(América Latina, comienzos del siglo XXI)
Marina Poggi[2] y Dardo Neubauer[3]
Definición
La brecha digital rural puede comprenderse como una categoría analítica que reúne las dificultades existentes para el acceso, el uso y la apropiación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en espacios rurales. Dichos espacios pueden carecer tanto de políticas públicas que promuevan la inclusión de TIC en las comunidades, como así también inversiones estatales y/o privadas. Sin embargo, el acceso no se relaciona únicamente con el insumo tecnológico, la infraestructura y las posibilidades de conexión a la red global, sino que requiere del vínculo entre la educación, la acción política y la comunidad para que no solo el uso sino también la apropiación de TIC sea posible.
Origen de la problemática
El acceso, uso y apropiación de las TIC se constituyen desde inicios del siglo XXI en un nuevo espacio de poder y de representación en la sociedad (Castells, 2012). Sin embargo, las dificultades de acceso existentes en América Latina le otorgan poder a algunos espacios e invisibilidad a otros, como lo son los rurales. Pensar las características y problemáticas que asume el Estado de la brecha digital en América Latina permite centrarse en la región no sólo como unidad geográfica, sino también por ser tierra de procesos históricos y sociales de trayectorias comunes. Una mirada regional permite entonces concebir a las problemáticas ya no como hechos aislados sino como parte de una disputa por el poder y el sentido que gira en torno a la tensión global-local.
El uso de la red global ha reconfigurado los modos tradicionales de producción, circulación y consumo de la información (Poggi, 2018). Es decir, se han transformado las dinámicas de relación y comunicación en la sociedad en las que los usuarios ya no son unicamente espectadores, sino que también interactúan como productores de contenidos en un contexto en el que la inmediatez informativa es el denominador común (Bricchi, Mansilla y Pennacchi, 2015). En esta línea, la utilización de las TIC se ha extendido y diversificado tanto en áreas urbanas como rurales (Cimadevilla y Carniglia, 2009; Lardone, 2012). Por otra parte, la pandemia por COVID-19 –que determinó el aislamiento social preventivo y obligatorio durante buena parte de 2020 y 2021–, evidenció la relevancia de las herramientas virtuales para dar continuidad a las diversas actividades (laborales, formativas, etc.), pero también dejó al descubierto las enormes falencias respecto a los equipamientos en los hogares, la infraestructura, las inversiones y la educación en cuanto a TIC respecta.
El discurso de la conectividad guarda detrás de sí un universo multifacético de análisis dentro de los cuales las estadísticas marcan un posible primer paso para inmiscuirse en el campo de la apropiación de la tecnología. Ligadas a datos que comúnmente se centran en niveles de conectividad, es necesario cuestionar qué elementos hay más allá de ellos, de qué forma es necesario considerar la brecha digital como un problema mucho más complejo que el número de usuarios de internet o con acceso a los dispositivos móviles para comprender a fondo las causas y consecuencias de esta desigualdad contemporánea. En este sentido, la superación del discurso promocional de la Sociedad de la Información desplegado en la Cumbres de Génova y Túnez –en el cual la eliminación de la brecha digital y el desarrollo de la sociedad se daría de la mano de la implementación de las TIC– no sólo mostró sus limitaciones, particularmente en los países en desarrollo, sino también la necesidad de perspectivas de análisis que superen el tecno-determinismo.
Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT, 2018), dependiente de Naciones Unidas, a finales del 2018 más de la mitad de la población global se encontraba conectada principalmente a través de conexiones móviles y en la misma proporción contaban con acceso a Internet en los hogares, mientras que en 2005 dicho porcentaje era inferior al 20%. En esta línea de crecimiento, la UIT también señala el incremento del número de abonados activos a la banda ancha móvil ha sido mucho mayor, con un incremento aproximado del 150% entre 2007 y 2018. Particularmente en America Latina, CEPAL indicaba en 2016 que el número de suscriptores móviles creció un 802,5% entre 2010 y 2015 y el de conexiones fijas, 68,9% marcando una tendencia de constante crecimiento en la región.
Estos datos globales y regionales indican el incremento sostenido en las dos últimas décadas de los niveles de conectividad, a la vez evidencian que las conexiones móviles cumplen un rol destacado si van acompañados de equipos accesibles, diversidad en los planes y tarifas de conexión e infraestructura. Este tipo de servicio móvil ha logrado que en muchas ciudades grandes las conexiones sean más veloces que la banda ancha fija y, en zonas remotas, mayor permeabilidad del servicio. No obstante, el aislamiento preventivo a causa de la pandemia COVID-19 y el consecuente aumento de tráfico de las redes fijas de banda ancha demostró la necesidad de contemplar esquemas mixtos de conectividad.
Sin embargo, quedarse con estos números sin un contraste de carácter socio-histórico limitaría la posibilidad de entender verdaderamente qué ocurre en nuestra región.
Debates
Aunque la mayor cobertura se nuclea en urbes, la brecha digital entre campo y cuidad puede ser agravada por las posibilidades de acceso aún en espacios de relativa cercanía con centros urbanos debido a la disparidad de políticas locales e inversiones, por ejemplo, en antenas y redes de infraestructura. En este orden, la brecha entre la ciudad y el campo adquiere características particulares, en la cual entran en juego aspectos económicos y sociales, pero también orográficos, donde la conectividad de poblados ubicados en zonas remotas y/o montañosas se torna dificultosa por no considerarse rentable para el sector privado ni prioritaria para el sector público.
Es evidente la problemática de la brecha digital asociada a cuestiones económicas y de pobreza estructural. Sin embargo, el debate supera dichas aristas e incluye, entre otras cuestiones, las decisiones políticas, las costumbres sociales, las políticas educativas y de acceso y la participación ciudadana en el mundo virtual.
El debate en torno a las políticas públicas en materia de comunicación guarda detrás de sí un escenario de disputa tanto por los alcances de las mismas como así también por los beneficios que pueden generarse en la sociedad. Está demostrado que, con un aumento del 10 % en la penetración de banda ancha, el PBI de un país crece 1.38 por ciento (Ericsson et al., 2013; Quiang, 2009). La multiplicidad de actores –en el plano social pero también político y económico– y los diversos ámbitos de injerencia de las políticas –cobertura, acceso, competencia, pluralismo, alfabetización digital, etc.–, sumados a los constantes y cada vez más rápidos avances tecnológicos, determinan un contexto sumamente complejo el cual debe estar signado por el cierre de la brecha digital (Alva de la Selva, 2012).
Luz Lardone (2013) señala que vivimos en un paradigma tecnológico informacional, atravesados por lo digital. Es cierto, pero en el contexto de brecha digital al que nos enfrentamos actualmente es interesante interrogarnos acerca de si este paradigma atraviesa todos los espacios. La autora, por ejemplo, aborda la cuestión urbana y la rural y se pregunta: ¿Han sido estos cambios tecnológicos a escala global iguales para todos los ámbitos o espacios? Al respecto, señala que “los cambios de paradigmas han desafiado y desafían países, sociedades y culturas con vaivenes vertiginosos que presuponen adaptaciones rápidas, y también, presentan retos para la diversidad de los actores sociales involucrados” y se interroga acerca de si estos cambios tecnológicos a escala global han sido semejantes para todos los ámbitos o espacios. Puntualmente, se señala: ¿de qué hablamos cuando hablamos de digitalización de la vida social rural? ¿Cómo se conceptualiza lo rural de esa digitalización? (Lardone, 2013, p. 23). De acuerdo con su planteo, en los escenarios rurales convergen viejos y nuevos paradigmas y el contexto, otra vez, resulta decisivo para la práctica. Así, la sola existencia de Tecnologías de la Información y la Comunicación ¿determina la necesidad de su uso? En los espacios rurales la respuesta es aún hoy una incógnita.
Delia Crovi Druetta (2004) propone que el espacio a la brecha digital se abre a partir del proceso que implica un cambio de paradigma. A su vez, indica que la desigualdad en el acceso al mundo digital es un problema compartido en los países periféricos. Para el análisis, sugiere cinco dimensiones para poner en perspectiva la brecha digital: Tecnología / infraestructura y su grado de actualización; habilidades o saberes digitales de los individuos; Información (que incluye sobreinformación y desinformación); Económica; Participación democrática y global (2004, pp. 1-2)
En tanto a saberes digitales, la educación juega un rol fundamental en el desarrollo de las habilidades para la apropiación de TIC. Reflexionar en torno a la brecha digital en el ámbito educativo parte de la base de entender una situación de constante transformación tecnológica con una institucionalidad que siempre corre detrás. Por ello, es decisivo trazar objetivos constantes para la formación y capacitación para todos los ámbitos en un escenario en movilidad constante. Las preguntas necesarias son: ¿qué modelos educativos existen en la región y cuáles se necesitan para lograr un desarrollo social integro? y ¿qué papel juegan en ello las TIC partiendo de la concepción de desigualdad a la cual se accede a ellas? Desigualdad que se replica entre las instituciones educativas rurales y de las ciudades, pero también hacia dentro de los conglomerados urbanos, entre el centro y la periferia.
Paula Camarda (2016) pone en discusión el binomio Educación/TIC en el espacio rural y cómo se resignifica la apropiación tecnológica en estos espacios. Plantea la necesidad de contemplar el elemento contextual en toda práctica pedagógica.
La integración de TIC en la educación necesita hoy más que nunca volver a mirarse en clave de herramienta fortalecedora de la equidad y la calidad. Para ello requiere disponer de un conjunto de estrategias que no necesariamente tienen que ser iguales para todos los contextos: es preciso generar dinámicas que dialoguen con los contenidos y modos de aprendizajes formales o tradicionales en combinatoria con espacios de ruptura donde las TIC favorezcan la generación de redes, sentidos y propuestas acordes a esa unidad de acción. (Camarda, 2016, p. 28).
En esta línea, destaca que es necesario revisar el concepto de ruralidad, dado el desarrollo de las TIC y sus alcances y, derivado de esto, también es obligado “repensar los modos que desde la política educativa se aborda la integración de TIC” considerando la posibilidad de recrear nuevos modos de representación social y subjetiva.
Ante este escenario resulta pertinente preguntarnos hacia dónde se vuelcan los esfuerzos institucionales por cerrar la brecha digital en América Latina. ¿Se toma la conectividad y el acceso como el punto de llegada de la política digital garantizando el negocio de las grandes empresas de telecomunicaciones? ¿O se busca ir más allá proponiendo una integración y reconociendo las diversidades y necesidades de cada región? ¿Se pueda pensar en el desarrollo de nuevas redes de alta capacidad de transmisión de datos, como es el 5G, si a pocos kilómetros de las grandes urbes no existe siquiera cobertura?
Reflexiones, desafíos e interrogantes
La digitalización de las comunicaciones implica una nueva circulación de significados, que ahora transitan espacios extendidos. Por ello, se pretende continuar la reflexión acerca de los flujos y procesos de comunicación latinoamericanos y el impacto de las tecnologías digitales, pensadas como eficaces y potentes herramientas para nuevas formas de actuación e interacción social. Las TIC quiebran la unidireccionalidad de la construcción informativa y colocan a los participantes de los espacios virtuales en una interacción tan activa como dinámica. Por ello, es necesario sumar a la problemática de la brecha digital prismas de análisis tales como la participación, la cooperación, la construcción colectiva, la integración, la exposición indiscriminada y el derecho a la privacidad.
Diversos gobiernos de la región han avanzado en este camino con resultados dispares. Desde reformas constitucionales y legislativas, pasando por disposiciones gubernamentales, el rol del Estado ha marcado, para bien o para mal, una directriz fundamental en este proceso. Si bien se considera que la resolución de las disputas entre sectores de la comunicación no se resolverá solamente en el ámbito político institucional, este espacio es fundamental para desandar la desigualdad digital en la cual se encuentra inmersa la región.
Es necesario discutir las posibilidades de acceso de toda la ciudadanía y la injerencia que las decisiones políticas y de poder poseen en dicho acceso, es decir, las posibilidades de participación y de ejercicio de la democracia. El hecho de no poseer las herramientas de acceso, sean físicas o educativas, nos coloca frente a la des-información y evidencia la profunda desigualdad.
No basta con tener acceso a la infraestructura de las telecomunicaciones y a los recursos materiales de las TIC, sino que apremia pensar el modo en el que, a través de estas condiciones, se puedan producir discursos alternativos que representen la realidad próxima de las comunidades que desarrollan determinados proyectos. Se considera que las políticas de conectividad y acceso material a las tecnologías son un paso importante pero no determinante en el proceso de apropiación tecnológica, tanto individual como por parte de los colectivos sociales.
Para ello, es se debe abordar la tecnología junto a la cultura como una dualidad, ya que no solo son inseparables, sino que se fortalecen mutuamente: las TIC pueden recrear los procesos culturales dándole nuevas perspectivas de circulación y de creación de nuevos sentidos. Por otro lado, las perspectivas culturales contemporáneas en un principio dotan a las TIC de una utilidad en pos de objetivos que superan ampliamente las relaciones comerciales y/o mercantiles, para luego generar nuevas perspectivas sociales desde los procesos de apropiación de la tecnología –desde el punto de vista individual, pero contemplando principalmente su faceta colectivo-comunitario–.
Por ello, es necesario preguntarse si el panorama está abierto en los debates regulatorios actuales. ¿Servicio universal para que la sociedad tenga acceso o para ampliar la base de mercado? ¿Desarrollo tecnológico para nuevas formas de consumo de contenidos o para expandir la industria informática? El curso de la pandemia ha obligado a los gobiernos a repensar las condiciones de los servicios en la región ante la evidencia de las desigualdades de acceso. Por ello, resulta ineludible profundizar la investigación teórica, empírica y aplicada sobre estos y otros interrogantes emergentes de las dimensiones histórica, sistémica y funcional de las TIC en las ruralidades de América Latina, al tiempo que resultan imprescindibles las iniciativas públicas, privadas y comunitarias que atiendan las desigualdades digitales que atraviesan dichas ruralidades.
Bibliografía
Alva de la Selva, A. (2012). Brecha e inclusión digital en México: hacia una propuesta de políticas públicas. Ciudad de México, México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Bricchi, S., Mansilla, A. y Pennacchi V. (2015). Investigar en comunicación. Un desafío artesanal en un mundo digital. Una mirada desde el INTA. Trabajo presentado en las XIX Jornadas Nacionales de Investigación en comunicación. Epistemología, debates y fronteras en el campo de la Comunicación Latinoamericana. Corrientes, Argentina.
Camarda, P. (2016). Ruralidades, educación y TIC: desafíos urgentes para las políticas publicas educativas de integración de TIC. Paris, Francia: SITEAL / UNESCO.
Castells, M. (2012). Redes de indignación y esperanza. Los movimientos sociales en la era de Internet. Madrid, España: Alianza Editorial.
CEPAL (2016). Estado de la banda ancha en América Latina y el Caribe 2016. Recuperado el 20/2/2021 de https://bit.ly/3pD6ULg
Cimadevilla, G. y Carniglia, E. (Coords.) (2009). Relatos sobre la Rurbanidad. Río Cuarto, Argentina: Universidad Nacional de Río Cuarto.
Crovi Druetta, D. (2013). Repensar la apropiación desde la cultura digital. En Morales, S. y Loyola, M. I. (Comps.), Nuevas perspectivas en los estudios de comunicación. La apropiación tecno-mediática (pp. 11-23). Buenos Aires, Argentina: Imago Mundi.
Crovi Druetta, D. (Coord.) (2004). Sociedad de la información y el conocimiento. Entre lo falaz y lo posible. Buenos Aires, Argentina: La Crujía.
Ericsson, A. D. (2013). Socioeconomic Effects of Broadband Speed. Recuperado el 20/2/2021 de https://bit.ly/2ZtLqWG
ITU (2018) Informe sobre Medición de la Sociedad de la Información Resumen analítico 2018. Itu Publicaciones. Recuperado el 20/2/1021 de https://bit.ly/2OLiw26
Lardone, L. (2012). ¿Época de cambio o cambio de época? Seminario Vida digital: nuevos medios, sociedad y transformaciones. UCC-SL y UeyDT-INTA, San Luis, Argentina.
Poggi, M. (2019). Consumir noticias desde territorios desconocidos. Usos de las TIC en espacios rurales. En. Zurita, J. L., Serrano-Puche, J. y Gil Ramírez, M. (Coords.) Comunicación periodística ante los nuevos retos, colección ‘Herramientas universitarias’ (pp. 307-317). Madrid, España: GEDISA.
Poggi, M., Machado, A. y Duarte, S. (Coords.) (2016). TIC ́s latinoamericanas. Antecedentes, tendencias, usos y representaciones. Santiago de Chile, Chile: Ediciones de la Internacional del Conocimiento.
Prensky, M. (2009). H. Sapiens Digital: Desde los Inmigrantes y Nativos Digitales hasta la Sabiduría Digital. Recuperado el 12/11/2020 de https://bit.ly/37s0R6k
Qiang, C. Z. W., Rossotto, C. and Kimura, K. (2009). Economic Impacts of Broadband. In Extending Reach and Increasing Impact. Information and Communications for Development (pp. 35-50). Washington DC, USA: World Bank.
- Recibido: febrero de 2021.↵
- Pos-doctora en Comunicación, Medios y Cultura por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Doctora en Ciencias Sociales y Humanas, Magister en Ciencias Sociales (orientación en Comunicación), Especialista en Ciencias Sociales (orientación en Comunicación) y Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Investigadora Adjunta en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Profesora Instructora en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), Argentina. Contacto: marina.poggi@unq.edu.ar / marinapoggicarter@gmail.com.↵
- Magister y Doctorando por el Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales (PCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Licenciado en Comunicación Social por la UNLP. Profesor de asignatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS-UNAM), México. Contacto: dardoneubauer@gmail.com.↵