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EL DIARIO

Martes 3 de Noviembre de 1908

DEL GENERAL MANSILLA


PÁGINAS BREVES

París, octubre 2 de 1908

 

Los sucesos grandes y chicos, en todo orden de ideas, pasan con tal rapidez, que es casi imposible discutirlos seriamente en páginas como estas, que apenas son un índice detallado de lo que, a mi entender, puede ofrecerles a ustedes algún interés del momento.

La absolución de Gregori, el que le pegó un balazo a Dreyfus[1], protestando contra la “panteonización” de Zola[2]; la excursión chingada de Guillermo II a Francia; la acogida que ha merecido la nota franco-española sobre el embrollo de Marruecos; las consecuencias de la revolución turca; los ecos de la imponente procesión eucarística en Londres, estupendo espectáculo, superior en concurrencia a todos los otros de que hay memoria; el congreso, o mejor dicho, la “conferencia interparlamentaria” de Berlín (en las nubes azules de un cielo conjetural… pacifista) y conferencia que solo dura tres días, que en la segunda reunión ya no cuenta con quórum, ni siquiera con un poco de atención de la minoría puntual; conferencia, en fin, cuyos efectos del momento se traducen por toda la prensa, excepto la alemana, en “obras son amores y no buenas razones”… queremos derechos, no palabras… no siendo la primera vez que el canciller, pico de oro, ha cantado unas coplas y su rey y señor imperial otras disonantes… todo eso y otras cosas más, de mayor o menor entidad, crímenes y delitos, catástrofes terrestres y aéreas, robos colosales, como el de Dinamarca, que sería pesado enumerar, todo, todo eso representa una masa enorme de comentarios, de juicios, de opiniones, que es como para perder la cabeza en el laberinto periodístico, y lamentar aquellos buenos viejos tiempos en los que el mundo se movía sereno, pausadamente, en tanto que ahora, ¡qué incesante agitación!… ¡qué lentitud! dicen algunos, y los trenes andan a razón de cien kilómetros por hora. Y el telégrafo vibra sin intermitencias, como loco.

La opinión pública se vuelve así cada vez más exigente; hay momentos en que su impaciencia raya en lo febril.

Si un diario de la tarde habla de lo que dijo otro de la mañana, y viceversa, vea Vd. ¡qué noticia fresca! exclama malhumorado el comprador de la hoja, que, por una bicoca, quiere que le den mucho y bueno, de lo mejor.

Así reflexionando paso a otro tema, a algo sobre nuestra Argentina, donde ya la gente ni se acuerda de que no hace tantos años todavía se viajaba en carreta tucumana.


“Cansado de cansarme”[3], exclama el protagonista de un drama español muy popular, lo que derechamente significa: no estoy cansado.

Pues es el caso de Alberto B. Martínez, cuya labor fecunda no agota, ni agotará, según parece, sus bríos de ordenador de números parlantes hasta la más demostrativa conclusión.

Su último libro, ahí está sobre mi mesa diciéndome con su título “Les valeurs mobiliers de la Republique Argentine[4]”, que no es inadecuado el calificativo de “parlante” que acabo de darle.

¿O no hablan las cifras con más o menos elocuencia a la vez que al que sabe tomarles el pulso, digamos matemáticamente, le dan los grados de decaimiento o de robustez de un país?

Sí que hablan y palpitan teniendo algo en sus entrañas del barómetro y del termómetro.

Aunque editado aquí, en París, es de Buenos Aires de donde me viene esta nueva y reciente contribución nacional de mi obsecuente amigo.

No son sin embargo los sentimientos de cordialidad que hacia él me aminan los que me dictan lo que se va leyendo.

No. Tengo mis debilidades chicas y grandes.

Pero entre ellas si tiene cabida la indulgencia no hay lugar, ninguno, ni para las manifestaciones turiferarias ni para las aserciones impostoras.

Si me equivoco, lo que debe acontecerme con no poca frecuencia, soy humano, revisando las páginas de mi conciencia en todas ellas hallo este lenitivo: erró de buena fe, por inadvertencia, o por ignorancia.

En el presente caso, dado que yerre, estoy en compañía de lo mejor, puesto que el libro de Alberto B. Martínez[5] se abre teniendo en la portada una carta del economista francés Alfred Neymarck[6], renombrado, con justo título, por la diversidad de sus producciones y por ser él el precursor, casi el fundador, de esta rama novísima de la ciencia económica: la estadística de los valores mobiliarios.

Dice Taine que para leer a Montesquieu es menester tener “esprit”, entender a medias palabras, suplir las transiciones, percibir los conjuntos, y, puede agregarse, gozar de la exquisita sobriedad y de la suprema distinción del estilo.

Tanto como esto, naturalmente, no diré del trabajo, gran trabajo de paciencia benedictina, que el amigo ausente me ha remitido.

Diré sí que no se empeñe en traducirlo, los números son una lengua universal, el que para ello no esté preparado, por la práctica; y, sobre todo, por la vocación, o sea por el encanto secreto que en las cifras estadísticas se contienen, a la manera de los sonidos misteriosos en la flauta, o en el violín del artista inspirado que las hace resonar.

¿Estoy en el número? Remotamente. Me guía cierto instinto; la intuición del que aspira a entender y una cierta tintura adquirida a fuerza de concentración mental.

No estoy analizando.

Procuro, nada más, darles a ustedes una impresión personal de conjunto.

¿Con qué mira? Lo diré sin rodeos; inducirlos a leer este libro, sabiendo, como sé, que no es raro en nuestros paisanos que más conozcan de vista y de oídas lo que es útil y bueno tratar de cerca, a fin de poder así formular un juicio concienzudo, imparcial, definitivo.

No hay argentino medianamente educado que no lea el francés, en tanto que los que en Europa saben español, de este lado de los Pirineos, se cuentan por docenas, entre millones.

Por consiguiente ha hecho bien Alberto B. Martínez en escribir originariamente su libro en francés (¿está traducido? No sé.)

Porque de esa manera será más leído. Es lo que ante todo nos interesa, como que en él se ve lo que fuimos, lo que somos y lo que estamos llamados a ser, siquiera sigamos desenvolviéndonos vegetativamente. Y no es el fenómeno que presenciamos: caminamos con pasos agigantados.

Solo la Nueva Zelandia nos sigue. Hace cincuenta años que solo tenía sesenta mil habitantes. Ahora cuenta un millón. ¡Adelante! Como la Argentina es su divisa.


“Después de las maniobras” es el título de un artículo de la revista inglesa el “Observer[7]”.

Dice lo que más adelante van ustedes a leer.

Pero como los ingleses están ahora a partir de un confite con los franceses, bueno será, prudente, no tomarlo tan al pie de la letra como se toma una cotización bancaria.

He aquí el texto.

Comparando las maniobras efectuadas por las tropas francesas con las de las tropas alemanas resulta, al parecer, que las condiciones modernas de la guerra se adaptan más al temperamento galo que al germano.

La iniciativa del francés es más pronunciada y más pronta para aprovechar de la ocasión que se le presenta.

El uso científico de la artillería ha sido también más estudiado en el ejército francés que en el ejército alemán.

Los críticos hacen notar, en efecto, graves imperfecciones en la artillería alemana.

Otros defectos se señalan igualmente; pero el más notable es el que se refiere a la falta de iniciativa en la dirección de los hombres.

Los “sons-officiers” (sargentos o subtenientes), temen cargar con una responsabilidad.

Son faltas esas en tiempo de guerra imperdonables.

Para que tales críticas se hagan, añade la revista inglesa, tiene que haber un mal real, y ese mal proviene de que el ejército alemán de hoy día no vale lo que valía el de 1866 y 1870.

La iniciativa de sus oficiales jóvenes fue uno de los principales factores de las victorias que le costaron a Francia dos provincias, e ingentes sacrificios de dinero y hombres, con la comuna por apéndice.


Mientras haya un río llamado el Rhin, dividiendo dos países y dos razas, y mientras la Alsacia y la Lorena, que están sobre su margen izquierda no vuelvan a las manos que esas provincias tenían antes de 1870, no dejará de haber inquietud en Europa.


¿Se acordarán ustedes?, es seguro que no, ¿se acordarán de que hace algunos años yo escribí una frase por el estilo de esta: la civilización que antes caminaba de Oriente a Occidente, camina ahora de Occidente a Oriente?

Veamos a la ligera si es así:

La China no solamente se arma y organiza su ejército a la europea sino que, según lo anuncia un edicto imperial, pronto tendrá una constitución con representación nacional… ¡los chinos también!

De modo que el último gran imperio del Este abandona la tradición milenaria del despotismo que nos parecía inseparable de la idea que nos hacíamos del Oriente.

“¡Cosas veredes que faran fablar las piedras!” Ya lo dijo otro antes que yo, como que él veía lejos y yo no siempre veo bien la punta de mis narices.

La próxima constitución china, aunque “prima facie” parezca una improvisación, no lo es. Cuando mucho son los acontecimientos extraordinarios de Turquía los que la han precipitado.

Es menester no olvidar, en efecto, lo que del sultán turco les decía a ustedes en una página de Boulogne, es al mismo tiempo gran jefe espiritual del Islam y que, por consiguiente, todos los musulmanes del mundo querrán gozar de una libertad política que el sultán no considera como contraria a las leyes consignadas en el Corán.

En la India inglesa, vecina de la Gran China, hay setenta millones de musulmanes (¡qué peligro para la Inglaterra!), y en el Celeste Imperio hay por lo menos otros cincuenta millones de la misma religión; siendo los únicos chinos que muestran cualidades militares.

La dinastía mancho, imperante, tiene, como se ve, motivos suficientes para tratar de propiciarse gente tan varonil; y gente que vive en contacto espiritual con todos los musulmanes de Turquía, de Egipto, de Persia, de Marruecos, de Argel, de Túnez, de la Bosnia, sujeta al Austria.

Hay, pues, una correlación entre la constitución turca ser indicada por el partido “jeune turc[8]” (es el nombre consagrado) correlación remota en cierto sentido; pero correlación afine al fin.

¿Qué vendrá? En el alfa de una de las más estupendas mutaciones sociales, el omega está preñado de sorpresas.


Cansado, desencantado, viejo, “el mundo está en fermentación”, decía, no ha mucho, el jefe del partido socialista alemán.

Tenía razón Bebel.

El mundo fermenta de Oriente a Occidente, del Norte al Sur, y en todas partes el principio de autoridad parece, o está zapado por una fuerza disolvente que en una forma o en otra difunde la semilla nociva del socialismo anárquico.

La joven América solo lo combatirá con éxito gobernándose cristianamente. Otra cosa no significan estas palabras de la constitución argentina “afianzar la justicia… promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.

Cristianismo es sinónimo de confraternidad. Por eso insisto e insistiré. La lucha está entre estas dos tendencias: creer o negar la causa primera.

No se equivoquen Vds.

De aquí les van soplos morbosos.

Copien, imiten, adapten lo que esta civilización tiene de fecundo.

Pero con beneficio de inventario.

Somos ahí otro mundo. Tenemos otra alma.

¿Se quiere una prueba?

Los diarios del 24 de septiembre, como quien no dice nada, consignan sin mayor ruido esta horripilante noticia:

La “enquete” abierta por la justicia de Cambrai sobre el caso de aborto de que ha sido víctima la muchacha Caren, de Doscai, ha revelado verdaderamente hechos escandalosos. Se ha probado, en efecto, que el cómplice de la mujer Breux, se entregaba a maniobras parecidas en vasta escala. Tiene este hombre setenta y seis años, y hace cincuenta, se llama Jules Dauchez, que su práctica (abominable) representa más de diez mil criaturas muertas sin contar la de las madres… “¡Horrible, de lo más horrible!”.

Y puede ser que no falte quien piense, después de haber leído este párrafo: ¡superficial! No discuto, ni me defiendo. Desparramo una semilla de lejos. Pues como el heliotropo que constantemente mira al sol, yo vivo tendiendo siempre la vista hacia las riberas del Plata.


La sociedad europea moderna, la civilización y sus efectos, traduciéndose en despoblación ¿no ocultará en el fondo un mal, causa eficiente, principal, en todo caso activamente concomitante a saber, la poligamia y la poliandria veladas?


La compañía denominada “American Bookseller’s Association[9]” acaba de resolver el no editar ni vender publicación alguna de fondo o tono inmoral.

Y el “Guardian[10]” de Londres escribe:

“We are very glad indeed” o, en castilla, “lo que mucho nos place”.

Comentando agrega más o menos: ojalá que algo por el estilo se organizara en Inglaterra.

El año pasado ha visto la luz pública una masa enorme de publicaciones indecentes.

¡Qué plaga!

Lo que hace veinte años nadie se habría atrevido a poner en las vidrieras de una librería, ahí está tentando.

“¡Vade retro!”

Estoy extractando. He aquí la conclusión: es humillante, no podemos dejar de hacer la reflexión, que a medida que las novelas francesas se han ido “limpiando”, las inglesas se hayan ido “ensuciando”.


Ya saben Vds. por otros conductos, que en este hemisferio europeo se ocupan ahincadamente de lo llamado “el problema de la despoblación”.

Se ha escrito mucho sobre la materia, y se sigue investigando y escribiendo.

Las opiniones han pululado, aquí en Francia especialmente.

Cada maestrito tiene su librito y algunos creen y sostienen que el mal no tiene remedio.

Su origen, la explicación, bajo el doble aspecto científico y práctico estriba en un fenómeno, a saber: la población o el producto humano decrece con la civilización.

Los observadores serios casi han escrito este aforismo: riqueza y civilización, disminución de población.

Claro que esto no reza por ahora con los países de inmigración… pero con el tiempo maduran las uvas.

El hecho alarmante comenzó a notarse en Francia primero y hace diez años que se observa en Inglaterra. En diez años le llegará el turno a la Alemania; luego vendrá la Italia.

El “Secolo XIX[11]” de Génova ha escrito un largo artículo de lo más interesante e instructivo sobre esta materia, preguntando “si hay fuerza en los números”.

El sesudo escritor italiano hace una distinción necesaria, entre esto y aquello, es decir, entre esta civilización y las antiguas civilizaciones. Y, comparando, opina que la fórmula “el mundo pertenece al mayor número” era más aplicable quizá al mundo antiguo que a éste.

La conquista de América por los españoles me parece un argumento si no concluyente muy fuerte en pro de la tesis: “el número no es irresistible”.


Pronto comenzará el frío, y el 5 de este, que en otro tiempo, todo es mutación bajo las estrellas, ahí se llamaba “mes de Rozas” si mal no recuerdo, se abre el “Congreso del frío”, en el que nosotros vamos a hacer muy buena figura, por lo mucho que exportamos helado y por la excelente composición de nuestros delegados todos ellos competentes o simpáticos. ¡Que siempre como ahora acertemos!


  1. Caso Dreyfus: ver nota al pie de PB.23.08.06 o índice de eventos históricos.
  2. Mansilla ha hablado sobre la panteonización de los restos de Zola en las PB.15.04.08 y PB. 23.04.08.
  3. Se refiere a una frase de la Comedia metamorfosea (1580)del poeta y dramaturgo Joaquín Romero Cepeda (Badajoz, c. 1540– ¿?).
  4. Los valores mobiliarios de la República Argentina”.
  5. No hemos hallado información sobre este autor.
  6. Neymarck, Alfred (1848-1921): economista francés, autor de obras de economía, tales como de Les plus hauts et les plus bas cours des principales valeurs depuis (1870), 1903, l’année de l’entente cordiale et de l’arbitrage, French savings and their influence upon the Bank of France and upon French banks. (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/46845481).
  7. The Observer es un periódico inglés que se publica los domingos (su edición digital: https://www.theguardian.com/observer). Sigue la misma línea ideológica que The Guardian y The Guardian Weekly: social liberal o social democrática. Fundado en 1791, es el periódico dominical más antiguo del Reino Unido. (Extractado de https://www.theguardian.com/gnm-archive/2002/jun/06/2).
  8. En 1908 tuvo lugar la Revolución de los jóvenes turcos para restablecer el sistema parlamentario que fuera anulado por el sultán en 1878. Para más información, ver PB. 03.09.08 o índice de eventos históricos.
  9. Creada en 1900, esta asociación nuclea a los libreros estadounidenses y defiende sus intereses comerciales.
  10. The Guardian es un diario inglés de orientación social demócrata, fundado en1821 y llamado en sus comienzos The Manchester Guardian. Actualmente, puede consultarse en: https://bit.ly/3ke699i.
  11. Il Secolo XIX (Il Secolo Decimonono) es un diario italiano publicado en Génova desde 1886, uno de los primeros periódicos en imprimirse a color. Actualmente, puede leerse en: https://www.ilsecoloxix.it/.


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