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12 Aprendizajes a partir de experiencias de acceso al agua
en comunidades rurales

El caso del Proyecto Especial “Agua para huertas” del Departamento General Belgrano, La Rioja

Eliana Villagrán[1], Diego Teruel[2] y Gabriela Chávez[3]

Introducción

A través de esta sistematización damos cuenta de los aprendizajes emergidos por el equipo técnico de la Agencia de Extensión Rural Chamical del INTA y la Secretaría de Agricultura Familiar Campesina e Indígena (SAFCI) sede La Rioja, al llevar adelante la implementación del proyecto “Agua para huertas” del Programa ProHuerta (impulsado en el año 2017 por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación) en las comunidades de Cortaderas, La Aguada, Trampa del Sud y El Consuelo, Departamento General Belgrano, provincia de La Rioja.

Esta propuesta tecnológica se basó en un sistema de captación y almacenamiento del agua de lluvia, sistema de riego por goteo y cerramiento de huertas. La gestión e implementación de estas tecnologías se realizó en el año 2017 y aún hoy es utilizado por las comunidades gracias a sus bondades.

Desde una mirada institucional del INTA se hace foco en las prácticas de las comunidades rurales y en esta sistematización en particular, evidenciamos cómo una tecnología contribuyó a las estrategias de reproducción social de las familias rurales para el arraigo. Asimismo, el acceso a derechos esenciales, como es el agua, permitiría pensar en nuevas actividades productivas que mejoren la calidad de vida de las mujeres y hombres que habitan el territorio, en la ruralidad (Villagra, Teruel y Chavez, 2020). El arraigo estaría fomentado por la presencia de las familias de origen rural, los vínculos generados en las nuevas generaciones, el acceso al trabajo y las tecnologías de acceso al agua que permiten optimizar tiempo y esfuerzos para mejorar la calidad de vida de las personas. Como parte del proceso de análisis, se utilizaron los informes del proyecto, se realizaron entrevistas a técnicos y a pobladores (hombres y mujeres de entre 30 y 40 años de edad). Los tópicos presentes en estas entrevistas estuvieron marcados por la importancia de acceder a los recursos disponibles en el territorio, la posibilidad de convertir /transformar su espacio en un nuevo lugar de producción de alimentos y la valoración propia del entorno que los rodea.

Las comunidades y el contexto de la experiencia

Sobre la base del trabajo territorial de los equipos técnicos del INTA y de la SAFCI con más de 15 años junto a las organizaciones, los datos presentados a continuación describen las dos comunidades y parajes involucrados: Cortaderas, La Aguada, Trampa del Sud y El Consuelo (Mapa 1). Además, se muestra la acción transformadora de las tecnologías puestas en práctica por las comunidades rurales y cómo da lugar a nuevas oportunidades para diversificar actividades y aprovechar los recursos disponibles, poniendo en valor los nuevos saberes para mejorar la calidad de vida en entornos áridos de la provincia de La Rioja.

Mapa 1: Ubicación de las comunidades rurales participantes en el proyecto “Agua para huertas”

Crédito: Diego Teruel.

La comunidad de Cortaderas se encuentra a 10 km al norte de la ciudad de Olta, por la Ruta Nacional Nº 79. Está integrada por 19 familias cuya distribución se encuentra en un radio de 5 km. Los pobladores están fuertemente ligados a la capilla de la comunidad, que también funciona como centro de reuniones. Conforman la Asociación de Pequeños Productores de Cortaderas, organización que trabaja desde hace 8 años con proyectos del SAFCI y el INTA. Entre los proyectos se encuentra el PROINDER,[4] que se destinó a la construcción de bebederos comunitarios y de un nuevo acueducto, que les proveyó de agua para consumo humano y animal, y que se extiende desde la localidad de La Huerta hasta Lomita Negra. Además, la organización cuenta con un predio vecinal donde está instalado un silo comunitario de almacenamiento de granos que funciona como fondo rotatorio y un tinglado de usos múltiples[5].

El territorio de cobertura del grupo denominado La Minga son los parajes de La Aguada, Trampa del Sud, La Ciénaga, El Consuelo, Punta de la Loma, Los Chañaritos, San Antonio y Las Cuestas. Estos parajes rurales se hallan situados a lo largo de la Ruta Nacional Nº 79, desde Olta al límite sur del Departamento General Belgrano, en un tramo aproximado de 15 km. El grupo de productores La Minga está conformado por 15 familias.

Los productores residentes en los parajes mencionados constituyeron una organización previa a participar en la Exposición Caprina y Ovina de Chañar (realizada en mayo de 2015). En esas reuniones, se planteó a los técnicos de INTA y SAFCI trabajar en la conformación de una organización que atienda las necesidades y objetivos definidos en el seno de las comunidades con el asesoramiento técnico respectivo. Entre los planteos de la organización surgió la necesidad de contar con capacitaciones referidas a la producción caprina y la elaboración de proyectos que les permitieran acceder a herramientas y tecnologías para mejorar su producción[6].

Ambas organizaciones realizan como actividad principal la producción ganadera (caprina ovina) y desarrollan en pequeña escala algunas producciones alternativas, como crianza de animales menores de granja para autoconsumo familiar principalmente. Un porcentaje menor posee pequeños rodeos bovinos (con menos de 30 animales por familia).

La forma de organización social de la producción caprina ovina es de tipo familiar, las tareas se reparten entre las mujeres y los niños. Los hombres se dedican a tareas extraprediales y al cuidado del ganado mayor cuando se cuenta con algunos animales bovinos y equinos. La baja rentabilidad de la producción caprina exige la búsqueda de otros ingresos para asegurar la subsistencia familiar[7].

Sin embargo, en todos los casos, la actividad caprina es la más desarrollada en mayor escala en relación directa con el ambiente donde se llevan a cabo los sistemas (cerro y pie de cerro). En los campos propios se suma además la realización de chacras en primavera-verano. La chacra es una práctica agrícola de siembra de especies hortícolas de verano como maíz, melón y sandía.

En cuanto a la cuenca que les brinda el agua, el sistema de captación del Departamento General Belgrano corresponde a la sierra de los llanos. Es un sistema montañoso que ocupa gran parte del sur de la provincia de La Rioja. Pese a la aridez reinante, las sierras permiten el asentamiento humano, debido a que facilitan la concentración de la escasa agua de lluvia en una serie de cauces efímeros que son aprovechados para consumo animal y humano y ocasionalmente para riego.

Los cauces de agua de la zona son generalmente de tipo estacional, con caudales muy modestos. Es por eso que se trata de aprovechar el agua mediante la construcción de diques que retienen parte de sus caudales, entre ellos el dique de Olta, que abastece de agua al Departamento General Belgrano. La cuenca de aporte del distrito Olta está constituida por el sistema de ríos Olta, Malanzán y Anzulón. El sistema manifiesta una marcada torrencialidad con crecientes y picos de alta intensidad y corta duración (Boiry, 2008). El embalse de Olta abastece de agua potable a las localidades de Olta, Loma Blanca, Esquina del Sur, Baldes de Pacheco, Chañar y Talva. De las comunidades mencionadas en el proyecto, solo se abastecen del dique de Olta los parajes de Los Morteros y Puesto San Nicolás.

Los parajes de La Aguada, Punta de la Loma y Trampa del Sud se abastecen de la red proveniente de la Higuerita, mientras que la comunidad de Cortaderas es abastecida por el acueducto proveniente de la Comunidad de La Huerta. Los parajes de La Ciénaga y El Cisco se abastecen de vertientes naturales. Los parajes de Los Chañaritos y El Consuelo no tienen conexión de agua de red ni vertientes, según datos aportados por los conocedores del lugar en entrevistas realizadas a pobladores del lugar en el año 2016. A nivel de las dinámicas poblacionales, estas comunidades rurales se encuentran cercanas a la cabecera departamental, donde las personas se trasladan cotidianamente para realizar diferentes actividades, sin embargo, permanecen en el campo beneficiándose de las bondades de este lugar como la tranquilidad, el contacto con la naturaleza, la vida familiar y el aprovechamiento de los recursos disponibles.

Las familias rurales que participaron del proyecto que se sistematiza en este documento son 32. Están constituidas por 41 mujeres, 55 hombres y 52 niños, jóvenes y adolescentes. En la Figura 1 puede observarse el rango etario de jefas y jefes de familia construido según datos del Proyecto Especial Pro Huerta Nº 2, año 2017.

Figura 1: Rango etario de jefas y jefes de familia

Fuente: elaboración propia.

Según este gráfico, hay una mayor presencia de personas adultas en la franja etaria de 40 a 59 años. De las 32 familias, 24 tienen niños cuyas edades oscilan hasta los 18 años. Los jóvenes tienen mayor oportunidad de acceso a la educación por encontrarse más cerca de las escuelas primarias, secundarias e incluso terciarias.

Como lo expresa uno de los informantes, generalmente en estas familias se queda uno de los jóvenes en el campo, el resto se va en busca de oportunidades laborales a la ciudad de La Rioja. Al ser comunidades cercanas a otras comunidades, se trasladan de manera continua. Las personas adultas mayores permanecen en el hogar y los jóvenes se van.

El campo les da ingresos para subsistir a las familias y a su vez estas tienen otro empleo, lo que se conoce como pluriactividad. Este escenario se convierte en una oportunidad para estudiar y generar nuevas oportunidades laborales.

La problemática observada en estas comunidades

En estas comunidades y parajes, se produce constantemente la discontinuidad en el servicio de aprovisionamiento de agua sobre todo en la época de verano, cuando la demanda es mayor en toda la región debido a las altas temperaturas que caracterizan la zona. El verano térmico comienza en octubre y finaliza en marzo. Las temperaturas en verano son elevadas, con una media mensual del mes más cálido (enero) de 26 °C. Suelen presentarse 20 a 25 días con temperaturas superiores a los 40 °C y máximas absolutas que sobrepasan los 45 °C (Karlin, 2012).

La discontinuidad en el aprovisionamiento del servicio de agua se debe a que esta llega a las comunidades y parajes a través de una red de distribución que toma de manera directa de las vertientes o sumideros, sin contar con un sistema de captación adecuado, por lo cual el caudal con el que disponen no es constante, estando sujeto al volumen de las precipitaciones recibidas. El régimen pluviométrico es marcadamente estival, con el 70 % de las lluvias concentrado en los cuatro meses más cálidos (noviembre a febrero). En las comunidades mencionadas, esta variabilidad interanual es una de las características intrínsecas del clima “subtropical” que presenta la región.

También se presentaba como otra problemática la falta de reservorios adecuados para poder almacenar el agua y así tenerla disponible en las épocas de escasez. Al no contar con la infraestructura necesaria para el almacenamiento, la escasez de agua se convierte en impedimento para planificar y diversificar un sistema de producción estable, siendo una limitante tanto para el consumo humano como para las actividades productivas de estas comunidades y parajes.

Por último, la variabilidad interanual de las precipitaciones generó el abandono de las prácticas de siembra de chacras (maíz, zapallo), lo que impactó de manera negativa en la subsistencia familiar. Se observaba también la ausencia de siembra de especies hortícolas diversificadas, lo que limitaba el consumo a las oportunidades de adquisición esporádicamente en localidades cercanas.

Ante este escenario se visualizaron las siguientes oportunidades para su abordaje en el proyecto especial de acceso al agua:

  • Buena provisión de agua proveniente de vertientes y de buena calidad en la mayor parte de las comunidades y parajes, no teniendo que depender de la red urbana.
  • Posibilidad de implementación de sistemas de cosecha de agua de lluvia para aumentar el volumen almacenado e incorporar la producción de hortalizas en las familias rurales.
  • Posibilidad de contar con superficies de cultivos de forrajes y especies hortícolas que permitan mejorar la alimentación animal y de las familias.
  • Buena voluntad y predisposición de las comunidades para incorporar y diversificar la producción hortícola, lo que enriquece la dieta familiar.

El acceso al agua se concibe como un derecho humano de los pueblos, al cual se buscaba que el INTA aportara, facilitando los medios y actuando de nexo desde la formulación de proyectos para que las comunidades accedan a financiamientos y conocimientos en el manejo.

La propuesta tecnológica

Ante esta situación inicial y las oportunidades mencionadas previamente, el Proyecto “Agua para huertas” del año 2017 se trazó como objetivos:

  • Diversificar la producción a través del cultivo de verduras para el autoconsumo.
  • Mejorar la eficiencia de los sistemas productivos a través de la capacitación a los productores.
  • Generar infraestructura para la captación y almacenamiento de agua para consumo humano en las épocas de escasez, eficientizando el uso del agua.

La propuesta tecnológica para estas comunidades estuvo centrada en un sistema de captación y almacenamiento del agua de lluvia, sistema de riego por goteo y el desarrollo de huerta con cerramiento incorporado (Figura 2).

Figura 2: Diseño propuesto: cosecha de agua, pileta y huerta
con sistema de riego

Fuente: elaboración propia.

De este modo se plasmaron mejoras en las formas de acceso al agua que incrementaron la calidad alimenticia en las familias rurales, mediante la implementación de una propuesta tecnológica apropiada, práctica y de fácil uso y mantenimiento.

Estas piletas se vienen construyendo en el Departamento General Belgrano desde el año 2005, con la ejecución de los primeros proyectos PROINDER del ex Programa Social Agropecuario —actual SAFCI—, y han presentado muy buenos resultados en aproximadamente 24 cisternas en las comunidades de Bajo Hondo, Chañar, Simbolar, Baldes de Pacheco y Cortaderas, en la zona centro-norte del Departamento General Belgrano. Con la ejecución de los proyectos anteriores, se capacitó a productores de las comunidades en su construcción.

Además, en esta propuesta tecnológica se incluyó el abastecimiento de agua a partir de las lluvias. El sistema permite cosechar agua desde los techos mediante canaletas que la colectan y la conducen hasta las piletas. En los cerramientos se instaló un sistema de riego por goteo para huertas familiares que permitió regar 5 bordes de 10 m cada uno. Los productores aportaron la mano de obra y los áridos para la construcción de las piletas, instalación de sistemas de cosecha, cerramiento y riego para la huerta (Imagen 1 a y b).

Imagen 1a: Detalles de la obra: pileta y sistema de cosecha de agua

Crédito: Eliana Villagrán.

Imagen 1b: Instalación del sistema de riego

Crédito: Eliana Villagrán.

Estos reservorios, por la practicidad en la construcción, se ejecutaron en un periodo aproximado de una semana con un uso rápido y sencillo. Esta posibilidad permitió en un lapso corto de tiempo poder obtener alimentos frescos y sanos para el grupo familiar (Imagen 2 y 3) y, en caso de haber un excedente, compartirlo entre los vecinos o comercializarlo en los locales cercanos.

Imagen 2: Productora junto a su huerta y primera cosecha de zapallos

Crédito: Gabriela Chávez.

Imagen 3: Primera cosecha de zapallos

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Crédito: Eliana Villagrán.

Mediante la implementación de esta propuesta tecnológica es posible poner en valor la cosecha de agua de lluvia en los hogares rurales. Las familias rurales dispusieron y se apropiaron de la huerta familiar como un espacio de producción de alimentos frescos y sanos que contribuye a garantizar la soberanía alimentaria y permite diversificar la producción de la zona a escala familiar. De este modo, se alcanzan nuevas oportunidades de arraigo mediante la optimización de las condiciones socioproductivas.

Historias de vida y miradas sobre la tecnología

Cuando acceden a las oportunidades, las comunidades rurales y las personas que las habitan tienen una nueva óptica para mirar la realidad de un modo propositivo y esto permite que las acciones se vayan transformando con el paso del tiempo, incluso cuando hayan pasado 4 años de la puesta en marcha de la propuesta tecnológica. Desde ese punto, buscamos mostrar cómo se han transformado las prácticas y el arraigo en las comunidades rurales con la implementación de este sistema de captación, almacenamiento y distribución del agua para huertas.

En los testimonios relevados aparece el recuerdo presente del acceso al agua y su relación con las dificultades que tenían las personas para acceder a este bien común, lo que implicaba un mayor esfuerzo físico y tiempo para extraer el agua de los pozos a balde y rondana. Asimismo, la búsqueda y acarreo del agua desde el río hasta el domicilio, ya sea a pie o en zorritas (alternativa en la cual mediante un carrito tirado por un animal se llevaba el agua al domicilio desde el río), insumió más tiempo y esfuerzo para las familias rurales.

Antes se almacenaba el agua en cántaros, los enterraban en la tierra para bajar la temperatura y disponer de agua fresca para bebida diaria. Llevaban los animales al río para que tomen el agua y también lavaban la ropa allí, expresó con nostalgia una pobladora de la localidad de Cortaderas. Por eso celebró el poder disponer de una pileta que almacene el agua de lluvia para el uso agrícola: “Así vamos progresando, al tener la huerta y el agua almacenada en la pileta en casa”.

Por su parte, sostuvo una vecina de la misma localidad que “con la implementación del sistema de riego por goteo es más fácil abrir la llave y distribuir el agua en la huerta”. De este modo es posible acceder a una alimentación sana con prácticas amigables con el ambiente, realizando la siembra y cosecha de hortalizas en las temporadas otoño-invierno y primavera-verano.

El cierre perimetral permitió tener y proteger las verduras para la familia. “Al momento de cocinar uno ahorra y usa las hortalizas de la casa”, manifestó un joven de la zona. También destacó las bondades del lugar donde vive, sumergido en un hermoso paisaje, con buena gente, salita de primeros auxilios y la familia que lo rodea.

Todos ellos incorporan las hortalizas producidas a la alimentación familiar de la huerta a la mesa. “Antes de ir a comprarla, la tenemos acá”, expresaba con alegría la vecina de Cortaderas. Se trata de comer sano, incorporando más verduras a la dieta y esto se convierte en un ahorro en la economía familiar.

Un poblador del paraje Las Cuestas sostuvo que con estas tecnologías se facilita el uso del riego por goteo y se puede diversificar más la producción hortícola en la familia, distribuyendo las tareas en el cuidado de la huerta entre los miembros del hogar. Por su parte una productora de la localidad de La Aguada señaló que disponer de agua, luz eléctrica y estar cerca de la ruta permite un mayor desarrollo de las comunidades y afirmó que el “campo da mucho, solo hay que trabajar y saberlo aprovechar”.

Recuerdos de la infancia como los juegos de niños e ir a la escuela, las tareas familiares en el campo, como el cuidado de los animales, la huerta, tejiendo, entre otras actividades, y la pertenencia al lugar nuevamente surgen en los relatos de los entrevistados. Así como está presente en los relatos el legado familiar, para que los hijos continúen viviendo en el campo, como comentaron dos entrevistados que nacieron y se criaron en su puesto, se fueron por cuestiones laborales y regresaron para seguir con el campo de sus familias.

Aprendizajes desde el territorio y reflexiones finales

Como señalan Agüero et al. (2017), la sistematización de experiencias apunta a reflexionar sobre el proceso transcurrido, propicia el análisis crítico acerca de lo realizado y permite reorientar las prácticas a partir de estos aprendizajes. Para el equipo técnico que llevó adelante esta sistematización, una de las principales reflexiones es que la propuesta tecnológica desarrollada es integral, sencilla y fácil de trabajar junto a los productores. Se basó en las realidades y problemáticas particulares de la zona. Implicó para el equipo técnico de la Agencia de Extensión Rural Chamical del INTA y el Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena La Rioja, una oportunidad para fomentar el cuidado y manejo adecuado del recurso hídrico y a su vez fortalecer el trabajo conjunto, ya que este es más efectivo que las acciones individuales (Imagen 4). Es decir, quedó demostrado que existen otras maneras de aportar soluciones desde lo constructivo, organizativo e institucional. En el armado del proyecto hubo un trabajo previo en las comunidades mencionadas con los jefes de familias para dar una respuesta a la problemática del agua.

Los jóvenes de estas comunidades se lograron vincular a actividades remuneradas, como salario social complementario del Ministerio de Trabajo de Nación y promotores del Proyecto “Empoderamiento de comunidades vulnerables de la región del Chaco ejecutado por la Fundación Plurales”[8] en el año 2021. Además, una de las jóvenes actualmente integra un grupo de Cambio Rural Apícola.

Poner en práctica estas tecnologías contribuye a una mejora en las prácticas cotidianas y en la calidad de vida de quienes acceden a ellas. Surge además la necesidad de seguir trabajando para incorporar un sistema de potabilización de agua a pequeña escala en un futuro proyecto.

Fruto de la participación y el protagonismo de las familias, se fueron conformando grupos vecinales comprometidos con el desarrollo de sus comunidades. A partir del trabajo conjunto se fortalecieron los vínculos, la participación e integración comunitaria en pos de acceder a financiamientos, ponerlos en valor y contribuir al arraigo rural dentro de un marco de sostenibilidad económica y ambiental.

Si bien hay un arraigo muy fuerte en las comunidades rurales en las cuales se puso en marcha la tecnología, que facilitó aún más las actividades cotidianas, existe una preocupación constante de las personas adultas mayores por el éxodo de los jóvenes a las ciudades en busca de mejores condiciones laborales.

Al observar hacia adentro de las estructuras familiares, estas tecnologías posibilitan mayores oportunidades de arraigo en los más jóvenes por abrir alternativas para su desarrollo. De todos modos, la falta de acceso a trabajo genuino que aporte a sus economías familiares sigue siendo una problemática a considerar y abordar por quienes trabajamos en instituciones que generan conocimiento y aportan a las políticas públicas.

Referencias

Agüero, M. L., Alcoba, L., García, F., Guastavino, M. y Rodríguez, F. (2017). El camino de la sistematización: manual para la sistematización participativa. Ediciones INTA. https://bit.ly/3TyJ4RA.

Boiry, L. (2008). Informe final del estudio de impacto ambiental Programa de readecuación de los sistemas de riego superficiales y de intensificación productiva”. La Rioja.

Karlin, M. (2012). “Cambios temporales del clima en la subregión del Chaco Árido”. Multequina, 21 (1), 3-16.

Villagran, E., Teruel, D. y Chavez, G. (2020). “Capítulo 4: Experiencias de trabajo junto a la comunidad de El Consuelo en el manejo del agua”. Revista Tecno Árido, 2 (3).


  1. Agencia de Extensión Rural Chamical, Estación Experimental Agropecuaria La Rioja, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. villagran.eliaana@inta.gob.ar.
  2. Agencia de Extensión Rural Chamical, Estación Experimental Agropecuaria La Rioja, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
  3. Estación Experimental Agropecuaria La Rioja, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
  4. Proyecto de desarrollo de pequeños productores agropecuarios (PROINDER) para la construcción de un acueducto de la localidad de Cortaderas, año 2009.
  5. Proyecto Ley Ovina “Equipamiento y mejora de la producción ovina para las comunidades de Cortaderas y la Huerta”, año 2016.
  6. Proyecto Ley Nacional Caprina “Mejora de la infraestructura de corrales caprinos”, año 2015.
  7. Proyecto Mesa Nacional para el desarrollo con justicia social de los territorios rurales “Corrales caprinos del Departamento General Belgrano”, año 2013.
  8. La Fundación Plurales trabaja desde el año 2001 para fomentar el desarrollo local y regional, potenciando redes de mujeres campesinas e indígenas del Chaco Americano, realizando proyectos de acceso al agua segura, acercando tecnologías y proyectos para la inclusión social y facilitando diálogos como medio de incidencia público.


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