«Entonces vos estás en reunión en donde todas son mamás y de repente vos no tenés de qué hablar, porque no podés hablar ni de pañales, ni de la dentición del chico ni de la vacuna antivariólica, ni de la escuela, ni de la maestra, y restringe bastante el campo de acción, de charla, por lo menos, social (…) la reproducción asistida nace como un intento del científico, médico, de solucionar un problema puntual que era la obstrucción tubal. O sea, las mujeres que tenían sus trompas obstruidas, por razones lógicas, si el espermatozoide no se puede juntar con el óvulo, no podían tener hijos, pero había mujeres que en otro sentido eran sanas por completo. Entonces a alguien se le ocurrió: ¿qué pasa si yo pudiera sacar el óvulo, juntarlo con el espermatozoide afuera, formar el embrión y poner el embrión en el útero? Así nació la fertilización asistida de alta complejidad» (Médico especialista en fertilidad, clínica privada, Bahía Blanca, Buenos Aires, Argentina)
A diferencia de los grandes centros urbanos, que desde principios del siglo XXI han visto profundizar el proceso de individualización y de pluralismo biográfico, en las ciudades intermedias y pequeñas del interior provincial, persisten valores hegemónicos en torno a la maternidad y los géneros. Tal es el caso de Bahía Blanca, en donde –a pesar de la progresiva apertura a nuevos discursos y realidades- la ausencia de descendencia abona aun hoy el estigma asociado a la infertilidad. En este capítulo se analiza que los individuos y parejas que hacen uso de estas tecnologías en el contexto de una ciudad intermedia como la que da origen a la investigación, lo hacen para evitar los sentimientos de estigma vinculados con la infertilidad, acentuados por la proximidad geográfica y social entre individuos y familias.
El abordaje de las TRTM, la genética y el riesgo exige revisar el proceso por el cual la infertilidad ha despertado el interés de la medicina y por el cual florecen las tecnologías reproductivas, tal como se desarrolla en este capítulo. Pero, al mismo tiempo, y con el objetivo principal de analizar las experiencias de quienes recurren a ellas, nos impulsa a repensar el estigma asociado a la infertilidad, motivación de las trayectorias bajo estudio. En este sentido, la medicalización de la infertilidad se ha constituido en la vía prevalente para sortear el estigma asociado a la ausencia de descendencia, senda cuya eficacia para morigerar el estigma aquí pondremos en discusión.
La noción de estigma elaborada por Goffman ([1963] 2006) remite a la relación de un individuo con una serie de expectativas desarrolladas y socialmente aceptadas, en este caso, vinculadas a la formación de las familias. En líneas generales, el estigma de la infertilidad se experimenta como un contraste frente a las mujeres fértiles y como una falta en relación al entorno familiar.
Las mujeres que atraviesan la infertilidad, experimentan un distanciamiento con respecto a otras mujeres del entorno social que viven la gestación y el parto sin injerencia tecnológica. Tematizada a través de la imposibilidad de participar de los intercambios sobre la maternidad, las mujeres que atraviesan situaciones de infertilidad experimentan decepción frente a su propio cuerpo. La imposibilidad de concebir, en primer lugar, y la necesidad de recurrir a las TRAH, es fuente de un estigma relacionado a la valoración conferida a la reproducción sexual humana.
La distancia experimentada frente a las mujeres fértiles, se expresa también frente a familiares, principalmente abuelos/as y padres/madres, a quienes se quiere «honrar» gestando la descendencia. La pertenencia al orden familiar, para las mujeres heterosexuales, involucra un aporte a la continuidad genética de esa trama de relaciones sociales. Al no poder garantizar la continuidad familiar, las mujeres entrevistadas interpretan su situación como una falta o deuda que contraen con la trama familiar. La deuda pone en jaque su propia inscripción dentro del orden social.
En el marco de plazos y formas socialmente previstas para que la reproducción ocurra, el propio cuerpo se convierte en fuente de incertidumbre para el logro del embarazo. A la vez, la mirada intersubjetiva del entorno social y familiar encarna una demanda de celeridad con respecto al mismo. La presión que la edad reproductiva ejerce, y que delimita un lapso relativamente acotado para lograr el embarazo, establece un límite temporal a la trayectoria tecnorreproductiva, pero no al deseo de ser madre.
El distanciamiento experimentado con respecto el entorno social, el conflicto suscitado por la deuda frente a la continuidad genética familiar, la presión de la edad reproductiva y la incertidumbre frente a la respuesta del propio cuerpo, toma la forma de un sentimiento de estigma sentido y de estigma secreto (Scrambler y Hopkins, 1986). Siguiendo a Scrambler y Hopkins (1986: 33), es posible distinguir tres tipos de estigma: a) el estigma promulgado, [enacted stigma], b) el estigma sentido [felt stigma] y c) el estigma secreto [secret stigma]. El estigma promulgado es aquel que proclama la inferioridad del individuo que atraviesa el padecimiento y a partir del cual se despliega una discriminación intencional y efectiva. El segundo, el estigma sentido, se vincula con la devaluación que sobreviene al interiorizar la evaluación social de la condición de salud estigmatizada. El tercero, el estigma secreto, conlleva grandes esfuerzos prácticos y subjetivos para ocultar el padecimiento al entorno social-familiar por el rechazo que se le confiere al mismo. En el caso de la infertilidad, no se registra el primer tipo de estigma mencionado, pero sí los dos restantes: el estigma sentido y el estigma secreto, los cuales pueden develarse en los discursos de las usuarias. Es decir, no existen legislaciones que criminalicen la falta de descendencia, pero sí sanciones implícitas y sentimientos de desconfianza hacia aquellas mujeres que no tienen hijos/as que generan sentimientos de estigma sentido y estigma secreto en quienes atraviesan la infertilidad.
El desarrollo de las TRAH impactará, simultáneamente en la redefinición de la esterilidad y en el estigma asociado a esta experiencia. Según Sandelowsky y De Lacey (2002: 35), consideramos que la infertilidad fue «discursivamente creada» por las tecnologías de reproducción humana asistida como un estado reversible. Mientras la esterilidad era una condición irreversible, la infertilidad se erige como un «estado liminal» en el cual la mujer siempre tiene chances de quedar embarazada (Sandelowsky y De Lacey, 2002: 35). La disponibilidad de tratamientos y opciones reproductivas agrava el estigma secreto y el estigma sentido para quienes aun atravesando diferentes tratamientos no logran concebir. En su trayecto por la medicina reproductiva -y a medida que se realizan los diferentes intentos y estos resultan infructuosos- los sentimientos de frustración traen aparejada la profundización de esos dos tipos de estigma desarrollados por Scrambler y Hopkins (1986). La propia mirada de las mujeres infértiles produce su autoestigmatización: ya no se reduce a la mirada de otros con respecto a su falta de descendencia, sino de quienes recurren a la medicina reproductiva con respecto a su propio cuerpo en tanto cuerpo que no obedece a la agencia subjetiva en relación con la maternidad (Ariza, 2010: 15). En línea con el análisis genealógico de las autoras, agregamos que tanto la infertilidad como «la descendencia genéticamente ligada», motivación fundamental de las TRTM, resultan de las TRAH.
La redefinición de la esterilidad como infertilidad fue necesaria para la conformación de un campo médico encargado de su tratamiento. En este sentido, la infertilidad ingresa al campo médico a partir de una serie de transformaciones sociotécnicas[1] que posibilitan su tratamiento a través de la intermediación tecnológica. Edificada sobre procesos previos como la medicalización del embarazo y del parto, el desarrollo de las TRAH para el tratamiento de la infertilidad se presenta como el recurso a través del cual revertir el sufrimiento psíquico de quienes encuentran dificultades para conformar una descendencia conectada genéticamente.
Surgido en los años 60, el concepto de medicalización se propone explicar el avance que la medicina ejerce sobre el cuerpo y sus procesos vitales ejerciendo regulaciones concordantes con renovados mecanismos de control social. El concepto de medicalización da cuenta del recorrido por el cual fenómenos que antes se encontraban en la órbita de lo natural-doméstico o que bien formaban parte de otros campos menos institucionalizados comienzan a ser parte del dominio médico pero también advierte acerca de las potencialidades de control social que ejerce sobre conductas alejadas de lo socialmente aceptado (Pitts, 1968; Conrad y Schneider, 1985). La lectura realizada por Conrad del concepto de medicalización ganó terreno en la sociología en general, y en la sociología de la salud en particular. Desde aquellos primeros debates a la actualidad, el concepto de medicalización ha cruzado las fronteras disciplinares de la sociología de la salud para instalarse en la antropología, las ciencias de la salud, la bioética y, recientemente, entre los estudios de ciencia y tecnología (Conrad, 2013).
La medicalización del embarazo y el parto que comienza sobre fines del siglo XIX y se desarrolla a lo largo del XX (Pieper, 2009; Felitti, 2011) constituye el antecedente primordial por el cual la infertilidad seguirá un trazado similar. A medida que se consolidan los estudios en materia de bacteriología, anestesiología y de edificación hospitalaria, la gestación y el alumbramiento atraviesan una redefinición: de ser confinados al ámbito de los procesos naturales y domésticos pasan a convertirse en eventos medicalizables, «coronando su éxito con la hospitalización de toda mujer al borde del parto» (Correa, 2003: 193). En efecto, la inclusión del embarazo y el parto dentro del dominio médico, y que, vale decir, garantiza menores tasas de morbimortalidad materno-infantil, fue la condición necesaria para que la infertilidad también siguiera este curso.
En consonancia con el ingreso de estos eventos reproductivos al dominio de la medicina, hacia mediados del siglo XX, la infertilidad también se constituirá en objeto exclusivo del campo médico y biotecnológico. La infertilidad es, en esta dirección, un ejemplo paradigmático de estas situaciones o eventos que comienzan a ser pensados «como entidades médicas» (Clarke, Shim, Mamo, Fosket y Fishman, 2003: 167) luego de un proceso de transformaciones sociotécnicas que habilitan a la medicina su ejercicio sobre ellos.
Pero la medicalización de la infertilidad no operó desde el sentido amplio de la infertilidad -aquel que contempla y que protocoliza las condiciones clínicas junto con las circunstancias orgánicas y afectivas- sino que se sostiene sobre la base de una reducción del cuerpo a sus funciones y capacidades meramente reproductivas, biológicas. Desde el momento en la medicalización de la infertilidad se orienta a reemplazar las partes o sistemas del cuerpo que fallan por las técnicas biomédicas (Garay, 2008; Spar, 2006) la medicalización de la infertilidad queda circunscripta, entonces, «a los dominios de la medicina, epidemiología y psicología médica» (Inhorn y van Balen, 2002: 6). Estas fallas orgánicas son fuente de angustia, frustración y vergüenza para quienes las atraviesan. En especial, para las mujeres heterosexuales, la infertilidad encarna una desviación del guion de género (Butler, 2006) puesto que el cuerpo femenino es concebido como inherentemente maternal y reproductivo, como un cuerpo preparado para el desarrollo de las funciones de gestación y crianza (Santi, 2007). Dado que, en el ideal normativo de los géneros, la maternidad es inherente al cuerpo femenino, la infertilidad inscribe esos cuerpos y subjetividades en una zona ambigua. En las narrativas de las mujeres infértiles cuando el cuerpo falla en términos reproductivos, pone en jaque la identidad subjetiva. De este modo, se pondera la existencia de un conjunto de tecnologías de reproducción humana asistida que permiten evitar la zona de abyección que antiguamente les estaba destinada a las mujeres infértiles, aunque esto requiera una profunda intervención biomédica sobre el cuerpo.
En cuanto la medicina abandona la noción de esterilidad, la infertilidad se convierte en un estado reversible y objeto de un nuevo saber, el de la medicina reproductiva. Así, la maternidad biológica se conserva como indicador predilecto de lo femenino en un contexto de nuevos idearios sobre la maternidad y los géneros.
No obstante, la vivencia del estigma vinculado a la infertilidad no desaparece como resultado de su ingreso al campo médico. Por el contrario, el proceso de medicalización de la infertilidad deposita la responsabilidad en la respuesta orgánica y/o corporal de la mujer ante dichos eventos. Este profundo compromiso, que va en aumento a lo largo de las trayectorias analizadas, profundiza esta marca subjetiva dado que, al haber tantas opciones disponibles para el logro del embarazo, la imposibilidad de gestar se convierte en un evento que depende de la profundidad de las prácticas desplegadas y del nivel de perseverancia de la mujer que las experimenta en la reproducción tecnomediada. Frente a un tratamiento infructuoso -y con las visiones idealizadas de la maternidad y el género como telón de fondo- la oferta de nuevas opciones cuyas tasas de éxito rondan el 25 % por ciclo dan cuenta de la variabilidad de experiencias y de riesgos asumidos como propios. Así, el límite respecto de la cantidad de ciclos tecnorreproductivos que se podría experimentar sin sobreexponerse a riesgos físicos o subjetivos se vuelve difuso. Simultáneamente, atravesar técnicas invasivas, sobreponerse a un ciclo infructuoso y reiniciar otro en el marco de una compleja trama de deseos personales, de pareja y disponibilidades médico-financieras, se establece como norma tácita.
La oferta tecnorreproductiva, ¿se instaura como una posibilidad entre otras o se presenta como la única alternativa frente al estigma y autoestigma? Si bien nuevos sentidos sobre la infertilidad han logrado instalarse en audiencias diversas, hablar de ella sigue siendo una problemática alrededor de la cual se elaboran diferentes estrategias a partir de las cuales las mujeres seleccionan qué informar y qué mantener en secreto acerca de las experiencias y trayectorias que están atravesando.
En este sentido -y considerando los innumerables avances de la medicina en la actualidad- no resulta cuestionable la disponibilidad de diferentes opciones reproductivas que permitan desarrollar una familia a personas que no consiguen lograrlo por la vía sexual. Impugnar las actuaciones médicas en torno a la infertilidad por su esquema invasivo, su relación con el sostenimiento de los ideales tradicionales sobre la maternidad y el género o bien, su carácter de mercado e industria biomédica, sería desoír los numerosos progresos en materia de atención de la salud reproductiva. Críticas de este tipo solo pueden realizarse desde una lectura reduccionista de la medicalización de la infertilidad. Resulta problemático, en cambio, que los desarrollos tecnológicos y las resignificaciones discursivas no hayan traído aparejada una renovación de los sentidos en torno a la infertilidad y en torno a la concreción de un tipo específico de proyecto genitor sustentado en la correspondencia genética. El ideal de la maternidad como proyecto biológico primordialmente femenino prevalece sobre la rigurosidad de los procedimientos experimentados (Vecslir, 2014) y sobre los riesgos que implican las TRTM sostenidas en el tiempo.
Desmontar el estigma de la infertilidad y de la reproducción tecnomediada así como pugnar por una medicalización que contemple una comunicación asertiva y respetuosa entre usuarias y especialistas es fundamental para que el recurso a las tecnologías reproductivas sea, efectivamente, una opción entre otras y no una reconfiguración del mandato de la maternidad, más aún cuando resta investigar los efectos para la salud de la repetición reiterada de tratamientos. De este modo, tanto la medicalización de la infertilidad como la creciente aceptación de las tecnologías reproductivas requirieron de diversos procesos comunicativos que dieron forma a una nueva conversación social sobre el tema. En ella, la infertilidad, el uso de tecnologías reproductivas y las interpretaciones respecto de las mismas no siguieron un camino idéntico.
3.1. La dimensión comunicacional de la reproducción tecnomediada
La dimensión comunicacional de los procesos de salud, enfermedad, atención y cuidado ha ganado reconocimiento dentro de los nuevos paradigmas en el ejercicio de la medicina que ponderan el protagonismo de los usuarios y usuarias, tomando distancia de la antigua reducción de las problemáticas a sus aspectos biomédicos. Estos nuevos enfoques intentan consolidar un ejercicio profesional que supere al llamado modelo médico hegemónico[2] (Menéndez, 1988) forjado a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX. Edificado sobre la asimetría de saber-poder entre profesionales y pacientes, la dimensión comunicacional de la salud, en el marco de este modelo médico, quedó relegada a la transmisión de información técnica.
No obstante, en los últimos años, la comunicación en salud ha sido objeto de debates y redefiniciones que señalan que ésta excede el marco de la consulta médica (Petracci, Schwarz y Rodríguez Zoya, 2017; Petracci y Rodríguez Zoya, 2018). A través de «la construcción de noticias sobre temas de salud, el discurso publicitario referente a medicamentos y productos dirigidos a la salud, los discursos gubernamentales de prevención de enfermedades y promoción de hábitos saludables, y la comunicación y divulgación científica de la investigación en salud» (Rodríguez Zoya, 2017: 14) diversas problemáticas logran captar un espacio de reflexión en la subjetividad individual y colectiva.
En relación a la infertilidad, el desarrollo de un campo médico orientado a su tratamiento mediante tecnologías afines, no hubiera sido posible sin la previa redefinición de ésta como patología susceptible de ser revertida, tal como se desarrolló en páginas anteriores. Con respecto a la reproducción tecnomediada, tanto los avances científicos en materia de intervenciones como la puesta en práctica de éstas en el ámbito clínico involucran numerosos aspectos comunicacionales. En este sentido, la dimensión comunicacional de la reproducción tecnomediada es un vasto territorio en el que vale la pena indagar para abordar acabadamente las trayectorias desplegadas en este campo médico. Los avances científico-tecnológicos en materia de fertilización in vitro (FIV), inyección intracitoplasmática (ICSI), testeo y edición genética y la puesta en práctica de esas intervenciones en el ámbito clínico involucran numerosos aspectos comunicacionales. Dado que la medicina reproductiva trata no solo con las causales orgánicas sino con la apuesta profunda y sentida de un proyecto vital como es la concreción de la maternidad, la comunicación entre el personal médico y las usuarias no se reduce al mero intercambio de informaciones instrumentales. Esta dinámica clínica involucra también la creación de un clima afectivo-valorativo que, en el marco de las trayectorias bajo análisis, adquiere una importancia central.
Quienes recurren a la reproducción tecnomediada le dan un sentido íntimo a la ausencia de descendencia: la reapropiación del saber médico no les exime de interpretar cada respuesta orgánica en función de lo que ella trae aparejado en las vivencias personales y de la pareja. De modo que, para afrontar las diferentes decisiones y para favorecer la adherencia a las indicaciones, el personal médico debe poner a disposición de usuarios y usuarias información técnica de un modo pertinente y accesible para diferentes públicos.
Precisamente, en los últimos años, han proliferado comunidades virtuales en torno a la infertilidad y la reproducción tecnomediada que proveen información y testimonios de primera mano que están reconfigurando este campo médico (Braverman, 2010: 493). En estos espacios virtuales colaborativos se difunden redefiniciones sobre la infertilidad y las tecnologías reproductivas que deslinden ambos fenómenos de sus aspectos puramente instrumentales para encuadrarlos dentro del deseo de una persona o de una pareja para lograr conformar una familia. En esta dirección, la creación de nuevas y más eficaces tecnologías para producir un embrión podría no ser la única vía para desmontar el estigma y el autoestigma que provoca la ausencia de descendencia. En cambio, trazar una nueva comunicación en torno a esta problemática podría ser un modo eficaz de evitar que quienes atraviesan la vivan como una falla interna, subjetiva, que resquebraja la identidad personal y social de quien se ve afectado por ella.
A lo largo de sus trayectorias, las mujeres relevan información disponible en medios masivos de comunicación e internet: en los sitios web de las clínicas de fertilidad se obtiene información sobre técnicas y especialistas y en las comunidades virtuales se comparten testimonios de primera mano e imágenes (Vecslir, 2015a). Las estrategias para compartir u obtener información se vinculan con las circunstancias geográficas y sociales. El marco de extimidad (Bauman, 2012: 254) que prevalece en las ciudades cosmopolitas permite una apertura significativa frente a la infertilidad y a la reproducción tecnomediada. Mientras que en ciudades intermedias el acceso a información -o bien- la expresión sobre la propia situación de atravesar un ciclo tecnorreproductivo adquiere características singulares. Este y otros aspectos relativos a la imbricación de salud y tecnologías de la información y la comunicación serán abordados en la sección que se desarrolla a continuación.
3.2. La relación entre especialistas y usuarias en tiempos de la e-health
Desde mediados de la década del 70 del siglo XX el desarrollo científico-tecnológico preanuncia profundas transformaciones de alcance global. Desarrolladas para incrementar el volumen de producción y reducir sus costos, pero sin restringirse a los procesos productivos, las tecnologías ingresaron a los diferentes campos de la vida social: en la comunicación de masas, en la educación, en el gobierno, en el consumo y también en el campo de la salud (Rose, 2007). La disponibilidad de estas nuevas herramientas está reconfigurando el campo de la medicina, en general, y de la reproducción tecnomediada, en particular. En este sentido, el abordaje de las TRTM en la ciudad de Bahía Blanca resulta es inescindible de los diferentes espacios virtuales de oferta y demanda de información que vinculan a especialistas y usuarias de tecnologías reproductivas. Dicho proceso de reconfiguración es materia de análisis de la presente sección.
En cuanto a las prácticas médicas, la infertilidad es un caso testigo por cuanto las tecnologías intervienen en un doble sentido: en la puesta en práctica de las tecnologías reproductivas, proceso desarrollado en profundidad en las secciones anteriores, y en el uso de las tecnologías de la información y de la comunicación por parte de especialistas y usuarios/as.
Con respecto al despliegue de intervenciones en materia de infertilidad, éstas se sostienen sobre «nuevas visiones de la naturaleza y la biología abierta a la modificación tecnológica» (Mantilla, 2014: 175). Las definiciones acerca de qué es lo biológico-natural y qué es lo social-cultural son revisitadas por este conjunto de tecnologías que atraviesa el quehacer humano (Ariza, 2010). La «tecnologización de la biomedicina» (Rose, 2007) se produce a partir del diseño y puesta en práctica de sofisticadas tecnologías que atraviesan las superficies y que permiten visualizar los órganos internos para descubrir y moldear sus respuestas y funcionamientos (Rose, 2012). En el caso de las tecnologías reproductivas, podemos citar la estimulación ovárica, diseñada para potenciar la formación de folículos, el control diario mediante ecografías transvaginales para corroborar el crecimiento de los folículos, la correcta implantación del embrión o el testeo genético como algunos de los ejemplos de la «tecnologización de la biomedicina» que redefinen la medicina de las superficies foucaultiana. Las crecientes innovaciones tecnológicas en el campo de la salud exhortan a los pacientes a convertirse en «consumidores activos y responsables de los servicios y productos médicos, desde fármacos hasta tecnologías reproductivas y análisis genéticos» (Rose, 20212: 27).
La intermediación de las tecnologías de la información y la comunicación en el proceso de salud, atención y cuidado, posibilitó nuevas formas de comunicación entre profesionales y usuarios/as y de usuarios/as entre sí. El concepto de «e-health representó la promesa de las tecnologías de la información y la comunicación para mejorar la salud y el sistema de salud y cuidado» (Oh, Rizo, Enkin y Jadad, 2005) en tanto facilitan el acceso a la información, el seguimiento y la toma de decisiones. La consulta, el diagnóstico y el seguimiento pueden darse a distancia, facilitando el acceso a la atención para pacientes crónicos o alejados de los centros de salud.
El concepto de e-health da cuenta del entrelazamiento entre la ciencia y la tecnología con el campo de la salud en cuestiones como la prevención, el diagnóstico y el seguimiento de enfermedades. Este concepto aglutina diferentes dispositivos (aplicaciones móviles, telemedicina, sistemas de apoyo para la toma de decisiones clínicas) que «abren la puerta del consultorio médico» (Braverman, 2010: 481) resquebrajando la tradicional relación médico-paciente. Sin embargo, no tardaron en hacerse oír posturas enfrentadas en torno a los posibles beneficios o perjuicios de esta intersección entre salud y tecnologías. Entre los beneficios se ha destacado el empoderamiento y la mayor autonomía en la toma de decisiones de los/as pacientes, mientras que entre los perjuicios se señala la difusión de información errónea y las confusiones o peligros que esto suscita. Según Petracci, Antelo, Schwarz y Mendez Diz:
«[la e-health] despliega diferentes modalidades y produce cambios positivos y negativos en la relación tradicional cara a cara entre doctores y pacientes (modalidades tales como las búsquedas online antes de la consulta, la participación en foros online, el envío de los resultados de los tests vía e mail y la telemedicina entre otros)». (2017: 268).
En sintonía con las nuevas modalidades desplegadas por la e-health, la relación entre profesionales de la salud y pacientes atraviesa redefiniciones. Es posible vislumbrar un pasaje -no acabado ni lineal- de un modelo jerárquico y paternalista, en el cual la relación es directa, a un modelo en el cual la relación entre pacientes y profesionales se encuentra mediada por diferentes tecnologías de comunicación y salud (Petracci, Schwarz y Rodríguez Zoya, 2017). Estas innovaciones, que ofrecen una nutrida gama de posibilidades como aplicaciones, teleconsulta, telemedicina, interconsulta y monitoreo a distancia entre otros, pueden comprenderse considerando la convergencia del campo de la salud con el de las tecnologías de la información y la comunicación. A través del uso de diferentes tecnologías se construye una nueva modalidad de comunicación en salud que posibilita una redefinición de la relación entre pacientes y profesionales marcada por la horizontalidad comunicativa y un mayor agenciamiento.
Desde su surgimiento, la reproducción tecnomediada se ha entrelazado profundamente con las tecnologías de la información y la comunicación: la circulación global de conocimiento científico, la oferta y demanda de información y servicios entre los actores que hacen a este campo médico amplían un espectro de actuaciones que antiguamente se encontraba circunscripto al espacio clínico y a la voz del/la especialista. En esta lógica se inscriben los sitios web de las clínicas de fertilidad, en los que no solo se brinda información sobre técnicas y procesos sino que se ofrece un contorno discursivo de las TRTM de quienes recurren a ellas. ¿De qué modo los sitios de las clínicas de fertilidad presentan las prácticas que realizan? ¿Qué modalidades enunciativas se ponen en juego en los sitios web de las clínicas de fertilidad? ¿Con qué elementos estructurales o escalas se vinculan estas modalidades? ¿Qué importancia adquiere la información en línea para las mujeres que viven en ciudades alejadas de los grandes centros urbanos?
Con la misma celeridad con la que se desarrollaron las técnicas biomédicas para tratar la infertilidad, en internet se han conformado diferentes espacios vinculados al tema bajo estudio. Desde la perspectiva de los/as usuarios/as encontramos las comunidades virtuales colaborativas en las que se comparten trayectorias dentro la medicina reproductiva[3], se provee y demanda información sobre procedimientos, especialistas y legislaciones, entre otros. Desde la perspectiva de los/as oferentes, se encuentran los sitios web de clínicas de fertilidad y los bancos de material genético[4] que ofrecen sus servicios a la vez que buscan reclutar posibles donantes. En este sentido, la sección examina las diferentes modalidades que ofrece cada clínica mediante la conformación de un corpus virtual de sitios web de clínicas de fertilidad locales y de la ciudad de Buenos Aires.
Quienes recurren a la medicina reproductiva no solo tienen mayores servicios disponibles que hace 20 años atrás, sino que toman las decisiones considerando otras fuentes de información, como las mencionadas anteriormente, junto a la voz del/la especialista. Con solo conducir una búsqueda sencilla en Google es posible encontrar imágenes, testimonios e información que acrecienta el abanico de posibilidades a partir de las cuales tomar decisiones. En efecto, en todos los casos la búsqueda de información en foros y páginas web de las clínicas de fertilidad resultó uno de los primeros pasos para comprender la propia situación, solicitar atención médica por primera vez o para cambiar de especialista. El rastreo de información en internet apareció como uno de los primeros recursos que las mujeres entrevistadas mencionan como orientadores de la acción frente la irrupción del diagnóstico de infertilidad y frente a las opciones presentadas por el/la especialista.
En contraste con los grandes centros urbanos donde se encuentra una variada oferta de centros médicos, la ciudad de Bahía Blanca cuenta con dos clínicas privadas especializadas en fertilidad. Si bien ambas clínicas ofrecen una gama bastante amplia de técnicas, no es equivalente a la oferta de la ciudad de Buenos Aires. En este sentido, tanto para obtener información sobre técnicas que no se realizan en las clínicas locales como para consultar por otras patologías que impiden la concepción, las usuarias recurren a distintos espacios virtuales donde se encuentra información, asesoramiento y testimonios de primera mano sobre la reproducción tecnomediada.
En la siguiente sección se profundiza, específicamente, en los sitios web de las diferentes clínicas mencionadas en la muestra dado que se trata de uno de uno de los primeros espacios virtuales revisados por las entrevistadas. Se analizan, en este sentido, las perspectivas desplegadas en los sitios web del Instituto Diagnóstico y Ameris, emplazados en la ciudad de Bahía Blanca. El Instituto Diagnóstico, acreditado a SAMeR, no cuenta con profesionales ni laboratorios propios, así como tampoco fue mencionado por ninguna de las entrevistadas. El otro centro privado, Ameris[5], si bien no está acreditado a SAMeR, sí cuenta con equipamiento y personal propios y los tratamientos se realizan íntegramente en el centro. Ameris fue mencionado por las entrevistadas, de modo que el sitio web de este centro será parte del corpus. Así también, y dado que algunas de las mujeres entrevistadas realizaron tratamientos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se incorporarán al corpus los sitios web de las clínicas de fertilidad por ellas mencionadas: Halitus, Ifer e Ivi, ubicados en la ciudad de Buenos Aires.
En términos metodológicos, el análisis de este tipo de datos nos plantea una serie de interrogantes teóricos y metodológicos: no provienen de una entrevista o encuesta estandarizada, no se elaboran mediante una guía de pautas y, generalmente, incluyen otros recursos además de los textuales, como imágenes y videos. Mientras que los datos relevados a partir de las técnicas tradicionales surgen de la interacción cara a cara entre el/la investigador/a con la población bajo estudio (la encuesta, la entrevista y la etnografía requieren de esta situación presencial), el análisis de objetos virtuales de investigación se centra en registros narrativos, textuales y audiovisuales elaborados por los actores sobre la base de sus propias pautas (Mancera Rueda y Pano Alamán, 2014).
Una de las cuestiones fundamentales a la hora de conformar un corpus virtual es la representatividad de los datos seleccionados: dado que la información disponible es abundante, se tomaron decisiones teórico-metodológicas para delimitar qué fuentes ingresaron al corpus y qué fuentes quedaron fuera. En este sentido, se consideraron para el corpus, los sitios web de las clínicas de fertilidad mencionados por las entrevistadas como criterio de representatividad.
A través de sus sitios web, las clínicas de fertilización asistida no solo informan sobre los procedimientos y técnicas que realizan sino que proponen enfoques amplios acerca de las tecnologías reproductivas, los lazos filiales y las familias. Estas modalidades proponen un particular encuadre en torno a la medicina reproductiva y a partir del cual los agentes les otorgan sentido a situaciones que atraviesan en este campo médico. En este sentido, los sitios web que componen el corpus ofrecen diferentes significados acerca de qué es la infertilidad, qué implica recurrir a la medicina reproductiva y diversas definiciones sobre la pareja y el lazo filial. Estos sitios interpelan a quienes los visitan como posibles receptoras -no solo presentando un conjunto de técnicas biomédicas- sino también ofreciendo explicaciones sobre la infertilidad, la familia y la intermediación tecnológica en la concepción.
En primer lugar, el análisis del corpus se realizó atendiendo a la arquitectura de la información, las formas de nombrar y significar la infertilidad, la familia y el lazo filial y la voz y el tono empleado en cada sitio. En segundo lugar, se examinaron distintas escalas geográficas: nos referimos al nivel local (ciudades del interior de las provincias), nivel nacional (capitales de provincia) y nivel global (ciudades cosmopolitas). Las escalas se vinculan con las estrategias enunciativas a partir de las cuales las clínicas generan emplazamiento dentro del espacio geográfico y social. Con el objetivo de corroborar la fiabilidad de las modalidades, las escalas y las estrategias construidas se cotejó con otros sitios web de clínicas de tecnologías de reproductivas no mencionadas en las entrevistas pero de características similares.
En tercer lugar, el análisis comparativo de estos aspectos permitió delimitar tres modalidades: modalidad institucional, modalidad centrada en sentimientos de comunidad y modalidad global. Cada una de estas perspectivas se vincula con la escala de servicios ofrecida por la clínica y, en función de la cual, se desarrollan estrategias de emplazamiento geográfico de la medicina reproductiva.
3.2.1. Modalidad institucional
«Resolvemos los problemas de infertilidad de la pareja», es el slogan que da la bienvenida al sitio web de Ameris, uno de los dos centros de fertilidad de la ciudad de Bahía Blanca y al que acudió casi la totalidad de las entrevistadas puesto que allí se realizan tratamientos cubiertos por obras sociales y empresas de medicina privada así como algunas de las usuarias del servicio de fertilidad público[6]. Empleando un tono asertivo, con esta afirmación, construye a la pareja heterosexual como su público privilegiado. Luego se afirma: «La esterilidad es una de las situaciones más traumáticas a las que puede estar expuesta una pareja que desea tener un hijo. Es una enfermedad cuyo único alivio es el embarazo». Tal como se mencionó anteriormente, se toma como punto de partida la asociación de la infertilidad con enfermedad cuyo alivio es la producción de un bebé.
La modalidad institucional se apoya en la definición de infertilidad involuntaria y ofrece información estrictamente institucional y médica, evitando hacer referencia a opciones dilemáticas de las tecnologías de reproducción asistida. Como si dar mayores precisiones fuera una falta de discreción, en el sitio web no se detalla qué tratamientos y qué técnicas utilizan.
La ausencia de imágenes de usuarias contrasta con otros sitios web: solo puede verse una foto institucional de cada especialista, una ilustración de un óvulo siendo fecundado por los espermatozoides y de una embarazada a la que no se le ve el rostro sosteniendo un par de escarpines.
En este tipo de frames tampoco se hace referencia a ninguna información que no sea estrictamente médica. Esto puede explicarse por la moral local que valora especialmente la confidencialidad y el secreto. El tamaño relativamente pequeño de la población local y el estigma asociado a la infertilidad hace que se valore especialmente la confidencialidad durante la realización del tratamiento. Tal como sostiene Inhorn respecto de ciudades pequeñas y medianas, se trata de una «moral local marcada por el miedo, la envidia, la paranoia y el estigma» (Inhorn y van Balen, 2002: 261).
La modalidad institucional nos advierte de la persistencia de ideales normativos y de ontologías esencialistas en torno a la reproducción y, por ello, no hace referencia a otras maternidades posibles por fuera de la pareja heterosexual. Se trata de un modelo de las tecnologías reproductivas orientado a la reafirmación del imaginario reproductivo heterosexual. La web de la clínica privada bahiense bajo análisis se encuadra en esta perspectiva: en entornos locales, como la ciudad de Bahía Blanca, se elaboran estrategias de información, silencio o secreto para eludir las presiones y/o los desacuerdos que el recurrir a la medicina reproductiva puede suscitar en el entorno socio familiar. Así también se aspira a que las técnicas de reproducción asistida imiten la reproducción sexual.
3.2.2. Modalidad centrada en sentimientos de comunidad
La modalidad centrada en sentimientos de comunidad se despliega en sitios web como los de Halitus e Ifer de la ciudad de Buenos Aires. Este enfoque, de fuerte presencia entre los sitios web de las clínicas porteñas, se vincula con la estructura del mercado de la fertilización asistida, que en Argentina es público-privada. A diferencia de los países en donde la oferta es exclusivamente privada y a la que se adquiere en tanto cliente de un mercado, en esta trama de significación se remite a las tecnologías de reproducción asistida como aliadas del Estadonación en tanto fomentan la formación de familias que, en forma concéntrica, constituyen la comunidad nacional. Esta versión se constituyó en la estrategia de emplazamiento privilegiada de las tecnologías reproductivas en nuestro país que, al definirlas como asistencia a la reproducción sexual humana, evitó sentimientos de amenaza al orden natural-social y reforzó su carácter de en una sociedad profundamente conservadora y religiosa.
En esta perspectiva la clínica de fertilidad es postulada como parte integrante de la familia. Apelando a sentimientos de pertenencia propios de las instituciones del Estado nación, la clínica de fertilidad vehiculiza la relación individuo-sociedad a través de la familia. Las imágenes y contenidos que aparecen en estos sitios web exceden el discurso técnico y apelan a la creación de sentimientos de pertenencia familiar y comunitaria.
Son indicios de este enfoque los registros con los días de cumpleaños de cada uno de los niños y niñas nacidos a través de la intervención médica de la clínica, las galerías de fotos y los testimonios de las mujeres. La apelación a la natalidad y la familia, además del énfasis puesto en los tratamientos homólogos y en la vitrificación de los óvulos como garante de la fecundidad, son ejes vertebradores de esta trama de significación que inscribe a las tecnologías reproductivas en el discurso de los derechos al tiempo que la ofrece como servicio.
Apostada en la escala nacional, la modalidad orientada a la creación de sentimientos de comunidad enfatiza en significantes como familia, vida y sueños y enmarcan los servicios en un discurso médico centrado en la vida y la salud, relegando a un segundo plano la dimensión económica de sus servicios.
3.2.3. Modalidad global
Lejos del tabú y del silencio que rodea a la reproducción tecnomediada en ciudades pequeñas, las grandes ciudades, permiten una extimidad (Bauman, 2012: 254) en la que todo puede ser exhibido, inclusive la infertilidad y las trayectorias tecnorreproductivas. Es así que la perspectiva global responde a estas posibilidades dadas por el anonimato global ofreciendo información detallada acerca de las técnicas, los costos y los planes de financiación para la adquisición de las muestras.
Interpelando a quienes visitan el sitio web en su calidad de individuos libres capaces de decidir y solventar los costos, el enfoque global prescinde de las apelaciones a la familia como institución y se inclina, en cambio, a la familia como constructo resultante del deseo. Interpelados como miembros de una población diversa en cuanto a género, edad, etnia y opción sexual, el lenguaje empleado remite al intercambio. Se aproxima, en este sentido, a la queerización de la reproducción (Mamo, 2007) posibilitada por la medicina reproductiva y se aleja, concomitantemente, del encuadre en cuyo seno la familia genética es el vector de la comunidad nacional. La perspectiva global construye como destinatario de las prácticas biomédicas a un público diverso al que interpela como consumidor. Tal como es posible ver en la portada de Ivi, se interpela como público destinatario a individuos y parejas, tanto heterosexuales como del mismo sexo.
Tal como se informa en la web, Ivi es parte de una red global de clínicas de fertilidad, que cuenta con «70 clínicas en 13 países, tras su fusión con la americana RMANJ». Esto pone en evidencia que, a medida que las clínicas se anclan en la escala global, dan lugar a discursos permeables a otras maternidades, no centradas exclusivamente en la pareja heterosexual, tomando distancia de la versión que encuadra a las tecnologías reproductivas como fomento de la familia tradicional. Asimismo, en este sitio web aparecen especificadas las técnicas que se utilizan (Vitrificación de ovocitos, EmbryoScope®, Banco de semen, ICSI, MACS, Método ROPA) y los test genéticos (DGP, NACE y NACE PLUS, ERA, TCG 547, Mitoscore) que se pueden realizar al embrión, enumeración poco frecuente en el resto de las páginas relevadas.
El sitio web del banco de semen Cryobank, de la ciudad de Buenos Aires, ha experimentado cambios a lo largo del tiempo: el antiguo catálogo a través del cual el banco ofrecía muestras de esperma identificadas con un algoritmo fue reemplazado por un nuevo e intuitivo menú a partir del cual es posible comprar una muestra de semen, simplificando un proceso altamente complejo. Completando un formulario electrónico, las muestras elegidas en el sitio web se envían por correo al interior, al igual que la compra de cualquier otro producto vía e-commerce[7]. Las formas de acceder al material genético, los recursos y el lenguaje empleado en los sitios web analizados nos informan que en este enfoque la lógica de libre mercado puede trasladarse a la medicina tecnorreproductiva, aunque esta involucre al parentesco. Este traslado es posible en tanto y en cuanto las prácticas se sostienen sobre la elección del/la usuario/a y su capacidad de compra pero también por las legitimaciones provistas por la clínica.
En suma, las modalidades analizadas en la presente sección dan cuenta de las estrategias que la medicina despliega para instalarse en los entornos locales, nacionales y globales mencionados. La indagación de estos marcos interpretativos permite profundizar no solo de qué forma se presentan y ofrecen sus servicios las clínicas de fertilidad sino también comprender qué es lo que buscan y adquieren los usuarios. El emplazamiento de la medicina reproductiva en las escalas local, nacional y global se vincula con las voces y tonos que las clínicas de fertilidad emplean para comunicar qué es lo que hacen, para quién y cómo lo hacen, aspectos comunicacionales que le dan forma a este proceso.
Siguiendo a Petracci, Schwarz, Antelo y Mendez Diz, consideramos que «la transformación del paciente en un cliente consumidor» (2017: 267) es un eje central del proceso de medicalización de la infertilidad, reflejado en las diferentes plataformas online que ofrecen servicios reproductivos. Asimismo, hallamos que, cuando el anclaje de la clínica es global, mayor es la interpelación de quien visita el sitio en tanto potencial cliente. Términos como cliente, compra, venta o alquiler -pretendidamente alejados del espacio familiar- aquí se ponen en juego. Si pensamos las tecnologías de reproducción humana asistida como un mercado, y en la modalidad global esto es factible, la dimensión económica emerge como una dimensión más de las tecnologías bajo estudio.
En el campo de la medicina reproductiva en la ciudad de Bahía Blanca las nuevas modalidades de la e-health se ponen en marcha, principalmente, para acceder a información sobre procedimientos. Los datos relevados indican que las mujeres que atraviesan TRTM en la ciudad de Bahía Blanca desarrollan prácticas activas y estratégicas para la búsqueda de información en internet a partir de la cuales conducir su trayectoria en este campo específico de la medicina. Tanto para seleccionar las clínicas como para reunir información sobre prácticas específicas, costos o especialistas, se valen de los recursos disponibles en línea para tomar diferentes decisiones. Del mismo modo, aquellas que realizan tratamientos con especialistas de la ciudad de Buenos Aires, envían vía mail o mediante WhatsApp los resultados de los estudios realizados. En contraste, la información disponible en el sitio web del servicio de fertilidad del hospital Penna solo se detalla los horarios y oficinas en que se encuentran los especialistas; no se ofrece mayor información en cuanto a servicios ni se especifican requisitos para ingresar al programa así como tampoco es posible solicitar turnos de forma virtual.
En síntesis, a lo largo de esta sección, hemos recorrido el proceso de acoplamiento de las tecnologías reproductivas con las tecnologías de la información y la comunicación en orden a difundir, desde diferentes perspectivas, las técnicas empleadas y sentidos más generales sobre la reproducción tecnomediada y la familia. Hemos delineado los diferentes enfoques de los sitios web de las clínicas de fertilidad en tanto estos ofrecen una explicación de las prácticas que llevan a cabo, las distintas posibilidades que ofrecen las tecnologías reproductivas y claves anticipatorias acerca de qué encontrarán cuando lleguen a la consulta médica. Así también, hemos revisado los espacios virtuales que las mismas usuarias construyen para intercambiar imágenes e información previamente o durante la trayectoria de reproducción tecnomediada. Sin embargo, tanto los efectos prácticos de la medicina reproductiva como sus implicaciones en un orden social signado por las asimetrías entre los géneros han sido objeto de diálogos y debates feministas que se examinan en el siguiente capítulo.
- Nos referimos principalmente al desarrollo del microscopio que posibilitó la observación de espermatozoides humanos y su comportamiento ante diferentes eventos, a los nuevos paradigmas en las ciencias biológicas que desplazarán definitivamente las teorías ovistas y animaculistas y en general a todas las interpretaciones mágico-religiosas sobre la fecundación (Morice et al., 1995; Gasking, 1967; García Bonet, 2006). ↵
- «Por Modelo Médico Hegemónico entiendo el conjunto de prácticas, saberes y teorías generados por el desarrollo de lo que se conoce como medicina científica, el cual desde fines del siglo XVIII ha ido logrando establecer como subalternas al conjunto de prácticas, saberes e ideologías teóricas hasta entonces dominantes en los conjuntos sociales, hasta lograr identificarse como la única forma de atender la enfermedad legitimada tanto por criterios científicos, como por el Estado». (Menéndez, 1988: 451)↵
- Así como las clínicas ofrecen información sobre técnicas y métodos y las modalidades desde los cuales realizan dichos procedimientos, en redes sociales las usuarias dieron forma a diferentes comunidades virtuales colaborativas alrededor de la infertilidad y la reproducción tecnomediada. Tanto en YouTube como en Facebook e Instagram es posible relevar autoentografías llamadas «Infertility Journals» o «IVF projects». En ellas, las usuarias registran la aspiración de los folículos, la transferencia embrionaria o el resultado de los test de embarazo o bien se vuelca información periódica relativa al aumento o descenso de las hormonas del embarazo. Estos relatos audiovisuales centrados en la reproducción tecnomediada son característicos de ciudades globales anglosajonas pero inexistentes en ciudades intermedias de provincia de habla hispana, explicable por una menor difusión de sentidos renovadores frente a la infertilidad. En nuestro país, las usuarias participan, principalmente, en el foro de Planeta Mamá (Ariza, 2016) y en las redes sociales (principalmente grupos de Facebook) de la Organización No Gubernamental Sumáte a dar vida y Concebir, pero dado que éstas últimas son organizaciones de carácter privado se requiere una aprobación previa para poder participar. Específicamente, en contextos locales de provincia como en el que da marco a la presente investigación, darle publicidad a la reproducción tecnomediada supone «un desafío a los ideales reguladores sobre la maternidad y el guion de género femenino» (Vecslir, 2015a: 136). ↵
- Para un análisis más exhaustivo, ver http://cryobank.com.ar↵
- Confrontar http://www.amerisbb.com.ar/w5/default.aspx#contactos ↵
- Hasta el año 2013 los tratamientos de fertilidad públicos, provistos por el Hospital Penna, se «tercerizaban» en esta clínica privada ya que el hospital no contaba con la capacidad técnica y operativa para tratamientos de alta complejidad. En el hospital se realizaba el control del embarazo y el parto. ↵
- En Estados Unidos, California Cryobank ofrece el programa «Donnor Look a Like» para receptoras de semen. Este ofrece la posibilidad de elegir el fenotipo de donante de acuerdo al parecido físico con celebrities o de acuerdo con los rasgos de seres queridos. En nuestro país, por los consensos médicos y por las relgamentaciones vigentes, el fenotipo del donante no es elegido libremente por la receptora, sino que interviene el/la especialista. ↵