Rodrigo Guzmán Conejeros
(Universidad Nacional del Comahue)
1. La narrativa de los márgenes
El presente trabajo se enmarca en el Proyecto de Investigación “Derivaciones del modo gótico en las generaciones de posdictadura” (Universidad Nacional del Comahue) y tiene como propósito el estudio de la novela Kryptonita (2011), de Leonardo Oyola, en tanto narración que combina modos genéricos realistas y no realistas, provenientes tanto de la tradición literaria como del cómic norteamericano de superhéroes.
Al respecto, el comienzo del presente milenio trajo aparejada una crisis social y económica en Argentina que tuvo su correlato en la producción de una “narración de los márgenes” (Jostic, 2014)[1], observable en la novelística de los escritores de “la segunda generación de posdictadura” (Drucaroff, 2011) que buscan representar la villa y a sus habitantes, entre otras marginalidades. Sobre el particular, Jostic (2014: 42) explica que “ha ganado visibilidad una zona de la producción ficcional que se alimenta especialmente del margen. En principio, del margen urbano, de las retículas que en la guía están más o menos alejadas del centro porteño, donde la lente narrativa va ajustando el zoom hasta hacer específico foco en las villas miseria”, y que puede observarse en la producción narrativa contemporánea de autores como Washington Cucurto, G. Cabezón Cámera, Sergio Olguín y Leonardo Oyola; entre otros.
Esta nueva narrativa involucró el uso de procedimientos escriturarios que buscaron renovar la mirada hacia lo real, sin que ello implicara una vuelta al realismo, sino la exploración o combinación con modos diversos de representación: el neofantástico, el policial, la ciencia ficción y el gótico; entre otros géneros no realistas. En este sentido, Drucaroff entiende que se trata de “un no realismo con grietas realistas, o de un realismo agrietado [pues] en la escritura siempre hay algo que contradice las certezas del realismo.” Asimismo, se puede señalar la vinculación de esta nueva narrativa con otras expresiones artísticas no literarias; entre las que se destacan el cómic, el cine y los programas televisivos, tanto en su referencia o citación, como en la asimilación o manipulación de sus códigos narrativos o de sus postulados fundamentales acerca del funcionamiento del mundo.
Esta caracterización nos permite enmarcar el abordaje de Kryptonita, novela que presenta el espacio de la villa habitado por delincuentes organizados que muestran caracteres y poderes asimilables a los superhéroes del cómic norteamericano, enfrentados a sus correspondientes supervillanos, quienes irrumpen en un hospital del conurbano para salvar al jefe de la banda, Nafta Súper, de un pedazo de vidrio verde de botella de cerveza, que alude al mineral ficticio que da título a la novela, y que fuera infligido por “el pelado”, líder de una banda rival y cuya caracterización alude a Lex Luthor.
El procedimiento narrativo que se aplica en la novela es la instauración de un mundo paralelo, y que propio de DC Comics, compañía norteamericana editora de revistas de superhéroes, y así el escritor explica en una entrevista que la novela surge
de un concepto del mundo del cómic: el elseworld. Se parte de una premisa en el que un personaje conocido se lo traslada a otro escenario o tiempo modificando así su universo y también su historia. El elseworld por excelencia es “Hijo rojo” en el que la nave que trae a un Superman bebé en lugar de caer en EE.UU. aterriza en la Unión Soviética. Mi novela plantea tácitamente qué hubiera ocurrido si el último sobreviviente del planeta Kryptón se criara en La Matanza (Amaya, 2012).
También explica que la banda de Nafta Súper es la versión del autor de los Súperamigos: “Superman, Batman, la Mujer Maravilla, Linterna Verde, la Chica Halcón y el Detective Marciano” (Amaya 2012). En este sentido, Yema (2012, 123) afirma que “Kryptonita pareciera haber surgido como respuesta a la pregunta ‘¿Qué hubiese sucedido si los superhéroes de la liga de la justicia hubiesen nacido en el conurbano bonaerense?’ La respuesta es, aparentemente, muy sencilla: ‘Serían delincuentes’.”
Estos personajes poseen súper poderes que utilizan para cometer delitos violentos y para enfrentarse a otras bandas rivales. Sin embargo, en la mayoría de los personajes no se enfatiza en estos poderes sino en su historia común de desigualdad e injusticia social; es decir, “su entorno, su mundo lleno de carencias, de calles de tierra, de muertes evitables […] o de las dificultades para acceder a una adecuada atención médica” (Yema 2012: 124).
La injusticia es también propia del espacio donde se desarrollan los acontecimientos de la novela, y comparte con los personajes su condición de marginalidad pues el hospital recibe habitualmente a las víctimas de la pobreza y de la violencia de las villas y allí ejercen profesionales de origen social marginal o que, sin serlo, se encuentran en esta condición por cuestiones de índole personal. Y, al respecto, es significativo que la novela se inicie con una escena sobre un delincuente menor de edad que llega mal herido al hospital y que no es atendido debidamente, y por ello muere, por orden de un policía al médico que lo atendió. Este profesional es un “nochero”, quien cubre guardias de varios médicos de manera ilegal y que cobra un porcentaje de sus sueldos a cambio de hacerse cargo de sus tareas, y quien ni siquiera tiene su licencia profesional habilitada, como consecuencia de una mala praxis. Este médico es secuestrado por esta banda para que atendiera a su jefe, tarea en la que es auxiliado por una enfermera habitante de la villa.
Respecto de la referencialidad con lo real, el narrador de la novela y distintos integrantes de la banda, quienes son narradores de historias secundarias sobre su vida o la de Nafta Súper, construyen un espacio ficcional abundante en referencias nominalistas, sociológicas, antropológicas e históricas –que buscan identificarlo con localizaciones y personajes marginales del conurbano bonaerense durante las décadas de 1990 y 2000. Así, los escenarios coinciden nominalmente con localizaciones del mundo empírico y los personajes sufren los avatares de acontecimientos históricos trascendentales; tales como la crisis social de 2001 y se vinculan con fenómenos de la industria cultural, como la televisión, la música y los recitales masivos. En este sentido, los integrantes de la banda llaman al médico del hospital “Socolinsky”, y se refieren o interactúan con Carozo y Narizota, populares personajes televisivos de las décadas de 1980 y 1990. Por otro lado,
La vida de los personajes da cuenta de la representación de una serie de rasgos culturales que —labor de los cientistas sociales mediante— se ha instalado, de algún modo, como propia de los sectores excluidos: la vida percibida como instante durante el cual se tensan el vitalismo y la fatalidad; los cuerpos que consumen y también se sumen en el ávido ejercicio de la sexualidad; la cumbia de pasillo y su cadencia frenética, sus mutaciones y su seducción de la industria cultural; el aguante como el mayor bien simbólico de la hinchada; la villa abroquelada en bandas pero también solidaria; la devoción religiosa que materializa lo trascendente en la experiencia cotidiana; el filón lumpen capturado en el slang (Jostic 2014: 43).
De esta manera, Kryptonita representa lo real apelando a la ilusión verista, propia del realismo, pero que se combina con el modo genérico de la ciencia ficción, para producir un efecto de extrañamiento en el lector.
2. La ciencia ficción
En Kryptonita, el mundo ficcional del cómic se combina con componentes realistas, siendo ello posible porque la novela apela al género de la ciencia ficción para orientar sus representaciones, en tanto el género busca suscitar un efecto de extrañamiento y desautomatización en el lector que Moreno (2009) denomina “catarsis cognitiva del lector modelo”, y que surge como resultado de una representación especulativa que no cuestiona el orden natural del mundo, en tanto “el lector debe reconocer perfectamente que el mundo desarrollado no es el suyo […] pero su plausibilidad materialista le provoca una desautomatización que le lleva a cuestionarse su entorno y a sí mismo” (Moreno 2013: 407).
Al respecto, el investigador define la ciencia ficción como “un recurso ficcional, no realista, basado en fenómenos no sobrenaturales” (Moreno 2009: 67), pero que se adecua al orden del mundo propuesto en la obra; y que incluye el elemento nuevo, o “novum”, en la que ada obra de ciencia ficción basa su especulación y, en este sentido, Kryptonita postula su mundo como un elseword de la Liga de la Justicia de los cómic norteamericanos, pero en el marco de la injusticia que sufren los personajes marginales del conurbano bonaerense. De esta manera el no cuestionamiento del orden del mundo es, sin embargo, engañoso en el caso de la ciencia ficción; en tanto Moreno indica que esa plausibilidad materialista se funda en la adecuación de los hechos al mundo creado por la misma obra en tanto proposición realizativa (Austin) pues “la ciencia ficción no describe, no intenta hacerse pasar por la realidad, no se ‘identifica’ con ella, sino que la imita con fines estéticos y, con ello, crea toda una realidad; realiza una acción equivalente a ‘jurar’ o ‘apostar’” (Moreno 2009: 76). Y, al respecto, Moreno, sigue los planteos de Harshaw, quien distingue dos campos de referencia en cada obra ficción:
1. “Campo de referencia interno” (CRI; el construido por el propio texto literario, el cual establece sus propias reglas de un modo autorreferencial) (Harshaw, ci.t en Moreno 2009: 80-81)
2. “Campo de referencia externo” (CRE; todo aquello que pertenece al mundo empírico, como objetos físicos, otros textos, la psicología de los seres humanos, sociología, economía, lugares, épocas…; (Cit. en Moreno 2009, 80-81).
En este sentido, Moreno afirma CRI y CRE no guardan ninguna obligación, en tanto
El CRE sólo es “usado” por el autor para construir su CRI y por el lector para disfrutar de dicho CRI, pero apenas guardan entre sí unas mínimas obligatoriedades formales y ninguna obligatoriedad óntica, de necesidad existencial: son independientes en las reglas que rigen su existencia. (Moreno 2009: 81)
Por lo tanto, el único modo de valorar el CRI es mediante el sistema que él mismo usa, por lo que el contrato de lectura de la ciencia ficción implica la aceptación de las reglas propuestas en el CRI.
A partir de estos planteos, Moreno postula la noción de “catarsis cognitiva del lector modelo”, que surge como resultado de la distancia entre el CRI que la obra postula y el CRE a partir del cual el lector la lee en principio, y que define
choque intelectual entre dos ideas que despertará respuestas personales diferentes en cada lector. En arte, sin catarsis cognitiva no hay respuesta emocional, y la catarsis cognitiva es en sí una disonancia, una brecha en las opiniones, en lo esperado: un choque entre códigos que ocurre de modo inesperado (Moreno 2009: 84).
En el caso de la ciencia ficción, dicha catarsis cognitiva produce
el alejamiento del lector desde ciertas convenciones establecidas a partir de sus presunciones sobre lo que es el mundo empírico. O, por decirlo con más propiedad, sobre lo que lector considera –engañado– que debe ser el mundo empírico, lo cual crea ese shock, esa catarsis cognitiva (Moreno, 2009: 84).
Con la catarsis cognitiva “se establece un distanciamiento a partir de la creencia de lo que es la realidad, para descubrir aspectos desconocidos de dicha realidad sin negar las bases empíricas fundamentales” el cual deriva “de un ‘choque intelectual’ en el horizonte de expectativas que al mismo tiempo se acepta y no se acepta tras la lectura de la obra” (Moreno, 2009: 85).
Conclusiones
Kryptonita participa de la “narración de los márgenes” que Jostic y otros autores identifican en la literatura argentina a partir del nuevo milenio, que busca un nuevo acercamiento a lo real dando cuenta de aspectos densos de la realidad social del país sin por ello apelar a las formas tradicionales del realismo, sino como en este caso, a la ciencia ficción, que en tanto género especulativo postula un mundo ficcional que simula no cuestionar el orden del mundo. Como muestra el análisis de Moreno, la ciencia ficción produce un choque cognitivo en el lector, pues la distancia entre el mundo postulado (el CRI) y lo que consideramos “realidad” busca producir un efecto estremecedor que permite obtener “un nuevo nivel en el cambio del conjunto de los conocimientos” (Moreno 2009, 86) y este sería el “plus expresivo” de la obra en tanto la “catarsis cognitiva– se configura en la literatura de ciencia ficción como su propio ‘plus’ de extrañamiento –por un lado– y de desautomatización –por otro” (Moreno 2009: 86)
De esta manera, Kryptonita puede dialogar con el realismo, referenciándose en hechos de la realidad empírica, pero puede al mismo tiempo cuestionar esa misma realidad al postular su propio mundo, el cual es tan injusto como el nuestro pero, a diferencia de él, postula la existencia de una particular Liga de la Justicia, que lucha por la justicia enfrentándose al sistema social que los oprime. En este sentido, Yema afirma que
Los personajes de Kryptonita aún siguen buscando justicia, pero una justicia que les permita sentirse iguales dentro de un sistema que diferencia, separa, aparta y crea desigualdades. En el comic norteamericano los superhéroes luchan por mantener al sistema funcionando y hacer justicia dentro de ese sistema, con Superman como máximo representante. En Kryptonita la única manera que encuentran Nafta Súper y sus compañeros de hallar la justicia que nunca les otorgó un sistema que excluye, rechaza y genera desigualdades, es volverse contra el mismo y enfrentarlo desde la marginalidad (Yema 2012: 125).
Desde esta postulación, se vincula con “una dinámica disruptiva que cae más allá de los límites normalmente tolerados” (Jostic 2014: 42) y puede por ello poner en cuestión el orden convencional prevaleciente en el que se apoyan las formas literarias realistas.
Bibliografía
Amaya, S. “Entrevista a Leonardo Oyola, autor de Kryptonita”. Crónicas del crimen. Historias que se escriben con sangre, 2012. Bit.ly/38rKjuk.
Drucaroff, E. Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en la postdictadura. Buenos Aires, Emecé, 2011.
Jostic, S. “Nuevamente, la ficción del margen no es una ficción al margen. Apuntes para una versión recargada”. Gramma, vol. XXV, n° 52, 2014, pp. 39-60.
Moreno, F. A. “Sobre la naturaleza ficcional de la ciencia ficción: aportaciones teóricas para su estudio”. Revista de Literatura Hispanoamericana, n°. 59, 2009, pp. 65-91.
— “La crítica de la realidad. rasgos dominantes de un subgénero narrativo de la ciencia ficción”. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2013. Bit.ly/2Bx6P9g.
Oyola, L. Kryptonita. Buenos Aires, Mondadori, 2015.
Yema, S. “Kryptonita: un Superman argentino entre Patoruzú y Afanancio. (Reseña sobre) Oyola, Leandro (2011): Kryptonita. Buenos Aires, Mondadori, pp. 217”. El toldo de Astier. año 3, n° 5, 2012, pp. 121-125.
- Jostic, Sonia, “Nuevamente, la ficción del margen no es una ficción al margen. Apuntes para una versión recargada”. Gramma, XXV, 52 (2014), pp. 39-60.↵