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EL DIARIO

Miércoles 30 de Septiembre de 1908

DEL GENERAL MANSILLA


PÁGINAS BREVES

Boulogne, septiembre 6.

 

Desde los tiempos bíblicos el arco iris ha sido considerado gaje y augurio de reconciliación, como en la actualidad del mundo europeo las visitas entre soberanos.

Tuvo, pues, lugar el meteoro: el rey de Inglaterra se vio en Alemania con el emperador y rey y en seguida pasó a darle la mano a su buen amigo el otro emperador y rey de Austria Hungría; pero la grata emoción de estos plácemes, lo mismo que las congratulaciones del viaje a Rusia del presidente francés, se disipa, poco a poco, como el humo de las salvas de veinticinco cañonazos.

La gran interrogación es: ¿tendremos la fiesta en paz? porque “la verdad es que todos dudan de la sinceridad de la Europa”, afirma el doctor Teodoro Barth[1], distinguido escritor alemán, establecido en Estados Unidos.

Una nota parecida es la que sobre el mismo tema hace vibrar el señor Hyndman[2], otra autoridad.

Los títulos hablan de suyo: “Posición política de la Alemania”; “La Alemania y la guerra”.

Los temas son: Costo de la paz armada. Alemania y el aislamiento. La diplomacia es un juego secreto y, por consiguiente, siempre estimado en más de lo que vale. Estas visitas reales tienen poca importancia. Hay en ellas menos prudencia y menos intriga de lo que la imaginación hace creer a los lectores. Buena política y buenas finanzas corren parejas. En Alemania una familia do cinco personas paga 100 marcos al año por el placer de esta paz armada. Las finanzas inglesas: por un lado se amortiza la deuda, por otro, el ministro del tesoro no puede ocultar el déficit y anda a caza constantemente de nuevos impuestos. Alemania y sus 64 millones de habitantes; el partido del trabajo, los obreros están representados por 3.250.000 votos; es un régimen feudal insoportable para ellos.

Este cuadro tiene su “pendant”: el sentimiento persistente en la masa anónima es la inquietud, “le lendemain[3]”, dicen aquí.

He hablado con obreros. No escribo de oídas. Si en un sentido los engañan, lo que en otro se ve como tenue luz crepuscular es la inseguridad del día de mañana.

No es para menos.

La Italia y el Austria Hungría son aliados, ¿no es así? Pues bien, estos aliados viven espiando sus movimientos respectivos. ¿Cuál desconfía más? No hay sonda con que medir esto. Lo que flota diré, lo que está en el alma popular es que, día mas día menos, esa alianza “contre nature” se quebrará. De una y otra parte las medidas que se toman son de precaución. El Austria avanza en actitud invasora. La Italia, su prensa, da el grito de alarma diciendo: defendamos a Roma, defendamos las costas del Adriático, defendamos el lago de Garde, entre Venecia y Tarento no tenemos ninguna fortificación, no hay que diferir, que en cuanto a los gastos el patriotismo responderá, ¿quién lo pone en duda?

Así se expresan.

Y en tanto que los unos se esfuerzan en demostrar que si las testas coronadas de Rusia y Alemania se entienden como buenos amigos, nada hay que temer, los otros discurren sobre esto: “¿Una guerra ruso-alemana? Lo que sucedería después, según el diario de San Petersburgo el “Novoie Vremia[4]” si “la Alemania atacara a la Rusia”. Firma el largo artículo Menshikoff[5], el conocido portavoz del partido reaccionario.

Según él su tierra está desarmada, casi agotada, después de los últimos desastres, y doscientos mil alemanes marcharían sobre San Petersburgo sin mayor dificultad.

¿Y por qué no trescientos mil? Tomarían a San Petersburgo que no podría oponer sino setenta mil hombres colecticios.

Agrega: no hay que olvidar que los finlandeses recibirían a los alemanes con los brazos abiertos. Y que las provincias rusas del Báltico están “alemanizadas”. Más todavía: la “soit disant[6]” inexpugnable fortaleza de Kronstadt sería un juguete para la flota alemana.

“No, concluye Menshikoff, no que sea prudente irritar a la Alemania”.

Yo concluyo con el viejo dicho: “Y si lector dijeres ser, comento, como me lo contaron te lo cuento”. Es decir, que no tengo elementos de juicio para apoyar o refutar al escritor moscovita.


Otra palabra sobre lo mismo.

Llueven conjeturas. Una de ellas más o menos fantástica es, lo dice “Le Courrier des Etats Unis[7]” de Nueva York, que la doctrina Monroe[8] está amenazada; que los temores del presidente Roosevelt[9] tienen fundamento; ¡que una guerra entre los Estados Unidos y la Alemania es posible! porque el pangermanismo aspira a posesionarse de las tierras brasileñas donde hay colonias alemanas.

¡Qué disparate!, diría el otro. Ya lo sé. Pero si mento estas cosas, es solo con la idea de darles a ustedes un extracto de lo que la realidad y la imaginación hacen circular.

Por mi parte lo diré basta al cansancio: creo en la paz de nuestra América; con bochinche más o menos disparatado, por amor al arte del desorden; no creo en la paz de Europa.

Mientras las naciones se armen a todo trance, la guerra continuará siendo una pesadilla angustiosa, que no se calmará con abrazos y besos entre testas coronadas y sin corona.

La espada de Damocles estará suspendida constantemente sobre la cabeza de estos ágapes. Bastará un gesto impaciente para romper el hilo y hacer que el banquete de la fraternidad internacional acabe a capazos.

Son muchos los millones de hombres armados que se miran; son muchas las causas que los mantienen alerta, algo así como un “irredentismo”; y un hombre de Estado, cuya opinión es la mía, ha dicho: “Muchas cosas se pueden hacer con una bayoneta, excepto sentarse sobre ella”. ¡¡La Europa cuenta nada menos que con quince millones!!

Desarmemos, gritan éstos; al ver eso contestan aquellos: a nada se arriba.

No hay buena fe, o hay tanta, que nadie se atreve a decir: bueno, una vez por todas, acabemos, y la postración que venga será un siglo de reposo.

En cuanto a los gobiernos ninguno toma la iniciativa.

Las amistades son móviles nerviosos; y la fortuna lo mismo que la diplomacia es mujer. Se cortejan y es cortesana.

Sí, no hay que alucinarse.

La cuestión se plantea así: los factores en contra son más que los factores en favor de la paz. El antimilitarismo si se agita no gana terreno. Todos, con raras excepciones, discurren: la defensa nacional es una imperiosa “unidad”; necesitamos un ejército listo siempre para marchar a la frontera y una marina en aptitud de proteger nuestros puertos y nuestras costas; así en el curso inexorable de los acaecimientos nada nos sorprenderá. Era entonces de esperarse lo que ha sucedido, que las manifestaciones personales del ministro de hacienda inglés no tuvieran, como tienen, una buena prensa.

Ningún pensador grave le llama al señor Lloyd George[10], “el buen apóstol.” Al contrario. La canción que antes, durante y después de la última conferencia de La Haya, se cantó por algunos ilusos no halla eco en los corazones sinceros.

El señor Lloyd George ha dicho charlando con reporters alemanes: “¿para qué construir acorazados?” Los periodistas de su tierra le observan: para conservar nuestra superioridad naval, que es nuestra seguridad y Vd., señor ministro, ha hecho mal en usar ese lenguaje; cuando los ministros hablan no deben exponerse a que su pensamiento individual esté en contradicción con las miras del gobierno que sirven, ni con el sentimiento popular indiscutible.


Cría buena fama…

Una noticia, para darle un nombre cualquiera a la cosa (es un aviso publicado por un original yankee en busca de trabajo), que les consigné a ustedes en mis “Páginas” del 25 de junio[11]. Pues el mismo mismísimo, lo publica el 14 de agosto un gran diario de París que con frecuencia se ocupa de negocios del Río de la Plata[12].

¡Noticia fresca!, pensé al leerlo.


¿Sabían ustedes que cada generación tiene su letra, que materialmente no se parece, mejor dicho, que es diferente de la de la generación que la precedió y de la de la que la sigue?

Si no lo sabían, sépanlo. Y si tienen paciencia revuelvan los archivos y verán confirmada la observación.

Les diré también que cada generación tiene su peso.

Por ejemplo, en Inglaterra, donde se ha averiguado la cosa, resulta que el término medio del inglés ha disminuido mientras que el de la inglesa ha aumentado.

Nuestros padres hacían una vida más sedentaria que nosotros. Sus ansiedades eran menos numerosas que las nuestras. Iban al tranco, nosotros vamos de carrera.

Fácilmente se explica entonces la disminución del peso ordinario de los hombres de hoy día en Inglaterra.

Por otro lado las mujeres inglesas, estando más que antes al aire libre, “cultivando” más su cuerpo y teniendo más distracciones, han aumentado de peso.

Hay una medida, observa el curioso investigador, que debiera servir de norma (no dice cuál) o en otros términos: el peso del hombre y el de la mujer no debiera nunca pasar de cierto límite. Le doy tanta importancia al asunto que la autoridad tiene la obligación de atenderlo, lo afirmo. De lo contrario “the skeleton in the cupboard” será eventualmente el marido.

Las palabras puestas en inglés reclaman una explicación.

Un dicho en esa lengua pretende que en cada familia hay algo oculto, una cosa buena o mala, que asusta o molesta, y cuyo dicho en romance dice: “el esqueleto en el armario”.

Conque así, magníficos compatriotas y bellas argentinas, una vez más quedan ustedes notificados. Ni tanto ni tan poco, un término medio, el que concilia la robustez con la elasticidad y la elegancia corporal.

No abusen de la carne; con exceso irrita el hígado, los riñones, el corazón, ¡qué sé yo cuántas otras enfermedades ocasiona!, según dicen los higienistas. En cuanto al azúcar hace años que se los recomendé. ¿A que no se acuerdan ustedes ya? Es ley de la vida; desgraciadamente no podemos olvidar cuando queremos y, no queriendo, olvidamos.


Cuando uno dice que todo se repite en la historia, con las modificaciones del tiempo y del espacio, ¡pamplinas!, exclaman algunos que no ven o no quieren ver como ven otros observadores.

De la persistencia de esa ley histórica el hecho averiguado es que toda revolución política o religiosa tiene un cortejo anterior o posterior, a saber: una traslación de la propiedad bajo formas y modos diversos, siendo uno de ellos la confiscación de la propiedad.

Claro está que cuando digo revolución no me refiero a trastornos pasajeros sino a esas grandes crisis o sacudimientos sociales como el espectáculo terrible del siglo XVIII en este teatro del suelo francés ensangrentado con saña feroz.

La idea que movió a la Academia de ciencias morales políticas fue seguramente esa, cuando abrió hace poco un concurso sobre este tema: “La venta de los bienes eclesiásticos durante la revolución”.

Dos obras han sido el fruto de ese concurso: la primera es la del señor Lecarpentier, la segunda la del señor Vialay.

Los que se ocupan de estas tan graves cuestiones, puesto que ellas afectan el sentimiento religioso en su lucha contra el escepticismo anárquico, hallarán en estas dos obras, sin necesidad de quebrarse mucho la cabeza, un curioso paralelo entre las espoliaciones que siguieron la revolución de 1789 y las de 1908, como consecuencia de la separación de la iglesia católica y otras, del Estado[13].

El furor era sobre todo contra la católica porque se la creía riquísima.

El chasco ha sido colosal ahora como lo fue antes.

La Iglesia poseía; pero los “millares” han resultado “millones” al hacer las liquidaciones y los mismos millones de muchos se han convertidos en pocos; primero porque no eran tantos; segundo porque para liquidar 677 establecimientos religiosos ha sido menester mover legiones de liquidadores famélicos, con esta divisa: aquí que no peco.

Un ejemplo: el ministro Briand[14] declaró en la comisión de “enquete” (no se conformaban con el chasco y decían los exaltados “veamos eso”), declaró: que el activo realizado no pasaba de 15 millones.

Como se ve, las pasiones son las de 1789. No se diferencian mayormente de las de 1908. Con las modificaciones del tiempo, producen las mismas aberraciones, las mismas injusticias.


En el “Graphic[15]” de Londres, del 23 de agosto, he visto una lámina de nuestro Jockey Club[16] y al pie de ella estas palabras: “El Jockey Club de Buenos Aires es el más lujoso (most luxurious) del mundo”.

Como argentino y, con otros que ya se fueron, como fundador del magnífico centro social, me sentí muy ancho.

Casualmente acababa de leer que el prospecto de nuestras cosechas era de lo más óptimo.

¿Quién nos detendrá?, pensé.

No hay qué hacer con gobiernos que gusten o no, buenos o malos, no los hay sino mediocres, caminamos adelante haciéndolos cabestrear.

Buenos Aires crece como un emporio; todo el país camina, progresa, se enriquece, se civiliza, no tenemos millones de negros molestos como en Estados Unidos.

¿Qué nos falta, pues?

Quizá un poco de lo que le faltaba al general Córdoba[17] (el héroe de Ayacucho, él profirió el grito histórico: “¡adelante!, ¡paso de vencedores!”).

Ya vendrá.

La edad aplaca los nervios en un sentido.

Pero que lo que ganemos en un sentido y no lo perdamos en otro.

Sigamos siendo el pueblo más humano que conozco, como nuestros más próximos vecinos también.

Sigamos así a fin de no leer lo que ayer en varias columnas consigna un diario de aquí con estos títulos, a manera de reverso de la medalla tan ponderada.

“Les français ont-ils raison de rester chez eux? New York devenu la boite á ordures de L´Europe. Le débarquement des émigrants. Le passage a Ellis-Island. En fin libres! Les oiseaux de proie. Déceptions. Pas de travail hors des unions. Tyrannie des syndicats. Misère et anarchie. Les Etats-Unis tâchent de fermer leur porte[18]”.

Traduzcan Vds. los detalles de este tercer artículo. Son espeluznantes. Comparando se puede decir que los inmigrantes son tratados en Nueva York como negros y en Buenos Aires como caballeros.

Pues que cambien de dirección. Pues que en vez de dirigirse al “cajón de la basura” (“la boite á ordures”), cinglen hacia las tierras australes.

P. S. En mi carta del 10 de julio, los tipos me hacen decir: “el oratorio no obstruye el camino del oratorio”. No. Debe leerse: el “oratorio” no obstruye el camino del “observatorio”[19]. Es decir, que la religión no está reñida con la ciencia.


  1. Theodor Barth (Duderstadt, 1849 –Baden-Baden, 1909) fue un político y publicista alemán del corte liberal. Fue miembro del Reichstag (parlamento alemán) en tres ocasiones. (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/67259200).
  2. Henry Mayers Hyndman (Londres, 1842 –1921) fue un político y escritor inglés. Inicialmente conservador, su lectura del Manifiesto Comunista de Karl Marx lo convirtió al socialismo y promovió en 1881 la fundación del primer partido político británico de izquierdas, la Federación Democrática, más tarde conocida como Federación Socialdemócrata. Fue el primer autor en popularizar las obras de Marx en inglés. (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/39429376).
  3. “El día después”.
  4. Novoye Vremya fue un periódico ruso publicado en San Petersburgo entre 1868 y 1917. Comenzó siendo una publicación liberal y en 1872 sacó una editorial celebrando la traducción al ruso del primero volumen de El Capital, de Karl Marx. Sin embargo, a partir de la dirección de Aleksey Suvorin, viró hacia el oficialismo y publicó durante muchos años una columna marcadamente antisemita y reaccionaria, a cargo de Victor Burenin. (Extractado del sitio de la Biblioteca Nacional Rusa: https://bit.ly/32u7YJj).
  5. No hemos encontrado información asociada a este nombre y cuyo ciclo vital coincida con la fecha de este artículo.
  6. “Supuesta”.
  7. Le Courrier des Etats-Unis era un periódico de lengua francesa publicado por emigrantes franceses en la ciudad de Nueva York. Fue fundado en 1828 por Félix Lacoste con la ayuda de José Bonaparte (el hermano mayor de Napoleón), que vivía en Nueva Jersey. Fue el periódico francés más famoso de Norteamérica, Sudamérica y el Caribe. En 1850, tenía más de 11,000 lectores registrados​ y se distribuyó desde Quebec hasta el Río de la Plata, y desde Nueva York a San Francisco. También tuvo lectores en Francia. (Extractado de VIAF: 195163907).
  8. Ver nota al pie de PB.10.01.06 o índice onomástico.
  9. Ver nota al pie de PB.10.01.06 o índice onomástico.
  10. David Lloyd George (Mánchester, 1863 – Gales, 1945) fue un político británico, primer ministro entre 1916 y 1922, durante la última etapa de la Primera Guerra Mundial y los primeros años de la posguerra. (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/59148536).
  11. Se refiere a la PB.21.07.08, con fecha de escritura “25 de junio”, en la que Mansilla narra una anécdota cómica en torno a un joven estadounidense que busca trabajo.
  12. Creemos que se refiere al diario “Le Figaro”. Ver índice onomástico.
  13. Ver nota al pie de PB. 12.01.06 o índice de eventos históricos.
  14. Ver nota al pie de PB.12.12.06 o índice onomástico.
  15. The Graphic fue un periódico británico ilustrado, publicado desde 1869 hasta 1932. Fue la competencia principal del diario popular Illustrated London News y un importante espacio de difusión para muchos artistas gráficos del período.
  16. El Jockey Club, ubicado en la Avenida Alvear, es un centro social fundado el 15 de abril de 1882 por Carlos Pellegrini y por un grupo de aristócratas de la élite dirigente del país. Es un ícono del conservadurismo porteño y de la Generación del ´80.
  17. Creemos que se refiere a José María Córdova Muñoz (Concepción, Antioquia, Virreinato de Nueva Granada, 1799 – El Santuario, Antioquia, 1829), militar colombiano que participó en la Guerra de Independencia de Colombia, Perú y Bolivia. Es conocido como “El héroe de Ayacucho” por su desempeño en esa batalla decisiva. (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/106970079).
  18. “¿Tienen los franceses el derecho de quedarse en casa? Nueva York se convirtió en la caja de basura de Europa. El desembarco de emigrantes. El pasaje a Ellis-Island. ¡Finalmente libres! Aves de presa. Decepciones. No trabajar fuera de los sindicatos. Tiranía de los sindicatos. La miseria y la anarquía. Estados Unidos está tratando de cerrar su puerta”.
  19. Dicha “Página breve” fue publicada con fecha de 5 de agosto de 1908. En ella, hemos corregido la errata.


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