Agustina Chávez
(Instituto de Formación Docente Continua Villa Mercedes, San Luis)
En Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931) de Roberto Arlt y en El jugador (1867) de Dostoyevski, el batacazo se presenta como una posibilidad de ascensión desde un sistema de ganancias marginal al socialmente legitimado, basado en el trabajo. En El jugador los personajes ven al juego de la ruleta como un medio para que, por ejemplo, un simple tutor como Alexei pueda construirse una posición relevante ya que, más allá de los títulos que pueda llevar una familia o un individuo, el dinero es lo que distingue a quienes poseen poder adquisitivo de quienes no. Los siete locos y Los lanzallamas presentan a un inventor frustrado que deposita su esperanza de mejora económica y social en la invención de una rosa de cobre y en su labor como miembro de una sociedad secreta que pretende la instauración de un nuevo orden social.
La presente propuesta se basa en analizar el rol del azar en la mejora de la situación económica de los personajes principales de cada narrativa y también indagar las sociedades ficcionales que los condicionan como sujetos. Para vincular las obras se tendrá en cuenta la noción de batacazo que, además del azar, hace necesario atender a los conflictos de clases, a los simulacros y a la incidencia del dinero en los vínculos personales.
De Dostoyevski a Arlt: dos poéticas y sus puntos de contacto
Mijail Bajtín (1988) reconoce al escritor ruso como el creador de la novela polifónica. La polifonía está presente en las numerosas ideas individuales transmitidas por los pensamientos y las voces de los diversos personajes dostoyevskianos y genera una autonomía particular entre ellos mismos y respecto del autor. De este procedimiento surge un segundo fenómeno particular que son los monólogos. Estos poseen un lugar crucial como conocer la mente perturbada de cada personaje y surgen a partir de un sentimiento de angustia.
En esa línea, Vladimir Nabokov (1997) afirma que en las obras de Dostoyevski no hay descripciones amplias de los personajes, salvo por su interioridad. Para Nabokov, los conflictos característicos de la narrativa de Dostoyevski se basan en reunir a un grupo de personas virtuosas en situaciones de gran patetismo. Es un narrativa “cuya galería de personajes se compone exclusivamente de neuróticos y trastornados” (214) y en la que priva la construcción del desequilibrio interno de los personajes respecto a lo que la sociedad reconoce como correcto.
Respecto a la obra de Arlt, Beratriz Sarlo (1988) considera que desde Ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires (1920) en adelante, el escritor hace “una exhibición de cultura y una exhibición de incultura” (2) en sus obras al hacer una exposición de sus referentes literarios, leídos en malas traducciones. Entre los principales autores que leyó Arlt está Dostoyevski y, según lo expuesto por Bajtín, no es extraño que en Los siete locos y Los lanzallamas los delirantes personajes presenten un carácter polifónico y monólogos que los particularizan y complejizan al darles un carácter oscilante y a veces incoherente con ellos mismos.
A propósito de las influencias, Ricardo Piglia (2019) propone pensar las distintas formas de lectura de ficción y plantea qué implica “leer mal”. Para esto cita la mala lectura del Fausto (1866) por Anastasio el Pollo y de Los endemoniados (1871) por Arlt como razón de la producción de un nuevo relato. Entonces, Piglia afirma que esta restitución genera tanto el texto del Fausto como la “lectura [de Los endemoniados] al sesgo produce Los siete locos”, novela en la que se reconoce cierto anacronismo.
El anacronismo en la forma de representación de la realidad que reconoce Analía Capdevilla (2014) y la antes mencionada mala lectura que señala Piglia permiten entender que existen varios hilos que entrelazan las poéticas de los autores. Por ejemplo: la lectura dostoyevskiana del accionar del anarquista Serguéi Necháyev que, influenciado por Bakunin, forma una sociedad secreta y la lectura de Arlt tanto de Bakunin como de Los endemoniados.
Respecto al batacazo, aspecto fundamental del análisis, Sarlo (1988) advierte que este involucra un saber marginal que posibilita una adquisición monetaria, por lo que el capital económico mantiene una estrecha conexión con el capital simbólico. Puntualmente, Alexei y Erdosain anhelan el golpe de suerte que les permitirá obtener gran cantidad de dinero mediante el juego o mediante la popularidad que pueda adquirir la rosa de cobre. Erdosain adquirió saberes que le permiten crear un objeto que puede volverse producto, que puede insertarse en el mercado. Por su parte, Alexei ha adquirido ciertos saberes ajenos a los de su profesión de tutor: se ha constituido como un observador y, entre prueba y error, confía en que puede saber cuándo es el mejor momento para apostar o salir de la mesa.
Existen una serie de fenómenos, analizados a continuación, que se presentan como motivadores para la búsqueda de batacazo: los conflictos de clases, los simulacros y la incidencia del dinero en los vínculos personales.
Conflictos de clases
En El jugador, una cuestión significativa es la mirada del otro: no solo importa tener una buena posición, sino mostrarla y, en el caso de que no se tenga, es necesario aparentarla por medio de actitudes elegantes o con apellidos o títulos nobiliarios falsos. En otras palabras, la sociedad rusa construida por Dostoyevski se presenta como una suerte de mascarada en la que se urden diversos simulacros e intrigas.
Un ejemplo del poder de la mirada como mecanismo de percepción social es la representación que tiene el general Zagorianski de la clase social de Alexei Ivanovich: desde su punto de vista, el tutor, al ser ajeno a la aristocracia, es más propenso a la vulgaridad y el vicio del juego. A pesar de esto, como tantos otros personajes de Dostoyevski y de Arlt, Zagorianski entra en conflicto con dicha “pulcritud” de clases porque participa del juego de la ruleta y se rodea de todo tipo de lúmpenes[1]. Esto es porque tanto Alexei como el general, estando en la ciudad de Roulettenburg, consideran que la ruleta puede ser un medio para una mejoría en sus respectivas condiciones. El tutor expresa lo siguiente respecto al juego, el trabajo legitimado y el azar:
Y por muy ridículo que parezca que yo espere para mí tanto de la ruleta, más ridícula es todavía la opinión rutinaria, admitida por todos, de que es absurdo y estúpido esperar algo del juego. Y, ¿por qué el juego iba a ser un medio de ganar dinero peor, digamos, que el comercio? Es verdad, en efecto, que gana uno de cien. Y a mí, ¿qué me importa? (Dostoyevski 2017: 560)
El juego de ruleta es uno de los más importantes del casino. Este, desde la teoría bajtiniana de la carnavalización, se convierte en un dispositivo que aproxima económicamente a los miembros de una clase con los de otra porque alguien de estatus menor puede adquirir una suma grandísima que lo equipare a un superior, así como puede suceder que alguien que disponga de un monto de dinero considerable caiga en la miseria. La ciudad misma, cuyo nombre significa “Castillo de la Ruleta” en alemán, tendrá esta influencia. Entonces, mientras duren la visita, las apuestas y la buena suerte, los límites y la pulcritud de las clases sociales se borran y los sujetos marginados pueden tener un golpe de suerte que, al retornar a la vida social común, los coloque en la cima.
En Los siete locos, desde el principio, se percibe que las jerarquías sociales poseen un carácter rígido e ineludible: Erdosain será oprimido en mayor o menor medida por la cuestión jerárquica desde “el juicio” organizado por el tribunal de superiores de la fábrica de azúcar y también por la dominante influencia del Astrólogo. Lo particular de la relación entre el Astrólogo y el inventor es que este último no depende del misterioso personaje por un orden social legitimado como el laboral, sino que se crea otro tipo de necesidad: el inventor busca obtener un propósito existencial al participar de la sociedad secreta y el Astrólogo preservar un miembro que es un instrumento intelectual clave para su organización. El Astrólogo sabe que Erdosain es útil, que no tiene nada que perder y que será servil.
Simulacros
En cuanto a los simulacros, estos son algo común entre los personajes de ambas obras analizadas porque la mirada de quienes poseen o aparentan tener una jerarquía social alta limita el accionar de quienes no logran inscribirse en ese lugar privilegiado. Los simulacros[2] se basan en la operación de representar tener lo que no se tiene, es decir, generar realidades aparentemente existentes.
Los personajes que habitan temporalmente Roulettenburg generan simulacros e intrigas a causa del vínculo estrecho entre relaciones por conveniencia de las familias: la necesidad de Zagorianski de poder disponer de una herencia que mantenga interesada a Mademoiselle Blanche en la posibilidad de un matrimonio es uno de los ejemplos más claros porque, como lo expresa Alexei, a pesar de que no hay garantías de su origen noble, son pocos quienes desconfían:
¿Quién es Mlle. Blanche? Se dice que es una francesa noble, que viaja con su madre y que dispone de una enorme fortuna. Se sabe, además, que es pariente lejana del marqués, algo así como prima segunda o tercera. […] Hace un par de días estuve observando la forma en que mister Astley miraba a Mlle. Blanche y a su madre. Pero mister Astley es tan tímido, tan vergonzoso y reservado, que no conservo la mínima esperanza de sonsacarle algo. No conseguiré sacar a relucir los trapos sucios de la familia. (Dostoyevski 2017: 566)
En Los siete locos y en Los lanzallamas los simulacros son una de las formas de vinculación entre los miembros de la naciente sociedad secreta. Un caso claro es el simulacro del asesinato de Barsut, una de las pocas cosas que Erdosain siente que le dará felicidad. La nota del comentador expresa que lo que aconteció ante los ojos del inventor fue premeditado por el Astrólogo, gran organizador de intrigas: “La simulación del asesinato de Barsut fue resuelta por el Astrólogo, a última hora y después de un largo coloquio con aquel” (Arlt 2013: 293).
Ahora bien, se reconoce una diferencia en el simulacro de la muerte de Barsut en comparación con los simulacros de El jugador: en la obra de Arlt el simulacro tiene un carácter privado, es un gesto de engaño hacia Erdosain y una confirmación del genio del Astrólogo como líder de la sociedad secreta, mientras que en El jugador los simulacros que se producen tienen como objetivo no solo engañar a un grupo reducido de personas, sino también engañar a la sociedad.
El rol esencial del dinero en las relaciones sociales
Es posible reconocer que ambos personajes, Alexei y Erdosain, pasan por varios estadios de subordinación dada por la necesidad de posesión de dinero: además de la subordinación laboral y subordinación social, también hay subordinación afectiva.
En Los siete locos el dinero condiciona a Erdosain en gran medida porque lo hace pasar de su vida de empleado al de estafador, lo motiva a convertirse en garante de la familia Spila, lo hace cómplice intelectual de un secuestro y aparente testigo de un asesinato, en el apartado titulado “El guiño”. También en El jugador el dinero, sobre todo el que circula en las apuestas del casino, es sumamente relevante porque genera tensiones en la familia del general, que espera ansiosa la muerte del personaje conocido como “la abuela”. Ella aparecerá sorpresivamente y casi de inmediato se volverá una de las jugadoras más destacadas del casino, hasta que pierda todo y con esto se disuelvan gran parte de las intrigas urdidas por algunos personajes.
En cuanto a la subordinación afectiva, esta no está alejada de la importancia de la obtención del dinero en las narrativas analizadas, aunque sí hay variaciones entre Erdosain respecto de Alexei. Ambos personajes procurarán hacerse de una buena cantidad de dinero para aliviar la situación de desamparo que sienten ante las mujeres o una mujer particular. En ambos casos se presenta un hombre que sufre desgaste emocional terrible por la carencia económica y afectiva.
En El jugador, la relación entre Alexei y Polina no dista mucho de la que une al general con Mademoiselle Blanche porque ambos hombres están sometidos por el deseo de amor de dos mujeres que dan muestras de interés mínimo o, incluso, de desprecio. Lo que las moviliza a soportar el acercamiento a ellos es obtener un buen pasar o entretenerse. A propósito de esto último, sirve tener en cuenta el desafío que le impone Polina a Alexei con el barón y la baronesa:
Me juró que se arrojaría desde el Schlangenberg y jura que está dispuesto a matar si se lo ordeno. En vez de todos esos asesinatos y tragedias, prefiero reírme. Obedezca sin replicar. Quiero ver cómo el barón lo golpea a usted con el bastón. (Dostoyevski 2017: 581)
Algo similar ocurre con Erdosain: se presenta como un atormentado que debe sufrir a una esposa que no lo ama, que no lo toca y que lo ha engañado. La figura más cercana a una Polina o a una Madamoiselle Blanche es Hipólita, personaje astuto que Erdosain convierte en nuevo motivo de obsesión, como se constata en el apartado “Los amores de Erdosain” de Los lanzallamas. Remo está solo, contempla todo el dinero que posee, fantasea con desgano adquirir diversas prendas nuevas y, luego, recuerda con alteración su último encuentro con esa mujer que ejerce una marcada seducción sobre él. Esta seducción pervive en Erdosain aún después de que la ganancia monetaria pierda cualquier tipo de valor para él.
En este punto es importante aclarar que, a diferencia de lo que ocurre con Alexei en El jugador, a medida que transcurren los hechos, la fuerza del dinero ya no influye tanto en Erdosain, sino que su angustia es lo que comienza a dirigir sus acciones y sobre todo sus percepciones. En Los lanzallamas, estando solo en su cuarto con el dinero del secuestro, se propone comprar una cuantiosa cantidad de ropa para dejar de ser mal visto por la gente, pero esto no le genera placer alguno ni cree en un acontecimiento extraordinario que dé un giro inesperado a su vida.
Conclusión
El batacazo se presenta como una posibilidad de ascenso y lo hace a partir de la fuerza que tienen ciertas dinámicas económicas y sociales vigentes que demandan la obtención de dinero y que, a pesar de las llamadas “buenas” costumbres, permiten la conformación de un sistema marginal que contribuya a los mismos fines. En este sistema se instala el azar, tanto en una ruleta como en una rosa de cobre.
En El jugador los personajes ven a las prácticas lúdicas y, sobre todo, el juego de la ruleta, como un medio para obtener el batacazo en la sociedad empobrecida de la Rusia del siglo XIX, que permite el ascenso y la distinción social de, incluso, un simple tutor. Más de medio siglo después, Los siete locos y Los lanzallamas presentan una caterva marginal que deposita su esperanza de mejora económica y social en la invención de una rosa de cobre y en la creación de una sociedad secreta que pretende la instauración de un nuevo orden de esclavización. Se trata de promesas, unas más concretas otras más lejanas, pero que apuntan a la posibilidad de una mejora sustancial y contra el orden vigente.
Bibliografía
Arlt, R. Los siete locos. Buenos Aires, Ed. Salim, 2013.
— Los lanzallamas. Buenos Aires, Centro Editor de Cultura, 2005.
Bajtín, M. Problemas de la poética de Dostoievski. México, FCE, 1988.
Baudrillard, J. Cultura y simulacro. Barcelona, Kairós, 1978.
Capdevila, A. “Arlt: por un realismo visionario” El Interpretador n° 27, 2014.
Dostoyevski, F. El jugador. Madrid, Gredos, 2017.
Nabokov, V. Curso de Literatura Rusa. Barcelona, Grupo Zeta, 1997.
Piglia, R. Teoría de la prosa. Buenos Aires, Eterna Candencia, 2019.
Sarlo, B. Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930. Buenos Aires, Nueva Visión, 1998.