Gabriel Cachorro (FaHCE-UNLP)
Introducción
La exposición está referida a las performances en el campo del deporte y la conformación de un lenguaje diferenciado. En el armado del texto se realizan exploraciones de las prácticas corporales identificando los modos de entender y nombrar las performances deportivas, prestando atención a la codificación de un sistema lingüístico especializado, para constituirlo en un ámbito de producción del conocimiento autónomo. Se analiza la formación de una óptica de apreciación de los sujetos del deporte y la sensibilidad interpretativa de los observadores para leer la gramática de los fenómenos deportivos. El abordaje de las performances deportivas recupera la puesta en escena de los actores involucrados en los episodios deportivos, el conjunto de palabras que organizan un discurso deportivo autoreferente y la producción de diferentes técnicas corporales en los deportes en sitios particulares de realización.
Performance deportiva, agón y areté
La performance en el deporte podemos apreciarla en la versión de agón cada vez que su puesta en escena apunta a los verbos de la actuación motriz (correr, saltar, trepar, lanzar, pelear) con ejecuciones del movimiento de una óptima resolución. En esta exigencia de la reproducción depurada, se expresan en sus desfiles de formas corporales modelos de movimientos perfectos. Son muestras de realizaciones de máximo rendimiento que exigen un compromiso físico de los deportistas involucrando sus capacidades de fuerza, resistencia, velocidad, equilibrio, coordinación, elongación o flexibilidad. En esta forma de asumir las prácticas deportivas se muestran las competencias en las versiones más extremas de sus participantes. Las posiciones más radicales en torno a la competencia deportiva con exigencia a fondo propician la presentación del riesgo, la medición del límite de las posibilidades físicas y motrices de los performers.
En algunos casos la performance afinada al detalle en la precisión técnica de la ejecución exterioriza los aspectos más miserables de los actores. El abandono del partido o la traición del equipo por no soportar la sensación de fracaso por la derrota circunstancial, las actitudes amarretas que juegan a especular y hacer tiempo durante el juego, los comportamientos austeros que no arriesgan y conservan el estado de situación, la aparición de los calculadores que sacan ventaja de los reglamentos, los tramposos que simulan o inventan infracciones inexistentes. Las performances corporales llevan de suyo los pathos o aspectos patológicos del deporte que justifican cualquier tipo de procedimiento para obtener una mejor composición, conseguir los logros deportivos, aprobar una prueba atlética a cualquier costo, obtener resultados poniendo en debate la tensión entre lo permitido y prohibitivo de la ayuda externa de sustancias psicoactivas o merodear la transgresión y la trampa burlando los interdictos.
En las performances deportivas del alto rendimiento, el límite es un elemento conflictivo crucial que desafía su impugnación y corrimiento de las fronteras liminales, atravesando por situaciones de experimentación corporal que integran la certificación de la vida deportiva en la proximidad con la muerte a través de la excitación del peligro de integridad física, la conmoción de las caídas libres al vacío, la perturbación en el intento del desplazamiento de las posibilidades de expresión performática del deportista que ofrecen los “juegos de vértigo” explicados por Le Breton (2011) y Caillois (1986).
La vivencia de performances corporales que buscan superar los límites del propio cuerpo autoimpuestos activa la estimulación de las fibras musculares, el desborde impulsivo de la reacción violenta, la circulación de adrenalina por toda la extensión corporal en los vuelos de bautismo, el calentamiento de la sangre por las venas en el fragor de una pelea cuerpo a cuerpo. En cada una de estas instancias experimentales, se pone a prueba un obstáculo aún sin resolver y entrega breves espasmódicos momentos de euforia en la capacidad de sortear el desafío corporal inédito hasta ese momento. Sensación placentera pero efímera, cosquilleo fugaz de la prueba alcanzada por primera vez, porque el límite ya está superado y ahora aparece desplazado en otro sitio que nuevamente vuelve a provocar con una meta de mayor dificultad.
La instancia de jugar a desplazar los límites aporta al sujeto una vibración intensa, una tensión productiva que jalona hacia incursiones cada vez más arriesgadas asegurando las descargas adrenérgicas constantes y las reapariciones necesarias de endorfinas circulantes para seguir obteniendo los trances instantáneos del goce. El agón es hambre de comerse la cancha desempeñando roles protagónicos corporales de la partida, es deseo por estar en el deporte como actor principal. El agonismo se mantiene latente como una seducción que asegura la provisión de episodios corporales embebidos de afecciones y emociones como su motor propulsor de las actuaciones.
La performance desde el punto de vista del arete significa excelencia. Se configura en la “cultura de la presencia” (Gumbretch, 2006, p. 72), constituye una óptica de apreciación centrada en los procesos del deporte que han escrito las páginas memorables grabando episodios heroicos de gladiadores, eventos épicos de la promesa incumplida de una meta sin conquistar, que lograron trascender al éxito deportivo narcisista de las estadísticas, las ostentaciones egocéntricas de los resultados numéricos, las vitrinas exhibicionistas de los trofeos o los álbumes densos autoreferenciales de fotos con coronaciones de campeonatos.
Contra toda esta posición exhibicionista de los éxitos emerge el “arete”, imponiéndose por lo bello de la hazaña de los caídos en batallas corporales, el patrimonio trágico de la derrota, la proeza dramática del aguante del cuerpo torturado a golpes capaz de negar el “nock out”, la sublime de la resistencia del corredor exhausto o lo genial de la performance deportiva innovadora de los que llevan el pseudónimo de “locos” por sus ocurrencias disparatadas en el juego. En esta versión performática del deporte se delinean los surcos de otra versión de la historia.
En la memoria colectiva habitan otros héroes anónimos, próceres silenciados, anecdotarios de vestuarios, y múltiples antropologías deportivas secretas. Historias mínimas en los cuentos de Fontanarosa (2009), que apelan a la metáfora, posándose en la línea delgada que separa la ficción y la realidad como recurso que señaliza aspectos de la performance deportiva capaz de resaltar y sacar brillo a los grotesco de los cuerpos salvajes, lo imperfecto de las maniobras torpes y disparatadas de los “bloopers”, lo excéntrico de los movimientos desprolijos y ridículos, las motricidades absurdas de exploraciones corporales irresponsables, lo sucio del juego en el barro o lo feo de la expresión corporal desalineada como casos distintos que reflejan las múltiples opciones de vivir las realidades deportivas. Los proclives al “arete” tejen extrañas empatías con los incoordinados y rústicos pero aguerridos, las identificaciones con los corajudos aventureros audaces que se animan a desafiar a los más fuertes, la conversión del estigma en emblema en aquellos los valientes de la adversidad de la derrota, las “tácticas de los débiles” (De Certeau, 1996, p. 43) desplegadas por luchadores con enterezas que juegan en desventaja contra el poder del estratega.
En las performances deportivas del “arete” por rara paradoja, el error es productivo porque posibilita la ruptura por los caminos previsibles y aburridos del recetario de operaciones básicas que anticipamos como crónica anunciada de la siguiente jugada. La ruptura del orden cíclico de los acontecimientos genera una provocación al acto creativo performático para sortear con éxito el obstáculo imponderable. El arte de “lo impensado” que hace ya bastante tiempo acuñaba Dante Panzeri (1967), señalando lo hermoso del ingrediente imprevisible y no contemplado en los papeles configura instancias de improvisación en el sentido responsable del concepto.
La “incertidumbre” aportada por Edgar Morin (1990, p. 21), nos entrega otro concepto atractivo y combinable con los fenómenos deportivos, es un componente indispensable para generar cosas o hacer que pasen cosas nuevas, fuera de los cálculos y las previsiones racionales de la acción motriz fría y robotizada. Es disrupción, ruptura de una continuidad monótona, tediosa y vaticinable de los comportamientos motrices enajenados por la repetición de hábitos biomecánicos. Se basa en la capacidad de acertar con la actuación espontánea muy frecuente en los espacios de performances artísticas (Taylor y Fuentes, 2011, p. 11), sin guiones preestablecidos para sorprender al otro para sacar ventaja de esa adaptación y plasticidad motriz echando mano al ingenio o la ocurrencia de la inspiración del acto creativo.
En este enfoque al considerar las cronologías de las carreras deportivas de los sujetos se conjugan la oposición de referentes entre la biología y la biografía al momento de considerar en la hoja de ruta azares y contingencias del destino. Las lesiones, enfermedades, hábitos de nutrición y dieta inciden en la suspensión momentánea de las performances deportivas dejando en suspenso las carreras deportivas metódicas y ordenadas. La performance deportiva expresa en sus prácticas la dualidad naturaleza y cultura conjugando la naturaleza humana anatómica y funcional del jugador con la segunda naturaleza, la inventada por los seres humanos que intentan colonizar el tiempo, el espacio o los determinismos de las leyes de la física con materiales deportivos capaces de alterar las posibilidades ergonómicas del movimiento que cada deporte involucra como propuesta codificada en sus repertorios de técnicas funcionales al encuadre de realización.
Las performances deportivas ofrecen una puerta de acceso para apreciar cómo se confrontan enfoques del conocimiento de los deportistas con sus compromisos de despliegue físico motriz a través de las versiones epigenéticas (que considera la performance como construcción de cualificados recorridos de educación deportiva, propiciando situaciones de aprendizajes corporales que exijan permanentes retos motrices aún sin conocer) y genéticas (que consideran las perspectivas genetistas del desarrollo donde las variables hereditarias son factores determinantes en el desempeño del juego).
En esa puesta en escena podemos explicar la figuración de las performances deportivas como así también las posturas dicotómicas entre lo innato y lo adquirido. En su conjunto expresa las posiciones teóricas dilemáticas de la performance deportiva donde una de las posturas atribuye la merma o aumento de la calidad de las actuaciones en las condiciones físicas del jugador, su talento impreso en su información genética y la otra argumentación sostiene que la performance deportiva es resultado de una construcción social planificada en la proposición de una cualificada crianza deportiva.
El tratamiento de las performances deportivas utiliza procedentes de las mediciones antropométricas que aún persisten como tradiciones residuales en las prácticas deportivas. El trazado de las somatocartas de Sheldon (1972) que corresponde en sus orígenes a la psicología experimental ha sido recuperado en el campo del deporte y se ha incrustado en las representaciones sociales de sus miembros que irradia la consideración de los biotipos y sus sistemas clasificatorios de cuerpos ectomorfos (los delgados que suelen valorarse en carreras de fondo), mesomorfos (que suelen rotularse como los prototipos de sujetos de contextura atlética con condiciones físicas compatibles para deportes de exigencias complejas como el guerrero ninja americano que conjuga una disponibilidad motriz sofisticada de fuerza, resistencia, agilidad, velocidad, coordinación, equilibrio en performances de máxima exigencia al borde de la supervivencia) y endomorfos (en el caso de los luchadores de Sumo o levantadores olímpicos de pesas).
La materialidad física del practicante su soma, peso magro, altura, talla, índice de masa muscular, edad son características morfológicas del cuerpo humano que se tienen en cuenta para asignar compatibilidades con el catálogo disponible de performances deportivas mostrando la persistencia de la atribución de etiquetas, estereotipos, prejuicios, tipificaciones de acuerdo a la apariencia corporal, donde incluso hasta el rostro es asociado con temperamentos de la performance y ocupa un sitio importante en los rituales de intimidación, acoso, prepotencia ejercida con la mirada amenazadora, segura y agresiva contra el oponente para generarle miedos corporales. Las contexturas físicas son datos empíricos que se utilizan para catalogar los cuerpos modelos más aptos para la incursión corporal del sumo, básquetbol, equitación, salto en alto, ballet. Cada una de estas opciones de inscripción del sujeto deportista exige performances diferenciadas que está directamente relacionada por las cualidades de movimiento físico que demanda la pericia en la participación de cada deporte.
Performances y sistemas lingüísticos
Las performances deportivas poseen revestimientos teóricos de distintas procedencias disciplinares a partir de los cuales se conforman discursos organizadores de la parcela de realidad deportiva. Las ciencias sociales hacen uso de las performances deportivas apelando al concepto como “actuación” en una instancia de ritual de interacción social entre los actores que analizaba Víctor Turner (1988, 58) dentro de una trama de vínculos enmarcadas en el tiempo y el espacio. La performance como dramaturgia en las situaciones de enfrentamiento cara a cara señalizado en los “frames” de Goffman (1991); las vertientes antropológicas de las performances de diversas culturas hacen planteos del asunto tal como lo mostraba Marcel Mauss (1979, p. 337) con sus “técnicas corporales” asociadas a las singularidades de las culturas. Estos desarrollos conceptuales nos sirven para tener en cuenta que las performances deportivas poseen un encuadre impuesto por la institución deportiva que le exige pertinencia en el obrar ubicado en las situaciones de competencia deportiva en coordenadas de tiempo y espacio.
En el caso de las ascendencias provenientes de las ciencias naturales podemos advertir un orden del discurso estructurado en base a criterios de medición que desarrollan las ciencias médicas que detallan los rangos articulares, las sinergias musculares y la homeostasis de los órganos vitales del cuerpo humano, la biomecánica del movimiento con sus descripciones cinemáticas del desplazamiento de los cuerpos físicos en el espacio, las neurociencias con sus fundamentos del arco y acto motor, brindando otros marcos explicativos de los fenómenos observados. La performance en este caso es construida con base a criterios analíticos descriptivos que apelan a la perfección técnica del gesto posible de medir en imágenes audiovisuales (resonancias magnéticas, radiografías) o en fotografías (fotocélulas de una secuencia de una ejecución de una destreza física: mortal, flic flac, mortero) que descomponen distintas instancias del encadenamiento del acto motor empleando como datos empíricos cosas tangibles y objetivas para demostrar con el visionado de estos materiales las premisas del conocimiento del deporte.
La influencia de las ciencias de la información y la comunicación en el deporte inciden en las composiciones de las performances. El uso de dispositivos virtuales, analógicos. La proliferación de soportes tecnológicos; el GPS para medir los kilómetros recorridos por un jugador en una competencia, el uso de drones para apreciar los sistemas de juegos con cartografías analíticas de los desplazamientos espaciales con tomas aéreas, el uso frecuente de aplicaciones específicas de celulares para medir los procesos metabólicos del deportista durante las sesiones de gimnasia, la invención de artefactos protésicos del cuerpo, el uso de maquinarias que descomponen el movimiento de los laboratorios de biomecánica apelando a fotogramas y videos.
El avance de la modernidad y la sofisticación de los insumos instrumentales movilizan el empleo de recursos auxiliares para generar una base de datos informáticos. En estas condiciones de reproducción técnica se establece un nuevo escenario en la producción de conocimientos en el área que se hacen patente en la conformación de los juegos en red y deportes electrónicos. Las condiciones de producción de las performances deportivas mediadas por las nuevas tecnologías de la información, las culturas digitales afectan la conformación de un “nuevo sensorium” (Martín Barbero M. 2004, p. 277) como condiciones de socialización deportiva que altera el tradicional encuadre del cuerpo a cuerpo o el cara a cara pudiendo prescindir del mismo para acceder a representaciones del deporte a través de imágenes visuales y audiovisuales que despersonalizan las interacciones y hacen armar las performances deportivas en situaciones de educación deportiva a distancia por ejemplo colando en la vida cotidiana la reproducción física de pasos de baile instalados por los juegos de fortnite.
Las performances deportivas poseen técnicas corporales con elevados niveles de codificación. Se expresan como sistemas autopoéticos y autoreferentes plegados sobre si mismos que adquieren sentido y significado solo dentro de un campo autónomo. Las funciones y utilitarios de los conceptos encajan solo dentro de herméticas estructuras de palabras deportivas. Se producen conceptos encriptados de la dinámica interna que expresan las performances deportivas como región diferenciada del catálogo de prácticas deportivas cocinada en las sesiones de tareas, ejercicios y actividades físicas que hacen los miembros de una comunidad deportiva. Las performances deportivas en su versión instrumental están ligadas a criterios de agrupación y clasificación de los deportes. Los sistemas de juego involucran constructos conceptuales de piezas que solo encastran dentro de ese universo: coberturas, relevos, postas, desplazamientos, blocajes, marcajes, cortinas, jugadas preparadas, maniobras colectivas.
Las performances deportivas poseen una suerte de multilingüismo y la polisemia de significados atribuidos al conjunto de categorías teóricas involucradas (sistemas energéticos, cuerpo, movimiento, habilidad motriz) que le dan estructuras mediante sus redes conceptuales. La producción cultural de relatos y narrativas deportivas pone en juego sistemas de comunicación con claves de lecturas diferenciadas. Los reglamentos deportivos codificados, diccionarios de conceptos técnicos, tácticos y estratégicos, léxicos de los comportamientos motrices, dialectos nativos del deporte regional, glosario de palabras del entrenamiento deportivo, lenguajes audiovisuales del deporte, la expresión corporal de los artistas callejeros del breakdance, muestran espacios de producción corporal en las performances deportivas con múltiples formas de nombrar y visibilizar las prácticas corporales.
En cada uno de estos sistemas del lenguaje deportivo se propician planos de lectura posibles de tener en cuenta cada vez que se aprecia la performance deportiva para hacerla hablar desde ángulos de contemplación antojadizos de una cultura arbitraria. Las performances deportivas trascienden el repertorio estereotipado de los movimientos físicos de sus actores, expresa estructuras de continuidad y ruptura de los acervos motrices para reinventar desde las oralidades secundarias otras opciones discursivas que van a superponerse con las tradiciones deportivas antiguas, certificando la no linealidad del proceso cultural.
Las performances deportivas tienen límites y potencialidades de reproducción de acuerdo a las distintas formas de espacialidad que las enmarca. Las situaciones de exposición de una performance corporal esta modelada por las leyes de la naturaleza que fijan las condiciones de posibilidad que condiciona la arquitectura humana de los performers en las variantes de interacciones de los medios terrestre, acuático y aéreo. Las performances deportivas podemos agruparlas a partir de la prevalencia de rasgos espaciales o la combinatoria de ellos. (Cachorro, 2017a, p. 171). Las impugnaciones o la manipulación de estas leyes enmarcan las condiciones propicias para la invención de una segunda naturaleza, la creada por los seres humanos para colonizar el espacio y el tiempo a través de objetos, artefactos, materiales deportivos que generan una relación protésica con el cuerpo del performer y resuelve la limitación del movimiento de la especie humana. Para volar con un ala delta motorizado, desarrollar velocidades extremas con automóviles de carrera o sostener el cuerpo por periodos de tiempo prolongado bajo el agua con las prácticas de buceo.
Performances y campo deportivo
Las performances deportivas guardan estrecha relación con los trayectos de formación de los sujetos en el campo del deporte. La construcción social de los deportistas y de sus performances se delinea a través de distintas etapas en el recorrido experiencial del desarrollo motor. Las escuelas deportivas organizan un itinerario formativo de lo simple a lo complejo que considera mesetas de crecimiento, desarrollo y maduración de los jugadores. Se tienen en cuenta criterios estándares en la evolución del jugador para establecer edades biológicas y cronológicas de los aprendices con base a las que se asignan tareas, actividades físicas y materiales deportivos compatibles con parámetros de universalidad y normalidad de las edades.
Las determinaciones de “fases sensibles” “transferencias e interferencias motrices” del aprendizaje motor (reseñados por Meinel y Schnabel, 1988, p. 246) y del consejo acerca de la estimulación del desarrollo multilateral incursionando en experiencias ricas y variadas de juegos de iniciación al deporte. En la estructuración de la propuesta se monta una gramática de educación deportiva. Suelen encontrarse en la señalización de un curso de vida deportiva cuyas escalas propone categorías: pre-mini, mini, cadetes, infantiles, juveniles y mayores. La fijación de patrones motores y la organización de instancias exploratorias de los mecanismos del acto motor son instancias experimentales para formatear las performances deportivas.
La performance deportiva está asociada con el rendimiento deportivo óptimo. Suele hacerse mención a la calidad en prestación de servicios motrices, a los umbrales de las capacidades físicas de los practicantes y sus posibilidades de correr esos límites superándolos. Considera el máximo, el récord, la reproducción ideal de la puesta en escena de la acción motriz para bajar marcas contra reloj, batir récords. Las performances deportivas buscan resultados prácticos, productividad en las intervenciones durante las contiendas. Avanza hacia la perfección del gesto técnico o del funcionamiento del sistema táctico del juego. La performance en el deporte expresa una racionalidad de la acción en sus movimientos. Las técnicas corporales se sostienen a partir de la lógica racional del ahorro, la economía y eficacia de los comportamientos teniendo en cuenta los componentes de la carga.
Las performances deportivas ponen en juego automatismos, estereotipos dinámicos motrices, mecánicas aceitadas de funcionamiento cada vez más elaboradas en busca de la perfección. La actuación que se califica y otorga puntaje de acuerdo al desempeño esperable en el puesto, o vertiendo juicios de opinión con tinte interpretativo subjetivo, la performance deportiva del actor se juzga en relación a la toma decisiones acertadas o equivocadas en los pases, se mostró lento e irresoluto, se erigió como la figura de la cancha. En otros casos se apela a la cuantificación de la performance brindando estadísticas de los números y el recuento de pases, rebotes, goles, infracciones, posiciones adelantadas, tiempo de posesión de la pelota, porcentajes, estadísticas, cantidad de kilómetros recorridos.
La alta performance, desecha lo errático, deficiente, imperfecto. Lo improductivo, la pifia, la falla hace sacar del partido al practicante. La obsesión por el funcionamiento armónico y fluido de un dispositivo de juego hace extirpar la gambeta bella pero intrascendente, desecha la habilidad individual superflua e improductiva, cuestiona las corridas con desperdicio de energía, corrige los vicios de malas praxis de educación deportiva, reeduca la impericia en la interpretación de la función asignada dentro de un sistema ofensivo o defensivo preestablecido.
Se valora el ahorro y la inteligencia táctica del juego por sobre la apariencia estéril e impotente. La performance jerarquiza el éxito, la capacidad de resolución en la operacionalización de los mecanismos de percepción, decisión y ejecución. Exige inteligencia motora para embocar, tener puntería, llegar primero, ganar. Eficiencia y contundencia en vez de ostentación de técnicas individuales espurias, subestimación de las ganancias del balón en zonas de campo de juego que no gravitan en los momentos más dramáticos del partido. La performance deportiva apunta a la actualización y el perfeccionamiento, la puesta a punto, el ajuste, pulir las formas de realización en tanto considera en los niveles de mayor exigencia física se gana en los detalles de terminación.
La performance deportiva es consecuencia de estrategias de planificación y programación del ejercicio físico. La organización de las cargas de entrenamiento, la secuenciación de los contenidos a desarrollar, la estructuración de las pretemporadas, considerando la temporalidad en microciclos, macrociclos y mesociclos de las actividades física en un calendario de torneos y competencias deportivas constituyen el contexto de producción. Las performances deportivas se conforman con base a la organización de un régimen ascético que incluye rutinas periódicas, sesiones de tareas y actividades físicas, planes de trabajo que convergen en la perfección de las performances deportivas.
Las performances deportivas, además, usan un amplio espectro de métodos de entrenamientos con el propósito de sacar provecho de las calidades del movimiento físico de los jugadores. Las performances deportivas se apoyan en perspectivas cuantitativas del tratamiento. Las mediciones, test de acortamientos, debilidades musculares, rangos articulares, consumo máximo de oxígeno, tolerancia anaeróbica lactácida, las teorías de la supercompensación son herramientas para optimización de las condiciones atléticas de los deportistas. Los recursos de evaluación física producen datos para proyectar un plan de trabajo capaz de generar la mejor versión de los practicantes deportistas. Estar en forma, estar preparado para enfrentar una competencia deportiva. Disciplina corporal que, para buscar otros elementos para sacar diferencias, incluye un régimen ascético de concentraciones, supresiones sexuales, retiros espirituales y promoción del coaching deportivo para intervenir en los estados de ánimo, la voluntad, el gobierno de las emociones, la capacidad de soportar las presiones o situaciones de estrés de la competencia.
Sensibilidad interpretativa
Las performances deportivas poseen un desarrollo propio. Sus dispositivos de funcionamiento alcanzan elevados niveles de especialización técnica y táctica. Expresan sofisticación de sus repertorios motrices y una codificación de sus gestos (un ejemplo muy ilustrativo, es el lenguaje de señas empleado en las prácticas del beisbol). Las performances deportivas se particularizan en un amplio abanico de propuestas. La complejidad de las performances deportivas en pruebas atléticas, coreografías de gimnasias rítmicas deportivas o competencias de deportes acuáticos establece en la localización de estas singulares parcelas del conocimiento y una brutal diferenciación en las instancias de producción del conocimiento deportivo. La hiperespecialización de las performances deportivas y de sus lógicas de expresión demanda una educación de la observación y estética de la mirada pertinente capaz de entender la complejidad del fenómeno deportivo analizado.
En la apreciación de las performances deportivas podemos advertir una curaduría de las intervenciones, cada vez que somos espectadores curiosos y perspicaces de las muestras, eventos, exposiciones del deporte. El registro audiovisual de las escenas deportivas nos propone el desafío de desplegar una competencia lingüística de la realidad puesta en foco. La apreciación de las escenas deportivas competentes apunta a trascender la explicación obvia y de sentido común centrada solo en la espectacularidad de la imagen conmovedora del performer considerando que la performance deportiva no es lo real en sí mismo sino el montaje de una escena deportiva de provocación para nuestra hermenéutica corporal.
La interpretación de las performances exige un nivel de elaboración con versiones subjetivas de la interpretación para saber leer jugadas, entender la complejidad del juego, decodificar las argucias, trampas, rodeos, giros. Las performances deportivas obligan a una traducción educación de la observación y planos de la mirada selectiva en de la cultura deportiva. Con base a este criterio podemos identificar la heterogeneidad de las composiciones del par kour, longboard, skaters, basquetbol, fútbol, deportes urbanos con claves de lectura diferentes que multiplican los intercambios de opinión propiciando una comunidad de lectores de performances deportivas y un capital corporal compartido para entendidos o expertos.
Las performances deportivas pueden rebasarse de sus tratamientos técnicos instrumentales que establecen lecturas técnicas literales de la pureza aséptica del laboratorio de biomecánica, ergonómica y funcional de los engranajes o cadena de montaje en el acto motor. La objetividad, la neutralidad, la esterilización de la performance deportiva fría de la jugada preparada o el dril repetido hasta el hartazgo para la robotización de un gesto técnico deja afuera otras posibles composiciones de versiones de las performances deportivas.
Las performances deportivas son susceptibles de múltiples planos de apreciación capaces de deletrear gramáticas. Los ángulos, planos, perspectivas son opciones del ojo compositor capaz de establecer un criterio selectivo de ver y hacer hablar a los aspectos más relevantes del deporte. Los gestos motores, la comunicación corporal con sus ambigüedades y zonas de indefinición propician otras modalidades de construcción del relato deportivo capaz de trascender la monotonía descriptiva repetitiva. Las producciones de videos de youtube en deportes urbanos (skate, par kour, longboard) que integran ingredientes artísticos, deportivos, estéticos en el montaje de escenas hacen patente esta idea. La convergencia posee una riqueza en la composición porque involucra la combinatoria de bandas musicales, escenografías, lógicas de armado de los materiales, dinámicas grupales de las interacciones en red innovando en las formas de participación de la vida deportiva. En la edición de estos materiales audiovisuales los “youtuber” e “instagramers” de las performances deportivas ocupan un sitio de relevancia cultual preponderante.
Las performances deportivas desencadenan invenciones de variantes motrices. El catálogo de propuestas deportivas expresa la emergencia de deportes alternativos, no convencionales, urbanos en una incesante reformulación de sus sistemas de relaciones. El avance de las nuevas prácticas deportivas alcanza composiciones diferenciadas (parkour, basquetbol 3 vs 3, baseball, longboard) cada una de estas opciones encierra sus lógicas internas de funcionamiento que surcan caminos contiguos, paralelos con algunos momentos de cruces.
La proliferación de un catálogo de propuestas deportivas heterogéneas profundiza el requisito de una compleja formación cultural de los intérpretes de la cultura deportiva. Las combinaciones (triatlón: con la secuencia de carrera pedestre, ciclismo y natación), ensambles (percusión corporal: que ofrece cruces entre la cultura música y las encarna en los movimientos del cuerpo), mixturas (danza aérea: capaz de articulas la acrobacia, las destrezas aéreas y formas de la danza), mestizajes (capoeira: que genera un encuentro de culturas africanas y brasileñas), hibrideces (gimnasias postmodernas), fusiones (padbol: integra el fútbol, voleibol y paddel), eclecticismos (yoga urbano, de sospechosa denominación que impugna su matriz genealógica originaria) las posibles aleaciones o amalgamas de las performances deportivas configura un vaciamiento del contenido y una autonomía del significante. La hermenéutica de las performances deportivas es desafiada por un nuevo mapa social del deporte y una distribución compleja de sus propuestas con distintas influencias reciprocas entre sus piezas intervinientes dentro del campo.
Las performances deportivas tienen su máximo brillo y esplendor cada vez que se visibiliza en torneos, eventos y competencias en el contexto de la mundialización de las culturas deportivas. En el montaje de la espectacularización del fenómeno deportivo podemos cotejar una producción y diseminación de sentidos sociales en el calendario de los mundiales y olimpiadas que ponen en relación a todos los continentes del mundo en las prácticas deportivas.
Performance como fenómeno social
En la recopilación de datos acerca de la performance deportiva podemos identificar la existencia de una industria cultural del deporte. Los materiales e indumentarias deportivas atienden aspectos anatómico-funcionales de los gestos técnicos movilizados en las acciones deportivas. Los diseños industriales de objetos o útiles deportivos pretenden integrarse como extensiones o prolongaciones del cuerpo cada vez más integrados a mejora de las posibilidades de movimiento de la especie humana. El mercado de productos deportivos posee un desarrollo que atiende las lógicas del mercado. Las marcas deportivas multinacionales y los sponsors en las mercaderías graban las performances deportivas estableciendo una confección de un listado de productos deportivos cada vez más fusionados con la piel del deportista.
Las performances deportivas poseen lógicas diferenciadas de funcionamiento con dispositivos ortodoxos cada vez que nos remitimos a deportes tradicionales que tienden a la conservación de estructuras clásicas, a la permanencia de los roles y funciones predeterminados bordeando la alienación institucional de las acciones por la petrificación y consolidación de matrices históricas que resisten con el paso del tiempo. En el caso de las performances heterodoxas nos referimos a deportes que ponen en juego repertorios de nuevas técnicas corporales y criterios novedosos de la organización en las formas de participación de las competencias (fresbee ultimate, jugger, kabaddi). Son performances disruptivas, de carácter instituyente que promocionan otros modos de vivir y hacer el deporte apelando a dinámicas organizacionales de las prácticas deportivas. Estas propuestas ofrecen instancias del armado provisorio, en procesos de formación, sujeto a reformulaciones, tanteos exploratorios de sus elementos, por eso se expresan como performances deportivas en vías de desarrollo o en construcción.
Las performances deportivas ponen en tensión los materiales provenientes de las opciones tradicionales y alternativas del deporte. Las trayectorias de los sujetos que incursionan en estas opciones de adscripción identitaria generan afecciones de las estructuras de base. Los recorridos experienciales ponen a prueba las distintas variantes deportivas posibilitan la composición personal de los trayectos deportivos y la adquisición de distintos patrimonios corporales y motrices, en la travesía de las pruebas piloto vivenciadas por los deportistas. Los periplos en el deporte delinean su curso de vida deportiva artesanal a partir de los cuales se sedimentan hechos sociales que se someten a mecanismos de memoria y amnesia del cuerpo. La extinción de las danzas la preservación de una conciencia colectiva de juegos ancestrales, los legados de las performances deportivas heredadas de una generación a otra dejan librado al azar los distintos de estos capitales corporales posibles de ser extraviados en el recorrido institucional.
Las performances deportivas expresan transformaciones de sus estructuras del movimiento físico, en el devenir de sus manifestaciones podemos cotejar alteraciones de sus repertorios técnicos, tácticos, estratégicos. Las mutaciones de los deportes son incesantes y engendran estilos, versiones, modalidades de participación deportiva. Las performances deportivas avanzan en la producción de un conjunto de variantes dentro de un mismo deporte (deportes de raqueta, deportes adaptados, deportes colectivos, deportes extremos, etc.). Las performances deportivas involucran un proceso creador. En su relación dialéctica con el tiempo y el espacio como coordenadas materiales indispensables y básicas de concreción desencadenan invenciones corporales, físicas, motrices, técnicas. En esa intensidad de transformaciones se efectivizan invenciones de deportes: baseball, beach handball, breackdance, padbol, con propuestas agiles y dinámicas integradas con tendencias de la cultura urbana. La composición de estas modalidades originales o novedosas en el campo deportivo irrumpe con otras producciones corporales. Se pueden divisar otras formas de expresión corporal, gestualidades instituyentes, ademanes diferentes, despliegue de insumos materiales no habituales, ascendencia de las “culturas digitales” (Cachorro 2017b, p. 49) en los practicantes, propagación de nuevos lenguajes corporales y soportes de comunicación corporal cuyas lógicas de funcionamiento inauguran otras situaciones de interacción social entre los participantes.
El contexto de mundialización de las prácticas corporales en la trama de las culturas ofrece un encuadre de realización de las mutuas influencias entre sujetos representantes de diversas opciones deportivas. Las performances deportivas surgen bajo condiciones de producción multiculturales, las bases motrices son elaboradas en la copresencia de elementos próximos y distantes de los fenómenos deportivos. La situación de convergencia de un amplio abanico de visibilización de propuestas deportivas a escala planetaria en algunos casos propicia la atomización y fragmentación de las opciones de participación corporal en el mundo. En otras instancias de elaboración expresa derivaciones en eclecticismos, ensamblajes, revolturas, hibrideces, contaminaciones, síntesis, sincretismos, mestizajes. Las performances deportivas condensan procesos de la vida cultural en un aquí y ahora circunstancial. Las transformaciones, cambios, revoluciones, las propuestas alternativas, alterativas, no convencionales y emergentes de la cultura deportiva poseen un carácter dinámico que reinventa, replantea, resignifica, actualiza los formatos de las performances deportivas y la define como un espacio de invención infinita, es inacabada y está anclada en condiciones específicas de realización social.
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