(Catamarca, Argentina, 1960-1980)
Dardo C. Ibáñez[2] y Mónica A. Olivera[3]
Definición
Agencia de planificación socioeconómica creada en la década de 1960 con financiamiento externo de organismos multilaterales bajo el paradigma de la “revolución verde”. Su objetivo fue asistir técnica y financieramente al sector del minifundio, relegados en el mercado de productos primarios, en la denominada zona de riego del valle de la provincia de Catamarca.
Orígenes
Inspirados en propuestas de desarrollo y planificación, su origen se remonta a la creación de un sistema de estrategias económicas de agencias e instituciones para el desarrollo nucleadas en la ONU (Organización de Naciones Unidas) con el propósito de asignar recursos a través de deuda contraída por países en vías de desarrollo. La Corporación del Valle de Catamarca (CVC) fue uno de los tantos proyectos desplegados en el cono sur para dar solución a la demanda de producción primaria y consolidar de esa forma la hegemonía capitalista occidental en la región. Rastrear su origen es indagar sobre la visión del regionalismo encarado desde las políticas públicas nacidas en la década de 1960 en el marco de las ideas desarrollistas (Ibañez,2008). Esta mirada sugiere además que, dada la dinámica económica del periodo, impulsada por las necesidades de acumulación a nivel global, está vinculada a una definición estrictamente económica de uno de los organismos de crédito internacional (Banco Mundial) sobre el déficit de ingresos por habitantes en el cono sur.
Teniendo en cuenta que, el periodo en que comienzan a funcionar las agencias de desarrollo, se reconocían los efectos negativos de los desequilibrios regionales de diversos modelos de acumulación que había adoptado el país, se originaron procesos selectivos de aprovechamiento territorial. Las actividades económicas que fueron constituyendo el eje dinámico del desarrollo, tuvieron un soporte espacial restringido. Este déficit lo intento cubrir la agencia de desarrollo de la Corporación del valle de Catamarca.
Organización productiva: planificación y desarrollo, antecedentes y propuestas emergentes
La planificación avanzó en respuestas a problemas de desarrollo, en especial al NOA (Noroeste Argentino), surgiendo a mediados de la década de 1960 nuevas tendencias que impulsan el análisis de las características de la expansión económica y el desarrollo del país. La planificación instaló el debate y de allí el intento de una modificación de los patrones de acumulación, de la funcionalidad y operatoria del aparato productivo y de la estructura social. Quedaba por resolver que tipo de planificación se llevaría a cabo en adelante teniendo en cuenta las necesidades de integración y la expuesta vulnerabilidad externa del país (Jauregui,2005).
De este modo, los planes de desarrollo integral se encontrarían en los proyectos que se diagramaron en posguerra y de cuyo análisis fue surgiendo un consenso sobre la necesidad de adoptar un ordenamiento económico por medio de políticas activas con los sectores menos competitivos (Jauregui,2005). El debate sobre qué tipo de planificación debía ser la más conveniente implicó tanto a los estudiosos de la economía como a intelectuales que se planteaban cómo horizonte a superar el estancamiento y la dependencia. La planificación podía evitar el impacto virulento de las oscilaciones económicas cuando estas respondieran a desequilibrios entre oferta y demanda.
Para este análisis de manera puntual, el antecedente inmediato fueron los congresos del PINOA (Planificación integral del Noroeste Argentino) que, en la década de 1940, en paralelo al primer plan quinquenal del gobierno peronista, proponían la inclusión de los problemas de la región del NOA en los procesos de planificación que en simultaneo comenzaban a impulsarse. Sus propuestas se encuadraban dentro de un ideario federalista dando cuenta de las disparidades regionales. Las provincias del NOA, “despotenciadas”, se convertían en uno de los elementos para caracterizar el subdesarrollo de la región. El análisis del atraso regional permitía a sus miembros, en especial a Bernardo Canal Feijoo, establecer vinculaciones entre ambas formas de manifestación de las injustas asignaciones y distribución de recursos llegando a determinar relaciones de causalidad entre las migraciones internas, el éxodo de las zonas agrícolas, los movimientos de capitales entre regiones, el dinamismo de los centros agroindustriales y la estructura productiva que predominaban en el país. Entre las propuestas destacadas del PINOA estaban la de creación de semilleros regionales para la distribución de simientes, promoción de cultivos y manufacturas locales; planificación de industria con intervención del sector público y privado en la zona productiva para descentralizar centros fabriles y la conformación de una comisión de técnicos para el estudio de la planificación demográfica del NOA (Tenti,2012).
Dada la propuesta esbozada por el PINOA sus objetivos se tensionaban en una disputa ideológica con el peronismo, marcando los límites en cuanto hace a la planificación estatal y la planificación regional democrática y autónoma (Pereyra, 2014-2015).
Este antecedente de planificación, al no cristalizarse en proyectos con respaldo estatal, fue disruptivo –más fiel a la vocación federalista del PINOA– ya que la opción a seguir era dual “litoralizar” el interior o “mediterranizar” el litoral.
A partir de1960, surgieron nuevos proyectos de planificación en nuestro país y en la región NOA (Noroeste Argentino) en particular, en base a requisitos de orientación productiva propuestos por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y el (BM) Banco Mundial. Esta década fue clave en el avance de los organismos multilaterales de crédito que anclados en países subdesarrollados creían que la modernización de la producción sería el sendero que supere el retraso.
A diferencia del regionalismo endógeno propuesto por el PINOA, las iniciativas estaban bajo la órbita de los Estados Unidos a través de la “Alianza para el progreso”. Iniciativa de desarrollo exógeno surgida de la conferencia de Punta del Este organizada por la Organización de Estados Americanos (OEA).
El despliegue político, financiero, técnico e ideológico sobre los debates, estuvo a cargo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el Instituto latinoamericano de Planificación Económico y Social (ILPES), la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Consejo Federal de Inversiones (CFI), el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE) y el Plan Nacional de Desarrollo (PND).
Estos debates mostraban el tono de discusión sobre el desarrollo de la época, pero también sus limitaciones vinculadas a la escasa libertad de acción que el acceso a la tierra y créditos que solvente la actividad primaria podría generar y a la propuesta de la CEPAL, sugiriendo que los países de renta media como Argentina para alcanzar su desarrollo debían superar aspectos relacionados a la brecha de los ingresos entre regiones. El análisis del indicador de ingresos la convertía en una endeble propuesta de desarrollo a mediano plazo.
Otorgar financiamiento a la producción primaria con créditos accesibles para el sector del minifundio fue un incentivo para las economías con alto grado de retraso que manifestaban dificultades al momento de comerciar la producción. En este sentido, se pretendió dinamizar la población con la creación de colonias productivas que se vinculen a una dinámica económica propia. Esta tendencia de homogeneizar la competitividad de productos primarios, perseguía una lógica: la de incorporar recursos naturales con el propósito de dinamizar mercados internos excluidos y fuerzas de trabajo en el agro a través de infraestructura, sobre todo de riego y tierra (Ibañez,2008).
Mirado así, la Corporación del valle de Catamarca, pretendía que la dinámica poblacional movilizada a partir de la creación de una colonia se acople a las actividades económicas con proyección hacia el mercado bajo la conducción técnica de la agencia de desarrollo. La creación de dicha agencia busco la promoción del desarrollo económico valiéndose de la asistencia técnica y financiera que solvente las actividades productivas de los colonos. Para cumplir con este propósito, el Estado Provincial dispuso de instrumentos de políticas públicas orientados a promover la inversión en infraestructura, la extensión agraria y el asesoramiento técnico y financiero. Su puesta en marcha es la que sigue.
La colonización del valle central de Catamarca: actores y procesos de cambio
La colonización del valle surgió al promediar el siglo XX. Catamarca inicia este proceso como consecuencia de la formulación del plan agrario según la ley Nacional 12.363 sancionado en la década de 1940. Previo a esta ley, la actividad rural sólo era realizada por particulares en forma aislada y sin planificación ni coordinación estatal (Olivera,2018).
La colonización del Valle Central tuvo el respaldo del Estado creando la Colonia “Nueva Coneta” que sería la primera dentro de este sistema bajo el financiamiento externo. Con este propósito se asignaron 5 mil hectáreas fiscales asentando a minifundistas para el desarrollo de base con el objetivo de buscar una salida comercial ventajosa de la producción.
A estos fines se constituyó, por Ley Provincial Nº2258 del 29 de diciembre de 1967, la Corporación del Valle de Catamarca (CVC), ente autárquico mixto vinculado al Poder Ejecutivo a través de los ministerios de Economía y de Obras Públicas. Su tarea era administrar y ejecutar el Programa de Colonización y los planes de obras e inversiones que formaban parte de los convenios de préstamos con los organismos de crédito externos. La Corporación del valle de Catamarca era además el nexo burocrático entre las agencias nacionales e internacionales con la provincia para la realización de los trámites tendientes a la obtención de fondos y el cumplimiento de los metas propuestos.
Operatividad de la agencia de desarrollo C.V.C
La acción de la CVC, referida al desarrollo de la colonia, se estructuró en base a la creación de departamentos especializados que ejercían las actividades de: planificación y acción, crédito y mercado, educación, extensión, promoción de la economía social en el territorio impactado y relaciones públicas. A partir de allí, se puso en marcha el objetivo principal tendiente a promover acciones transformadoras con el propósito de modificar la superficie productiva de los campesinos de la colonia. El resultado esperado sería que, cambiando los sistemas productivos, los colonos pasarían de la producción de subsistencia a producir para el mercado.
La importancia del proyecto del Valle de Catamarca, radicaba en una estrategia provista por la contratación de los servicios de extensión rural y de integración con la región. Dicha estrategia comprendía en el largo plazo la explotación de 12.000 ha con riego de agua subterránea en los Valles de Catamarca, Santa María y Pomán; a corto plazo, hasta 1970, la concreción de iniciativas referidas a la infraestructura (obras de riego, red vial, de electrificación, concreción de un parque industrial, etc.). Se pretendió con todo ello avanzar sobre los obstáculos que impedían la integración económica y social de la provincia dentro de la región del NOA
Reflexiones finales
Los emprendimientos de desarrollo integral surgidos de la carta de Punta del Este impactaron a varios países del cono sur, siendo sus realidades y contexto diferentes y su suerte fue dispar.
El resultado de este formato de colonias productivas con base en la economía social agrupando a pequeños productores y minifundistas sin previo conocimiento y desarrolladas con financiamiento externo, demostraron las limitaciones de las propuestas. Las políticas públicas orientadas al desarrollo integral de los minifundistas impactados por el proyecto no terminaron de alcanzar los objetivos que se fijaron, fracasando en muchos aspectos de la planificación proyectada.
El diagnostico de las asimetrías regionales tenían que ver con abordar las brechas estructurales del desarrollo tales como pobreza, desigualdad y empleo. El aumento de los niveles de ingresos proyectados por la agencia de desarrollo de Corporación del Valle de Catamarca (CVC) no se tradujo en una mejora en los aspectos antes mencionados. Ello se debía a que los organismos multilaterales desestimaban el análisis de las brechas entre producción, aumento de ingreso y desarrollo social. Su visión era un mandato productivista bajo el paradigma de la “revolución verde”.
La dimensión asociativa como factor clave de éxito para la organización del sistema de producción y comercialización de los productos, su organización en cooperativas resulto ser deficitaria.
La explicación a este déficit se lo encuentra en la estrategia que tuvieron los organismos de crédito en acelerar el desarrollo económico con el convencimiento de reducir la pobreza e inequidad en las zonas rurales del cono sur. Sus lineamientos de acción tenían un horizonte cortoplacista y en menor medida en el mediano plazo. Las condiciones de acceso al crédito externo enfatizaban la naturaleza territorial y heterogénea del desarrollo rural y la necesidad de fortalecer aspectos de competitividad, de desarrollo social, de integración regional y de gestión de los recursos en el ámbito rural de la región. De allí que estos proyectos pusieron su atención en la agricultura intensiva.
La incorporación del sistema predial a la producción en explotaciones de 20 a 40 hectáreas y la reorientación productiva en mayor medida por la agricultura intensiva (horticultura), producción dependiente a rendimientos y precios, con elevadas cargas de capital y mano de obra en momentos de mucha demanda, produjeron en un primer momento transformaciones significativas. Sin embargo, las transformaciones producidas tuvieron un efecto desalentador: por un lado, se produjo una proletarización del campesinado de la zona con el incremento de trabajadores rurales sin tierra y por otro, la aparición de productores capitalizados que absorbieron la renta de la tierra bajo la producción extensiva. Este proyecto que pretendía reconvertir al pequeño productor en farmer, no terminó de completarse. Una de las condiciones para que el proyecto funcionase fue la creación de cooperativas agrícolas para la colocación de la producción de los colonos. La planificación de la CVC preveía la obligatoriedad por parte de los adjudicatarios de las parcelas de asociarse a la cooperativa y de ese modo fomentar la economía social. Sin embargo, en el funcionamiento y composición de la cooperativa, un número importante de productores, alrededor del 22%, no encontró ventajas con respecto a la comercialización. El rol de la intermediación en la cadena comercial atentó contra las propuestas asociativas y de precio justo en su dinámica. El problema en los circuitos cortos de comercialización provocó que; tanto la intermediación comercial y la emergencia de productores capitalizados distorsionaran la colocación de los productos en los mercados y estas se realizara a precios irrisorios. Impulsada por un sesgo “fiscalista”, el Estado Nacional fue privilegiando inversiones fijas en el interior, bajo el supuesto de que constituirían estímulos suficientes para el desarrollo.
La CVC llegó a su fin con la crisis de la deuda y la falta de financiamiento en un contexto restringido de las funciones del estado y endeudamiento externo a fines de 1980. La flexibilidad que estableció la nueva Ley de Colonización nro. 4899 del año 1996 permitió la venta parcial o total de las parcelas. Existe en la actualidad un porcentaje de alrededor del 35% de propiedades de colonos transformadas en casas de “fin de semana” desvirtuándose así el proyecto productivo original.
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- Recibida: 20 de marzo de 2022.↵
- Profesor y licenciado en historia por la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE). Licenciado en cooperativismo por la Universidad Nacional de Santiago del Estero, Facultad de Humanidades Ciencias Sociales y de la Salud (UNSE). Maestrando en historia regional en la Universidad Nacional de Catamarca, (UNCA). Docente e investigador ISPP N°1 Santiago del estero. CPCESE (consejo profesional de ciencias económicas Santiago del estero). Contacto: dardosantiago771@gmail.com.↵
- Profesora en historia en la Universidad Nacional de Catamarca (UNCA). Pertenencia institucional Docente del Profesorado y Licenciatura de Historia Facultad de Humanidades UNCA, docente de nivel medio. Secretaria del Centro de Investigación del NOA, “Armando Raúl Bazán” CIHNOA. Miembro de Número de la Junta de Estudios Históricos de Catamarca. Contacto: moniolivera2011@gmail.com.↵