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Introducción

“Esta epístola inútil y palabrera ya existe…”
(“La Biblioteca de Babel”)


Juan Nuño[1] sugiere, basado en la dicotomía que el propio Borges estableciera en la conferencia “Nathaniel Hawthorne” (1949)[2] entre pensamiento imaginativo y pensamiento abstracto, que el escritor argentino sería ubicable en una categoría especial: la de un imaginador de abstracciones. Borges sería, de este modo, el único escritor filosófico, ya que i) ni los escritores (con su imaginación) han logrado más que pinturas de la condición humana, ii) ni los filósofos (con su abstracción) han escrito buenas novelas. Borges, en cambio, es un escritor que aborda “temas verdaderamente metafísicos”, como el mundo externo, Dios, la causalidad, las formas universales. Así, “la filosofía de Borges” es una verdadera cosmología, no una mera colección de reflexiones sobre el ser humano. Dicho de otro modo: la literatura de Borges está hecha del material de las abstracciones filosóficas.

En este punto Nuño se atreve a compararlo con Platón: si los textos borgeanos son “la filosofía de Borges”, los mitos platónicos son “las ficciones de Platón”. El problema central de la obra de ambos pensadores estriba en la separación, oposición y relación entre un mundo inteligible y un mundo sensible. La forma en que expresan esa problemática es literaria, asistemática y fragmentaria.

Sin embargo no todos los textos borgeanos son filosóficos: parte del corpus borgeano es simplemente literario, sin más. Así que ir más allá en la interpretación de este campo de la obra de Borges no sería reconocerlo como un escritor filosófico, sino reducirlo a tal categorización. Ambos Borges, el “filósofo” y el estrictamente literario, tienen en común la característica fundamental de ser “escritores de segunda potencia”, escritores de escritores. En muchas ocasiones, esos escritores de “potencia 1” son filósofos y Borges toma sus ideas y crea con ellas estructuras narrativas que iluminan con imágenes esos temas filosóficos.

En suma, es legítimo hablar de “la filosofía de Borges” si por ello entendemos los temas que se encuentran en los cuentos, ensayos, y cuentos-ensayos que verifican este modo de apropiamiento borgeano de la filosofía.

 

Alberto Giordano[3], haciendo referencia al método borgeano de composición de los Nueve ensayos dantescos, retoma una intuición de Roland Barthes según la cual la forma ensayo se puede ver como “un registro de las ocasiones en las que un lector, tocado de alguna forma por lo que lee, se ve obligado a levantar la cabeza, a apartar la vista del texto que tiene frente a sí para suspenderla en el vacío, dejando a su inteligencia y a su sensibilidad dispuestas para el encuentro con las ideas que ese texto le dio que pensar.” Y, haciendo referencia a su propio texto, añade que sin el talento de Borges “pero con el mismo afán de consignar nuestra experiencia de lectores” usará ese mismo método para reunir una serie de notas que se corresponden con una serie de momentos en los cuales los textos borgeanos “nos obligaron a distraernos de la lectura para atender a nuestro deseo de escribir”.

Parejamente, en las páginas que siguen intentaremos registrar algunas de las ocasiones en las que hemos sido tocados por el texto borgeano[4].

 

El principio lógico al que Borges adhiere en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” II[5] (“Un sistema no es otra cosa que la subordinación de todos los aspectos del universo a uno cualquiera de ellos”) es otra parte del método que nos hemos impuesto. De modo que para organizar aquellas impresiones (sobre las que se sustenta ese sector de la filosofía que conocemos como empirismo británico), subordinaremos la mayoría de ellas (cualquier mayoría, en tanto todo rol es intercambiable; fatalmente esa mayoría, en tanto escritas por una persona determinada en un tiempo y un lugar determinados) a las restantes.

A punto de dejar de creer en lo que expondremos a continuación (y eso en el con-texto borgeano puede ser fatal, como lo atestiguará Averroes-Borges), nos proponemos escribir sobre lo que entendemos que son ciertas imposibilidades en la obra de Jorge Luis Borges:

 1. La clave: La imposibilidad del movimiento, a partir del peso que parecen tener las paradojas de Zenón y la metáfora de la esfera en “la filosofía de Borges”, tal como se explicitan en sus ensayos de madurez. Estas serán ideas a las que haremos jugar el rol de “premisas” o “claves” del pensamiento borgeano. Ahora bien, más que intentar extraer “teoremas” de esas “premisas”, procuraremos seguir algunas repercusiones de una lectura de la obra de Borges en esta “clave de Elea”, postulando que en su obra narrativa de madurez Borges trata, vanamente, con sus cuentos, de atacar, en una suerte de “reducción al absurdo literaria”, aquellas premisas filosóficas.

 2. Repercusiones estéticas

a) Así, la segunda imposibilidad será la del movimiento humano llamado acción (unida a una paradójica dimensión ética insoslayable en el pensamiento borgeano). Aquí acumularemos  ejemplos para sustentar una hipótesis de lectura de una parte de su obra narrativa de madurez que haga aparecer a esos cuentos como intentos (imposibles) de “refutación literaria” de las premisas lógico-filosóficas que creemos que Borges sostiene (y que tal vez lleva inscriptas de modo “genético” en su pensamiento filosófico, y por eso le resultan irrefutables).

b) La tercera imposibilidad será articulada a partir del cuento “La Biblioteca de Babel” (F): la imposibilidad de la acción humana llamada creación. Al menos según nuestra lectura de dicho cuento, obra a la que le aplicaríamos las palabras que Borges aplica a El mundo como voluntad y representación:

“Es aventurado pensar que una coordinación de pala­bras (otra cosa no son las filosofías) pueda parecerse mucho al universo. También es aventurado pensar que de esas coordinaciones ilustres, alguna -siquiera de modo infinitesimal– no se parezca un poco más que otras. He examinado las que gozan de cierto crédito; me atrevo a asegurar que sólo en la que formuló Schopen­hauer [en “La Biblioteca de Babel” diríamos nosotros] he reconocido algún rasgo del universo.”[6]

 3. Otra clave, la misma: Sin embargo, a pesar de esa devoción schopenhaueriana, creemos que “la filosofía de Borges” se asimila más a la de Spinoza. Desde ya que nos gustaría concretar el proyecto tan deseado y no realizado por Borges de escribir un libro sobre el autor de la Ética demostrada según el orden geométrico. Desde ya que la vida nos prohíbe esa esperanza[7], por lo que sólo expondremos un breve resumen de ciertos aspectos de la filosofía spinoziana en los cuales encontramos analogías entre el “arduo laberinto” labrado en la Ética y la “vasta biblioteca” borgeana.

 4. Otras repercusiones estéticas (las mismas): En el mismo sentido analógico, propondremos una lectura de la narración “El jardín de senderos que se bifurcan” (F) como un intento (imposible) de salir de la inmóvil Biblioteca.

 Finalmente arriesgaremos un par de paradojas posibles a modo de “conclusión abierta” de los temas que han sido tratados.


  1. NUÑO, Juan. La filosofía de Borges, FCE, México, 1986 (“Prólogo”)
  2. BORGES, Jorge L. Otras inquisiciones, Alianza, Buenos Aires, 1998 (en adelante, OI)
  3. GIORDANO, Alberto. “Borges y la ética del lector inocente (Sobre los Nueve ensayos dantescos)”, 1, en Variaciones Borges N° 4 (1997)
  4. Tal vez con la inocencia del guerrero Droctulft: “Las guerras lo traen a Ravena y ahí ve algo que no ha visto jamás, o que no ha visto con plenitud. Ve el día y los cipreses y el mármol. Ve un conjunto que es múltiple sin desorden; ve una ciudad, un organismo hecho de estatuas, de templos, de jardines, de habitaciones, de gradas, de jarrones, de capiteles, de espacios regulares y abiertos. Ninguna de esas fábricas (lo sé) lo impresiona por bella; lo tocan como ahora nos tocaría una maquinaria compleja cuyo fin ignoráramos, pero en cuyo diseño se adivinara una inteligencia inmortal.” “Historia del guerrero y de la cautiva”, en BORGES, Jorge L. El Aleph, Alianza, Buenos Aires, 1998 (en adelante, A).
  5. BORGES, Jorge L. Ficciones, Alianza, Buenos Aires, 1998 (en adelante, F)
  6. “Avatares de la tortuga”, en BORGES, Jorge L. Discusión, Emecé, Buenos Aires, 1961 (en adelante, D)
  7. “Avatares de la tortuga”, en relación a una proyectada Biografía del infinito.


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