Presentación
En Valparaíso, Chile, funciona desde el año 2005 una iniciativa comunicacional sui generis: un programa de radio gestionado por los propios usuarios del Hospital Psiquiátrico Del Salvador. No hay un equipo de profesionales del campo Psi o de la Comunicación que estén por detrás de la misma. En este caso, son las mismas personas con sufrimiento mental quienes, constituidos en una asociación civil, llevan adelante la producción radiofónica, toman las decisiones y gestionan el devenir cotidiano del colectivo. Estas características, la vuelven singular en el conjunto de estas experiencias en América Latina.
Hoy en día, un grupo pequeño de usuarios externados se reúne cada sábado en la cabina, localizada en el mismo hospital, para realizar la grabación del producto sonoro que se emite, semanalmente, a través de algunas emisoras comunitarias de la zona. Entre los participantes está Juan Valenzuela, el único miembro que aún queda del núcleo original que inició el proyecto y su actual director quien, amablemente nos toma de la mano y nos ayuda a recorrer la historia de este programa de radio.
Usuarios atienden las necesidades de los usuarios. Todo un desafió que está por leer. Siga…
La invitación
Después de más de una década de vivir en Santiago, las vueltas de la vida lo llevaron a Valparaíso, donde los cerros con sus coloridas casas se desparraman al mar. Volver es otra forma de nacer. Al menos, así lo fue para Juan Valenzuela.
Valparaíso no sólo fue el reencuentro con lugares y paisajes, sino con nuevos colores y sonidos. La paleta volvió a sus manos y la pintura a su vida. Con el pincel descubre una mancha que se va tornando en una figura casi cubista. Ahí está la magia: pintar es una sorpresa. Juan es un artista visual y usuario del Hospital Psiquiátrico Del Salvador, en Playa Ancha, Valparaíso. Y un día, en uno de los pasillos del hospital, se tropezó con una invitación a hacer una radio. Así lo cuenta:
“había un periodista, Sergio Olivares, que llevaba unos años haciendo talleres de radio con jóvenes afectados por drogas y otras adicciones, como parte de algunas actividades propias del hospital. Este periodista conocía la experiencia de La Colifata, en Argentina, y me comentó esta idea. Así comenzamos un diálogo y nació la propuesta de hacer algo parecido: una radio o un programa dentro de la institución”.
Muchos años atrás, Juan había participado en la producción de un programa en una emisora así que ya tenía algo de experiencia y la idea le entusiasmaba. “Soy usuario y cofundador de Radio Diferencia. Soy el único que queda del grupo original. La radio fue creada por el periodista que estuvo participando alrededor de cinco o seis años, pero ya no está”.
“El queso lo cortamos nosotros”
Radio Diferencia fue el nombre democráticamente elegido por quienes iniciaron esta aventura comunicacional en marzo de 2005. En su bautismo ya estaba marcado el destino: existir para hacer una diferencia, comunicar para romper la indiferencia. Con el lema “la voz de los sin voz”, un grupo de usuarios externados comenzaron a reunirse, cada sábado, en un espacio que el propio hospital les había facilitado. Al calor de estos encuentros, sentados en torno a una mesa pequeña, acompañándose con la mirada, comenzaban a salir las palabras atragantadas y las historias borradas que estas vidas redescubrían frente a los micrófonos. Sin dudas, un ejercicio movilizador y potente para personas que la sociedad confina a los paisajes silentes del internamiento psiquiátrico y de la invisibilidad.
Los micrófonos de Radio Diferencia se volvieron, también, hospitalarios a los decires de los usuarios internados; se acercaban a aquellos que deambulaban por los pasillos, y se hacían eco de sus experiencias y necesidades. Y, al mismo tiempo, difundían conciencia sobre los derechos humanos, la no discriminación y la importancia de poder ejercer, aún en ese contexto, la libre expresión.
Esta experiencia chilena tiene una característica muy particular. No hay un equipo de profesionales del campo de la Salud Mental o de la Comunicación que sea responsable de gestionar el proyecto y la producción del programa; sino que son los propios participantes quienes, constituidos en la Agrupación de Usuarios de Hospitales Psiquiátricos por la Expresión Radiofónica, tienen la llave del medio. ¡Esta sí que es una gran diferencia respecto de las otras historias recorridas en este libro! Esta particularidad la vuelve una experiencia singular en América Latina.
Los usuarios y las usuarias son responsables del devenir de su propia radio, toman las decisiones y sortean los avatares cotidianos con la certeza de ser capitanes de este barco. Como afirma Juan Valenzuela, “aquí, el queso lo cortamos nosotros”. Para muchos, participar en la Agrupación es una experiencia nueva,
“porque había personas que nunca en su vida habían estado organizadas, ni siquiera en un club deportivo. Y al ser miembros de nuestro colectivo era la primera vez que se sentían parte de algo, eso es muy importante: sentirse parte. Por ejemplo, aparecer en un reportaje en la tele, participar en eventos y actividades de ministerios, en exposiciones de pintura, eso produce un cambio en la vida de las personas”, asevera Juan.
A lo largo de los años, han contado con colaboradores externos –estudiantes, técnicos de sonido, psicólogos, periodistas– que les han apoyado y brindado capacitaciones, pero lo hacen de forma esporádica y sólo giran alrededor de la radio, pueden aparecer o desaparecer en cualquier momento. Muchas veces, estas ausencias complican la gestión cotidiana de Radio Diferencia porque se quedan sin apoyo para la actualización del sitio web o para la gestión de las redes sociales.
Una alianza que funciona
Los casi catorce años de existencia del programa han transcurrido en las instalaciones del Hospital Del Salvador, amparados en una relación duradera y respetuosa. Esta también es una diferencia respecto de aquellas otras iniciativas hermanas que mantienen vínculos complejos y sinuosos con las instituciones de atención en Salud Mental.
Con el hospital, nos dice Juan,
“hay una relación informal porque no tenemos ningún convenio firmado y es de mutua conveniencia. La institución nos da el espacio y el almuerzo los días sábados que nos reunimos, y nosotros generamos actividades que ellos no podrían realizar como recitales de música, seminarios y otras actividades culturales”.
Músicos, artistas, poetas, estudiantes y periodistas han compartido sábados de radio con los usuarios, llenando con poesías y canciones los pasillos del hospital. Y más recientemente, organizaron un conversatorio sobre Salud Mental con Zohra Abaakouk, representante de la Organización Panamericana de la Salud. El quehacer de este colectivo hace una diferencia al interior de la institución psiquiátrica al volverla permeable a la mirada y a los sonidos del mundo exterior. Y vaya, que esa bocanada de aire fresco no es poca cosa.
Por supuesto que las relaciones institucionales no son inmunes a las tensiones y a los vaivenes de los cambios de autoridades y de color político. Pero el entramado de esta alianza se asienta en un reconocimiento y una valoración al quehacer de los usuarios;
“cuando el hospital hace la cuenta pública nos nombra como un colectivo que trabaja mano a mano con ellos. Recientemente, nos remodelaron una sala para trabajar en la producción de los programas. Nos han apoyado, no lo podemos negar”, señala Juan Valenzuela.
La experiencia de tantos años de autogestión y las propias necesidades de los participantes han ido instalando el deseo de desplegar las alas para volar más lejos del nido, y lograr mayor independencia económica. Como asociación civil de usuarios han accedido a algunos financiamientos para renovar el equipo o para desarrollar algunas actividades específicas, pero éstos han sido esporádicos e insuficientes. Por ello, en el 2018, han apostado por cambiar su estatuto jurídico para convertirse en una organización no gubernamental y ser potenciales aspirantes a fondos públicos y de fundaciones privadas que puedan financiar la profesionalización de sus miembros y garantizar la continuidad del programa: “vamos a postular a una Ley de donaciones para que ciertas empresas públicas o privadas hagan un aporte a Radio Diferencia, ese es uno de nuestros objetivos a partir de esta nueva etapa de la agrupación”. Y, para ello, han conformado una estructura directiva que incluye a Klaus Sifaqui como Presidente, a Luis González Opazo como Vicepresidente, a Juan Valenzuela como Director y a Leopoldo Parraguez como Secretario, todos protagonistas del programa.
Una radio para la sanación
Uno de los intereses centrales de esta iniciativa comunicacional es la de hacer una diferencia en el terreno de la psicoeducación en Salud Mental, tradicionalmente a cargo de especialistas y profesionales. Desde sus propias experiencias y condiciones, en este caso, son los usuarios quienes asumen la difusión de información sobre los padecimientos mentales y las estrategias de afrontamiento. En palabras de uno de sus co-fundadores,
“uno de nuestros objetivos es crear conocimiento de las patologías existentes y la propuesta de valor es que, más allá de leer un libro sobre el tema o buscar información por internet, nosotros aportamos testimonios de los usuarios que hablan de sus vivencias”.
Son voces que no sólo transmiten información sino que, a través de sus modulaciones, titubeos y cadencias, van creando conciencia sobre los padecimientos mentales y acercan a los radioescuchas a las vidas cotidianas, a los sueños y a las mil batallas que libran quienes tienen sufrimiento psíquico.
Los hacedores de Radio Diferencia manifiestan, también, una vocación por construir un mundo diferente, donde impere la justicia y los derechos humanos. Y se asumen como personas progresistas con valores sociales
“que son universales como la solidaridad, la justicia, la paz y la verdad. Porque la radio no sólo hace psicoeducación o trabajo informativo, sino que somos una radio reivindicativa. No todos pensamos igual y lo que nos une es el carácter reivindicativo. Esta es una radio que entretiene, precisa Juan, pero también hacemos denuncia. Si se nos invita a actividades sociales, nosotros participamos desde el carácter de lo reivindicativo”.
Lo que implica, por ejemplo, asumir un rol ciudadano de escrutinio de las acciones públicas en el campo de la Salud Mental, y de incidencia social para hacer exigibles los derechos a la salud, al trabajo, a la vivienda, a la cultura, entre otros. “La Salud Mental se planta, que broten nuestros derechos” es un lema que enarbolan los usuarios de este medio.
Un buen ejemplo del ejercicio de este carácter de denuncia fue cuando en una participación pública de Radio Diferencia, en un evento universitario al que fueron invitados, se expresaron negativamente sobre el programa público de hogares protegidos y señalaron sus fallas y falencias. Posteriormente, recibieron una queja por escrito “diciendo que se nos había pasado la mano por ser críticos”. La palabra informa, se arriesga, critica, denuncia y tiene efectos públicos y políticos; es una vía a través de la cual la radio colabora en la apertura de nuevos caminos hacia una sociedad más justa.
A la par del mensaje informativo que se lleva a la sociedad y del rol reivindicativo que se ejerce, Radio Diferencia tiene un potente efecto sanador y liberador para los usuarios:
“el reunirse con personas cada semana que como uno no tienen pareja, que son echados de los trabajos, que tienen que ocultar la patología, y ser parte de este grupo ayuda mucho. Mis mejores amigos están aquí, dice Juan, la radio ha sido fundamental para mi sanación. Radio Diferencia es sanación”.
Comienza la Catarsis
Cada sábado, en una cabina al interior del hospital, se realiza la grabación de Catarsis que es el programa misceláneo de Radio Diferencia. Con una hora de duración, en él caben entrevistas a visitantes, secciones ya establecidas en las que se conversa sobre Salud Mental, arte, deportes, coyuntura política y música. Un operador externo les va indicando los tiempos de cada sección y el momento para realizar el corte musical. Es un formato probado, con varios años de implementación y al cual ya están habituados los diez usuarios que generalmente participan. Antes de presentar lo que se quiere hacer en el programa, cada persona prepara su tema. Por ejemplo, Lois, en su segmento de “Arte sin Cura” prepara las biografías de artistas, gestores o literatos. Otra sección es “En un lugar de la Mancha” que está dedicada a la psicoeducación y en la que los usuarios comparten sus experiencias sobre el sufrimiento psíquico.
En caso de que haya errores o problemas en la grabación, el operador les indica que es necesario volver a grabar. “No editamos, es decir, cualquier cosa que salga mal o si hay un error, detenemos la grabación y lo regrabamos. Y, al final, el programa sale listo. No tenemos un control de calidad”, aclara Juan. Este material grabado, es enviado a las emisoras que lo transmiten durante la semana, y también lo suben a sus páginas web. A lo largo del tiempo, varias estaciones de radios comunitarias y universitarias han hospedado esta Catarsis colectiva: Placeres FM 87.7, Rancagua FM 99.5, Valentín Letelier FM 97.3, Gómez Millas FM 104.5, Manque FM 102.9 y La Radioneta. A través de estas emisoras, Catarsis sacude la zona central de Chile, y estremece los prejuicios y los estigmas.
Catarsis es un programa de debate, nos comenta Juan Valenzuela, en el que no hay una censura pero las propuestas de temas deben contar con la aprobación de todos los usuarios y el camino para alcanzar los acuerdos es el diálogo y la discusión. Los lineamientos editoriales, centrados en los objetivos de informar y de difundir psicoeducación, encuadran el tipo de temáticas apropiadas para ser incluidas. Por ejemplo,
“una vez una persona quiso hacer un programa sobre los platillos voladores y no se trata de prohibir que lo haga, pero nosotros somos una radio con una base científica. Entonces, debatimos, discutimos, se dieron argumentos a favor y en contra y, al final, ese programa no se hizo”, precisó Juan.
Contar con la asistencia y la participación de los usuarios, controlar los tiempos de las intervenciones y la dificultad de sintetizar las ideas son las principales dificultades a la hora de realizar semanalmente el programa. Tal vez, si tuvieran la oportunidad de tener más encuentros y una cantidad mayor de horas de grabación, nos cuenta Juan, “el programa misceláneo se podría dividir para tener más audios”. Es un asunto pendiente que quieren encarar en un futuro cercano en la medida en que consigan un financiamiento que les cubra el transporte y la comida para poder asistir más días a grabar.
Algo que le falta a Radio Diferencia es hacer más catarsis con sus audiencias. Tal vez como otras experiencias aquí citadas, es una apuesta más por la enunciación de la palabra que por un diálogo con quienes les escuchan. Al ser un programa grabado, la interacción se da con quienes les visitan en la cabina los días sábados; pero muy escasa y esporádicamente a través de las redes sociales como Facebook y Twitter las que, a decir verdad, están desactualizadas. Aquí hay otro asunto pendiente para atender en la agenda.
La catarsis de Radio Diferencia continuará. Más allá de su carácter reivindicativo, sanador y educativo, esta travesía radiofónica iniciada hace tantos años tiene por delante nuevos mapas para seguir explorando, con miras a alcanzar la autonomía y la inclusión laboral.
Breves
¿Qué experiencia importante vivieron?
El viaje que hicimos a Buenos Aires, Argentina, para el Encuentro Mundial de Radios realizadas por usuarios de Salud Mental, en el 2007. Ese fue un renacer para nosotros porque conocimos otras experiencias semejantes a la nuestra y pudimos recoger ideas nuevas y de ahí tomamos un impulso importante. Tras llegar de ese Encuentro, empezamos a buscar equipos y a acondicionar un lugar para hacer mejor los audios. A partir de ese viaje, empezamos a buscar radios de Valparaíso y Santiago para la retransmisión de un programa que hacíamos en el Taller y que duraba una hora.
¿Qué situaciones de crisis atravesaron?
Cuando se van algunas personas, por ejemplo, el sonidista o colaboradores. Ahí se produce una crisis y tenemos que capacitarnos. También cuando se van algunos compañeros de la radio porque se cambian de ciudad, porque tienen un trabajo o porque ya no pueden asistir los días sábados a la grabación.
¿Quiénes escuchan su programa?
Los que están en las radios por las que se transmite y los que siguen la página web. Hemos recibido críticas positivas. Nos escuchan principalmente universitarios, estudiantes de Psicología. Llega mucha gente a hacernos reportajes, entrevistas y nos han citado en tesis de grado. Todos los sábados tenemos visitas.
¿Es funcional el sitio web que tienen?
Es una asignatura pendiente, nos falta reforzarlo más. Las personas que lo crearon ya no están y la página está desactualizada. Usamos el sitio web para que la gente se interese. Es nuestra bodega para guardar todos los programas, aunque éstos no se pueden descargar.
Si volvieran a nacer, ¿qué cambiarían?
Siempre estamos naciendo. Siempre hay que volver a nacer. Nos hemos sostenido durante 13 años, estamos vivos y creo que más vivos que nunca.
¿Qué recomendaciones haría para crear una radio de Salud Mental?
- Compromiso y amor a quienes sufren un padecimiento: entrega, afecto, abrazo y cariño.
- Preocuparse por las demás radios. Ser solidarios entre las emisoras de este tipo.
- Buscar financiamiento y trabajar duro.
Ficha técnica
Nombre | Radio Diferencia |
Año de inicio | 2005 |
Frecuencia | Radioneta, Radio Placeres, Radio Gómez Milla, Radio Enrique Torres |
Coordinador | Juan Valenzuela |
Sitio Web | www.radiodiferencia.cl |
Correo electrónico | laradiodiferencia@gmail.com |
Ciudad, país | Valparaíso, Chile |