Horarios atípicos de trabajo (excepto trabajo nocturno): ¿qué efectos tienen?

Laurence Weibel[1]

1. Definición

Los horarios atípicos representan todo tipo de horario diferente a los horarios llamados “normales” (trabajo de lunes a viernes, de 7 h a 20 h, con dos días de descanso seguidos): trabajo por turnos, de noche, de tarde, de fin de semana, horarios variables, semanas irregulares, horas extra, trabajo fragmentado (con cortes durante el día).

En el Código de Trabajo francés, solo el trabajo nocturno se define con precisión como “todo trabajo que se realiza entre las 21 h y las 6 h” (artículo L.3122-29).

2. Características de la exposición

El trabajo en horarios atípicos no es una situación marginal. En 2017, en Francia, en el curso de un mes, el 44% de los trabajadores (es decir, 10,4 millones de personas) estaban sujetos a al menos un horario de trabajo atípico en sus lugares de trabajo, domicilios u otro lugar. El horario atípico más frecuente es el del trabajo en sábados. De hecho, afecta al 35% de los trabajadores, es decir, a 8,3 millones de personas. El trabajo por la tarde ocupa el segundo lugar con el 23% de los trabajadores (o sea, 5,5 millones de personas), delante del trabajo dominical que moviliza al 19% de los trabajadores (es decir, 4,6 millones de personas). Por último, el trabajo nocturno es el horario atípico menos frecuente, ya que afecta al 9% de los trabajadores (es decir, 2,2 millones de personas) (Létroublon y Daniel, 2018).

Los horarios atípicos se concentran en determinadas profesiones. Entre las familias profesionales que reúnen la mayor cantidad de trabajadores sujetos a horarios atípicos se encuentran:

  • Los enfermeros, los parteros, los auxiliares médicos, los vendedores, los cajeros, los empleados de limpieza, los ayudantes a domicilio y los empleados domésticos, ocupaciones en las que domina la presencia femenina.
  • Los militares, los policías, los bomberos, los guardias de seguridad, los conductores de vehículos, los cocineros, los carniceros y los panaderos, ocupaciones con fuerte presencia masculina.

Los horarios atípicos afectan ligeramente más a los hombres que a las mujeres (a un 44,2% de los hombres frente a un 43% de las mujeres). Los hombres trabajan más a menudo por la tarde y la noche, mientras que las mujeres lo hacen más los sábados, lo cual se debe a un efecto de estructura (edad, profesión, etc.) (Létroublon y Daniel 2018).

3. Efectos sobre la salud

El trabajo nocturno ha sido ampliamente estudiado, por lo que hoy sus efectos sobre la salud son muy conocidos (Anses, 2016). Por el contrario, las demás formas de horarios atípicos se han estudiado menos y cuando se lo hace, se las suele confundir con el trabajo nocturno. Por lo tanto, resulta complejo tener una apreciación de los efectos de estos horarios en particular (atípicos, pero no nocturnos).

Basado en una revisión de la literatura, este artículo sintetiza los conocimientos actuales de los efectos de salud y seguridad sobre la vida social y familiar de estos tipos de horarios atípicos no nocturnos: trabajo fragmentado o fraccionado, trabajo vespertino, trabajo dominical, trabajo de guardia, trabajo en horarios variados, imprevisibles o flexibles y pluriactividad.

3.1. Generalidades

Los trabajadores con horarios atípicos están más sujetos a exposiciones múltiples, ya sea a determinados productos o tóxicos o a restricciones organizacionales (Algava, 2014).

Los trabajadores expuestos a horarios atípicos también tienen una higiene de vida más vulnerable que los trabajadores de horarios estándares: tabaquismo, consumo de alcohol, hábitos alimentarios menos equilibrados. También se registra un aumento de la prevalencia de síntomas depresivos, del riesgo de obesidad y de trastornos del sueño (Winkler et al., 2018).

El aislamiento social asociado con los horarios atípicos poco compatibles con la vida privada también se relaciona con un aumento de suicidios (Chan Chee y Du Roscoät, 2019). En efecto, trabajar en horarios atípicos dificulta el equilibrio entre vida profesional y vida extraprofesional (Greubel et al., 2016).

Se han observado consecuencias incluso en la salud (sobrepeso) de los hijos de los trabajadores (Champion et al., 2012). El trabajo en horarios atípicos afecta el tiempo que se pasa con los hijos, dado que reduce la interacción padres/hijos (Hook et al., 2013).

3.2. El caso particular de las guardias

Esta forma de trabajo se caracteriza por la disposición del trabajador vía teléfono desde su domicilio o, si es necesario, mediante una visita.

La imprevisibilidad de los llamados telefónicos constituye un obstáculo a la desconexión, ya que mantiene la carga mental en el tiempo y hace que el trabajador se sienta obligado a estar alerta constantemente (Paterson et al., 2016; Bamberg et al., 2012). Esta falta de desconexión afecta directamente la cantidad y la calidad del sueño (Hall et al., 2017) por el estrés y la aprensión relacionados con la posibilidad de recibir un llamado (Ziebertz et al., 2017; Vincent et al., 2020).

Los efectos de las guardias sobre la salud son numerosos: fatiga (Ziebertz et al., 2015), trastornos cognitivos (Lingenfelser et al., 1994), ansiedad (Chambers y Belcher, 1994), trastornos del humor (Rankin et al., 1987), trastornos funcionales gastrointestinales (Lim et al., 2017), trastornos del sueño asociados a la somnolencia diurna (Lindfors et al., 2006; Kaneita y Ohida, 2011), cefaleas, fatiga visual, dolores musculares, heridas, problemas auditivos relacionados con los trastornos del sueño y las alteraciones del ritmo circadiano (Yang et al., 2015), efectos dermatológicos y dolores (Baek et al., 2018).

Y, por supuesto, también se asocia las guardias con una alteración de la vida social y familiar (Heponiemi et al., 2014; Ziebertz et al., 2015).

3.3. El caso particular del trabajo dominical

El trabajo dominical supone una pérdida de sociabilidad familiar y amistosa, así como una disminución del tiempo de ocio, mayores a las que se pueden observar en un día de la semana, debido al carácter sincronizador que tiene el domingo (Boulin y Lesnard, 2016; Boulin y Lesnard, 2017). Además, este modo de trabajo atípico suele inscribirse en ritmos de trabajo semanales que son, a su vez, atípicos (trabajo nocturno, jornadas desfasadas por la mañana o la tarde, semanas largas o semanas cortas) (Boulin y Lesnard, 2016; Boulin y Lesnard, 2017; Létroublon, 2016).

Trabajar los domingos tiene un efecto sobre la salud percibida, un indicador muy predictivo del estado de salud (Greubel et al., 2016). Asimismo, está asociado a trastornos del sueño, probablemente porque el valor “recuperador” del domingo es diferente –por el estatus de este día y la calma que se le asocia– al de un día de descanso durante la semana (Nachreiner, 2011).

Los análisis de una base de datos estadounidense muestran que el domingo es el día con mayor riesgo de accidentología laboral: se observa un incremento del 37% de los accidentes de trabajo con respecto a los demás días de la semana (Brogmus, 2007). Estos resultados se deben a que los domingos hay más jóvenes, menos titulares, menos directivos y a que, veces, el trabajo dominical es un segundo trabajo que, por lo tanto, genera más cansancio…

Además, en determinadas actividades, sobre todo en los hospitales, se reduce el personal durante los fines de semana, lo que tiene repercusiones en el devenir de los pacientes (aumento de la mortalidad) y que algunos han llegado a llamar “efecto fin de semana” (Pauls et al., 2017).

3.4. El caso particular del trabajo con horarios flexibles, variables o imprevisibles

El trabajo flexible puede tener beneficios para los trabajadores cuando les permite gestionar sus tiempos con el fin de conciliar mejor la vida laboral y extralaboral. En otras palabras, la flexibilidad es positiva cuando los trabajadores tienen el control sobre ella (Berg et al., 2014; Lambert et al., 2008). Costa incluso sugiere distinguir entre dos formas de flexibilidad: habla de “variabilidad” cuando la flexibilidad está al mando de los empleadores y de “flexibilidad” cuando el trabajador tiene, en gran medida, el control sobre sus horarios (Costa et al., 2006). En esta concepción, lo que es nocivo no es la variabilidad sino la falta de control sobre el sistema horario (Costa et al., 2006; Nijp et al., 2012).

Como era de esperar, la previsibilidad de los horarios de trabajo es una variable que tiene un efecto particularmente notable en las mujeres (Cornet, 2005).

Por otro lado, el trabajo flexible está asociado a una mala salud cardiovascular, fatiga y efectos en la salud mental (Costa et al., 2006; Arlinghaus et al., 2019). En los últimos tiempos, se ha vinculado la gran variabilidad de los horarios de las enfermeras con el agotamiento emocional (Dhaini et al., 2018).

Es por eso que los trabajadores eligen la regularidad y previsibilidad de los planes de trabajo y los horarios (Messing et al., 2014), ya que permiten conciliar mejor la vida profesional y extraprofesional. La estabilidad y la previsibilidad de los horarios y los ritmos de trabajo son importantes para permitirles a los trabajadores anticipar su agenda y tener un margen de maniobra para organizar su vida extraprofesional (Costa et al., 2006; Kubo et al., 2013).

3.5. El caso particular del trabajo en horarios interrumpidos (o fraccionados) y del trabajo vespertino

El trabajo “interrumpido” hace referencia a una estructura de jornada atípica con un tiempo de trabajo fragmentado por cortes de duración variable (por lo general, de más de tres horas) entre dos períodos de trabajo.

El trabajo fraccionado no es muy habitual y suele ser realizado por una población de trabajadores bastante precarios.

En una encuesta sueca reciente, los trabajadores señalaron, antes que el trabajo de noche, al trabajo fraccionado en turnos (así como los horarios no previstos y los descansos cortos –de menos de 11 horas–) como uno de los principales problemas del trabajo en horarios atípicos (Akerstedt y Kecklund, 2017).

Los trabajadores con horarios fraccionados trabajan en los momentos en que se programan muchas actividades sociales y familiares, por lo que quedan excluidos de varias de ellas.

Uno de los efectos sanitarios más documentado de los horarios fraccionados es la deuda de sueño provocada por la práctica de estos horarios (Short et al., 2016; Zhou et al., 2017). Trabajar temprano por la mañana o tarde por la noche corta el período principal de sueño y, por lo tanto, reduce la duración del sueño y, posiblemente, también su calidad. Además, resulta difícil utilizar las pausas para descansar porque, por lo general, los trabajadores no tienen tiempo para volver a sus casas.

Sin embargo, se han documentado otros efectos sanitarios del trabajo vespertino. Trabajar por la noche conlleva (Boisard et al., 2003; Greubel et al., 2016) un mayor riesgo de accidentes de trabajo (Mustard et al., 2013) y tiene un impacto en los hábitos alimenticios, sobre todo por retrasar el horario de la cena. Además, la frecuencia y el tiempo circadiano de la ingestión de alimentos tienen consecuencias en la salud que están cada vez más documentadas (Marinac et al., 2015; Varady, 2016; Paoli et al., 2019). Al parecer, el intervalo de tiempo entre la cena y la hora de dormir es una variable crítica. De hecho, dos estudios recientes han vinculado este período con riesgo de cáncer de mama y de próstata: cuanto más se reduce el intervalo de tiempo entre la cena y la hora de dormir, mayor es el riesgo (Kogevinas et al., 2018; Srour et al., 2018).

3.6. El caso particular de la pluriactividad

Los trabajadores pluriactivos son aquellos que trabajan para varios empleadores o que ejercen varias profesiones a la vez. Las mujeres que ejercen profesiones poco calificadas, y que suelen trabajar a tiempo parcial impuesto, se ven particularmente afectadas por la pluriactividad, ya que pocas veces les permite alcanzar una jornada laboral equivalente a una de tiempo completo.

El principal riesgo de este tipo de trabajo, común a todos los pluriactivos (excluyendo a los trabajadores a tiempo parcial), es la exposición a largos horarios y, por lo tanto, a trastornos del sueño y a un descenso de la vigilancia diurna (Marucci Wellman et al., 2016).

Otra característica de los pluriactivos es que están expuestos a una mayor siniestralidad. Algunas de las causas que se citan son el estrés (Lombardi et al., 2010), la falta de experiencia (Benavides et al., 2006), los comportamientos precipitados vinculados al volumen de trabajo (Koukoulaki, 2010) y una menor inversión en la gestión de empleados que no trabajan a tiempo completo (Marucci-Wellman et al., 2014).

En la literatura también se señalan otros efectos sobre la salud, como un aumento de la mortalidad (Cappuccio et al., 2010) y del índice de masa corporal (Lombardi et al., 2012), diabetes (Gottlieb et al., 2005), hipertensión (Gangwisch et al., 2006) y patologías cardiovasculares (Ayas et al., 2003).

Por otra parte, la falta de flexibilidad de los horarios, asimismo muy ligada al perfil del pluriactivo, produce menor satisfacción laboral (Bouwhuis et al., 2018).

Conclusiones

En este capítulo, se sintetizaron varios de los efectos de los horarios atípicos –excluyendo el trabajo nocturno– sobre la salud, la seguridad y la vida social y familiar.

Sin embargo, el análisis de las publicaciones muestra que, a menudo, la caracterización de la exposición no es precisa, dado que la exposición a horarios atípicos suele ser estudiada en individuos que también trabajan de noche o en turnos.

En esta síntesis, solo se citaron los trabajos en lo que se controlaron con rigor suficiente los factores de confusión asociados al trabajo nocturno o al trabajo por turnos, de ahí el escaso número de publicaciones. En futuros estudios, una caracterización más precisa permitirá comprender mejor la relación entre estas temporalidades atípicas y los efectos estudiados. Es probable que los mecanismos fisiopatológicos dependan de alteraciones circadianas vinculadas con una alteración de los horarios de las comidas y a una exposición a la luz según las temporalidades atípicas, de mecanismos de estrés crónico vinculados a factores de riesgo psicosocial y de mecanismos vinculados a la deuda de sueño.

Por consiguiente, es necesario promover estudios epidemiológicos complementarios –con metodologías más rigurosas–, combinados con estudios experimentales y mecanísticos, para definir rápidamente ejes de prevención.

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  1. INRS, Departamento de Estudios y Asistencia Médicos.


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