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1 Habitar y producir en el Área Natural Protegida El Tromen (Neuquén)

Sofía Lammel[1], Mercedes Ejarque[2], Graciela Preda[3]
y Florencia Pasetto[4]

Introducción

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, sus siglas en inglés), las Áreas Naturales Protegidas (ANP) son aquellas que, mediante marcos legales e instrumentos de gestión, se destinan a la protección y mantenimiento de la diversidad biológica y de los elementos culturales a ella asociada (Borrini-Feyerabend, Kothari y Oviedo, 2004). Actualmente abarcan casi el 15 % de la superficie terrestre del planeta (UNEP-WCMC y UICN, 2016).

En Argentina, hay 533 áreas protegidas (AP) que comprenden 40.185.345 hectáreas (ha) (14,45 %) del territorio nacional, incluyendo las que están a cargo de la Administración de Parques Nacionales y aquellas que las provincias reconocen ya sea porque están bajo su administración, pertenecen a municipios, tienen designación internacional o están en manos de privados (Sistema Federal de Áreas Protegidas, 2022). La Patagonia (que incluye las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego) fue la región donde se establecieron las primeras AP en el país a inicios del siglo XX, concentra el 23 % de ellas y una gran proporción (39 %) de la superficie (SIFAP, 2021).

En la provincia del Neuquén existen 18 AP (4 de jurisdicción nacional y 11 de carácter provincial) que abarcan una superficie de 1.106.105 ha, lo que representa un 11 % del total provincial (SIFAP, 2021). Una de ellas es el área de esta investigación, el Parque Provincial El Tromen, que se localiza en el norte de la provincia.

En el marco de un convenio entre el INTA IPAF-Región Patagonia y la Dirección Provincial de Áreas Naturales Protegidas de Neuquén (DPANP), esta investigación[5] se propuso caracterizar la producción familiar en el ANP El Tromen, reconstruir las trayectorias de las familias crianceras[6] que veranan en dicha área y describir las condiciones del hábitat tanto en las invernadas como en las veranadas.

La estrategia metodológica se basó fundamentalmente en la realización de entrevistas semiestructuradas, ya que posibilita la preparación anticipada de una guía de pautas y preguntas abiertas que permiten generar información en profundidad (Schwartz y Jacobs, 1984). Se buscó recuperar las historias de vida a través del testimonio de la primera persona que experimenta y significa sus prácticas para reconstruir sus trayectorias (Sautu, 1999; Sampieri, Collado y Baptista Lucio, 2010). Entre los años 2018 y 2019 se realizaron 15 entrevistas en los puestos de veranada e invernada a diferentes miembros de la familia allí presentes, donde se abordaron distintas temáticas: historia de la ocupación en el área, trayectoria familiar, tierra (cantidad, forma de tenencia), tipo y características de la producción ganadera y agrícola, trashumancia, reconocimiento y uso de flora y fauna silvestre, migración, composición del hogar, otros ingresos y actividades económicas, servicios e infraestructura de las viviendas, salud y educación en invernada y veranada. Estas fueron grabadas y tuvieron una duración aproximada de 2 horas. Asimismo, se utilizó información proveniente de documentos oficiales (legislación, planes de manejos, informes y relevamientos técnicos, entre otros), imágenes satelitales y entrevistas a informantes clave (guardaparques y técnicos de la DPANP) realizadas en el año 2019.

Caracterización del ANP El Tromen

El ANP el Tromen está situada a 38 km al noreste de la ciudad de Chos Malal, principalmente en el Departamento homónimo y un pequeño sector al oeste en Pehuenches, y se accede transitando por la Ruta Nacional 40 y las Provinciales 2 y 37 (Mapa 1). Posee una superficie de 30.000 ha, a lo largo de los 1.600 metros sobre el nivel del mar. El parque tiene diversas fuentes de agua, incluye un volcán homónimo y el cerro Huaille. La Laguna Tromen y el bañado Los Barros son los humedales más importantes, con gran diversidad de aves (Vázquez, 2015). Del bañado se desprende el río Chapúa, del cual se abastecen de agua los crianceros que veranan en el parque. El clima es frío (13° de temperatura media), con amplitud térmica anual y diaria, y precipitaciones de alrededor de 350 milímetros anuales. La vegetación es de tipo arbustiva y herbácea, destacándose el colimamil (Adesmia pinnfolia), un arbusto que conforma pequeños bosques y que puede alcanzar los dos metros de altura. En cuanto a la fauna encontramos el puma (Puma concolor), el zorro gris (Pseudalopex griseus), el tuco tuco (Ctenomys mendocinus), el cuis (Microcavia australis) y la lagartija del Tromen (Liolaemus punmahuida) (Vázquez, 2015).

Mapa 1: Ubicación Área Natural Protegida El Tromen, Neuquén, Argentina

Fuente: elaborado por Marisa Gonzalez con base en Bing Aerial, límites georreferenciados de Dirección Provincial de Áreas Naturales Protegidas (DPANP) y mapa del Instituto Geográfico Militar.

El Parque fue creado por Decreto N° 1.954 del 15 de octubre de 1971, con categoría II de la IUCN, que implica que es un área manejada principalmente para la conservación de ecosistemas y con fines de recreación. Las tareas de conservación y manejo están a cargo de dos guardaparques que durante el verano se asientan en el refugio del Cerro Huaille y en invierno disponen de una oficina en la localidad más cercana, Chos Malal.

Parte del área fue reconocida como sitio RAMSAR[7] en el año 2006 (N° 1626), por ser el único en el que habita la lagartija del Tromen y por la importante función de sus humedales para la reproducción y supervivencia de aves migratorias. El mismo año también fue declarado como sitio AICA[8], buscando proteger especialmente tres especies que según su categorización se encuentran amenazadas a nivel mundial: el flamenco austral (Phoenicopterus chilensis), el cóndor andino (Vultur gryphus) y el pato de anteojos (Speculanas specularis) (Vázquez, 2015); así como también 15 especies endémicas de Patagonia y 10 de los Andes Australes (Di Giacomo, Coconier y Veiga, 2007). Esta declaración ha sido una de las impulsoras del desarrollo del aviturismo en el área. De esta forma, además de la conservación, en el ANP El Tromen se realizan actividades recreativas (el turismo se concentra en el verano ligado al avistaje de aves, el trekking y el montañismo) y productivas, siendo la actividad ganadera una de las más importantes.

Trayectorias, producción y organización del trabajo de las familias crianceras del Tromen

El ANP El Tromen es lugar de veranada de 30 familias crianceras, que componen hogares pequeños (hay hombres que viven solos, matrimonios, algunos hijos con padres mayores y unas pocas familias nucleares y extensas) y cuyos jefes tienen 59 años en promedio. Se distribuyen en diferentes zonas: siete en Los Barros y Arroyo Chapúa, cuatro en el Cerro Huaille, seis en Laguna Tromen, cuatro en el Paraje Los Ranchos y nueve en el Paraje Arroyo Blanco.

Las familias realizan la trashumancia, un movimiento cíclico y funcional, cuya periodicidad está regulada por el ritmo de las estaciones, el relieve, el clima y la receptividad de los campos. En esta práctica se destacan dos momentos de asentamiento: la invernada en campos bajos y la veranada en campos altos (Bendini, Tsakoumagkos y Nogués, 2005). En el caso de las familias crianceras que producen en El Tromen parten hacia la veranada en noviembre-diciembre y retornan en marzo-abril a los puestos de invernada que se ubican fuera del ANP. Se trata de una “trashumancia corta” ya que la distancia que media entre ambos campos no es extensa en comparación a otras áreas del norte neuquino: generalmente no dura más que medio día, presentándose dos casos extremos donde los arreos duran entre 1 ½ día y 4 días. El traslado de un campo a otro se realiza a caballo, aunque en algunos casos se trasladan en camioneta, lo cual reduce las horas del arreo.

La trayectoria de estas familias en el lugar se remonta al período previo a la conformación del área, existiendo continuidad en la ocupación y producción de los mismos campos que sus antepasados (bisabuelos, abuelos, padres y/o tíos), como se desprende de los siguientes fragmentos de entrevistas:

Hace 28 años que estamos acá. Me habían dicho que era propiedad, pero yo dije: “propiedad no puede ser, eso es de parques”. Ya no nos sacaron ya, vamos a vivir ahí hasta que Dios quiera llevarnos. (Criancero, Arroyo Blanco, 2018)

Eso tiene más de cien años […] Mi abuela veranaba ahí, después quedó mi viejo, y después quedamos nosotros. (Criancero, Los Barros, 2018)

Somos crianceros y hemos de morir acá en la tierra. (Criancero, Arroyo Blanco, 2018)

Desde el relato de los crianceros se evidencia la larga trayectoria familiar (“de toda la vida”) tanto en la ocupación de los campos, donde muchos han nacido y se han criado, como en la dedicación a la cría de animales. Características que los definen como agentes sociales profundamente enraizados en su territorio y que hacen de la tierra un espacio de vida y de trabajo (Wanderley, 2010).

Los agentes se valen de la experiencia acumulada en su trayectoria productiva para idear formas de afrontar los problemas, el habitus produce prácticas “conforme a los principios engendrados por la historia” (Bourdieu, 1991, p. 94). En el caso de estudio, todos los miembros de las familias tienen el conocimiento acerca de las tareas vinculadas a la cría del ganado a partir de la transmisión del saber acumulado de generación en generación.

Bueno, yo soy criado y nacido acá, tanto como acá y en la invernada […] Y sí, cuando ya crecimos, ya de chicos, trabajar toda una vida con los animales. (Criancero, Arroyo Blanco, 2018)

Toda la vida, desde que vine a este mundo, fui capaz de atarme los pantalones como quien dice, lo único que hice fue andar a caballo y criar animales. (Criancero, Paraje Cajón de la cabra, 2018)

En este sentido, se analizan las relaciones que las familias crianceras establecen con los medios de producción que disponen y con la naturaleza, como recurso fundamental que orienta sus prácticas productivas (Meillassoux, 1987).

Habitualmente, se inician en la actividad a partir de los primeros animales recibidos por herencia familiar. Todos poseen ganado mixto con un rodeo promedio por unidad doméstica de 260 cabras, 57 ovejas, 13 vacas y 13 caballos. Estos últimos se utilizan como medio de transporte personal y para el arreo. También tienen gallinas y/o pavos para autoconsumo y mulas para el acarreo de víveres y herramientas (Imagen 1).

Imagen 1: Puesto y animales en veranada, Arroyo Blanco, 2019

Crédito: Sofía Lammel.

Si bien en varios relatos se menciona la dedicación a la agricultura en el pasado (trigo, maíz, habas, arvejas, entre otros), en la actualidad únicamente desarrollan la horticultura para autoconsumo —y no en todos los casos—, siendo los cultivos más comunes acelga, ajo, papa, perejil, tomate, zapallo, porotos, cebolla.

El trabajo en las unidades campesinas consiste en una multiplicidad de tareas interrelacionadas, donde las destrezas se definen en términos de experiencia transferida de generación en generación; “[…] el joven aprende su trabajo siguiendo a su padre y ayudándolo. Este procedimiento de socialización refuerza los lazos familiares y realza el carácter tradicional de la agricultura campesina” (Shanin, 1976, p. 19). La organización del trabajo en estas unidades está estrechamente vinculada a la composición familiar en cuanto a sexo y edad de sus miembros (Preda, Luque y Ducroq, 2018).

En relación con ello, y como se mencionó anteriormente, todos los miembros detentan el saber hacer de las tareas referidas al cuidado de los animales, tal como se manifiesta en los siguientes relatos:

Y sí, porque como tenemos ovejas, las traemos en el tiempo de parición, cuando ya van a tener cría, entonces yo ahí ayudo a ir a moverlas, a sacarlas, a llevarlas […] Ellos se van a ver los chivos para allá, entonces yo me quedo. Entre todos nos alentamos. (Criancera, Los Barros, 2018)

Yo a la par, sí, porque hay que hacer esto, porque hay que estar. El esposo que trabaja solo y la mujer viste se queda en la casa, entonces la mano hay que darla. Nosotros trabajamos juntos, el año pasado me ha tocado la parición sola, porque a los chivos los echaba las malezas, llegaba con los chivos aquí, yo se los entregaba a las chivas. Y gracias a Dios vino bien, tuve buena crianza. (Criancera, Arroyo Blanco, 2018)

No obstante, al interior de la familia se visualiza una división sexual del trabajo: los hombres tienen a su cargo el arreo y la permanencia en los puestos de la veranada, mientras que las mujeres las tareas domésticas, el cuidado de los hijos y la permanencia continua en la invernada. Al permanecer durante la mayor parte del año en la invernada, son ellas quienes se dedican a la realización y el cuidado de la huerta, la elaboración de quesos y tejidos artesanales en algunos casos.

Mi hijo va, mi yerno, el puestero, y cada tanto vamos nosotros, porque por ahí ellos se vienen y nosotros vamos a estar unos días allá para que vengan ellos. (Criancera, Arroyo Blanco, 2018)

[La mujer] cada tanto va […] cocina, hace las cosas de la casa no más […] Al campo no sale porque no le gusta andar a caballo. (Criancero, Laguna Tromen, 2019)

Ella tenía [huerta]… allá arriba se cosechaba chaucha, papa. (Criancero, Vega del Rodeo, 2018)

Mi mamá hacía queso también, toda su vida hizo queso. (Criancero, Vega del Rodeo, 2018)

Siempre hacía [huerta] más antes, pero ahora ya no puedo. Me cuesta para picar, mover la tierra porque tengo problemas en la columna, entonces por ahí me cuesta. Este año que pasó ya no hice casi, muy poco. (Criancera, Los Barros, 2018)

Con relación al arreo, los relatos son coincidentes respecto a que en el pasado todos los miembros de la familia se trasladaban a la veranada, práctica que se modificó en la actualidad. Si bien hay una participación al momento del traslado de los animales (en caso que se requiera), mayoritariamente las mujeres, los adultos mayores y niños permanecen en los puestos de invernada, realizando visitas eventuales (fines de semana y receso escolar de verano) a los puestos donde los hombres se quedan todo el período de duración de la veranada.

Otra actividad frecuente en las familias crianceras es la realización de artesanías: en cuero (lazos, trenzas, bozales, cabestro, cinchas, látigos) en el caso de los hombres, y tejido artesanal (telar, dos agujas, croché) en las mujeres. Se destinan básicamente al consumo familiar y ocasionalmente son para la venta (vecinos, cooperativa campesina, tiendas locales).

Por otra parte, en la realización de ciertas tareas específicas se reconoce la ocupación de trabajadores por fuera del ámbito familiar, aunque en ningún caso hay contratación de asalariados permanentes.

Bueno, algunos muchachos me ayudan para arriar ¿vio? […] son changueritos nomás. Peones no, no está para tener peón […] un vecino me ayuda, después le pago el día al muchacho. (Criancero, Arroyo Blanco, 2018)

Asimismo, establecen vínculos de cooperación entre vecinos, que funcionan como marcos de contención y de ayuda en la realización de ciertas actividades, tales como el acompañamiento en el arreo, el cuidado temporario de los animales en la veranada en momentos de ausencia del productor.

Como son siempre los mismos vecinos, siempre nos cuidamos unos con otros. (Criancero, Vega del Rodeo, 2018)

Los guardaparques también son actores relevantes en el área, que acompañan y colaboran en el desarrollo de iniciativas para la mejora de las condiciones socioproductivas de las familias, que los perciben como un “apoyo al productor”. Suelen funcionar como facilitadores que colaboran en la gestión del acceso al agua o la leña, dependiendo de las necesidades existentes. Asimismo, los vinculan como agentes que se encargan del cuidado y preservación del lugar.

Habitando en el Tromen

Algunos de los cambios observados en las trayectorias y la organización del trabajo se vinculan con las condiciones del hábitat. Según Ortecho (2012), el hábitat incluye no solo la dimensión arquitectónica de los hechos de infraestructura y vivienda, sino también una visión sistémica que contempla las condiciones indispensables para vivir y desarrollarse. En la ruralidad implica analizar el modo de distribución y residencia de las poblaciones que viven en dichos espacios, considerando sus

manifestaciones materiales e inmateriales que contienen a las actividades humanas de salud, educación, trabajo, tierra, vivienda y recreación, en entornos de ruralidad, el cual está caracterizado por ser dinámico ya que es el resultado de las intervenciones de los pobladores, el Estado y el mercado, las cuales responden a pautas culturales y sociales que tienen diferentes lógicas. (Garay, 2007, p. 6)

Históricamente, la dinámica de las familias alternaba entre los espacios de veranada e invernada. En su mayoría, no poseen el título de propiedad de las tierras que ocupan, sino que producen sobre predios fiscales, característica común a todo el norte neuquino. Anualmente tramitan, sin costo alguno, los permisos de veranada en la Dirección Provincial de Tierras, donde se establece además la delimitación de la superficie de tierra que le corresponde a cada uno.

En los puestos de veranada disponen de una vivienda, cuya construcción se realiza con base en piedras volcánicas (Imagen 2). También tienen corrales de encierro, hechos con ramas o piedras obtenidos en la zona (Imagen 3 a y b), y en algunos casos un pequeño galpón.

Imagen 2: Interior de puesto de veranada, Laguna Tromen, 2019

Crédito: Graciela Preda.

Imagen 3: Corrales en veranadas, a) Arroyo Blanco y b) Los Barros 2019

Crédito: Graciela Preda.

Asimismo, varias familias pudieron acceder a viviendas en la ciudad de Chos Malal, próxima a los parajes donde tienen los puestos y donde habitan mayormente durante el invierno. Esto les ha permitido acceder a otros servicios como la educación, salud e inclusive empleos (en el sector público y en el privado, en changas y trabajo doméstico).

Con respecto a la educación, del análisis de las entrevistas surge que la mayoría de los jefes y jefas de hogar tienen un bajo nivel educativo (nunca han asistido a la escuela o no terminaron el nivel primario), situación que se está revirtiendo en las nuevas generaciones que acceden a la primaria y el secundario. La escuela primaria más cercana al ANP y las veranadas se encuentra en el paraje La Salada, donde asisten la mayoría de los niños y niñas. Quienes optan por continuar los estudios secundarios lo hacen en escuelas de Chos Malal, para lo cual existe un servicio de transporte que busca a los estudiantes para llevarlos a los establecimientos. Un criancero cuenta acerca de su hijo:

Lo pasa a buscar el transporte a las 7 de la mañana y lo traen a las 8 de la tarde. A la tarde tiene otras actividades, a la mañana tiene la escuela. La escuela primaria la tienen ahí en la invernada. (Criancero, Los Barros, 2018)

En cuanto a la salud, existe un puesto también en La Salada, donde hay un agente sanitario que suele recorrer los campos y, una vez al mes, atiende un médico y un odontólogo. Ante situaciones de emergencia o mayor complejidad, deben concurrir a Chos Malal ya sea al hospital público o a consultorios privados. Para estos traslados, generalmente cuentan con la colaboración de familiares que residen en la ciudad y también existe una ambulancia que los busca en los puestos. Especialmente en los adultos mayores y los hombres solteros, que residen todo el año en los puestos, no se registra una asistencia frecuente a los centros de salud y continúan resolviendo muchos de sus malestares con hierbas y yuyos que recolectan en las veranadas o invernadas.

Yo siempre, toda la vida, tomé remedios caseros. […] se toma un té de carqueja con limón […] Es para el hígado […] La hace hervir y los palitos después los saca, le pone un poquito de limón, si quiere ponerle un poquito de azúcar quemada le pone, sino así sencillito un poquito de azúcar nada más. […] El San Pedro es bueno para el estómago también, para los empachos. […] Con agüita tibia nomás. […] La menta vio que es buena en el mate, el poleo es bueno también. […] Para la gripe, la canchalagua y el natre. […] es muy raro que tome pastillas […] Para la repugnancia de la carne, usar la raíz de la contrapuna. Me levanté temprano en la mañana, la machuqué, le eché agua caliente, hervida. Y si hacés fuego, poné un cachito de carne, una pulpita chiquitita a la ceniza, así en las brasas, la quemás y la echás al jarrito con la contrapuna y le ponés un cachito de sal. Es mala, ¡eso sí que es malo! ¡Es que no se aguanta! O sea si está media tibia le manda un solo viaje, pero el gusto después […]. Es mala, pero si los remedios más malos es el mejor que hace. (Criancero, Arroyo Blanco, 2019)

Para la calefacción y cocción de alimentos en la veranada utilizan la mayor parte del año leña, que proviene principalmente del colimamil. Los crianceros mencionan que, desde la conformación del ANP, “se puede sacar solo la seca” (Criancero, Los Barros, 2018), así como también algunos reconocen la disminución o las dificultades para conseguirla.

Sí, antes había mucha más cantidad de leña, ahora ya hay y se trata de cuidarla, pero se pudo haber cuidado antes… Es obvio que uno cocina con leña o que se calefacciona con leña, pero a la vez sí, en algún momento va a faltar. No sé cuándo, pero va a faltar. Y sí, yo en eso sí, yo lo entiendo que debería ser menos el consumo de leña. Pero es algo que no se puede evitar porque no tenemos otro. Se trata de ocupar lo justo y necesario nada más. (Criancero, Laguna Tromen, 2018)

Es por esto que algunos buscan leña en otras veranadas e invernadas, otros llevan desde el pueblo y unos pocos han adoptado otras fuentes de energía o tecnologías de bajo consumo. En verano, dada la escasez de leña, algunos utilizan garrafas.

Los puestos de veranada no cuentan con electricidad, por lo que históricamente se proveían de luz a través de faroles, velas o candiles a gasoil. En la última década, muchos han adquirido paneles solares. Si bien su incorporación les ha permitido tener luz y cargar celulares para mejorar la comunicación, surgen algunas dificultades para su mantenimiento y reparación.

Los otros días pasó que en la veranada quedó, lo dejó cargando el pibe, y fue un chirimayo y le mordió el cablecito, y así los celulares no cargan bien. (Criancera, Arroyo Blanco, 2018)

En relación con el agua, las familias se abastecen de las fuentes naturales del parque, como las lagunas y vertientes, que llevan hasta los puestos mediante mangueras. En los últimos años, se registra un período de sequía que afectó a estas fuentes.

Estos últimos tres, cuatro años, prácticamente llegó casi a secarse la laguna. Ha bajado el nivel del agua. Vertientes que había, se han secado. Pero calculamos que puede ser por la misma sequía, donde no quedan ni en el verano. (Criancero, Los Barros, 2018)

Este relato coincide con lo registrado a través del Índice Normalizado de Diferencia de Vegetación (NDVI – Normalized Difference Vegetation Index)[9]. En las imágenes 4 (1986) y 5 (2019) los valores positivos (claros) representan la mayor cobertura vegetal mientras que los que tienen valores negativos (oscuros) refieren al suelo desnudo y el agua. En la comparación de dichas imágenes se observa la reducción de la Laguna Tromen y el Bañado Los Barros (expresado en el menor tamaño del área oscura) y la disminución de la cobertura vegetal (menor presencia de áreas claras), las cuales dan cuenta del proceso de sequía en este período.

Imagen 4: Área Natural Protegida El Tromen (1986)

Fuente: elaboración propia con base en imágenes LANDSAT.

Imagen 5: Área Natural Protegida El Tromen (2019)

Fuente: elaboración propia con base en imágenes LANDSAT.

Frente a este fenómeno, las familias han modificado los tiempos de la trashumancia, prolongando las veranadas o las invernadas en función de la disponibilidad forrajera. Algunos también realizaron obras de infraestructura prediales para garantizar el descanso y la recuperación de “vegas”, mallines u otras áreas de pastizales naturales; o pequeñas represas para acopio de agua. Aquellos a quienes la sequía afectó la fuente de agua para el consumo humano, llevan bidones de las invernadas o modificaron la forma y el lugar desde donde la captan.

A modo de cierre

El ANP El Tromen se inscribió dentro de un contexto de época donde este tipo de áreas eran creadas ya no solo considerando los fines de conservación, sino contemplando el uso y promoviendo la valoración de aspectos sociales y culturales presentes en ellas. El uso como lugar de veranada de muchas de las familias crianceras es anterior a su creación, inclusive la mayoría dice residir en este lugar “desde siempre”. En sus trayectorias en torno a la ganadería trashumante, se observa que estas familias manifiestan un fuerte sentido de pertenencia con el lugar.

Las estrategias implementadas en relación con la producción y el hábitat se sostienen gracias a la distribución de roles y tareas entre los miembros de la familia, el conocimiento de las prácticas ganaderas transmitidas de generación en generación, los lazos de confianza entre vecinos y el apoyo de los guardaparques a cargo del área.

De esta forma, es importante que en la gestión y acciones implementadas en el ANP se tengan en cuenta las características y prácticas de las familias crianceras que en la actualidad “veranan” en el parque, junto a las condiciones socioproductivas y del hábitat en las que están inmersos.

Referencias

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Bendini, M., Tsakoumagkos, P. y Nogués, C. (2005). “Los crianceros transhumantes en Neuquén”. En M. Bendini y C. Alemany, Crianceros y chacareros en la Patagonia. La Colmena.

Borrini-Feyerabend, G., Kothari, A. y Oviedo, G. (2004). Indigenous and Local Communities and Protected Areas: Towards Equity and Enhanced Conservation. IUCN.

Bourdieu, P. (1991). El sentido práctico. Taurus.

Decreto N° 1954, Creación Parque Provincial del Tromen (1971). Neuquén.

Dirección Provincial De Áreas Naturales Protegidas (2021). El Tromen. https://tinyurl.com/2p8kxhb9.

Di Giacomo, A., Coconier, E. y Veiga, J. (2007). “Conservación de aves en Neuquén”. En A. S. Di Giacomo, M. V. de Francesco y E. Coconier (eds.), Áreas importantes para la conservación de las aves en la Argentina: Sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad (pp. 317-334). Aves Argentinas/Asociación Ornitológica del Plata. https://tinyurl.com/3raurkew.

Garay, A. (2007). “Configuración del hábitat rural y condiciones de vida: Modelo conceptual para un abordaje relacional”. Estudios del hábitat, 17 (1), e064, 1-17.

Meillasoux, C. (1987). Mujeres, graneros y capitales. Siglo Veintiuno.

Ortecho, L. (2012). Hábitat: documento de referencia del núcleo socio-productivo estratégico del Plan Argentina Innovadora 2020. Secretaría de Planeamiento y políticas- Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva.

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Preda, G., Ejarque, M., Lammel, S. y Pasetto, F. (2022). “Entre la conservación y la producción: las familias crianceras del Área Natural Protegida El Tromen (Neuquén, Argentina)”. Debates En Sociología, (54), 1-29. https://doi.org/10.18800/debatesensociologia.202201.002.

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  1. Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Patagonia, Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. lammel.sofia@inta.gob.ar.
  2. Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Patagonia, Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
  3. Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Patagonia, Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
  4. Consultora Halkis.
  5. Este capítulo recoge algunos análisis ya publicados en Preda, Ejarque, Lammel y Pasetto (2022).
  6. Esta es una denominación local que alude precisamente a la actividad de cría de animales asociada a la práctica del arreo. Si bien estos productores pueden diferenciarse en cuanto a la cantidad de recursos productivos, la proporción de trabajo familiar y el umbral de capitalización, predominan aquellos con rasgos campesinos, que se basan fundamentalmente en la relación tierra-ganado-trabajo familiar (Bendini, Tsakoumagkos y Destefano, 1993; Bendini, Tsakoumagkos y Nogues, 2005).
  7. Ramsar es el nombre con el que se reconoce a los sitios declarados por la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional en el marco de un tratado que se firmó en la ciudad de Ramsar, Irán. Este busca promover la conservación y el uso “racional” de los humedales (incluyen áreas con acuíferos, lagos, ríos, arroyos, lagunas, pantanos y llanuras de inundación donde el agua puede estar de forma permanente o temporal), y que tienen un “gran valor para el país y para el mundo por los servicios y beneficios de los ecosistemas que proporcionan” (Secretaría de la Convención Ramsar, 2017, p. 1).
  8. Los sitios AICA son determinados por Birdlife International y la ONG Aves Argentina para proteger áreas de particular importancia para la biodiversidad y conservación de aves.
  9. Para el cálculo del NDVI, se trabajó con imágenes satelitales de las misiones Landsat 7 y 8, de noviembre de 1986 a octubre de 2020. Utilizando las bandas del infrarrojo cercano y rojo de dichas imágenes, se procedió a calcular el índice NDVI con el software SNAP. Como productos resultantes, se obtuvieron nuevas imágenes, cuyos píxeles poseen valores que oscilan entre -1 y 1.


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