Melina Vigari (Universidad Nacional de La Pampa)
El recuerdo es en gran medida una reconstrucción del pasado con la ayuda de datos tomados prestados al presente.
Halbwachs 2004
En “Between Memory and History: Les Lieux de Memoire”, Pierre Nora (1989) afirma que la memoria es la vida, ya que siempre reside en grupos de personas que viven y, por lo tanto, se halla en permanente evolución, abierta a todo tipo de uso y manipulación. Está sometida a la dialéctica del recuerdo y del olvido, a veces permanece latente durante largos periodos para luego revivir súbitamente, sirviéndose del pasado y sus vestigios para crear el presente. Si bien se podría aseverar que el pasado es irrecuperable, todo acto de memoria supone la reinvención del mismo, un lazo que permite articular un tiempo que ya no existe, el momento actual y aquello que está por venir. Según Le Goff (1991), “la memoria, como capacidad de conservar determinadas informaciones, remite ante todo a un complejo de funciones psíquicas, con el auxilio de las cuales el hombre está en condiciones de actualizar impresiones e informaciones pasadas, que él se imagina como pasadas” (131). Siendo que la memoria presenta una estructura narrativa, relatar o contar implica informar acerca de un hecho, un evento o una vivencia del pasado, un punto de inflexión, que tiene sentido para la persona que lo está narrando, aquello que se considera significativo y, por lo tanto, vale la pena comunicarlo. En efecto, la modalidad narrativa permite enmarcar y modelar la experiencia pero para lograrlo se necesita evocar un recuerdo y encuadrarlo dentro de un tiempo, un espacio y un grupo social. Los artefactos de la memoria, aquellos objetos cercanos y representativos como las fotografías familiares, las cartas, la música y los monumentos, edifican los recuerdos de las personas y de la sociedad configurando la memoria colectiva (Halbwachs 2004).
Durante los procesos migratorios, el inmigrante o el sujeto de la diáspora experimenta cambios a nivel no solo individual sino social y cultural que van a influir en su adaptación psicosocial a la sociedad receptora, por lo tanto el relato y los artefactos o vestigios del pasado son considerados elementos constitutivos en el proceso de construcción de la subjetividad en el cruce de fronteras (desplazamiento espacial). Laura Izarra afirma que en las narrativas de la diáspora irlandesa en el Cono Sur, “el pasado continúa presente no como hecho sino construido mediante la memoria, la fantasía, la narrativa y el mito” (2010: 35). Dichos relatos contemporáneos recuperan en el presente la memoria familiar, al mismo tiempo que resucitan un pasado lejano, muchas veces imaginado, que está estrechamente vinculado a la tierra natal –homeland– , Irlanda. El objetivo del presente trabajo es abordar la nouvelle del escritor argentino Juan José Delaney (1954), Memoria de Theophilus Flynn (2012), con el propósito de demostrar cómo la escritura, la memoria y las experiencias de vida del sujeto diaspórico se entrelazan construyendo una identidad dual, distintiva, que amalgama simbólicamente el pasado añorado, las raíces irlandesas, y el presente, signado por los miembros de la comunidad Irish-Porteña quienes comparten un mismo linaje, un legado que deben preservar.
Narrativas del pasado: la vieja Irlanda
En Memoria de Theophilus Flynn (2012), tres voces diferenciables narran la historia de vida, los anhelos, las fantasías y la crisis existencial que experimenta un irlandés típico nacido en Waterford, condado situado al sur de la República. A lo largo del primer capítulo, un narrador omnisciente introduce al lector en el estilo de vida de las hermanas Morgan –Julia y Marianne–, dos mujeres solitarias que personifican los valores victorianos que caracterizan a la “Vieja Irlanda”. La disciplina, el silencio, el estricto catolicismo, los deberes de la fe, el valor del ahorro, el afán de trabajo, la importancia de la moral y las costumbres irlandesas son los pilares fundacionales de la educación que recibe Theophilus Flynn desde el momento en que el niño, de tan solo seis años, es adoptado por las “piadosas mujeres” (Delaney 2012: 9). La herencia cultural, condensada en los aromas y sabores de la cocina tradicional, en la música celta, en los poemas de William Butler Yeats (1865-1939) y, especialmente, en el viejo dialecto gaélico, se impregna en la memoria y en los recuerdos del personaje principal quien construye el proceso de autoformación a partir de la perspectiva de lo colectivo (Izarra 2010:173). Por un lado, los recuerdos de Flynn se focalizan en un pasado idealizado, en parte real y en parte imaginario, edificado a partir de fotografías, “aquellos recortes de la realidad petrificados… prolijamente enmarcados para su disposición en distintos ámbitos de la cómoda vivienda, junto a retratos de familiares que ya se habían ido y también de imágenes religiosas” (Delaney 2012: 11), o bien “manualidades fotográficas”, composiciones visuales diseñadas por Julia donde “el chico puede registrarse al lado de hombres y mujeres que habían muerto mucho antes de que él naciera” (16).
Una de ellas consistía en servirse de algunas de las numerosísimas fotografías que podían ser halladas en los sitios más imprevistos de la casa para montar escenas dictadas por la imaginación y aun la picardía. Provista de un par de tijeras y pegamento casero, Julia intentaba divertirse, divertir al niño y, en cierto modo, burlarse de las tropelías del tiempo…también disfrutaba ordenado las pequeñas figuras que prolijamente había recortado para así dar un tiempo y un espacio inéditos a situaciones que la realidad jamás había forjado (Delaney 2012: 15).
Es así como las fotografías se transforman en soportes para la memoria, ya que a partir de las mismas se genera un tiempo de narración paralelo a los recuerdos, desencadenando conexiones que permiten evocar vivencias pasadas. A partir de la visualización de dichas imágenes o collages, Theophilus es capaz de verbalizar y rescatar del olvido tanto las historias familiares, como la tradición de un pueblo, reconociendo una herencia histórica que debe ser preservada por su valor simbólico. Por otro lado, otro sistema de representación del pasado es la escritura, sobre todo las cartas, especialmente una de dos páginas redactada en gaélico irlandés que solían leer las hermanas Morgan y que resultaba incomprensible para “el muchachito”. Flynn siempre recordaría el efecto que producían en sus tutoras aquellos “papeles que tenían un poder enigmático porque, según la ocasión, podían provocar la risa o el llanto” (17). De hecho, a lo largo de la nouvelle, el género epistolar adquiere un rol preponderante, ya que las cartas se transforman en archivos de testimonios, fuentes de conocimiento al servicio del pensamiento (Bouvet 2006). Indudablemente, la memoria escrita se convierte en el medio fundamental no solo para transmitir mensajes sino también para conservarlos y perpetuarlos en el tiempo, proporcionando un vínculo entre generaciones e historias familiares.
Narrativas del presente: el sujeto diaspórico
En la segunda mitad del libro, una serie de mutaciones vertebrales, determinadas por el despertar del “Tigre Celta”[1], provocan modificaciones que contribuyen a la “muerte” de la Vieja Irlanda. Los avatares políticos y económicos que ocurrieron en Irlanda durante la década del noventa, al igual que el fallecimiento de las hermanas Morgan, marcan un antes y un después en la vida de Flynn quien comienza a advertir cambios a nivel psíquico y emocional. Desarraigo, añoranza, pérdida y frustración son nociones que permiten comprender el sufrimiento que experimenta el personaje cuando se da cuenta de que “el mundo que él había conocido y disfrutado, desaparecía” (Delaney 2012: 35), se desvanece, a causa de “las traumáticas mutaciones que se venían desarrollando en el exterior y en su propia interioridad” (39). Según la voz narrativa, algo afecta la esencia espiritual del país:
“Oh, yes! Old Ireland is gone!”. Si, la Vieja Irlanda se había ido para siempre, y era ahora reemplazada por gentes que se desconocían…que competían por casas más grandes y automóviles más sofisticados…la campiña misma aparecía ahora tomada por monstruosos edificios de departamentos que constituían un insulto a la naturaleza… y ese divorcio tocaba la mitología celta, forjada por lo natural… hasta la Fe de sus padres había sido desplazada…Sí, paradójicamente el Tigre Celta contribuía ahora a sepultar la lengua irlandesa que está en la esencia de lo irlandés… (Delaney 2012: 41)
El abandono de la vida religiosa, el mundo cibernético y la nueva generación de escritores, cuyas obras literarias suplantan a los grandes clásicos de la literatura irlandesa en las vidrieras de las librerías, dan cuenta del final de una era. Las costumbres, las tradiciones y la lengua estaban “desapareciendo de esa bendita tierra” (42) y Theophilus Flynn, un cincuentón solitario, comienza a tomar conciencia del paso del tiempo, de los fracasos sentimentales y de que su vida ´regular´, signada por pérdidas y compensaciones, necesita ser reestructurada. La nostalgia que provoca la evocación de un pasado ideal, no permite que Flynn actúe sobre el presente y transforme el futuro hasta que a través de la literatura, específicamente de la novela The Story of the Night (1996)[2], y de una conferencia sobre las experiencias lingüísticas y literarias de la comunidad hiberno-argentina, el personaje descubre “que existe en el mundo un extraño y remoto país llamado Argentina, cuya capital es Buenos Aires” (40). La idea de emigrar, de cruzar la frontera, de abandonar la tierra natal y aventurarse a lo desconocido captura la atención de Theophilus, quien siente un impulso irracional e incontrolable por conocer ese recóndito lugar donde pervive un “pedacito de Irlanda” (47) que, a su vez, “funciona como un Arca de Noé” (45) no solo lingüístico, sino respecto de los usos, las costumbres y tradiciones de la Vieja Irlanda. Según Renato Ortiz, el viaje puede entenderse como “metáfora de enriquecimiento personal o retirada del mundo” (2004:1), ya que implica movimiento, el desplazamiento en el espacio y, en consecuencia, un proceso de separación, un pasaje entre el mundo conocido, hacia uno nuevo, ajeno e incierto. Para Theophilus Flynn, viajar a la Argentina significa reencontrarse con sus raíces, con aquel pasado añorado que conserva en la memoria desde que era un niño pequeño. Primero Buenos Aires y luego Santa Fe (Venado Tuerto) se transforman en “una extensión de la Vieja Irlanda” (56) lo que genera en el protagonista sentimientos encontrados y una sensación de irrealidad, ya que “tiene la impresión de haber estado en esa zona habitada por quienes se habían ido” (57), llegando a la conclusión de que la Vieja Irlanda no había desaparecido, sino que “la diáspora la había dispersado por el mundo” (59). De esta manera, Flynn se transforma en un sujeto diaspórico, un individuo que viaja a través de diversos niveles en los dominios culturales y sociales con el propósito de reconstruir su identidad en un proceso que podría definirse como interactivo, ya que implica “una identificación extrínseca y una identificación intrínseca de auto-afirmación” (Izarra 2010: 19). Siendo que la identidad, la esencia del sujeto, se forma y modifica en el diálogo continuo con el mundo cultural que lo rodea, la experiencia migratoria del protagonista confirma que la existencia de una identidad cultural no es fija e inmutable, ya que se encuentra en un movimiento permanente de construcción y reconstrucción (Butler 2001). En el último capítulo de la nouvelle, Theophilus Flynn redacta una carta en español dirigida a un querido amigo que vive en Waterford, en la que detalla cómo transcurre su vida en Argentina. Ante todo, deja en claro que “domina la lengua del Quixote” (71) y, en segundo lugar, que ama esa tierra bendita donde se reencontró con las voces (gaélico irlandés), los olores, las comidas, las viejas melodías, danzas y leyendas que él había conocido en la infancia y que los Irish-porteños, milagrosamente, habían conservado. Sin duda alguna, el protagonista encuentra en Argentina “un hogar lejos del hogar” (Gilroy 1987), aquella Irlanda profunda, ancestral, que aún pervive en la diáspora irlandesa bajo la Cruz del Sur.
En Memoria de Theophilus Flynn (2012), Juan José Delaney deconstruye las representaciones de los estados de conciencia propios de un desplazamiento forzado, caracterizando al sujeto diaspórico como un agente que se integra en el espacio que habita sintiéndose parte del mismo, ya que no transita internamente un proceso de regreso postergado. En aquel remoto país cobijado por la Cruz del Sur, el personaje principal comprende que, al igual que John F. Kennedy, él era un hijo de la inmigración y que más allá de encontrarse a miles de kilómetros de su tierra natal, “nunca se había ido de Irlanda” (20). En el exilio, que no fue forzado como en el caso de sus antepasados, logra reconstruir su propia identidad al mismo tiempo que cuenta su historia de vida, reencontrándose con el niño que había dejado atrás hacía mucho tiempo. De esta manera, a través de los recuerdos, los artefactos de la memoria y los miembros de la comunidad Irish-Porteña, Flynn descubre que en la diáspora Argentina se encuentra “su paraíso perdido”, la tierra de promisión que atesora las tradiciones celtas, lo ancestral irlandés, aquellos aromas, sonidos y sabores “archivados en el sótano de la memoria” (60) que permiten rescatar del olvido el patrimonio cultural de la Vieja Irlanda.
Bibliografía
Butler, K. Defining Diaspora, Redefining a Discourse. Diaspora: A journal of Transnational Studies, vol. 10, n°2, 2001, pp. 189-219.
Bouvet, N. La escritura epistolar. Buenos Aires, Eudeba, 2006.
Delaney, J. J. Memoria de Theophilus Flynn. Buenos Aires, Corregidor, 2012.
Gilroy, P. There Ain´t No Black in the Union Jack. Londres, Hutchinson, 1987.
Halbwachs, M. La memoria colectiva. Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004.
Izarra, L. Narrativas de la diáspora irlandesa bajo la Cruz del Sur. Buenos Aires, Corregidor, 2010.
Le Goff, J. El orden de la memoria: El tiempo como imaginario. Barcelona, Paidós, 1991.
Nora, P. “Between Memory and History: Les Lieux de Mémoire”. Representations, vol. 26, n° 7-24, 1989.
Ortiz, R. Otro territorio. Ensayos sobre el mundo contemporáneo. Santa Fe de Bogotá, Convenio Andrés Bello, 2004.
- “El Tigre Celta” es el término utilizado para denominar el rápido crecimiento económico que experimentó la República de Irlanda durante la década del noventa y los primeros tres años del siglo XXI.↵
- The Story of the Night, del escritor y ensayista irlandés Colm Tóibín (1955), es una novela ambientada en una Argentina post-dictatorial que narra la historia de vida de Richard Garay, un argentino homosexual de madre inglesa. ↵