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Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (CIPAF)[1]

(Argentina, 2005-2021)

Guido Prividera[2]

Definición

El CIPAF es un centro de investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de la Argentina, creado el 26 de agosto de 2005 y conformado por cinco Institutos de Investigación para la Agricultura Familiar (IPAF), cada uno correspondiente a las cinco macro regiones de la Argentina (NOA, NEA, Cuyo, Patagonia y Pampeana). Nació con el objetivo de generar, adaptar y validar tecnologías apropiadas para el desarrollo sostenible de la agricultura familiar, en base al argumento de que el INTA trabajaba en tecnología exclusivamente para grandes empresas agropecuarias.

Origen

El trabajo con y para la agricultura familiar cuenta con numerosos antecedentes en la Argentina, dentro y fuera del INTA. En la órbita privada, existe un sinnúmero de ONGs que han actuado en conjunto con los pequeños productores en la Argentina, especialmente a partir de la década de 1990. Incluso algunos de éstos, como el Centro de Educación Popular (CEDEPO), se adjudican la instigación a la conducción del INTA para la creación del CIPAF. En la órbita pública, más allá de las políticas provinciales destinadas al sector, la Secretaría de Agricultura Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGPyA) –que luego se transformaría en Ministerio–, adoptó desde aquella década diversas iniciativas para el trabajo con productores familiares (como el Programa Social Agropecuario, PSA, fundado en 1993), aunque el concepto de agricultores familiares aún no estaba institucionalizado.

En el marco del INTA, el trabajo con la agricultura familiar reúne otros antecedentes que datan de los comienzos de la institución: programas como Hogar Rural, actividades junto a la Cooperativa de Trabajo Campo Herrera y decenas de iniciativas de las agencias de extensión rural. Sus aportes se vincularon a la asistencia técnica, la extensión, y/o al financiamiento a pequeños productores, pero ninguno de ellos se proponía puntualmente investigar y desarrollar tecnologías apropiadas para la agricultura familiar, más allá de que los técnicos de dichos programas lo hicieran.

Inicialmente se pensó en organizar Centros de Referencia para la Agricultura Familiar, cada uno de los cuales abarcaría una macro-región argentina. Sin embargo, en el reglamento del INTA dicho formato no estaba permitido, por lo que la nueva creación debía asumir la forma de alguna de las unidades pre-existentes. En este marco, se definió que lo más conveniente sería un Centro de Investigación, con sus Institutos dependientes, copiando en su estructura el funcionamiento de los Centros de Investigación del Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias (CNIA) del INTA, cito en Castelar, provincia de Buenos Aires.

La creación del CIPAF, en 2005, ocurrió en el contexto de los cambios ocurridos a nivel macroeconómico durante el gobierno kirchnerista, electo dos años antes. Por entonces, el país atravesaba un proceso de crecimiento económico, tras el estancamiento de los años 90 y la crisis de 2001. Luego de una década de profundo deterioro presupuestario del INTA, a partir de 2003 sus autoridades emprendieron la reconstrucción institucional del organismo (Palmisano, 2017). Ese proceso acarreó discusiones acerca del rumbo, la misión y la visión institucional, que incluyó una autocrítica acerca de su rol en la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación para la agricultura familiar (INTA, 2005).

Pocos años antes, el concepto de agricultura familiar había emergido con fuerza en la Argentina, en sintonía con la iniciativa de Brasil de instalar la problemática en la agenda de las discusiones de política común del Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico Agroalimentario y Agroindustrial del Cono Sur (PROCISUR) (Schiavoni, 2010). En este marco, la creación del CIPAF estuvo cruzada por intensas discusiones al interior del INTA con relación al papel de la pequeña agricultura familiar. Dentro del Consejo Directivo Nacional, la fracción opositora ­­–representante de las ramas gremiales más concentradas del agro– planteaba que el Centro debía destinarse exclusivamente a tal sector, por lo que sugería imponerle la palabra “pequeña”. Si bien no se conoce la razón, algunas hipótesis señalan el temor de estas gremiales de que nuevas lógicas de trabajo (como la investigación acción participativa, IAP) asediaran a aquellas más tradicionales del INTA. Finalmente, unos años más tarde, en una sesión del Consejo Directivo del CIPAF el adjetivo de “pequeña” fue retirado del nombre del Centro, por lo que pasó a denominarse Centro de Investigación para la Agricultura Familiar. Al respecto, organizaciones de productores dirían irónicamente: “no somos más pequeñas”.

El CIPAF comenzó con una labor circunscripta a tres líneas de la agricultura familiar: caracterización, comercialización y tecnologías. Estas líneas se ampliaron conforme al avance de los Institutos en el número interno de profesionales que los componían, así como al ingreso a la cartera programática del INTA. Hacia finales de la segunda década del siglo XXI, los horizontes de trabajo se diversificaron, incorporándose problemáticas referidas a energías renovables, recursos naturales (básicamente, agua y tierra), recursos genéticos y agroecología.

Innovaciones institucionales

La creación del CIPAF produjo innovaciones institucionales dentro del INTA. Inicialmente, lo conformaban tres Institutos: IPAF región NEA, IPAF región NOA e IPAF región pampeana. En octubre de 2009 se sumó IPAF región Cuyo y en agosto de 2011, IPAF Patagonia. Todos ellos poseen Consejos Asesores propios, los cuales están ausentes en otros espacios de la institución. La otra rareza institucional es el Consejo Consultivo, integrado en cada Instituto por el director del IPAF y los directores regionales del territorio sobre el cual trabajan. Por ejemplo, el Consejo Consultivo de la región pampeana está compuesto por el director del IPAF y los directores de los centros regionales Buenos Aires Norte, Buenos Aires Sur, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. Dichas innovaciones apuntaban a incorporar a los productores familiares al órgano máximo del CIPAF –el Consejo de Centro–, contar con la presencia de organizaciones de productores de cada una de las regiones en los Consejos Asesores de los IPAF y, a la vez, integrar a los directores regionales en las acciones del IPAF a través del Consejo Consultivo.

La lógica no consistía en replicar estructuras institucionales duplicando el trabajo realizado por otros Centros, Estaciones Experimentales (EEAs) o Agencias de Extensión Rural (AERs), sino que los IPAF funcionaran como pequeños detonadores del cambio tecnológico apropiado a la agricultura familiar de cada macro región. Se los llamaba a trabajar en conjunto con los investigadores de las EEAs y los extensionistas de las AERs. En gran medida, la estrategia funcionó e incluso produjo sinergias en los otros Centros de Investigación del INTA, tradicionalmente orientados a la investigación básica y más despegados del territorio.

No obstante, el hecho de no generar cambios políticos de fondo en la estructura institucional del INTA y fundamentalmente en la representación de su Consejo Directivo Nacional –que ha excluido a la agricultura familiar– trajo consigo que, 15 años después de su creación, la existencia misma del CIPAF siga siendo cuestionada.

Líneas de trabajo

Los principales logros del CIPAF pueden ser enmarcados en relación a sus líneas de trabajo. En lo respectivo a la caracterización de la agricultura familiar, el CIPAF consiguió demostrar la existencia de agricultura familiar en la Argentina, lo que indefectiblemente justifica la existencia del Centro. Gran cantidad de artículos científicos estudiaron situaciones estructurales y estrategias de reproducción social de la agricultura familiar en el país. Alrededor de estos trabajos se articuló una red, integrada no sólo por profesionales del CIPAF, sino también por pares de otras unidades del INTA, investigadores del CONICET de múltiples universidades y, en algunos casos, organizaciones de productores. En el caso puntual del IPAF NEA, la mirada crítica de los investigadores respecto del tratamiento de gobiernos provinciales hacia los agricultores familiares provocó diferencias con la dirección del Centro, motivando el distanciamiento de varios profesionales del CIPAF e incluso del INTA.

En lo referente a comercialización, el CIPAF adoptó dos grandes líneas de abordaje. Por un lado, el trabajo con Ferias de la Agricultura Familiar, que redundó en la publicación de libros –fundamentalmente desde el enfoque de la extensión (antes que la investigación)–, orientados a fortalecer la intervención directa en las mismas. Por otra parte, se emprendió una línea vinculada al llamado compre del Estado, para que éste, en sus diferentes estamentos, adquiriera productos de la agricultura familiar. Pero esta última iniciativa no tuvo éxito, debido a que el INTA no pudo interceder en las lógicas de legislación del Estado.

Tecnología apropiada fue la tercera línea de trabajo con la que el CIPAF se sumó a la cartera programática de proyectos del INTA en el año 2007. En un principio pesó mucho el know how de los profesionales de otras unidades del INTA con más experiencia en estos temas, que vieron consolidados sus enfoques por la presencia del CIPAF. Por entonces, el caso más resonante fue la cañera INTA, cosechadora de azúcar desarrollada junto a Orlando Pilatti (profesional del INTA EEA Reconquista) que se adecua a las necesidades de agricultores familiares. Además, el interés por la tecnología apropiada se ha traducido en el impulso a la creación de la Cámara Argentina de Maquinaria para la Agricultura Familiar (CAMAF), la cual desde 2013 agrupa a pequeños y medianos talleres metal-mecánicos del país que fabrican o adaptan implementos agrícolas para la agricultura familiar. La Cámara, al menos hasta la profundización de la crisis económica en 2015 –producto de las medidas del nuevo gobierno–, alentó enérgicamente la alianza entre las organizaciones de productores familiares y los fabricantes de maquinarias para estos productores.

A partir de la segunda década del siglo XXI el desarrollo de diversas innovaciones cobró nuevo ímpetu, a partir de la incorporación de profesionales de diseño industrial a los IPAF. Esto provocó el diseño participativo de toda una serie de artefactos demandados por los productores familiares, en los que se involucraron las carreras de Diseño Industrial de las principales universidades nacionales. De allí surgió el diseño de una heladera solar para la conserva de la producción en zonas sin electricidad, bolsones reciclables para el uso en ferias de la agricultura familiar y la ensachetadora de leche envasada –de baja escala– para aquellos productores familiares imposibilitados de vender la leche cruda sin pasteurizar dentro de circuitos cortos de comercialización.

La línea de trabajo en agua, interesada por el diseño y la construcción de sistemas de captación de agua en vertientes, se caracterizó por el trabajo en zonas desérticas o semi-desérticas, especialmente del NOA. Estos sistemas podían ser realizados fácilmente y a bajo costo por los agricultores familiares, y para su gestión éstos contaron con el acompañamiento del CIPAF. Además, como objeto de investigación, la gestión del agua concitó una gran atención académica. Particularmente en la región pampeana fue notable la cantidad y calidad de artículos científicos dedicados a esta temática.

Cabe resaltar que el CIPAF promovió dentro del INTA la línea de trabajo en agroecología. Particularmente el IPAF región pampeana fue quien lanzó los primeros trabajos y ensayos, conjuntamente con otras unidades de INTA e investigadores de universidades nacionales (Marasas et al, 2012). Dentro de la institución fue una línea fuertemente combatida por los sectores más tradicionales, que seguían apostando por una tecnología de altos insumos. Actualmente, la agroecología se extendió por diversas unidades del INTA y tanto en cultivos intensivos como extensivos, alcanzando cada vez más popularidad entre técnicos y productores. En este marco, se desarrolló la línea de ganadería familiar, que dio lugar a toda una serie de innovaciones en conceptualización, conocimiento y tecnología de manejo de estas unidades productivas.

Una línea de trabajo vinculada al acceso a recursos naturales (agua y tierra) también fue abordada por el CIPAF hacia la segunda década del nuevo siglo. La institución, a través de una serie de publicaciones, mostró la relevancia del problema del acceso a tierra y agua por parte los agricultores familiares de la Argentina. Paralelamente, asesoró a agricultores familiares en la temática, irrumpiendo en áreas de trabajo de la extensión del INTA, donde a diferencia del CIPAF, aún no había profesionales especializados en derecho.

Por último, cabe destacar una línea de trabajo en recursos genéticos, que en general discurrió a la par de la agroecológica. Al respecto, se han efectuado significativos trabajos de recuperación de semillas nativas y selección de cultivares (de batata, mandioca, banana, algodón y caña de azúcar, entre otros), y se ha propuesto un protocolo participativo, sin dudas innovador para los sectores más tradicionales del INTA (Maggio, 2017).

Territorio y tecnología

El CIPAF se planteó desde sus inicios una fuerte vinculación con el territorio, siguiendo la tradición del INTA (INTA, 2005). En este sentido, la institución históricamente se había caracterizado por el control social de su actividad por parte de la sociedad o, al menos, de algunos gremios rurales (Grosso, 2020). Ese control social ha asumido una doble cara. Por un lado, impidió que la institución se desprendiera de su anclaje social, evitando un devenir de producción de papers que otorga un mero prestigio en las mejores revistas internacionales, pero no responde efectivamente a las demandas territoriales en las cuales se afincan las EEAs. Por otro lado, implicó que el organismo se enarbolara tras la defensa de los intereses del campo como una totalidad. Tal propósito actuó como un velo que ocultó determinados sujetos sociales agrarios, como los productores familiares, los trabajadores asalariados y los pequeños contratistas pampeanos de maquinaria agrícola (Prividera, 2011). De esta manera, al quedar invisibilizados por sectores políticos hegemónicos, no fueron objeto de política pública.

Además, el velo tuvo implicancias en la desigualdad de acceso a la tecnología. Por ejemplo, en la región pampeana el INTA atendió demandas de los productores, pero también promovió iniciativas que éstos no solicitaron. Debe tenerse en cuenta que, en especial desde la década de 1990 y bajo el modelo de modernización tecnológica al cual se sumó el patrón transferencista heredado de la década de 1950, muchos productores se han volcado al cambio tecnológico (Prividera, 2017). El resultado de este proceso fue especificado en el Documento Base del Programa Nacional para la Pequeña Agricultura Familiar, instrumento del INTA que opera como fundador del CIPAF: la desaparición de 103.000 productores entre los censos nacionales agropecuarios de 1988 y 2002.

Debates

La pervivencia actual del CIPAF enfrenta dos cuestiones: una de orden externo y otra de orden interno. En el orden externo, durante la gestión del presidente Macri (2015-2019) el INTA sufrió una importante mengua de recursos. Si bien a diferencia de otros organismos logró impedir los despidos de personal, principalmente gracias a la gestión de quien fuera director nacional en el período, Hector Espina, su estructura fue reducida y recortada (Longoni, 2019). Uno de esos recortes apuntó directamente al CIPAF. De este modo, tres de sus Institutos fueron degradados, pasando a denominarse Áreas de agricultura familiar. En el presente, dependen de los centros regionales del INTA, de acuerdo a la zona en la que se encuentran. Así, el IPAF NEA pasó a depender del Centro Regional Chaco-Formosa, el IPAF Patagonia se supeditó al Centro Regional Patagonia Norte y el IPAF Cuyo, al Centro Regional Mendoza-San Juan. Si bien se desarrollan numerosas gestiones desde fuera del INTA para recuperar su calidad de Institutos, a inicios del año 2021, la recomposición aún no ha sucedido.

Por el contrario, la demanda de los actuales representantes de algunas de las entidades del Consejo Directivo Nacional (la Confederación Rural Argentina –CRA–, los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola –CREA– y los representantes de las Facultades de Agronomía y Veterinaria de las Universidades Públicas de todo el país) es cerrar los IPAF restantes, bajo el argumento de que los Centros Regionales son los encargados de realizar investigación para la agricultura familiar. Bajo esta perspectiva, la existencia del CIPAF y sus IPAF no tendría sentido.

El INTA se enfrenta entonces con este dilema, que no es reciente pero sí cada vez más evidente. ¿Se consolida el Consejo Directivo Nacional tal cual está, es decir, sin participación de las organizaciones de la agricultura familiar? ¿O se democratiza ese espacio, habilitando la participación de, al menos, las organizaciones más importantes con las que trabaja el CIPAF? Frente a esta disyuntiva, existe una tercera opción: la conversión de las actuales organizaciones gremiales que conforman el Consejo Directivo Nacional del INTA en un Consejo Asesor, garantizando que la conducción de la institución quede sólo bajo la égida del Estado.

En el orden interno, la institucionalización histórica del CIPAF rompió con el espíritu inicial disruptivo de generar dentro del INTA transformaciones en el modo de pensar, de hacer, de crear, de innovar. La institucionalización, es decir la adopción de los mecanismos propios de la institución, también lo hizo parte de las prácticas más verticalistas, lo que produjo el alejamiento de algunos profesionales integrados en la etapa fundacional. Ese alejamiento favoreció la homogeneización del pensamiento institucional, en virtud del cual los IPAF (que finalmente constituyen el brazo ejecutor del trabajo del CIPAF) derivaron en una unidad más del INTA, y ya no un espacio de creación y de disrupción en los procesos de investigación-acción (Juárez, 2012 y 2018).

Por lo tanto, paradójicamente, aunque el trasfondo del reclamo del Consejo Directivo Nacional sea ideológico, la cuestión de que los Centros Regionales del INTA trabajan con la agricultura familiar y por lo tanto es cuestionable la existencia del CIPAF asume trágica e inesperadamente algo de coherencia. De modo que, si éste no logra reeditar la mística inicial que acompañó su creación, la disputa político-tecnológica en torno a su continuidad pareciera difícil de ser ganada, tanto por factores internos como externos.

Bibliografía

Grosso, S. (2020). Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. En Salomon, A. y Muzlera, J. (Eds.), Diccionario del Agro Iberoamericano – 2da edición ampliada. Buenos Aires, Argentina: Teseopress.

INTA (2005). Documento base del programa nacional de investigación y desarrollo tecnológico para la pequeña agricultura familiar. Argentina.

Maggio, A. (2017). CIPAF 10 años: memoria institucional y experiencias de investigación acción participativa con la agricultura familiar. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Ediciones INTA.

Juárez, P. (2012). Política Tecnológica para el Desarrollo Inclusivo en Instituciones Públicas de I&D: ¿Cómo se construye su funcionamiento? (Argentina, 2004-2009). En Vessuri, H., Kreimer, P. y Arellano, A. (Eds.), Conocer para Transformar (pp. 97-126). Caracas, Venezuela: Ed. UNESCO.

Juárez, P. (2018). Diseño de Política Tecnológica para el Desarrollo Inclusivo Sustentable. Análisis socio-técnico de una iniciativa del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Argentina, período 2004-2009) (Tesis de Maestría). Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Longoni, M. (2 de noviembre de 2019). Al INTA le sacaron 8.100 millones de pesos, mientras no llega a pagar la factura de luz ni tiene plata para realizar sus investigaciones. Bichos de campo. Recuperado de http://t.ly/DEmD

Marasas, M., Cap, G., De Luca, L., Pérez, M. y Pérez, R. (2012). El camino de la transición agroecológica. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Ediciones INTA.

Palmisano, T. (2017). Desregulación económica en el agro en los 90s. Un análisis sobre su problematización pública y privada a partir del estudio de casos. Documentos Y Aportes En Administración Pública Y Gestión Estatal, 17(29), 37-67.

Prividera, G. (2011). La tecnología como factor relevante en las trayectorias de la agricultura familiar. VIII Jornadas de Investigación y Debate. Universidad Nacional de Quilmes, Argentina.

Prividera, G. (2017). Una aproximación al rol de la tecnología en el modelo de desarrollo agrario pampeano. En De Martinelli, G. y Moreno, M. (Comps.), Cuestión agraria y agronegocios en la región pampeana. Tensiones en torno a la imposición de un modelo concentrador (pp. 381-400). Bernal, Argentina: UNQ.

Schiavoni, G. (2010). Describir y prescribir: la tipificación de la agricultura familiar en Argentina. En Manzanal, M. y Neimann, G. (Comps.), Las agriculturas familiares del Mercosur. Trayectorias, amenazas y desafíos. (pp.43-59). Buenos Aires, Argentina: Ediciones CICCUS.


  1. Recibido: febrero de 2021.
  2. Licenciado en Sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Especialista en Desarrollo Agroecológico Urbano y Rural por la Universidad de Córdoba (UCO, España) y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM, Argentina). Profesional del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Docente en la Universidad Nacional de Moreno (UNM). Miembro de la Cátedra de Estudios Agrarios “Horacio Giberti” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA). Miembro del Consejo Directivo del Instituto Argentino para el Desarrollo Económico. Contacto: prividera.guido@gmail.com.


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