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18 Historia y erudición en la filosofía de Voltaire

A propósito de La Défense de mon oncle

Adrián Ratto[1]

Resumen

El objetivo de este trabajo es demostrar que, a pesar de la polémica que se desató entre Voltaire y Pierre-Henri Larcher, tras la publicación por parte de este último de un Supplément à la Philosophie de l’histoire de feu M. l’Abbé Bazin (1767), sus teorías de la historia se encontraban más cerca de lo que se puede pensar en un primer momento. Por otra parte, el análisis de La défense de mon oncle (1767) de Voltaire a la luz de las críticas de Larcher pone de manifiesto la existencia de ciertas mutaciones en esos años en la metodología de la historia del autor de Le siècle de Louis XIV y, en un plano más general, arroja luces sobre su problemática relación con la historiografía erudita de la época.

1. Introducción

El 20 de marzo de 1767 aparecía, sin nombre de autor, un Supplément à la Philosophie de l’histoire de feu M. l’Abbé Bazin (Amsterdam: Changuion). El propósito de la obra era, como adelanta en el prefacio Pierre-Henri Larcher, autor del Supplément, sacar a la luz los errores cometidos por Voltaire en su Philosophie de l’histoire (1765) (Larcher, 1767, pp. 35, 36). Los trabajos históricos del autor de la Henriade habían ya recibido críticas como, por ejemplo, las del jesuita Claude-François Nonnotte en Les erreurs de Voltaire (1762) o las de Louis Viret en su Réponse à la Philosophie de l’histoire (1767). En esos casos el blanco de las críticas era principalmente el tratamiento que Voltaire daba a la religión. Larcher, en cambio, cuestionaba la autoridad del francés como historiador. Voltaire preparó inmediatamente su defensa a través de La défense de mon oncle, publicada ese mismo año. Larcher respondió a través de una Réponse à la Défense de mon oncle (1767) y dos años después publicó una segunda edición aumentada del Supplément.

El objetivo de este trabajo es demostrar que, a pesar de la polémica, las teorías de la historia de Larcher y Voltaire se encontraban más cerca de lo aparente. Esto, por otra parte, arroja algunas luces sobre larelación de Voltaire con la historiografía erudita de su época.

2. Larcher y Voltaire: una relación problemática

Los cuestionamientos de Larcher son, como se señaló, diferentes a los de otros críticos de Voltaire[2]. El jesuita Claude-François Nonnotte publicó en 1762 Les erreurs de Voltaire, trabajo que conoció quince reediciones (la última en 1823). El libro es una respuesta al Essai sur les mœurs (1756). El lector espera encontrar una larga lista de “errores” históricos, pero los “errores” pertenecen sobre todo al plano religioso. Es decir, el autor sugiere que Voltaire se equivoca principalmente porque se aleja del terreno de la fe. Mientras que las “luces de la Religión perfeccionan la razón”, el espíritu filosófico “la extravía”, dice Nonnotte en las primeras páginas del libro (Nonnotte, 1818, p. 8). Nonnotte se detiene, así, en temas como el deísmo de Voltaire, la naturaleza del alma, el pecado original, etc. El propósito de Louis Viret no es diferente. En la presentación de su Réponse à la Philosophie de l’histoire (1767) declara que su objetivo es defender la religión frente al “despotismo filosófico dominante” (Viret, 1767, p. 2). Viret señala que su “plan” es simplemente “responder a las objeciones dirigidas contra la revelación” (p. 6). En cambio, las observaciones de Larcher en el Supplément no giran en torno a la relación entre filosofía y religión, sino a cuestiones metodológicas y epistemológicas.

En efecto, Larcher critica a Voltaire, “colocándose dentro de los límites de la erudición” (Larcher, 1767, p. 35). Afirma que Voltaire, “pese a desconocer las lenguas clásicas (…), la historia, pese a ignorar los principios de la crítica, analizó los monumentos de la Antigüedad”. Por esta razón, concluye, “no debe sorprendernos verlo superponer un error sobre otro” (p. 35). “Mi intención es poner en evidencia los plagios, las falsas citas, los errores en la interpretación y los trazos de ignorancia acerca de la historia y la cronología”, agrega poco después (p. 35). Larcher critica al abbé Bazin (ése es el seudónimo que había utilizado Voltaire en su Philosophie de l’histoire) por plagiar los trabajos de autores como Samuel Bochart o Pierre-Daniel Huet (cf. p. 115), por citar autores cuyas obras desconoce, como Porfirio o Teodoro (cf. p. 119), o por confundirse al traducir o interpretar palabras en lengua extranjera, por ejemplo, al escribir “muth” en lugar de“mot” (cf. pp. 128, 129). Esto no plantearía un problema, dice Larcher con ironía, si el abbé Bazin se hubiera dedicado a la poesía, pero aquí, agrega, no se trata del “abbé Bazin poeta” sino del “abbé Bazin erudito” (p. 129).

Voltaire no tardó en responder. Ese mismo año (1767) publica La défense de mon oncle, con el objetivo de defender la Philosophie de l’histoire de las críticas de Larcher. En el libro Voltaire habla a través de la voz de un supuesto “sobrino” del abbé Bazin y no se refiere a Larcher por su nombre real sino, irónicamente, a través del mote “Toxotès” o las palabras “loco abate”. Los cuestionamientos que encontramos en el texto son: i) críticas personales o relacionadas a discusiones coyunturales y ii) cuestionamientos vinculados a la tarea de Larcher como historiador.

Con respecto a las críticas personalesy coyunturales (i), Voltaireacusa a Larcher de ser un pedante, no respetar al género femenino y justificar actos que, según él, harían “gemir a la naturaleza” (Voltaire, 1984, p. 206). En efecto, en el capítulo II al hablar de las damas de Babilonia en la Antigüedad, por ejemplo, Voltaire sostiene que el autor del Supplément à la Philosophie de l’histoire es el detractor del género femenino (cf. p. 197 y ss.) y en los capítulos V y VI, lo acusa de haber hecho la apología de la sodomía y el incesto (cf. pp. 206 y ss.). De esta manera transforma a Larcher en un personaje lascivo y caricaturesco, menos interesado en el estudio del pasado que en dar rienda suelta a su propia imaginación.

En cuanto a las críticas vinculadas a discusiones coyunturales, Voltaire coloca la respuesta en el marco de la disputa entre philosophes y anti‒philosophes, que se estaba librando en la época,al referirse a Larcher como un “abate”, dejando al lector la tarea de descifrar cuáles habrían sido los motivos reales de sus ataques a la Philosophie de l’histoire[3]. Larcher sin embargo no fue un abate, un hombre de la iglesia. Por el contrario, fue un helenista, colaboró con el conde de Buffon en una traducción al francés de las Philosophical Transactions de la Royal Society of London e integró el círculo de amistades del barón d’Holbach.

Por otra parte, en relación a los cuestionamientos a Larcher en tanto historiador (ii), Voltaire afirma que éste no sabe hacer otra cosa que “copiar y citar” y que no puede “distinguir la verdad de la mentira, lo probable de lo quimérico” (p. 230). En ese marco, le critica el apoyar un relato histórico “contrario a la razón” (p. 206), a saber, aquel según el cual en la Antigüedad para cumplir con un ritual religioso las damas de Babilonia debían prostituirse en un templo sagrado por lo menos una vez en su vida. Voltaire reacciona:

te permito desvariar y proferir injurias a propósito de Camos, Nínive y Assur. Engáñate tanto como quieras acerca de la distancia de Nínive a Babilonia, eso no provoca daño alguno a las damas, por quienes mi tío sentía tanto respeto y a quienes tú ultrajas gravemente. Crées que en los tiempos de Heródoto todas las damas de la inmensa ciudad de Babilonia se prostituían por dinero en el templo. Y lo crees porque Heródoto lo ha dicho (p. 197).

Hace una evaluación similar con respecto a los temas de la pederastria y el bestialismo entre las damas de la dinastía de Mendes (pp. 208 y ss.). Señala asímismo que Larcher “es un mal cronologista” (p. 209) y sostiene que éste no conoce bien la lengua francesa (cf. 197). El abbé Bazin es, por el contrario, presentado por el sobrino como la contracara de Larcher. El autor presenta al abbé Bazin como una persona que había viajado mucho, que había estado en Egipto, en Constantinopla y San Petesburgo, entre otros lugares (cf. p. 195); alguien que tenía un profundo conocimiento de diferentes lenguas, como por ejemplo el árabe y el copto; que conocía la historia y la cronología en detalle (cf. p. 195) ‒“había estudiado en detalle la historia de la brujería” (p. 208), “sabía en qué año se había levantado el templo de Hércules”, etc. (p. 217)‒; una persona de vastos conocimientos ‒había leído, entre otras cosas, el Zend Vesta y el Vedam (p. 213); etc.

Voltaire intenta, así, desacreditar y, en este último caso, volver las armas de la erudición contra Larcher, quien fue, precisamente, un filólogo, un reconocido helenista, miembro de la Académie des sciences de Dijón y de la Académie des inscriptions et belles-lettres de París y que dedicó más de veinte años a traducir a Heródoto. Ahora bien, Voltaire leía y hacía uso de obras de eruditos como Histoire des empereurs de Louis-Sébastien Lenain de Tillemont o la edición de Nicolas Lenglet Dufresnoy de De mortibus persecutorum de Lactancio. Además, en el momento de preparar una nueva edición de sus obras (edición Khel) revisó una vez más la Philosophie de l’histoire e introdujo correcciones acerca de hechos históricos apoyándose nada menos que en el Supplément de Larcher, ya sea modificando expresiones, agregando detalles o directamente abandonando algunas de sus tesis a partir de las refutaciones de Larcher. En efecto, realizaría treinta y una modificaciones a partir del Supplément de Larcher. Entre esas modificaciones se encuentran: rectificaciones de referencias a partir de las indicaciones de Larcher (cf. Voltaire, 1969, pp. 162, 209); adiciones de detalles tomados del Supplément (cf. p. 212); modificaciones de datos cuestionados por Larcher (cf. pp. 174, 209); la supresión de tesis, como la de la inexistencia de Nínive y del imperio asirio, que Larcher había refutado en su obra (cf. p. 123), entre otras.

3. Voltaire y la historiografía erudita

En 1742 Voltaire publicó el trabajo Remarques sur l’histoire y dos años después, en 1744, Nouvelles considerations sur l’histoire. En estos textos presenta un programa para la renovación de la historia. El programa formaba parte de su proyecto de introducir a Newton en Francia. Con ese fin había escrito los Eléments de la philosophie de Newton (1738), mientras la marquesa Émilie du Châtelet, junto a quien vivía en Cirey, traducía al francés los Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica de Newton. El trabajo de Newton había sido publicado en Londres en 1687, pero los franceses eran aún devotos de la física de los torbellinos de Descartes. El fin del autor de la Henriade, que había entrado en contacto con las obras de Newton, Locke y Bacon, entre otros, durante su exilio en Inglaterra, no era sólo modificar la interpretación de sus compatriotas acerca del mundo físico, sino también producir una revolución desde el punto de vista de la metodología del conocimiento. En este marco se inscribe su intención de acercar la historia a los métodos de la física experimental.

Quizá pronto ocurra en la manera de escribir historia, lo que ha sucedido en la física. Los nuevos descubrimientos han vuelto obsoletos los antiguos sistemas (…). Se querrá conocer al género humano con el mismo rigor alcanzado en la filosofía natural (Voltaire, 1957, p. 46).

Voltaire se propuso escribir historia de manera científica, apoyando el relato en hechos, testimonios y registros públicos, y tomando distancia respecto de las historias romanesques y las fábulas. Esto lo llevó a alejarse de aquellos que, como por ejemplo Géraud de Cordemoy, habían afirmado que el historiador tenía que ocuparse de la belleza y la claridad del estilo antes que de la veracidad de la información acerca del pasado (cf. Cordemoy, 1691, pp. 68, 69), pero también de aquellos que, como Claude Fleury en su Histoire ecclésiastique (1691) o Charles Rollin en Histoire romaine depuis la fondation de Rome jusqu’à la bataille d’Actium (1738), confundían la historia y la religión o retomaban en su época absurdos relatos de la Antigüedad[4].

En este marco se inscribe el interés de Voltaire por la historiografía erudita, a la que no dudó en recurrir, como se señaló, al momento de la redacción o revisión de sus trabajos históricos. En este contexto se deben colocar las críticas a Larcher. En la Défense Voltaire no le critica su erudición, sino, en todo caso, su falta de erudición (con el tiempo, como hemos señalado, reconocería la erudición de Larcher). Así, en las conclusiones que Voltaire presenta en el cap. XVI del libro opone a aquellos que “copian”, que “repiten al azar aquellos que otros han dicho”, que apoyan sus afirmaciones en autoridades no reconocidas, al “verdadero erudito” (Voltaire, 1984, 229 y ss.).

4. A modo de conclusión

En L’Histoire de l’âge classique. La défaite de l’érudition Blandine Barret-Kriegel afirma que les philosophes despreciaron, interesados por escribir historias literarias, filosóficas y políticas, el trabajo de los eruditos (cf. Barret-Kriegel, 1996, pp. 286, 288). Con respecto a Voltaire en particular, señala que estaba “más interesado en la totalidad que en las partes” y que “se alejó de la erudición porque la consideraba inútil” (pp. 293, 294). Creemos que es necesario matizar esta interpretación. El caso que hemos analizado nos muestra el interés del autor por defender su propia posición como erudito, aunque para ello fuera necesario recurrir a recursos que poco parecen tener que ver con el trabajo de las verdaderas personas doctas de la época, como calumniar a sus críticos o inventar ficciones para hablar de sí mismo.

No se puede negar que un interés por la utilidad de la historia recorre los escritos de les philosophes, al que Voltaire no es ajeno, y los lleva a menudo a atacar la historiografía erudita de la época, que consideraban inútil. La historia en el siglo XVIII se convierte en una herramienta para intervenir en el espacio público, como nos recuerda Muriel Brot: “no se puede disociar la metodología y la política en la historiografía de les philosophes” (Brot, 2011, p. 12). El barón d’Holbach escribe una Histoire critique de Jésus Christ (1770), para desacralizar el cristianismo y Denis Diderot sostiene en una defensa del abateRaynal ante las acusaciones de su amigo Grimm a propósito de la L’Histoire philosophique et politique des établissements et du commerce des Européens dans les deux Indes (1770), que la única historia que le interesa es aquella capaz de “tomar por los pelos a los tiranos religiosos y civiles” (Diderot, 1995, p. 772). Voltaire comparte ese interés militante por la utilidad de la historia, como él mismo lo declara en diferentes pasajes de su obra, no obstante esto no lo lleva a rechazar las herramientas de la erudición.

Referencias

Barret-Kriegel, B. (1996), L’Histoire de l’âge classique. La défaite de l’érudition. París: Presses Universitaires de France.

Blom, P. (2010), Encyclopédie. El triunfo de la razón en tiempos irracionales (trad. Javier Calzada). Barcelona: Anagrama.

Brot, M. (2011), “Pour une historiographie des Lumières”, en M. Brot (ed.), Les Philosophes et l’histoire au XVIIIe siècle. París: Hermann, pp. 5–18.

Borghero, C. (1990), “Les philosophes face à l’histoire: quelques discussions sur la connaissance historique aux XVIIe et XVIIIe siècles”, en Ch. Grell, y J.-M. Dufays, (eds.), Pratiques et concepts de l’histoire en Europe, XVIeXVIIIe siècles. París: Presses de l’Université de París-Sorbonne, pp. 73–83.

Cordemoy, G. (1691), Ce qu’on doit observer en écrivant l’Histoire, en Divers traitez (sic) de métaphysique, d’histoire, et de politique. París: Coignard.

Diderot, D. (1995), “Lettre apologétique de l’abbé Raynal a Monsieur Grimm”, en D. Diderot, Œuvres. París, Robert Laffont, t. III.

Guion, B (2008), Du bon usage de l’histoire: histoire, morale et politique à l’âge classique. París: Honoré Champion.

Kölvig, U. y Mervaud, Ch. (eds.) (1994), Voltaire et ses combats. Oxford: Voltaire Foundation.

Larcher, P. (1767), Supplément à la Philosophie de l’histoire de feu M. l’Abbé Bazin, nécessaire à ceux qui veulent lire cet ouvrage avec fruit. Amsterdam: Changuion.

Nonnotte, C.-F. (1818), Les erreurs de Voltaire. Besançon: Gauthier Frères.

Viret, L. (1767), Réponse à la philosophie de l’histoire. Lyon: Duplain.

Voltaire (1984), La défense de mon oncle (ed. crítica de José-Michel Moureaux), en Œuvres complètes de Voltaire/Complete Works of Voltaire. Oxford: The Voltaire Foundation, t. 64.

Voltaire (1969), Philosophie de l’histoire (ed. crítica John H. Brumfitt), en Œuvres complètes de Voltaire/Complete Works of Voltaire. Oxford: The Voltaire Foundation, vol. 59.

Voltaire (1957), Nouvelles considerations sur l’histoire (ed. R. Pomeau). París: Gallimard.


  1. Universidad de Buenos Aires ‒ CONICET. Email: ga_ratto@yahoo.com.ar.
  2. Para una visión de conjunto acerca de las polémicas en las que participó Voltaire, véase Kölvig y Mervaud 1994.
  3. Con respecto a la polémica, véase Blom 2010.
  4. Para una visión de conjunto sobre la escritura de la historia en el siglo XVII y en los primeros años del siglo XVIII, véase Guion 2008 y Borghero 1990.


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