (constantes, variables y relaciones) de la realidad que se investiga con los de otras realidades similares ya conocidas. Este método obliga a descubrir tanto las semejanzas (búsqueda analógica), como las diferencias (búsqueda diferenciadora), y entre estas últimas adquieren especial relevancia las oposiciones (búsqueda antagónica). El empleo del método comparativo nos permite distinguir entre los sucesos o variables que se repiten en diversas realidades internacionales diferentes y, por tanto, que poseen un carácter de generalidad y aquellos otros que son exclusivos de cada una de ellas y solo podemos considerarlos desde su particularidad
  • El método sintético. Es el método opuesto al analítico. Se parte del conocimiento de los diversos elementos de una realidad y de las relaciones que los unen para tratar de alcanzar el conocimiento general y completo de dicha realidad. Descansa en la idea de que el todo puede ser comprendido y explicado mediante la conjunción del conocimiento de sus partes. Ello nos facilita el conocimiento de la estructura y la dinámica internas de la realidad internacional como un todo, a través de los sucesos o variables esenciales. Sin embargo, el empleo de este método resulta mucho más difícil que el del método analítico, pues exige el recurso previo al método comparativo para poder desentrañar las causas originarias y diferenciarlas de las causas intervinientes, de las simples circunstancias y de los propios efectos.
  • El método inductivo o inferencia inductiva. Consiste en observar, estudiar y conocer las características generales o regulares que se aprecian en una diversidad de hechos o realidades para formular, a partir de ellas, una proposición o ley científica de carácter general.
  • El método deductivo o inferencia deductiva. Consiste en la determinación de las características o enunciados de la realidad particular que se investiga por derivación o consecuencia de las características o enunciados contenidos en proposiciones o leyes científicas de carácter general formuladas previamente.
  • El método dialéctico o inferencia contradictorio-sintetizadora. El método o razonamiento dialéctico no debe confundirse con el materialismo dialéctico marxista. Consiste en descubrir las contradicciones o antagonismos que existen entre los diversos elementos que forman parte de la realidad investigada para conocer las proposiciones o leyes que explican la dinámica de esa realidad y poder deducir las posibilidades y formas en que producirá el cambio a otra realidad superadora.

Ahora bien, si queremos hacer referencia a un abordaje multimétodos, el desafío es otro, que implica un esfuerzo de articulación, complementariedad y sinergia entre diversas opciones; es poner en juego la creatividad para potenciar el objeto de nuestra investigación.

Integrar métodos es estimular la integración, en tanto las informaciones diversas que se recogen a partir de variadas estrategias deben combinarse en el análisis manteniendo sus autonomías para el logro de los objetivos y lograr que los resultados alcanzados sean mayores que las sumas de las partes (Bazeley: 2011).
La configuración de la lógica del proceso multi método recupera la complejidad tanto instrumental como conceptual de las diversas vías para elaborar e interpretar información. La articulación sistemáticamente planeada entre procedimientos cualitativos y cuantitativos posibilita acciones graduales y progresivas en un circuito virtuoso de evaluación sobre la adecuación de las interpretaciones posibles de la información construida. Junto a lo anterior, la disposición ensamblada entre vías cualitativas y cuantitativas potencian la capacidad de quien investiga de contar con distintos “puntos de apoyo” para elaborar y “hacer jugar” distintas fuentes de garantía que fundamenten las opciones interpretativas realizadas (De Sena: 2014, p. 160).

Bericat (1998) establece tres tipos de estrategias de integración metodológica:

  1. la convergencia o triangulación, cuyo espíritu es que cada abordaje cualitativo y cuantitativo se implementa de modo independiente hacia la búsqueda de resultados convergentes para el reconocimiento de un mismo fenómeno;
  2. la complementación, que refiere a que en un mismo estudio se obtienen dos derivaciones diferentes, una proveniente del abordaje cuantitativo y otra, del cualitativo, para ambas mejorar el conocimiento alcanzado;
  3. la combinación, como estrategia de integración subsidiaria de un abordaje en el otro, tanto cualitativo como cuantitativo, con el objetivo de fortalecer las debilidades de una u otra estrategia.

4.4. Los diseños de investigación

Los diseños de investigación implican el modo en que se articulan ciertas decisiones de naturaleza teórico-metodológica. Según sus propósitos u objetivos, los podemos clasificar en exploratorios, descriptivos, diagnósticos, explicativos, predictivos, evaluativos y de investigación-acción.

Los descriptivos se fundamentan en la medición precisa y en la predeterminación de sus aspectos relevantes. Algunas descripciones tienen propósitos diagnósticos. Por ejemplo, las metas del milenio constituyen un acuerdo firmado en el marco de las Naciones Unidas por un amplio conjunto de países –entre los que se halla Argentina– que se comprometen a mejorar las condiciones de vida de sus pueblos. Los países que suscribieron este acuerdo se han comprometido a disminuir –para el año 2015– a menos de 2 % la proporción de población indigente y a menos de 15 % la de población pobre (pnud, 2003). Pues bien, este tipo de acuerdos exigen monitoreos periódicos con la finalidad de controlar el grado de cumplimiento de las metas fijadas. Cada uno de estos monitoreos supone un tipo especial de descripción, acompañada de una comparación del Estado (Chitarroni: 2015, p. 123).

Los diseños explicativos, por su parte, suponen poner a prueba relaciones entre fenómenos. La asociación empírica entre fenómenos es un requisito necesario, aunque no suficiente, para suponer que existe una vinculación causal entre ellos. En ocasiones, los diseños de investigación tienen por propósito evaluar el grado de impacto que un cambio provocado en la magnitud de un cierto fenómeno o la realización de una acción determinada producen sobre otro conjunto de hechos. Estamos de esta manera frente a los diseños evaluativos, por ejemplo, cuando se desea evaluar la implementación de programas o acciones gubernamentales.

Conforme la temporalidad de los diseños, los podemos clasificar en sincrónicos, transversales o de corte seccional y los diacrónicos, longitudinales.

4.5. Enfoques cuantitativos y cualitativos

Podemos hacer mención a dos paradigmas de investigación diferentes: cuantitativo y cualitativo. El primero tiene como objetivo llegar a formular leyes generales, por lo general utilizando el método hipotético-deductivo. El segundo, en cambio, es de tipo ideográfico, cuyo énfasis está en lo particular e individual y antepone lo particular y subjetivo. Se orienta a encontrar cualidades específicas en aquello que se busca comprender, y se inscribe en la subjetividad. El énfasis en los métodos cuantitativos puede relacionarse con la denominada “revolución conductista” que experimenta la ciencia política y la instauración de grandes proyectos de constitución de base de datos en la sociología desde la posguerra, ambos en los Estados Unidos (Forni: 2020, p. 235).

El desarrollo en Estados Unidos de la sociología conductista provocó un influjo irresistible en las restantes ciencias sociales y, naturalmente, también en los teóricos de las relaciones internacionales. En términos generales, las denominadas “teorías cuantitativistas” no cuestionan los postulados que había sentado el realismo político, sino que, al contrario, intentan consolidarlos mediante el recurso a la cuantificación estadística de las principales variables, como, por ejemplo, el poder de los Estados y la formulación de aquellas funciones matemáticas que traduzcan las relaciones interestatales, especialmente las relaciones de conflicto.

Fueron la voluntad de imponer en las relaciones internacionales el rigor metodológico que exige el empleo de las matemáticas (Merle), gracias al cual las ciencias de la naturaleza pudieron salir de su etapa precientífica, y la expectativa de alcanzar un grado razonable de predicción lo que impulsó a los defensores de la cuantificación en nuestra disciplina a elaborar numerosos estudios, la mayoría de los cuales se concentraron en “la lucha por el poder entre los Estados” y de modo especial en la disuasión nuclear (Calduch Cervera: 2003, p. 135). En palabras de Calduch Cervera (2003), las teorías cuantitativas de las relaciones internacionales eran, más que formulaciones teóricas en sentido estricto, esfuerzos metodológicos destinados a elaborar modelos estadístico-matemáticos que permitiesen evaluar y predecir el desarrollo de los principales fenómenos internacionales. No resulta extraño, por tanto, que sus aportaciones al análisis y la explicación de la realidad internacional hayan sido consideradas muy escasas en comparación con las realizadas por otras corrientes doctrinales. Sin embargo, su limitado alcance explicativo no merma su inestimable valor metodológico y nada despreciable contribución empírica al desarrollo de las relaciones internacionales como ciencia.

Por el contrario, el enfoque cualitativo gesta sus raíces en el paradigma interpretativo focalizándose en la perspectiva del actor. “La indagación cualitativa exige tener siempre presente las historias de los sujetos que transitan sus caminos” (De Sena: 2014, p. 12). Creswell (1998, p. 255) considera que la investigación cualitativa es un proceso interpretativo de indagación basado en distintas tradiciones metodológicas –la biografía, la fenomenología, la teoría fundamentada en los datos, la etnografía y el estudio de casos– que examina un problema humano o social. Quien investiga construye una imagen compleja y holística, analiza palabras, presenta detalladas perspectivas de los informantes y conduce el estudio en una situación natural.

Entre los diferentes tipos de datos que a través de la entrevista o la observación se recaban desde una estrategia cualitativa de investigación, Atkinson (2005) menciona: las narrativas personales; las historias de vida y otros documentos de vida; las películas y las imágenes fotográficas y de vídeo; los textos y las fuentes documentales; la cultura material y los artefactos tecnológicos; y el discurso oral.

¿Es posible utilizar ambos enfoques complementariamente? En esa estéril discusión entre métodos cuantitativos o cualitativos, los alumnos de Relaciones Internacionales, comenta la profesora Gurucharri (2020),

suelen utilizar datos estadísticos para describir el fenómeno en cuestión. Estos datos “duros” dan la posibilidad de dimensionar el problema que se está analizando y conocer su magnitud. Hay algunos casos en los que también se utilizan datos cualitativos, como por ejemplo discursos presidenciales, encíclicas papales, diarios, en los cuales se realiza luego análisis de contenido. En dichos casos, donde se utilizan ambas metodologías, apelando a la triangulación intermétodo, la riqueza de los datos resulta indiscutible y los alumnos llegan a apreciar la complementariedad de los métodos al poder dimensionar el fenómeno y también comprender sus causas y características.

4.6. Técnicas de investigación aplicadas a las relaciones internacionales

En el lenguaje metodológico, cuando hablamos de “técnicas”, nos referimos a los instrumentos utilizados para la recolección y medición de datos. Se trata de herramientas que cada disciplina posee con cierta especificidad, aunque, en general, compartidas con otras disciplinas (Schuster: 1992, p. 18).

Las hay cuantitativas y cualitativas: las primeras tienen un uso más amplio y difundido (encuestas, datos secundarios, estadísticas) y algunas de ellas son comunes no solo a ciencias sociales –como la sociología, la economía o las ciencias políticas–, sino que son también empleadas por la física o la biología. Las segundas, las cualitativas, tienden a ser propias de las ciencias que estudian conductas humanas: especialmente la antropología y la sociología (entrevistas, historias de vida, análisis de discurso, observación, grupos focales, análisis documental). Algunas técnicas sirven para seleccionar, obtener o recoger información, mientras que otras son útiles para someterla a análisis.

Gonzalo de Salazar Serantes (2003) abre el debate en cuanto a las limitaciones de las técnicas utilizadas por los investigadores en relaciones internacionales denunciando la carencia de investigación original en muchas oportunidades, en las que se recurre a documentos ya publicados como si se tratase de fuentes primarias y erróneamente se conduce a un número excesivo de trabajos que en realidad son obras de compilación de los documentos existentes, y no de investigación original. Algunas de estas compilaciones son de excelente calidad y muy útiles como punto de partida de otras investigaciones, como texto de estudio en medios universitarios, o como obra de divulgación. Sin embargo, no deben confundirse los dos géneros –compilación e investigación original– ni mucho menos hacer pasar lo primero por lo segundo. En otros casos, en la “compilación encubierta” subyacen deficiencias metodológicas o una limitación de recursos que conducen a pobres resultados o, con mayor frecuencia, a la repetición de una misma información con un formato distinto y a la redundancia. Esta producción podría ser calificada de “irrelevante” en el ámbito científico, denuncia De Salazar Serantes (2003), y es por ello por lo que insta a que, al analizar las fuentes adecuadas para una investigación original en el campo de las relaciones internacionales, se consideren ciertas cuestiones fundamentales:

  1. La necesidad de recurrir a una amplia bibliografía para la descripción del contexto en el que debe interpretarse el objeto de estudio, aunque no esté directa y exclusivamente relacionada con él. De esta primera incursión intelectual, se deriva la identificación de otras fuentes necesarias.
  2. La definición del “estado de la cuestión”, o aspectos conocidos del fenómeno que se quiere analizar, que se realiza mediante el recurso a la bibliografía publicada sobre el objeto de estudio.
  3. La existencia de datos inaccesibles para una investigación determinada y de información relevante perdida en el proceso de elaboración de documentos primarios.
  4. La existencia de documentos secundarios condicionados por intereses políticos y económicos.

Las fuentes con las que puede contar un investigador en relaciones internacionales a modo de “testimonio” son las siguientes: libros y revistas; documentos oficiales, es decir, tratados, declaraciones a través de comunicados, discursos y conferencias de prensa, debates parlamentarios e informes; información difundida a través de diarios, radios y televisión; estadísticas; entrevistas; observación participante (Lorenzo: 2009, p. 4). La elección de las fuentes determinará el uso de las técnicas de investigación que escogerá utilizar.

Sumadas a las fragilidades en el manejo de fuentes de datos primarias y el abuso de las compilaciones, surgen debilidades propias de algunos instrumentos, como el caso de la observación. En buena medida, estas particularidades se imponen por el propio objeto material de la disciplina, ya que la sociedad internacional posee un alto grado de complejidad originado debido a sus distintos miembros colectivos, a las innumerables relaciones que se establecen entre ellos, y a las intrincadas y mutuas influencias entre la dimensión interior y externa de los actores internacionales. El resultado de esta complejidad real no puede ser otro que la dificultad en su observación (Calduch Cervera, 2003, p. 62).

La elección entre los distintos tipos de fuentes de datos utilizados también estará atravesada por órdenes disciplinarios (enfoques históricos, sociológicos, antropológicos, económicos, psicológicos, politológicos), metodológicos (cualitativos, cuantitativos, cuali-cuantitativos) y en función de si se incluyen datos empíricos o bien se trata mayoritariamente de una de carácter argumentativo o documental (De Marinis: 2020, p. 146).

4.6.1. Datos secundarios

Una manera de definir el dato secundario es considerarlo como el registro de una observación realizada (por el mismo u otro investigador) en contextos de producción diferentes a los cuales se los pretende inscribir en una oportunidad determinada. Con el mismo carácter, es posible entender el “análisis secundario de datos cualitativos”, como el procedimiento mediante el cual un investigador utiliza información registrada por otros reconstruyendo su descripción y sistematización desde una estrategia de indagación diferente a la original (Scribano y De Sena: 2009, p. 6).

El uso y análisis de datos secundarios es una de las estrategias más antiguas para dar cuenta de fenómenos de la realidad social basándonos en información elaborada por otros. Las investigaciones con fuentes secundarias y marcadas por el hecho de que el investigador no es quien acude a la búsqueda de la información refieren al uso y al procesamiento de bases de información que diversos investigadores, organismos públicos o privados realizan con objetivos propios concernientes a una investigación o relevamiento, entre los que se encuentran los archivos documentales y estadísticos.

Sierra Bravo (2003, p. 292) analiza los datos secundarios como estrategia de investigación. “[…] se entiende por análisis secundario de documentos o de datos documentales todo posterior análisis de un conjunto de datos primarios que ofrezca interpretaciones y conclusiones adicionales o en forma diferente a la presentada en el primer informe de investigación”. Destaca con ello la necesidad de un posterior análisis de los datos obtenidos a partir de tratamientos diferentes, interpretaciones distintas y adicionales. Asimismo, también existe coincidencia entre los diversos autores en resaltar la importancia de la validez y fiabilidad de la información, considerando sus aspectos teóricos, epistemológicos y metodológicos, la manera en que se recabaron los datos, el contexto y la formación de quien recabó la información.

A la hora de hacer referencia a las ventajas y desventajas de usar datos secundarios como fuente de datos, entre las primeras se destacan la economía en tiempo y recursos materiales y humanos, el análisis comparativo y de tendencias y las nuevas problematizaciones que pueden surgir a partir de estos datos. Las debilidades de esta técnica, por el contrario, apuntan a la necesidad de evaluar la validez y fiabilidad de la fuente, la consistencia de la información, el modo de relevamiento, el contexto, y la conceptualización utilizada.

Entre los distintos tipos de fuentes de potenciales usos para investigaciones y tesis de relaciones internacionales, podemos mencionar (De Sena: 2014, p. 107):

  • Archivos y bibliotecas, que permiten el acceso a documentos personales de académicos que contienen datos, métodos y documentos, informes sobre estrategias de indagación e investigación.
  • Documentos oficiales y museos, que permiten el acceso a colecciones temáticas, locales, regionales.
  • Grupos de investigación y redes académicas, que dan a conocer resultados de proyectos de investigación.
  • Archivos y bases de datos, bibliotecas digitales.

El acceso a las fuentes de datos como técnica de investigación en las relaciones internacionales, destaca también Gonzalo de Salazar Serantes (2003), implica una serie de consideraciones metodológicas específicas de la disciplina.

Un requisito imprescindible en este proceso es el acercamiento de los investigadores académicos a las fuentes privilegiadas, asegurando un mayor contacto con círculos políticos, diplomáticos, militares y empresariales, entre otros, que les permitan acceder directamente a los procesos que se desarrollan realmente en las relaciones internacionales. Esta cooperación en beneficio mutuo es frecuente en el mundo anglosajón. El acceso a la información así obtenida debe estar condicionado siempre por el respeto a la ley en la protección de la información confidencial, aplicando criterios de responsabilidad y de discreción al abordar cuestiones relativas a los intereses del Estado […].

4.6.2. Observación

Naturalmente, el carácter indirecto de la observación en las relaciones internacionales constituye una dificultad intrínseca que el investigador debe superar para reducir, en la medida de lo posible, los errores de percepción que cometen los observadores directos. Ello nos remite al problema de la existencia, del rigor y de la fiabilidad de las fuentes de información, que para el internacionalista se convierte en una cuestión metodológica central (Calduch Cervera: 2003, p. 62).

En segundo lugar, la falta de inmediatez en la observación introduce un cierto desfase temporal entre la ocurrencia de los sucesos y el conocimiento y observación de estos por parte del internacionalista. Esta brecha temporal entre los acontecimientos internacionales y su consideración por el investigador no solo le imprime una cierta dimensión histórica, sino que además amplía el campo de la subjetividad en la propia actividad observadora. El desarrollo tecnológico experimentado por los medios de comunicación ha permitido una constante reducción de este desfase temporal para los sucesos internacionales del presente. Cada vez más se acentúa la inmediatez entre la observación directa y el conocimiento de sus resultados por el investigador.

Por último, la observación de la realidad internacional adolece de una elevada fragmentariedad, resultante de dos factores fundamentales: la amplitud del campo de investigación y la pluralidad de fuentes de observación directa. En efecto, el campo de observación de las relaciones internacionales incluye una enorme y diversa gama de fenómenos, imposibles de captar a través de observaciones unitarias o totalizadoras (Calduch Cervera: 2003, p. 63).

Del mismo modo de la fragilidad de ciertas técnicas de investigación, los distintos temas que atraviesan a las relaciones internacionales también operan como claros condicionamientos para el desarrollo metodológico disciplinar; tal es el caso de la Primavera Árabe, la crisis ambiental y energética, el fin de la hegemonía, entre otros temas que dan prueba de ello.

4.6.3. Entrevista

La entrevista es una de las formas de aproximarse al análisis de la realidad social; consiste en obtener información mediante una conversación profesional entre personas con el propósito de ayudar en una investigación determinada o en el diagnóstico y tratamiento de un problema social.

Desde el paradigma cualitativo, la entrevista es una de las principales técnicas de investigación de las que hacen uso las ciencias sociales.

La entrevista, en sus diferentes modalidades, es un instrumento científico de observación e indagación, utilizado con el objetivo de conocer las miradas, perspectivas y el marco de referencia a partir del cual las personas y actores organizan y comprenden sus entornos y orientan sus comportamientos. Constituye una modalidad de conversación que permite conocer aquello que las personas saben, creen y piensan referidas al sentido de los hechos, a sentimientos, opiniones, emociones, acciones y valores (De Sena: 2014, p. 15).

Como técnica de indagación del mundo social, la entrevista se “inicia y finaliza” en la interacción humana. Razón de ello que emergen una serie de cualidades que la caracterizan como “un dialogo propuesto, motivado, sostenido y acordado desde quien tiene la iniciativa de conocer algún rasgo del mundo sobre el cual el entrevistado o la entrevistada posee información” (De Sena: 2014, p. 31). Esta interacción supone un manejo teórico, conocer las redes teóricas y conceptuales que permiten comprender lo que el otro dice más allá del sentido común.

Juegos de cara, énfasis, silencios, situaciones reactivas, elementos reprimidos y jergas específicas, son entre otros, algunos componentes de la interacción sobre los cuales el entrevistador o la entrevistadora deben estar preparados para afrontar, en un contexto fluido y cambiante, el escuchar y el hablar. […]. En esta dirección saber qué escuchar está atado a saber conceptualmente entrelazar la actitud de escucha con la identificación y selección de información teórica relevante, es decir, identificar aquellas manifestaciones verbales que portan fragmentos de información sustantiva para los objetivos de la investigación (De Sena: 2014, p. 32).

Para ejemplificar el uso de las entrevistas en las relaciones internacionales, es de utilidad referenciar la obra de Mario Rapoport sobre la historia oral de la política exterior argentina (1966-2016) A lo largo de esta investigación, las entrevistas no son simples conversaciones sobre temas particulares o de coyuntura, sino el testimonio oral como fuente histórica mediante el análisis de la historia de vida, de las principales acciones y de reflexiones. En este caso, el testimonio oral es destinado a conocer el desempeño de la elite diplomática argentina. Los testimonios orales, conducidos por los entrevistadores, contribuyen a revelar la genealogía de las vinculaciones, la posibilidad de recomponer los grupos y fuerzas que actuaron en cada momento histórico.

Funcionarios del servicio exterior, encontraron en esta obra monumental de casi mil páginas un escenario donde reconstruir la cosmovisión del proceso en el cual actuaron; testimoniar las intenciones que animaron sus acciones y justificaron las decisiones tomadas y también las que no pudieron tomarse producto de tensiones, conflictos y contradicciones que condicionaban el pedregoso campo de acción de las negociaciones diplomáticas encaradas por los protagonistas de este trabajo en distintos momentos de la historia argentina […] (López Rita, 2017)[7].

4.6.4. Análisis documental

Las fuentes de información documental son cualquier escrito o testimonio gráfico o visual que proporciona datos sobre el tema que se está investigando. La información de primera mano –o datos primarios– es aquella que ha sido obtenida, organizada y formulada por el propio investigador. Los datos secundarios –o información de segunda mano– son aquellos que se obtienen de las fuentes documentales que provienen de otras investigaciones. Se entiende por “análisis secundario de documentos” o “de datos documentales” todo posterior análisis de un conjunto de datos primarios que ofrezca interpretaciones y conclusiones adicionales o en forma diferente a la presentada en el primer informe de investigación (Sierra Bravo: 2003, p. 292). Siguiendo al mismo autor, ello implica dos requisitos: un análisis posterior o reanálisis de datos obtenidos y analizados anteriormente; y que el nuevo análisis no sea repetición de los análisis conocidos ya realizados con los datos, sino que esté formulado con tratamientos diferentes, interpretaciones distintas, adicionales.

De Salazar Serantes (2003) clasifica los documentos propios de las relaciones internacionales haciendo la salvedad de que los documentos escritos y el intercambio de información oral no son siempre parte integrante del objeto de estudio, sino vías de acceso epistemológico. Por ejemplo, el texto de un tratado puede ser parte de ese objeto de estudio al describir el marco del compromiso jurídico entre los Estados parte (documento primario). Pero, en muchos otros casos, los documentos escritos o la información oral constituyen una simple “referencia a un objeto de estudio”, o su descripción y análisis por una fuente secundaria (documentos secundarios).

Dada la existencia de distintos tipos de fuentes, es preciso distinguir entre las que tienen “acceso directo al fenómeno estudiado” (fuentes primarias), “testigo directo” de él y las que tienen “acceso indirecto al fenómeno” (fuentes secundarias), en cuyo caso la descripción y análisis del fenómeno se basa en la información proporcionada por otra fuente interpuesta que nos permite acceder a él de forma indirecta, a través de un agente, compilador o investigador que actúa como intermediario (origen de documentos secundarios).

Así, por ejemplo, el contenido de un debate –al que se accede por presencia o participación directa– sería el documento primario, y el acta de la reunión sería el documento secundario o mediatizado. Si el objeto de estudio se centrase solo en el análisis de documentos oficiales, es decir, en la postura oficial pública, estos documentos (actas, discursos, normas, etc.) podrían considerarse con acierto como primarios, como son de hecho tratados en los estudios jurídicos e históricos.

De Salazar Serantes (2003) también clasifica las fuentes documentales en función de su naturaleza, ubicándolas de la siguiente forma:

  • Bibliografía relevante para definir el estado de la cuestión.
  • Informaciones difundidas por los medios de comunicación. Una vez contrastadas y confirmadas, pueden considerarse como una fuente secundaria en algunos casos al revelar acontecimientos relevantes.
  • Documentos públicos (tratados, declaraciones, comunicados, discursos, debates parlamentarios, informes, etc.). Pueden incluirse aquí también las memorias de personajes relevantes y entrevistas.
  • Observación estadística. Es preciso definir cuáles son los datos cuantificables, el procedimiento de cuantificación y el grado de representatividad de la muestra utilizada.
  • Informes restringidos o confidenciales, elaborados por expertos y personas con acceso directo o indirecto al fenómeno estudiado.
  • Testimonios orales de testigos directos del fenómeno estudiado, información y evaluación realizada por personas involucradas directamente en él o expertos con acceso directo al fenómeno. Con frecuencia, es información restringida protegida por la ley, o sometida a un compromiso de confidencialidad de su contenido o de la fuente de la que procede.

Calduch Cervera (2003) clasifica los documentos utilizados en las relaciones internacionales según la naturaleza de la información que poseen. De esta manera, hace referencia a fuentes escritas, en las que menciona a textos documentales, libros, obras generales, obras específicas, artículos de revistas, entrevistas, cuestionarios y encuestas transcritas, documentación escrita de seminarios o congresos, información de prensa, noticias, comunicados, artículos de opinión y editoriales. En cuanto a las fuentes orales, menciona declaraciones oficiales y privadas, entrevistas personales grabadas, conferencias, informaciones de radio. Al hacer referencia a fuentes visuales, contabiliza imágenes de distinta índole: fotográficas, videográficas, televisivas, informáticas, gráficos, y mapas. Por último, hace referencia a datos cronológicos, geográficos, estadísticos e informáticos.

Dentro del análisis documental, un apartado especial lo requieren las memorias o autobiografías como técnica de investigación de las relaciones internacionales.

Las protagonistas de la historia suelen tener memorias; cerca del final de sus carreras políticas emprenden ese ejercicio personal para dejar por escrito su legado. Buena parte de esas memorias sirven para comprender al personaje en clave oterguiana: al hombre y sus circunstancias. Asimismo, las memorias –o autobiografías– de los jefes del grupo salvadoreño de guerrillas Farabundo Martí, de los protagonistas del sandinismo nicaragüense, del premier sueco Olof Palme, Gabriel García Márquez, del diplomático mexicano Alfonso García Robles y la también premio Nobel Alva Myrdal. Cómo también es esencial, leer las memorias de Ronald Reagan, Una vida americana (1988), asimismo las de su esposa Nancy, My Turn (1989), por su peso específico en la construcción de la cultura política del presidente, así como en sus decisiones con amplia repercusión en la política exterior de Reagan […]. Insistimos en que las memorias y los ejercicios autobiográficos los clasificamos en este método como documentación periférica, pero no como mera bibliografía, pues el tratamiento debe hacérsele como a un documento: interrogarlo. La bibliografía es el armazón donde podrá encajar –o no– la información y datos del archivo y las memorias […] (Cardozo: 2020, p. 301).

4.7. Los estudios de caso y el análisis comparativo

Dos diseños de investigación utilizados con frecuencia en las ciencias sociales son los estudios de caso y el análisis comparativo. María Clelia Guiñazú (2020, p. 92) resalta la combinación creativa de las estrategias comparativas y los estudios de caso adaptándolos a las características singulares de cada estudio, subraya la necesidad de describir la estrategia de análisis de una manera precisa y coherente y lo ejemplifica con la tesis de una de sus alumnas centrada en el voto económico en América Latina bajo las reformas del mercado de los años noventa.

El caso o los casos de un estudio pueden estar constituidos por un hecho, un grupo, una relación, una institución, una organización, un proceso social, o una situación o escenario específico, construidos a partir de un determinado, y siempre subjetivo y parcial, recorte empírico y conceptual de la realidad social, que conforma un tema o problema de investigación. Los estudios de casos tienden a focalizar, dadas sus características, en un número limitado de hechos y situaciones para poder abordarlos con la profundidad requerida para su comprensión holística y contextual. Dentro de esta tradición de investigación, se pueden distinguir en la actualidad, por un lado, los estudios de casos y, por otro, la estrategia de investigación basada en estudios de casos con sus diferentes diseños posibles (Dooley, 2002)

Celeste Ratto (Guiñazú: 2020) recurre al estudio de caso como parte de su estrategia metodológica: una primera fase realizará una comparación entre países (crosscountry) y luego, en una segunda fase, un estudio de caso a través del tiempo (case study cross time), utilizando una triangulación cuali-cuantitativa. En la primera fase, la estrategia propuesta es sincrónica (1995, 2000 y 2004), con el objetivo de evaluar la relación en América Latina en 17 países sobre la base de un estudio de covarianza con herramientas estadísticas. En una segunda fase, el estudio se focaliza en el caso de Argentina, evaluando su performance económica a través del tiempo, mediante un diseño comparativo longitudinal.

Un estudio de caso puede ilustrarse comparativamente, y una comparación puede profundizase con un estudio, entre otras opciones posibles.

[…] un estudio de caso necesita en términos de un proyecto de tesis construir un caso a partir de una problematización teórica. O sea, el estudio de caso no es algo con vida propia que está ahí para que el investigador lo capture […] (Forni: 2020, p. 243).
[…] los estudios comparativos enfatizan el análisis transversal de determinadas variables o categorías consideradas centrales o relevantes en la investigación a partir del marco teórico. Esto lleva a que en los estudios comparativos los casos incluidos en la comparación sean considerados como configuraciones de variables estratégicas para la búsqueda de patrones regulares de invarianza. De este modo, siempre tienen carácter instrumental y no son abordados de manera holística como en los estudios de caso, sino centrándose en aquellos aspectos relevantes para la comparación buscada (Forni: 2020, p. 245).

En relación con esta especificidad de los estudios comparativos, surge la diferencia con el estudio de casos múltiples.

Mientras que los estudios de caso se concentran en lo específico de los mismos, los estudios comparativos se articulan a partir de una matriz analítica diseñada de antemano en la que son consideradas ciertas dimensiones de cada unidad de comparación. Los estudios de casos múltiples son recomendables cuando lo que se busca es ahondar en especificidades de un mismo fenómeno, a través de más de un caso […] (Forni: 2020, p. 246).

Por el contrario, en el caso de abordar un único caso “desde esta perspectiva, el estudio de caso consiste en el abordaje de lo particular priorizando el caso único, donde la efectividad de la particularización remplaza la validez de la generalización” (Stake, 1995). Los estudios de caso único suelen utilizarse, fundamentalmente, para abordar una situación o problema particular poco conocido que resulta relevante en sí mismo o para probar una determinada teoría a través de un caso que resulta crítico. Este último tipo reproduce la “lógica” del experimento y pone a prueba a partir de un caso que por sus condiciones resulta apropiado para evaluar la adecuación de una teoría establecida. Estos diseños, si bien recurren a instancias inductivas de recolección, están dominados –en última instancia– por razonamientos hipotéticos deductivos (Lee, 1989).

5. Perspectivas actuales, reflexiones finales

Desde el recorrido de los distintos autores especialistas en relaciones internacionales, hemos ido reconstruyendo la evolución histórica de la disciplina y cómo su génesis ha sido atravesada por las distintas tradiciones teóricas y escuelas de pensamiento. Sin embargo, la abundancia en el debate teórico y la influencia de la historia con un papel significativo desde la tradición francesa y británica en su consolidación parecen no haberse trasladado al desarrollo metodológico.

Más allá de los claroscuros, el futuro no se presenta del todo desalentador. Calduch Cervera (2000) sostiene que, en los momentos actuales, existen oportunidades para el desarrollo y la aplicación de métodos y técnicas de investigación en las relaciones internacionales que, si se aprovechan adecuadamente, nos permitirán realizar investigaciones mucho más rigurosas y profundas que en el pasado y, de este modo, elaborar conceptos más precisos, explicaciones teóricas más sólidas y modelos más operativos.

Si bien la tradición realista que vio nacer a la disciplina contribuyó al pobre desarrollo metodológico, los contextos actuales permiten una reflexión en torno al nulo debate metodológico que han tenido las relaciones internacionales en su inicio, debate que en la actualidad comienza a plantearse desde sectores periféricos a los centros de poder, como señala Vásquez (1994), la disciplina ha cobrado cabal conciencia de la falta de progreso en el acúmulo de conocimientos.

Evolución que permite vislumbrar una etapa más madura a nivel disciplinar y que logra, como vaticinan varios autores, entre ellos Arroyo Pichardo, un nuevo orden conceptual

en el sinuoso camino de la consolidación metodológica y teórica de esta joven ciencia social […] es precisamente la variedad de métodos y enfoques teóricos, y el debate que se genera entre quienes los postulan, lo que puede hacer avanzar y enriquecer las aportaciones teóricas en un campo de estudios cuya complejidad y dinamismo dificulta cualquier intento de dar orden conceptual al movimiento transnacional de las actuales relaciones sociales […] (Arroyo Pichardo: 1999).

El carácter reciente de la disciplina, la magnitud y gravedad de los problemas internacionales a que se enfrenta, la falta de una teoría general y de una metodología comúnmente aceptada, la polémica teórico-metodológica subsiguiente, y la idea de que la indagación en su historia poco o nada puede aportar a una ciencia tan joven y nueva son algunas de las causas que explican el carácter en gran medida aún inexplorado de las bases históricas de esta disciplina (Del Arenal, 1981).

A principios del siglo xx, aparecen con fuerza los primeros indicios del inicio de las relaciones internacionales como disciplina científica. A nivel de instituciones cuyo objetivo es lograr la paz internacional y que se insertan en la línea científica e intelectual que llevará a las relaciones internacionales, hay que mencionar, antes de la Primera Guerra Mundial, el establecimiento de la Carnegie Endowment for International Peace, que publicó la primera revista periódica dedicada especialmente a los asuntos internacionales desde una perspectiva amplia y global, International Conciliation, y de la World Peace Foundation of Boston, que igualmente inició publicaciones al respecto. Además de la creación de las primeras cátedras en Estados Unidos e Inglaterra, inmediatamente después de la guerra se constituyeron dos importantes instituciones dedicadas a la investigación y el estudio de la problemática internacional, el Royal Institute of International Affairs, de Londres, y el Council on Foreign Relations, de Nueva York (Del Arenal: 1981, p. 885).

Reflexionar sobre la génesis de las relaciones internacionales como disciplina científica, las tradiciones disciplinares de las que se nutre, la delimitación de su objeto de estudio y la evolución de este en una realidad internacional dinámica nos permite repensar sus herramientas y rigurosidad metodológica. En definitiva, de lo que se trata es de no renegar de su especificidad, complejidad, dinamismo y tradiciones teóricas, sino de ajustar las estrategias metodológicas a sus propias necesidades, recurriendo a enfoques cuantitativos y cualitativos, a fuentes primarias y secundarias, a los estudios de casos, al análisis comparativo y a los multimétodos.

Bibliografía

Allison, G. (1971). La esencia de la decisión. Análisis explicativo de la crisis de los misiles en Cuba. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano.

Arroyo Pichardo, G. (1999). Metodología de las Relaciones Internacionales. México: Oxford University Press,

Atkinson, P. (2005). “Qualitative Research – Unity and Diversity”. Forum: Qualitative Social Research, vol. 6, n.º 3, art. 26. Disponible en bit.ly/3hNESLi. Fecha de acceso: 15/10/2005.

Bazeley, P. (2011). “Integrative Analysis Strategies for Mixed Data Sources Published”. American Behavioral Scientist, noviembre de 2011, bit.ly/2SYpNyf.

Bericat, E. (1998). La integración de los métodos cuantitativo y cualitativo en la investigación social; significado y medida. Barcelona: Editorial Ariel Sociología.

Bizzozero Revelez, L. (2011). Aproximación a las relaciones internacionales. Una mirada desde el siglo xxi. Montevideo: Editorial Cruz del Sur.

Bourdieu, P., Chamboredon, J. y Passeron, J. (1995). El oficio del sociólogo. Ciudad de México: Siglo xxi Editores.

Bunge, M. (1995). La ciencia, su método y su filosofía. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

Calduch, R. (2003). Métodos y técnicas de investigación en Relaciones Internacionales. Madrid. Disponible en bit.ly/3hwG0UV.

Cardozo, A. (2020). “La historia en las Relaciones Internacionales”. En Sánchez, F. y Liend, N. Manual de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Colombia: Universidad Sergio Arboleda.

Chitarroni, H., Aguirre, S. M., Colotta, M. y otros (2015). La investigación en Ciencias Sociales: lógicas, métodos y técnicas para abordar la realidad social. 2.º edición. Ciudad de Buenos Aires: Universidad del Salvador.

Cosse, I. y Devalle, V. (2020). “Salir del laberinto: la formulación del problema y la pregunta de investigación”. En Wainerman, C. Estado de tesis. Cómo elaborar el proyecto de tesis en ciencias sociales. 1.º edición. Ciudad de Buenos Aires: Manantial.

Creswell, J. W. (1998). Qualitative Inquiry and Research Design. Choosing among Five Traditions. Thousand Oaks, California: sage Publications.

Del Arenal, C. (1961). “La génesis de las Relaciones Internacionales como disciplina científica”. Revista de Estudios Internacionales, vol. 2, n.º 4, octubre-diciembre.

De Marinis, P. (2020). “Revisión de antecedentes, estado del arte y marco teórico”. En Wainerman, C. Estado de tesis. Cómo elaborar el proyecto de tesis en ciencias sociales. 1.º edición. Ciudad de Buenos Aires: Manantial.

De Salazar Serantes, G. (2003). “Las fuentes de la investigación en las relaciones internacionales”. Cidob dAfers Internacionals, n.º 64, pp. 193-208.

De Sena, A. (2015). Caminos cualitativos. Aportes para la investigación en Ciencias Sociales. Buenos Aires: ciccus.

Dooley, L. (2002). “Case study research and theory building”. Advances in Developing in Human Resources, vol. 4, n.º 3, pp. 335-354.

Forni, P. (2020). “Recomendaciones para elaborar la estrategia metodológica del proyecto de tesis”. En Wainerman, C. Estado de tesis. Cómo elaborar el proyecto de tesis en ciencias sociales. 1.º edición. Ciudad de Buenos Aires: Manantial.

González Olmedo, H. (2018). “Brevísima historia de la teoría de las Relaciones Internacionales”. Serie Documento de Trabajo, n.º 91, Universidad de la Republica.

Guiñazú, M. C. (2020). “Caminante hay camino: el proyecto de tesis como mapa de ruta”. En Wainerman, C. Estado de tesis. Cómo elaborar el proyecto de tesis en ciencias sociales. 1.º edición. Ciudad de Buenos Aires: Manantial.

Hernández Sampieri, R. y otros (1998). Metodología de la Investigación. 4.º edición. México: McGraw Hill.

Hoffmann, S. (1963). Teorías contemporáneas de las relaciones internacionales. Madrid: Tecnos.

Hoffmann, S. (1987). Janus and Minerva. Essays in the Theory and Practice of International Politics. Boulder: Edit. Westview Press Inc. Traducción de Patricia McElroy (1991). Jano y Minerva. Ensayos sobre la guerra y la paz. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, pp. 98-100.

Llenderrozas, E. (2013). Relaciones Internacionales: teorías y debates. Buenos Aires: Eudeba.

Lee, A. (1989). “Case studies as natural experiments”. Human Relations, vol. 42, n.º 2, pp. 117-137.

Lorenzo, C. (2009). Relaciones internacionales y metodología: la formulación del problema de investigación en los estudios de caso. Informe de Proyecto. Buenos Aires: idicso.

Martínez Ruiz, H. (2012). Metodología de la investigación. México: Cengage Learning Editores S.A.

Merke, F., Montal, F., Pauselli, G. y Zelicovich, J. (2020). “¿Es X sobre Y en i+t? Cómo plantear y trabajar una tesis de Relaciones Internacionales”.

Merle, M. (1988). Sociologie des relations internationales. 4.º edición. París: Edit. Jurisprudence Generale Dalloz. Traducción al castellano por Roberto Mesa (1991). Sociología de las relaciones internacionales. Madrid: Edit. Alianza. 2.º ed. revisada y ampliada, pp. 114-135.

Popper, K. (1971). La lógica de la investigación científica. Madrid: Tecnos.

Porcelli, E. (2013). “Lo esencial es invisible a los ojos. El constructivismo en las Relaciones Internacionales”. En Llendorrozas, E. (coord.). Relaciones Internacionales: teorías y debates. Buenos Aires: Eudeba, pp. 65-105.

Rapoport, M. (2016). Historia oral de la política exterior argentina (1966- 2016). Buenos Aires: Editorial Octubre.

Reynolds, P. A. (1971). An Introduction to International Relations. Londres: Longman Group Lted. Traducción de Francisco Condomines. Introducción al estudio de las Relaciones Internacionales. Madrid: Tecnos.

Sánchez Mugica, A. (2016). “La construcción metodológica de los marcos teóricos en las Relaciones Internacionales: investigaciones de tesis en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam”. v Encuentro Latinoamericano de Metodología de las Ciencias Sociales, 16 al 18 de noviembre de 2016, Mendoza, Argentina. En Memoria Académica. Disponible en bit.ly/2UAhedq.

Rosenau, J. N. (1990). Turbulence in World Politics. A Theory of Change and Continuity. Princeton: Princeton University Press.

Scribano, A. y De Sena, A. (2009). “Las segundas partes sí pueden ser mejores: algunas reflexiones sobre el uso de datos secundarios el uso de datos secundarios en la investigación cualitativa”. Sociologias, Porto Alegre, año 11, n.º 22, jul./dic., pp. 100-118.

Sierra Bravo, R. (2003). Técnicas de Investigación Social. Teoría y ejercicios. Madrid: Thomson Editores.

Shuster, F. (1992). El método en las ciencias sociales. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.

Stake, R. E. (1994). “Case Studies”. En Denzin, N. K. y Lincoln, Y. S. (eds.). Handbook of Qualitative Research. California: sage Publications.

Tisera, J.C. y Zaros, A. (2017). “El abordaje metodológico en las investigaciones científicas de posgrado en Relaciones Internacionales”. Ponencia presentada en el congreso de la saap.

Vasilachis de Gialdino, I. (2006). “La investigación cualitativa”. En Vasilachis de Gialdino, I. (coord). Estrategias de investigación cualitativa. Barcelona: Editorial Gedisa.


  1. Decana de la Facultad de Ciencias Sociales (USAL), licenciada en Sociología (USAL), especialista en Metodología de la Investigación Científica (UNLA), doctora en Ciencia Política (USAL) y doctora en Ciencias de la Educación (USAL). Es especialista en Gestión Universitaria por la Organización Universitaria Interamericana (OUI). Se desempeñó como secretaria de investigación en la Escuela de Defensa Nacional (EDENA), y como secretaria académica en la Facultad de Ciencias Sociales (USAL). Fue consultora e investigadora del Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP), del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), Oficina Anticorrupción, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, del Ministerio de Defensa (MINDEF) y Consejo Federal de Inversiones (CFI). Docente titular de “Métodos y técnicas de investigación social” de la Facultad de Ciencias Sociales (USAL), Maestría en Recursos Humanos de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA) y Maestría de Integración Latinoamericana y Sociología Política Internacional (UNTREF). Correo electrónico: mcolotta@usal.edu.ar.
  2. En materia de política exterior, en relación con la formulación y proceso de la toma de decisión, algunos análisis teóricos y el seguimiento de los misiles en Cuba (Allison, 1988; Snyder y Bruck-Sapin, 2002). Ver Bizzozero Revelez (2011: 58).
  3. En términos de análisis de decisión óptima y con relación al proceso de decisiones y la cooperación (Axelrod, 1984; Etzioni, 1992). Ver Bizzozero Revelez (2011: 58).
  4. Los estudios de Kant Deutsch antecedentes de la cibernética, vinculantes de las teorías de la comunicación con la toma de decisiones, la formulación de la política exterior y las derivaciones de la cooperación entre Estados (Deutsch, 1990). Ver Bizzozero Revelez (2011: 58).
  5. En base a las 24 universidades argentinas (de un total de 108) que dictan la licenciatura en relaciones internacionales y las 540 tesis registradas en las bibliotecas de las mismas (2015-2019). El estudio comprende el análisis de universidades de 22 países iberoamericanos que imparten relaciones internacionales como carrera de grado. Para determinar las universidades de cada país, se recurre a fuentes gubernamentales y de educación superior como Ministerios de Educación y Universia.
  6. Análisis realizado sobre la base del plan de estudios del posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, tanto en la Maestría en Estudios en Relaciones Internacionales, como en el Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en relaciones internacionales.
  7. Ciclos en la Historia, la Economía y la Sociedad, año 26, n.º 47, 2017.


1 comentario

  1. aleddiri 01/05/2023 3:19 pm

    Muy interesante para la comprensión del campo de estudio de las RR. II.

Deja un comentario