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El estado actual de la universidad
nacional en el Perú

El caso de la (anti)democracia y la vulneración de los derechos en el colectivo universitario en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Fernando Antonio Rivera Castillo y Roy Harrison Saraza Grande[1]

Palabras clave: anti-política, corrupción, anti-gobierno

Introducción

La presente ponencia plantea un análisis sociológico de la problemática vivida en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM),[2] principalmente aquella en la que se ha visto envuelta durante los últimos cinco años. Es así que nos planteamos comprender cómo se ha vivido la democracia en los últimos cinco años dentro de la UNMSM, teniendo como principal caso el de la Facultad de Ciencias Sociales por ser esta una de las facultades más politizadas de la universidad (Ramírez, 2015, p. 91).

Para aproximarnos a la problemática planteada, hemos de partir con la definición de tres conceptos claves que guiarán nuestro análisis. Primero habrá que definir lo que se entiende por “movimiento estudiantil”. Este, como señala Jelin (1986), es un grupo cuya participación colectiva se enmarca en la participación de base. Utilizan canales no institucionalizados, pero al mismo tiempo que van elaborando sus demandas, van encontrando formas de acción para expresarlas y se van constituyendo en sujetos colectivos, es decir, reconociéndose como grupo o categoría social orientados al plano político, educativo, social, etc. Su identidad está entendida como un elemento integrador de los movimientos sociales que se vincula con los problemas generacionales en contra de las crisis sociales, y evidencian con esto su negativa a mantenerse aislados y sin voz propia. En segundo lugar, definiremos el “anti-gobierno” y la “anti-política”. El primero es entendido –en los regímenes políticos– como aquella perspectiva que se opone a las normas sociales, políticas y económicas convencionales, y es expresado por un grupo –minoritario– organizado o no, que discrepa del gobierno y que llega a influir y controlar la acción del gobierno. Y el segundo hace referencia al conjunto de discursos y prácticas que satanizan la política como actividad pública e institucionalizada. Lynch (2000) señala que este último es un fenómeno general que abarcó también el nivel provincial y distrital, desde las diversas formas: instituciones y prácticas. En la anti-política procede la denigración de la actividad política, la exaltación de los técnicos, de la eficacia y del pragmatismo, donde emerge por fuera del sistema político entre los escombros de organizaciones políticas un outsider que sigue la tradición autoritaria, caudillista y paternalista.

Estas formas de actuar se han institucionalizado en la Facultad de Ciencias Sociales, en donde se hace visible la corrupción política y académica. La gama de recursos utilizados estarán basados tanto en la minuciosa y ardua recolección de datos documentados en libros y artículos periodísticos, así como en tres entrevistas semi-estructuradas –realizadas durante el mes de junio de 2015– a ex representantes estudiantiles que han vivido de cerca estos procesos durante los últimos cinco años.

¿Qué ha sucedido en la UNMSM desde la década de 1990 hasta la actualidad?

En 1990 hubo un repliegue de las fuerzas de izquierdas en las universidades, lo cual produce un vacío de poder en la contienda política universitaria que es llenada por los operadores políticos, lo cual produce “mafias” al interior de las universidades. Estas siguieron la misma lógica del uso particular del movimiento estudiantil y de la universidad, ya no para beneficio partidario sino para beneficios más personales de lucro. Estos grupos que controlan toda la universidad se caracterizarían por ser un grupo con una calidad académica mediocre, por debajo de lo esperado desde el ámbito intelectual. Su organización se manifestaría solo para delinquir.

Así, desde las palabras de estudiantes y representantes estudiantiles, este escenario sería entendido como parte de la época negra que vive la Decana de América. Teniendo en cuenta que desde el año 2005 hasta la actualidad, el rector Izquierdo (quien terminó su mandato el año 2011) al igual que el rector Cotillo reflejarían al grupo de gente que conduce la universidad –de la mano de gente que alguna vez fue de izquierda (como el FER antifascista) y algunos partidarios apristas– solo con el propósito de delinquir y acrecentar la corrupción en el espacio universitario.

A partir de diversos factores fomentados desde los años 1990 en San Marcos se consolida una actitud anti-política en los estudiantes, entre quienes impera el desencanto, cuyo inicio coincide con el derrumbe del fujimorismo y la transición comparada con el radicalismo de los años 1970. Lynch (1990) concluye que la ilegalidad y la lucha por el poder serían los intereses principales a defender por estos personajes o grupos.

En el 2000, con la caída del fujimorismo, se cancelan las comisiones interventoras universitarias y sus aliados maoístas se ven obligados a adecuarse al nuevo contexto de transición democrática drásticamente. Diseñan entonces nuevas estrategias de sobrevivencia política, y aprovechan lo mejor posible los nuevos espacios de representación abiertos entre docentes y estudiantes. Intentan ganar las elecciones al rectorado, pero fueron derrotados por una coalición liderada por el historiador Manuel Burga (2001-2006). Luego de esta derrota, se crea la agrupación Frente Unido por San Marcos (FUSM), y priorizan obtener presencia en la Asamblea Universitaria y en los consejos de gobierno de las facultades de la universidad. Logran con esto –en el año 2006– imponer como rector a su candidato Luis Izquierdo Ríos (docente de Medicina), manipulando previamente las decisiones del Comité Electoral y comprando votos de estudiantes del tercio estudiantil, con lo que se genera una nueva etapa política en la escena universitaria (Sandoval, 2012).

Los decanos improvisados y el (anti)gobierno: el caso de la Facultad de CCSS

El 25 de mayo de 2010, el comité electoral –hasta ahora impune– de manera ilegal anuló las elecciones docentes de la Facultad de Medicina, con lo cual dejó sin derechos electorales a sus profesores y cambió los resultados generales de la elección de principales a la Asamblea Universitaria. De esta manera convirtieron la lista perdedora del rector Izquierdo en lista ganadora, y permitieron que diecinueve profesores de esta lista se incorporen fraudulentamente a la Asamblea. Esto hizo que el 30 de mayo del 2011 –hasta la actualidad– saliera elegido como rector de la UNMSM Pedro Cotillo. Dicho fraude fue el inicio de procesos no transparentes, como la gran mayoría de decanos dudosamente elegidos. El principal caso es el de la Facultad de Ciencias Sociales, espacio que ha sido tomado por el rector a través de la imposición de cuatro decanos interinos. Estos decanos son parte del grupo que controla la universidad, Frente Unido por San Marcos. Los problemas que se han presentado van desde la desarticulación de grupos estudiantiles a través de amenazas –como las denuncias que se les realizó a dirigentes estudiantiles–, hasta la negación del cumplimiento de convocatorias docentes o plenos para elecciones de decanos elegidos por los estudiantes.

Esto ha sido denunciado en el Poder Judicial, ya que es una universidad pública cuya sanción legal hasta ahora se hace esperar, lo cual refleja una baja eficiencia y respeto en términos de institucionalidad.

La precariedad de la educación, la incapacidad de quienes gestionan estos espacios educativos para satisfacer demandas de profesionalización que permitan el acceso a un mercado laboral cada vez más exigente intervienen en el descontento popular reflejando una improvisación y carencia de gobierno con supuestas reformas, dejando varada la opción de renovación del movimiento estudiantil.

De las luchas universitarias a la reactivación de la FUSM

En la actualidad el movimiento estudiantil está en una fase de reconstrucción después de una crisis desde hace cuarenta años con el declive de las organizaciones de izquierda, quienes conducían el movimiento estudiantil hasta llegar a los años 1990, lo que implicó una etapa de repliegue, caracterizada por la carencia de organizaciones políticas estudiantiles sin un nexo con otro tipo de organizaciones, en que predominaban pequeños colectivos en las facultades que simbolizaban una forma de resistencia ante la intervención de las universidades y la crisis de los partidos políticos sobre todo de izquierda. En el año 2000 hay una breve etapa de recuperación del movimiento impulsada por la consigna de “luchar contra la dictadura”. Esta tuvo sus límites al no llegar a consolidarse en la renovación misma del movimiento estudiantil. De esta manera se desarrolló la visión del movimiento estudiantil como un espacio para la captación de cuadros políticos, de las organizaciones de corrupción, a favor de dejar de lado el movimiento estudiantil y la educación como tal.

Tras lo dicho, es bueno saber cuál fue el papel de las distintas organizaciones gremiales y/o estudiantiles. Es en este panorama de decanos improvisados elegidos en procesos no transparentes –como en la Facultad de Ciencias Sociales, que ha sido encargada a cuatro decanos distintos desde el año 2010 hasta el año 2015– cuando la discusión por reconstruir la Federación Universitaria de San Marcos (FUSM)[3] se materializa.

La posición en torno a la nueva Ley Universitaria es el peldaño inmediato a afrontar, ya que esta no implicaría ninguna reforma estructural al modelo educacional sino más bien la de regular los excesos del modelo universitario.

Desde el movimiento estudiantil esta etapa transcurrida se caracteriza por el fracaso total de esta vieja estrategia defensista de la universidad, que usa a las organizaciones estudiantiles para coyunturas de las cuales diversas autoridades, como el rector, aparecen como los abanderados de causas nobles –como la “Marcha por la Paz” en noviembre del 2012 que realizó el rector Cotillo–, y así venden una imagen superficial a los medios sobre los intereses de las autoridades de San Marcos. Un contraejemplo sería la actual disputa entre SUNEDU[4] y la UNMSM ante la aplicación de la nueva Ley Universitaria. Todo ello ha reflejado un movimiento estudiantil sin rumbo, bajo objetivos de corto plazo que no se orientan a una agenda que renueve la organización estudiantil y el modelo de educación superior de carácter político, académico y social.

Ante el ambiguo papel y sin rumbos claros de las organizaciones gremiales y estudiantiles, urge la necesidad de replantear la conducción del movimiento estudiantil, para lo que se espera que la reactivación de la FUSM contribuya en este papel pendiente. Aquello pasa por el planteamiento de la construcción de movimiento estudiantil en torno a una estrategia que permita avanzar hacia una reforma educacional a partir de un programa construido democráticamente por la comunidad educativa y los diversos movimientos sociales.

Conclusiones o reflexiones finales

Determinamos que el caos presente en la institución de nuestra casa de estudios se agrava cada día más gracias a estas prácticas corruptas y anti-académicas que se presentan, gracias a los grupos de poder que manejan a su antojo nuestra facultad y nuestra universidad. Con todo esto nos preguntamos: ¿cuál es el protagonismo que deberían tomar los jóvenes frente a las políticas estudiantiles? Puesto que el no actuar se presenta como un encubrimiento a este tipo de organizaciones corruptas que seguirán hundiendo nuestra calidad académica y dejarán solo el nombre de una de las universidades más antiguas de Latinoamérica, en donde los debates académicos ‒epistemológicos, teóricos y metodológicos‒ han sido desplazados por las cuotas de poder organizadas a través de mafias.

Así, el actual panorama que se le presenta a San Marcos, en especial el modo en que lo maneje, definirá el rumbo de la universidad en su proyecto de “acreditación internacional”. La situación se torna pedregosa debido a la actual resistencia por parte de San Marcos (y otras universidades) a aplicar la nueva Ley Universitaria ‒aprobada a mediados del 2014‒, de modo que se enfrenta a la universidad con la SUNEDU.

Si bien es cierto que esta ley no altera los fundamentos del sistema universitario, establece algunos mecanismos que podrían “ayudar” a cerrar la situación de las universidades públicas ‒plagadas de mafias, que se encuentran enquistadas en los gobiernos universitarios y se sostienen en una extensa red de corrupción y clientelaje, estudiantil y docente‒. Entre esos mecanismos se tiene a las elecciones universitarias de autoridades y la convocatoria a una Asamblea Estatutaria, que abre la posibilidad de poner en el centro del debate la discusión acerca de qué tipo de universidad queremos construir como comunidad universitaria. Ante este proceso las posiciones y dinámicas de los actores políticos universitarios serán variadas, por un lado se fortalece la unión de la Asociación Nacional de Rectores (ANR) porque se ven afectados y saben que sus mafias pueden caer –tanto en universidades públicas como en universidades privadas plagadas de una calidad académica deplorable‒; y por otro lado se fortalece la unión de grupos que se ven favorecidos, como es el caso del movimiento universitario (López, 2014).

Lo primero en la agenda del movimiento estudiantil, y que se presenta en situación de suma urgencia ‒dada la coyuntura de enfrentar el nuevo ciclo abierto con la Ley Universitaria aprobada‒ es la confrontación abierta con la corrupción interna de la universidad. Esto debido a los mencionados casos de procesos no transparentes y denuncias de autoridades, como el fraude electoral de mayo de 2010. Ello permitiría la apertura de la agenda integral para construir una universidad plural y de calidad, un movimiento estudiantil consciente, heterodoxo y popular que cumpla con los estándares de excelencia internacional.

Bibliografía

Arteaga, H. (15 de noviembre de 2013). “Tres años sin decano: el desgobierno en la Facultad de Sociales de San Marcos”. Corresponsales. Lima. Recuperado de http://goo.gl/mLkVHG.

Burga, M. (19 de agosto de 2010). “Cómo robar un rectorado”. La República. Recuperado de http://goo.gl/Yi84iH.

Cárdenas, V. (5 de julio de 2015). “Forjar movimiento estudiantil”. Blog La Mula. Recuperado de https://goo.gl/7yeq3P.

Cienfuegostv (23 de marzo de 2015). “El movimiento estudiantil en el Perú. Entrevista a Víctor Cárdenas”. Blog La Mula. Recuperado el 12 de julio de 2015 de https://goo.gl/HSZkTp.

Jelin, E. (1986). “Otros silencios, otras voces, el tiempo de la democratización en la Argentina”. En Calderón, F. (comp.). Los movimientos sociales ante la crisis. Buenos Aires: CLACSO.

Leblanc, O. Los dueños de San Marcos. Apuntes para una historia crítica de la infamia (inédito). Lima: Ediciones El Inca. Recuperado de https://goo.gl/SSfvZ8.

Lynch, N. (1990). Los jóvenes rojos de San Marcos: el radicalismo universitario de los años setenta. Lima: Zorro de abajo.

Lynch, N. (2000). Política y antipolítica en el Perú. Lima: DESCO.

Meyer, J. (2008). El movimiento estudiantil en América Latina. Revista Sociológica, N° 68. México.

Perú Militante (15 de abril de 2007). “El movimiento estudiantil y la lucha por la II reforma universitaria”. Blog El militante. Corriente marxista Internacional. Recuperado de http://goo.gl/CnkE2X.

Sandoval, P. (2012). “El genio y la botella: sobre MOVADEF y Sendero Luminoso en San Marcos”. Revista Argumentos, N° 5, noviembre. Recuperado de http://goo.gl/lSQOp8.

Tünnermann, C. (2008). Noventa años de la Reforma Universitaria de Córdoba (1918-2008). Buenos Aires: CLACSO.


  1. Fernando Antonio Rivera Castillo, bachiller en Ciencias Sociales, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú. Contacto: f.riv.castillo@gmail.com.
    Roy Harrison Saraza Grande, bachiller en Ciencias Sociales, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú. Contacto: rh.sagra@gmail.com.
  2. Estas son las siglas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, las cuales aparecerán durante el contenido del texto haciendo referencia a su nombre abreviado.
  3. Fundada en 1947 para dar respuesta a la Ley Universitaria aprobada en esos años y que desaparece a inicios de los años 90 en medio de la crisis que vivía el país
  4. La SUNEDU es la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria, creada en el año 2014 bajo el nuevo proyecto de Ley Universitaria propuesto por el congresista Daniel Mora.


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