Andrés Pedreño Cánovas
Es el conjunto de determinaciones sociales que estructuran la vida de las poblaciones inmigrantes en una determinada sociedad situada históricamente. En este término aparecen imbricados los ejes de diferenciación de estatus y clase, pues con Fraser (2006) diremos que la condición inmigrante, por un lado, “organiza divisiones estructurales entre trabajos remunerados serviles y no serviles” y también diferencia “entre fuerza de trabajo explotable y superflua” (Fraser, 2006, p. 30), y por otro lado, el estigma de los rasgos diferenciales étnico-culturales desde las normas eurocéntricas
producen formas racialmente específicas de subordinación de estatus, que incluyen la estigmatización y la agresión física; la devaluación cultural, la exclusión social y la marginación política; hostilidad y menosprecio en la vida cotidiana y negación de los derechos plenos y protecciones equiparables de los ciudadanos (Fraser, 2006, p. 31).
Ambas dimensiones no las podemos pensar en términos de causa-efecto, sino en interacción. Con Weber diremos que los rasgos característicos de la condición inmigrante no son fenómenos económicamente condicionados, en cuanto que se forjan en la estructura social, pero sí fenómenos económicamente relevantes, en cuanto que influyen en los modos de organización social del trabajo y de la producción (Pedreño, 1999). Sin embargo, desde el momento en que estas categorías se manipulan en el interior de las estructuras productivas para elevar las ganancias de productividad, se tornan fenómenos económicamente condicionados, en cuanto su fuerza de trabajo adquiere un valor de cambio determinado (Pedreño, 1999).
Siguiendo una conocida conceptualización de Robert Castel sobre la condición salarial (Castel, 1995), traté de conceptualizar la formación de una condición inmigrante en las sociedades postfordistas europeas, y concretamente en España (Pedreño, 2005). El diagnóstico de que estábamos ante “sociedades etnofragmentadas” proponía un marco desde el que estrechar de una forma más compleja reconocimiento y redistribución, a partir de lo que denominé un régimen específico de vulnerabilidad y explotación del trabajo inmigrante (Pedreño, 2005) formado por los siguientes elementos característicos:
- El nuevo estatuto de la frontera respecto a los inmigrantes extranjeros. Las fronteras no solamente delimitan un Estado nacional, sino que en el actual contexto de migraciones internacionales, están sirviendo para trazar dentro de su espacio interno, diferenciaciones, segmentaciones y segregaciones entre los nacionales −aquellos que son reconocidos como sujetos con derechos de ciudadanía− y los inmigrantes extranjeros −los cuales quedan en un fronterizo “no lugar”, pues, por un lado, están integrados plenamente en el mercado de trabajo, pero, por otro lado, están excluidos de la ciudadanía plena (lo cual garantiza un mayor disciplinamiento así como una hiperexplotación de su fuerza de trabajo)− (Balibar, 2003, p. 193). La legislación española de extranjería construye al trabajador inmigrante como un sujeto sociolaboral disponible, flexible y vulnerable. Un trabajador con unos derechos de ciudadanía de excepción, o que directamente se le niega cualquier derecho (como a los denominados “sin papeles”, quienes carecen inclusive del derecho de sindicación), deviene un sujeto extremadamente vulnerable, ya que al disponer de unos derechos reconocidos muy precaria y condicionadamente, o carecer de ellos por su estatus de ilegalidad, es empujado al riesgo y la inseguridad, y por tanto, tendrá un poder de negociación de las condiciones de venta de su fuerza de trabajo muy precario o directamente inexistente.
- Crisis del estatuto de la condición salarial y deriva hacia formas precarizadas de empleo con débiles protecciones sociales. El volumen de trabajadores sometidos a formas de contratación temporal y precaria ha crecido interrumpidamente. Esto tiende a sustituir la segmentación entre trabajadores ocupados y parados por la segmentación entre trabajadores estables y temporales. Esta lógica de precariedad laboral es una realidad preexistente a la llegada de los inmigrantes. No ha “venido” con los flujos migratorios, aunque ciertamente la precariedad se extiende, y muchas veces el uso que la gestión empresarial hace de la mano de obra inmigrante preanuncia esa generalización de la precariedad. Por ello, en los segmentos del mercado laboral secundario, el trabajo inmigrante compite con los sectores descualificados o subalternos de la clase trabajadora autóctona.
- Retroceso del Estado social y sus formas de propiedad social. El progresivo vaciamiento del contenido social del Estado hace que sean las posiciones más vulnerables −como el proletariado local e inmigrante− las más afectadas. La relación de los trabajadores inmigrantes con el Estado social viene condicionada por su posición subordinada y desvalorizada en cuanto al estatuto de ciudadanía, lo cual les confiere una capacidad de influencia política muy baja en las controversias por la distribución de los recursos sociales y estatales.
- Ensanchamiento de la fractura social o polarización social entre integrados y vulnerables. Un análisis de las cartografías de la inserción sociolaboral de los inmigrantes cuestiona la lectura socialmente dominante sobre el carácter “marginal” del valor aportado con su trabajo − “hacen los trabajos que nadie quiere”, etc.−, mostrando que la inserción de los inmigrantes se relaciona con procesos y sectores estratégicos de la economía de las sociedades receptoras. Es decir, los trabajadores inmigrantes están en el centro de los procesos económicos y sociales que definen el crecimiento de las sociedades contemporáneas, pero su posición periférica en la estructura social revela que se trata de un nuevo proletariado. Esta invisibilización o periferización del valor del trabajo inmigrante actúa a través de una función de denegación de las relaciones sociales que (re)presenta como “natural” o “neutral” lo que más bien es la construcción política y simbólica de un desplazamiento del trabajo inmigrante hacia esas posiciones que aun siendo periféricas, no tienen nada de “marginales” o “excluidas”, antes al contrario, están en el centro de la labor estructurante de estructuras productivas fundamentales para la inserción global de determinados territorios
- Clasificación y jerarquización etnicista del valor social de los diferentes colectivos inmigrantes. A través de la lógica del estigma operan los procesos de desvalorización social de la población inmigrante y sus formas de legitimación, así como de jerarquización de los diferentes colectivos de inmigrantes. De forma preferente el discurso de las “raíces culturales” es socialmente movilizado para distribuir étnicamente a los inmigrantes en las jerarquías del espacio social, utilizando para ello el criterio de la supuesta “distancia cultural” que separe a sus “culturas de origen”, convenientemente estereotipada, de los valores culturales occidentales, representados tales como si éstos existiesen realmente componiendo una unidad. En esta jerarquización imaginaria el lugar más bajo lo ocupan indudablemente los musulmanes. El atávico rechazo español al moro pone a los marroquíes residentes en España en el blanco de la sospecha xenófoba, cuando no la picota de ser culturalmente inintegrables. Este consenso social que presenta al inmigrante musulmán como potencialmente problemático tiene indudables repercusiones sobre sus oportunidades de acceso y elección de recursos sociales, laborales, etc. Los empleadores apelan a las “diferencias culturales” entre los colectivos de trabajadores extranjeros para argumentar sus preferencias en la contratación con criterios étnicos. Legitimando así la segmentación étnica del mercado laboral y la rápida sustitución de unos trabajadores por otros recién llegados; esos discursos permiten en definitiva un mayor disciplinamiento de la mano de obra.
En esta conceptualización del “régimen específico de vulnerabilidad y explotación de los trabajadores inmigrantes” en las sociedades posfordistas, las cuestiones de redistribución (logro) y reconocimiento (estima) se presentan de forma integrada, en un intento de desarrollar la vinculación atisbada en la lectura de Weber sobre la condición inmigrante dentro de la dinámica “fenómeno económicamente relevante”, “fenómeno económicamente condicionado”.
La teoría del reconocimiento de Axel Honneth, en cuanto marco de análisis que permite nuevos avances en la integración de las problemáticas de redistribución y reconocimiento en las sociedades contemporáneas, posibilita nuevos avances sobre la comprensión de la condición inmigrante en las sociedades de hoy. Su contribución plantea la centralidad de las luchas por el reconocimiento de los sectores sociales que en la modernidad capitalista experimentan sentimientos de desprecio y humillación. En la transición hacia la sociedad moderna, Honneth plantea que la estima o reconocimiento que el individuo mereciera legítimamente ya no se rige por la propiedad y su correlativo código de honor, sino por el lugar que el individuo ocupa en la división social del trabajo y los logros que obtiene. La esfera del reconocimiento de la ley otorgaba de esta forma a todos los miembros de la sociedad un respeto por igual por su dignidad y autonomía como personas jurídicas, mientras que el reconocimiento meritocrático posibilitaría disfrutar de una estima social según su éxito como “ciudadano productivo” (Honneth, 2006, p. 112).
Así, la infravaloración de los trabajos desarrollados por inmigrantes se debe a un mecanismo, el desprecio, que opera en la organización social del trabajo a modo de “medida cultural” que determina la estima social a un trabajo determinado, independientemente de su contenido concreto. De tal forma que también en la condición inmigrantes podemos identificar el momento del conflicto como “luchas por el reconocimiento”:
- Conflictos que han tenido como objeto deslegitimar el orden distributivo predominante. Los trabajadores y trabajadoras inmigrantes no están reconocidos como parte de “relaciones de experiencia morales” (Honneth, 2011) y ello tiene que ver con la etnificación o racialización del trabajo. Esto es “una patología de reconocimiento”, pues a pesar de su centralidad en el orden productivo, sin embargo, están ausentes en la esfera política pública y del discurso institucional sobre la modernización. Otra forma de lucha por el reconocimiento son las estrategias familiares de promoción social de los trabajadores inmigrantes, tal y como las analizamos en una investigación sobre las trayectorias sociales de padres e hijos en el campo murciano (Pedreño, 2010 y 2013). En efecto, las familias marroquíes y ecuatorianas que protagonizaron la investigación habían reorientado su proyecto de carrera social hacia sus hijos, sobre los cuales depositaban las expectativas de promoción social que ellos mismos no habían podido disponer en su condición de inmigrantes. La frase “que no sean como nosotros”, acuñada por una madre ecuatoriana jornalera agrícola en el Campo de Cartagena, y que adoptamos como título de la investigación (Pedreño, 2013), sintetizaba la elaboración simbólica de la carrera social en estas familias: que no trabajen en “el campo”, o en cualquiera de esos otros trabajos duros y precarios propios de la condición inmigrante.
- Conflictos que interpelan el principio de igualdad jurídica cuestionando la falta de respeto a sus logros reales para conseguir una mayor estima de sus aportaciones sociales mediante el acceso a derechos o a mejoras salariales. La igualdad jurídica de trato es una de las tres formas de reconocimiento social que, según Honneth, configuran la identidad de los sujetos modernos, junto con los principios de la esfera del amor y del reconocimiento del logro y la estima social. En el derecho moderno hay implícita una promesa de respeto como persona jurídica, con los mismos derechos que todos los demás miembros de la sociedad. Esto se ha concretado en dos desarrollos conflictivos por parte de los trabajadores inmigrantes: la lucha por la legalidad de su residencia en cuanto ciudadanos y el reconocimiento de sus derechos laborales como ciudadanos productivos.
- Conflictos por el reconocimiento de la diferencia cultural. El esquema histórico de Fraser relativo a que en el actual contexto histórico predominan las luchas por la diferencia cultural frente al predominio de las luchas por la redistribución propias de la época fordista no se ajusta a lo que revelan las investigaciones sociológicas. Por ello no puedo estar más de acuerdo con Honneth cuando plantea que “esas formas de resistencia política no deben sobrestimarse sociológicamente de ninguna manera, dado que su importancia pública sólo se debe a menudo a la estilización de los medios de comunicación de masas” (Honneth, 2006, p. 127). Sin embargo, es verdad que estas luchas existen, y más verdad es que en las sociedades europeas el estigma islamófobo de la religión sirve para fundamentar una lógica de desprecio y humillación. Honneth (2006) ante estas pugnas de politización de la identidad cultural está tentado de sumar un principio más de reconocimiento a los tres que se han venido diferenciando históricamente dentro de la infraestructura normativa de las sociedades modernas (amor, igualdad jurídica y logro o mérito).
Bibliografía
Balibar, E. (2003). Nosotros, ¿ciudadanos de Europa? Las fronteras, el Estado y el pueblo. Madrid: Tecnos.
Castel, R. (19995). La metamorfosis de la cuestión social. Barcelona: Paidós.
Fraser, N. (2006). La justicia social en la era de la política de la identidad: redistribución, reconocimiento y participación. En N. Fraser y A. Honneth, ¿Redistribución o reconocimiento? (pp. 17-88). Madrid: Editorial Morata.
Honneth, A. (2006). Redistribución como reconocimiento. Respuesta a Nancy Fraser. En N. Fraser y A. Honneth, ¿Redistribución o reconocimiento? (pp. 89-148). Madrid: Editorial Morata.
Honneth, A. (2011). La sociedad del desprecio. Madrid: Trotta.
Pedreño, A. (1999). Del jornalero agrícola al obrero de las factorías vegetales. Madrid: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Pedreño, A. (2005). Sociedades etnofragmentadas En A. Pedreño y M. Hernández (coords.), La condición inmigrante. Exploraciones e investigaciones desde la Región de Murcia (pp. 75-103). Murcia: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia.
Pedreño, A. (2010). Carrera y fracaso en las trayectorias sociales de los hijos de inmigrantes. En A. A. García, M. E. Gadea y A. Pedreño (eds.), Tránsitos migratorios: contextos transnacionales y proyectos familiares en las migraciones actuales (pp. 205-230). Murcia: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia.
Pedreño, A. (2013) (coord.). Que no sean como nosotros: trayectorias formativo-laborales de los hijos de familias inmigrantes en el campo murciano. Murcia: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia.