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Entre el desaliento y el choteo: caricatura y humor gráfico en la revista Bohemia de cara a la Segunda Guerra Mundial (1935-1941)

Alberto Consuegra Sanfiel

La década de 1930 marcó el comienzo de una nueva época para las relaciones internacionales. Importantes acontecimientos como el ascenso y consolidación de regímenes políticos autoritarios en Europa, el desarrollo de la Guerra Civil española, el progresivo ascenso del militarismo japonés en el continente asiático, el Segundo Conflicto ítalo-etíope, o el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, son algunos de los fenómenos que ilustran este decenio.

A pesar del difícil contexto político y social cubano durante el período, los medios gráficos siguieron muy de cerca lo que acontecía internacionalmente transformándose, lentamente, en la fuente de información por excelencia de la sociedad. Puntualmente, la revista Bohemia adquirió cada vez más protagonismo en la escena política de la isla y, en poco tiempo, se convirtió en un referente obligado en la formación de opinión.

Además de sacar a la luz sendas editoriales sobre el progresivo deterioro de la paz mundial, la caricatura y el humor gráfico fueron recursos que utilizó la publicación para presentar e informar a la sociedad el desalentador ambiente bélico que internacionalmente se vivía, poniendo de relieve esa forma intrínseca del cubano de “no tomar nada en serio”, y que muy bien Jorge Mañach definió en 1928 como choteo[1]. Precisamente, el propósito de este trabajo es analizar cómo la revista Bohemia, uno de los semanarios cubanos más progresistas y de mayor influencia de la época, analizó y transmitió al lector, mediante la caricatura y el humor gráfico, la situación internacional entre 1935 y 1941, período en que las relaciones interestatales se deterioraron rápidamente y que culminó con la entrada de Cuba en el conflicto mundial. Mediante la revisión de los números de la revista, así como de la bibliografía especializada, se intenta destacar la tensión que se dio entre la realidad y el choteo en las secciones de caricaturas y de humor gráfico publicadas por Bohemia durante uno de los períodos más convulsos, y prolíferos también, de la cultura y la sociedad cubana.

Bohemia: de la imparcialidad a la lucha contra el fascismo (1935-1939)

A diferencia de la posición asumida por una parte de la burguesía y la intelectualidad cubana y extranjera radicada en la isla frente a la expansión del fascismo en Etiopía (1935-1941) y en España (1936-1939) (Consuegra Sanfiel, 2018), otra parte considerable de la sociedad cubana ˗intelectuales militantes, dirigentes sindicales, obreros, etc.˗, vieron la situación política internacional como un momento de auge del imperialismo, que llegaba a Cuba en un momento especial, en pleno proceso de desarrollo y consolidación de cambios ideológicos, de construcción nacional, que a juzgar por la profesora cubana Berta Álvarez Martens (2004), “colocó a Cuba en la urgencia de formularse como nación y de alcanzar la modernidad del siglo XX”.

El resultado de una sociedad neocolonial y dependiente había mostrado durante los años de 1920 sus contradicciones, provocando así el inicio de una oleada de críticas que fueron canalizadas a través de diferentes expresiones cívicas y artísticas, como el arte, la escritura y/o la protesta pública (Aguilar Santos, 2014). Este malestar social, que tuvo como voceros a un grupo de la intelectualidad republicana y una clase obrera mucho más organizada, con reivindicaciones puntuales, puso en el centro del debate la reconstrucción de la nacionalidad cubana sobre la base del antiimperialismo, los ideales martianos y el afrocubanísimo, por citar algunas ideas claves. Con un alto grado de radicalidad, la tensión sociedad-gobierno durante la década de 1920 fue in crescendo y desembocó en un verdadero proceso revolucionario, que más tarde la historiografía cubana y latinoamericana bautizó como “Revolución del 30”.

Sumado a esto, lejos de constituir una excepción, la crisis de 1929 le imprimió a la sociedad cubana una fisonomía peculiar que se extendió durante toda la década de 1930. Por sus vínculos con la economía norteamericana, la nación caribeña fue uno de los primeros países en experimentar los efectos de la crisis acrecentando las dificultades que ya venía arrastrando de años anteriores, lo que se evidenció en la pérdida de empleos y una profunda crisis social, mayor dependencia a la economía norteamericana, además de que terminó de consolidar el modelo monoproductor, agroexportador y plurimportador que se había venido configurando desde finales del siglo XIX.

Así, durante toda la década de 1930, como muchos semanarios que en sus inicios fueron fundados para divulgar la producción artística y cultural de determinado grupo, la revista Bohemia adquirió cada vez más protagonismo en la escena política de la isla a través de sus publicaciones de marcado carácter crítico, sagaz, francamente alineadas con corrientes ideológicas internacionales y nacionales, como el antifascismo, el antiimperialismo y el anticomunismo. Como sucedió con el caso de la invasión y posterior ocupación italiana a Etiopía, con la Guerra Civil española y más tarde con la Segunda Guerra Mundial, durante el período Bohemia analizó y se posicionó respecto a la situación bélica que se iba generando a nivel mundial apelando, también, a una variedad de técnicas y métodos comunicacionales donde la caricatura y el humor gráfico jugaron un rol fundamental. De manera gradual, el semanario buscó transmitir y analizar los conflictos más importantes en franca correspondencia con la idea más fuerte que nucleaba a la mayoría de la intelectualidad cubana y latinoamericana de los años treinta: la lucha contra el fascismo.

Sin embargo, junto con la expansión del fascismo, las problemáticas económicas-sociales del país y las principales figuras de la política mundial, fueron los temas primordiales sobre los que el humor gráfico y la caricatura en Bohemia centraron la atención. Si bien dicho género artístico-periodístico ha sido una constante en la mayoría de los medios gráficos cubanos desde la primera mitad del siglo XVIII (Hernández Guerrero, 2006), es importante destacar que casi desde su fundación, Bohemia incluyó algunas secciones de caricaturas y/o humor gráfico, las que luego reforzó en la década de 1920 y ha marcado, hasta la actualidad, su línea editorial. Dicha fusión, la del periodismo más duro con las artes gráficas, contribuyó a la lucha política en los distintos momentos históricos-sociales que atravesó el país, así como a la masificación de la caricatura y el humor gráfico en los medios cubanos en el siglo XX.

A diferencia de la estética de la caricatura que apareció en las diferentes publicaciones periódicas cubanas del siglo XIX, en las cuales se puede observar un fuerte apego al dibujo académico, donde la fuerza del humor recaía en los pies de los grabados (Hernández Guerrero, 2006), la caricatura y el humor gráfico en Bohemia durante el período abordado estuvieron atravesados por la cotidianidad cubana, transformando a cada una de las figuras que aparecieron en intérpretes de la realidad política internacional y nacional imbricando, por un lado, el desasosiego provocado por la expansión del fascismo y los aires bélicos que soplaban en Europa, y por el otro, la picaresca y la cultura del choteo típico del pueblo cubano, dándole continuidad a la tradición de los históricos personajes del humor gráfico en la isla, como Liborio[2] y, un poco más tarde, El Bobo[3].

Así, a la altura de 1935, apenas Italia cruzó la frontera abisinia, dando inicio al Segundo Conflicto ítalo-etíope, la revista comenzó a mostrar todo lo que iba aconteciendo en tierras africanas. Si en un primer momento la política editorial de la revista respecto al conflicto pareció neutral, en la medida que la situación en África se fue resolviendo a favor de Italia y estalló la Guerra Civil española, la cual fue vista como el resultado directo de la expansión de la ideología fascista, la posición del semanario fue cambiando, dando paso a sendas declaraciones en contra del fascismo y a favor de la democracia, las cuales fueron desarrolladas en las columnas editoriales.

Cuando ya era eminente la caída de Addis Abeba bajo el poder italiano, y las voces a favor del triunfo fascista se hacían cada vez más fuertes desde Italia y en la propia capital cubana, Bohemia publicó un artículo que abiertamente la definió ideológicamente, marcando así el camino de la larga lucha que caracterizará a la publicación a futuro contra los regímenes totalitaristas del período. En esta ocasión, la revista valoró la invasión como una acción punitiva, colonial, y especialmente imperialista. Al respecto, decía lo siguiente:

Esta contienda sin igual, verificada en pleno silgo XX, pone una vez más de manifiesto la voracidad imperialista de las grandes potencias industriales, al mismo tiempo que hace ver, con meridiana y desconsoladora claridad, el estado de indefensión y abandono en que se encuentran los pueblos débiles del globo. Nada le ha valido a Abisinia tener de su parte la opinión pública mundial; nada le ha valido a Abisinia tener de su lado el tan cacareado sentido de humanidad de los hombres y de los pueblos civilizados (Bohemia, 27 (17), 1936, abril 26, p.11).

Además de condenar a Italia como el principal desestabilizador de la paz mundial, la publicación del artículo mostró el impacto que tuvo el Segundo Conflicto ítalo-etíope en el proceso de construcción nacional que se estaba desarrollando, donde la “causa abisinia” llegó y se convirtió en vehículo para expresar aquellas condiciones locales y reivindicaciones sociales, económicas y políticas que tenía Cuba respecto a los Estados Unidos. Convertida en una metáfora, la causa etíope se transformó en un ejemplo inexorable de las consecuencias que podía sufrir un pueblo que fuera víctima del “imperialismo” y el “totalitarismo”. El enfrentamiento “blanco-negro”, “civilización-incivilización”, “libertad-subyugación” que evidenció la invasión, reforzó el proceso de construcción nacional que se venía dando desde 1920, exacerbando los sentimientos antiimperialistas de aquella intelectualidad que venía siendo protagonistas de transformaciones ideológicas profundas.

Junto a las notas periodísticas publicadas por la revista, la caricatura rápidamente se convirtió en uno de los recursos utilizados para transmitir a la sociedad los planes de Italia para con el país africano. Desde secciones como “Colillas” y “La guerra en caricaturas”, el magazine utilizó la herramienta gráfica para hacer fuertes críticas hacia el Duce, reprochar la posición neutral que asumió el gobierno estadounidense en relación a la contienda, así como el incumplimiento de todos los tratados de paz, la violación de los derechos de los pueblos libres por parte de Italia, y la ineficiencia que mostraron la imposición de las sanciones económicas al país agresor por parte de la Sociedad de Naciones.

A pocos días de haberse iniciado la invasión, apareció en la sección “Colillas” una caricatura en la que se recreaba la conversación entre dos personas, un cubano y un etíope, perfectamente representados en su forma de vestir, en la que hablaban de la guerra en África en un tono burlesco, típico del choteo cubano, cuando era una acción bélica que estaba siendo tan cruenta e inhumana. Titulado “VEHÍCULOS DE DESTRUCCIÓN, en el intercambio de ideas entre el etíope y el cubano, además de hacer referencia a los inconvenientes geográficos y naturales que podrían ayudar a combatir a los italianos, se aprovechó para exponer una crítica al sistema de transporte de la isla. El diálogo que daba sustento a la caricatura, decía:

El Cubano. – También a nosotros, en nuestra epopeya, nos ayudaron mucho los mosquitos, el calor y el paludismo.

El Abisinio. – ¡Ah, pero a nosotros nos falta algo que ustedes tienen: si aquí tuviéramos ya habríamos acabado con los italianos!

El Cubano. – ¿Y a qué se refiere usted?
El Abisinio. – A las guaguas” (Bohemia, 17 (42), 1935, octubre 20, p. 34)

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Imagen 1. Bohemia, 17 (42), 1935, octubre 20, p. 34.

Además del contenido del diálogo, el cual desde el título hacía referencia al poder destructivo del sistema de transporte en Cuba por su ineficacia, la propia caracterización de los personajes que intervienen en la conversación puso a relieve las dos posiciones sobresalientes que había al interior del grupo de intelectuales que debatían sobre la identidad cubana desde la década de 1920. Dicho proceso político-cultural, durante la década de 1930, atizó los debates acerca del problema racial en el país, mostrando las afinidades de opiniones y divergencias que existían entre los distintos actores políticos y sociales, los cuales se dividieron en dos grandes grupos: aquellos que defendían el rescate de una sociedad cubana “blanca, de origen hispano”, y los que destacaban “las raíces negras y africanas”. Precisamente, la presencia de dos personajes, uno de piel blanca, en apariencia vestido formalmente, encarnaba las opiniones de esa parte de la intelectualidad conservadora, aliada a la burguesía española que comulgaba con las ideas totalitarias, mientras que el otro personaje, el cual tenía rasgos físicos negros y que estaba vestido con prendas africanas, representaba a ese otro grupo de intelectuales, en su mayoría progresistas y/o militantes comunistas, que defendían las raíces africanas como parte indisoluble de la identidad de Cuba.

Por su parte, la aparición de la sección de “La guerra en caricaturas” fue otra de las secciones publicadas en el semanario desde donde se buscó sensibilizar a la sociedad cubana sobre los peligros de la expansión de Italia, Alemania y Japón. Haciendo referencia a la posición de Gran Bretaña y de Francia frente al expansionismo italiano en África, o a la incompetencia de la Sociedad de Naciones como organismo que debía velar por la paz mundial, lo cierto es que la revista, hasta casi 1939, graficó todos y cada uno de los acontecimientos que se fueron dando a nivel mundial. Y si bien no hay fuentes disponibles que permitan saber exactamente qué pensó y cómo interpretó el cubano común sobre la información que se le transmitía a través del humor, esa que tal vez no podría haber leído en las sendas notas de análisis político internacional que acompañaron a cada número durante el período por el bajo nivel de instrucción que había en la sociedad cubana, lo cierto es que el alcance de la revista, así como la popularidad de la misma, situó al semanario, rápidamente, como portador y divulgador de un discurso antifascista a través de la caricatura y el humor gráfico, lo que coadyuvó en la formación de opiniones, como también se hizo con la radio, un medio de difusión históricamente popular en esos tiempos (López, 1981).

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Imagen 2. Bohemia, 27 (41), 1935, octubre 13, pp. 20-21.

Asimismo, al celebrarse el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas para la Defensa de la Cultura, organizado en Valencia, España, la revista reprodujo una serie de figuras satíricas extraída de una exposición que hizo la Asociación de Artistas Hispanos. Con rasgos exagerados, aparecen en las esculturas los tres líderes que encarnaban al fascismo en Europa –Mussolini, Hitler y Franco-, además de que se hacen referencia, en las notas que acompañan a las obras, el mensaje que querían transmitir cada escultor con su obra. Por ejemplo, en una se podía apreciar a Mussolini, junto a Hitler y un perro, y la obra fue titulada: “Hitler y Mussolini, y su perro llamado “Franco”” (Bohemia, 29 (35), 1937, agosto 29, p.31).

Precisamente, dicha escultura resumía los puntos de vista que gran parte de la intelectualidad cubana venía expresando en la revista respecto, primero, a la participación directa de las fuerzas italianas y alemanas en el conflicto español, y segundo, a los vínculos ideológicos y la dependencia del movimiento falangista español para con Italia y Alemania. En muchas de las notas periodísticas que se publicaron en la revista, con el fin de contrarrestar la propaganda que se le había comenzado a hacer a Franco desde algunos medios cubanos que comulgaban con el fascismo, como el Diario de la Marina, por ejemplo, los defensores de la República comenzaron a mostrar los triunfos del Generalísimo como el resultado de la ayuda de Hitler y Mussolini, y no por los méritos propios del líder español. Asimismo, la escultura articulaba con el discurso del movimiento antifascista en relación al conflicto español, el cual planteaba que Franco no tenía ideas propias, sino que seguía las órdenes estrictas de Italia y Alemania, con el fin de expandir el fascismo por todo Europa.

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Imagen 3. Bohemia, 29, (35), 1937, agosto 29, p. 31.

Más adelante, en octubre, el panorama internacional y la guerra en España fue abordado, otra vez, desde el humor, publicando una página con posibles epitafios sepulcrales de protagonistas de los conflictos que se estaban desarrollando en Europa. En el caso del asignado a Mussolini, tanto la guerra de España como la campaña en Etiopía aparecieron reflejados como los dos hechos, por igual en importancia e impacto, por lo que supuestamente se le recordaría al líder fascista (Bohemia, 29 (44), 1937, octubre 31, p. 11). Junto a una caricatura del Duce, el epitafio decía así:

Vivía dando la brava

en España y Etiopía.

Hacía lo que quería

y lo que se le antojaba.

Europa le soportó

mucha brava y mucho grito,

pero un día se cansó…

y aquí descansa Benito;

se ignora de qué murió

Una vez más, a pesar de la crueldad y el número de muertes que habían provocado el conflicto en África y el conflicto español, la revista, a través del humor, continuó presentando la situación bélica en la que estaba inserta el mundo desde el humor, a modo “de juego” –choteo puro-, una de las características más representativas de los países caribeños, y del cubano en particular.

Bohemia (1939-1941): sangre, chistes y caricaturas

A pesar de la tristeza y el miedo que provocó el estallido de la Segunda Guerra Mundial, y aún cuando se veía muy lejana la llegada de la catástrofe a América, Bohemia continuó, a través de una caricatura cargada de humor y de choteo, transmitiendo el desarrollo de los acontecimientos bélicos y abordando temas fuertes para la ciudadanía como la muerte y la destrucción que se vivía en Europa. ¿Qué motivó a la revista a abordar una realidad tan fuerte, como la muerte y la guerra, desde el humor? Aunque no existe la manera de saber la causa fundamental que produjo tal decisión, es importante destacar que desde 1926, cuando la dirección del semanario comenzó a estar a cargo de Miguel Ángel Quevedo y de la Lastra, se dio un cambio significativo en la factura de la revista, dándole mayor peso a las secciones de humor gráfico y caricatura política. La incorporación de la revista en los avatares de la política cubana, sobre todo en la lucha contra el gobierno de Machado, hizo del humor gráfico una herramienta valiosa para expresar los posicionamientos políticos de la publicación. Sin embargo, como muchas secciones, que aparecen y son publicadas por poco tiempo, en el caso de Bohemia dichas secciones permanecieron en el tiempo, convirtiéndose en un sello distintivo que, sin lugar a dudas, estuvo respaldado por la aceptación que mostró la sociedad cubana aún en los momentos políticos y económicos más difíciles por los que atravesó.

Por otro lado, el humor gráfico en Bohemia durante el período buscó compensar el miedo y la angustia ante el clima bélico que se vivía, sensación que la dirección de la revista pudo percibir a partir de la devolución de los lectores antes determinadas encuestas. Y es que desde 1937 la revista ya se había sumado a un grupo de publicaciones que comenzó a sondear la opinión popular, avivando con dichas herramientas comunicacionales de propaganda el debate en torno al fascismo. En su afán de recabar impresiones, el semanario cultural apeló a publicar una encuesta con el fin de que se opinara respecto a la Guerra Civil española. Para ello habilitó el espacio “Boletas de las simpatías”, el cual fue publicado durante cuatro semanas consecutivas, y cada lector podía expresar lo que quería sobre la situación internacional, además de su adhesión por uno u otro bando a través de un cupón que se publicaba en la revista, todo libremente en una cuartilla (Bohemia, 29 (9), 1937, febrero 28, p. 11; pp. 45-46).

Aunque hubo algunas opiniones a favor del Generalísimo[4], lo cierto es que el sondeo expresó, primero, el gran impacto que tuvo el levantamiento armado como catalizador en la consolidación y desarrollo del movimiento antifascista en Cuba y, segundo, cierta angustia y desesperanza que padecía la población respecto al clima belicista que se vivía en Europa. A pesar de que la fuerza en las expresiones giró alrededor de lo que sucedía en España, alentaron a la revista a seguir publicando las secciones de humor, además de que mostraron escepticismo y sufrimiento respecto a la situación de deterioro de la paz mundial, tildando de “bárbaros e inhumanos” los actos de guerra que se habían cometido en Etiopía y en España respectivamente.

Precisamente, los términos “bárbaro y salvaje”, los cuales habían sido esgrimidos por los defensores del fascismo en Cuba para justificar la conquista de Etiopía, alegando que en el país africano había esclavitud y sacrificios humanos (Consuegra Sanfiel, 2018), fue uno de los temas más recurrentes utilizados por las páginas de humor de la revista, esta vez para mostrar, como verdaderos actos de barbarie, los bombardeos y las ciudades destruidas en Europa. Casi en paralelo a la unión de Italia a las potencias del Eje, la sesión de “Humorismo” recreó la escena de dos africanos hablando, distendidos en una zona boscosa en África, y uno de ellos hacía referencia, de manera irónica, a cuán salvajes eran los europeos al estar en una guerra como la que habían iniciado. La expresión que acompañaba la escena era la siguiente:

EN ÁFRICA
– ¡Qué salvajes son esos europeos! ¿Para qué se matan, si no se comen los unos a los otros?” (Bohemia, 32 (23), 1940, junio 9, p. 65)

Sin embargo, el porqué de la reiteración del conflicto africano y las cuestiones raciales como temas recurrentemente abordados por la caricatura y el humor gráfico tiene que ver, como se planteó anteriormente, con el momento histórico-social que atravesaba la isla y los debates intelectuales que se estaban dando, además de ser una respuesta, desde el campo de la cultura y el arte, a la discriminación esgrimida por el fascismo como corriente ideológica que se trataba de instalar a nivel mundial.

Al igual que en el resto de los países de la región, en Cuba, la invasión italiana a Abisinia y la Guerra Civil española se transformaron en catalizadores para algunos procesos sociales y políticos, los cuales estuvieron muy ligados a la relectura de la identidad cubana. En la mayoría de los casos, ambos sucesos fueron percibidos por los trabajadores y la población de todas las razas –tanto los de raza negra como los descendientes de españoles˗, como una extensión de la discriminación racial y la explotación que se vivía en el país por parte del capital extranjero, especialmente por el estadounidense. Además de tener la necesidad de pronunciarse y organizarse frente a hechos de gran conmoción internacional, en especial por todo lo que representaba Etiopía y España para los habitantes de Latinoamérica y el Caribe, lo cierto es que los ecos de los dos conflictos llegaron al país en medio de un fuerte debate, que tuvo como centro la revalorización del componente cultural africano e hispano, en contraposición a la influencia de la cultura estadounidense que históricamente había permeado la realidad cubana. Esto hizo que se estableciera un fuerte vínculo entre el antifascismo, las redes transnacionales que se habían articulado a partir del movimiento panafricano y antifascistas -su base principal radicaba en Estados Unidos, el Caribe y Europa-, y la lucha por los derechos de los afrocubanos.

Particularmente el movimiento obrero ˗mayoritariamente integrados por afrocubanos˗, arremetió contra el sistema de explotación capitalista y denunció la opresión material y moral del hombre blanco sobre el negro, convirtiendo la lucha contra la expansión fascista en un elemento cohesionador a partir de la solidaridad étnica y racial. Sin embargo, la composición étnica de la sociedad cubana, la cual estaba integrada por más blancos que negros, hacía que las condiciones laborales denunciadas no sólo afectaran a los cubanos de raza negra, sino a todos los trabajadores en su conjunto, lo que condujo a que los posicionamientos políticos de los afrocubanos frente al fascismo y al imperialismo estadounidense se distinguieran del resto de sus pares latinoamericanos en ese aspecto.

Unido al apoyo casi masivo de los trabajadores negros al Partido Comunista, lo cierto es que la autopercepción de la mayoría de los trabajadores cubanos de color, como pobres y víctimas de un sistema que los excluía, se impuso por sobre la cuestión racial, favoreciendo la solidaridad interracial con los trabajadores de su misma clase e hicieron todos, blancos y negros, causa común contra la opresión laboral, el imperialismo y el fascismo. Precisamente, el humor gráfico y la caricatura que apareció en Bohemia durante el período, estuvo en correspondencia con la realidad política y social de una sociedad con la que el semanario, siguiendo su línea editorial, colaboró en sus debates y evidenció, una vez más, la importancia del género como reflejo y promoción de los cambios políticos-culturales de su época.

El enfrentamiento ideológico “comunismo versus fascismo” también tuvo su correlato en la caricatura y el humor gráfico de Bohemia. Es importante destacar que, si bien quienes concordaron con el falangismo en Cuba, en sentido general, fueron los mismos actores que comulgaron con el fascismo italiano y el nazismo alemán, tanto para el movimiento antifascista como para la sociedad cubana en general, tanto el totalitarismo nazi, el fascismo italiano, y el régimen franquista, fueron reconocidos como agregados muy estrechos –casi iguales, en la mayoría de los casos-, al fascismo. En función de esto, la intelectualidad antifascista puso en marcha todos los mecanismos posibles para concientizar a la sociedad cubana de la necesidad de enfrentar al fascismo, convirtiéndose Bohemia en una de las plataformas comunicacionales desde donde se alertó y concientizó al pueblo cubano.

A lo largo de todo el período, pero sobre todo después de 1939, una vez que se vislumbró con mayor claridad la triada Alemania-Italia-Japón como enemigos de la paz mundial, esto incitó a reforzar la propaganda contra el fascismo, siendo este último concepto el que utilizó el movimiento antifascista ˗y claramente la revista Bohemia˗, para identificar al enemigo de las sociedades democráticas. Asimismo, procesos políticos nacionales, como el proceso constituyente que se sucedió en Cuba entre 1939-1940, acentuó dicha tendencia, convirtiendo el debate ideológico ˗fascismo versus democracia˗, en un enfrentamiento hasta el final de la Segunda Guerra Mundial (Álvarez Martens, 2004).

Al enfrentamiento se sumaron las críticas a Moscú pues, al igual que Roma, era considerada otro de los centros por excelencia desde donde se irradiaba una ideología totalitaria que coartaba las libertades y los derechos de las naciones. Si bien la revista acompañó al Partido Comunista de Cuba como articulador del movimiento antifascista cubano, lo que le valió varias veces el mote de “comunista” por parte de los sectores más conservadores de la burguesía y la intelectualidad habanera, lo cierto es que las comparaciones entre una y otra ideología –fascismo y comunismo-, fue un tema recurrente que se mostró desde la caricatura, dejando en claro su postura contraria tanto para una como para la otra. Así, desde 1939 y hasta casi la entrada de Cuba en la Segunda Guerra Mundial, en 1941, aparecieron interrumpidamente páginas humorísticas que expusieron, siempre a través de representaciones exageradas, las coincidencias y diferencias que tenían ambos proyectos políticos.

Las más llamativas fueron “Humorismo Político” y “Diccionario Totalitario” que, si bien no se pueden catalogar como secciones por su intermitencia, se convirtieron en elementos importantes que complementaron los sendos análisis periodísticos que se publicaban al respecto. Por ejemplo, en 1941 se publicó una secuencia de caricaturas en las que se recreó las diferentes transgresiones de Alemania a acuerdos internacionales a los que había adherido desde el fin de la Primera Guerra Mundial, tales como la “no agresión”, “preservación de la paz”, así como los diferentes pactos de amistad firmados con distintos países. Además de representar las muertes, las violaciones y la represión a la que estaban siendo víctimas los diferentes pueblos ocupados por las tropas alemanas, la publicación hacía referencia a los nuevos significados y significantes dados por Alemania a dichos compromisos, lo que ponía en grave riesgo la soberanía, la libertad y la paz mundial.

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Imagen 4. Bohemia, 33, (12), 1941, marzo 23, p. 30.

Por último, y en consonancia con lo antes expuesto, el humor gráfico dedicó varios números a los principales líderes mundiales, haciendo una clara diferenciación, a través de los trazos y los colores, de las actitudes y las acciones de los mismos, llegando hasta mofarse de las derrotas de algunos. Así, por ejemplo, cuando se había iniciado la reconquista del territorio etíope por las tropas africanas con ayuda del ejército británico, las páginas de Bohemia, en la edición de febrero de 1941, mientras anunciaban con una foto la vuelta del emperador Haile Selassie a Etiopía para recuperar su trono, la página “La Guerra y el Buen Humor” mostró una imagen de Mussolini atravesado por una espada que representaban las campañas de Albania y Abisinia. Asimismo, para mostrar los cambios que se habían dado en la correlación de fuerza al interior de las potencias del Eje e ilustrar la decadencia de Mussolini, se mostraba al Duce en 1934, en pose aleccionadora, dándole órdenes a Hitler, mientras que el otro cuadro ilustrativo correspondiente a 1941, los roles se habían invertido, siendo titulada la escena “Las vueltas que da el mundo” (Bohemia, 33 (8), 1941, febrero 23, p. 60)

Como contraparte, una de las figuras que más dulcemente fue representado por los caricaturistas de Bohemia fue el Primer Ministro del Reino Unido, Winston Churchill. Y es que, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, en paralelo al apego del gobierno cubano a la política del “panamericanismo”, la sociedad cubana se sumó al gran debate mundial en el que defender la “democracia” era la mejor forma de enfrentarse a los “totalitarismos”, convirtiéndose Inglaterra en la nación que había que apoyar por la afrenta que llevaba a cabo contra las potencias del Eje desde antes de 1939.

Así, los medios gráficos, puntualmente la revista Bohemia por sobre el resto, publicaron artículos con el objetivo de estimular y convocar al pueblo cubano a manifestar su afecto y apoyo a Inglaterra, apelando, por ejemplo, a los históricos vínculos entre el pueblo cubano y el inglés. En sintonía con esto, el semanario puso en marcha una convocatoria con el objetivo de que “la sociedad cubana diera fe de sus ideales democráticos frente a la barbarie totalitaria” (Bohemia, 32 (45), 1940, noviembre 10, p. 36-37). Con un tono festivo, los anuncios dirigidos a los futuros aportantes fueron publicados continuamente en las páginas del semanario cultural hasta el día 23 de diciembre de 1940, fecha en que se cerró la convocatoria. Los mismos, en los que muchas veces se felicitaba a los contribuyentes, arengaban a la sociedad a que se sumaran a la colecta caricaturizando a Churchill con rasgos alegres, jocoso, muy cercano culturalmente a aquellos que serían los principales aportantes en la campaña: el pueblo de Cuba.

Una de las particularidades que mostraron la mayoría de las caricaturas publicadas durante la campaña fue la variedad de autores que participaron en la misma, juntando a casi todos los dibujantes cubanos de vanguardia dedicados al género. Además de contar con la presencia y la obra de Francisco Vergara, importante caricaturista político durante los años republicanos, la campaña también contó con obras del baracoense Silvio Fontanillas Quiroga ˗quien había comenzado a publicar apenas en 1934 en el semanario El Loco˗, José Manuel Roseñadas, también con una extensa trayectoria como caricaturista en Diario de la Marina ˗además de ser reconocido, junto a Silvio, como uno de los pioneros del dibujo animado en la isla˗, así como del matancero Conrado Walterio Massaguer Díaz.

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Imagen 5. Bohemia, 33, (12), 1941, marzo 23, p. 97.

Este último, quien firmaba sus dibujos con su apellido, sobresalió por la factura moderna de su obra, la cual se inició a principios del siglo XX en The Ramble, órgano de la academia militar de Nueva York donde estudiaba, para luego consolidarse en Cuba. En la isla, colaboró con importantes periódicos tales como La Discusión, El Mundo, El Fígaro, El Hogar, en las revistas Gráficos, Letras, Cuba y América, Carteles y Bohemia, aparte de haber ocupado el cargo de redactor artístico de La Nación, El Heraldo, La Prensa, El Heraldo de Cuba y La Lucha. Además, fue periodista, editor, colaborador y publicista de revistas extranjeras como The Journal, The World, The Forum, Theatre Guild, Cosmopolitan, The New Yorker, entre otras (Hernández Guerrero, 2006).

Considerado como uno de los pocos representantes del art noveau en Cuba, Massaguer, quien también formó parte del Grupo Minorista, se caracterizó por la limpieza y realismo en sus trazos, diferenciándose del resto de los colegas de su época pues, aunque consideraba necesario la creación de una caricatura de imagen figurada, con rasgos acentuados en su expresividad a fin de transmitir estados de ánimos, conservaba determinada racionalidad para que el personaje fuera rápidamente reconocido por los lectores, agregándole la chispa del humor criollo (Rubira García, 2012), algo que se puede apreciar en su dibujo del ministro inglés, y en todas las demás caricaturas que aparecieron en Bohemia durante el período. Al respecto, en su libro Guignol, publicado en 1923, el propio Massaguer escribe: “A veces un zapato ajustado, un ojal florido, un movimiento peculiar al caminar, deja entrever el alma del modelo. (…) La tendencia de los que seguimos la moderna escuela de la caricatura es simplificar exagerando” (David, 2002, p.117).

Consideraciones finales

La revista Bohemia tuvo un rol protagónico en los posicionamientos políticos que desde Cuba asumieron determinados grupos sociales respecto a la situación internacional, particularmente, frente al fascismo. Imparcial en un inicio, luego abiertamente frontal, el semanario se convirtió en la plataforma comunicacional del movimiento antifascista cubano y buscó concientizar a la sociedad cubana acerca de los peligros de la expansión fascista. Fiel a su estilo, durante el período estudiado, se puede observar el uso asiduo de la caricatura y el humor gráfico, también, como recursos comunicacionales, ya que no siempre fueron elementos complementarios en la publicación. Con la mirada sagaz, crítica, pero siempre atravesada por el choteo cubano, las problemáticas sociales, la política nacional e internacional, y las personalidades más relevantes del mundo fueron las temáticas más abordadas, ocupando el género artístico-periodístico páginas completas, secciones de forma constante e intermitentes, y en la mayoría de los casos, las principales portadas. Sin lugar a dudas, la caricatura y el humor gráfico empleado por Bohemia durante el período reunió a los artistas y dibujantes cubanos más importantes del momento, y coadyuvó en la formación del movimiento antifascista cubano al lograr, de manera constante y pensada, llegar a todos los lectores.

Bibliografía

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David, J. (2002). La caricatura: tiempos y hombres. La Habana: La Memoria.

De Juan, A. & Abela, E. (1978). Hacerse El Bobo de Abela. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.

De Juan, A. & Abela, E. (1982). Caricatura de la República. La Habana: Unión.

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Mañach, J. (1955). Indagación del choteo. La Habana: Libro Cubano.

Rubira García, R. (2012). Los usos comerciales de la caricatura en Cuba: Conrado Walter Massaguer y la revista Cinelandia como dispositivo para la construcción de la hegemonía del star system hollywoodense en la isla. index.comunicación, 1 (1), pp. 145-169.


  1. La definición de choteo fue explicada y analizada por Jorge Mañach en una conferencia que dio el escritor en 1928, expresando: “Si le pedimos, pues, al cubano medio, al cubano ‘de la calle’, que nos diga lo que entiende por choteo, nos dará una versión simplista, pero que se acerca bastante a ser una definición porque implica lógicamente todo lo que de hecho hallamos contenido en las manifestaciones más típicas del fenómeno. El choteo ˗nos dirá˗ consiste en ‘no tomar nada en serio’. Podemos apurar todavía un poco más la averiguación, y nos aclarará ˗con una frase que no suele expresarse ante señoras, pero que yo os pido venia para mencionar lo menos posible˗ nos aclarará que el choteo consiste en ‘tirarlo todo a relajo’” (Mañach, 1955, p. 50).
  2. El personaje de Liborio fue creado por Ricardo de la Torriente a principios del siglo XX cuando dirigía el periódico La política cómica, aunque hay registros que las primeras apariciones del Liborio se hicieron el periódico La Discusión. Liborio, caracterizado como un guajiro común de los campos de Cuba, de nariz pronunciada, con largas patillas, encarnaba la voz del cubano común y se presentó, hasta finales de los años 1950, como un interlocutor que desde la caricatura dialogó y expresó el sentimiento general acerca de la realidad política de su tiempo (De Juan, 1982).
  3. El Bobo fue un personaje muy popular de la caricatura cubana de la época republicana y, sobre todo, porque se convirtió en el portavoz de las opiniones del pueblo cubano contra las políticas y el gobierno de Gerardo Machado. Su creador, Eduardo Abela, hizo aparecer el personaje en 1926 en el periódico La Semana y, junto a dos personajes más, también creados por Abela -el sobrino de El Bobo y su profesor-, establecieron diálogos en claves, de doble lectura etc., con una referencia permanente e intencionada a la crítica y peligrosa situación nacional. (De Juan, 1978).
  4. Aunque no se publicaron todas las misivas que llegaron a la redacción de la revista, al parecer, se publicaron las que mejor representaban las opiniones de la sociedad cubana, incluyendo aquellas que no comulgaban con el bando republicano. Una de las opiniones decía: “Señor director: Mi voto más entusiasta es por Franco, porque estimo que representa la causa de la legalidad y de la vergüenza política. No me explico cómo los izquierdistas quieren tapar el sol con un dedo hablando de los “crímenes” de los nacionalistas, cuando los testimonios, no de la prensa, sino de tantos testigos de las atrocidades cometidas por las hordas del Gobierno no puedan dar lugar a la menor duda. Realmente subleva el ánimo tanto desenfado y apasionamiento para defender lo indefendible. Afortunadamente para el porvenir de España y de la civilización, Franco es invencible. Muy atentamente, Emilio C. Martínez”. (Bohemia, 29 (30), 1937, julio 25, p. 82).


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