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4 Calidad de vida y estrategias de familias ganaderas en la meseta central de Chubut

María Guadalupe Lamaisón[1] y Mercedes Ejarque[2]

Introducción

Las preguntas acerca de la calidad de vida han cobrado un nuevo impulso en las discusiones académicas y políticas en las últimas décadas (Espinosa Ortiz, 2014). Esta cuestión tiene una especial centralidad en las áreas rurales (Mikkelsen, 2020), y zonas históricamente desvalorizadas y marginales en el desarrollo económico (Cepparo, 2013). Este es el caso de la meseta central de Chubut, un área de tierras secas, caracterizada por la baja densidad poblacional, la dispersión geográfica de sus habitantes y la hostilidad de sus condiciones climáticas (Vázquez, 2021). La ganadería ovina ha sido una de las actividades socioeconómicas predominantes en la zona, pero atraviesa una crisis productiva de larga data, producto de transformaciones en el mercado de las lanas, cambios ambientales y merma de animales (Ejarque, 2021).

Pese a este contexto que se podría considerar adverso para la vida y la producción, se observa la persistencia de productores familiares. Esta persistencia posiblemente se relaciona con que la calidad de vida se construye a partir de diferentes dimensiones y cuestiones objetivas y subjetivas (Mikkelsen y Di Nucci, 2015). Actualmente, los estudios de este campo, además de evaluar el acceso a determinados bienes y servicios (dimensiones objetivas, como la vivienda, el agua, la electricidad, la educación, la salud y el trabajo), avanzaron en la identificación de significaciones que los actores le dan a cada una de las dimensiones incorporadas dentro de este concepto (Lucero et al., 2007). Proponemos abordar esta temática no solo desde una visión estructural y estática, sino también contemplando la subjetividad y las prácticas dinámicas de las familias. Para ello articulamos esta perspectiva con un enfoque sociológico que indaga los modos en que los actores desarrollan diversas estrategias de reproducción social (Bourdieu, 2011) para enfrentar las problemáticas emergentes en su entorno.

En esta investigación nos propusimos indagar las dimensiones de la calidad de vida en la Comarca de la Meseta Central de Chubut y los modos en que influyen en las estrategias de reproducción social de las familias vinculadas a la producción de ganadería ovina. Atendiendo a condicionantes antes mencionados, analizamos las formas de acceso y las características que asumen distintas dimensiones vinculadas al trabajo, salud, educación, conectividad, vivienda y servicios de las familias y las estrategias que despliegan considerando la participación de los integrantes del hogar.

En el abordaje trabajamos con diversas fuentes de información que permiten reconstruir tanto los componentes vinculados a la dimensión objetiva y como a la subjetiva de la calidad de vida: datos cuantitativos (Censo Nacional de Población, Hogar y Vivienda de 2010, Censo Nacional Agropecuario 2018, registros de SENASA y una encuesta no probabilística en 213 hogares de diversas localidades de la Comarca Meseta Central de Chubut realizada por el Equipo de estudios de mercado de trabajo agropecuario del Instituto de Investigaciones Gino Germani en 2016), documentos (noticias periodísticas, informes, legislaciones) y entrevistas semiestructuradas a productores, funcionarios y técnicos de organismos públicos realizadas en los últimos 10 años.

Apuntes sobre la meseta chubutense

La Comarca Meseta Central ha sido la zona históricamente menos poblada de la provincia de Chubut. Incluye una vasta área de la provincia que abarca desde el norte el Paralelo 42 y al sur la Ruta Nacional Nº 25, y el meridiano 71º a 66º de Latitud oeste; comprende áreas de los Departamentos Cushamen, Gastre, Languiñeo, Mártires, Paso de Indios y Telsen (Simón, 2007). Cuenta con dos municipios (Paso de Indios y Gualjaina), once comunas rurales (Aldea Epulef, Colan Conhue, Cushamen, Dique Florentino Ameghino, Gan, Gastre, Lagunita Salada, Las Plumas, Los Altares, Paso del Sapo y Telsen) y el resto de su población se distribuye en pequeños parajes y campos (Mapa 1).

Mapa 1: La Comarca Meseta Central y sus principales rutas

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Fuente: elaborado por Marisa Gonzalez con base en Google Maps y cartografía del Instituto Geográfico Nacional.

Según el Censo Nacional de Población, Hogar y Vivienda de 2010, cuenta con 5.680 habitantes (INDEC, 2022). Su población registra diversos orígenes: integrantes de pueblos originarios (mapuches y tehuelches), chilenos y, en menor medida, europeos (españoles y británicos) y de otros continentes, como los sirios-libaneses y árabes, vinculados inicialmente con actividades comerciales (Macchi, 2013). Entre 1960 y 2010, la población de la meseta ha disminuido en más de un tercio, principalmente en los Departamentos del norte-este (Telsen y Gastre). El momento de mayor decrecimiento poblacional se ubica entre las décadas de 1970 y 1990, motivado fundamentalmente por dos factores: el atractivo generado por las posibilidades laborales en los polos industriales de la provincia a partir de la promoción industrial (Hermosilla Rivera, 2013) y la mencionada retracción cuantitativa de la ganadería ovina, principal actividad económica de la zona (Ejarque, 2021). Además de la emigración de la zona que probablemente sea con destino urbano, se presentan movimientos rural-rural, desde los campos hacia los pequeños poblados de la zona. Localidades como Paso de Indios, Gastre, Gan, Telsen o Gualjaina, por mencionar algunas, aunque pudieron tener un retroceso en 1980, en los últimos tres censos incrementan su número de habitantes (Ejarque y Lamaisón, en prensa).

Trabajo y producción en las familias ganaderas: características y estrategias

En la Comarca Meseta Central, de acuerdo con los datos del Censo Nacional Agropecuario 2018, se encuentran 518 explotaciones ganaderas ovinas con 586.513 cabezas de ganado. Según los datos del SENASA del mismo año, en la zona 77% de los animales se encuentran en manos de productores familiares.

En la meseta habitan muchas familias productoras, cuyos ingresos suelen complementarse con la cría de ganado caprino, invernáculos al interior de la unidad productiva y el trabajo extrapredial vía asalarización de algunos de los miembros del hogar en el sector u otras actividades (Berenguer, 2004; Ejarque y Lamaisón, en prensa).

La organización del trabajo en estas familias adquiere ciertas particularidades por tratarse de unidades domésticas y productivas. Considerando que las relaciones sociales de género permean el mundo del trabajo, y pese a las dificultades que tiene la distinción entre trabajo productivo y trabajo doméstico y de cuidado (Rodríguez Enríquez, 2015) en este tipo de familias, se observa a su interior una división del trabajo, donde las tareas denominadas productivas suelen ser asignadas y reconocidas a los varones, mientras que a las mujeres les son reservadas las tareas domésticas y de cuidado, siendo percibido el trabajo productivo femenino como “ayuda familiar”, de la mano del trabajo de niños y jóvenes. Así se observa en una encuesta a hogares realizada en el año 2016. Esta permite identificar que los trabajos domésticos como limpiar la casa, lavar y planchar la ropa, y el cuidado de niños, ancianos y enfermos recaen mayoritariamente sobre las mujeres (Ejarque y Lamaisón, en prensa). Mientras que son mayoritariamente los varones quienes dirigen y toman las decisiones sobre la actividad ganadera (sobre qué y cómo producir; cómo y dónde comercializar los productos); cuidan los animales durante el año y realizan la esquila. Asimismo, los varones toman las decisiones sobre contratación de trabajadores y organización, administración y gestión de comparsas de esquiladores. Sin embargo, esta actividad no es realizada en todos los campos, coincide con las características de la producción familiar donde predomina el uso de trabajo familiar y es poco habitual la incorporación de trabajo asalariado. Esta misma tendencia se observa para el acondicionamiento y clasificación de la lana, ya que algunas familias comercializan la lana sin previa clasificación. Finalmente, encontramos la realización de hilado de lana y elaboración de textiles o artesanías donde, nuevamente, son las mujeres las principales responsables de esta actividad.

Como vemos, predomina el trabajo familiar y la distribución de tareas o la asignación de roles de acuerdo con el género de sus miembros. Si bien esta organización del trabajo es la “esperada”, en la cotidianeidad, por la dinámica propia de cada familia, estos roles y tareas no siempre se encuentran diferenciadas tangencialmente e incluso pueden superponerse. Se agregan diferencias y variaciones, más o menos explícitas, que remiten al momento del ciclo familiar en el que se encuentran y a la composición de las familias (cantidad de miembros, edad, género, entre otras). La advertencia aquí es que, si bien los varones aparecen en primera plana, como principales realizadores de los trabajos productivos, estos también suelen ser realizadas por las mujeres, niños y jóvenes, solo que quedan invisibilizados bajo la figura de “ayuda familiar”. En palabras de dos hermanas de 30 años aproximadamente:

Entrevistada: Nosotras somos hermanas. Nos criamo’ en el campo con mi papá… ahora mi papá se quedó él y mi mamá en el campo… en zona de Cerro Negro. Y… bueno… hasta hace poco teníamos chiva y ahora quedaron ovejas nomás… Y bueno, así nosotras también aprendimo’… como nos criamo’ en el campo, aprendimos a esquilar, esquilar chiva, esquilar oveja. Eh…

Entrevistadora: ¿Y me decías que tus papás siguen en el campo?

Entrevistada: Sí, ellos sí.

Entrevistadora: ¿Y ustedes viven acá en el pueblo?

Entrevistada: Sí, porque ya desde que mi nene arrancó la escuela… me tuve que quedar acá.

Entrevistadora: Claro. ¿Y tienen otro trabajo acá? O sea, ¿además del campo trabajan acá?

Entrevistada: Sí. Bueno… yo ahora con mi papá pusimos un mercadito asi que… porque estaba sin trabajo. Así que ahí voy a arrancar… y ella de niñera (en referencia a su hermana que cuida a los hijos de ambas)… Porque somos cuatro mujeres. Y dos hay en… una en Madryn, la otra en Trelew y nosotras quedamos acá en el pueblo. (Productoras, Paso de Indios, 2016)

Asimismo, debido a la crisis productiva que atraviesa la ganadería ovina se observa un deterioro de las posibilidades de trabajo en la actividad. De ese modo, se generan diferentes trayectorias ocupacionales al interior de las familias que, pueden continuar o no, vinculadas a la actividad agropecuaria. Según Ejarque y Lamaisón (en prensa), en la mencionada encuesta de 2016, del total de los ocupados que residen en los poblados de la meseta, la tercera parte tuvo, durante el último año, por lo menos una ocupación en actividades agropecuarias. Mientras que los demás tuvieron ocupaciones no agropecuarias vinculadas a la provisión de servicios para los pobladores de la zona.

Los ocupados agropecuarios son mayormente hombres, solteros o en pareja, de bajo nivel educativo y escaso nivel de cobertura privada de salud (1 de cada 6 asistió hasta escuela primaria y no posee cobertura). En su mayoría son patrones o cuentapropistas, lo cual es consistente con la estructura agraria de la zona. Los ocupados suelen seguir trabajando luego de la edad jubilatoria (casi un 50% tiene más de 50 años y el 20% supera los 65)[3] (Ejarque y Lamaisón, en prensa). Entre estos ocupados, el trabajo está fuertemente vinculado a la actividad ganadera ovina, ya sea como productor o como asalariados permanentes (peones rurales) y transitorios (changarín, jornalero o “por día”, esquiladores y otros puestos vinculados a la zafra lanera) (Imagen 1).

Imagen 1: Trabajadores apartando ovejas, Gastre-Chubut 2020

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Créditos: Guadalupe Lamaisón.

Sin embargo, también se observa la migración como producto de esta menor ocupación rural. Según la encuesta antes mencionada, la mayor parte de los ocupados de la meseta no nació en la localidad donde reside actualmente sino que proviene mayoritariamente de zonas rurales dispersas, particularidad que se acentúa entre los trabajadores que realizan tareas en el campo.

Otra situación que sucede en la meseta es que al interior del grupo familiar se producen movilidades alternadas, según qué integrante consiga trabajo por fuera de la explotación familiar o de acuerdo con los ciclos familiares. Esto puede implicar, en algunos casos, el desmembramiento familiar. En algunas ocasiones, en un mismo predio una familia puede tener animales correspondientes a distintos miembros del hogar, en estos casos es posible identificar que entre hijos o hermanos se turnen para ocuparse de todo el predio. Aquel miembro que persiste en el campo se encarga del cuidado de los animales de toda la familia, mientras que los demás parten en búsqueda de trabajo en zonas aledañas, otros pueblos y/o ciudades más alejadas.

Entrevistado 1: Lo que yo noto mucho es que del núcleo familiar normalmente, los mayores son los que están en el campo, permanecen en el campo y los jóvenes… eh… van y vienen. Vos vas hoy y te encontrás con Don Catalino, Inés y Abel. Y vas mañana y no está Abel, está el otro hijo y Abel está haciendo otro trabajo en la estancia o…

Entrevistada 2: Se rotan los hijos por temporada. (Técnicos, Trelew, 2010)

Si bien esto sucede, cabe recordar que la meseta es una comarca que progresivamente pierde población al tiempo que envejece. Entrevistas realizadas coinciden en que son los jóvenes los que suelen mudarse, principalmente para trabajar, y también para continuar sus estudios. Esta característica no es novedosa para la zona, en la cual desde hace décadas parte de su población se traslada hacia otros lugares en búsqueda de trabajo. En la actualidad, esta búsqueda se relaciona principalmente con actividades que parecieran ser más remunerativas y estables en cuanto al tiempo de ocupación (como la policía y otras fuerzas militares, el petróleo o la construcción, principalmente en obras viales).

Por ello, los pobladores sostienen que hoy en día es difícil que los jóvenes se queden en la región. En general parten impulsados por la ausencia de alternativas laborales. Migran de la meseta hacia otras localidades de la provincia u otras jurisdicciones, como bien lo expresaban en una entrevista algunos productores familiares.

Entrevistado 2: Acá había un montón de gente, pero la gente que le compraron el campo, todo’ esto’ hijos ante… los mandaron a todo’ a Trelew.

Entrevistado 1: Por eso no se hace el joven acá.

Entrevistado 2: Claro, porque el joven que se está haciendo alguno se va, se va. Y no queda como para recuperar…

Entrevistadora 1: ¿Y a qué se van los jóvenes?

Entrevistado 1: A trabajar…

Entrevistado 2: Aquel gaucho que se hace más campero se las toma para el sur que gana otra plata. Y el otro no, dispara para el pueblo. (Productores, Gan, 2014)

Las familias frente a una salud y educación deficitaria

La baja densidad de población y la ausencia de políticas probablemente explican el déficit en el acceso y calidad de los servicios de salud y educación que tienen las familias en la meseta central de Chubut. Si bien en las últimas décadas se identifican mejoras, el déficit no deja de ser problemático, especialmente en las zonas rurales dispersas.

Respecto al acceso a la salud, desde los inicios de este siglo se ha mejorado la situación, y en la actualidad la Comarca cuenta con 16 puestos sanitarios y siete hospitales rurales. Esto arroja una relación de un centro sanitario por cada 357 personas o cada 4623 km², lo que implica que las familias de las zonas rurales dispersas recorran grandes distancias para poder acceder a este servicio.

Además de la distancia, los establecimientos presentan otras dificultades. Por un lado, falta de personal, de infraestructura e incluso de insumos sanitarios para la atención en el lugar. Esto lleva al segundo punto. Dentro de la escala de clasificación de los servicios de salud, la zona cuenta como máximo con hospitales rurales, médicos e internación simple. Frente a situaciones complejas o que requieren la consulta de especialistas, las familias deben trasladarse a centros de mayor jerarquía fuera de la zona que distan a, estimativamente, más de 400 km, generalmente en caminos de tierra y con solo una ambulancia por zona. Asimismo, estos centros de salud dependen de coordinaciones que quedan fuera de la comarca, de modo que queda dividida en tres jurisdicciones vinculadas, según corresponda, a las localidades de Esquel, Trelew y Puerto Madryn. Por su parte, los puestos sanitarios están a cargo de agentes sanitarios y reciben visitas esporádicas de médicos y odontólogos desde los hospitales de los cuales dependen. A su vez, los agentes sanitarios acuden a las casas de las familias que se encuentran más alejadas y de difícil acceso atendiendo aspectos vinculados a la salud y vida cotidiana de la población. Un agente comentaba:

Cada 45 o 60 días… recorríamos las casas. Entonces yo tenía, todo lo que era Gorro Frigio me llevaba… y tenía más o menos 300 kilómetros globales para recorrer. Entonces yo tenía en esta época por ejemplo me llevaba entre 10/12 días recorrer toda la zona. Ya en el invierno me llevaba hasta 20/25 días, porque los días ya son más cortos… es toda área rural entonces cada casa capaz que había 10/20 kilómetros de una a la otra y capaz que muchas veces más, ¡y todo a caballo! O sea hay que cortar campo atravieso. (Agente sanitario, Lagunita Salada, 2020)

Respecto a la educación, la región cuenta con 31 escuelas, 24 establecimientos correspondientes al nivel primario y siete secundarios[4]. Nuevamente, aunque la relación entre cantidad de habitantes y cantidad de establecimientos educativos no pareciera ser inadecuada, la cobertura geográfica que los establecimientos educativos deben cubrir es muy amplia y los alumnos deben recorrer amplias distancias[5]. Asimismo, muchos de estos establecimientos tienen, además de la modalidad simple, residencias para estudiantes que no viven en los poblados. En esos casos, el funcionamiento varía según la escuela: algunas permiten que regresen a sus hogares todos los fines de semana, otras cada 15 días; algunas cuentan con transporte para trasladar a los jóvenes a sus hogares mientras que en otras el traslado está a cargo de las familias —se registran situaciones donde los padres llevan a sus hijos a caballo—. De este modo, se presentan dificultades generales para el acceso a la educación, con excepción de las familias que residen en los poblados donde se ubican las escuelas.

Las familias identifican otras dificultades ligadas a la educación. En primer lugar, mencionan la movilidad y cambio de residencia de los campos hacia las localidades motivada por el cierre de las escuelas con residencia y la necesidad de garantizar el acceso a la educación de sus hijos. Inclusive algunos productores ganaderos lo plantean como un obstáculo para conseguir mano de obra, ya que trasladarse a los poblados implicaría el desmembramiento familiar. Aunque esto también es parte de un círculo vicioso, porque se considera que muchas de estas escuelas han tenido que cerrar por la baja matrícula ante el despoblamiento de los campos.

El tipo vive en el campo hasta que los chiquitos tienen cinco años, que va al jardín. Ahí tenés que ir a vivir al pueblo. Porque… va a mandar a los chicos a la escuela. (Productor, Esquel, 2011)

En segundo lugar, las familias consideran que la calidad educativa brindada por las escuelas locales es inferior a la que se brinda en las ciudades intermedias de la provincia.

En Colan Conhué había una escuelita que todavía estaban las paredes de adobe, y había para siete u ocho alumnos nomás. Mire cómo sería mi… no sé si la yeta mía, qué le puedo decir, que a mí me llevaron a la escuela, y el director que había nunca me enseñó ni a agarrar el lápiz. ¿Sabés lo que le hacían a nosotros? Buscar piches. A buscar leña y buscar piches, todos los días. (Productor, Colan Conhué, 2014)

La formación que reciben los jóvenes en el secundario también se liga al ausentismo de los profesores motivado por las dificultades que tienen para trasladarse, situación que afecta la continuidad pedagógica. Debido a la baja matrícula de estudiantes, los docentes suelen ser itinerantes, es decir que viajan desde fuera de la región y concurren a los establecimientos con diversa regularidad, semanal o mensualmente. Estos aspectos motivan a que algunas familias decidan recurrir a escuelas ubicadas fuera de la zona, en los núcleos urbanos cercanos a la cordillera o en la costa, dependiendo del lugar de residencia de las familias. Esto es más frecuente entre quienes aspiran a que sus hijos continúen una educación terciaria, ya que según afirmaron algunos entrevistados, si van a los establecimientos de la comarca, su educación no será tan buena por lo que no lograrán ingresar a las universidades que desean o “fracasarán” por no poder cumplir con los requisitos mínimos. Asimismo, continuar con este tipo de formación requiere que la familia cuente con recursos suficientes para que los jóvenes residan en otros lugares de la provincia o incluso fuera de esta, ya que la comarca no cuenta con establecimientos terciarios y/o universitarios.

Las familias van optando por distintas estrategias educativas, las cuales entrecruzan posibilidades, de acuerdo con los recursos y con los gustos de los jóvenes. La mamá de una joven comenta lo siguiente:

Entrevistada: Hizo hasta tercero. Cuarto no pudo porque no había… era la única que había pasado a cuarto entonces no dieron docente para un solo alumno, así que se tuvo que ir… A Playa Unión, a la residencia. Hay una residencia, que ahí ella puede estar de lunes a viernes y tiene la escuela ahí pegadita. Y ahí está. Ahora este año hace sexto y termina… Se va a la casa de su tutora a Trelew. Ahí se queda sábado y domingo, después el lunes vuelve de vuelta y así.
Entrevistadora: ¿Y por qué eligieron esa escuela ahí en Playa Unión?
Entrevistada: Porque si no le ofrecían acá en Blancuntre y Chacay y no le gustaba, no quería ir acá. Y dijo que iba a probar en Playa, y le gustó allá y se quedó allá… Porque igual tiene los familiares allá cerca. Mis hermanos viven allá y mi mamá. Entonces era mejor para ella. (Productores, El Escorial, 2020)

La búsqueda de conectividad: acceso al transporte y medios de comunicación

Las dificultades de accesibilidad tienen su base en las extensas distancias de la región y en la desigual distribución de los caminos. La meseta central de Chubut cuenta únicamente con una ruta pavimentada —Ruta Nacional Nº 25— que la atraviesa de este a oeste en su extremo sur (ver Mapa 1 ubicado más arriba). En efecto, esta es la que permite conectar dos de los centros poblacionales más importantes: en la zona cordillerana Esquel y en la costera, Rawson y Trelew. Existe otra ruta que sigue el mismo sentido en la zona norte —Ruta Provincial Nº 4— pero no se encuentra pavimentada y su mantenimiento resulta insuficiente para la circulación en cualquier momento del año, en especial en épocas invernales de lluvias y nevadas. El resto de su superficie cuenta con rutas provinciales y nacionales de menor jerarquía, algunas de tipo huella que solamente son transitables en gran parte del año con vehículos de doble tracción.

Asimismo, el acceso a medios de transporte público y de comunicación es problemático. Algunos poblados cuentan con servicio de transporte interurbano, que los conecta con los principales centros urbanos de la provincia: Trelew-Rawson en la costa o Esquel en la cordillera. La movilidad al interior de la comarca mediante este tipo de transporte no es sencilla ni económica, ya que necesariamente deben hacer conexiones en las ciudades antes mencionadas, y esto representa un problema para las familias.

A su vez, la frecuencia del servicio varía de acuerdo con la localidad, en algunos casos el arribo es diario y en otros, semanal. Esto implica que los pobladores a veces deben ir y volver en el día o quedarse una semana en otra localidad aguardando el transporte de regreso.

Frente a este escenario, las familias despliegan estrategias que les permiten suplir el déficit de transporte: acuerdan entre vecinos para compartir un taxi, aunque el costo se presenta como una barrera; realizan “dedo” (modo de viajar solicitando traslado a los vehículos que se encuentran transitando); o se comunican con quienes van hacia los pueblos.

Nosotros del acceso a la ruta tenemos para llegar 37 km y de ahí tenemos… 33, creo hasta el Mirasol, ahí tenemos 70. Y al Escorial tenemos… 100, 80 o 100 (…)
Entrevistadora: ¿No pasa colectivo por ahí o por algún lugar más cerca?
Entrevistado: No, por eso los 37 km que hacemos para esperar el colectivo, pero los viernes nada más, que va la línea de acá a Yala, y vuelve a la tarde. Pero después tenemos que esperar al otro viernes. Si queremos venir a Trelew, acá, tenemos que esperar el viernes. (Productor, Sierra Rosada, 2014)

Estas dificultades de transporte interurbano no son recientes, e inclusive algunos mencionan que han mejorado con los años.

Así que… en ese tiempo no había donde podía sacar, dónde lo llevaban ¿viste? no había, no había un medio de transporte, ¿viste? no había nada. Porque acá, si vos ibas a Colan Conhué, había, lo único que estaba era el destacamento de la policía y el juzgado y nada más, y había que llamar por radio a Esquel si algún, por casualidad mandaban a alguno, que tenía que venirse, ¿a dónde venía? De Gan. Para buscar una persona y llevar, porque había un solo jeep… No había nada. Había colectivos, no te digo yo cuándo tuve conocimiento, pasaba un colectivo acá cada diez días, que era un colectivito chico que pasaba aquí a Trelew, y volvía a la semana para irse de vuelta. Y no había nada. (Productor, Colan Conhué, 2014)

En un contexto de avance tecnológico en términos globales, el déficit de servicios generados en parte por la escasa accesibilidad de la región podría suplirse mediante el desarrollo de medios de comunicación. La ausencia de datos recientes dificulta su estimación: de acuerdo con los datos del Censo 2010, respecto del acceso a la telefonía fija ninguno de los Departamentos supera el 30% de los hogares, y en relación con el celular la situación más crítica se encuentra en el Departamento de Mártires, dado que menos del 20% de los hogares tiene acceso, mientras que en Gastre, Languiñeo y Telsen no superan el 50%. Aún hoy en algunas localidades es frecuente que no posean señal de celular, que esté disponible el servicio solo de alguna de las compañías de telefonía móvil o que funcione con mucha intermitencia. En las zonas de campo, el acceso a este servicio es aún más restringido y algunos residentes hacen hincapié en que es uno de los factores que desalienta la permanencia de los jóvenes en la región.

Entrevistada: Son campos que quedan lejos, por ahí algunos sí están muy bien acondicionados y otros no. Los jóvenes ya…
Entrevistadora: No quieren ir.
Entrevistada: No quieren ir. No hay señal de celular, ¿viste? El celular es un condicionamiento muy grande para ir la gente al campo, ¿viste? Sí, sí. Te digo que es una necesidad, viste, tener señal. Porque, para… te evita de viajes, hay un accidentado, hay una enfermedad. Yo creo que todos buscamos. Pero bueno, las compañías… No piensan lo mismo. Así que… pero es un limitante a que vaya gente nueva, joven, al campo, ¿viste? En general, las ciudades son mucho más atrayentes. Una pena. (Productora, Esquel, 2013)

El acceso a internet también es limitado. En general, las dependencias públicas (de organismos, sedes de los gobiernos comunales, salones de usos múltiples, escuelas y hospitales) cuentan con este servicio, así como algunas estaciones de servicio u alojamientos. Estos lugares se transforman en un punto de encuentro para los jóvenes, los cuales se reúnen los momentos donde hay servicio para acceder a redes sociales. En los últimos años, este servicio se está expandiendo y algunos poblados ya cuentan con proveedores de internet privados.

Entrevistada: yo soy la que… la que tengo, lo de Internet, acá en Paso del Sapo, ¿viste?… tengo un equipo allá en la usina y yo proveo a los… a los que tienen… Somos 33.
Entrevistadora: ¿Cómo funciona Internet? O sea… ustedes tienen una antena…
Entrevistada: Satelital. Es una antena grande y otra… otro aparato que ponen arriba, en la torre, allá arriba de la usina y entonces… nosotros tenemos un satélite de Canadá, que nos manda la señal, a su vez yo tengo un proveedor, que es el que se encarga de negociar con los otros… entonces él, por ejemplo, de donde está en Trelew, puede ver el equipo, acá arriba y yo también porque lo tengo en la computadora. (Productores, Paso del Sapo, 2018)

Sin embargo, y especialmente en los campos, las familias continúan utilizando para comunicarse la radio AM y a través del “mensaje al poblador”: una emisión radial que 6 veces al día en horarios fijos transmite mensajes con encargos y avisos de las familias de la meseta en diálogo con quienes viven en la costa y la cordillera.

Acá en el pueblo se hace una vez por año la feria del vellón. Entonces… se… se… se hace por radio un mensaje y tal día se hace tal feria del vellón… y bueno, el que quiere, la que quiere viene y se acerca y compra el vellón que… que elige, ¿viste? (Productora, Cushamen, 2018)

Estas dificultades de conectividad se ponen en evidencia cuando las familias deben trasladarse para acceder a servicios. Por ejemplo, para la realización de trámites, porque los juzgados de paz, servicios bancarios[6] o dependencias de organismos públicos técnicos se encuentran en las localidades de mayor tamaño de la región, y en vastas superficies no hay acceso a ninguna de ellas.

Vivienda y acceso a servicios públicos

En cuanto a las condiciones de vivienda y acceso a servicios públicos, observamos un claro contraste entre las familias que residen en zonas rurales dispersas y aquellas que viven en los poblados. Si bien el nivel de acceso al agua y electricidad en las comunas rurales y municipios se encuentra cercano a la cobertura total de los hogares, estos servicios son casi inexistentes en los campos. Este es otro de los motivos por los cuales se produce el crecimiento poblacional de las localidades y el despoblamiento de los campos.

En los campos, las viviendas suelen ser de adobe y piso de tierra, el baño en muchos casos se ubica fuera de la vivienda y no se dispone de agua potable y electricidad.

Imagen 2: Vivienda en el campo. El Escorial-Chubut, 2020

4. Lamaison y Ejarque Imagen 2

Créditos: Guadalupe Lamaisón.

El agua suele ser de vertiente o de río y dispuesta lejos de las casas, por lo que es habitual su acarreo. Algo similar sucede con el combustible necesario para la calefacción y cocción de los alimentos, que es principalmente a leña. Esta es acumulada en los primeros meses del otoño con la intención de proveerse para todo el invierno, cuando, debido a las condiciones climáticas, algunas familias quedan aisladas. El costo y la logística del traslado también suele ser problemático, ya que la mayoría de la leña proviene de fuera de la meseta, dada la escasez en los predios. Frente a la ausencia o la insuficiencia en los predios, las familias reciben algo de leña por parte de los municipios, reemplazan el combustible por gas envasado (con el mayor costo que esto implica) y, en algunos casos, recurren a compras conjuntas mediante asociaciones de productores de la zona.

Tenemos gente en Cerro Bayo… ellos compraron 2000 kilos de leña, que es una persona grande, un viejito de 80 y pico… Y vive arriba de un cerro que no sube ningún camión, no pueden llegar a la casa de él. Y ahora se le complica para llevarle la leña… de acá llevársela para allá… tenemos que pagar por intermedio de la comuna… (Productores, El Escorial, 2020)

Asimismo, para acceder a la luz eléctrica, algunas familias en los campos suelen disponer de grupos electrógenos que proveen de luz durante algunas horas al día. Hace algunos años, desde el Estado se implementó un programa de molinos eólicos para proveer de energía a los hogares ubicados en zonas rurales, con el tiempo la mayoría dejaron de funcionar por problemas de mantenimiento. Recientemente, se incrementó la instalación de pantallas solares, que representan menor costo de mantenimiento y proveen luz la mayor parte del día.

Entrevistada: La pantalla, esta que puse para la luz, hacen… dos años. Antes teníamos un grupo electrógeno.

Entrevistadora: Y ya con la pantalla les alcanza para todo el día la luz.

Entrevistada: Sí, sí. Más gasto. Con lo que está el combustible ahora, la pantalla nos salva mucho.

Entrevistadora: Conviene tener la pantalla entonces.

Entrevistada: Sí, sí, sí. Porque uno hizo un gasto una sola vez y te olvidas. (Productora, Lagunita Salada, 2020)

En los poblados, las viviendas y el acceso a servicios se modifican notoriamente. Las casas suelen ser de ladrillo y en menor medida de adobe, revestidas en su exterior. En los techos predomina el uso de chapa de metal y membrana, mientras que los pisos son de cerámica, baldosa o mosaico. Cabe mencionar que buena parte de las casas fueron construidas en el marco de planes de vivienda públicos. El pavimento o el gas de red están ausentes en cuatro de cada cinco de los hogares, según la encuesta del año 2016. Frente a esta situación, la mayoría de la población se abastece con gas de garrafa, de tubo o leña. En algunas zonas, este consumo es alternado según la disponibilidad, el costo de cada uno, la estación del año o la función principal que deban cubrir, sea para cocinar o calefaccionarse. En ciertos momentos del año y lugares, de acuerdo con los recursos de los municipios y comunas o decisiones políticas, los pobladores cuentan con subsidios y ayudas para solventar los gastos de combustible, que comparativamente son más onerosos que el gas de red.

Imagen 3: Vivienda en el pueblo. Cushamen, 2018

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Créditos: Guadalupe Lamaisón.

A modo de cierre

La Comarca de la Meseta Central de Chubut es una región que presenta déficits en el acceso al trabajo, a la salud, a la educación, a la conectividad, a la vivienda y a varios servicios fundamentales para la población, especialmente en la zona rural dispersa, en los campos. La situación crítica de la ganadería ovina, su falta de capacidad como empleadora de mano de obra y para generar ingresos suficientes para todo el grupo familiar, se combina con la ausencia de otras oportunidades laborales y de condiciones de vida deseadas en los campos, con comunicaciones limitadas, con la necesidad de trasladarse para acceder a formación terciaria o universitaria e inclusive, en algunos casos, secundaria. Esto suele producir las movilidades alternadas de las familias, acompañada en algunos casos del desmembramiento del núcleo familiar y/o la redistribución de tareas de los miembros del hogar. En las familias productoras, si bien predomina una asignación genérica de roles, se observan variaciones en sus estrategias, de acuerdo con el ciclo familiar y la composición de las familias según la cantidad de miembros, edades y género.

Así, muchas veces, las familias no tienen intención de dejar su lugar de origen, sino que se ven forzadas a buscar otros medios de sustento y una mejor calidad de vida fuera de sus hogares. En otros casos, frente a este escenario crítico, las familias despliegan diversas estrategias que contribuyen a su subsistencia y permanencia en el lugar. Entre ellas, podemos mencionar las compras o traslados conjuntos, las migraciones temporarias de distintos miembros del hogar y los mensajes y pedidos radiales a quienes se trasladan o a familiares que se encuentran en otras áreas con mayores posibilidades. También debemos mencionar los avances que se han realizado en infraestructura y servicios en las últimas décadas, como obras de agua, escuelas y puntos digitales.

El caso de la meseta chubutense, analizado desde un plano estructural y a la vez dinámico mediante las estrategias de reproducción social, muestra la tensión que generan en el arraigo y desarraigo de la población. Los déficits en el acceso a bienes y servicios, que contribuyen a la calidad de vida, no explican, en su totalidad, procesos como la migración y el despoblamiento de las zonas rurales. En estos procesos también intervienen las propias interpretaciones y estrategias subjetivas de los actores. En este trabajo mostramos cómo inclusive en áreas deficitarias, como la meseta, las familias persisten mediante el despliegue de diversas estrategias de reproducción social para poder quedarse en estos lugares.

Referencias

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  1. Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG), Universidad de Buenos Aires – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. guadalupelamaison@gmail.com. La escritura de este capítulo se enmarca en las investigaciones que lleva a cabo la doctoranda sobre el trabajo de las mujeres en la meseta patagónica.
  2. Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Patagonia, Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
  3. En zonas donde los trabajadores agropecuarios están principalmente ocupados en actividades de cosecha, la edad promedio es menor.
  4. En los mismos establecimientos pueden funcionar Unidades Educativas Multinivel.
  5. Esta situación se detecta históricamente y fue destacada ya por Torrecilla en 1985.
  6. Solo Paso de Indios cuenta con una sucursal bancaria, mientras que en otras localidades a lo sumo se cuenta con cajeros automáticos denominados “dispenser” que básicamente permiten realizar cobros, ya que no tienen habilitados los servicios que requieren depósitos de efectivo. También existen cajeros itinerantes que van recorriendo los poblados con distinta asiduidad.


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