(Región Pampeana, Argentina, 2000-2020)
Gabriela F. Rodríguez[2]
Definición
Los imaginarios rurales constituyen sistemas de percepción y elaboración mental construidos en base a representaciones de las áreas rurales que orientan nuestro conocimiento, nuestro hacer y nuestra experiencia cotidiana de la ruralidad. Los imaginarios son altamente flexibles y móviles, y van configurando las espacialidades rurales al mismo tiempo que esas transformaciones espaciales van redefiniendo las construcciones imaginarias. Los imaginarios rurales impregnan tanto el saber cotidiano como el científico.
Genealogía
Las ciencias sociales se han abocado al estudio de los imaginaros entendiéndolos como un conjunto de imágenes mentales que las sociedades, los individuos y las instituciones construyen en su dinámica de apropiación y aprehensión de la realidad (Bachelard, 1975; Castoriadis, 1975; Durand, 1981).
En este marco, se entiende que los imaginarios espaciales resultan de las formas en que se organizan, crean y recrean representaciones de los lugares. En ellos se conjugan imágenes, emociones, discursos y figuraciones que le confieren sentido a las acciones de construcción y transformación de los espacios (Hiernaux y Lindón, 2012; Bailly, 1998). Los imaginarios espaciales se condensan, circulan y difunden a través de cartografías, fotografías, postales, pinturas, filmes, relatos, poemas, textos escolares, discursos escritos y hablados (políticos y científicos) y muchos otros materiales.
Los imaginarios rurales, en tanto imaginaros espaciales refieren a los procesos de configuración de representaciones de aquello que cada uno designa como “lo rural”. Su estudio interesa ya que tienen efectos en las formas de actuación de los grupos sociales y en la formulación de políticas públicas.
Uno de los imaginarios rurales que ha mostrado una obstinada persistencia (aunque con múltiples redefiniciones) en las dinámicas de los espacios rurales es el del idilio rural. El idilio rural supone una representación bucólica, nostálgica y exegética de la vida rural sustentada en el contraste con lo urbano que propone una visión armónica con el entorno y libre de conflictos.
En la versión del geógrafo David Bell (2006) la idea de idilio rural describe el “paisaje simbólico” que se construye acerca de lo rural desde la ciudad en la era de la globalización. Se trata de una construcción de la burguesía moderna y del orden cultural industrial. La cultura popular y el turismo, dice el autor, participan activamente en la definición de tres formas del idilio rural: el idilio pastoril, que resalta el paisaje agrícola (con énfasis en la producción artesanal contra la agroindustrial); el idilio natural, asociado al espacio salvaje (pre-cultural y pre-humano) y el idilio deportivo, espacio de aventuras para actividades físicas y experiencias “límite”.
Mucho antes que Bell, aunque sin hablar de idilio, Raymond Williams en El campo y la ciudad (1973) ilustró cómo a partir de la poesía inglesa de los siglos XVI, XVII y XVIII se va dejando atrás el imaginario del campo como el “lugar apropiado para un estilo de vida natural” y se va imponiendo un sentimiento de afirmación de la “experiencia urbana” representada por la obra de Charles Dickens. La pastoral, la égloga y el idilio inglesas configuraron versiones del campo inglés representadas como idilios rurales
Reflexiones y perspectivas de análisis
En este tramo identificaremos algunos imaginarios asociados al espacio rural pampeano y presentaremos algunos imaginarios “emergentes” mostrando de qué manera actualizan y reeditan formas de “idilios rurales”.
El espacio rural pampeano es y ha sido objeto de profusas construcciones imaginarias en distintas épocas y a partir de distintas imágenes y narrativas. La literatura científica los ha abordado desde distintos enfoques disciplinarios: los estudios culturales, la geografía cultural, la antropología, la historia social y política, la sociología histórica, la crítica de arte, etc.
Diversos analistas han reconstruido un imaginario del desierto asociado al espacio rural pampeano (Giordano, 2009; Zusman, 2014) rastreado en la literatura y las artes visuales del siglo XIX. Zusman (2014) muestra cómo se configuran los primeros imaginarios sobre la ruralidad pampeana en tanto desierto a partir de la obra de Sarmiento y Echeverría y destaca su potencia performativa en la legitimación de la política de avance y aniquilamiento de los asentamientos indígenas en el sur y el oeste de la región pampeana argentina de fines del siglo XIX. Ese desierto supone una forma idealizada que borra al humano, en este caso, al indio, como habitante de ese espacio rural.
Como personaje dominante de ese espacio “vacío”, el criollismo comienza a dibujar el imaginario del gaucho como el habitante “natural” de la “inmensidad” pampeana; primero cohabitando con el indio al que poco a poco va desplazando. El gaucho será el depositario de la identidad argentina (Ansolabehere, 1998; Garavaglia, 2003; Giordano; 2009), amigo de los caballos y del paisaje, mestizo y cultor de las tradiciones “autóctonas” (equidistantes tanto de lo hispánico como de lo indio). Es importante notar que, si bien esta es la representación que se va imponiendo existen diferentes versiones como las del gaucho:díscolo, rebelde, justiciero y hasta anarquista —en la versión del escritor Alberto Ghiraldo (1966)—. En el gaucho, se expresa la pretendida convivencia entre lo hispánico y lo indio. Esta operación supone una idealización de ese espacio rural plagado de tensiones (en el que avanza la aniquilación del indio y la domesticación del gaucho para someterlo a las modalidades capitalistas del trabajo rural).
Avanzado el proceso de unificación nacional y la consolidación del estado, toma forma su experimento social más ambicioso, la llegada de inmigrantes europeos. Así, la ruralidad pampeana acoge a un nuevo actor: el gringo. En su versión de colono rural, el gringo se configura como tipo social del paisaje pampeano afincado a la tierra y como agente civilizatorio portador de las “virtudes” de las nuevas formas de trabajo capitalista, asociadas a la laboriosidad y a las ansias de progreso social transformando a la pampa desierto en pampa colonia (Bravo Herrera, 2018).
En el marco del mencionado proceso de conformación de la identidad nacional y de la inserción de la economía argentina en la dinámica capitalista internacional, el espacio rural pampeano se va construyendo simbólicamente también como espacio productivo. El “granero del mundo” y “el país de las vacas gordas” y sus resonancias de progreso, abundancia y riqueza inagotable se sintetizan, por ejemplo, en la película La Pampa, un documental de principios de la década de 1920, de autoría intelectual de la Sociedad Rural Argentina y promovida por el Ministerio de Agricultura en conferencias y ferias internacionales en los primeros gobiernos radicales (Marrone y Moyano Walker, 2001). La película ofrece imágenes de campos sembrados y haciendas robustas acompañadas por una retórica de la productividad y la pujanza de la actividad agro ganadera. Este imaginario productivista será recreado hacia 1950 y 1960 en los suplementos rurales de los diarios locales y nacionales de mediados del siglo XX y en las revistas y discursos técnicos del agro en las que se presenta la icónica imagen del tractor o de la cosechadora en medio de “inmensas llanuras sembradas” (Hendel, 2010). De este modo, los imaginarios rurales pampeanos retoman de alguna manera el idilio pastoril y la representación bucólica de un espacio, ahora productivo, que oculta los conflictos derivados de esa apropiación de tierras que ingresan en la dinámica capitalista de producción y de los desplazamientos del trabajo humano frente a la máquina.
Imaginarios emergentes en el campo pampeano contemporáneo
En este apartado presentaremos algunos imaginarios rurales pampeanos de reciente configuración señalando las reformulaciones de imaginarios tradicionales o las reediciones de idilios rurales. Analizaremos los imaginarios que denominaremos ciber productivistas, los imaginarios turísticos y los imaginarios de la resistencia.
Al calor de las profundas transformaciones tecno productivas y sociales que han tenido lugar en el espacio rural pampeano hacia fines del siglo XX y que se podrían sintetizar en la idea de biorevolución, ha emergido una nueva deriva del imaginario productivista que venimos analizando. El mismo sigue presentando un agro “pujante” y “modernizado”, aunque en una versión robótica y gerencial referenciado en los discursos del productor agropecuario y referente del “nuevo empresariado rural”, Gustavo Grobocopatel (que se define a sí mismo como un “productor sin tierra”) y de la AAPRESID (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa). Imágenes de tractores con GPS, sensores y sistemas de geolocalización y discursos que promueven la “gestión” por sobre la “producción” de la tierra, la transformación de agricultores en “empresarios innovadores” (Hernández, 2007) y las bondades de la “ciberagricultura”. Estas construcciones imaginarias retoman el discurso de la pujanza y la modernidad (que ahora será innovación) pero rompen con la idea de una continuidad económica y afectiva productor-tierra con la que se asocia a la producción agropecuaria decimonónica argentina perdiendo, de este modo, su carácter identitario y nacionalista de otro tiempo. Por otra parte, este imaginario ciber productivista se configura sobre la base de imágenes en las que predominan las máquinas (no ya mecánicas sino digitales) y donde no se observan trabajadores. El campo productivo acude así a una versión resemantizada del desierto para dar cuenta de un nuevo tipo de ruralidad contemporánea.
En paralelo a este proceso de modernización agro productiva de las áreas rurales, tiene lugar el fenómeno de “retorno al campo”. Es decir, la emergencia de formas no agrarias de valorización de las áreas rurales, fundamentalmente las residenciales (permanentes o temporarias) y las turístico-recreativas. El espacio pampeano viene siendo un singular ámbito de despliegue de estas “nuevas ruralidades” que son fuertemente promovidas por políticas públicas. Fundado en los discursos acerca de las múltiples “crisis” de las ciudades, el turismo y las nuevas residencialidades periurbanas comienzan a proyectar un imaginario rural idealizado de nuevo tipo. Desde siempre el turismo ha construido imaginarios espaciales idealizados de sus destinos. Lo que aparece ahora, de la mano del turismo de base cultural que valoriza “campos”, “pampas” y áreas rurales, es una combinación multiforme de imaginarios pasados y formas idílicas de representar lo rural. Así, el turismo viene configurando lo rural como espacio de “la naturaleza”, como un entorno “seguro”, de predominio de lazos comunitarios, de confraternidad con el ambiente, de producción (y ahora, consumo) de alimentos sanos y con “identidad territorial”, de recuperación del pasado y sus tradiciones.
A partir de dos casos, veremos cómo el turismo contribuye a configurar imaginarios idílicos de la ruralidad. Pérez Winter y Troncoso (2019) muestran cómo se construye el espacio rural pampeano (en este caso, bonaerense) como destino turístico a partir del análisis de las imágenes y textos de la promoción oficial de la provincia de Buenos Aires. Las imágenes seleccionadas para representar la ruralidad pampeana son la del gaucho (sus costumbres y habilidades), la del pasaje rural como ámbito seguro y de libertad, la de la inmigración europea como forjadora de la nación, las prácticas agropecuarias históricas y modernas que movilizan la economía y nos conectan con el espacio global, una comunidad homogénea, solidaria, unida, sin conflictos ni carencias, el interior rural como refugio de saberes y prácticas tradicionales auténticos, y un espacio que permite el “contacto con la naturaleza”. Vemos cómo el turismo moviliza las diversas versiones de imaginarios rurales y de idilios rurales que se presentaron hasta aquí.
En otros casos, los imaginarios turísticos del campo presentan un espacio rural que caracterizamos como “total” en el partido de Lobos (Rodríguez, 2020.) En efecto, en las representaciones turísticas de la ruralidad lobense se reedita el imaginario asociado a la tradición y al gaucho, por ejemplo, en la iconografía de la oferta de polo, en la ruta del gaucho Juan Moreira y en la tradicional estancia La Candelaria construida a mediados del siglo XIX en la que se ofrece “un día de campo” con asado criollo, folklore y paseos a caballo. Pero estas imágenes se conjugan con las del paracaidismo, los deportes extremos y el glamping en la laguna. La misma laguna es a la vez representada a partir de imágenes asociadas con la pesca y el camping (sus figuraciones tradicionales) y como espacio de “naturaleza” a partir de escenas de avistaje de aves, de práctica de deportes extremos y de glamping, en línea con las nuevas formas de consumo turístico global. Estos imaginarios turísticos resignifican los idilios rurales en las tres versiones que propone Bell y reactualizan creativamente la persistente oposición campo-ciudad ofreciendo una ruralidad turística “todo terreno” (Rodríguez, 2020).
A modo de cierre
Para finalizar, es importante mencionar otros imaginarios rurales pampeanos que han emergido en los últimos años y que podríamos denominar imaginarios de la resistencia. Se trata de imaginarios críticos del modelo productivista empresarial por sus efectos ambientales y sociales, promovidos por nuevos actores rurales y que tienen al cuidado, uso y distribución de la tierra o los recursos naturales como eje de su actuación pública. Esas intervenciones públicas contribuyen a crear y recrear imaginarios que encuentran su expresión en la representación del mosquito y la avioneta fumigadora que protagonizan el documental Viaje a los Pueblos Fumigados (Pino Solanas, 2018) o el thriller Respira (Gabriel Grieco, 2019). Por otra parte, en las imágenes del Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha (conformado en 1995 para enfrentar los desalojos rurales en la provincia de La Pampa) se representa una ruralidad pampeana dominada por los tractores conducidos por mujeres portando en alto la bandera argentina. Finalmente, las apelaciones a la emocionalidad y al lazo amoroso y fraterno con los elementos del entorno (“amamos el humedal”, “vivimos del humedal”) que se despiertan ante el avance inmobiliario constituyen las figuraciones de otra ruralidad (de la resistencia) por parte de la Multisectorial de Humedales.
En todos los casos, la “tierra” y “la “modernidad” tienen significaciones bien diferentes a las del imaginario ciber productivista. Los imaginarios de la resistencia recuperan esa continuidad estructural entre la vida rural y la tierra y los recursos naturales (a veces, apelando a imágenes idealizadas), nos muestran nuevos personajes y artefactos que pueblan ese espacio rural y, como novedad lo representan como espacio de lucha y conflicto.
Bibliografía
Ansolabehere, P. (1998). Cuentos de la Pampa. Los casos de Alberto Giraldo y Benito Lynch. Anales de Literatura Hispanoamericana, (27), 89-109.
Bachelard, G. (1975). La poética del espacio. México D. F., México: Fondo de Cultura Económica.
Bailly, A. (1998). Lo imaginario espacial y la geografía. En defensa de la geografía de las representaciones. Anales de Geografía, (9), 11-19.
Bell, D. (2006). Variations on the rural idyll. En Cloke, P, Mardsen, T. y Mooney, P. (Comps.), Handbook of rural studies (pp. 149-160). Londres, UK: SAGE.
Bravo Herrera, F. E. (2018). Voces y memorias de la Pampa Gringa. En Letteratura testimoniale e costruzione della Storia (pp. 281-298). Salerno, Italia: Università degli Studi di Salerno, Dipartimento di Studi Umanistici – Oedipus.
Castoriadis, C. (1975). La institución imaginaria de la sociedad. Barcelona, España: Tusquets Editores.
Durand, G. (1981). Las estructuras antropológicas de lo imaginario. Madrid, España: Taurus.
Garavaglia, J. (2003). Gauchos: identidad, identidades. América: Cahiers du CRICCAL, 30(1), 143-151.
Giordano, M. (2009). Nación e identidad en los imaginarios visuales de la argentina. Siglos XIX y XX. ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura. CLXXXV (740), 1283-1298.
Ghiraldo, A. (1966). Alma gaucha... Renacimiento.
Hendel, V. (2010). El hombre frente a la máquina. Discursos sociales, políticas agrarias y transformación productiva en la revista Información sobre investigación y desarrollo agropecuario (1965). Cuestión, 1(27).
Hernández, V. (2007). El fenómeno económico y cultural del boom de la soja y el empresariado innovador. Desarrollo Económico, 47(187), 331-365.
Hiernaux, D. y Lindón A. (2012). Renovadas intersecciones: la espacialidad y los imaginarios. En Lindón, A. y Hiernaux, D. (Eds.), Geografías de lo imaginario (pp. 9-28). Barcelona, España: Anthropos y México D. F., México: Universidad Autónoma Metropolitana.
Marrone, I. y Moyano Walker, M. (2001). Imaginarios contrapuestos en la filmografía del agro pampeano argentino. Mundo Agrario, 2(3).
Pérez Winter, C. y Troncoso, C. (2019). La imagen turística del campo pampeano bonaerense (Argentina) desde la promoción oficial. Cuadernos de Antropología Social, (50). 85-106.
Rodríguez, G. (2020). La construcción de imaginarios turísticos del “campo” en el Municipio de Lobos, provincia de Buenos Aires (Argentina). Aportes y Transferencias, 18(1), 39-60.
Williams, R. [1973] (2001). El campo y la ciudad. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Zusman, P. (2014). La (re)invención de las imágenes de la Pampa Argentina. Del paisaje pictórico al paisaje performativo. En Checa-Artasu, M. et al. (Eds.), Paisaje y Territorio. Articulaciones teóricas y empíricas (pp. 109-130). México D.F., México: UAM-Tirant Humanidades.
- Recibido: febrero de 2021.↵
- Licenciada en Sociología, Magister en Investigación en Ciencias Sociales y Doctoranda en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Docente e investigadora en las Facultades de Agronomía, Ciencias Sociales y Filosofía y Letras (Instituto de Geografía) de la UBA. Contacto: gabferod@gmail.com.↵