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3 Diseño participativo
para la mejora del hábitat

Un módulo sanitario para las familias
del Cordón Hortícola de La Plata, Buenos Aires

Luciana Muscio[1], Graciela Viegas[2], Gustavo San Juan[3],
Joaquín Córdoba[4] y Laura Reynoso[5]

Introducción

Los partidos de La Plata, Florencio Varela y Berazategui en la provincia de Buenos Aires históricamente han concentrado la producción hortícola bonaerense (Benencia et al., 1997). Su producción provee el 72% de hortalizas comercializadas en el Mercado Central de Buenos Aires, proveyendo de verdura fresca a la Capital Federal, el núcleo de riqueza más concentrado de Argentina, y el restante se envía al resto del país (García, 2010).

La producción es llevada adelante mayormente por familias productoras donde la unidad doméstica (lugar en que vive la familia) y la unidad productiva (lugar en que trabajan) están juntas. La mayoría son de origen boliviano, no son propietarias de la tierra, sus condiciones de arrendamiento son opresivas y a corto plazo, y el trabajo que llevan adelante es mano de obra intensiva, pudiendo convivir en un predio más de una familia, emparentados o no (Lemmi, 2015).

Sin embargo, la situación en la que viven y producen las familias horticultoras no se condice con un sistema de producción arraigado y altamente productivo. Por el contrario, la actividad se lleva adelante basada en la sobreexplotación de los y las trabajadoras de la tierra. Esta realidad se refleja en el hábitat de las familias productoras, sin casas dignas provistas por el propietario, con la obligación de construir casillas precarias de nailon, chapa y madera, fácilmente desmontables y sin las instalaciones de servicios básicos aseguradas (agua potable, gas, cloacas, tendido eléctrico seguro), lo que afecta la calidad de vida de quienes llevan adelante la producción hortícola en el cordón más productivo del país.

Quienes más sufren las condiciones de precariedad del hábitat son las mujeres, por ser las encargadas tanto del trabajo productivo como del reproductivo. Ello implica ser responsables de la alimentación, crianza y cuidado de las infancias, personas mayores y/o enfermas. Tengamos en cuenta que, según el documento nacido de la Comisión de Relaciones de Género del Foro por un Programa Agrario Soberano y Popular llevado adelante en mayo de 2019, las mujeres “trabajan en el campo y en la casa, siendo su trabajo mucho más pesado que el de las mujeres urbanas, alcanzando unas 16-18 h por día” (Comisión Relaciones de Género [Foro por un programa agrario y soberano], 2019, s/p.).

En función de esta realidad surgió la necesidad de pensar alternativas que aporten a la mejora de las condiciones de vida. Con este objetivo, desde un equipo interdisciplinario del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF Pampeana-INTA) y el Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente Construido (IIPAC-CONICET-UNLP), llevamos adelante el diseño participativo de un módulo sanitario con productoras y productores representantes de organizaciones del sector. En este dimos particular valor a los intereses y necesidades de las mujeres, entendidas como protagonistas prioritarias del diseño. Consiste en un espacio construido en madera y placas de OSB que cuenta con baño, ducha y lavatorio, con un espacio para el lavado de ropa. Se le agrega un sistema de tratamiento de aguas negras y grises.

En este trabajo[6] se presenta la experiencia del diseño que incluye en el primer apartado un análisis de las condiciones sanitarias en el periurbano platense desde el análisis de la vida cotidiana de las mujeres productoras. En el siguiente se muestra la estrategia de diseño participativo junto con las organizaciones del sector. El tercer apartado aborda las características del diseño y la forma en que se llevó adelante la construcción del prototipo del módulo sanitario. Cerramos el trabajo con nuestras conclusiones de la experiencia.

Condiciones sanitarias y género en el periurbano

Dentro de las tareas que nos dimos como equipo, incluimos un análisis de la vida cotidiana de las mujeres en las quintas. El objetivo fue aportar elementos a considerar en el diseño e implementación de mejoras habitacionales desde la perspectiva de género, teniendo en cuenta los testimonios y las vivencias de las mujeres productoras, en diferentes momentos de su ciclo vital.

Las mujeres productoras reparten su tiempo diario entre el trabajo en la quinta, donde se ocupan a la par del arón, y las tareas de cuidado, que realizan casi con exclusividad (Insaurralde y Lemmi, 2019; Insaurralde et al., 2019). La condición de precariedad de sus casas hace que las tareas cotidianas impliquen mayor tiempo de dedicación y bajo condiciones de extrema vulnerabilidad, lo que profundiza la sobrecarga laboral y la desigualdad en favor de la reproducción de la fuerza de trabajo, en el marco del sistema capitalista, patriarcal y colonial en que vivimos (Federici, 2018; Rivera Cusicanqui, 1997).

A continuación, nos detendremos en las condiciones estructurales y las tareas vinculadas al aseo, baño y uso doméstico del agua. Esta situación fue la que nos dio elementos para pensar el diseño de una alternativa que mejore la calidad de vida de las familias, y en particular de las mujeres y las infancias.

La provisión de agua en las quintas, tanto para riego como para consumo, se realiza mediante perforación con bomba. Las instalaciones para el uso de agua doméstica son muy precarias, consisten en algunos casos en una canilla y lavabo dentro de la casa, mientras que en otros solo cuentan con una canilla fuera del espacio habitable. Esta única fuente suele usarse tanto para el lavado de los utensilios y los alimentos, como para el aseo de manos, cara y lavado de dientes de toda la familia (Imagen 1).

Imagen 1: Instalación para uso del agua en el interior de las viviendas de las familias productoras

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Crédito: IPAF Pampeana.

La ducha de las familias consiste en general en un espacio semicerrado de madera y nailon cercano al fogón, donde el agua se calienta a leña en olla. En el caso de les niñes, son las mujeres las encargadas de higienizarlos, calentando el agua y luego bañándolos en bañera plástica o fuentón. Esta tarea se ve interrumpida los días de lluvia, y reducida cuando las temperaturas son muy bajas, debido a los riesgos de contraer enfermedades respiratorias.

Los baños, en general, están ubicados fuera de la casa y consisten en un cuarto tipo letrina o con inodoro (Imagen 2), sin arrastre de agua, con o sin cámara séptica, de modo que los residuos se acumulan en un pozo ciego que debe ser vaciado regularmente. En su mayoría no cuentan con bachas o lavatorios para la higiene de manos. En muchos casos los baños son compartidos entre distintas familias y son las mujeres las encargadas de la limpieza, lo cual genera un frente abierto a conflictos por la falta de cuidado de los varones o la distribución de los turnos entre ellas. Tengamos en cuenta que las condiciones de trabajo rural, mano de obra intensivo y en contacto directo con la tierra hacen que el espacio del baño tenga una función utilitaria en medio de la jornada, que descuida la limpieza. Ello genera además condiciones propicias para el contagio de enfermedades, en los testimonios aparece la infección urinaria como una afección recurrente entre mujeres y niñas. Esta situación lleva a muchas familias a la construcción de baños individuales, aunque en las mismas condiciones de precariedad señaladas.

Imagen 2: Instalaciones sanitarias fuera de las viviendas en las quintas

Crédito: Graciela Viegas.

Otra cuestión importante a considerar es el resguardo de la intimidad, en particular en el caso de las niñas y adolescentes, dada la falta de instalaciones adecuadas, como por ejemplo puertas y trabas en los baños y duchas. Al mismo tiempo, la falta de espacios privados afecta las condiciones de uso de las mujeres en relación con su higiene íntima personal, en un contexto de prácticas masculinizadas.

Con relación al agua para consumo, en general la perforación es única y es usada tanto para el riego y refrescado de hortalizas como para la bebida, cocina, limpieza e higiene personal. En algunos casos los predios cuentan con una perforación más somera, con bombas de menor potencia, para uso exclusivamente doméstico. Es frecuente que las familias residentes en el predio compartan la perforación para los distintos usos domésticos y productivos. Debido a las condiciones de acceso a la tierra, es usual la falta de planificación y la mala concepción de las infraestructuras de captación de agua y saneamiento, lo que condiciona la calidad microbiológica y fisicoquímica del agua de abastecimiento. Ello se debe a que, al no tenerse en cuenta las condiciones mínimas de protección sanitaria, como distancia y ubicación de las perforaciones respecto a fuentes de contaminación, falta de aislamiento de las perforaciones, entre otras, se pone en riesgo la calidad del agua. Tampoco está generalizada en la práctica de las familias la desinfección del agua mediante cloración, situación que a priori podría parecer sencilla, pero que en contextos de sobrecarga de trabajo y alta precariedad en la infraestructura de las viviendas es difícil de incorporar como rutina.

Si tomamos como referencia las escaleras de niveles de servicio para agua potable y saneamiento del Programa Conjunto OMS/UNICEF de Monitoreo del Abastecimiento de Agua y del Saneamiento (PCM), cuyas estimaciones son empleadas como indicadores de avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), observamos que en las quintas del cinturón hortícola platense el acceso al agua potable es en general “básico”: fuentes mejoradas (perforaciones), accesible (tiempo de desplazamiento hasta la fuente de agua menor a 30 minutos) y de calidad no apta (contaminación por microorganismos y/o nitratos). En cuanto al servicio de saneamiento encontramos dos situaciones: nivel de servicio “limitado” (uso de instalaciones mejoradas compartidas entre dos o más hogares) o, en menor medida, “básico” (uso de instalaciones mejoradas que no se comparten con otros hogares). Tanto las metas de los ODS como los conceptos contenidos en el Derecho Humano al Agua y Saneamiento se orientan a lograr el acceso equitativo a servicios de agua potable, saneamiento e higiene gestionados de forma segura, esto es, agua para consumo proveniente de una fuente de agua mejorada ubicada en la vivienda o lote, disponible en el momento que se necesite y libre de contaminación fecal y por químicos prioritarios, y uso de una instalación sanitaria mejorada que no se comparta con otros hogares y donde las excretas se eliminen de manera segura in situ o se transporten y se traten fuera del terreno (UNICEF y OMS, 2017). En 2018, el PCM establece criterios y definiciones para el monitoreo de la higiene menstrual, al considerarlo un aspecto prioritario para mejorar la salud, el bienestar y la dignidad de mujeres y niñas, y enfatiza en la necesidad de tener acceso a un espacio privado para cambiarse, desechar los materiales y lavarse las manos, el cuerpo y las ropas con jabón y agua (UNICEF y OMS, 2018). De lo antedicho podemos sostener que la ausencia de condiciones básicas de higiene repercute fuertemente sobre la vida de las mujeres horticultoras, tanto en la preparación de alimentos como el aseo personal.

Recientemente se han incorporado al Código Alimentario Argentino (CAA) una serie de requisitos obligatorios para establecimientos de producción primaria de fruta y hortalizas, denominados Buenas Prácticas Agrícolas (Artículo 154 tris, CAA). La norma establece que los predios productivos deben disponer de agua que cumpla los requerimientos de potabilidad del CAA, y se deben seguir pautas de higiene básicas al momento de la cosecha, acondicionamiento y empaque de los productos. La falta de infraestructura básica de saneamiento en los predios del periurbano platense condiciona el cumplimiento de esta norma y, por ende, la habilitación de los establecimientos productivos.

Con esta breve descripción dejamos presentado el cuadro de situación desde el que partió la propuesta. Tengamos en cuenta que esta realidad habitacional y sanitaria se multiplica en miles de familias productoras que habitan el área hortícola platense.

Diseño participativo: pensando un baño digno

En este marco, ¿es posible repensar el espacio de los baños bajo los siguientes criterios?: empleando materiales de construcción comúnmente usados por les productores (por su saber hacer, costos); incorporando sectores como baño (inodoro), ducha y lavamanos considerando las necesidades de acceso y privacidad de toda la familia; con tanques de almacenamiento de agua segura (incluyendo dispositivos sencillos de dosificación de cloro); con artefactos para calentar el agua (energías alternativas o eléctrica); con sistemas de depuración para aguas negras (inodoro) y grises (lavabos); con pautas claras respecto a la ubicación de este espacio respecto a las perforaciones de captación de agua; con pautas para conexiones eléctricas seguras; que puedan ser construidos por las familias productoras o empresas constructoras locales, mediante planos, manuales, guías sencillas, con materiales simples de limpiar para mejorar la tarea socialmente asignada a las mujeres.

En función de estos interrogantes nos enmarcamos en los lineamientos de la investigación-acción. De acuerdo con estos, se busca idear proyectos que tiendan a mejorar la calidad de vida y proponer soluciones a los problemas de las comunidades y organizaciones sociales populares que involucren la participación social (De Sousa Santos, 2005). Asimismo, los desarrollos aquí propuestos se encuentran dentro de las denominadas tecnologías para la inclusión social (TIS), ya que apuntan a acercar el conocimiento científico-tecnológico a las comunidades y grupos sociales, orientado a resolver problemas reales (Thomas y Becerra, 2014) con participación social en el diseño. Bajo esta concepción, la construcción del módulo sanitario pone en juego diferentes metodologías y conceptos como la autoconstrucción y autoproducción del hábitat por parte de personas, familias o grupos organizados, lo que fortalece a su vez sus capacidades de autogestión y cogestión del hábitat. Se intenta incorporar una participación más activa o protagónica de todos los actores, con distintos roles (se suman los privados y técnicos), pero también en torno a su responsabilidad compartida (Rodríguez et al., 2007).

Sobre esta base conceptual, se organizaron reuniones con diferentes participantes para delinear las estrategias. El grupo estuvo conformado por las organizaciones gubernamentales que trabajan en las problemáticas y demandas de la agricultura familiar, así como en las reglamentaciones sobre calidad alimentaria (IPAF, SENASA); organizaciones científico-tecnológicas focalizadas en la mejora del hábitat popular (IIPAC y Centro Tecnológico de la Madera, ambos de la UNLP), y principalmente por las organizaciones sociales que convocan a las familias productoras, como la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), el Movimiento de Trabajadores Excluidos rama rural (MTE), Madre Tierra CTA, Asociación de Medieros y Afines (ASOMA), entre otras. Es importante destacar que en estas reuniones fue vital la incorporación de integrantes de las comisiones de género y/o mujeres con representación, propias de las organizaciones de productoras y productores.

Entre las necesidades planteadas en las reuniones surgieron los siguientes criterios:

  • Se debería considerar que los bienes materiales que constituyan el módulo sanitario puedan trasladarse, porque las familias cambian su lugar de producción y no tienen seguridad en la tenencia de la tierra en que trabajan.
  • La inversión necesaria para el proyecto debiera ser reducida, utilizando materiales económicos o sistemas alternativos autoproducidos que puedan disminuir los costos totales.
  • El diseño de los módulos sanitarios debería permitir pensar también en propuestas para la vivienda, como una unidad semilla que pueda crecer y formar espacios de mayor dimensión y otros usos. De esa manera se introduce una problemática del hábitat más amplia.
  • Se debe pensar en la posibilidad de baños con multifunciones, pero a su vez con intimidad y privacidad porque en general comparten el lugar para la higiene y el aseo con varias familias, aunque preferirían contar con baños propios.
  • Es importante la flexibilidad en las posibilidades de armado espacial de los módulos, ya que las condiciones y necesidades cambian en la diversidad de las familias que componen el sector.
  • Las formas de producción, en cuanto al sistema constructivo a utilizar desde la perspectiva de género, debería otorgar independencia y autonomía en la ejecución para las mujeres (por ejemplo, elegir sistemas constructivos livianos, de fácil manejo, fácilmente construibles) porque en general las que motorizan acciones orientadas a la mejora del hábitat son ellas.
  • Los espacios de aseo deben contemplar a les niñes, permitiendo incorporar espacios y dimensiones útiles para bañeras plásticas o móviles.
  • Es necesario incorporar espacios para el lavado de ropa.
  • Se debe resolver el calentamiento de agua y la calefacción del espacio de ducha con sistemas tradicionales o alternativos bajo normas de seguridad.
  • Los sistemas eléctricos deben ser seguros, con las protecciones adecuadas.
  • Los sistemas de desagües deben ser desarrollados específicamente para estos módulos y se deben buscar alternativas que no contaminen las napas de agua y que sean ambientalmente adecuadas.
  • Pensar en unidades para el aseo personal puede contribuir a la resolución de temas relacionados con la calidad alimentaria y la inocuidad de alimentos.

Con estas premisas y en el contexto de la pandemia de covid-19, se trabajó en el diseño funcional-espacial y constructivo de una variante de módulo sanitario posible, y se diagramó su modelo de gestión constructiva, organizando tareas en taller in situ.

En una segunda etapa, se comenzó a trabajar en la construcción comunitaria del módulo sanitario en un espacio que permitiera la difusión de la experiencia (el predio que ocupa el IPAF en la ciudad de La Plata). Se evitó generar conflictos en cuanto a la definición de una quinta específica donde localizarlo, principalmente por la falta de articulación con las organizaciones durante los momentos de aislamiento en la pandemia. Así fue como se realizaron tres jornadas participativas de construcción a fines de 2021 en dicho predio, junto con integrantes de las organizaciones y profesionales, y se previó su finalización durante 2022 (Imagen 3). Es importante destacar que, durante las jornadas de intercambio y trabajo, surgieron mejoras a realizar sobre el modelo.

Imagen 3: Jornadas de construcción, intercambio con las organizaciones y mejora del diseño

Créditos: IPAF Pampeana.

En una tercera etapa se plantea contrastar y/o validar el diseño con diferentes actores involucrados (IPAF, expertos, organizaciones sociales), lo que permitiría proyectar un escalado de la propuesta, iniciando con una preserie que haga posible instalar el diseño en territorio e incorporar las mejoras que surjan de este proceso. Con la experiencia de los años 2019-2021 se desarrollaron elementos de comunicación y explicación de la construcción del módulo sanitario y los sistemas de desagües, tales como manuales y videos.

Características del diseño y construcción del módulo sanitario

Para diseñar el módulo sanitario en forma participativa se han tenido en cuenta no solamente las necesidades y características territoriales de las familias productoras. Se incorporaron, además, avances y prácticas en el campo de la construcción sustentable, así como variables técnicas y tecnológicas que permitan optimizar el uso de materiales y que proporcionen adaptabilidad tipológica según el proyecto a realizar. Se buscó además aportar a la generación de empleo orientado a emprendimientos sociales o cooperativos regionales de la agricultura familiar y a la reducción de vulnerabilidades socio-territoriales e impactos negativos en el sector, agravadas en la situación de pandemia.

Se apuntó, entonces, al uso de tecnología (conocimiento): sencilla, de fácil comprensión, y adaptación a diferentes situaciones; económica, basada en la repetición y uso de sistemas de producción y construcción “en serie”, así como al uso optimizado de materiales económicos; y de fácil replicabilidad, mediante manuales paso a paso y videos explicativos de difusión.

Diseño funcional

El diseño busca responder a las necesidades funcionales y espaciales manifestadas por las familias. Se trata de un prototipo que contiene: espacio para el inodoro (a), lavatorio (b), sector para lavado de ropa (c) y ducha (d), como se observa en la Figura 1. El sistema permite distintos tipos de configuraciones de acuerdo con las necesidades. En este caso en el diseño se propuso que la unidad permita dos accesos, uno para quienes van solo a utilizar el inodoro y otro para quienes necesitan ducha o bañado de niñes. Los espacios que requieren intimidad tienen puerta con posibilidad de trabarse desde el interior (ducha, inodoro, bañera de niñes).

En cuanto al tratamiento de efluentes, se desarrolló un diseño con base en el caudal de salida y en la capacidad de infiltración del suelo donde se localiza el módulo. Se optó por construir una cámara séptica de doble núcleo, como alternativa a las comerciales (usando tanques plásticos reutilizados de 200 l), un humedal construido (formando una cubeta de 10 m² y 0,60 m de profundidad) y finalmente un terreno de infiltración como punto de vuelco (con caño cribado sobre cama de piedra partida), para que el agua tratada en el humedal retorne al ambiente de forma segura.

Figura 1: Módulo sanitario. IPAF Pampeana INTA

Fuente: Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente Construido (IIPAC-CONICET, 2019).

El sistema constructivo propone utilizar la madera como elemento mayoritario en un sistema prearmado en taller. Se utilizan las dimensiones de referencia de las placas de OSB o fenólicas como unidad modular espacial. Todas las piezas entonces se modulan en fracciones de 1,22 x 2,44 m, buscando la economía de materiales y la rapidez de montaje en obra.

Co-construyendo el módulo con las organizaciones

Como ya hemos mencionado, el proceso de diseño participativo se fundamenta en el acompañamiento en cuanto a capacitaciones y actividades de trabajo compartidas. Estas actividades no se consideran de forma unidireccional, donde un técnico “transfiere” conocimiento hacia un “receptor”, sino que se trabaja en forma compartida o co-construida, involucrando a todas y todos los actores e intercambiando saberes. En dicho proceso se comparten los aspectos técnico-constructivos, así como el comportamiento físico de los materiales. Esta modalidad de acción permite asegurar la comprensión de los procesos involucrados y a su vez, otorga libertad para las posibles modificaciones o innovaciones que puedan realizarse sobre las tecnologías-procesos-productos intervinientes, en función de las realidades locales.

Es por ello que, con la modalidad de gestión participativa, se desarrolla una secuencia que incorpora: capacitación “antes” de comenzar el proceso de construcción, donde se explican los fenómenos involucrados, procesos, etapas y se utilizan pizarras, banners, documentos; capacitación “entre”, realizada durante el proceso donde se intercambia y se revisa el proceso desarrollado; y capacitación “post”, donde se revisa y registra todo lo aprendido y se delinean posibles modificaciones y mejoras.

Para la difusión de las experiencias se trabajó con dos elementos de comunicación: manuales y audiovisuales cortos. El manual permite conocer la experiencia completa, así como la construcción del módulo con el paso a paso. El video pretende mostrar el proceso en forma de acciones y difundir la experiencia para su posible replicabilidad. Ambos elementos fueron revisados por participantes de los talleres, lo que permitirá realizar mejoras a futuro.

Este aspecto se refiere a las potencialidades de estas tecnologías, procesos y productos para ser replicados en otros contextos. La replicabilidad se ve apoyada por diversos aspectos y herramientas. Uno de ellos es el desarrollo del paso a paso de la construcción, que describe la totalidad del proceso, además de la existencia de los listados de materiales y herramientas, y la documentación. Asimismo, la explicación de los fenómenos involucrados permite que los participantes modifiquen y acerquen todo a sus posibilidades. Otro aspecto fundamental es la concepción de flexibilidad en los diseños y materiales a utilizar, adaptables a las necesidades y disponibilidades. Asimismo, la búsqueda de soluciones de costo bajo o medio (de acuerdo con las posibilidades), el desarrollo de tecnología sencilla que garantiza su aceptación social y la producción y construcción en serie aportan también a la replicabilidad.

Conclusiones

Este capítulo profundizó sobre una experiencia de trabajo conjunta entre diferentes agentes del Cordón Hortícola Platense, motorizada por el IPAF Pampeana-INTA y el IIPAC-CONICET-UNLP, quienes coordinaron el diseño participativo de un módulo sanitario para el aseo personal e higiene, destinado a familias productoras. El contexto de trabajo y de vida de estas familias se lleva adelante bajo la explotación de las y los trabajadores de la tierra, quienes viven en condiciones de precariedad e inestabilidad en cuanto a la propiedad, en un hábitat que afecta la calidad de vida de las familias y, en particular, de las mujeres e infancias.

En la situación descripta, las mujeres son las más afectadas por estas condiciones, dado que no solo trabajan en la actividad productiva de las quintas, sino además en las tareas reproductivas, que implican responsabilidades de alimentación, crianza y cuidado de infantes, personas mayores y/o enfermas.

Para comenzar a conocer en profundidad la situación y buscar soluciones conjuntas desde el ámbito científico-tecnológico, se trabajó en forma participativa con distintas organizaciones del sector, realizando encuentros de debate y de desarrollo de propuestas, así como jornadas de trabajo multiactorales. Se analizaron las condiciones sanitarias y de género mediante talleres y entrevistas, y se propusieron alternativas proyectuales para responder a ellas. Una vez definida una propuesta proyectual, se organizaron las capacitaciones y el material técnico y se trabajó en conjunto con prevalencia de mujeres en el grupo.

El trabajo permitió conocer las necesidades reales y hacer partícipes a las familias de sus posibles soluciones. Además de responder a la problemática específica de la unidad sanitaria, se plantea el tema general de la mejora del hábitat y la vivienda, que es abordado por las mujeres en este contexto. Este tipo de iniciativas que cuentan con flexibilidad espacial, funcional y material permite ampliarse y pensar en la vivienda modular.

Asimismo, la experiencia plantea el desafío de la gestión de este tipo de emprendimientos socio-comunitarios y multiactorales, y la posibilidad de gestionar recursos económicos para realizarla a mayor escala.

Referencias

Benencia, R. (coord.), Cattáneo C., Durand P., Souza Casadinho J., Fernández R., Feito M.C. (1997). Área Hortícola Bonaerense. Cambios en la producción y su incidencia en los sectores sociales. La Colmena.

Código Alimentario Argentino. Ley 18284, Art. 154 (1969). Argentina.

De Sousa Santos, B. (2005). La universidad en el siglo XXI: Para una reforma democrática y emancipadora de la universidad. CEIICH-UNAM.

Federici, S. (2018). El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo. Tinta Limón ediciones.

Foro por un programa agrario soberano y popular (2019). Comisión relaciones de género. https://bit.ly/406EyvZ.

García, M. (2010). “Inicios, consolidación y diferenciación de la horticultura platense”. En A. Svetlitzia de Nemirovsky (coord.), Globalización y agricultura periurbana en la Argentina. Escenarios, recorridos y problemas (pp. 73-90). Editorial FLACSO. https://tinyurl.com/2xv8e3be.

Insaurralde Martínez, N., Lemmi González, L., Lemmi González, S., Remorino Friga, N. y Velazco Barbiero, R. R. (2019). Feminismos en ronda. Diálogos para mirarnos hacia adentro de la piel. Ed. El Bosque. https://editorialbosque.wordpress.com/2019/03/06/trabajos-realizados/.

Insaurralde, N. y Lemmi, S. (julio, 2019). “Pluriversos familiares, maternidad y niñeces de la economía popular (La Plata, Prov. de Bs. As; Argentina)”. XIV Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres y IX Congreso Iberoamericano de Estudios de Género. Mar del Plata, Argentina.

Lemmi, S. (2015). “Living conditions, conflict and class consciousness of horticulturists from Gran La Plata, 1940-2003”. Izquierdas, (25), 229-237. https://bit.ly/3mHpuGM.

Rivera Cusicanqui, S. (1997). “La noción de ‘derecho’ o las paradojas de la modernidad postcolonial: indígenas y mujeres en Bolivia”. Temas Sociales, (19), 27-52. http://www.scielo.org.bo/pdf/rts/n19/n19a02.pdf

Rodríguez, M., Di Virgilio, M., Procupez, V., Vio, M., Ostuni, F., Mendoza, M. y Morales, B. (2007). Producción social del hábitat y políticas en el Área Metropolitana de Buenos Aires: historia con desencuentros. (Informe n° 49). Instituto Gino Germani. FCS-UBA.

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UNICEF y OMS (2018). Preguntas principales sobre agua, saneamiento e higiene para uso en encuestas de hogares: actualización de 2018. UNICEF y OMS. https://tinyurl.com/2s3k8pne.


  1. Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Pampeana, Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria – Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata. muscio.luciana@inta.gob.ar.
  2. Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente Construido, Universidad Nacional de La Plata – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
  3. Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente Construido, Universidad Nacional de La Plata – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
  4. Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Patagonia, Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
  5. Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente Construido, Universidad Nacional de La Plata – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
  6. En este trabajo también colaboraron Marco Calvetty Ramos, Ramiro Simonetti, Alejandro Arévalo y Belén Carrizo.


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