Otras publicaciones:

9789877231076_frontcover

9789871867332_frontcover2

Otras publicaciones:

12-3054t

9789877230123-frontcover

Familias (in)migrantes

Iñaki García Borrego

Aclaraciones previas: (1ª) el paréntesis del título indica que esta entrada se dedica principalmente a las familias con proyectos migratorios tendentes al asentamiento en un solo país, pero en los párrafos finales diré algo sobre las familias trasnacionales. (2ª) aquí “familia” se refiere al núcleo familiar, no a la red de parentesco. En ese núcleo las posiciones y relaciones entre los miembros suelen estar estructuradas básicamente por generación y género, mientras que en la red de parentesco la estructuración es más compleja, pues dos personas que ocupan posiciones formalmente equivalentes (por ejemplo, tías o primas de un mismo grado) pueden jugar papeles muy distintos en términos de proximidad simbólica, vínculos, confianza, alianzas, intercambio de dones, etc. La frontera entre núcleo familiar y red de parentesco es lábil y puede cambiar a lo largo del tiempo, dependiendo por ejemplo de la convivencia y la proximidad residencial, pero no solo. Únicamente la investigación empírica puede dar cuenta de la frecuencia y dinámicas de las distintas configuraciones familiares (Camarero, 2010; Domingo y Parnau, 2010). (3ª) llamo reproducción social a las actividades de todo tipo que despliega una familia para mantenerse y tratar de mejorar su situación material y simbólica. (4ª) esta entrada se basa en diversas investigaciones sobre inmigración a Europa, mayormente migraciones latinoamericanas a España (García Borrego, 2011). (5ª) por razones de prosodia, usaré aquí el masculino genérico.

Las actividades de reproducción social pueden clasificarse en dos tipos: trabajos remunerados, y trabajos domésticos y de cuidados. Ambos se realizan por distintas personas (jóvenes y adultos marcados por la división sexual del trabajo), en distintos lugares (domicilio, centro o centros de trabajo), y en distintos momentos (del día, de la semana, del mes, del año, de la vida…). Por ello, puede decirse que articulan estructuras familiares, polos geográficos y ciclos temporales. Contemplando por ejemplo el largo plazo, vemos que los miembros de una familia tienen que recorrer procesos como asentarse territorial y laboralmente, regularizarse legalmente, criar a la siguiente generación, cursar estudios, etc. Pues bien: algo que caracteriza a las familias (in)migrantes es la gran complejidad de esas articulaciones y recorridos, en marcado contraste con las no-migrantes, que deben superar menos obstáculos. Obstáculos como:

  • En el mercado laboral, los adultos inmigrantes suelen carecer prácticamente de poder social de negociación (Villa, 1990), por lo menos durante sus primeros años en el país de asentamiento. Por ello muchos basan su estrategia de inserción laboral en la disponibilidad casi total hacia el empleo (Riesco-Sanz, 2010). Esto se traduce en largas jornadas de trabajo (incluidos desplazamientos cotidianos) u horarios intempestivos. Ello les deja poco tiempo y energía para todas las tareas de cuidados y crianza de sus hijos: ayudarles en las tareas escolares, hablar con ellos, compartir actividades de ocio, trasmitirles disposiciones, conocimientos y hábitos valiosos, etc.
  • Sufren frecuentemente discriminación, segregación residencial e inseguridad jurídica, sometidos a unas leyes de extranjería que limitan sus libertades y marcan los tiempos para viajar al país de origen, reagruparse, cambiar de empleo y de lugar de residencia (Gil Araujo y Pedone, 2008). Combinado con la precariedad laboral, todo ello genera a menudo estados de vulnerabilidad, caracterizados por la escasez material y por lo reducido de unas redes sociales compuestas casi exclusivamente por compatriotas suyos en situación similar.
  • Estas familias sufren la fragmentación espacial: los largos periodos de separación entre sus miembros debilitan y dañan los vínculos afectivos, complicando considerablemente las relaciones entre ellos y dando lugar a configuraciones familiares fragilizadas por los avatares del proceso migratorio, surgimiento de conflictos de pareja, paterno-filiales, etc. (Carrasco et al., 2002). Cuando menores inmigrantes que pasaron años separados de su madre, padre o cuidadora principal son reagrupados siendo ya unos (pre)adolescentes, pueden aparecer problemas de convivencia y/o conflictos de autoridad generados por sentimientos de abandono, resentimiento, despecho, etc. (Veredas, 2003). Por otra parte, los hijos pueden convertirse en rehenes de los conflictos entre los progenitores o entre miembros de la red familiar, sobre todo si en algún momento del proceso migratorio quedan a cargo de otros cuidadores distintos de su madre.
  • Pero el distanciamiento subjetivo no es solo una cuestión de vínculos, también de trayectorias sociohistóricas objetivas, pues el cambio social genera lejanía cultural entre las generaciones de una misma familia. En el caso de los hijos de (in)migrantes, hay que añadir además los efectos de las distanciales territoriales jerarquizadas: abuelos y padres crecieron generalmente en países de la periferia del capitalismo mundial del siglo XX, mientras que los hijos lo hacen en países del centro o la semiperiferia global del XXI, donde entran en contacto con las formas de vida, las (sub)culturas locales y los agentes socializadores e instituciones propias de estas sociedades superindustriales de servicios, consumo intensivo y empleo flexible. Por ejemplo, y a distintos niveles: los grupos de pares, el sistema educativo, las Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (NTIC) omnipresentes y de fácil acceso, la publicidad corporativa en todos sus formatos, la tecnoburocracia en constante evolución, etc. A esto hay que añadir que la migración suele ir acompañada o precedida de una trayectoria familiar de desclasamiento, con todo lo que ésta supone de adaptación forzosa a nuevas (y peores) condiciones materiales y simbólicas. El proceso de acostumbrarse objetivamente a un nuevo país se complica por la necesidad añadida de reajustar las disposiciones subjetivas de los miembros de la familia a su nueva situación social. Este reajuste es distinto para cada uno de los miembros de la familia en función de los cambios que deba afrontar, de cómo se produzca su inserción en distintos ámbitos laborales, educativos y residenciales. También, de su capacidad de adaptación, aceptación y comprensión del proceso vivido.

Es muy probable que las familias (in)migrantes arrastren durante años las consecuencias de todas estas dificultades, y del esfuerzo colectivo realizado para superarlas. Los hijos van a heredar de una forma u otra los efectos de articulaciones familiares muy tensadas espacialmente (entre el lugar de origen y el lugar de asentamiento) y temporalmente. Las urgencias del salir adelante día a día postergan un “mañana” en el que poder conciliar razonablemente la actividad laboral y la vida familiar.

Otro factor de tensión en muchas familias de origen migrante son los cambios en las relaciones de género. La migración obliga a los miembros de la pareja a asumir tareas y roles nuevos, modificando su subjetividad y pautas de conducta, y con ello la división sexual del trabajo y las relaciones de poder patriarcal. Que estas relaciones cambian con la migración es algo ya muy estudiado (Suárez, 2004; Parella y Samper, 2007), pero estos mismos estudios advierten contra el ingenuo eurocentrismo de creer que venir a Europa es en sí mismo un factor liberador para las mujeres inmigrantes (Pedone, 2006). En ocasiones puede pasar precisamente lo contrario: que la movilización migratoria familiar coloque a esas mujeres en situaciones de dependencia y subordinación que no sufrían en su país de origen. Solo la investigación empírica de un proceso tan complejo puede mostrarnos todos sus matices y dobleces.

Todo lo expuesto hasta aquí define las condiciones inmediatas en que se desarrolla el proceso de socialización y formación de los hijos de inmigrantes. Los principales agentes de ese proceso son los adultos del núcleo familiar. Estos tratan de orientar a sus hijos a medio y largo plazo, inculcando a sus hijos disposiciones y esquemas subjetivos que les permitan generar percepciones, valoraciones y prácticas ajustadas a sus circunstancias, y de esta manera acceder a los mejores recursos a su alcance (Bourdieu, 1997). La escuela juega un papel clave en ese proceso. Pero de nuevo, los tiempos son decisivos: los padres que quieran que sus hijos hagan una buena carrera escolar en el lugar de destino tienen que reagruparlos cuanto antes, pues una incorporación tardía al sistema educativo reduce considerablemente las posibilidades de desarrollar una escolaridad prolongada y exitosa (Colectivo ioé, 2003). Y aquí vemos de nuevo la importancia de tener un sentido estratégico de las apuestas realistas y oportunas: esforzarse por desarrollar una trayectoria escolar post-obligatoria larga no es necesariamente la mejor apuesta que pueden hacer los inmigrantes y sus hijos. Teniendo en cuenta que estos últimos están en desventaja escolar respecto a los autóctonos (por lo expuesto en los párrafos anteriores), y que por ello sus posibilidades de “éxito” en ese ámbito son más reducidas que las de estos, el gran esfuerzo que han de hacer las familias inmigrantes para lograr dicho objetivo puede no verse recompensado, resultando así una estrategia mal orientada, poco razonable o demasiado ambiciosa. Se trata de una apuesta arriesgada para las familias con dificultades materiales para trasmitir intergeneracionalmente el capital cultural (acompañamiento de los padres a los hijos), o para empezar a acumularlo desde un nivel muy bajo. El dilema se presenta al término de la etapa secundaria obligatoria: mientras que algunos padres orientan a sus hijos hacia el bachillerato (apuesta a largo plazo ambiciosa), otros pueden pensar en un acceso más rápido al empleo a través de una formación profesional (apuesta a medio plazo “realista”).

El género es también un elemento decisivo en la trayectoria escolar de los hijos de inmigrantes. Para los chicos de clases populares (por origen familiar o por desclasamiento): la cultura de la masculinidad propia de éstas puede llevarles a adoptar una actitud de rebeldía frente a la autoridad de los educadores y a la burocratizada institución escolar (Willis, 1988). Para las chicas de familias donde la socialización diferencial por géneros está muy vigente: si deben asumir responsabilidades familiares antes que sus hermanos varones, su rendimiento escolar puede verse afectado. Aunque cabe recordar lo que observan Martín Criado et al. (2001): la inculcación de esas responsabilidades puede resultar en parte beneficiosa para las adolescentes desde el punto de vista académico, pues ese sentido de la responsabilidad encaja con las disposiciones que pretende inculcar la escuela contemporánea: disciplina, regularidad, perseverancia, madurez, etc. De manera que la asunción temprana de responsabilidades puede perjudicar a las chicas en el plano material (por el tiempo y la energía que han de dedicar a esas tareas), pero paradójicamente les puede beneficiar en el plano subjetivo, por contribuir a su maduración psicológica.

Familias trasnacionales son aquellas atravesadas internamente por el proceso de trasnacionalización global. Estas se caracterizan comúnmente por tres rasgos principales:

  1. La separación espacial de sus miembros, que mantienen entre sí relaciones caracterizadas por el sentimiento de unidad, la fuerza de los vínculos afectivos y la solidaridad (intercambios materiales y simbólicos regidos por una estricta lógica del don), aun permaneciendo alejados los unos de los otros durante mucho tiempo (ver Bryceson y Vuerela, 2002).
  2. Dicha separación, que puede llegar a ser una dispersión entre más de dos polos geográficos, determina el desarrollo de las actividades necesarias para la reproducción familiar: obtención del sustento, crianza de los hijos, gestión de las relaciones familiares, organización de la vida doméstica, etc. Por ejemplo, cuando los ingresos monetarios obtenidos en un destino migratorio por algún miembro(s) son enviados al lugar de origen en forma de remesas destinadas al sustento de otros miembros, la lejanía entre miembros de la familia supone una lejanía de actividades: se trabaja en un sitio y se consume en otro. A esta dispersión espacial de actividades se suma a veces una dispersión temporal, cuando las actividades se distribuyen a lo largo de un ciclo de tiempo, por ejemplo, un año. Los menores pueden pasar unos meses con una adulta y otros meses con otra, escolarizarse en un sitio y pasar las vacaciones escolares en otro, etc.
  3. A resultas de todo esto, la frontera entre núcleo familiar y red de parentesco descrita al principio de esta entrada es más difusa que en las familias con una estructuración personal, territorial y temporal más clara (jerarquías de los géneros y las generaciones, convivencia y proximidad, cambios a lo largo del tiempo).

Los miembros de las familias trasnacionales que residen alternativamente en los países de origen y destino suelen adquirir una gran capacidad para moverse con fluidez en y entre ambas sociedades (“moverse” en su doble sentido: desplazarse y buscarse la vida). A la larga desarrollan un habitus trasnacional que les permite aprovechar los recursos materiales y simbólicos disponibles en cada una de ellas. Pero las estrategias de reproducción de estas familias se ven muy condicionadas por los siguientes factores:

  • La lejanía de ambos países, que si es grande limita la frecuencia de la movilidad necesaria para mantener relaciones estrechas con los miembros de la familia residentes acá y allá, y acaba debilitando los lazos.
  • La posibilidad de hacer un uso calculado de los permisos de residencia, trabajo y reagrupación familiar.
  • El funcionamiento de los mercados laborales temporales en los que se contrata mano de obra extranjera durante unas semanas o meses al año.
  • Los acuerdos establecidos con los parientes que cooperan de una forma u otra con el proyecto migratorio: prestando dinero, haciéndose cargo del cuidado de los hijos o de explotaciones agroganaderas o bienes inmobiliarios, etc. Esos acuerdos determinan fuertemente las decisiones familiares y marcan en buena medida los ritmos del proceso migratorio, por ejemplo, fijando plazos exigentes para el cumplimiento o vencimiento del acuerdo. Por ende, al ser generalmente tratos verbales informales están sujetos a distintas interpretaciones interesadas, dando lugar a desavenencias y conflictos en ocasiones enconados, sobre todo entre parientes políticos.

En definitiva, las familias trasnacionales hacen un uso complejo y relativamente flexible de las posibilidades abiertas por las redes informales de cooperación, los mercados laborales, y las legislaciones de los países de destino. Frente a estrategias y proyectos migratorios más lineales, rígidos o menos elaborados, podría decirse que los proyectos trasnacionales suponen una forma de fluidificación de la migración, y de flexibilización extrema de la conciliación entre la vida laboral y la vida familiar. Se trata de una articulación espacio-temporal de ambas esferas que implica estirarlas al máximo tanto en el espacio (trabajar acá y tener a la familia allá) como en el tiempo (trabajar ahora acá para luego formar allá una familia, o estar separado/a durante un tiempo de la familia para reunirse con ella en el futuro, etc. O bien, cuando se considere conveniente, proceder a una desreagrupación familiar: enviar a los hijos menores nacidos en destino o previamente reagrupados al lugar de origen familiar, al cuidado de abuelas o tías).

Bibliografía

Bourdieu, P. (1997) “El espíritu de familia”. En Razones prácticas. Barcelona, España: Anagrama, pp. 126–138.

Bryceson, D. F. y Vuerela, U. (2002) “Transnational Families in the Twenty-first Century” en Bryceson y Vuerela (eds.): The Transnational Family: New European Frontiers and Global Networks. Oxford, Reino Unido: Berg.

Camarero, L. (2010) “Transnacionalidad familiar: estructuras familiares y trayectorias de reagrupación de los inmigrantes en España”. Empiria, 19, pp, 3971.

Carrasco, S. y otras (2005) “Infància i immigració: tendències, relacions i polítiques”. En CIIMU: Informe 2004. Infància, famílies i canvi social a Catalunya (vol.2). Barcelona, España: Instituto de Infancia y Mundo Urbano.

Colectivo Ioé (2003) La escolarización de hijas de familias inmigrantes. Madrid: CIDE (Ministerio de Educación y Ciencia)/ Instituto de la mujer.

Domingo, A. y Parnau, Mª (2006) “Familia y estructura del hogar de la población de nacionalidad extranjera en España, 2001” en Instituto de Estadística de Andalucía: Inmigración: aspectos sociales y económicos. Sevilla, España: Junta de Andalucía.

García Borrego, I. (2011) “La difícil reproducción de las familias inmigrantes. ¿Hacia la formación de un proletariado étnico español?” Papers: revista de sociología, 96/1, pp. 55–76.

Gil Araujo, S. y Pedone, C. (2008) “Maternidades transnacionales entre América Latina y el Estado español. El impacto de las políticas migratorias en las estrategias de reagrupación familiar”. En Solé, Parella y Calvancanti: Nuevos retos de transnacionalismo en el estudio de las migraciones. Madrid: Observatorio Permanente de la Inmigración-Ministerio de Trabajo e Inmigración (149–176).

Martín Criado, E. y otros (2001) Familias de clase obrera y escuela. Donostia (España): Iralka.

Parella, S. y Samper, S. (2007) “Factores explicativos de los discursos y estrategias de conciliación del ámbito laboral y familiar de las mujeres inmigradas no comunitarias en España”. Papers: revista de sociología, 85, pp. 157–175.

Pedone, C. (2006) Estrategias migratorias y poder: tú siempre jalas a los tuyos. Quito: Abya-Yala.

Riesco-Sanz, A. (2010) Inmigración y trabajo por cuenta propia: economías inmigrantes en Lavapiés (Madrid). Univ. Complutense de Madrid: tesis doctoral.

Sayad, A. (2006) L’immigration ou les paradoxes de l’altérité. 2. Les enfants illégitimes. París: Raisons d’agir.

Suárez, L. (2004) “Transformaciones de género en el campo transnacional. El caso de mujeres inmigrantes en España”. Revista La Ventana, Nº 20, pp. 293–327.

Veredas, S. (2003) El entorno familiar de los menores de origen extranjero escolarizados en Madrid. https://aulaintercultural.org/2004/10/03/el-entorno-familiar-de-los-menores-de-origen-extranjero-escolarizados-en-madrid/ (consulta del 14 de diciembre 2022).

Villa, P. (1990) La estructuración de los mercados de trabajo: la siderurgia y la construcción en Italia. Madrid: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

Willis, P. (1988) Aprendiendo a trabajar. Cómo los chicos de clase obrera consiguen trabajos de clase obrera. Madrid: Akal.



Deja un comentario