Presentación
Con todo el peso de las inestabilidades de la vida, un grupo de colegas y amigos argentinos, radicados en la ciudad de Córdoba, han creado radio Los Inestables. Un medio que sin espacio fijo ni apoyo institucional, desde el año 2010, monta un dispositivo sonoro al interior del hospital psiquiátrico en el que participan cerca de cuarenta usuarios. El programa grabado, actualmente, se escucha en doce radiodifusoras comunitarias que cubren toda la provincia de Córdoba.
Al frente de esta iniciativa están Solana Yoma, Sol del Carpio, Laura Guerrero, Elizabeth Bertorello y Soledad Buhlman, un colectivo militante que, contra viento y marea, surcará el horizonte de la lucha por una atención comunitaria que salga al encuentro de la palabra, de la comunicación, y de un hacer común con otros.
En el año 2014, Los Inestables fueron uno de los actores que impulsaron las Marchas por el Derecho a la Salud Mental y la discusión por esa Ley en la provincia de Córdoba.
Gracias a “las inestables” por estar en este libro. Gracias por aceptar esta conversación.
Enchufámelo a mí
Entre los vetustos pasillos del Hospital Neuropsiquiátrico Provincial, en el barrio Juniors de la Ciudad de Córdoba, un interno que participaba en uno de los talleres de arte tomó un cable de un aparato de sonido y le dijo a una de las talleristas: “enchufámelo a mí que hago de radio”.
Y así, jugando, la fantasía se instaló. Se la tomaron muy en serio y empezaron a preguntarse: ¿cómo sería una radio al interior del neuropsiquiátrico? ¿Cuál sería la finalidad? ¿Con quiénes hacerla? Era el año 2010. A las preguntas le siguieron los cuestionamientos: qué condiciones de posibilidad existen en un contexto asilar y psiquiatrizante, de qué modo podrían hacerla los pacientes internados, entre otras largas disquisiciones. Lo impensado fue encontrando un sendero para ser pensado.
Después del cuestionamiento y el análisis, vino la acción. Y la apuesta por enredarse con cables y con palabras, para enchufarse con otros. Consiguieron un grabador y comenzaron a grabarse, a generar palabras y encuentros, a imaginar la posibilidad de tener un espacio de diálogo y escucha.
Del juego pasaron a un taller de radio que congregaba a unos quince participantes que se animaron a tomar los micrófonos. Otras formas de decir y de estar comenzaron a ser posibles entre esos muros que susurraban abandono y olvido.
Una vez a la semana, durante un par de horas, con micrófono en mano, Solana, Sol, Laura, Soledad, Marisa y Elizabeth estaban allí: para acompañar, para sostener, para poner el cuerpo y para hacer cuerpo. Un colectivo de mujeres comunicólogas y psicólogas dispuestas a parir con otros presencias y voces.
El espacio del taller era lúdico, bullicioso, alegre y convocante. Estaba habitado por poemas, música, diálogos y bailes. Algunos familiares y otras personas en tratamiento ambulatorio se animaron a acercarse, y a ser parte de la experiencia. Después, llegaron estudiantes y hasta algunos vecinos del barrio. Ese día de radio, el Hospital Neuropsiquiátrico de la provincia de Córdoba sonaba a cumbia, a cuarteto de la Mona Jiménez y a boleros.
Una radio en la maleta
El taller se fue transformando en una radio abierta, itinerante por distintos espacios del hospital, que convocaba en cada sesión entre 35 y 40 personas. Esa propuesta fue bautizada por los propios asistentes como Radio Los Inestables.
Es una radio que nace y muere cada semana. No tiene un espacio fijo para funcionar y tampoco uno para guardar el equipo. Micrófonos, consola, parlantes y demás utensilios para producir y registrar sonoridad viajan en una maleta. Es una propuesta portátil, que se arma y se desarma cada semana, viajera por los territorios del hospital con muchas millas acumuladas.
Más allá de la incomodidad cotidiana de cargar, trasladar, mover, sacar y poner, la metáfora de la máquina de palabras en una maleta convoca a vivir un viaje, a conocer otros horizontes, a hablar y escuchar otras lenguas, a encontrarse con otros, a descubrir cosas nuevas y a pensar distinto.
Antes los martes y ahora los viernes, cada sesión de radio se instala en un lugar distinto del hospital: en un pasillo, en un patio, en un espacio abierto de reunión. “Nunca ha habido recursos económicos destinados por parte del hospital para la radio. Sólo tenemos un reconocimiento simbólico”, comenta Solana. Pero esta no es una situación que sólo la viven Los Inestables. En el centro de salud,
“hay otros dispositivos sustitutivos o talleres que tampoco son reconocidos. Es una política general que no tiene que ver sólo con la radio. En realidad, es algo que atraviesa a la propia política pública de Salud Mental de la provincia. Por ejemplo, desde la sanción de la Ley Provincial de Salud Mental Nº 9848 no se han creado dispositivos sustitutivos y la mayoría de los existentes se mantienen de manera voluntaria. El presupuesto del lugar está concentrado en la medicación y en la internación”.
En este contexto hospitalario, la propuesta de Los Inestables ha generado algunas resistencias porque plantea otro modelo de pensar la atención y otros modos para producirla:
“la forma como el manicomio propone la Salud Mental no es la que nosotras adherimos”, afirman Sol y Laura, “nosotras compartimos la idea de la libertad de la palabra, de las redes como medios que ayudan a reinventarnos. La lógica manicomial, la internación y la sobremedicación son obstáculos fuertes para nuestra iniciativa radial”.
Pero, aun así, Los Inestables no han dejado de sonar. Una alquimia de convicción, espíritu de lucha, alegría y rechazo a la injusticia les sigue impulsando, desde el año 2010, para armar y desarmar la radio cada semana.
“Adentro y afuera de la puerta, somos todos inestables”.
¿Qué es, exactamente, Los Inestables? ¿Un colectivo con una radio? ¿Una radio con un colectivo? Se definen como una organización social, como un colectivo que utiliza como estrategia el dispositivo radiofónico para ser un actor en el campo de la Salud Mental. La radio es asumida como una herramienta para la transformación social. Dicho en una sola frase, “Los Inestables revoluciona el silencio”: lo interpela, lo perfora, le encuentra un nuevo timbre sonoro y lo hace hablar.
Los Inestables están siempre revolucionados, en un movimiento que es envolvente y participativo. Van de tumbo en tumbo, de inestabilidad en inestabilidad, todo el tiempo se están redefiniendo, son permanentemente inestables. Desestabilizar las certezas del manicomio con el dispositivo radiofónico no es, únicamente, un asunto comunicacional; es, por sobre todas las cosas, una apuesta política: “la comunicación como derecho fundamental, por la democratización de la palabra, y por la lucha y la defensa de los derechos humanos”, anota Elizabeth.
Por eso, un integrante de este colectivo afirmó una vez que
“siempre le nombraban de manera negativa: paciente psiquiátrico, desempleado, vago, paciente crónico, pero ahora empiezo a presentarme como: ‘hola, soy trabajador de la radio’. Y eso me ha permitido posicionarme en un lugar distinto en las relaciones con los otros”.
El espacio de Los Inestables lubrica con calidez y cercanía este proceso de renacimiento que viven algunos de los usuarios, y acompaña con empatía esos nuevos lugares que comienzan a ocupar en el contexto de las jerarquías inmóviles que profesa el hospital psiquiátrico.
Un martes cualquiera, así comienza la grabación del programa desde algún lugar del neuropsiquiátrico:
“Buenas tardes. Siendo las 15:05 de este martes hermoso, les damos la bienvenida a todos nuestros oyentes y esperamos que la pasen tan bien como nosotros.
Arrancamos con la presentación individual: contanos tu nombre y ¿a quién mandarías a Marte?
–Hola mi nombre es … y yo mandaría a Marte al kioskero de mi barrio porque le duplica los precios a todo”.
Lejos de una cabina de radio, el programa grabado de sesenta minutos de duración es el resultado de un espacio asambleario que dura tres horas. La primera, está dedicada a la preproducción, durante la cual los usuarios proponen los temas, los discuten, toman ciertas decisiones editoriales, eligen asuntos diversos y controvertidos para, finalmente, ir acomodándolos en un molde flexible que se cocina en cada sesión de forma artesanal, consensuada y dinámica. La segunda, está dedicada a la grabación propiamente del programa. Allí se pone en escena lo previamente consensuado, los usuarios realizan la presentación y la locución, y siempre es una grabación salpicada de improvisación y de momentos no planeados.
El guion radiofónico contempla varios bloques temáticos, segmentos musicales de grupos independientes de la escena musical cordobesa, y siempre un tiempo para los nuevos intereses de los usuarios:
“hay un segmento que se llama ‘conociendo nuestros derechos’ relacionado con la Salud Mental; después un segmento central sobre debates; otro literario en el que se comparte producciones propias o de otros; también hay un segmento de noticias locales y provinciales; y como cierre, un espacio musical para talentos musicales o música en vivo. Esa es la estructura básica pero, a veces, también surgen otros temas como chistes, radioteatro, algunas visitas a las que les hacemos entrevistas. La característica fuerte del programa es la espontaneidad”, comenta Soledad.
Una vez que la grabación concluye, durante la tercer hora, se hace un balance de lo ocurrido y se abordan algunas cuestiones de incumbencia general que trascienden lo acontecido en el programa. En paralelo, una de las profesionales del equipo revisa la calidad del audio grabado para su posterior distribución a distintas emisoras comunitarias que se encargarán de difundirlo por el espectro radioeléctrico de Córdoba.
“Lo más difícil de hacer el programa es que hay 35 personas participando y se vuelve complicado consensuar las temáticas, porque en una hora sólo hay tiempo para un tema de debate. Entonces, se tiene que votar sólo por uno y es un poco complicado tomar esa decisión”, comentan las integrantes del equipo, quienes trabajan sin recibir remuneración económica, no por elección sino porque esas son las condiciones que imperan.
Sintonizando batallas
La febril tarea para producir y grabar un programa semanal en el espacio asambleario tiene su apuesta más allá del hospital neuropsiquiátrico porque el proyecto nació al interior pero mira al exterior. Y para ello, Los Inestables adopta el ropaje y la figura de un colectivo social comprometido y militante que a lo largo de los años ha aprendido a trabajar con otros, conformar redes de apoyo, sensibilizar con otras causas y movilizar recursos escasos para sumarse a un mapa más diverso de actores, consignas y luchas.
El año 2014, marca el puntapié inicial de la participación más allá de los linderos del hospital cuando
“empiezan a organizarse las Marchas por el Derecho a la Salud Mental y eso abrió un entramado junto con un montón de organizaciones para pensarnos de forma más sistemática en una lucha común por las leyes de Salud Mental. El colectivo participa en el escenario de las marchas, en la organización, en la locución del evento. Esto es lo que nos hace pensar que somos más que un programa de radio, somos una organización social”, afirma Solana.
En la conquista de la conciencia de los derechos, los pasillos del hospital les quedan chicos. Por eso se lanzan a la ciudad y cambian de piel: de usuarios de Salud Mental a comunicadores militantes. Apostados en el cruce de Colón y Cañada, emblemático punto de encuentro de las organizaciones de derechos humanos en Córdoba, con micrófonos y grabadores en mano,
“Hacemos coberturas de manifestaciones como la marcha del 24 de marzo, Día de la Memoria por la última dictadura militar de Argentina; de festivales que organizan pueblos originarios, transitamos las avenidas de la ciudad produciendo contenidos alternativos que después nutren la grilla del programa para evitar agendas temáticas hegemónicas. Nos asumimos como locutores comunicadores populares en la calle”, apunta Solana.
Otro territorio de acción militante son los barrios. Allí realizan los denominados “desembarcos”. Pero no llegan desde los barcos, sino desde el hospital neuropsiquiátrico para desplegar el dispositivo radiofónico que se hará eco de las consignas y las luchas de otros sectores. Allí, el medio funciona como una herramienta para que otras voces sean escuchadas en el espacio público. Según las coordinadoras,
“los desembarcos los planificamos con las emisoras comunitarias y las organizaciones sociales de la zona. Nos articulamos con los centros juveniles de las escuelas, con una red de vecinos. Estas incursiones son masivas y le damos mucha difusión, y nos ayudan a visibilizar nuestro trabajo”.
Un desembarco es el momento cúspide de todo un trabajo previo de mapeo social, de diagnóstico comunitario, de gestación de un tejido de vínculos y redes, de negociación y acuerdo, de gestión de espacios y recursos, de sumatoria de consignas; en fin, de un saber hacer militante que se ha fraguado en muchas batallas.
Si lo territorial es una pieza clave en el quehacer militante, también lo es el brazo comunicacional. Junto con los desembarcos en los barrios y en las plazas, la potencia militante circula por las venas de las radios comunitarias, populares y participativas, todas ellas hijas de la tradición de la Comunicación Alternativa latinoamericana. Así, la solidaridad de 12 emisoras comunitarias que transmiten semanalmente el programa grabado llevan a los distintos barrios de Córdoba y zonas aledañas las voces de los usuarios.
En Villa El Libertador les escuchan a través de Radio Sur, la primera emisora comunitaria que los incluyó en su parrilla de programación en el año 2012. En los barrios San Vicente, Argüello, General Paz y Güemes resuenan a través de Radio La Quinta Pata, Radio Rimbombante, Radio Zumba La Turba y Radio La Ranchada. Las ondas de Radio Curva, FM Sierras Comechingones y Radio Central Ferroviaria cubren Salsipuedes, San Pedro y Cruz del Eje. Radio Garabatos, Radio Cooperativa y Radio Panamericana hacen posible que sean escuchados en San Marcos Sierras, Anisacate y Huerta Grande. Finalmente, Radio Voces les lleva hasta la vecina provincia de La Rioja.
Bastante ajenos a las pretensiones de grandes audiencias y a la volatilidad de las redes sociales, se apela a un oyente próximo, casi compañero de luchas, que se reconozca en las consignas y abrace las mismas banderas: “un oyente para nosotros es una posibilidad para llegar a otro para cuestionar los mitos que tiene; es una posibilidad de transformación”, comenta Elizabeth. Así, en lo que a las audiencias deseables se refiere, el colectivo tampoco baja los brazos. Lo comunicacional, aquí también, está en una estrecha aleación con la política.
En las estaciones comunitarias por antena se sienten seguros, conocen bien el terreno y tienen mapas que todavía les funcionan. Pero también quieren experimentar con otras plataformas y audiencias para conectar más con redes sociales y comunidades diversas, fragmentadas e intermitentes.
A la ciudad de Córdoba le esperan próximos desembarcos. Allí estarán Los Inestables con sus micrófonos, consignas y locutores para subir el volumen de aquellas voces que claman contra la injusticia y la falta de derechos. La maleta ya la tienen preparada.
Breves
¿Les gustaría tener una radio de antena o una en línea?
Nos hemos preguntado eso varias veces. Pero nos pareció más importante consolidar nuestros vínculos con las emisoras que crear nuestro propio estudio de emisión. Lo que estamos haciendo hoy nos sirve para poder articular un trabajo comunitario, un entramado de redes, ya que no tenemos medio propio.
¿Qué cosas mejorarían?
El sitio web es nuestra gran deuda pendiente. Tenemos un WordPress pero es muy rudimentario y nunca lo usamos. Y todo el tema de las redes sociales es bastante desordenado.
¿Cómo se sostienen económicamente?
A veces a partir de proyectos de financiamiento que son eventuales, duran un año y se acaban. Pero ya llevamos varios almanaques sin tener ningún financiamiento.
¿Qué planes tienen para el futuro?
Nos gustaría seguir desarrollando múltiples iniciativas pero en el contexto actual de Argentina hay una gran incertidumbre generalizada. Vivimos dificultades para sostenernos en pie. Para 2025 soñamos con tener un ómnibus para viajar y hacer radio en todos los lugares.
Tres recomendaciones para hacer una radio loca
- Tener convicción.
- Tener alegría y mucha voluntad.
- Siempre en redes, con otros, nunca solos.
Ficha técnica
Nombre |
Los Inestables |
Año de inicio |
2010 |
Frecuencia |
12 radios comunitarias: Radio Sur 90.1 FM. Radio Comunitaria La Quinta Pata 93.3 FM. Radio Rimbombante FM 104.9. Radio Zumba La Turba FM 99.5. Radio La Ranchada FM 103.9. Radio Curva 99.5 FM. FM Sierras Comechingones. FM 107.9. Radio Central Ferroviaria FM 97.1. Radio Garabatos FM 96.5. Radio Cooperativa FM 99.9. Radio Panamericana FM 99.3. Radio Voces FM 87.7 |
Coordinadoras |
Solana Yoma, Sol del Carpio, Laura Guerrero, Elizabeth Bertorello, Soledad Buhlman, Marisa Forneris (ex integrante). |
Sitio web |
https://radiolosinestables.wordpress.com/ |
Correo electrónico |
radiolosinestables@hotmail.com |
Ciudad, país |
Córdoba, Argentina |