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EL DIARIO

Lunes 14 de Enero de 1907

DEL GENERAL MANSILLA


PÁGINAS BREVES

París, diciembre 14.

 

La revista inglesa “Academy”, discutiendo el asunto “deben votar las mujeres”, asunto que tanto apasiona a la sociedad de aquel país, de discusión vehemente pero siempre dentro de los límites de la mayor cortesía posible, escribe: es muy difícil trazar una línea divisoria determinando cuáles deben y cuáles no deben votar. Por ejemplo: no deben votar las que no saben manejar su casa o las que no cumplen con sus obligaciones porque tienen otros “deberes” que llenar, como ser ocuparse de la “toilette” y de las diversiones que toman mucho tiempo. De ahí que el cuidado del “confort” de la casa y de los niños esté librado a los sirvientes, ocupándose ellas apenas de arreglar con el cocinero la lista de lo que se le ha de dar de comer a las visitas, sin consultar mayormente la economía.

En cuanto a las viudas (!), madres de familia y “housekeepers” (que traduciré “mujeres hacendosas”), que hayan recibido una educación adecuada como para hacer un uso discreto del voto, nada tenemos que objetar. Mas estas, se nos ocurre pensar que han de preferir cultivar su entendimiento y ocuparse de su casa que jugar al bridge, al golf y así…”.

¿Qué piensan ustedes por las orillas del Plata?


No dejen ustedes de leer “in extenso” una carta de Balzac fechada en 1848, que el gran novelista filósofo, un cuasi sonámbulo de la “idea”, no se sabe a derechas por qué no la dio a luz entonces.

He aquí algunas de sus reflexiones, como aforismos, aplicables a este momento en que con tanto calor se discute cuántas horas se ha de trabajar.

Decirle a un hombre trabajarás cierto número de horas al día es contrario al gran principio social cristiano: a cada cual según su labor. Es un ataque a la libertad individual, a la riqueza privada y a la riqueza pública.

Un salario uniforme para el buen trabajador y el mediocre, es otro principio falso.

Pretender introducir su igualdad individual en la producción mediante iguales salarios y horas de trabajo, es lo mismo que intentar realizar la igualdad en la estatura, en el cerebro y en las aptitudes, todo lo cual es contrario a la naturaleza.


El ministro del Brasil en Francia o sea el doctor G. de Toledo Piza e Almeida[1], no es solamente un diplomático distinguido, es un orador notable según puede verse por el discurso, que en francés, pronunció días pasados en el Havre, con motivo de las fiestas que se dieron celebrando el arribo del crucero-escuela del Brasil “Benjamin Constant” a dicho puerto.

Dijo, entre otras cosas, esta que me parece muy plausible: “Hemos hecho, pues, una promesa; pero es una promesa llena de responsabilidad y de deberes; hemos formulado un ideal; pero es un ideal grande y sublime (realizar el orden y el progreso).

Hizo también, trayéndola muy al caso, esta observación:

“Ustedes ven, señores, que somos europeos trasplantados en América por la marcha normal de la civilización, de Oriente a Occidente.

Así es como el hecho histórico se desarrolla. Pero tengo que decir a mi vez, que la civilización moderna camina del Occidente al Oriente penetrando hasta lo que parecía herméticamente cerrado, hasta la China.

Muy a propósito dijo el doctor Piza para que lo oyeran bien aquí, donde hay muchos sabios y poca gente bien informada (en esto, somos superiores al europeo y al yankee), muy a propósito, repito, hizo notar el doctor Piza que el Brasil después de haber practicado la monarquía constitucional seriamente había fundado la “República presidencial”, como nosotros.

Esto de “república presidencial” no lo entiende la generalidad aquí aunque tanto se ocupen de la de los Estados Unidos, cuyas deformidades administrativas no cesan de señalar.

El Brasil y nosotros y los otros, tienen ahí un buen espejo en que mirarse a fin de no salir a recorrer el mundo con semejante cara.


La prensa de Estados Unidos está no poco fastidiada con el profesor Burgess[2], cuyas lecturas[3] en Berlín sobre la doctrina Monroe[4] “como fuerza persistente” tanto han llamado la atención.

El profesor Burgess la ha calificado de “antigualla”, y como la verdad es molesta, en ciertos casos –“il n´y a que la vérité qui blesse[5]”– de ahí el grito en el cielo de los yankees desinteresados. Pero que, según ya lo hice notar, han proclamado, por boca de Mr. Root[6], que tienen pocos barcos con bandera estrellada comerciando con la América del Sur, y que hay que ver el modo de desarrollar el tráfico ese disputándoselo a la Europa.

Por lo pronto, nada más que para empezar, y como muestra de “fino amor y respeto”, ya nos han sacado 25 millones de francos de un tirón, habiendo en Estados Unidos escasez de medio circulante. Leo en efecto en “L’Amérique Latine” del 27 de noviembre, que lo toma del “Courrier de la Plata[7]”, de ahí, fecha 31 de octubre: por medio del Banco Alemán un millón de libras esterlinas, 5 millones oro, ha sido enviado a Norte América.

El profesor Burgess tiene razón “quand méme”.

La doctrina Monroe es, en efecto, una “antigualla”. Bien calificada está así, y lo está, porque no es cierto que fuera inventada únicamente para proteger a la América Española de las acechanzas de la Santa Alianza (reconquista de lo perdido, o conquista de lo codiciado).

No; digámoslo de una vez por todas, ya que sobre ello se quiere echar un velo: la doctrina Monroe era calculada hábilmente (por eso se le pidió a Inglaterra su adhesión), calculada, lo repito, para amparar a la colonia (Estados Unidos), contra los remordimientos de la madre patria, que la perdió por incapacidad.

Con que así basta de cacareo sobre el nunca sentido anhelo de amparar a los pobres sudamericanos.

En estos negocios, como en tantos otros, el protocolo no está escrito sino en las almas. Y es claro que los políticos de Norte América no iban a darle al mundo la razón, toda la razón al menos, de sus inquietudes. Hacían, pues, ostentación de lo posible, envolviéndolo en la fraseología del desinterés siempre simpático.

La doctrina Monroe era así, ante todo, para su provecho. Si sobraba era para las colonias españolas o portuguesas. Por eso en más de una coyuntura la encarpetaron, a fin de no ponerse estorbos a ellos mismos, o por concomitancias con los europeos, que eran los que directamente iban en la parada.

Y ha sido por ello que la Europa, después, dejó a España abandonada a su suerte, en la lucha desigual que le hizo perder a Cuba y Filipinas. No discuto el patriotismo cubano, pero en cuanto al filipino se me figura imaginario; sencillamente hago constar un hecho. En esto, por lo demás, lo mismo que en tantas otras cosas humanas hay una burra de Balam que habla al fin, y no hay qué hacer, oirán los que tengan orejas.

Intertanto que los americanos del Norte, de origen anglosajón, sigan creciendo y aumentando su riqueza y su poderío (les sacamos el sombrero en señal admirativa), y si el planeta que habitamos resulta estrecho para las miras ulteriores que se vayan a la luna o a cualquier otra parte y que si en ese camino u otros no hallan obstáculos insuperables como no los han encontrado todavía con su pan se lo coman. ¡Pero por Dios! que no nos aturdan con su vocerío incesante pretendiendo que desempeñan y encarnan un papel universal de misioneros de la caballerosidad más acrisolada y de heraldos auténticos del primer mandamiento de la ley de Dios; cuando todos sabemos cómo adquirieron la California aurífera para solo hablar de este tarascón, y cómo en 1903, antes de excogitar la doctrina Monroe (“et pour cause”) ya intentaron aliarse con los ingleses para echar a los franceses de la Luisiana, pasando así una esponja por el recuerdo de gratitud a que estaban obligados, si quiera por la cooperación de La Fayette y otros paladines de la libertad.


Tantas veces hemos oído decir que “la verdadera universidad de estos tiempos es una colección de libros”, que la cosa ha llegado a ser un “truismo”.

Pero como tantas otras verdades aparentes, ¡cuán pocos son los que se ocupan en averiguar su origen!

En los modernos tiempos (porque si algún antiguo lo dijo no consta), el autor de tal apotegma pasa por ser Carlyle[8], y pasa con razón, porque leyendo “Los Héroes” en ellos se le encuentra.

Es, en efecto, la repetición abreviada de lo que el mismo Carlyle había dicho veintiséis años antes al recibirse de rector de la Universidad de Edimburgo: “después que hayan ustedes concluido sus clases lo principal es una colección de libros, una biblioteca de buenos libros”.

Lord Rosbery, al inaugurar la nueva librería[9] de la Universidad de Londres, se ha servido del pensamiento de Carlyle, observando que los libros solo pueden ser una ayuda de la enseñanza (lo cual no es condenar las librerías).

Pero, ¿en qué consiste una “buena librería”? El punto es delicado. No me cabe duda de que “el estudio del error suele ponernos en el camino de la verdad.”

Convenido, dirán ustedes. Perfectamente. Pero, un solo pero más para rematar el brochazo: no hay que olvidar que mucha lectura a destiempo y mal elegida puede hacer de muchas ideas una verdadera ensalada rusa y hasta un Don Quijote poco interesante.


Está sobre el tapete un proyecto de ley aboliendo la pena de muerte.

Nada más humano.

La pena, como regla general, está suprimida hace tiempo.

Las sentencias no se ejecutan, amparando la amnistía del perdón a los desgraciados culpables.

Los sentimientos humanitarios están a la orden del día, son reales o ficticios, pero son, y no escasean los que los profesan de labios afuera persiguiendo el favor popular.

Cada tiempo tiene su fisonomía, y así ahora tenemos esto que es curioso: la sensibilidad real o aparente de la sociedad no es compartida por los criminales; cada día registra un nuevo atentado, o varios, contra la vida humana por asesinos que en su mayor parte son jóvenes que apenas han salido de la escuela.

Se ha discutido tanto el punto, siendo como es tan grave bajo el doble aspecto humano y legal, que no seré yo quien me detenga a diluir nuevos argumentos en pro ni en contra.

Hay en la historia de la sensibilidad del animal llamado “hombre” tantas contradicciones. Recuerdo entre ellas una: Robespierre debutó en la literatura escribiendo un elocuente alegato contra la pena de muerte, y todos ustedes saben lo que después pasó.

Sea lo que sea, de estas monstruosas contradicciones no me cabe duda que es más bello perdonar que castigar. Pero ¿será más práctico?


¡Zola, en Panteón! ni quito ni pongo reyes… pero he aquí un solo parrafito de lo que Drumont[10] escribe con su pluma acerada, como un estileto, sobre la ley de “panteonización” en vísperas de ser sancionada:

“No puede imaginarse nada más abyecto, nada más vil, nada que dé más completamente la medida y la idea del grado de ignominia en que ha caído la burguesía jacobina que ha hecho la revolución, ni que pinte la cloaca moral por donde arrastra el país más a lo vivo, siendo como es la glorificación de la inmundicia y de la obscenidad…”.


¿Por qué razón la mujer es más sincera que el hombre?

¿Y por qué razón el hombre es más franco que la mujer?

Claro está que al poner las interrogaciones, afirmo; estaré equivocado pero es lo que pienso.

La filosofía de estas dos reproducciones, en cuanto a las personas se refiere, puede reducirse a esto: que Roosevelt haría un pésimo gobierno chino y Tolstoi un gobierno yankee detestable.

Comienzo a creer que en mi tierra no caminamos con el paso tan cambiado.

El presidente Roosevelt[11], por sentencia del Sthorting de Noruega, es el que se lleva la palma del premio Nobel.

La noticia causa sorpresa.

(¡Somos tan ignorantes de los méritos de ciertas entidades!)

Pero “cuando Calderón lo dijo estudiado lo tendría”.

No voy a discutir sus merecimientos: que cuando se está en el pináculo casi siempre parecen bien discernidos.

No. Apenas voy a llamar la atención de ustedes sobre una discrepancia fundamental entre dos entidades prominentes, antagónicas, opuestas como el día y la noche, para que se vea cómo va la bola de las opiniones y cuán difícil debe ser el gobierno de nuestros semejantes.

Roosevelt ha escrito:

“Nosotros, hombres de esta generación…no podemos, aun suponiendo que lo quisiéramos, representar “el papel de la China y contentarnos con podrirnos pulgada por pulgada… hasta que de repente descubriéramos, sin sombra de duda, lo que la China ha descubierto, a saber, que, en este mundo, la nación que se ha adaptado a una carrera de comodidad aislada e “inguerrera” está destinada, al fin de cuentas, a inclinarse ante otras naciones que no han perdido las cualidades viriles y aventureras…” y esto no se llama trasposición, diría el otro, sino pacifismo y con ello se alcanza el premio Nobel.

Tolstoi ha escrito esto otro en su “carta a un chino” de noviembre de 1906, que publica el “Imparcial” de Madrid:

“Los pueblos de Oriente, al contemplar la miseria de los occidentales, deben intentar librarse del mal del poder humano, así como de ese medio imaginario y artificial que oculta el sentido del mal; la limitación nacional, medio por el que los pueblos europeos han tratado de libertarse.

Pero los pueblos orientales deben resolver la cuestión de otro modo más radical y más sencillo. Este medio se ofrece por sí mismo a los hombres que no quieren perder la fe en la ley suprema, obligatoria, ley celeste o divina, el “Tao”. Este medio consiste sencillamente en seguir esta ley que excluye la posibilidad de obedecer el poder humano.

Que los chinos continúen solamente viviendo como hasta hoy la vida pacífica, laboriosa, agrícola, tomando por guías de su conducta los principios fundamentales de sus tres religiones: el confucionismo (manumisión de todo poder humano), el “teotosmo” (no hacer a otro lo que no se quiera que otro nos haga), y el budismo (resignarse, humillarse, amar a todos los hombres y a todos los seres) y por sí mismos desaparecerán todos los males que sufre y no los vencerá fuerza alguna.

La misión que según creo incumbe actualmente a China y a todos los pueblos de Oriente, no consiste solo en librarse de los males de que son víctimas por parte de los gobiernos y de los pueblos extranjeros, sino en mostrar a todos los pueblos del universo el desenlace de la situación en que se encuentran.

La filosofía de estas dos reproducciones, en cuanto a las personas se refiere, puede reducirse a esto: que Roosevelt haría un pésimo gobierno chino y Tolstoi un gobierno yankee detestable.

Comienzo a creer que en mi tierra no caminamos con el paso tan cambiado.


  1. Gabriel de Toledo Piza y Almeida (Porto Alegre, 1851 – São Paulo, 1925 ) fue un terrateniente, empresario, diplomático y político brasileño. Fue embajador de Brasil en Berlín y en París. (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/6984340).
  2. Creemos que se refiere a John William Burgess (1844 –1931), profesor de la Universidad de Columbia y considerado uno de los politólogos más influyentes de su época. Convencido de la supremacía blanca, su visión racista de la sociedad ha hecho involucionar los estudios en torno a la convivencia pacífica de las razas. En 1906, Burgess fue profesor invitado (“guest lecturer”, de ahí que Mansilla hable de “lecturas”) por un semestre de la Universidad de Berlín y en 1907 de la Universidad de Leipzig (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/120701334).
  3. Mansilla se refiere a las “conferencias”, “lecturas” es aquí un anglicismo derivado de “lectures”.
  4. Ver nota al pie de PB.10.01.06 o índice de eventos históricos.
  5. “No hay como la verdad que duele”.
  6. Ver nota al pie de PB.06.12.06 o índice onomástico.
  7. Le Courrier de La Plata fue un diario político y comercial aparecido el 1º de julio de 1865. Fundado por Joseph Alexandre Bernheim, propietario de una destacada imprenta, se distribuía principalmente en ambas márgenes del Río de la Plata, vinculando así comercial y culturalmente a las colectividades francesas radicadas en la Argentina y el Uruguay. Existe un libro sobre este diario, de Viviane Inés Oteiza Gruss: Le Courrier de la Plata: Un diario republicano francés en el Río de la Plata. Madrid: Editorial Académica Española, 2012.
  8. Thomas Carlyle (Ecclefechan, Escocia, 1795-Londres, 1881) fue un filósofo, historiador y ensayista escocés. Entre sus obras, se destacan: The French Revolution: A History (1837), On Heroes and Hero Worship and the Heroic in History (1841, a la que parece referirse aquí Mansilla) y Past and Present (1843). (Extractado de VIAF: https://viaf.org/viaf/39390702/).
  9. Mansilla utiliza aquí “librería” como sinónimo de “biblioteca” (anglicismo derivado de “library”).
  10. Édouard Drumont (París, 1844–París, 1917) fue un escritor francés católico, antisemita, antimasónico y nacionalista. (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/44319328).
  11. Ver nota al pie de PB.10.01.06 o índice onomástico.


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