María Verónica Carrizo Mercau[1]
Conocer una época por medio de quienes vivieron en ella, es el desafío que muchos historiadores nos planteamos. El siguiente trabajo busca acercarse a la sociedad española del siglo XVII, a través de los escritos autorreferenciales, de don Juan José de Austria. Nos centraremos en los que fueron elaborados durante su estadía en el castillo de La Muela, ubicado en Consuegra. Elegimos este tema ya que fue una figura con un desatacado rol durante los últimos años del reinado de su padre, Felipe IV y en los primeros años del reinado de su medio hermano, Caros II. Para este trabajo se ha seleccionado un período concreto de su vida, dada su extensa labor política, y su afición por la escritura, sus manifestaciones son numerosas y su análisis excedería por mucho los objetivos planteados.
Seleccionamos para realizar un primer acercamiento a su pensamiento, las cartas que redactó durante su estadía en el Castillo de La Muela, ubicado en Consuegra, actualmente provincia de Toledo. Respondía su estancia en él, al cargo de Gran Prior de la Orden de San Juan, que su padre le había otorgado y cuya sede se encontraba allí. Desde esos muros escribió una gran cantidad de misivas a los personajes más influyentes y destacados de la época, en ellos planteó sus ideas políticas y los proyectos que pretendía realizar. Además, se revelan en ellos, su carácter y la visión que de la monarquía poseía. Durante este trabajo se denominará solamente Castillo de Consuegra.
Este trabajo se sitúa dentro de un proyecto de investigación titulado: En primera persona. Análisis de la sociedad española del siglo XVII a través del estudio de memorias, autobiografías y textos autorreferenciales, en el marco de los Espacios de Sociabilidad. Uno de sus fundamentos es la consideración que en este tipo de escritos se expresan, por lo general, cuáles son los motivos por los que se escribe, y develan los aspectos culturales, políticos y las relaciones internacionales, ámbitos más dilatados acerca al universo social que los contiene. Por esa razón,
[…] es importante la valoración de este tipo de textos como fuentes, ya que además nos remiten a los círculos de la persona que escribe, y estos incluyen desde la familia y la actividad profesional u oficio, hasta el mundo. […] los textos autorreferenciales o ego documentos, expresan una designación que engloba toda forma literaria en primera persona que expone o revela experiencias personales [2].
Se han analizado cartas reunidas y citadas de forma textual en diversas publicaciones y bibliografías sobre el hijo bastardo de Felipe IV, protagonista de nuestro trabajo.
Don Juan José de Austria, su figura y sus escritos
La figura de don Juan José de Austria, ha sido objeto de la realización de diversas biografías desde fines del siglo XX y principios de este siglo XXI. Mencionado por todos los historiadores que analizan los reinados tanto de Felipe IV como el de Carlos II, presentan disímiles opiniones, y lo muestran con matices diferentes. Se critican o se alaban sus acciones y sus ideas, pero ¿cuáles fueron estas ideas?, ¿se pueden identificar por medio de sus escritos con claridad sus objetivos? Para intentar dar respuesta a estos interrogantes, nos situaremos en las cartas que desde su estadía en Consuegra envió. En particular la más conocida y estudiada, la que redactó el 21 de octubre de 1668.
Las cartas escritas durante su estadía en el castillo de Consuegra, poseen una ubicación temporal, acotada, ya que fue nombrado Prior de la Orden de San Juan, con tan sólo 14 años de edad por su padre Felipe IV, aunque su permanencia en dicho castillo fue breve,
Desde octubre de 1643 Juan José residió en Consuegra (Toledo), cabeza del Priorato, donde se dedicó a perfeccionar el latín esperando nuevos favores paternos. Allí se le dispuso una magnífica casa Serenísima. […] Al ser armado caballero de la Orden de San Juan, dispuso a partir de entonces de cien mil escudos de renta anual[3].
De esta etapa de su vida no se analizará en este trabajo ningún escrito, propio o referido a él, ya que fueron múltiples las cartas enviadas por sus tutores y memoriales enviados al rey. En ellas ponderaban de forma positiva sus capacidades hacia el estudio y su inclinación hacia las ciencias y la investigación.
En 1645, se ausenta de Consuegra para comenzar con la actividad política que le encomienda su padre en Flandes, Cádiz, Cataluña, Nápoles y Portugal. Regresó a Consuegra después del fracaso del avance español sobre Portugal. En 1664, luego de la batalla de Estremoz, “ante una situación a todas luces insostenible, don Juan de Austria, solicitaba al Rey, permiso para abandonar la campaña y retirarse a Consuegra o a cualquier otro lugar de la orden de San Juan”[4].
La etapa posterior a su regreso de Portugal, Ruiz Rodríguez la define como, la segunda trayectoria vital de don Juan. Caracterizada por el “ejercicio de cargos de naturaleza política”[5], distinguiéndola de la anterior donde combinada la guerra con la política. Afirma Kamen, que fue durante esta etapa donde se encontraba en una curiosa posición, era el general más distinguido de su patria, pero se le negaban de forma sistemática todos los honores, “siendo el candidato más evidente para actuar como jefe de Estado, quedaba excluido de la Junta de Gobierno”[6].
En 1665, se encuentra nuevamente en Consuegra, cuando recibe la noticia de la enfermedad del rey y decide viajar a Madrid, para encontrarse con su padre en sus últimos momentos. En este caso no poseemos escritos propios, pero diversos cronistas reproducen las palabras del rey en su lecho de muerte, hacia su hijo reconocido: “¿Quién le mandó venir? Que se vuelva a Consuegra. Esta no es hora sino de morir”[7].
A partir de ese momento, quedó excluido de todos los cargos, no se le permitió participar en la Junta de Regencia, que su padre estableció para aconsejar y acompañar a la reina en el ejercicio de la Regencia. Por ese motivo le escribe un memorial, donde expone sus inquietudes, reclamos y le recuerda la dignidad y recomendaciones que, para sí, estableció el monarca en su testamento. En la cláusula 57 estableció que,
Por cuanto tengo declarado por mi hijo a don Juan José de Austria que le hube siendo casado, y le reconozco por tal, ruego y encargo a mi sucesor y a la Reina, mi muy cara y amada mujer, le amparen y favorezcan y se sirvan de él como de cosa mía, procurando acomodarle de hacienda, de manera que pueda vivir conforme de calidad, si no se la hubiera dado yo antes de morir [8].
Desde Consuegra, trata con amabilidad de conseguir de la Reina y del padre Nithard alguna de sus aspiraciones: instalarse dignamente en Madrid cerca de la Corte, obtener algún cargo en el gobierno español, en el Consejo de Estado o intentar alcanzar el trono de algún pequeño estado centroeuropeo mediante un conveniente matrimonio. Para ello redacta varias cartas hacia la regente, el 11 de abril de 1665, desde Consuegra envía una misiva donde, afirma De Maura, don Juan “lamenta en primer término haber de opinar allí (ignorante de muchas noticias) y no en la Corte”[9], muestra con estas palabras su disgusto al no estar incorporado en los órganos de gobierno.
En otro escrito del mismo año, transcripto por Ruiz Rodríguez, comienza recordando los servicios prestados en diferentes lugares, a solicitud de su padre el Rey,
[…] quiso su divina majestad adornarla con otras muchas dichas temporales en gran servicio de esta monarquía, y crédito mío. Tomándome por instrumento para restituir a ella el reino de Nápoles, detener la infalible ruina de Sicilia, sosegar los dominios de Italia, con la expurgación de las dos plazas de Pomblín y Portolongón, y recuperar el principado de Cataluña, sin otras ínfimas ocasiones de no menos mérito, y riesgo aunque menos afortunada [10].
En la redacción del texto, dedica unas palabras a recordar los tratamientos y dignidades recibidos por Felipe IV y la reina Isabel de Borbón, y cómo cambió la situación con respecto a él, con la reina Mariana de Austria,
[…] Díganlo lo que debí a estas dos liberalísimas manos desde lo menos hasta lo más sustancial, los cariñosos tratamientos, las caseras atenciones, de circunstancias de la formación de mi casa y rentas, las dignidades, los empleos, la confiada comunicación de los negocios, la defensa y aliento de las falsas calumnias, las palabras con que dejó encargada a Vuestra Majestad mi persona [11].
Continúa manifestando su disconformidad hacia el trato recibido por la segunda esposa de su padre y madre del Rey Carlos II,
[…] cuanto se puede imaginar en la mayor excepción del favor, ofrécese para único lunar, en esta, ver yo de beneficios el no haber Su Majestad (que Dios aya) acabado de resolver en su vida mi pública asistencia cerca de su real persona, pero no motivó esta resolución el considerarla de su conveniente a su servicio y a mi autoridad, ni embarazo, o difícil fuste de mi resignación a su justo, o voluntad, habiendo testimonio de otras tres repetidas respuestas que verbalmente fue servido de darme en diferentes tiempos, y otros papeles firmados de su real mano, de que tengo en mi poder instrumentos auténticos, ni menos en no desear en esta como en todo lo demás conocimiento de que no fuese muy justo, sino una pura atención a la real persona de Vuestra Majestad; por el Rey nuestro señor cuando puede lo que Vuestra Majestad dejó de hacer por Vuestra Majestad cuando pudo […]” [12].
Planteó en el escrito, su decepción por no estar incorporado en ninguna de las instituciones colegiadas que acompañaban el devenir del gobierno de la Regente. Su expresión elegante y ceremoniosa, no pudo ocultar su propósito de establecer en forma firme y clara, cuáles son los objetivos que pretendía al redactar el memorial,
[…] es necesario, Señora, que en tal sustancia tenga el efecto que todo él juzga por justo para poner mi honra a cubierto de la malicia de las gentes, que no se dirá contra lo más sagrado de mi intención si viesen que Su Majestad me cerraba la puerta que Su Majestad que Dios haya me abrió para concurrir en los bancos de un Consejo, que es la puerta del toque de la confianza, y el aprecio de los más relevantes vasallos, ¿acaso lo e desmerecido después acá con mi proceder, o a se visto sombra o asomo que pueda oscurecerlo? [13].
A continuación, respondió a su pregunta y entregó una respuesta vehemente a la misma, donde expresó con solidez cuales debían ser las acciones de la Reina para con su persona. Reitera y destaca sus actos de servicio y la vocación de pertenecer al Consejo que la acompañaba. Prosigue en su escrito afirmando que,
[…] No señora, ni esto ha sido, ni puede ser ni debe Vuestra Majestad permitir que me haga un disfavor de este tamaño, contra la real grandeza, y gracia de Su Majestad por escalón para inspirar, a otras más superiores que no he menester para nada ni tampoco genio, ni mi deseo es hacerme perpetuo cortesano, quiero verme desnudo de este afectuoso traje de delincuente” [14].
La segunda carta que analizaremos es la escrita, también desde en Consuegra, el 21 de octubre de 1668. Fue en este escrito donde dejó plasmadas, de forma concreta y explícita sus ideas políticas y sus planteos hacia la Reina Madre y el Padre Nithard. Afirma Rubio, que en estos escritos combina “las críticas legítimas a la política desarrollada, con las calumnias personales”. [15]Sobre la carta afirma Ruiz Rodríguez que fue redactada, en durísimos términos y en la forma, para expresarse hacia la Reina y su confesor. Permite conocer por medio de su pluma, la situación compleja que don Juan José estaba viviendo desde hacía tiempo, en su relación con ellos. Si bien el documento fue escrito en la Sede del Priorato, esta se dio a conocer luego de que su autor huyera a Barcelona. Luego de su partida se permitió elaborar a un número desconocido de partidarios, una gran cantidad de copias, ya que como afirma Anna Vermeulen, en su estudio histórico crítico sobre la misma, A pesar de la asidua correspondencia que don Juan mantuvo con la corte, la famosa carta no fue enviada por correo. La dejó en Consuegra para que sus criados la entregaran al marqués de Salinas quien “la remitió a Madrid con un soldado de su Guarda […] que entregó la carta en manos de don Blasco de Loyola y la vio su Mag(esta)d”[…] transcurren varios días, lo que dio tiempo a copiarla […] “mas de duçientas copias”[16].
Con relación a esta situación, Kamen utiliza la definición que Schulte presenta de él y destaca que durante el conflicto fue, “el primer español de alto rango que se sirvió de la prensa como instrumento político” [17].
En la carta denunció a Nithard, “el padre Everardo como se lo llama a lo largo de toda la lucha” [18] y justificó sus intentos de apartarle del poder. Comienza la epístola refiriéndose al confesor de la reina y a los acontecimientos ocurridos con las personas de su entorno, se evidencia en ella, cuáles fueron sus impresiones sobre las actuaciones realizadas y las injusticias que vivía. Mencionó, su convicción de que la responsabilidad principal sobre su situación recaía en el confesor y el entorno de la Reina Madre. Sin embargo, mantuvo la prudencia en lo relativo al trato con ella y su dignidad,
[…] nuestra señora. Señora, la tiranía del padre Everardo y la execrable maldad que he entendido ha forjado mi gran miedo, habiendo preso al hermano de mi secretario y hecho otras diligencias con dañado ánimo de perderme y esparcir en mi deshonra abominables voces [19]
A continuación, en la misiva justificó su huida de Consuegra, por los siguientes motivos,
[…] me obliga a poner en seguridad mi persona, y aunque esta acción parezca a primera vista de culpado no es sino de finísimo vasallo del Rey, mi señor, por quien daré siempre toda la sangre de mis venas, como siendo Dios servido conocerá Vuestra Majestad y el mundo más fundadamente de la parte donde me encamino [20].
Con palabras firmes refiere a la situación que lo obliga, según su percepción, a permanecer cerca del Rey, para evitar la influencia de quienes consideraba causantes de los problemas del reino,
[…] declaro desde luego a Vuestra Majestad, y a cuantos leyeren esta carta, que el único motivo verdadero que me detuvo de pasar a Flandes, fue el apartar del lado de Vuestra Majestad esa fiera tan indigna por todas las razones del lugar sagrado, habiéndome inspirado Dios a ello con una fuerza más que natural desde el punto a que hoy la horrible tiranía de dar garrote a aquel inocente hombre con tan nefandas circunstancias”[21].
A continuación, expuso las razones por las que no utilizó la violencia para forzar la renuncia de Nithard, aunque estableció la justificación de su uso. Con estas palabras presenta sus ideas e intenciones: formar parte del gobierno e incorporarse en la toma de decisiones reales,
Esta acción la medité, dispuse y pensaba ejecutar sin escándalo, ni violencia, mientras no fuese necesaria la violencia que era precisa para conseguir el intento, y no su muerte. Con su mala conciencia teme porque según la mía y toda razón podía y debía quitarle la vida por las causas comunes del bien de esta Corona, y particularmente míos, […] Suplico a Vuestra Majestad de rodillas, y con lágrimas del corazón que no oiga Vuestra Majestad ni se deje llevar de los perversos consejos de ese empecinado basilisco […] , si intentaré con escritos, órdenes o acciones hacer la menor violencia o sinrazón, protesto a Dios y al Rey mi señor, a Vuestra Majestad y al mundo entero que no correrán por mi cuenta los daños que pudieren resultar a la inquietud pública de la satisfacción, y me será preciso tomar en semejantes casos [22].
En la carta incluyó repetidamente el objetivo de servir a la Corona, y muestra su lealtad hacia su hermano y su madre,
[…] dar logro a mi justa intención, que es y será la misma hasta perder el último aliento de mi vida, por hacer a mi Rey y a mi patria este gran servicio […] puedan ser atendidas de Vuestra Majestad mis humildes representaciones que siempre serán encaminadas a la expulsión de esa parte sin más interés, mío después de la reparación de mi honor, que el librar a estos reinos de ella […] Es cierto que todo se dispondrá a entera satisfacción de Vuestra Majestad, y se hará con quietud y consejo el mayor servicio de Dios, del Rey mi señor, y bien de los vasallos, cuya mira es y será la única de todas mis resoluciones [23].
Finaliza la carta con una reflexión con tintes de dramatismo, para que no quedaran dudas de su lealtad hacia la Corona, y del fiel servicio que estaba dispuesto a realizar con tal de formar parte del grupo más cercano de decisión en torno al Rey, “Y a la hora que el más fiel amigo viere en mí la más leve muestra que desliga esta obligación, le exhorto que será el primero a quitarme la vida. Dios guarde y prospere la de Vuestra Majestad, para bien de estos reinos” [24].
Firma definiéndose como, el humilde criado y vasallo de Vuestra Majestad, Don Juan. Como una muestra del respeto y establecer de forma clara la jerarquía que existe entre la Reina y él, hijo legitimado de Felipe IV. Kamen, lo ubica dentro de una categoría única en la nobleza de la época, pues era un príncipe de sangre y “el jefe principal de la monarquía”[25] por su gran influencia y actuaciones posteriores.
Esta carta tuvo repercusiones de importancia como la respuesta que el Consejo Real redactó, además de ser objeto de críticas por parte de sus detractores. Si bien no es el objeto de este trabajo su análisis, se los menciona, ya que formaron parte de la amplia discusión por medio de escritos, que se realizó durante este período del reinado de Carlos II. De Maura sobre la carta mencionada anteriormente y sus respuestas afirma que, “inician el segundo asalto del duelo político y una de las más reñidas batallas de prensa de nuestra historia”[26].
Conclusiones
Luego de analizar los textos escritos desde Consuegra, por Juan José de Austria, en particular la carta del 21 de octubre de 1668, podemos identificar características particulares de sus ideas.
Se reconoce la animadversión que expresa sobre la figura del padre Nithard, en amplios pasajes de su escrito, donde emite juicios de valor sobre él y su actuación. Destacó en cada momento la lealtad que sentía hacia su hermano el Rey y su madre, la cual respeta. Se identifica que sus palabras son medidas, sin pasar de una ceremoniosa y elegante formalidad.
En estos escritos plasmó su idea sobre la realidad del gobierno del reino y en relación con los problemas existentes. En ellos expone su visión sobre que él era la solución a muchos de estos problemas, si se le permitía una activa participación en las decisiones de gobierno.
Destacan de esta manera, las misivas como documentos utilizados con la finalidad de promocionar las virtudes de su autor, para aumentar el aprecio en torno a su figura y obtener una mayor cantidad de adeptos. Son estas cartas elaboradas con el objetivo de difundirlas, que sean copiadas y distribuidas entre una gran cantidad de personas. Si bien son cartas privadas, se dejan en evidencia los fines públicos que perseguían. Como parte del proyecto sobre escritos autorreferenciales, es un primer acercamiento a la personalidad e ideas de don Juan José de Austria, desde su puño y letra. Cabe señalar que en ellos presenta muchos matices desde su percepción sobre el entorno. Una nueva mirada diferente a cómo otros autores lo han plasmado en sus textos.
Por ello consideramos de relevancia el acercamiento directo a sus testimonios, y por sobre todo a los escritos elaborados por los protagonistas, como es este el caso.
- Universidad Nacional de Cuyo, Universidad Autónoma de Chile.↵
- AMELANG, J.: “Los dilemas de la autobiografía popular”. En Trocadero, Revista de Historia Moderna y contemporánea, N°16. 2004. Pág. 9- 10.↵
- AGUILERA BARCHET, B. “Prólogo” a RUIZ RODRÍGUEZ, I. Don Juan José de Austria en la monarquía hispánica: entre la política, el poder y la intriga. Madrid, 2007, pp. VI-VII.↵
- RUIZ RODRIGUEZ, I. Don Juan José de Austria en la monarquía hispánica…, op. cit., p. 231.↵
- Ibid, pp. 242-243.↵
- KAMEN, H. La España de Carlos II. Barcelona, 1981, p. 523.↵
- MAURA, Duque de. Vida y reinado de Carlos II: La minoridad. Tomo I. Madrid, 1942.Pág. 52.↵
- Ibid, p.70.↵
- Ibid, p. 97.↵
- RUIZ RODRÍGUEZ, I. Don Juan José de Austria en la monarquía hispánica…, op. cit., p. 267.↵
- Idem.↵
- Ibid., pp. 267-268.↵
- Idem.↵
- Idem.↵
- RUBIO, M. J. Reinas de España, las Austrias: Siglos XV- XVII, de Isabel la Católica a Mariana de Neoburgo. Madrid, 2010, p. 345.↵
- VERMEULEN, A. A quantos leyeren esta carta: estudio histórico- crítico de la famosa carta de don Juan José de Austria, fechada en Consuegra el 21 de octubre de 1668. Leuven, 2003, p. 59.↵
- SCHULTE, H. F. The Spanish Press, 1470-1966. Chicago, 1968, citado por KAMEN, H. La España de Carlos II, op. cit., p. 506.↵
- KAMEN, H. La España de Carlos II, op. cit., p. 526.↵
- RUIZ RODRÍGUEZ, I. Don Juan José de Austria en la monarquía hispánica…, op. cit., p. 299.↵
- Idem.↵
- Ibid., p.299.↵
- Ibid., pp. 299-300.↵
- Idem., p., 300.↵
- Ibid., pp. 296-297.↵
- KAMEN, H. La España de Carlos II, op. cit., p. 52.↵
- MAURA, Duque de. Vida y reinado de Carlos II , op. cit., p. 131.↵