Alberto Hernández H.
El vocablo transgresión proviene del latín transgressio y significa “acción y efecto de hacer daño a alguien” (Diccionario Etimológico, 2019). Según este mismo diccionario, el verbo transgredir alude a “no respetar, saltarse, pasar más allá de normas o costumbres”. Proviene del latín transgredior, -gressum “ir (gradior) más allá (trans), atravesar, sobrepasar”. En sus usos como enunciado y verbo, los sentidos etimológicos denotan la ruptura de un orden establecido, la infracción de reglas, el ir más allá de los límites y lo convencional.
Sin embargo, pensar la transgresión en relación con las fronteras conlleva otros efectos. En especial porque transgredir o cruzar una línea fronteriza o delimitación territorial, cambia su sentido desde la experiencia corporal y situada de quien lo realiza y, contrario a las restricciones de los sistemas de seguridad, hacerlo no necesariamente conlleva una valoración moral negativa.
En las fronteras los sentidos de transgredir varían y en ocasiones se superponen y confunden. Tomando como ejemplo la frontera de México con los Estados Unidos, considerada la más transitada del mundo, para quien resguarda el límite fronterizo de sur a norte es un deber y una misión evitar la transgresión. En cambio, para quien busca atravesar la frontera es un desafío para superar, sea legal o ilegalmente.
También, pensar la transgresión en referencia al cruce de Norte a Sur conlleva otro conjunto de efectos y aspiraciones, ya que, si bien el cruce desde México hacia los Estados Unidos implica ajustarse a un orden y a un conjunto de reglas del lado norteamericano, quien realiza el cruce en sentido inverso busca alejarse de esas reglas y sentidos de orden en el país vecino, configurando otra manera de transgredir.
Este capítulo se divide en tres secciones. En la primera, a partir de una obra literaria, se reflexionará sobre la incertidumbre implicada en la práctica de cruzar fronteras internacionales. En la segunda sección se presentarán algunos estudios sobre las fronteras internacionales con relación a la transgresión. La tercera sección describe diferentes formas de transgresión que se registran en las fronteras de México y de Sudamérica. La última parte está dedicada a hablar sobre la transgresión como una forma de contacto.
Cruzar fronteras, una experiencia incierta
En las primeras páginas de Instrucciones para cruzar la frontera, libro de cuentos del escritor mexicano Luis Humberto Crosthwaite (2002), se describen algunas recomendaciones para quien se dispone a hacer el cruce desde México hacia los Estados Unidos. Son siete consejos para tomar en cuenta, por ejemplo, tener documentos legales, las actitudes favorables al cruzar, las ficciones que sirven como respuestas, la paciencia ante la larga espera, los diálogos con los agentes migratorios, entre otras sugerencias descritas con fino humor e ironía.
Sin embargo, desde el principio, el autor comienza con la siguiente advertencia:
Piensa en esto: de preferencia no lo hagas.
La verdad es que no vale la pena el ajetreo. Te lo dice quien confiesa haber cruzado la frontera unas catorce mil setecientas ochenta y ocho veces durante su vida, por trabajo, por ansiedad o por fastidio.
Atravesar una línea divisoria requiere de un esfuerzo intelectual, un conocimiento de que las naciones tienen puertas que se abren y se cierran; una idea fija de que un país, cualquiera que éste sea, se guarda el derecho de admisión a sus jardines y podría echarte de ellos a la primera provocación. (Crosthwaite, 2002, p. 13)
El esfuerzo intelectual que demanda el cruce fronterizo desde estas instrucciones se presenta sencillo para realizar. Sin embargo, por lo general es una experiencia incierta, como si se estuviera cometiendo una transgresión que no es posible identificar. Aun cuando se tengan los documentos de cruce válidos y no haya una doble intención para quien va “al otro lado”, atravesar una línea fronteriza con infraestructura de seguridad, tecnología y agentes entrenados para intimidar, como ocurre en la frontera sur de los Estados Unidos, es algo que provoca incertidumbre. Es como si por cruzar, la persona ya fuera culpable de algo que no sabe, o con miedo de infringir, sin proponérselo, los órdenes establecidos. Para los habitantes que viven cruzando las fronteras, el temor a transgredir se convierte en una rutina en estos límites internacionales.
En esta tensión entre el orden y lo incierto transcurre la cotidianidad de los espacios fronterizos, y donde el acto de transgredir se podría identificar en al menos dos condiciones: la primera, como experiencia encarnada, es decir que le sucede al cuerpo, en tanto que la transgresión implica distintos efectos para quien la identifica y/o la contiene, como para quien la planea y la realiza. Y la segunda, como experiencia situada, ya que la transgresión adquiere dimensiones distintas si el tránsito se realiza de Sur a Norte, de Norte a Sur, o en cualquiera de las direcciones que traspase límites internacionales.
Estudio de las fronteras internacionales con relación a la transgresión
Algunos autores dedicados al estudio de las fronteras con relación a la transgresión y sus efectos son Ybarra Frausto (2011), quien retoma el concepto de “contact zones” (zonas de contacto) de Pratt (1998) para hablar de aquellos lugares físicos y simbólicos que se construyen desde el encuentro y la interacción, pese a ser fijados y divididos desde relaciones de poder asimétricas y de orden geopolítico. A nivel analítico, su lectura transgrede las premisas de estudios fronterizos enfocados en temas de seguridad, riesgo y amenaza, como ha ocurrido en las últimas dos décadas.
Por otro lado, García Canclini (1990) introdujo la reflexión en torno a las “culturas híbridas” que emergen en contextos de globalización, tomando como ejemplo la ciudad de Tijuana (México) y las relaciones sociales que históricamente se han construido con el lado estadounidense. Este autor hace referencia al carácter imbricado de símbolos y prácticas culturales compartidas y difíciles de separar en lugares fronterizos, configurando formas de interacción únicas en estos espacios como por ejemplo el uso de anglicismos y expresiones de lenguaje en inglés y español, la cultura del reciclaje, los acentuados contrastes urbanos, entre otros.
Desde otra mirada, uno de los conceptos que están directamente relacionados con la transgresión lo aporta Iglesias (2011). Utiliza transbordering (transfronteridad) para ejemplificar los distintos niveles de contacto, interacción o ausencia de ésta entre personas que habitan espacios fronterizos, mostrando cómo los sentidos de la frontera geopolítica son resignificados desde las prácticas, relaciones y producciones que tienen como fundamento lo cultural y también lo afectivo. Esto ocurre, por ejemplo, a través de expresiones que contactan y conectan a artistas fronterizos de México y los Estados Unidos desde la música, las disciplinas artísticas y distintos oficios. Así, demuestra que la frontera, pese a sus divisiones, posee elementos y prácticas culturales que unen al territorio.
Figura 1
Relaciones fronterizas entre México y Estados Unidos
Fuente: Adaptación propia del modelo de zonas fronterizas basado en Machado, Reyes y Rego, 2009.
Uno de los artistas cuya vida y obra está relacionada al crecimiento e interacción de Tijuana como ciudad fronteriza es Marcos Ramírez ERRE, cuyas piezas de arte instalación como Toy & horse (1997), un caballo de Troya de dos cabezas situado en la garita internacional (paso fronterizo para el ingreso desde Tijuana a San Diego, California), y más recientemente, Delimitations (2017) junto al profesor David Taylor, que demarca la antigua frontera de México con los Estados Unidos a mediados del siglo XIX previo a la anexión estadounidense, hacen referencia a acontecimientos históricos y la vida cotidiana en esta región.
Transgredir las fronteras latinoamericanas
A diferencia de las fronteras en la región de América Latina, las fronteras norte y sur de México poseen acentuados contrastes tanto en los paisajes, las culturas y las relaciones históricas con los países vecinos. La asimetría ha sido un rasgo distintivo en sus relaciones hacia Guatemala y Belice en la frontera sur, pero ha sido más notorio en la relación con los Estados Unidos, en la frontera norte.
El sentido de transgresión se configura de manera distinta al pensarlo en cada uno de estos espacios fronterizos, ya que históricamente la frontera norte de México ha sido la que más se ha transformado a raíz de la migración internacional y las etapas de reforzamiento fronterizo por el Gobierno de los Estados Unidos. En tanto, la frontera sur de México, durante décadas, permaneció con escaso personal y poca infraestructura para la atención del tema migratorio. Además, por haberse realizado la demarcación sobre el río y la selva, esta frontera tiene numerosos espacios poco resguardados, que permitieron durante mucho tiempo el ingreso de personas y mercancías de manera ilegal.
Además de estas diferencias en términos de sus procesos de cambio a nivel regional, quizá una de las principales diferencias en las fronteras de México es ser el punto de contraste que diferencia y al mismo tiempo conecta lo latino y lo anglosajón, de manera singular en la región norte que colinda con Estados Unidos.
Si bien en las triples fronteras sudamericanas, como los casos de Brasil, Paraguay y Argentina, o la de Brasil, Colombia y Perú, así como las fronteras de Colombia con Venezuela, también hay contrastes en términos de escalas y extensiones fronterizas, paisajes, esquemas de seguridad, políticas e incluso de idiomas, sus relaciones históricas y culturales han llevado a construir territorios compartidos más allá de los límites nacionales, como en el caso de Brasil y Paraguay, o también en la región amazónica que comparte Colombia, Brasil y Perú en la Amazonía.
Figura 2
Flujos de mercancía entre Norte y Sur
Fuente: elaboración propia con datos del sitio Embajada y consulados de Estados Unidos en México. Recuperado de: https://mx.usembassy.gov/es/u-s-citizen-services-es/recursos-locales-para-ciudadanos-de-estados-unidos/articulos-prohibidos-y-permitidos/.
Del mismo modo, en fronteras como las de Colombia con Venezuela y otras más, la transgresión también requiere leerse de manera corporal y situada, pues un gran número de procesos se ligan al comercio formal e informal, pero también al tráfico de todo tipo, y de modo más reciente, a las migraciones internas e internacionales en la región, llevando a diferentes países latinoamericanos a endurecer sus esquemas de seguridad bajo nuevas políticas y requisitos para el tránsito y estadía de connacionales y extranjeros.
Transgresión, una forma de contacto
Aunque la tendencia regional y global pareciera dirigirse a un momento histórico donde las fronteras se cierran, la transgresión en estos espacios adquiere nuevos sentidos y configura otros procesos al pensar estos actos como generadores de zonas de contacto, hibridaciones culturales y transfronteridades. Estos conceptos ayudan a distinguir a la transgresión, no sólo como un acto disruptivo, sino como una estrategia de integración a realidades que mejoren sus condiciones de vida. Es que, para muchos, constituye la única forma de sobrevivencia ante circunstancias cada vez más difíciles en sus propios territorios. El conjunto de recomendaciones de Crosthwaite (2002) finaliza con estas palabras:
Hay quienes opinan que trasponer la frontera es un arte, que no debe ser un acto sencillo como el que se describe en este texto, que debe requerir cierto esfuerzo de la imaginación. Por eso algunas personas de alma aventurera prefieren hacerlo por espacios remotos, de difícil acceso; lugares que son custodiados con recelo por los más amplios recursos tecnológicos, helicópteros y patrullas ansiosas de comenzar la cacería.
Cruzar por esos extremos es una hazaña de otra índole que requiere de una serie distinta de recomendaciones. (Crosthwaite, 2002, p. 16)
Pensar la transgresión en fronteras internacionales, como se ha señalado, requiere de un enfoque corporal y situado respecto a quién la realiza o intenta impedirla, pero también una comprensión donde el hecho de transgredir no sea leído sólo como un acto que infringe reglas sino como una relación, una forma de contacto, un gesto de encuentro que también está presente en los espacios fronterizos. La transgresión como una forma de contacto en fronteras es una clave de estudio que sin duda falta profundizar. Al igual que en el cuento de Crosthwaite, se necesitan otras estrategias y recomendaciones que capturen este hecho desde los acontecimientos, los procesos y las personas que habitan fronteras.
Bibliografía
Crosthwaite, L. H. (2002). Instrucciones para cruzar la frontera, México: Tusquets.
Diccionario Etimológico. (2019). Transgresión. Recuperado de http://etimologias.dechile.net/transgresion
García Canclini, N. (1990). Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la Modernidad. México: Grijalbo.
Iglesias, N. (2011). Coming and going. Transborder visual art in Tijuana. En: Cano, R. y Urquijo-Ruiz, R. (Edits.) Global Mexican Cultural Productions, Estados Unidos: Palmgrave-Macmillan, 175-196.
Machado, L. O., Reyes Novaes, A. y Monteiro, L. do G. (2009). Bulding walls, breaking barriers: Territory, integration and the rule of law in frontier zones, Journal of Borderland Studies, 24:3, pp.97-114. DOI: 10.1080/08865655.2009.9695742
Pratt, M. L. (1998). Imperial eyes. Travel Writing and Transculturation. London and New York: Routledge.
Ybarra-Frausto, T. (2011). De imágenes y sueños [Of Images and Dreams]: Transnational Mexican Visual Culture. En: Cano, R. B. y Urquijo-Ruiz, R. E. (Edits.) Global Mexican Cultural Productions, (pp. 157-174) Estados Unidos: Palmgrave-Macmillan.
Ramírez, M. ERRE, consultado el 1 de agosto de 2019. Página web: http://marcosramirezerre.com/?lang=es