María del Carmen Novo y Mónica Cúrtolo
(Universidad Nacional de Río Cuarto)
La representación del pasado, sobre todo cuando se trata de un pasado traumático y cercano, es un territorio de litigio entre interpretaciones diversas, el campo de una batalla que se libra siempre en el presente y en función del futuro al que se aspira a arribar (Traverso 2012). En este sentido, la lectura del pasado siempre es política. En esta disputa entre representaciones intervienen con roles diversos pero complementarios la historia y la memoria (Ricoeur 1999). Ahora bien, no hay una memoria uniforme ni homogénea, sino diversas memorias. No solo refieren a distintas experiencias, sino a distintas formas de significarlas que entran en lucha (Calveiro 2017). Cada construcción de la memoria asume valor político específico según el sentido que se asigna a la experiencia y a sus usos en el presente. Los relatos, tanto los testimoniales como los de ficción, tanto los provenientes de los centros del poder como los que nacen y circulan en los márgenes, cumplen un papel relevante en la constitución del tejido polifónico de la memoria social.
Desde las perspectivas del análisis del discurso y de la formación en los inicios de los estudios literarios, nuestra contribución a esta convocatoria se enfocará específicamente en los vínculos entre memoria y política, resignificados a partir de la lectura de relatos literarios de ficción y no ficción. Si la memoria siempre es plural y comprometida con el presente en vistas a un porvenir, nos interesa saber qué memorias sobre las últimas dictaduras construyen jóvenes estudiantes en la coyuntura de nuestra actualidad, y de qué modo pueden incidir los relatos literarios en esa construcción. Para esto analizamos ensayos escritos por estudiantes a partir de la lectura de una serie de novelas de autores argentinos que anclan referencialmente en el terrorismo de estado de la última dictadura militar y en sus efectos en la posdictadura. Las novelas fueron escritas y publicadas en Argentina en distintos momentos de los procesos de democratización de la sociedad, durante la dictadura y en la larga post dictadura (Arán 2010; Raggio 2017). Esto es, hacen o proponen memoria sobre el mismo pasado pero desde diferentes contextos de producción. En los ensayos analizamos cómo los estudiantes construyen el objeto discursivo “memoria” en el encuentro con los horizontes abiertos por las obras leídas y qué representaciones del pasado en relación con el presente y el futuro se evidencian. Además indagamos qué valor le atribuyen los estudiantes a la memoria y cómo se posicionan en tanto autores ante la misma en la encrucijada de esas tres temporalidades.
Los ensayos analizados son producto de una experiencia educativa con estudiantes de primer año de la UNRC de la carrera del Profesorado en Lengua y Literatura, en el marco de un trabajo articulado entre dos asignaturas: Introducción a la Literatura y Seminario de Producción de Textos: en la primera se propicia la lectura analítica de textos teóricos y literarios acerca de los cuales los estudiantes escriben sus lecturas ensayando diversas modalidades genéricas, características del ámbito académico, descriptas en el Seminario. Así, en la última unidad de Introducción (La literatura como representación, tensiones entre la ficción y la no ficción), se propone la lectura de obras narrativas que desde distintas matrices genéricas proponen diversos pactos y propician diferentes efectos de lectura, aunque comparten el eje semántico de interpelación del pasado: toman como referente explícito el terrorismo de estado y operan sobre la memoria articulando la exploración del pasado reciente y la reflexión sobre ese pasado en el presente, entendido como “espacio de experiencia” en función del “horizonte de espera” abierto por la orientación hacia un futuro posible (Ricoeur 1999: 22). En este sentido son relatos que operan sobre la memoria social (Dalmaroni 2003; 2004a; 2004b; Cúrtolo 2012; Cúrtolo y Novo 2009) y colaboran con el desarrollo de una conciencia reflexiva sobre esta temática en los futuros docentes de Lengua y Literatura (Gerbaudo 2006; 2013) Mientras tanto, en la última unidad de Seminario se trabaja la construcción de imagen autoral y la argumentación en el ensayo académico. En este contexto se solicita a los estudiantes que, a partir de las lecturas interpretativas, escriban textos ensayísticos para posicionarse frente a las obras leídas y los hechos que en ellas se relatan.
En esta ponencia nos centramos en los efectos de lectura que pudimos reconocer tras el análisis de los ensayos. Sólo nos referimos a las marcas que contribuyen a la construcción del objeto discursivo “memoria”. Si bien todos los ensayos hacen referencia a la construcción de la memoria sobre el pasado reciente de Argentina, cada uno de los textos presenta una organización temática diferente. Esto permite observar el aspecto que prioriza cada enunciador y desde dónde se posiciona para focalizarlo. Así, se pueden leer distintos tópicos que funcionan como organizadores en el despliegue de la noción memoria y que llevan a su configuración como objeto discursivo. Especialmente se han identificado en el corpus los siguientes: a) Pasado, presente y futuro, b) Construcción de la memoria, c) Memoria y deber, d) Memoria e identidad, e) Memoria y literatura.
a) Pasado, presente, futuro
En relación con el primer asunto o tópico, se observan vínculos entre pasado, presente y futuro. Los diferentes tiempos verbales son marcas que diferencian esos momentos. Los más usados para hablar de la dictadura son los pretéritos perfectos simples, ya que remiten a un tiempo que pasó, que está definitivamente concluido. Es la forma absoluta del pasado. El uso de este tiempo tiene la riqueza estilística de contraponer pasado y presente:
la dictadura de 1976 fue cívica y militar /el horror marcó esta época /el período 1976-1983 fue uno de los más sombríos… /… el pasado estremecedor que vivió nuestro país /el terrorismo de estado que azotó a nuestro continente en la década del ’70
Además, el uso del pretérito perfecto compuesto permite distinguir un pasado más cercano o bien que esas acciones del pasado tienen consecuencias todavía en el presente:
Ese pasado… ha empezado a ser reivindicado… /… la literatura de ficción… ha colaborado en la construcción de la memoria sobre el pasado reciente /Desde hace un poco más de treinta años se han escrito incontables textos…
Y un presente de (relativa) democracia:
… la sociedad sabe / … hoy somos una nación marcada por los recuerdos del miedo y la violencia…/ … la sociedad tiene memoria y la construye día a día… /… hoy sabemos quiénes son las abuelas y madres de plaza de mayo…
Pero, el pasado no ha terminado de pasar porque:
… está presente y todavía duele… por eso, /… la memoria es un paso fundamental para hacer justicia…
… la memoria acusa… a quienes cometieron los agravios… y a una sociedad que permite… atrocidades…
Es decir que los efectos de ese pasado se sienten en este presente. Y pasado, presente y futuro están conectados:
… esa memoria es la que nos ayuda a entender nuestro pasado y forjar un futuro.
… un relato que hace referencia al pasado, que se reinterpreta y que genera procesos de transformación que tienen que ver con el presente en el que estamos insertos y el futuro por venir.
… por medio de la ficción podemos dar cuenta [hoy] de esa época de horror [pasado] y así poder transmitirlo… para que se tome conciencia y así no volver a repetir estos hechos [futuro]
Es decir, en los textos pueden observarse relaciones que establecen los escritores entre pasado, presente y futuro. Así, el pasado de la dictadura se configura como campo negativo que se opone al campo positivo de la democracia que ancla en el presente. Estos dos campos pueden verse como antitéticos. A la vez, puede distinguirse un pasado más cercano, de la democracia naciente, frente a un pasado más lejano, de la dictadura militar. Además, resulta interesante observar que se desarrolla la idea de que este pasado de dictadura todavía repercute en el presente, ya que aún ahora se sienten las consecuencias. De acuerdo con cómo se actúe en la actualidad en relación con este pasado serán las repercusiones que influirán en la construcción del futuro.
b) Memoria como construcción
El segundo tópico identificado es la idea de que la memoria se construye, como en:
… los relatos permiten que datos de la historia se conviertan en memoria [y] operan… para actuar sobre la memoria
… estos textos que nos abren camino a la construcción de la memoria.
… para reconstruir un pasado oscuro…
En los ejemplos anteriores se observan verbos-acciones que evidencian tareas o trabajos que se llevan a cabo para la construcción de la memoria: “… que datos de la historia se conviertan en memoria…”, “… operan…”, “… para actuar…”, “… nos abren camino…”, “… por qué recordamos?”
Se observa, entonces, que los estudiantes piensan y expresan que la memoria necesita un proceso de construcción, o sea que implica el trabajo comprometido de distintos agentes sociales. En esta construcción, se ve la importancia de la literatura, aspecto que se retomará más adelante.
c) Memoria y deber
En relación con este tópico, se observa que en algunos casos el deber parece impuesto desde afuera por el uso de infinitivos y de la oración pasiva: “… pasa a ser un deber como nación…”, “… el de acordarse, el de denunciar el de hacer justicia…” ya que “… existen sucesos que no se deben… olvidar…”. Y, en otros, es asumido por el uso de la primera persona plural inclusiva:“… es un deber… conocernos y conocer lo más oscuro de nosotros…” “… debemos recordar esos momentos…”
Puede observarse, entonces que, si bien varios textos hablan de la memoria como deber, existen matices que nos permiten leer distintas posturas. En unos, el deber es lo que corresponde, pero proviene de afuera, resulta impuesto; en otros, el deber es una cuestión ética que involucra a quien escribe desde adentro, como parte de su identidad. En la mayoría, se presenta este último caso.
d) Memoria e identidad
El deber está íntimamente relacionado con este tópico, que corresponde a la idea de que: “… la memoria es el corredor directo a nuestra identidad.” y nos permite “… saber quiénes fuimos, quiénes somos y hacia dónde vamos.”
Así, se podría inferir que para los estudiantes la construcción de la memoria forma parte de la identidad de una sociedad que necesita saber qué es lo que pasó, porque de allí proviene. Ese pasado y lo que se haga con ese pasado la constituye. De este modo, desde el pasado y desde el presente –con su propia identidad–, la sociedad se puede proyectar hacia el futuro.
e) Memoria y literatura
Al analizar el papel de la literatura en la construcción de la memoria, según la mirada de los estudiantes-lectores, se presta atención a la manera de nombrarla y a los atributos con que se la designa. Si bien en la mayoría de los casos se la nombra “literatura”, en algunos se la menciona como “ficción”, en otros como “obras o textos literarios”, en otros como “narraciones” y también como “relatos”. Puede identificarse, también, una gradación en la definición y descripción de la literatura que a continuación se presenta, en los ejemplos, desde la más superficial a la más profunda:
… la literatura es uno de los factores más importantes para la construcción de la memoria.
… una puerta abierta al conocimiento y al recuerdo que rompe con las barreras de la amnesia y el olvido
La literatura posee cierta inmunidad.
Este carácter revelador de las ficciones podemos observarlo en las novelas…
La literatura es el arma de la que disponemos para hacer valer ese legado que tanto resuena en estos últimos tiempos, “memoria, verdad y justicia”; es capaz de (re)construir la memoria del pasado reciente, aspira a lograr la similitud de la verdad y le da voz (o letra) a todos esos años de silencio y represión.
… qué hubiera pasado luego de la dictadura… si la literatura hubiera caído en la inexistencia obligada sin resurgir para entregarnos hoy…
Los atributos con los que se la califica, como ya se aclaró, son axiológicos positivos: “… es uno de los factores más importantes…”, “… posee cierta inmunidad…”, “… carácter revelador…”, “… es el arma…”, “… es capaz…”, “… aspira a lograr…”, “… le da voz…”
Debe tenerse en cuenta que los estudiantes pertenecen a la carrera de Letras y que, por lo tanto, consideran la literatura como objeto de estudio, como objeto de placer y de interés particular en sus vidas, dada la elección de carrera que han realizado. Esto no es un dato menor a la hora de analizar los discursos que ellos han producido, puesto que el campo disciplinar al que pertenecen los sujetos también se deja leer en sus producciones. La concepción de literatura se relaciona más con lo metafórico que con los conocimientos teóricos y aparece en relación con la revelación, con el acceso al conocimiento de los hechos pasados. En todos los ensayos se asigna a la literatura un papel importante en la construcción de la memoria sobre nuestro pasado reciente.
Ahora bien, según declaran los estudiantes, la literatura puede construir memoria porque opera sobre los lectores. Resulta interesante, por eso, cómo es la figura de quien lee que construyen los estudiantes en relación dinámica con la literatura:
… de ese modo el lector puede incluirse dentro de la atmósfera de la época…
La lectura de este tipo de obras literarias… produce que los jóvenes de hoy conozcamos y revivamos los hechos del pasado estremecedor que vivió nuestro país
Dos veces junio… interpela a los lectores para que analicen la adhesión acrítica de ese subalterno…
… indicios que hacen que el lector recupere los hechos del pasado.
… se busca a través de esas omisiones que los hechos sean retomados por la ficción, y que… el lector pueda dar sentido a esos silencios.
… lo mágico que proporciona la literatura es que mediante el trayecto de la lectura atrapa al lector hasta que este debe reflexionar y llegar a una conclusión en la que se concrete el mensaje del autor.
Resulta interesante destacar que los estudiantes explicitan que el fenómeno literario implica la figura del lector con un rol activo, ya que es quien completa con su interpretación los sentidos de las obras literarias.
En conclusión, en los ensayos se pueden leer las posiciones de los estudiantes en relación con el pasado reciente: rechazo e indignación frente a la violencia, empatía con el sufrimiento de las personas sometidas al terrorismo de Estado y cuestionamiento crítico acerca del comportamiento de la sociedad en ese período. Los escritores consideran que hacer memoria es un deber del presente que implica trabajo constructivo consciente para otorgar sentido a los acontecimientos del pasado en función de un compromiso orientado hacia un futuro posible. Manifiestan de diferentes formas que la literatura tiene un potencial que actúa sobre los lectores y sostienen que permite construir memoria sobre el pasado e influir sobre la subjetividad de los lectores. Destacan la posibilidad que brinda la literatura de generar empatía frente al sufrimiento de las víctimas y rechazo frente a la violencia ejercida desde el estado, a la complicidad o a la omisión de los agentes sociales que actuaron en la época de la última dictadura militar. Consideran, también, que las obras literarias y sus consiguientes lecturas son de alguna manera una forma de denunciar lo sucedido y, además, las reconocen como un modo de hacer justicia frente a los hechos de este pasado violento. Esta indagación permite vislumbrar que la literatura propicia el papel activo de los estudiantes y conforma un espacio de resistencia en el que, como lectores, se posicionan en el presente acerca del pasado construyendo memoria y asumen un compromiso hacia el futuro. La literatura puede entenderse, entonces, como un modo de operar sobre el mundo (o al menos sobre los agentes que podrían intervenir en la transformación de la realidad social).
Bibliografía
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Cúrtolo, M. y M. Novo “¿Importa quién habla? Imágenes de autor y representancia en testimonios del terrorismo de estado”. Dignidad del hombre y dignidad de los pueblos en un mundo global. Río Cuarto, Ediciones del ICALA, 2009.
Dalmaroni, M. La ficción controlada. Novelas argentinas y memorias del terrorismo de estado, 1995-2002. La Plata, UNLP, 2003.
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