Lunes 28 de Diciembre de 1908
DEL GENERAL MANSILLA
PÁGINAS BREVES
París, diciembre 3 de 1908.
Con comienzo y conclusión de lo más atento y halagüeño he recibido una carta de La Plata, firmada Octavio R. Amadeo[1].
Se refiere al artículo publicado en “La Nación” del lunes 26 de octubre sobre “El Neo Unitarismo” y, me dice…“como se trata de una cuestión de actualidad que preocupa a muchísimas personas, y como pienso escribir algo sobre el mismo tema, desearía conocer la opinión de algunos hombres como usted…”.
Y el artículo apuntado se refiere a su vez al notable libro del doctor Rivarola[2].
Dice rematando el concienzudo examen que de él hace:
“Por eso toda propaganda en ese sentido es plausible, como lo es el libro del doctor Rivarola, que tiene además el mérito de la investigación histórica, y el de ser uno de los más brillantes estudios contemporáneos sobre la política argentina”.
Conforme.
Pero sin estar de acuerdo con la tesis del crítico –todo lo que en el parrafito transcrito se contiene en elogio del doctor Rivarola yo se lo aplico al doctor Amadeo– prosigo.
Le he contestado días pasados al doctor Amadeo poco más o menos esto: gracias, señor, por su amable carta.
Pondré una postdata en obsequio de usted habiéndome ya ocupado en una “página breve” del trabajo ese que tanto dice en honor de las facultades intelectuales del doctor Rivarola.
Voy a ello.
En pocos días sería caso raro, implicaría una anormalidad mental, en pocos días no puedo haber cambiado de parecer, y no he cambiado.
Repito que el malestar –¿qué otro nombre darle a “la cuestión que preocupa a muchísimas personas”?– no está tanto como causa eficiente en las instituciones cuanto en la manera de hacerlas efectivas. (Cuestión de honradez política).
Y aquí ha de permitirme e doctor Amadeo que le haga una observación, repitiendo otra vez “conforme”.
Quiero ser franco, claro y corto a la vez. Rindo así homenaje al escritor de La Plata.
Escribe:
“Naturalmente, no sería sensato atribuir a un cambio de régimen las virtudes de una panacea creyendo que todos nuestros males políticos desaparecerían con el sistema federal; pero es muy probable que las ventajas de que ya hemos hablado serían una benéfica realidad”.
¿Un cambio de régimen?
No.
“Sistema” es la palabra que cuadra.
Sí, es “el Sistema” lo que está en discusión en el libro de Rivarola, radical como estudio.
Vale decir que si yo creo que hay algo que reformar, la reforma, o las reformas, no deben ser sobre el “sistema” sino sobre el “régimen”. (Cuestión de gobierno).
Y que hay “algo” que reformar salta a la vista, según lo escribí hace años, en una serie de artículos, precursores de un libro, que las circunstancias interrumpieron. Esos artículos los publicaba “El Diario”[3].
No quiero entrar en honduras. Pero para demostrar lo que acabo de decir afirmando que hay algo que reformar, básteme consignar lo siguiente:
Artículo 35 de la constitución.
“Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente (aquí está toda la historia condensada en tres denominaciones), a saber: Provincias Unidas del Río de la Plata, República Argentina, Confederación Argentina, serán en adelante nombres oficiales indistintamente para la designación del gobierno y territorio de las provincias, empleándose las palabras: “Nación Argentina” en la formación y sanción de las leyes”.
Desde el principio hasta el fin este artículo tiene algo de sarcástico, un país con tres nombres, casi con cuatro, amén de lo inadecuado del término “gobierno” y del pleonasmo “formación y sanción”.
¿A qué hablar sobre lo que no hay inteligencia universal: Argentina posible, “versus” los zarandeados artículos 5º y 6º?
Necesito concluir con esta como reiterada contestación a la carta del doctor Amadeo.
Lo haré así. Esto de atribuir al sistema ciertos defectos es confundir el órgano con la función, el instrumento con la acción del que lo maneja.
O en otros términos: echarle la culpa a las instituciones de lo que es imputable a la “manipulación” de los hombres.
Montaigne, el genio del buen sentido, ha escrito: “Notre principal gouvernement entre les mains des nourices”. Nuestro principal gobierno, para mayor claridad, está en manos de las nodrizas.
No hay qué hacer, si hay un mal y si es tan general para unos y tan agudo para otros como se dice (no discuto), no debe estar precisamente donde se le busca. Ha de estar en la dirección cívica de la educación popular. No lo considero endémico sino esporádico.
Atacarlo es hacer acto preparatorio de prudencia y visión de lo futuro. A ello, pues. Relacionando las cosas afirmo que los pueblos libres no dependen sino de las leyes, y que estas no son sino lo que los hombres las hacen.
El otro día no más en una gran asamblea pangermanista, celebrada en Lelpsic, votando por unanimidad una declaración, según la cual:
“La constitución que se nos ha concedido nos basta. Lo que nos falta no son nuevas garantías y nuevas leyes, sino hombres”.
Pero si así se habla en el país de los eruditos por antonomasia, ¿qué tiene de particular que nosotros los argentinos, pueblo relativamente de ayer, nos quejemos y clamemos: ¡esto no puede seguir así!?
Y con esto queda servido el muy ilustrado doctor Amadeo.
Y si mi franqueza en algo ha lastimado la susceptibilidad, disculpe recordando el dicho latino: “quod sumus loquamur”, como somos hablamos.
Curiosa estadística referente a la reciente campaña presidencial en Estados Unidos es la que se leerá en seguida:
La lista de los contribuyentes contiene 12.000 nombres inclusive los de muchos distinguidos personajes.
Como ustedes saben allí todo se hace a la luz del día.
La suma total de las contribuciones o cuotas con que el partido republicano ha ayudado a Taft[4] es un poco más de 330.000 libras esterlinas, a las que hay que agregar 124.000 distribuidas a varios comités de Estado.
El señor Taft, del Estado de Cincinnati, hermano del presidente electo, encabeza la lista con una contribución de 22.000 libras esterlinas. El señor Carnegie[5] y el señor Pierpont Morgan[6] dieron cada uno de ellos 4.000 libras.
¡El presidente Roosevelt[7] se suscribió con 200 libras!
(Muy yankee esto).
Los datos sobre la campaña democrática apuntan una suma total de contribuciones de alrededor de 124.128 y un gasto de 123.882 libras esterlinas.
Los contribuyentes fueron 100.000.
De modo que si los contribuyentes han sido más de este lado que del otro, triunfando sin embargo Taft, hay que repetir una vez más; poderoso caballero es Don Dinero.
No diré que lo que sigue sea un argumento en favor de las aprehensiones del mariscal Roberts[8].
Pero siendo un eco de lo maravilloso tomen ustedes nota.
Es “Nebo” el que habla. Nadie sabe quién es este personaje misterioso. Escribiendo en “L’écho du Merveilleux[9]”, dice:
“Los ciclos astrales demuestran que debemos temer una serie de guerras entre 1910 y 1911”.
El almanaque de Madame de Thebes[10] concuerda con esto. Predice un invierno muy crudo, ya los años 1910 y 1911 los califica de “rouges”… hay sangre en ellos.
Lindamente impreso ha salido a luz un libro original y ameno, que se hace leer.
No es un libro de ciencia ni deja de serlo, habiéndolo sugerido y dictado la experiencia que es la ciencia de la vida.
Una particularidad esencial lo caracteriza y lo recomienda. Esta: es un producto americano eminentemente argentino, criollo.
Son cuentos como fabulas para niños. Lectura de hogar, en una palabra, con el sello paterno de un autor sin pretensiones literarias.
“Tragacanto” es el pseudónimo de que en efecto se sirve Mayol de Senillosa[11] en este segundo ensayo de su ingenio fecundo.
Y, apartándose de la regla, él mismo se hace su prólogo, que reza así: “Primera nota del editor”.
Y mediante una ficción feliz lo supone “escrito el 9 de julio (día patrio) del año del Señor 2807…”.
Cosas extraordinarias han pasado en el mundo que habitamos, que ha llegado entre muchas otras maravillas a dar de comer con el jugo de un limón comprimido, o de una mandarina, o con el polvo de una banana a más de veinticinco prójimos necesitados de alimentación higiénica.
“Tragacanto”, a lo que aspira ante todo, es a “obtener éxito entre sus hijos”, que son varios de ambos sexos y de excelente cepa.
Si son cruza de Lezica y Cramer, Senillosa y Mayol, con esto está dicho todo perentoriamente.
Lean ustedes, chicos y grandes, que si tienen sueño en vez de dormir se distraerán.
Y distrayéndose aprenderán qué se yo cuántas expresiones criollas, campestres particularmente.
La versificación es variadísima, ídem el asunto; y aquí tienen ustedes en conclusión un espécimen da las coplas corrientes que da gusto.
“El viejo Mondongo
salió en cochecito,
muy dengo, muy dongo,
pirringo y pirrongo
buscando un nenito
que quiera quererlo
y ser su amiguito,”
Y sigue:
“Mondongo era feo,
muy seco y viejito
como un Macabeo,
Tenía un monito,
un gato, un bastón;
comía el azúcar
en polvo y terrón
usaba camisa
color colorado,
con cuello parado
blanqueado con tiza.
Insisto: lean a “Tragacanto”. No hay en él desperdicio alguno y eso que son como doscientas grandes páginas. Las completan dos ilustraciones de mano maestra, a manera de alfa y omega. A propósito, no les va en zaga la de la portada, obra delicadísima de Elvirita Mayol –que adorna el poema lírico de su padre (Tragacanto)– o sean las “Margaritas de la Pampa” con música del conocido compositor Henri Lutz[12].
Otra vez, léanlo a Tragacanto.
Es un admirador del que por más que se le discuta “será el modelo más preciado en la historia argentina”.
“Vox populi”, dice el autor, y nombra a Mitre.
En un artículo admirable “The Times[13]” de Londres se ocupa de las “Modas en el traje femenino”, encarándolo bajo doble aspecto social y ético.
Tengo que concentrarme. Diré, pues, primariamente que el hecho de que haya mucho que decir en el mismo sentido respecto del traje varonil, no desmerece el valor del artículo. Veamos.
Sin tratar con menosprecio trajes y modas, y confesando humildemente una escasez de conocimiento práctico sobre la materia, un hombre puede ¿y por qué no? darse cuenta de ciertos defectos predominantes en el arte de vestirse según la costumbre moderna, la moda, de la mujer, y señalar sus defectos como en cualquier otro arte, dice “The Times”.
Discurre y agrega: necesidad de la educación del traje, continuando:
El principal de ellos (defectos), al menos en este país, es una falta de lo adecuado del traje, resultado del hecho de que la ropa de la mujer ya no indica ninguna clase de distinciones sociales. Diríase, en verdad, que uno de sus principales objetos fuera negar que tales distinciones existen.
En realidad este arte no debiera pasar por alto los hechos. Al contrario. Debiera expresarlos haciendo resaltar la belleza; y ya que es un hecho que una mujer puede ser una gran dama, mientras que otra lo es de clase media y la otra una campesina, tales hechos debieran ser manifestados por la vestidura, siempre con franqueza; pero sin arrogancia en el primer caso, sin melancolía en el segundo y sin servilismo en el tercero.
La mujer que, sobre todo, tiene que trabajar, debiera usar ropa adecuada a sus ocupaciones mientras en ello esté y guardar sus “paqueterías”, como ahí decimos y en España, para los días de fiesta.
¡Mujerengo! exclamará alguno al llegar aquí. Prefiero ese tilde al otro: ¡misógino!
Y observo que no es andar mal acompañado ocuparse en extractar del “Times” de Londres; ni coincidir en algunos detalles con Anatole France[14].
Si ustedes han leído ya su último libro, al que hice una referencia sumaria días pasados[15], ya habrán visto lo que dice del calzado femenil.
Está en el capítulo IX de “L’ile de pingouins[16]”, en el que habla de las “últimas consecuencias”, afirmando que “los celos son una virtud de las democracias que los garantiza” contra los tiranos.
Disertando sobre ese capítulo –las rivalidades y la envidia del oro– se apoya en el sabio profesor Haddock[17] para sostener con este profesor que “la virtud depende en las provincias no tanto de la educación, el ejemplo, la sencillez de la vida, cuanto del calzado cuyo talón es bajo”.
“Una mujer”, dice en un sabio artículo de la “Revue anthropologique[18]”, “una mujer no produce en un hombre civilizado una sensación netamente erótica sino en tanto que su pie hace un ángulo con el suelo de veinticinco grados. Si hace uno de treinta y cinco la impresión estética que provoca llega a ser aguda….”.
En fin, Vds. leerán. Hay desacuerdos. Las americanas del Norte usan el talón bajo, y ¡qué sensaciones no producen! Me inclino sin embargo a pensar que la posición sedativa del talón bajo es mayor que la del alto, sobre todo si la dona no es donosa. Aquí reside casi siempre la atracción salvo los casos de fetichismo por lo anormal en las emociones del gusto. Hace años que escribí sobre estas aberraciones en una de mis “Causeries[19]”.
Es casi una novedad en el mundo de las bellas letras.
Drumont, Eduardo[20], aspira al sillón que ha dejado vacante Sardou[21].
¿En qué se parecen?
En cierto sentido, en nada. En otro, en mucho: ambos han sido constantes obreros del pensamiento social. El que se fue en la escena del teatro. El que queda en la cotidiana del periodismo.
Su órgano hoy día es “La libre parole[22]”.
Y su bestia negra, lo que llaman la “juiverie[23]”, es decir, la familia judaica.
En una entrevista con el periodista Paul Vergent entre muchas otras cosas le ha dicho: “…no soy solamente autor de “La France Juive[24]”, he escrito también “Mon vieux Paris[25]” y obtenido de la Academia Francesa el premio Jouy. Al escribir esas páginas he hecho puramente literatura, que según los expertos, tiene su mérito.
Además, el periodismo tiene títulos para estar representado en la academia. Necesita allí un vigía. Rochefort[26] no lo pretende. Yo escribo desde 1869 incesantemente, y en lo que me pertenece, si hay malo o mediocre, no falta bueno, dicen muchos competentes. Sí, ya es tiempo de que nuestra profesión esté representada entre los cuarenta”.
Y, ¿qué probabilidades tendrá?
Pocas, creo. Gran talento, mucha fecundidad y exceso de bilis no me parecen, aunque impliquen títulos, vehículos conducentes.
Conviene que todo hombre prudente averigüe cuál es su reputación. Si es buena, su fuerza será mayor. Si es mala se precaverá.
Hasta mi próxima, sintiendo no poder concluir así: el horizonte internacional se aclara.
Nada de eso, y si hay “paz y concordia entre los príncipes cristianos”, como decía la antigua fórmula, es debido al invierno que se acerca, lo cual confirma mis previsiones del 8 de octubre.
El boycottage[27] turco contra el comercio austríaco continúa inspirando serias inquietudes y la situación de las cosas de Oriente se complica.
Hay quien no quiere creer en el pesimismo inglés. Pero es una reserva puramente diplomática.
Conversando ayer con un ex colega muy versado, me decía: “La situation internationale est, pour un prochain avenir, pleine de doute[28]”.
En Alemania parecen haber embolsado el violín de “métome en todo”, “parecen” nada más; toda su acción subrepticia tiende a sostener al Austria.
- Octavio Ramón Amadeo (Buenos Aires, 1878 – Buenos Aires, 1955) fue un jurista, profesor, escritor y diplomático argentino. Entre sus obras, se cuentan: Política (1916) Inamovilidad de los jueces (1917), Vidas argentinas (1937) y Doce argentinos (1945). (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/12680087).↵
- Creemos que se refiere al libro del cual ha hablado en la PB.14.12.08: Rivarola, Rodolfo. Del Régimen Federativo Al Unitario: Estudio Sobre la Organización Política de la Argentina. Buenos Aires: Peuser, 1908. En línea: https://bit.ly/2FGpIYI. En la PB.14.12.08 hay también una nota al pie con datos biográficos sobre Rivarola. ↵
- Creemos que se refiere a los artículos que publicó en 1900, dentro de la columna “Diario de un expatriado” y firmados con el seudónimo Aeiou en El Diario, bajo la misma dirección de Manuel Láinez en que publica sus “Páginas breves”. ↵
- Ver nota al pie de PB.06.04.06 o índice onomástico. ↵
- Ver nota al pie de PB.17.06.08 o índice onomástico.↵
- John Pierpont Morgan (1837 – 1913) fue un empresario, banquero y coleccionista de arte estadounidense que dominó las finanzas corporativas y la consolidación industrial de su época. A principios de la primera década de 1900, él y sus socios tenían cuantiosas inversiones financieras en muchas grandes corporaciones. En 1901 era uno de los hombres más ricos del mundo. (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/57410770). ↵
- Ver nota al pie de PB.10.01.06 o índice onomástico. ↵
- Ver nota al pie de PB.22.12.08 o índice onomástico.↵
- L’Écho du merveilleux fue una revista bimensual publicada por Gaston Mery entre 1898 y 1914 en París. Sus archivos pueden consultarse en Gallica, en https://bit.ly/32s14nI. ↵
- Madame de Thèbes (1845–1916), seudónimo de Anne Victorine Savigny, fue una vidente y adivina francesa famosa por haber adivinado, según se creía, varias de las guerras de su tiempo. Todas las navidades publicaba un almanaque con las predicciones para el año entrante. (Traducido y adaptado de “Mme de Thebes War Prophecies”, The New York Times, 21 de Marzo de 1915. En línea: https://nyti.ms/33z6Wv0.↵
- Ver nota al pie de PB. 25.02.08 o índice onomástico.↵
- Henri Lutz (Biarritz, 1864 – París, 1919) fue un compositor y profesor francés. Además de sus obras para piano, compuso varias óperas y obras sinfónicas. (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/103660354/#Lutz,_Henri). ↵
- Ver nota al pie de la PB. 08.03.06 o índice de publicaciones periódicas.↵
- Ver nota al pie de PB. 18.05.06 o índice onomástico.↵
- Se refiere a la PB.25.11.08.↵
- France, Anatole. L’île aux pingouins. Paris: Calmann-Levy, 1908.↵
- Tal vez se refiera a Frank Channing Haddock (New York, 1853 –Connecticut, 1915) autor de la línea de psicología estadounidense conocida como el New Thought y el self-help (auto-ayuda), autor de un libro célebre en su época, The Power-Book Library. (Extractado de VIAF: http://viaf.org/viaf/48266322).↵
- No hemos hallado aún información sobre esta revista. ↵
- Mansilla, Lucio V. Entre-Nos. Causeries de los Jueves. Buenos Aires: Juan A. Alsina, 1889-1890.↵
- Ver nota al pie de PB.14.03.07 o índice onomástico.↵
- Ver nota al pie de PB.07.12.08 o índice onomástico.↵
- Ver nota al pie de PB.12.12.06 o índice de publicaciones periódicas. ↵
- “Judería”. ↵
- Drumont, Édouard. La France Juive. Essai d´histoire contemporaine. Paris: Marpon et Flammarion, 1886. ↵
- Drumont, Édouard. Mon vieux Paris, hommes et choses. Paris: Marpon et Flammarion, 1878.↵
- Ver nota al pie de PB.18.03.08 o índice onomástico.↵
- Boicoteo. ↵
- “La situación internacional está, para el próximo futuro, llena de dudas”. ↵