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12 Comercio

Salvador Corrales C.

Comercio, según el diccionario de la lengua española, significa: “Compraventa o intercambio de bienes o servicios” (https://dle.rae.es/comercio). Como sustantivo, el diccionario lo identifica con las tiendas, almacenes, establecimientos comerciales, etc. Como verbo, el comercio es una actividad dinámica, mientras que, como sustantivo, identifica el lugar donde se realiza una operación de compraventa. En los manuales de economía el concepto con mayor uso es el de mercado, que identifica el lugar de compraventa de mercancías.

Comercio y mercado son sinónimos, porque en ellos se someten mercancías y servicios a las decisiones de los clientes; son distintos, dado que mercado se identifica mejor con la localización de las mercancías. La definición general del diccionario es muy restringida a la movilidad de mercancías entre oferentes y demandantes, que los manuales de economía los identifican con la ley de la oferta y la demanda. El concepto de mercado es tan amplio (Wannacott y Wannacott, 1982) porque incluye la compra-venta de acciones de compañías en el mercado de valores, donde el comprador y el vendedor pueden no conocerse, mientras que el concepto de comercio es más ubicuo, ya que en cualquier lugar se puede realizar una transacción.

Las actividades de vender y comprar separan a las personas por las capacidades y necesidades acumuladas a lo largo de la vida. El comercio sintetiza ambas actividades, cuyo contenido se compone del intercambio de objetos, donde el precio, dinero simbólico, hace posible el intercambio. En sus orígenes se realizaba a través del trueque, es decir, intercambiando ganado por granos, leña por comida o frutas por ropa. Pasado un buen tiempo, se desarrolló el dinero como medida de intercambio y de valor que facilita la acumulación de capital.

El comercio conecta, también, a las personas de todos los lugares del mundo mediante las actividades de vender y comprar para satisfacer las necesidades alimenticias, tecnológicas y de otra especie. Las fronteras físicas y sociales que separan al vendedor del comprador como son el precio, la calidad y la geografía, también los unen al dejar satisfechos tanto a vendedores como a compradores. El comercio local define a los que tienen capacidad de sustento, de los que no lo tienen. Con él se aprecian las diferencias de clase, donde la mayoría compra sólo para la sobrevivencia, mientras que un grupo selecto compra casas, carros y objetos de lujo, incluso compran la nacionalidad de otros países.

El concepto de comercio es el más adecuado por oposición al de mercado para analizar las actividades de compra-venta en las fronteras de todo el mundo. En ese sentido, al analizar el caso de la frontera México- Estados Unidos resulta necesario compaginar el comercio con todo un conjunto de actividades fronterizas, que incluye el comercio internacional a gran escala, el comercio al menudeo y el comercio informal. Allí, las asimetrías saltan a la vista por las diferencias en el desarrollo entre ambos países, que se traducen en beneficios tangibles, contantes y sonantes para los comerciantes. 

En el siguiente apartado se analiza el papel de las regiones binacionales para hacer referencia a la frontera entre México y Estados Unidos y se discuten las variables que distinguen a las regiones con fronteras comunes, donde las desigualdades generan las oportunidades de comercio y de competencia entre comerciantes. El segundo sintetiza aspectos teóricos del comercio internacional con referencias de autores clásicos. El tercer apartado se refiere a los datos fríos del comercio internacional entre México y Estados Unidos y, en el último, al comercio al menudeo, donde la informalidad alcanza un peso muy importante en las relaciones transfronterizas.

Comercio entre regiones y países

Los países y regiones comercializan sus productos en los mercados que mejores dividendos les generan a sus empresas. Los mercados de exportación son muy atractivos porque sus compradores les garantizan mejores precios, pagos en tiempo y forma en dólares, dinero de curso legal en los mercados internacionales. Las actividades de vender y comprar imponen restricciones de diversa naturaleza a sus agentes económicos. En general, las actividades de vender y comprar identifican al concepto de frontera que aquí se analiza, donde el precio acerca o separa a los agentes económicos. Cuando se realiza la transacción, la frontera que separa a los agentes económicos ha sido cruzada después de saldar el costo de transacción para adquirir la mercancía.

Las aproximaciones y diferencias territoriales son decisivas en el comercio, unifican pueblos y abastecen de toda una diversidad de bienes y servicios. Mediante las actividades de comercio hay una interpenetración cultural, inclusive entre comunidades de una misma región, pero también se pueden identificar sus diferencias. En sociedades con distinto nivel de desarrollo económico, lengua y sistema económico, las relaciones comerciales hacen más ricas las interacciones humanas y se asimilan los adelantos del vecino más desarrollado. Por lo general, se impone la economía del más fuerte, como resultado de su capacidad tecnológica y precios más bajos.

Sin que parezca una verdad de perogrullo, el comercio es a las fronteras como las personas a sus países, porque intercambiar adquiere rango de nacionalidad y de identidad regional con la cual las personas coinciden en diferentes latitudes. Productores de trigo, por ejemplo, no necesitarán vender a otros productores de trigo, a menos que el precio esté tan atractivo que uno asuma el objetivo de controlar el mercado de granos. La especialización regional es un accidente de la historia, dijo Krugman (1991), pero también es la capacidad de organización de los productores con el pleno conocimiento de sus recursos y capacidades para explotarlos. 

El país es una abstracción con su línea fronteriza geográfica o artificial. En cambio, la región es donde se identifica a los productores junto con el grado de especialización alcanzado después de décadas de esfuerzos. En las fronteras también se observan estas características. Sin embargo, se entrecruzan con una diversidad de mercancías de distintas partes del mundo, donde sólo sus habitantes tienen la capacidad de distinguir y obtener beneficios por la comercialización regional o internacional. En toda su extensión, la frontera de Estados Unidos con México está inundada de productos chatarra de origen chino, que los centros comerciales venden a los clientes mexicanos que cruzan a diario para abastecerse. 

El comercio internacional y las fronteras

Comercio y fronteras son dos grandes conceptos, uno económico y el otro espacial, que coloca a las personas en distintos lugares y momentos de su actividad cotidiana. Comprar para vender y acumular capital forma parte de las actividades más importantes del ser humano, analizado por Smith (1976), Ricardo (1973), Keynes (1984) y entre otros economistas modernos, tal como Krugman (1991), o latinanoamericos seguidores de Keynes como Prebish (1986) o Solis (1987), que se opusieron al libre comercio con Estados Unidos y Europa, cuyo resultado fue el proteccionismo latinoamericano que duró hasta la década de 1980.

Productores y comerciantes son conscientes de la necesidad de comercializar sus productos para obtener una ganancia. Sin embargo, por décadas el proteccionismo distorsionó el comercio internacional: se controló tanto con aranceles como con permisos de importación y el principal perjudicado fue el consumidor final, que no tuvo acceso a mercancías del resto del mundo más baratas y de mejor calidad. Toda Latinoamérica experimentó el proteccionismo como estrategia para hacer crecer la industria “infante” o naciente, y las consecuencias fueron el crecimiento del contrabando, el comercio informal, el mercado negro y mayores costos para el comercio internacional con Estados Unidos y Europa.

Después de librar la batalla contra el proteccionismo en la década de los ochenta, el comercio entre países con diferentes niveles del desarrollo y políticas aduaneras incrementó las ganancias entre los exportadores, dada las diferencias entre los factores de producción que identifica a todos los países de América Latina respecto a Estados Unidos, Europa y China. La regulación del comercio se hizo más laxa con la firma de tratados comerciales (como el TLCAN), cuyo resultado fue más trabajo para las aduanas y fronteras del mundo. Desde entonces, la competencia internacional a base de costos adquirió su justa dimensión.

El modelo Heckscher-Ohlin-Samuelson, que enfatiza los factores de producción como los determinantes del comercio internacional, se hizo presente para monitorear el comercio internacional, que consiste en que los países comercian cuando sus factores productivos son más abundantes que los de sus competidores. La desigualdad es la norma más que la excepción en el comercio internacional y en las fronteras. Se expresa con mucha nitidez debido a la capacidad de administrar la carga que identifica el origen y destino de las mercancías, la velocidad de cruce fronterizo, el volumen, entre otras variables que influyen en los costos de transacción.

En Porter (1990) y en Krugman y Obstfeld (2006) se encuentran los argumentos teóricos de la competencia comercial y transfronteriza entre México y Estados Unidos. Para estos autores, los empresarios y comerciantes de las ciudades americanas son más competitivos porque operan en un contexto de mayor apertura, con factores de producción que les ofrece ventaja en los costos de producción, calidad y diseño, que atrae a los consumidores mexicanos. No obstante, el bajo valor de la fuerza de trabajo mexicana, su economía es menos competitiva que la americana por factores tanto tecnológicos como institucionales, que inciden en los costos totales. Sin embargo, como se verá en el siguiente apartado, posee superávit en el comercio con Estados Unidos. 

El comercio internacional a gran escala

Por el valor de las mercancías y el volumen de cruce fronterizo, las relaciones comerciales entre México y Estados Unidos son las más intensas en el mundo. En el primer bimestre de 2019 superó a Canadá y a China, con un total (importaciones más exportaciones) de 97 mil 418 millones de dólares (Usla, 2019), y se colocó como el principal socio comercial a pesar de todas las amenazas al comercio por la administración estadounidense. Este comercio se realiza a través de una larga frontera de 3.169 km, donde los puertos de cruce de carga se localizan en las principales ciudades fronterizas como Nuevo Laredo (Tamaulipas), Tijuana (Baja California), Ciudad Juárez (Chihuahua), Nogales (Sonora) y Reynosa y Matamoros (Tamaulipas). 

El comercio a gran escala se hace fundamentalmente por tierra con tractocamiones y ferrocarriles en aproximadamente el 70%. El restante se hace vía marítima, avión y tubería, cuando se comercializa gas y petróleo. Las exportaciones mexicanas a Estados Unidos en 2017 representaron el 79,8% del total exportado (INEGI, 2017). En términos prácticos, esto significa una logística de cargas para el cruce fronterizo que involucra millones de dólares, miles de camiones, contenedores de ferrocarril y agentes aduanales trabajando. Administrar el cruce de carga fronterizo requiere conocimientos del sistema armonizado que clasifica las mercancías, tecnología para identificar la autenticidad de las mercancías, como medidas de seguridad por el tráfico de drogas, armas y aparatos explosivos.

Después de los atentados terroristas a las torres gemelas de Nueva York en 2001, se intensificaron las medidas de seguridad en el cruce fronterizo, que incrementaron los costos de transacción para los exportadores mexicanos. Como consecuencia, los exportadores junto con las compañías transportistas, tienen que certificarse para cruzar y evitar demoras por el monitoreo de la carga (Corrales, 2014). Por lo anterior, en los puentes internacionales se hacen largas filas de camiones por problemas de congestionamientos, a pesar de que muchas compañías transportistas poseen el servicio FAST, que facilita el cruce rápido entre ambos países.

El número de camiones que pasa a diario para colocar la mercancía en los anaqueles de las tiendas departamentales de Estados Unidos, se cuentan por miles. Entre otros factores que caracteriza al comercio mexicano de gran escala, es el pago de impuestos de exportación en la frontera. En cambio, los exportadores americanos lo hacen en el lugar de origen. Estas diferencias en la administración aduanal incrementan los tiempos de espera en las fronteras de México-Estados Unidos.

Es tanta la integración comercial entre México y Estados Unidos, que las amenazas de Donald Trump de cerrar la frontera como medida de presión para conseguir el presupuesto para construir el muro fronterizo, significó una amenaza contra la propia economía estadounidense, toda vez que un 40% (A.M.D.A, 2018, diapositiva 12) de las exportaciones mexicanas tienen componentes de empresas americanas. El mayor porcentaje de las exportaciones hacia ese país la hacen maquiladoras (Calderón y Hernández, 2016), cuya mayoría son de origen estadounidense. Dada la relación asimétrica entre ambos países, se desarrolla un comercio también asimétrico, porque mientras que el comercio (importaciones más exportaciones) de México con Estados Unidos representa el 70% del total, el de Estados Unidos con México, sólo es el 15%, lo que explica una mayor diversidad por el destino de sus exportaciones.

Comercio transfronterizo al menudeo

El comercio al menudeo se caracteriza por la pequeña escala en las compras de los residentes fronterizos de ambos países. Depende de una logística individual donde el comprador visita los centros comerciales para surtirse, utiliza transporte público o privado para trasladar su mercancía a los hogares. Este comercio también incluye servicios tales como asistencia médica, mecánica automotriz, entre otros, que demandan residentes fronterizos mexicano-americanos. Por realizarse en países fronterizos con dinero diferente, también es comercio internacional, regulado por las leyes comerciales cuando supera determinados montos.

La realización de este comercio obliga a los residentes a cruzar la frontera en automóviles, autobuses o a pie: a diario cruzan millones de personas a lo largo de la frontera México-Estados Unidos. Se caracteriza por los objetivos de comprar al menudeo, visitar familiares, asistir a la escuela, etc. Este comercio es, en términos formales, regulado mediante cuotas, también llamadas franquicias, donde el monto fluctúa en función de los periodos vacacionales, fecha en que se incrementa, y se reduce una vez concluidas las vacaciones. Son diferentes para residentes fronterizos o para la población que viaja en avión de turista, que puede importar 1.000 dólares por persona en períodos de vacaciones. 

Este comercio es conocido como hormiga, por el tamaño de las compras y la frecuencia de cruce (Gauthier, 2009). Para hacer efectivas las medidas de control del comercio transfronterizo, se utiliza el semáforo rojo, sistema que también se aplica para el cruce de camiones de carga. Visitantes mexicanos a las tiendas departamentales de las ciudades pares americanas que encienden la luz roja, son revisadas sus mercancías y si superan la cuota que rige en el momento, les cobran impuestos de importación. En el peor de los casos, les confiscan la mercancía siempre que esté prohibido su cruce.

Los cruces fronterizos de mexicanos a sus ciudades pares, también conocidas como ciudades gemelas -porque algunas tienen el mismo nombre, como Laredo-Nuevo Laredo, Nogales Sonora-Nogales Arizona-, propician dependencia a las tiendas departamentales en Estados Unidos, particularmente a las ciudades más pequeñas.

El comercio a pequeña escala por residentes fronterizos es difícil de cuantificar. Se han hecho estimaciones para efectos de estrategia empresarial (Phillips y Coronado, 2005; Coronado y Phillips, 2012; Corrales, 2013). Lo que más se ha estudiado son sus características relacionadas con la variedad de las mercancías, la atención a clientes, las formas de pago y la calidad. Los productos más demandados por los mexicanos son ropa, electrónicos, línea blanca, muebles y mercancías usadas de todo tipo. Los clientes méxico-americanos que se internan en México, comúnmente compran servicios médicos, mecánicos y algunas mercancías muy especializadas inexistentes en las tiendas de Estados Unidos.

El comercio hormiga es muy asimétrico en términos de escala y variedad (Patrick, 2006). Con las compras de residentes fronterizos mexicanos, generan dependencia a los centros comerciales de sus ciudades pares americanas, no obstante, la baja capacidad de compra del mexicano, 20 veces menor (tipo de cambio peso-dólar) que sus semejantes en Estados Unidos. Cruzar la frontera México-Estados Unidos es un proceso cultural, que desafía los largos tiempos de espera en las aduanas para cruzar y surtirse de mercancías, con un promedio cercano a las 3 horas. 

Diversas investigaciones han confirmado que es más barato comprar en las ciudades fronterizas de Estados Unidos, a pesar de la relación de intercambio, por el bajo valor del peso mexicano frente al dólar. En 2014 se produjo la homologación del IVA en todas las ciudades fronterizas (Fuentes Flores et al., 2013), lo que redujo la competitividad del comercio mexicano para atraer clientes, cuya predilección es hacer compras en Estados Unidos. Con la reducción al 8% realizada por la administración de Andrés Manuel López Obrador desde el 2018, se asume que incrementarán las ventas a los visitantes méxico-americanos y detendrá a consumidores con visa de no inmigrante. Dado el nivel de inseguridad en las fronteras, es poco probable ese incremento del comercio formal en las ciudades fronterizas mexicanas. De cualquier modo, todavía no es tiempo para evaluar sus resultados. 

Comercio transfronterizo informal

El comercio informal es toda compra-venta no registrada en las cuentas nacionales. Este puede ser a gran o pequeña escala y localizarse en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, adquiere carácter especial en las fronteras por la oportunidad de lucrar por las desigualdades en el ingreso y el tipo de cambio en el comercio internacional (Pérez, 2017). Las aduanas fronterizas tienen la responsabilidad de monitorear el comercio para cumplir con las reglas de origen, los pedimentos de importación y el pago de los impuestos. La originalidad de las mercancías es muy importante, tarea que las aduanas se aseguran de garantizar en el comercio internacional.

El comercio informal se observa con mayor frecuencia en los países en desarrollo y la proximidad fronteriza con un país desarrollado como Estados Unidos, es el “caldo de cultivo” para obtener una ganancia por los comerciantes informales. La piratería, actividad comercial que roba la marca de productos originales, es muy frecuente en la frontera México-Estados Unidos, porque se venden a precios de mercado, mientras sus costos de producción son muy bajos. Junto con la piratería, se comercializan productos robados, armas y cartuchos que ingresan a la frontera, así como sustancias prohibidas.

El Sistema de Administración Tributaria (SAT), Aduanas y la Policía Fiscal de México trabajan en coordinación para detectar la introducción de este tipo de mercancías. Se han encontrado empresas que por años han introducido mercancías piratas -desde discos, juegos electrónicos o ropa-, que se distribuyen en las tiendas departamentales mexicanas como si fuesen originales (Pérez, 2017; López, 2013). El comercio informal incluye el tráfico de drogas y la importación de ropa usada. Ésta por sí sola merece un apartado especial debido a la enorme cantidad que se cruza al mercado mexicano, a pesar de estar prohibida por el daño que hace a la industria textil de ese país.

En las ciudades fronterizas, el comercio informal se hace más intenso por la libertad de cruzar libre de gravamen hasta 1.000 dólares por persona en periodos de vacaciones. Entre los residentes fronterizos, una de cuyas actividades es el comercio al menudeo en los tianguis y mercados rodantes, aprovechan toda oportunidad para introducir este tipo de mercancías, que le garantiza un ingreso.

El comercio informal en la frontera de México se aproxima al 23,7% del PIB (INEGI, 2015), mientras que, en la frontera de Estados Unidos, es del 8% (Schneider et al., 2010). Como los PIB de ambos países son muy asimétricos, el monto de la mercancía pirata que se comercializa en México posee un valor mucho mayor a las drogas que entran en dirección contraria para el consumo de la población de Estados Unidos. En la frontera México-Estados Unidos se experimenta a diario esta actividad mercantil, donde el riesgo es grande por la penalización con cárcel para las personas que la realizan.

Bibliografía

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