Mariano Pettarin[1]
Resumen
En Postnarrativist Philosophy of Historiography, Jouni-Maati Kuukkanen intenta edificar criterios racionalmente sustentados para la evaluación de textos históriográficos. La incapacidad del narrativismo de configurar dichos criterios demanda, según el autor, la necesidad de trascender este paradigma. Aunque parcialmente válida, su tesis parte de una conceptualización errada del central par conceptual holismo-representación. A continuación defenderemos la idea de que, debido a sus enormes potencialidades, en especial considerando su variante estética ankersmiteana, esta objeción postulada por el Post-narrativismo debe resolverse dentro de la Vieja Nueva Filosofía de la Historia.
Texto
Durante más de los primeros setenta años del siglo XX, el eje central de la Filosofía de la Historia giró en torno a la delimitación de los parámetros de racionalidad del escrito histórico. Preocupada en el “análisis del status científico de la disciplina historiográfica, la filosofía analítica anglosajona, fuertemente marcada por el artículo de Carl Hempel sobre la teoría de la cobertura legal de 1942 (TCL), se ramificó en ortodoxos –defensores de la TCL–, moderados y pluralistas (Tozzi, 2009). Entre estos, se dio la pugna sobre las bases epistemológicas del conocimiento académico del pasado.
Empero, hacia 1970, “la noción de explicación, como concepto clave para dar cuenta del status del conocimiento histórico, es desplazada por el de narración” (p. 20). Es decir, de la preocupación por la búsqueda de aquellas estructuras explicativas capaces de acercar el sujeto al objeto, se pasa al cuestionamiento de la propia capacidad de la escritura narrativa histórica de ofrecer dichas estructuras. Arthur Danto, en su carácter de pensador transicional hacia el giro lingüístico en la nueva filosofía de la historia, anunciaría entonces la fuerza de una corriente de pensamiento cuyos principales exponentes se constituirían en Hayden White y Frank Ankersmit.
Primero White, mundialmente conocido a partir de la publicación de Metahistory. The Historical Imagination in the Nineteenth-Century Europe (1973), luego el pensador neerlandés, validando el punto de quiebre establecido por su colega norteamericano en The dilema of contemporary Anglo-Saxon Philosophy of History (1986) y presentando además su célebre Narrative Logic: A Semantic Analysis of the Historian´s Language (1983), argumentarán sobre la existencia de una relación de construcción antes que de iluminación entre el historiador y su objeto de investigación. De esta manera, la New Philosopy of History, a partir del último cuarto del Siglo XX, inaugurará una hegemonía que aún sostiene dentro de la rama de pensamiento filosófico dedicada al estudio sobre el conocimiento del pasado.
Sin embargo, el relegamiento de la reflexión filosófica sistemática destinada a la búsqueda de las estructuras/estrategias adecuadas en pos de una encarnación de la realidad del pasado lo más objetiva posible, implicó el abandono de una problemática tan válida como las propias críticas a las cuales la investigación condicionada por la Teoría de la Cobertura Legal fue sometida. A saber, si la narración histórica, como empresa literaria, supone la construcción de su objeto de estudio, cabe preguntarse sobre cuáles deberían ser los criterios de evaluación y jerarquización entre narrativas históricas, o si tales criterios existen. Esta preocupación es la que Jouni-Matti Kuukkanen tuvo en mente cuando publicó, en 2015, Postnarrativist Philosophy of Historiography.
El punto de partida del académico escandinavo implica el reconocimiento de dos de los méritos más significativos de la Nueva Filosofía de la historia. Durante todo el libro, Kuukkanen sostiene la centralidad del texto como unidad cognitiva en la historiografía. Luego, en consonancia con la labor de White y Ankersmitt, rechaza los criterios empíricos como fuente de validación epistemológica de los textos históricos. Sin embargo, el pensador finlandés reitera que su labor, partiendo entonces de las sólidas objeciones esbozadas por el Post-modernismo[2], consiste en edificar una teoría que provea de medios de selección entre interpretaciones historiográficas en pugna: “It is now posible to reformulate the central contribution of the narrativist school as the insight that historical knowledge in synthetized form, (but) the fundamental problem with narrativism is that it cannot provide an epistemologically or cognitively meaningful evaluative framework” (Kuukkanen, 2015, p. 148).
Es con este horizonte en mente, que el intelectual europeo se propone inicialmente explicar cuáles son los atributos que definen a un escrito histórico. Su caracterización se desarrolla sobre dos ejes analíticos definidos e interconectados. El primero de ellos es la búsqueda de la estructura existente en cualquier obra historiográfica. El segundo, explora sobre las razones por las cuales los historiadores hacen historia. Es decir, cuál es el propósito de apelar a ciertos patrones estructurales en lugar de otros.
Más que por su valor intrínseco estos dos grandes núcleos dentro de la obra de Kuukkanen nos resultan de interés en tanto parten de la refutación del par conceptual elemental que sostuvo y sostiene a la filosofía narrativista de la historia desde mediados de los 70. Nos referimos a las nociones de holismo y representación. En lo que resta de nuestro escrito, procederemos a enunciar la vigencia de estas dos ideas en función de su contrastación con los planteamientos del autor nórdico (que naturalmente desarrollaremos), tomando las apropiaciones que Ankersmit hace de este binomio.
Sin lugar a dudas, y como ya hemos dicho, uno de los legados más importantes del abandono de Teoría de Cobertura legal Hempeliana, implicó e implica la búsqueda de motivaciones alternativas a la exégesis y erudición documental por su mero valor intrínseco. Retomando aquel esencial instrumento cognitivo elaborado por Walsh denominado coligación (Walsh, 1974, pp. 127-144.), Kuukkanen expone que los historiadores no hacen otra cosa, en la construcción de sus tesis, que presentar puntos de vista sobre el pasado. Ahora bien, la presentación no opera en el vacío, sino en un espacio lógico argumental, donde pugna por imponerse a las presentaciones de otros colegas: “Historiography, original and expressive contributions of the discipline. Historians attempt to persuade others to accept the views put forward in their books” (Kuukkanen, 2015, p. 198).
Si hemos aclarado el porqué de la labor historiográfica, ahora nos resta el cómo. ¿Cómo es posible que un historiador, inhibido en la validación de sus teorías desde la referencialidad empírica, sea capaz de construir presentaciones argumentales sintéticas de superior valor cognitivo a la de sus pares profesionales? Kuukkanen, en respuesta a dicho interrogante, ofrece una teoría tripartita de la justificación: Las tesis historiográficas pueden ser evaluadas a partir de sus dimensiones epistémicas, discursivas y retóricas. Cada una de estas dimensiones debe ser considerada primero separadamente, para luego conformar una suerte de barómetro unificado, a través del cual es posible ponderar la contribución de las tesis en competencia (p. 167). De esta manera, ellas ocuparán (o no) el espacio en el universo lógico argumental que les correspondan respectivamente.
Dentro de la dimensión epistémica se encuentra el fundamental anclaje en el pasado (insistimos, no empíricamente referencial) que, según el autor, cualquier texto historiográfico debería tener. Siendo una tesis histórica una presentación argumental racionalmente sustentada, en su escritura se pueden detectar (con mayor o menor facilidad) un segmento portador del significado de la tesis –meaning carrier– y otro que oficia como soporte del primero –evidence/support–:
Again, it cannot be explicitly stated what belongs to the meaning component and what to the evidence component. Rather, it is a question of a sliding scale in which there are, on one hand, such linguistic meanings and central historial claims (…) Further, I would like to further suggest that the blurred line between meaning and evidence is a strenght of historiography and not a weakness (p. 85).
En otras palabras, partiendo de su evidence/support, aquel académico capaz de desarrollar su meaning carrier part más allá de sus rivales, podrá situarse en una posición estratégica de privilegio dentro del espacio lógico argumental en el cual compite constantemente por imponerse.
No negaremos aquí los logros de la obra de Kuukkanen. El finlandés reactiva y trata muchos de los problemas postergados desde la efectivización del giro lingüístico hacia mediados de los 70. Destacamos especialmente la importancia en la provisión de criterios racionalmente sustentados para la elección de coligaciones en competencia. Sin embargo, nos vemos obligados a repetir y resaltar que el punto de partida para la construcción tanto de su noción sobre la labor presentacional de los historiadores, como de la estructuración binomial meaning/evidence, es consecuencia de frágiles objeciones a los conceptos centrales de representación y holismo propios del narrativismo histórico.
Existen, desde nuestro punto de vista, dos importantes malentendidos interpretativos en el inicio de la obra del académico escandinavo. El primero de ellos se encarna en una lectura errónea del concepto de holismo, mientras el segundo implica la homologación relativamente acrítica de los dos pensadores más importantes de la Nueva. La incompresión conceptual no permiten considerar que, más allá de sus limitaciones, la consideración estético pragmatista del texto histórico construida por el teórico holandés contiene ya el tratamiento de las problemáticas esbozadas en el Postnarrativismo Histórico, aunque integradas dentro de un paradigma narrativista representacional de mayor alcance.
En relación al holismo, sostenemos que la refutación a la que el pensador escandinavo somete las teorizaciones del narrativismo (pp. 47, 48), parte de una descomposición poco acertada de este nodal concepto epistemológico. Primero, porque confunde el holismo con el holismo semántico del temprano Ankersmit[3]. Luego, porque el ataque a las ideas de analyticity, undecomposability y unfalsibility, olvida el propósito central de la máxima producción de Quine: La demolición de la distinción entre enunciados analíticos y sintéticos como punto de partida para el conocimiento objetivo de la realidad, y el posterior reconocimiento de la flexibilidad de los sistemas teóricos a la hora de asimilar relaciones conflictivas con el plano de la experiencia (Quine, 1985, pp. 49-81). Esta es la clave por medio de la cual debemos entender el rol del holismo en la tesis narrativista estética de Frank Anksermitt, antes que nociones que ni siquiera el propio holandés defiende ya (p. 275). En otras palabras, lo que el académico finlandés postula como las bases rígidas de la aprehensión estética del texto histórico (aproximación por ello inválida), no hacen sino proveer los cimientos de una teoría representacional de superior proyección a la de su propuesta presentacional.
Creemos que una de las razones por las que Kuukkanen no puede apreciar en mayor medida el valor de las contribuciones de su par neerlandés, es debido al recurrente equívoco en el que incurre al asimilar los pensamientos de White y Ankersmit dentro de un narrativismo genérico. Como bien explica Roth, esto resulta especialmente poco afortunado en la problematización de la noción de representación:
But this linking of Ankersmit and White proves to be a problematic strategy for criticizing narrativists, (…) what White intends by representation has no interesting or relevant connection to Ankersmit´s use of them. Ankersmit mires his account as Kuukkanen notes in visual metaphors (…) White characteristically employs the term narrative as shorthand for the human ability to encode experience (Roth, 2016, p. 275).
Es decir, negar las diferenciaciones dentro del narrativismo resulta tan iluso como invisibilizar sus afinidades.
Más allá de esta confusión, reiteramos que la tesis estético-representacional de Ankersmit desarrolla ya muchas de las innovaciones que el Post-Narrativismo abroga unificar dentro de un nuevo paradigma, integrada (insistimos) dentro de una teorización de mayor proyección. Considerando que las tesis del pensador holandés han sido ya exhaustivamente tratadas, nos resultan aquí particularmente interesantes tres cuestiones. (i) El criterio de selección entre representaciones históricas constrastantes, (ii) Las razones por las que los historiadores representan la realidad y (iii) Los fundamentos empíricos con los cuales las coligaciones históricas se construyen.
(i) En relación a los criterios de selección entre coligaciones históricas, tanto Kuukkanen como Ankersmit le asignan gran importancia a la originalidad. Más allá que, debido a su consideración estética de la representación, es imposible para Ankersmit (a diferencia de Kuukkanen) deslizarse dentro del espectro object oriented/subject oriented a la hora de construir el conocimiento histórico, será más arriesgada y potencialmente más valiosa aquella representación cuya sustancia narrativa sea capaz de trascender, en mayor medida, los enunciados singulares que contiene la narratio (Ankersmit, 2001, pp. 237-246.).
(ii) Otro de los significativos aportes de Frank Ankersmit, que explica el gran alcance que tiene la contribución estética dentro del paradigma narrativista, se encuentra en la capacidad de su noción de representación de establecer conexiones significativas entre la producción de conocimiento histórico y otras ramas de la actividad humana. Destacamos especialmente la pertinencia de la historia para la práctica política, y cómo la representación histórica, en su anhelo de cerrar el gap entre el historiador y la realidad histórica, oficia como instrumento cognitivo para comprender la incapacidad de clausura de la brecha entre representados y representantes en la esfera política. Además, la mayor potencia de la representación estética se pueda ver posiblemente en el futuro cuando, luego de su controvertida recepción, el “giro experiencial” del catedrático de Groningen pueda ser dialécticamente asimilado junto su filosofía más temprana. Esta línea de investigación, desarrollada por Rik Peters, discípulo de Ankersmit, quizás sea la más promisoria y prácticamente fructífera (Peters, 2016, pp. 252-255.)[4]
En contraste, la obra de Kuukkanen, focalizada en la búsqueda de criterios de selección racionalmente orientados para determinar qué presentaciones deben ocupar las posiciones estratégicas dentro del espacio lógico argumental, contiene el riesgo de delimitar su aplicabilidad a la osificada pugna academicista, e incurre en el peligro de la regresión a los viejos debates anclados a la Teoría de la Cobertura Legal, sin efectivamente solucionar los problemas postergados por el narrativismo: “What attention to such tasks of epistemic evaluation reveals does not involve the laying of universal canons so as to discipline texts into logical form” (Roth, 2016, p. 281).
(iii) Finalmente, Kuukkanen acierta en marcar el punto débil del pensamiento de Ankersmit: La incapacidad de proveer los medios racionales para la evaluación de coligaciones históricas. En otras palabras, ni la creación de un tercer orden lógico en la forma de los presenteds, ni el “giro experiencial” propuesto por Ankersmit, han podido (aún) cerrar la brecha epistemológica entre la narrativa (sometida a un criterio estético de evaluación) y los enunciados singulares supuesta en ella (respondiendo estos a un criterio empírico de consideración) (Lavagnino, 2010). Ahora bien, dadas las enormes potencialidades, las investigaciones contemporáneas, junto con los riesgos contenidos en el Post-Narrativismo presentacional, la brecha debe ser cerrada por el propio narrativismo, aunque resulte necesario avisarle desde fuera.
Referencias
Ankersmit, F. (2001), “Six theses on narrativist Philosophy of History”, en Roberts, G. (ed.), The History and Narrative Reader. London: Routledge, pp. 237-246.
Kuukkanen, J. (2015), Postnarrativist Philosophy of Historiography. New York: Palgrave Macmillan.
Lavagnino, N. (2010), “Salvando el abismo: Lenguaje y realidad en la Filosofía de la Historia después de Hayden White”, Revista Latinoamericana de Filosofía, vol. XXXVI, nº 1, pp. 87-118.
Peters, R. (2016), “Calliope’s ascent: defragmenting philosophy of history by rhetoric”, Rethinking History, vol. 20:2, pp. 235-258.
Quine, W. (1985), “Dos dogmas del empirismo”, en Desde un punto de vista lógico. Barcelona: Orbis, pp. 49-81.
Roth, P. (2016), “Back to the future: Postnarrativist Historiography and analytic Philosophy of History”, History and Theory, vol. 55, pp. 270-281.
Runia, E. (2007), “Presence”, History and Theory, vol. 46, pp. 66-73.
Tozzi, V. (2009), La historia según la nueva filosofía de la historia. Buenos Aires: Prometeo.
Walsh, W. (1974), “Colligatory Concepts in History”, en Gardiner, P. (ed.), The Philosophy of History. Oxford: Oxford University Press, pp. 127-144.
- UBA-Facultad de Filosofía y Letras/Metahistorias.
Email: pettarinmariano@gmail.com.↵ - Kuukkanen asimila a ambos autores en esta corriente de pensamiento, especialmente por el grado de indeterminismo que sus tesis enarbolan (Kuukkanen, 2015: p. 149).↵
- Como apunta Roth en su reciente reseña del libro del finlandés (Roth, 2016, p. 276).↵
- Destacamos también aquí, el trabajo de Runia, 2007.↵