Juan Pablo González (Universidad Nacional de San Luis)
A finales del siglo XIX la ciudad de Buenos Aires poseía el monopolio de la producción y consumo de la literatura en nuestro país. En este momento nuestra literatura abordaba el tópico relacionado a la dicotomía civilización-barbarie; por lo tanto, las obras literarias, producidas en la ciudad, despliegan diversas estrategias discursivas para construir al otro como un antagónico de la civilización. En este contexto observamos que Una excursión a los indios ranqueles[1] de Lucio V. Mansilla tematiza la dicotomía desde una singularidad que nos permite formular la siguiente hipótesis de investigación: la obra de Mansilla configura una estructura de sentir emergente, que significó el cuestionamiento de las concepciones sobre la otredad como expresión de barbarie instituida en la literatura nacional.
Entendemos a Una excursión como un texto hibrido compuesto por diversos discursos: el filosófico, el sociológico y la autobiografía, entre otros, y evidenciamos el carácter ficcional de la obra en la forma en que se organizan dichos discursos. En este sentido, advertimos en Una excursión un particular agenciamiento que vuelve a la obra, un rizoma[2], por lo tanto establece relaciones con diversos agenciamientos. En la presente investigación haremos foco en destacar a Una excursión como una línea de fuga que plantea disensos en la literatura argentina hacia finales del siglo XIX.
De acuerdo con este enfoque sostenemos que Una excursión en 1870, momento de publicación de las apostillas en el diario La tribuna, irrumpe como una línea de fuga que tiene una fuerza instituyente al plantear nuevos valores que cuestionan la concepción de otredad hegemónica presente en el corpus literario. Para establecer cuál es la forma que adquiere la línea de fuga, nos resulta necesario articular nuestro enfoque con los desarrollos teóricos de Raymond Williams (1997); de este modo poder analizar a la línea de fuga como una estructura de sentir emergente[3] que se hace evidente, en el relato del viaje que realiza el personaje del Coronel Mansilla desde el Fuerte Sarmiento hasta la Laguna de Leuvucó, lugar de Tierra Adentro que representa el espacio central de la otredad que aborda Una excursión , el Ranquel.
El relato hacia Tierra Adentro se realiza desde una estética vitalista que pretende lograr una narración que evoca la realidad vivida. En cuanto relato de viaje, Una excursión deviene en una traducción semiótica[4]; por lo tanto, nuestro análisis se puede complementar con una lectura de Una excursión como una frontera semiótica entre la semiósfera de la Ciudad de Buenos Aires y la semiósfera de Tierra Adentro.
I. Una excursión como una frontera semiótica que posibilita la emergencia de nuevos significados
Es el personaje del coronel Mansilla el encargado de realizar la traducción de los significados de Tierra Adentro para los lectores de La Tribuna. El coronel Mansilla, al momento de realizar la traducción se comporta como un hábil traficante, en función de que por medio de su experiencia vivida conoce los dos espacios semióticos y, por lo tanto, es el que puede negociar los intercambios de significados que no son compartidos entre las semiósferas. Las negociaciones que se establecen son de carácter marginal porque tienen como objeto de intercambio significaciones y valores que no son compartidos por la mayoría de los integrantes de cada semiósfera y plantean nuevas formas en las relaciones entre los dos espacios. Sin embargo, los nuevos significados por su carácter de emergente, aún no están articulados como oposición o alternativa a los significados y relaciones de carácter dominante presentes en cada una de las semiósferas.
A continuación, destacamos los significados que el personaje del coronel Mansilla trafica entre Tierra Adentro y la Ciudad de Buenos Aires y que inciden como estructuras de sentir emergente en cada uno de los espacios semióticos. Por un lado, en la semiósfera de Tierra Adentro hace emerger el significado del proyecto de la elite gobernante de la República Argentina que consiste en insertar al país en la estructura de comercio internacional, como productor de materias primas. Dicho proyecto exige la transformación de la llanura fértil, comprendida dentro del espacio ranquel, en territorios útiles para la producciones agropecuarias; este significado hegemónico, aunque de carácter marginal es conocido por los caciques Mariano Rosas y Ramón antes de la llegada del Coronel Mansilla, y es cuestionado por el Cacique Mariano Rosas con el argumento de la presencia histórica del Ranquel en la tierra[5]; sin embargo, la oposición no es total sino que permite una posible incorporación al proyecto hegemónico de los ranqueles, que se manifiesta en la intención de aprender a producir la tierra[6], esta alternativa es compartida por el cacique Ramón a partir de la incipiente organización agropecuaria de su tribu.
Y, por otro lado, en la semiosfera de la Ciudad de Buenos Aires, el coronel Mansilla ofrece a los lectores de La Tribuna significados y valores que observa en los ranqueles, y que sirven para que estos se puedan incorporar, como un elemento útil en el desarrollo productivo, en la medida en que el ranquel adquiera y desarrolle las características del “paisano gaucho”[7]; es esta la categorización que propone Coronel Mansilla y es la que potencialmente puede desarrollar el ranquel, para ser considerado como mano de obra rural calificada. Inferimos que esta nueva significación tiene el carácter de emergente, a partir de la interpelación que realiza el coronel Mansilla a los lectores de la Tribuna: “¿No hay quien sostiene que es mejor exterminarlos, en vez de cristianizarlos y utilizar sus brazos para la industria, el trabajo y la defensa común…?” (Mansilla 2006: 90). También La interpelación, nos permite evidenciar que el sentido hegemónico sobre el otro como un obstáculo a eliminar.
II. La traducción del Ranquel como un reconocimiento del otro
En nuestra investigación definimos la otredad desde los aporte teóricos de Emanuel Levinas (2000): “el otro se presenta ante mí, a través, del rostro. El rostro de otro es el modo por el cual se hace presente el otro. Me aporta su verdad que constantemente supera la idea de lo otro en mi”, desde esta perspectiva, consideramos que la traducción que negocia el coronel Mansilla, no implica un dominio o aplastamiento del ranquel sino que pretende crear en la ciudad las condiciones de posibilidad del reconocimiento de esa otredad, la del ranquel, frente al imaginario social hegemónico del otro como ser inservible o agresivo.
La literatura argentina de finales del siglo XIX participó en la consolidación de nuestro estado nacional y, por lo tanto, se constituyó como una institución creadora de sentidos y relaciones sociales. Las obras literarias del contexto representaban construcciones simbólicas que evidenciaban el imaginario social hegemónico sobre la otredad[8]. Construir significados del otro como un ser agresivo posibilitó que en la práctica social esa otredad sea observada como un potencial enemigo, y por lo tanto, no fuera parte de la conformación del estado nacional.
La estructura de sentir emergente que en nuestro trabajo representa Una excursión y que implicó la ramificación de nuevos significados sobre la significaciones hegemónica de la otredad queda, a nuestro entender, plasmada en la narración del primer encuentro que sucede entre civilización y barbarie. En la obra el primer encuentro con el ranquel de Tierra Adentro, se presenta como una escena entre el indio acróbata y el coronel Mansilla. El encuentro es referido por el personaje del Coronel Mansilla, de la siguiente manera: “como ni el indio ni yo nos detuviésemos, llegamos a encontrarnos a la misma altura, pero en distintas direcciones. Hubiérase dicho que nos habíamos pasados la palabra, al vernos hacer alto simultáneamente” (Mansilla 2006: 123). El autor en esta escena nos presenta dos seres antagónicos que, pudiendo enfrentarse deciden no hacerlo, podríamos considerar que evitan el enfrentamiento a partir de un contrato no expresado en palabras, sin embargo, negociado y respetado por ambas partes. La ausencia en la narración del potencial enfrentamiento implica un reconocimiento entre los antagónicos, anterior al diálogo, un reconocimiento fundando en la presencia del otro y que anularía la oposición.
Luego, cuando viene ese primer intercambio de palabras, que consiste en un saludo amistoso, “–Buenos días amigo. –¡Buenos días –contesto!” (Mansilla 2006: 123) el diálogo se traduce en un acto de habla que tiene el efecto de encontrarse para establecer una potencial amistad entre los antagónicos. Este reconocimiento es el valor emergente, la línea de fuga, que presenta un nuevo marco de referencias que alteró el imaginario literario vigente en el que los primeros encuentros entre civilización y barbarie, significaban una la narración de hechos violentos, enfrentamiento iniciado en el relato del vejamen al joven unitario en El matadero de Echeverría.
Entonces, en Una excursión, este singular reconocimiento entre antagónicos desarrolló una fuerza instituyente que permitió el ingreso de una alternativa sobre la concepción del otro. Sin embargo, en el canon literario nacional de la época, la concepción dominante, perduró aun posterior a Una excursión. Por citar un ejemplo, observamos la continuidad del otro como expresión de barbarie en, Paine y la dinastía de los zorros de Estanislao Zeballos de 1889, en la que los ranqueles son considerados como seres improductivos[9]. La obra de Zeballos retoma y representa el imaginario hegemónico que impulsó el Estado nacional y que podría sintetizar en el mensaje, enmarcado dentro de “la conquista del desierto”, que realiza al Congreso de la Nación del 14 de agosto de 1878, el ministro de guerra general Roca, que considera al indio como un “puñado de salvaje que destruyen nuestra principal riqueza.” [10]
III. La configuración discursiva de la estructura de sentir emergente que expresa Una excursión sobre el indio
Hasta aquí hemos determinado que en Una excursión subyace un singular reconocimiento del ranquel, y que implica una relativización en el canon literario de las categorías de barbarie sobre el indio iniciada por la Generación del 37, a través de La cautiva de Esteban Echeverría, en la que el indio es presentado como un conjunto que se mueve de forma violenta y destructiva por la llanura.[11] Nos proponemos realizar una descripción de las estrategias discursivas que subyacen en la obra de Mansilla y que operan sobre el indio para relativizar el carácter de bárbaro y equipáralo a un ser civilizado.
Una excursión se desarrolla en Tierra Adentro: un enorme y complejo paisaje[12]. El tránsito del coronel Mansilla permite determinar diferentes sectores de Tierra Adentro, por un lado, el espacio de los ranqueles; y por otro lado, un espacio donde la barbarie es absoluta, puesto que ingresar conlleva un mayor peligro. No obstante, con el afán de dar cuenta de la totalidad de Tierra Adentro, el coronel Mansilla accede al espacio vedado; por medio de una particular narración relacionada con lo fantástico-onírico: “me estaba por dormir… Veía como envuelta en una bruma rojiza la visión de la gloria (…) Hacia mi entrada triunfal en Salinas Grandes” (Mansilla 2006: 248), el autor con esta singular disgregación, coloca en un plano irreal, al que se plantea en la obra, la barbarie absoluta que expresa el cacique Cafulcurá.
Mansilla desarrolla el proceso de equiparación a partir de establecer similitudes entre los ranqueles y las características fundamentales de la civilización. Las similitudes que destacamos y analizamos, son las siguientes: la presencia en los ranqueles de la facultad de razonar, del uso de la técnica y una moderna organización social.
La presencia en el ranquel de la capacidad de utilizar la razón es realizada por el análisis que hace el Coronel Mansilla sobre el sistema de numeración ranquel, define Mansilla “su sistema de numeración es igual al teutónico” (Mansilla 2006: 122) el análisis instala en los ranqueles una estructura lógica-racional y; a la vez, la iguala a la lengua alemana considerara en la época como máxima expresión de la razón. La siguiente, similitud establece que el ranquel, al igual que un hombre de la modernidad, trasciende la naturaleza a partir de la utilización de una técnica que ordena el ambiente en función de un determinado fin; esta capacidad es manifestada en el Cacique Ramón, que presenta en sus tolderías el desarrollo de una organización agropecuaria descripta por el Coronel Mansilla “Sus corrales eran grandes y bien hechos, sus sementeras vastas, sus ganados mansos como ninguno” (Mansilla 2006: 492). La última similitud que destacamos consiste en mostrar a la tribu como símil a una organización moderna y se establece por diversas analogías entre una organización política de un estado civilizado y los parlamentos de los ranqueles; la similitud resulta evidente cuando el Coronel Mansilla participa de la junta que se realiza en Tierra Adentro y relata lo siguiente: “Mariano Rosas y Baigorrita, como dos jefes de partido, tenían el terreno preparado, la votación segura” (Mansilla 2006: 426).
Las equiparaciones presentes en Una excursión implican el tráfico de significados marginales que tensionan los valores hegemónicos inaugurados por La Cautiva, en la que el indio es un obstáculo para el progreso de la civilización, y pretende que el ranquel sea entendido como un potencial ser productivo en el desarrollo económico de la llanura.
IV. Conclusión
Nuestra investigación nos ha permitido destacar que Una excursión se constituyó como un punto de fuga sobre la concepción del otro como expresión de barbarie presente en nuestro país a finales del siglo XIX. Por medio del relato del Coronel Mansilla se produce un tráfico de sentidos y valores de carácter periféricos, que significan una traducción y por lo tanto un contacto semiótico entre dos semiósferas antagónicas. Estas transacciones logran presentar al ranquel como un particular sujeto moderno; por lo tanto, la obra de Mansilla, expresa un significado emergente que propone considerar al ranquel ya no como un obstáculo a eliminar, sino como un sujeto susceptible de ser incorporado en la organización del estado nacional, por su potencial productivo en el desarrollo agropecuario de la llanura.
Bibliografía
Echeverría, E. La cautiva. El matadero. Buenos Aires, Visor, 2010.
Castoriadis, C. La institución imaginaria de la sociedad. Buenos Aires, Tusquets Editores, 2007.
Deleuze, G y R. Guattari. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia, Pre-Textos, 2002.
Levinas, E. Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad. 1971. Salamanca, Ediciones Sígueme, 2002.
Lotman, I. La semiósfera I Semiótica de la cultura y el texto. Valencia, Frónesis Cátedra, 1996.
Mansilla, L.V. Una excursión a los indios Ranqueles. Buenos Aires, EDICOL, 2006.
Martínez Sarasola, C. Nuestros paisanos los indios. Buenos Aires, Del Nuevo Extremo, 2013.
Williams, R. Marxismo y literatura. Barcelona, Edición Península, 1997.
— El campo y la ciudad. Buenos Aires, Editorial Paidós, 2001.
Zeballos, E. Painé y la dinastía de los zorros. Buenos Aires, Casa Editora, 1889.
- En adelante, Una excursión. ↵
- En relación con el concepto de agenciamiento, Deleuze y Guattari, En Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia nos indican: “En tanto libro no hay nada que comprender, tan solo hay que preguntarse con qué funciona en conexión, con qué hace pasar o no intensidades, en qué multiplicidad introduce y metamorfosea la suya.” (2002, 10). ↵
- La estructura de sentir emergente es definida, por el pensador galés, de la siguiente manera: “Lo emergente se refiere a los nuevos valores, relaciones y significados que se crean continuamente (…) estas nuevas adaptaciones son difíciles de distinguir entre una opción alternativa o una opción de oposición a la estructura de sentir dominante” (1997).↵
- Sobre la concepción del texto como frontera semiótica, Yuri Lotman, afirma: “la frontera es un mecanismo bilingüe que traduce los mensajes externos a un lenguaje interno y la inversa.” (1996).↵
- “con qué derecho habíamos ocupado el Río Quinto; dijo que esas tierras habían sido siempre de los indios… ¿cómo no han de ser nuestras cuando hemos nacido en ellas?” (Mansilla, 2006, 413). ↵
- “Los indios somos gente franca y sencilla… no sabemos trabajar, porque no nos han enseñado. Si fuéramos como los cristianos, seriamos ricos…” (Mansilla, 2006, 277).↵
- “el que tiene hogar, paradero fijo, hábitos de trabajo, respeto por la autoridad, de cuyo lado estará siempre, aun contra su sentir” (Mansilla, 2006, 396).↵
- Tal como señala en La institución imaginaria de la sociedad “imaginario social se entiende al conjunto de representaciones sociales que se ponen de manifiesto en las instituciones y que no tienen que ver con una explicación “funcional” o una utilidad específica, sino que son imágenes que frecuentemente condicionan y orientan la representación y el hacer de la sociedad.” (Castoradis, 2007, 175).↵
- “En medio del sensualismo barbarizado a que empuja la holgazanería de la vida de los toldos” (Zeballos, 1889, 161).↵
- Citado en Martínez Sarasola, 2013.↵
- “Así el bárbaro hace ultraje / al indomable coraje / que abatió su alevosía: / y su rencor todavía / mira con torpe placer, / las cabezas que cortaron / sus inhumanos cuchillos” (Echeverría 2010, 32).↵
- Para la noción de paisaje seguimos el desarrollo teórico de Raymond Williams en El campo y la ciudad (2001) que sostiene que el paisaje es un punto de vista antes que una construcción estética.↵