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Radio Estación Locura

Presentación

Del fuego dicen que quema y de la radio que es pasión, que es palabra y escucha, cara y sello de un acto que viaja por el éter para hacer transitar palabras sin señales que detengan la idea de escuchar y ser escuchado. Por la sangre de la pasión corre paralela, también, la sangre de la lucha.

Hacer radio es como estar perdido, volcado hacia una ilusión que se construye alocadamente. Radio Estación Locura es un cúmulo de luces y sombras, profundos momentos de alegría salpicados de luchas inestables.

En este capítulo conoceremos los avatares de una apuesta por habilitar, desde el Hospital Psiquiátrico de Santiago de Chile, Doctor José Horwitz Barak, una agitación del diálogo y toma de distancia de una lógica de encierro como camino de rehabilitación en el campo de la Salud Mental.

Bienvenidos al relato de los hombres y mujeres que hablan solos, “sin sentido”, de los que se cuentan historias a sí mismos. Así se hace la estación más loca de Santiago de Chile, Estación Locura.

2012, el año de la libertad

En 2012 una avioneta Piper Navajo de la empresa Aerohein, que se dirigía desde Melinka hacia Puerto Montt, se estrelló al sur de Quellón, en donde iba a realizar una escala, fallecieron los ocho ocupantes. Ese mismo año, un sismo de siete grados en la escala de Richter sacudió al centro sur de Chile, meses después fue inaugurado el Parque Metropolitano de la Infancia y días adelante finalizaba el proceso de recolección de datos en el Censo de Población y Vivienda 2012 que arrojó una población nacional aproximada a los 18 millones de habitantes. Santiago de Chile, su capital, registró 4.500.000 habitantes. En el mundo del espectáculo se presentaron en concierto artistas como Bruno Mars, Marc Anthony, Joe Cocker, Bob Dylan, Franco de Vita y Charly García, entre tantos otros. Y mientras todo ello pasaba, Ernesto Bouey, un joven psicólogo atrapado en la ilusión por dar la palabra creaba Estación Locura.

En Ernesto deambulaba la idea de crear una aventura radiofónica para habilitar un espacio de diálogo dentro de un hospital psiquiátrico. Las locuras de los conciertos musicales se fundían con la trepidante ilusión que generaba el más oral de los medios de comunicación. Y entonces, fue así, como en un convulsionado Santiago nació en 2012 Estación Locura, un podcast que hoy cumple siete años de emisión y múltiples capítulos de libertad.

Ernesto Bouey, fundador de “Radio Estación Locura”, tras ser contratado por el hospital en condición de psicólogo clínico por la Unidad de Psicoterapia ya había conocido la experiencia de La Colifata, emisora hecha con usuarios del Hospital Neuropsiquiátrico Doctor José T. Borda, madre y padre de casi todas estas sonoridades y referente de siempre para ellos.

“Hablé con algunos internos y les planteé la idea. Los ojos de Oscar Morales, Juvenal Carrillo, José Reyes, Jackson Andrade y Cesar Fuentealba brillaron, se entusiasmaron, sus mentes crearon un nuevo lugar, no sé cómo ni de qué color, solo sé que en ese momento empezábamos una nueva carrera”, anota Ernesto.

La larga caminata

Para afinar la idea de los audios, la aún no llamada “Radio Estación Locura”, generó un espacio de discusión de tres horas a la semana. Entre todos se juntaron y durante varios meses planificaron cómo empezar su apuesta por el sonido. Las preguntas crecían, las respuestas disminuían. La ilusión estaba, pero también la necesidad de encontrar el cómo llegar a ser, a emitir, entonces, vino una salida nacida en las entrañas del sonido: el podcast, ese camino poderoso que hoy resignifica al medio y que democratiza, da la palabra, genera marca personal ciertamente independiente de conglomerados comunicacionales. El desconocer las formas de hacer difusión radial, reconocer limitaciones y visibilizar dificultades económicas les impulsó para abrazar el podcast y ese abrazo aún los ata. La consigna era clara: “La mayor aventura es la que nos espera”.

“Compramos con dineros propios una grabadora, un hosting, diseñamos un sitio web y empezamos a grabarnos. La salida de palabras, objetivo meta, empezó a cumplirse. Nuestro corazón, anota Ernesto, fue testigo de aquel momento en el que Oscar y Juvenal no paraban de hablar; José de mirarlos; Jackson esperaba su turno para descoserse en frases y César palidecía asombrado ante la magia de lo que empezamos a llamar: ‘radio’”.

Las horas de grabación aumentaron. Una cinta se acababa y seguía otra y tras 6 meses de grabar, escuchar y grabar subieron a un nuevo altar, al de querer ser escuchados ya no por ellos mismos, sino por la comunidad. Ese fue el fin de las pruebas y el inicio del momento de verdad: nacía Estación Locura.

Somos muchos podcasts

Radio Estación Locura es un espacio en podcast, pero se llaman radio porque esa palabra siempre les ilusionó. En páginas anteriores, Alfredo Olivera, fundador de La Colifata, describió por qué estos medios se han llamado radio y cuál ha sido el camino transitado para llegar a tal denominación.

“La mecánica del programa consiste en grabar audios y subirlos a una plataforma. No hay un guion para las grabaciones, solo una orientación. Decirlo resulta fácil, pero mantenerlos no lo es”. En el momento del diálogo sostenido con Ernesto, para este libro, Radio Estación Locura pasaba por la angustia propia de los problemas técnicos para producir las piezas sonoras.

El director de la radio anotó que

“no hacemos un programa, hacemos muchos y todos ellos se graban dentro del hospital. Antes teníamos uno de conversación libre, luego otro de noticias, literatura, arte, pero ahora tenemos ocho espacios. Quien desee, en libertad, puede grabar los contenidos que prefiera. Somos una suma de audios distintos que pueden no tener ilación unos con otros. Son piezas sonoras sueltas que pueden durar cierto tiempo y desaparecer, no volverlas a hacer”.

El hospital

“Para este ejercicio semanal es fundamental la libertad, la participación espontánea y no forzada y menos aún, sugerida como terapia por psiquiatras. Esa postura de libertad nos ha causado malestares con la institución como también el empoderar a los usuarios en temáticas de derechos que les asisten en el campo de la Salud Mental pues sus voces en relación con esos derechos son escuchadas por otros usuarios dentro de las instalaciones y entonces aparecen fricciones”, comenta Ernesto y remarca que “el hospital psiquiátrico en el que trabajamos es muy clásico, con un criterio de hospitalización en el que el modelo desde el que pensamos la locura como algo más que una patología, no es aceptado”.

No todas las heridas que han sufrido han sido superficiales, la relación no positiva con el hospital ha sido profunda, larga y abonada por una, pareciera, desesperanza infinita. El respaldo institucional escasea.

Las condiciones desde las que se hace esta apuesta que se puede escuchar en la web no han sido las mejores. El director de la radio afirma que

“en el inicio funcionábamos en cualquier lugar del hospital pues no teníamos espacio asignado, nos movíamos de zonas y permanecíamos en sitios no ocupados. Ahora mismo, en 2019 estamos en otra sala que no es nuestra, es un lugar de reuniones, pero es de la Unidad de Psicoterapia y allí tenemos los equipos resguardados sin problema, pero, a decir verdad, trabajamos desde un lugar muy marginal, no tenemos internet y por eso los programas que grabamos los subimos desde la casa de algunos de nosotros”.

¡El hospital nos enloquece!

Salir del hospital, dejar de estar encerrados ha sido un sueño impertinente. Tratar de salir de la institucionalización les ha marcado un deseo y el estar allí, dentro del psiquiátrico, graficado una cerca. Estación Locura desde su primer grito en la red cuestionó la manicomialización.

¿Y por qué no han salido del hospital?

“El problema de salir es que las personas que tienen padecimientos están secuestradas en ese lugar. Allí les ordenan su vida, su día, les administran el dinero. Con el caminar de la experiencia nos dimos cuenta que necesitábamos salir, pero tuvimos problemas para hacerlo externamente con quienes hacían los programas. A veces no nos explicamos el porqué de esta situación”.

Este proyecto sonoro vive en la disyuntiva de la alegría, la celebración, pero también del desencanto cuando un usuario mejora en su padecimiento y se va a casa dejando para siempre el podcast. La recuperación es maravillosa, pero esconde una sensación también dolorosa. “Nuestro canal de audios sostiene a los más dependientes, ellos son los que se van quedando con nosotros”, anota Bouey.

No son asesinos, solo son locos

A la radio le duelen definiciones como: loco igual a delincuente, asesino.

Estación Locura es sinónimo de lucha y tenacidad frente a sus limitaciones, tiempos y recursos. En 2014, iniciaron un ciclo de aventuras al salir a trabajar con instituciones y museos que estaban dispuestos a ayudar en el propósito de la desestigmatización y es así como han encontrado calidez y acogida en esos espacios. La visita a los estudios por parte de artistas visuales ha sido muy importante pues algunos de ellos, también músicos, vinculan en sus exposiciones a usuarios del proyecto.

2016: nos volvimos ricos, en alegrías

En 2016 se les adjudicó un Fondo del Ministerio de Desarrollo Social, con ese dinero compraron libertad y salieron del hospital. Fueron a visitar Radio Diferencia. La brisa de Valparaíso recibió a los inquietos aficionados radiales y en la ciudad de los cerros visitaron museos, buscaron aire para sus audios, compraron computadoras y micrófonos.

“Algo espectacular fue la exposición que hicimos en febrero. Oscar Morales, uno de los usuarios es pintor y poco a poco empezó a traer sus cuadros. Los pusimos en algunos de los pasillos del hospital, eran 500 y ya ubicados en ese lugar el decorado cambió. De repente la artista visual, Greace Weinrib, supo de esa muestra, se enamoró de ella y nos empezó a vincular con el Museo de Artes Visuales. Gracias a su gestión, en febrero y marzo de 2018 se llevó a cabo la llamada ‘Exposición de Radio Estación Locura’ en la que los artistas que expusieron fueron Oscar Morales, José Reyes y Jackson Andrade. ¡Fue genial, espectacular, fue muy emocionante!”, comenta Ernesto.

Una salida económica

“Frente a nuestras tres grandes dificultades, como son: el no acceso a internet, el no apoyo económico y la relación no positiva con el hospital, emprendimos distintos caminos para sostener la propuesta sonora. En Chile, está muy de moda vender jugo de naranja en la calle y eso hicimos, empezamos a vender tales productos. Los usuarios que nunca habían trabajado lo hicieron y para nosotros esa es una forma de rescatar algo de lo humano, hacemos muchas otras actividades. Salimos, hacemos paseos, vendemos ropa, mercado, choripanes”, precisa el director de la radio.

La asamblea

Todos los días lunes por espacio de tres o cuatro horas se cruzan dentro del hospital para decidir temas y el camino a seguir en cada producción. Si el tiempo no alcanza, anota Ernesto, entonces, buscan otro momento para grabar. Esos encuentros se enmarcan dentro del concepto “asambleas” como la forma de poner en común los temas y contenidos que se tratarán en cada audio.

Las primeras dos horas del encuentro las usan para sostener una conversación abierta y fluida en la que se discuten temas personales y de los audios. En un segundo momento, se orienta la conversación hacia los contenidos que se grabarán y el orden de aparición de los mismos. “Si una persona escucha nuestro podcast, seguramente, dice Ernesto, se encontrará con un programa que puede no ser entretenido, más bien, una lata absoluta, pero para nosotros es una lata llena de significados profundos, rica en la inclusión social”. Y, quizá por eso, su relación con las audiencias no sea la mejor porque su primer gran objetivo es claro, la lucha por recuperar la palabra más allá de que ella sea incidente en quienes la escuchan. El modelo comunicativo de este audio semanal nace y muere en el emisor.

“Antes teníamos un programa que duraba 40 minutos, era sobre arte y literatura. También tuvimos otro sobre cine y uno más corto sobre poesía en el que habla una sola persona. Hoy en día, por distintas razones, el que quiere tiene su programa o se organiza con otra persona para emitir uno en conjunto. En general, son temas individuales. Si alguien quiere hablar sobre ecología, graba su podcast y se sube a la plataforma de audios. Entonces hay piezas en las que sólo habla una persona, pero hay otras en las que los usuarios quieren que intervengan sus compañeros. La gran apuesta del podcast es hablar, expresar ideas ya que la escucha es importante pero no lo fundamental para el proceso de este emprendimiento”, precisa Ernesto.

Y sobre la autocensura, qué decir:

“originalmente la había porque en el hospital a muchos les daba miedo participar dada la excesiva dependencia, la violencia, la sedación, o la sujeción o amarres de las que eran objeto. Digamos que había mucho miedo de que los programas pudieran impactar no positivamente en el propio tratamiento”.

En cuanto al rol de los profesionales, Ernesto apunta que

“es el de asegurar que esté disponible el espacio físico para hacer las reuniones y grabaciones, pues sin su presencia sería casi imposible. Si ellos no estuvieran sería más difícil, ya que para todas las actividades somos nosotros los que validamos o tenemos que pedir permisos porque a los usuarios no los autorizan por sí solos. No cumplimos ningún rol en particular en relación con los audios. Nuestro papel es asegurar los espacios y participación en los programas”.

Una producción semanal podría ser un juego de niños para quien está entrenado en temas radiofónicos, pero para quien se atreve a producir contenidos sin conocer el lenguaje sonoro resulta, ciertamente, complejo. “Lo más difícil al momento de sostener los espacios es lograr la expresión, la oralidad, el uso de la palabra, el escuchar el proceso de retroalimentación, reconocer las dificultades y los obstáculos a superar”, agrega Ernesto.

El entorno digital

Por distintas razones, entre ellas la limitación de internet en el hospital, su relación con el mundo web y con sus audiencias es frágil, casi inexistente, al punto de que pasan meses sin leer un correo electrónico. Sin duda, el equipo coordinador y de usuarios desearía ser más escuchado, llegar a distintos lugares, ser incidentes, pero eso, por ahora, al menos no es así. Otra circunstancia adversa que presentan es la baja calidad en el sonido de sus mensajes sonoros.

Los temas relacionados con el ecosistema digital son manejados por el mismo Ernesto, una psicóloga o los usuarios que tengan interés y conexión en su casa. Sin embargo, para el momento de este diálogo, las redes sociales que tenían se dejaron de administrar, el sitio web que existe no se actualiza, nunca se han producido videos, no hay nadie dedicado a los temas de internet y tampoco sus audios están en ninguna otra plataforma. En definitiva, hay un corto circuito con las audiencias en el ecosistema digital y en relación con la formación en radio advierten la inexistencia de la misma. De igual manera, y fruto de su distancia con la web no miden efectos del podcast a través de métricas, lo cual, sin duda, como lo menciona Ernesto, “es una deuda que tenemos”.

Más podcast, más desafíos

Hay asignaturas pendientes: una de ellas es acercarse más al mundo del hacer la radio, sostener intercambios de información o de productos radiofónicos. Admiten necesitar más redes, vencer el aislamiento, trabajar con otras organizaciones tal y como lo hicieron años atrás participando en un encuentro con los mejores resultados. “Con Radio Paranoia tenemos buena relación, nos conocemos, hemos estado en contacto, pero el diálogo es muy esporádico”, agrega Ernesto.

Estación Locura, la última historia de este libro y la primera experiencia de este escrito en ser un canal de podcast en favor de la salud mental. ¡Escúchela!

Breves

¿Si volvieran a nacer, que no harían?

No trataríamos de cambiar el hospital. Hubiésemos ido más directamente a la comunidad, a las redes.

Qué es mejor, ¿Radio por antena, en línea, programas en vivo o podcast?

Como no tenemos la posibilidad de hacer algo distinto, lo mejor es el podcast.

¿Cómo se sostienen económicamente?

Con fondos personales.

¿Cuantos usuarios han participado en el proceso?

Desde 2012 han pasado por los micrófonos entre 30 a 40 personas.

¿Cuáles son las patologías más comunes?

Esquizofrenia y bipolaridad.

Una anécdota

Ante la imposibilidad de musicalizar los audios lo que hacíamos era grabar y sintonizar música de una emisora y dejarla de fondo. Así musicalizábamos.

Una particularidad de Estación Locura

Lo más distintivo que tenemos está en nuestro contexto de trabajo, que, sin duda, nos es muy adverso. Seis años después de haber nacido aún no logramos establecer un espacio en el hospital.

Metas a corto plazo

Con el objetivo ya instalado, el de dar la palabra, hemos modificado las primeras metas y, a corto plazo, planeamos la compra de equipos porque se entiende que los beneficios de este proceso han sido varios como conseguir que uno de los usuarios maneje su propio dinero y que otros tengan libertad de salir.

Tres recomendaciones para hacer una radio loca
  1. Asegurar un espacio protegido del mundo psicológico y de la psicopatología.
  2. Estar abierto al diálogo.
  3. Tener ganas de transmitir lo que se piensa y decir no a la discriminación.
Ficha técnica

Nombre

Estación Locura

Año de inicio

2012

Coordinador

Ernesto Bouey

Sitio web

www.estacionlocura.cl

Correo electrónico

radioestacionlocura@gmail.com

Ciudad, país

Santiago de Chile, Chile




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