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Malezas resistentes y/o tolerantes[1]

(Argentina, 1996-2021)

Facundo Zorzoli[2]

Definición

Maleza es una categoría social que refiere a una especie vegetal que crece y se desarrolla en un agroecosistema en el que la movilización del trabajo humano se orienta a controlar y regular las condiciones de crecimiento y desarrollo de otras especies vegetales (cultivos). A diferencia del cultivo, la maleza no tiene valor de uso ni valor de cambio desde la perspectiva de quien usa esa tierra. La resistencia y la tolerancia de malezas constituyen procesos de selección de biotipos y/o especies vegetales en agroecosistemas en los que sus usuarios/as utilizan regularmente agroquímicos (herbicidas) y organismos vegetales genéticamente modificados (OVGM).

Malezas y cultivos

¿Qué es una maleza? Responder requiere que formulemos otra pregunta: ¿qué es un cultivo? Al igual que la soja o el maíz, la papa o la mandioca, el arroz o la lechuga, un quebracho colorado de los bosques subtropicales del Gran Chaco o una forestación de pinos en la provincia de Misiones (Argentina), las malezas son organismos vegetales que expresan procesos de crecimiento y desarrollo singulares en condiciones ambientales particulares. En términos biológicos no hay diferencias de clase entre maleza y cultivo: son organismos vegetales. Entonces, un primer aspecto a señalar es que un cultivo es tal en tanto existe trabajo humano mediando directamente en sus condiciones de crecimiento y desarrollo. Ese trabajo es movilizado para satisfacer una necesidad socialmente definida e históricamente específica. Por un lado, está condicionado en distintos grados por las ecologías a través de las que es socialmente movilizado (no es lo mismo usar la tierra para producir commodities en la Pampa Húmeda que en el Chaco Seco o en el Cerrado). Por otro lado, es una fuerza que transforma y condiciona con intensidades variables esas ecologías (por ejemplo, la transformación de bosques secos subtropicales en monocultivos controlados a través del uso de organismos vegetales genéticamente modificados —OVGMs— y agroquímicos).

Entonces, si un cultivo es un organismo vegetal domesticado en función de un fin social históricamente específico, es en relación a ello que un organismo vegetal de características diferentes a las del cultivo es construido socialmente como maleza. Es decir, una maleza es tal en relación a un cultivo; y un cultivo es tal en relación a una práctica social. Por ejemplo, la denominada “soja guacha” es la misma soja que se sembró y cosechó en una campaña pasada, cuya simiente germina en un tiempo (antes o después de la siembra de otro cultivo) y/o locación donde el uso es/será otro (por ejemplo, maíz). Ello es problemático desde la perspectiva del usuario/a de la tierra: la soja guacha compite por recursos (agua, nutrientes, luz) con el nuevo cultivo, y su control requiere un uso preciso de herbicidas selectivos. Lo que ha cambiado entre la soja-commodity y la sojamaleza (“guacha”) es la intencionalidad de ese/a usuario/a de la tierra, no la especificidad del organismo vegetal. En inglés, a estos organismos vegetales guachos se los denomina voluntarios (volunteer soybean, volunteer corn).

Si aceptamos que una maleza es tal en relación a un cultivo, estamos entonces planteando que lo que define a un organismo vegetal como maleza es la relación entre:

  1. sus procesos de crecimiento y desarrollo biológicos junto a la localización específica en donde aquellos se expresan y
  2. el trabajo humano de regulación de condiciones agroecológicas para el crecimiento y desarrollo de otra especie vegetal, en función de una intencionalidad solo explicable inscribiendo prácticas agrarias en relaciones sociales históricamente desplegadas en formas singulares y en espacios particulares.

En este sentido, una maleza es un organismo vegetal domesticado o no-domesticado que crece y se desarrolla en un espacio producido por la organización social del trabajo humano para que se exprese un organismo de otra especie. Se trata de algo fuera de lugar –en el sentido de la antropóloga Mary Douglas (1973)– desde la perspectiva de las prácticas materiales y simbólicas de un actor social.

Valor de uso, valor de cambio y valor negativo

A diferencia del cultivo, la maleza no tiene valor de uso (alimentación, fibra, forraje, energía) ni valor de cambio desde la perspectiva de quien usa la tierra y en el marco de la especificidad histórica de las relaciones sociales en las que se inscriben sus prácticas. Además, en el marco histórico de una agricultura capitalista que usa semillas genéticamente modificadas (GM), las malezas resistentes y/o tolerantes afectan negativamente al valor de cambio del cultivo GM. En este sentido, las malezas resistentes y/o tolerantes a herbicidas químicos constituyen una forma de valor-negativo (Moore, 2015). Expresan una contradicción socioecológica para la reproducción ampliada de capital en base a procesos de producción de commodities agrícolas cuyas simientes han sido modificadas genéticamente para tolerar la exposición a determinados herbicidas.

Malezas resistentes y malezas tolerantes

Debe precisarse la distinción entre malezas resistentes y malezas tolerantes a determinados herbicidas para situar la problemática correctamente. Primero, un biotipo es un grupo de individuos de una misma especie que tiene determinadas características genotípicas y/o fenotípicas que los diferencian de otros grupos de la misma especie. Segundo, la resistencia expresa un proceso de selección de uno o más biotipos dentro de la población de una especie. Esa selección está constituida por una mayor eficacia reproductiva de esos biotipos en ambientes en los que la presión de los modos de acción y/o dosis de determinados herbicidas es alta y constante en el tiempo. Es decir, esas condiciones se pueden constituir por el uso regular de un mismo herbicida o por el uso de diferentes tipos de herbicidas que poseen un mismo modo de acción. Además, como el control químico de malezas combina herbicidas con distintos modos de acción, también se producen condiciones para la selección de biotipos resistentes a dos o más herbicidas y/o modos de acción (lo que se denomina resistencias múltiples). Tercero, la tolerancia expresa la selección de especies naturalmente tolerantes dentro de una comunidad mayor de especies vegetales presentes en un agroecosistema; también en condiciones de exposición regular a un mismo herbicida y/o dosis, o –siendo ellos diferentes– a un mismo modo de acción. Esto es, la distinción es entre selección de biotipos de una misma especie que sí es inhibida en sus procesos de crecimiento y desarrollo por uno o más tipos de herbicidas; y selección de una o más especies cuyos procesos de crecimiento y desarrollo no son inhibidos por los herbicidas de uso regular dentro de una comunidad mayor de especies (Papa et al., 2004; Taberner Palau et al., 2007).

La especificidad histórica de las malezas resistentes y/o tolerantes

La resistencia y/o tolerancia a moléculas con determinados modos de acción desplegados por ciertos herbicidas no se asocia exclusivamente a la agricultura de cultivos GM –es decir, desde 1996–, sino que desde la década 1970 acompaña la difusión de tecnología impulsada por la denominada Revolución Verde (Heap, 2021; Heap & Duke, 2018).

¿Cuál es entonces la especificidad histórica de la resistencia y/o tolerancia en malezas asociada a los cultivos GM? Éstos son diseños genéticos –valores de cambio para las empresas de agroinsumos que los producen– cuya innovación consiste en la transferencia de genes de un organismo de una especie a otro de otra especie para que el organismo portador tolere la exposición a las moléculas que componen algunos herbicidas de amplio espectro –que son valores de cambio para las mismas empresas que producen semillas GM–. Primero se lanzaron cultivos GM tolerantes al glifosato, luego al 2,4-D y, más tarde, al glufosinato de amonio. Los tres son herbicidas cuyas moléculas fueron diseñadas en el marco de la Revolución Verde. Esos eventos genéticos se apilan, es decir, se incorporan a un mismo OVGM (por ejemplo, soja GM tolerante al glifosato y al 2,4-D). Otros eventos genéticos que se apilan junto a la tolerancia a herbicidas están relacionados al control de insectos (tecnología Bt contra orugas) o a los mecanismos de regulación biológica de organismos vegetales para absorber humedad (cultivos “resistentes a la sequía”).

De acuerdo a la International Survey of Herbicide Resistant Weeds, hasta 2019 en Argentina había 27 casos de resistencia y/o tolerancia asociados al cultivo de los tres principales commodities agrícolas (soja, maíz y trigo) (Heap, 2021). Según las “alertas rojas” de la Red de Manejo de Plagas –inicialmente denominada Red de Conocimiento en Malezas Resistentes– (REM), que coordina la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID), hay 40 biotipos de 22 especies de malezas que expresan resistencia y/o tolerancia; 15 casos expresan resistencia a múltiples modos de acción de herbicidas (Red de Manejo de Plagas, 2021).

El primer caso de resistencia en la Argentina se documentó a mediados de la década 1990: Amaranthus quitensis o “yuyo colorado” (Papa y Tuesca, 2013). Y el primer caso asociado a agroecosistemas regulados a través del uso de OVGMs y barbechos químicos se detectó en 2005 en el noroeste (NOA): Sorgo de Alepo resistente al glifosato (Olea et al., 2009; Papa y Tuesca, 2013; Pengue et al., 2009). Hasta 2010 se habían registrado 4 casos. Durante la última década (2010-2021), el incremento de biotipos resistentes y/o tolerantes y su dispersión geográfica ha sido muy significativo: los casos identificados se han incrementado diez veces (Red de Manejo de Plagas, 2021).

Tal incremento se ha expresado institucionalmente en la creación de organismos y redes, así como en la organización de jornadas y eventos de capacitación e intercambio. Por ejemplo, en 2007 el SENASA creó la Comisión Nacional Asesora sobre Plagas Resistentes (Conapre), ese mismo año AAPRESID organizó la REM, desde 2013 la Asociación Argentina de Consorcios de Experimentación Agrícola (AACREA) desarrolla el “Proyecto Malezas”, en tanto que las Jornadas de Malezas del Norte (2016) y del Centro (2019) son otras expresiones del lugar que ocupa este problema en las preocupaciones de quienes usan la tierra para producir commodities.

Reflexiones

La contradicción central que expresa el problema de la variedad y dispersión geográfica de las malezas resistentes/tolerantes puede formularse del siguiente modo: la agricultura contemporánea de cultivos GM se ha basado en usos homogéneos de la tierra, fertilizantes inorgánicos, herbicidas, insecticidas y funguicidas químicos para controlar las condiciones ecológicas de crecimiento y desarrollo de los cultivos. Así, tanto la simplificación de manejos técnicos (agricultura-fácil) como la reducción de costos de producción que permitía realizar el paquete tecnológico –dentro de cierta escala mínima de producción– se basaron en la incorporación de tecnologías cuyo uso generalizado medió la constitución de condiciones socioecológicas que –luego de más de dos décadas de uso– tensionan la realización de aquellos primeros resultados.

No obstante, hay expresiones de internalización de esa contradicción en las estrategias de acumulación de actores inscriptos en el modelo de agronegocios (MA) que usan directamente la tierra: la introducción de cultivos de cobertura (también construidos simbólicamente como “cultivos de servicios”), los arreglos espaciales (estrechamiento de las hileras de siembra para que los cultivos compitan con las malezas), la rotación más frecuente de cultivos (diversidad temporal), la intercalación de usos de la tierra para romper la homogeneidad durante la campaña (diversidad espacial) y el uso de tecnologías de agricultura de precisión (aplicación variable de herbicidas, por ejemplo). No se trata de un abandono de los OVGM ni de los agroquímicos. En cambio, se trata de la incorporación de algunos principios ecológicos en la agricultura inscripta en el MA (Satorre, 2018). En términos políticos y de hegemonía esto es particularmente significativo, en un tiempo en el que el MA es confrontado desde abajo por la promoción y la práctica de la agroecología. En efecto, algunos principios del proceso de producción agroecológico están siendo incorporados técnicamente por actores inscriptos en el MA. Por un lado, esto opera materialmente como estrategia de restauración de condiciones para la sustentabilidad económica y ecológica de sus negocios con base en el agro; por otro lado, la dimensión política de esos cambios tiene expresión en las prácticas simbólicas de una variedad de actores en términos de –por ejemplo– “agricultura siempre verde” (AAPRESID, 2020) y “tercera revolución de las pampas” (Bindi, 2017; Longoni, 2019; Repetto, 2017).

Bibliografía

AAPRESID. (2020). Aapresid y la Agricultura Siempre Verde dijeron presente en la conferencia de la ONU sobre el cambio climático. Red de Innovadores, 26(181), 6-9. Recuperado el 26/04/2021 de https://bit.ly/32OHqBP

Bindi, R. (2017). La Tercera Revolución Agropecuaria y los Profesionales del Agro. Agropost Online, 150. Recuperado el 01/03/2020 de http://t.ly/I2TH

Cáceres, D. (2018). Biotecnología y poder. ¿Usan los cultivos transgénicos menos agroquímicos? Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios, 48, 29-56.

Cáceres, D. & Gras, C. (2019). A tipping point for agricultural expansion? Technological changes and capital accumulation in Argentina’s rural sector. Journal of Agrarian Change, 20(1), 79-97.

Douglas, M. (1973). Pureza y Peligro. Un análisis de los conceptos de contaminación y tabú. Madrid, España: Siglo Veintiuno.

Heap, I. (2021). The International Herbicide-Resistant Weed Database. WeedScience.org. Recuperado el 24/01/2021 de http://t.ly/2plo

Heap, I. & Duke, S. (2018). Overview of glyphosate-resistant weeds worldwide. Pest Management Science, 74(5), 1040-1049.

Longoni, M. (2019). A los 30 años es posible reinventarse: AAPRESID jubila el barbecho químico y ahora pone todo el acento en los cultivos de servicio. Bichos de Campo. Recuperado 25/01/2021 de https://n9.cl/oedxo

Moore, J. (2015). Capitalism in the web of life: Ecology and the accumulation of capital. New York, USA: Verso.

Olea, I., Vinciguerra, H. & Sabaté, S. (2009). Sorgo de alepo resistente a glifosato. Avances para su manejo en el cultivo de soja en el NOA. Revista Producción Agroindustrial Del NOA, 178, 42-45.

Papa, J., Felizia, J. & Esteban, A. (2004). Tolerancia y resistencia a herbicidas [Informe]. Santa Fe, Argentina: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. Recuperado el 25/01/2021 de https://n9.cl/t0ckz

Papa, J. & Tuesca, D. (2013). Los problemas actuales de malezas en la región sojera núcleo argentina: Origen y alternativas de manejo. En Ríos, A. (Ed.), Viabilidad del glifosato en sistemas productivos sustentables (pp. 59-74). Montevideo, Uruguay: Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).

Pengue, W., Monterroso, I. & Binimelis, R. (2009). Bioinvasiones y bioeconomía. El caso del Sorgo de Alepo resistente al glifosato en la agricultura argentina. Ciudad de Guatemala, Guatemala: FLACSO.

Red de Manejo de Plagas. (2021). Malezas. Recuperado el 14/04/2021 de https://bit.ly/3gL9U7T

Repetto, J. (2017). ¿Una nueva revolución de las pampas? Sobre la Tierra. Recuperado el 03/01/2020 de: http://sobrelatierra.agro.uba.ar/una-nueva-revolucion-de-las-pampas/

Satorre, E. (2018). Es necesario cambiar constantemente el disfraz de los cultivos. Revista CREA, 449, 10-16.

Taberner Palou, A., Cirujeda Ranzenberger, A. & Zaragoza Larios, C. (2007). Manejo de poblaciones de malezas resistentes a herbicidas. 100 preguntas sobre resistencias. Roma, Italia: FAO.


  1. Recibido: febrero de 2021.
  2. Licenciado en Ciencias Antropológicas y Doctorando en Antropología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigador del Programa de Estudios Rurales y Globalización (PERyG), Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (IDAES) en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Contacto: fzorzoli@unsam.edu.ar.


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