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Dilemas en el estudio de lo popular

Notas para una agenda futura

Ramiro Segura[1]

Los artículos que integran esta sección fueron presentados originalmente en la mesa titulada “Perspectivas teóricas en el estudio de lo popular” y se encuentran tensados por lo que, retomando a Chakrabarty (2008), podríamos denominar el carácter ineludible e inadecuado del concepto “lo popular” para pensar las dinámicas culturales contemporáneas. Nos resulta prácticamente imposible prescindir del concepto para abordar una dimensión significativa de la experiencia histórica y social y, a la vez, no nos resultan convincentes los modos en que “lo popular” y la “cultura popular” son construidos como objeto, siempre oscilando entre la autonomía y la heteronomía, entre la positividad y la negatividad, polos antitéticos que Grignon y Passeron (1989) sintetizaron con la imagen de las tensiones entre miserabilismo y populismo.

Si retomáramos las reflexiones que Michel de Certeau desarrolló en La cultura en plural –libro que le dio nombre al workshop en el que los trabajos fueron presentados– estos dilemas tendrían menos que ver con cuestiones ideológicas que con “las relaciones que un objeto y sus métodos científicos mantienen con la sociedad que los permite” (1994, p. 49). Se trata del despliegue de procedimientos que transforman la noción de cultura entendida como un trabajo –“la proliferación de las invenciones en los espacios de la constricción”, como bellamente la definió en ese libro Michel de Certeau (1994, p. 17) en un objeto cristalizado y autonomizado del campo de fuerzas histórico y social en el que emergió: belleza del muerto que nos recuerda que el poder, la asimetría e incluso la represión se encuentran en el origen de la curiosidad (cuando no, el exotismo) de la indagación científica de lo popular.

Estas tensiones atraviesan de manera más o menos transversal las distintas posiciones teóricas que, nutriéndose de conceptos y debates de distintas latitudes y disciplinas diversas, se han desplegado en las ciencias sociales vernáculas. Por lo mismo, creo que debemos interrogar lo popular de manera análoga a como Adrián Gorelik (2005) reflexionó sobre la idea de ciudad latinoamericana: como una “categoría del pensamiento social” que puede ser estudiada siguiendo sus itinerarios conceptuales e ideológicos así como sus funciones políticas e institucionales en cada coyuntura.

Sin pretensiones de exhaustividad –e incluso a riesgo de ser demasiado esquemático–, considero que el mapeo de lo popular en nuestro país nos permitiría identificar al menos cuatro tradiciones. En primer lugar, lo popular suele designar en ciertos usos sociológicos un topoi en la estructura social: peculiar topología tripartita (y politética) que se remonta al menos a Gino Germani (1955) y que organiza la estructura social argentina en clases altas, clases medias y sectores populares. Este esquema se ha reproducido en los estudios de estructura social hasta el presente (Torrado, 1992; Svampa, 2005; Kessler 2016), incluso cuando ya no estemos tan convencidos de que los diacríticos desplegados en la clasificación (trabajo, ingreso) delimiten experiencias sociales de clase y de cultura claramente diferenciadas. En segundo lugar, lo popular puede designar en investigaciones antropológicas a un sujeto. Si la primera tradición pone el énfasis en las condiciones sociales (negativas) de los sectores populares, esta muchas veces funciona como su reverso: enfatiza la positividad de las prácticas de los sujetos populares (y, por transitividad, de sus productos) en clave de resistencia y creatividad en terrenos diversos como la política, las prácticas culturales juveniles, la religiosidad popular, entre otras. Prescindiendo de los matices y los refinamientos teóricos sobre estas cuestiones, entre los que a mi entender sobresale la reflexión desarrollada por Pablo Semán (2006), podríamos pensar incluso que ambas posiciones se retroalimentan y siguen en gran medida los ciclos políticos y económicos del país: de esta manera, a la socio-demografía de la exclusión que caracterizó los estudios de los años 90, le siguió una multiplicidad de estudios que destacaron la positividad de las prácticas sociales y culturales de los sectores populares durante los años 2000, y en los últimos años hemos asistido a la búsqueda por comprender las transformaciones y las persistencias en la estructura social argentina durante el ciclo “posneoliberal”. En tercer lugar, hay una tradición que se remonta a los estudios de historia social de los años de la transición democrática en la que, combinando y buscando transcender la dicotomía entre lo popular como condiciones (negatividad) y lo popular como sujeto (positividad), lo popular aparece como un espacio o un terreno social en el que se modelan sujetos (Gutiérrez y Romero, 1995). Resuenan aquí influencias gramscianas y también las relecturas de esa tradición realizadas desde los estudios culturales británicos (Hall, 1984; Williams, 1997), atentas a la conexión y al desfase entre clase y cultura así como también a pensar lo popular no solo en relación con las condiciones sociales de existencia sino también al proceso ideológico-cultural que supone la noción de hegemonía. Por último, recuperando los postulados (post) estructuralistas, y desde una aproximación fundamentalmente discusiva, encontramos también un conjunto de investigaciones desarrolladas fundamentalmente desde la ciencia política que –retomando la propuesta de Ernesto Laclau (1996)– remarcan el lugar clave de la interpelación en la configuración de cualquier proceso de identificación y establecimiento de efectos de frontera (pueblo/no pueblo) y, por lo tanto, no solo reaparece el carácter descentrado de lo popular de la tradición anterior sino que también se resalta su inestabilidad constitutiva.

Lo popular, entonces, asumió formas diversas –posición estructural, sujeto social, geografía socio-cultural en la que se producen sujetos y efecto de una interpelación– las cuales se solapan, repelen y articulan de maneras cambiantes en la investigación contemporánea de lo popular. Con estas filiaciones teóricas de lo popular como sustrato compartido, los artículos de esta sección no solo proponen un maravilloso recorrido por los debates y los combates que nutrieron el desarrollo de la reflexión intelectual sobre lo popular, sino que también interrogan la productividad y los riesgos de la categoría para pensar la sociedad contemporánea. Respecto de estas cuestiones se desprenden, a mí entender, dos conjuntos de reflexiones transversales a las distintas contribuciones que son ineludibles para la agenda de investigación contemporánea: las condiciones en la que se produce y se despliega lo popular, por un lado, y los efectos del análisis y el discurso académico en la producción de lo popular, por el otro.

Respecto de la primera cuestión vale señalar que desde la emergencia de la idea de “cultura popular” en el Romanticismo europeo hemos asistido a un intento creciente –y ciertamente contrario a los fundamentos de la filosofía idealista del propio Romanticismo– por situar históricamente a las culturas populares y reponer las condiciones materiales y simbólicas en que se despliega lo popular. Sobre este punto, resulta relevante señalar que los artículos que componen esta sección se inclinan no solo por pensar lo popular en el marco de relaciones capitalistas y de dominación en las que se inscribe, sino también por reconocer la imposibilidad contemporánea de distinguir entre lo popular y lo masivo (distinción que alimentó en el pasado diversos análisis de lo popular). Esta asunción colabora en especificar las condiciones en las que se podría desarrollar un análisis de lo popular en el tiempo presente.

Por otro lado, respecto de la segunda cuestión, se destaca en estos trabajos la exigencia de reflexividad acerca de la propia performatividad del trabajo académico sobre lo popular: nos encontramos ante un discurso que produce el objeto sobre el cual habla. En este punto, incluso reconociendo que escribir es ceder la última palabra al otro (Barthes, 2003), estos trabajos despliegan una necesaria y poderosa reflexión acerca de la vida pública de las investigaciones socio-culturales sobre los sectores populares que involucra tanto la forma en que formulamos nuestras preguntas así como los modos en que escribimos y damos difusión a los resultados.

¿Cómo no caer en la recurrente fijación de lo popular en estereotipos que en última instancia se remontan tanto a la idea del “salvaje” o el “bárbaro” como al “buen salvaje”, ambos igualmente etnocéntricos? ¿Cómo construir objetos de investigación que eviten la sistemática oscilación entre la heteronomía y la autonomía, la negatividad y la positividad, el miserabilismo y el populismo? ¿Cómo rastrear el flujo y reponer la textura de específicas prácticas sociales desplegándose en un campo de fuerzas sociales móvil, asimétrico y conflictivo? En definitiva ¿cómo desplazarnos de la belleza del muerto (sea este positivo o negativo) a la cultura como trabajo, como proceso necesariamente relacional e inacabado, tenso, creativo, polisémico, dialógico?

Los artículos aquí reunidos brindan pistas sólidas en busca de respuestas a estas acuciantes preguntas que atañen a las diversas dimensiones involucradas en la investigación de la vida social de los sectores populares así como a sus efectos.

Bibliografía

Barthes, R. (2003). Ensayos críticos. Buenos Aires: Seix Barral.

Chakrabarty, D. (2008). Al margen de Europa. Barcelona: Tusquets.

De Certeau, M. (1994). La cultura en plural. Buenos Aires: Nueva Visión.

Germani, G. (1955). Estructura social de la Argentina. Análisis estadístico. Buenos Aires: Raigal.

Gorelik, A. (2005). A produção da cidade latino-americana. Tempo Social, revista de sociologia da USP, 17, 1, 111-133.

Grignon, C. y Passeron, J-C. (1989). Lo culto y lo popular. Buenos Aires: Nueva Visión.

Gutiérrez, L. y Romero, L. A. (1995). Sectores populares, cultura y política. Buenos Aires en la entreguerra. Buenos Aires: Sudamericana.

Hall, S. (1984). Notas sobre la deconstrucción de lo popular. En R. Samuel (Ed.), Historia popular y teoría socialista. Barcelona: Grijalbo.

Kessler, G. (Comp.). (2016). La sociedad argentina hoy. Radiografía de una nueva estructura. Buenos Aires: Siglo XXI / Fundación OSDE.

Laclau, E. (1996). Emancipación y diferencia. Buenos Aires: Ariel.

Semán, P. (2006). Bajo continuo. Exploraciones descentradas sobre cultura popular y masiva. Buenos Aires: Gorla.

Svampa, M. (2005). La sociedad excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo. Buenos Aires: Taurus.

Torrado, S. (1992). Estructura social de la Argentina. Buenos Aires: Ediciones de La Flor.

Williams, R. (1997). Marxismo y literatura. Buenos Aires: Manantial.


  1. CONICET, IDAES, UNSAM.


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