(Tucumán, Argentina, 1944-1976)
Silvia Nassif[2]
Definición
La Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA) es, en Argentina, el principal sindicato de trabajadores del azúcar de la Provincia de Tucumán. Está organizado como una entidad de segundo grado, es decir una federación de sindicatos autónomos. Desde su fundación, en 1944, representa tanto a los obreros que trabajan en la fábrica como a los que se encargan de las tareas de cosecha y cultivo de la caña de azúcar, conocidos también como obreros del surco. La unidad entre diferentes tipos de trabajadores le otorga a la Federación un alto poder de despliegue y de movilización.
Experiencias previas
Desde su fundación hasta la última dictadura, la FOTIA sufrió diferentes intervenciones tanto de gobiernos democráticos como de gobiernos de facto. Entre 1944 y 1976 su conducción fue hegemonizada casi exclusivamente por el peronismo, aunque convivieron en ella distintas corrientes políticas sindicales. Algunos de sus dirigentes más destacados ocuparon un papel significativo en la política provincial y nacional, como Atilio Santillán, Benito Romano, entre otros. Por su número de afiliados, en la década de 1960 llegó a ocupar el cuarto lugar a nivel nacional, luego de la Unión Obrera Metalúrgica y las Federaciones del vestido y de la carne (Pucci, 2007). Previo al golpe de Estado de Juan Carlos Onganía y a su política de cierre de ingenios azucareros tucumanos, la FOTIA agrupaba a 55 sindicatos de base y representaba a 100.000 trabajadores, disminuyendo su número casi en un 50% hacia el año 1974 (Nassif, 2018).
La agroindustria azucarera, desde fines del siglo XIX y hasta la actualidad, continúa siendo una actividad central en la región noroeste de la Argentina. En Tucumán, la tensión y la puja por la distribución de sus beneficios fueron una constante: entre los dueños de los ingenios y los productores cañeros por el costo de la materia prima, y entre éstos y los trabajadores por el salario.
La elaboración de azúcar es una actividad agroindustrial. El proceso productivo incluye tanto a la fábrica donde se elabora el azúcar como a los campos donde se cultiva la caña. La actividad integra en la misma zona todas las etapas de su procesamiento e industrialización. Esto hace posible la convivencia entre obreros fabriles y obreros del campo o de surco.
Ya en 1904, se registraron intentos de organización cuando los obreros del ingenio Cruz Alta —Tucumán— protagonizaron una huelga por la supresión del pago con vales en la proveeduría y la exigencia del pago en moneda nacional.
Hacia 1930, existía una cierta experiencia de organización gremial. En 1935, se fundó el Sindicato de Obreros de la Industria Azucarera. Meses después se conformó la Unión General de Trabajadores de la Industria Azucarera (UGTIA). Ambas entidades se fusionaron luego, conservando el nombre de UGTIA (Ulivarri, 2011). En 1939 la UGTIA representaba a 100.000 trabajadores y reclamaba por el cobro del salario mínimo, la reducción de la jornada laboral y la anulación de las proveedurías en los ingenios. Denunciaba también que las patronales reprimían todo intento de organización de los obreros.
La fundación y desarrollo de la FOTIA
Con la fundación de la FOTIA, el 8 de junio de 1944, bajo el gobierno militar del General Edelmiro Farrell, la organización de los azucareros dio un salto cualitativo. El 10 de julio de 1947, se le otorgó la personería gremial. En un primer momento la Federación comprendía a todos los trabajadores del país que pertenecían a la industria del azúcar. Pero con el tiempo su representatividad se redujo a los sindicatos emplazados en Tucumán.
El origen y desarrollo de la Federación resultó, desde el principio, vinculado al ascenso del peronismo y a su estímulo para conformar sindicatos por rama de actividad y de carácter nacional, unificados en torno a una central única, la Confederación General del Trabajo (CGT). A partir de entonces, la FOTIA se constituyó en un actor fundamental en la política de la provincia y también dentro del sindicalismo nacional. La consolidación de esta organización obrera posibilitó obtener nuevas conquistas.
La FOTIA se formó como una organización de segundo grado, nucleando a los sindicatos de base que se dividían según el tipo de actividad de la producción azucarera: a) de obreros del surco, b) de obreros de fábrica y surco y c) de fábrica. El hecho de que los trabajadores azucareros del campo fueran incluidos en los estatutos y luego en los Convenios Colectivos de Trabajo del azúcar, les posibilitó obtener mejores salarios y condiciones de trabajo que los obreros agrícolas que se regían por el Estatuto del Peón Rural. Aun así, la relación entre trabajadores de fábrica y de surco era compleja, siendo peores las condiciones de vida y de trabajo de éstos últimos. Existían entre ellos además múltiples prejuicios, alimentados en determinadas ocasiones por las patronales azucareras y funcionarios gubernamentales.
La Federación desempeñó un importante papel durante la crisis de octubre de 1945 cuando había sido detenido el coronel Juan Domingo Perón (Rubinstein, 2006). También en el seno del movimiento obrero azucarero se desplegaron las contradicciones intrínsecas al movimiento peronista (Gutiérrez, 2014). Así, a pesar del claro enrolamiento de la mayoría del gremio en las filas del peronismo, los obreros y sus dirigentes desarrollaron una resonante huelga en reclamo de aumentos salariales en 1949 que duró más de 40 días, recibió la intervención de la CGT y el encarcelamiento de sus dirigentes, con su consiguiente expulsión de los sindicatos y de sus puestos de trabajo. Al mismo tiempo, fruto de la lucha, los obreros obtuvieron un importante aumento salarial. Pero la FOTIA fue descabezada y se impusieron dirigentes subordinados al gobierno peronista.
Con la dictadura de la “Revolución Libertadora”, en 1955, la FOTIA fue intervenida. En ese período fue la organización que motorizó las luchas de la resistencia obrera y peronista en Tucumán. En junio de 1959, realizó una importante huelga de 45 días, en la que participaron 80.000 trabajadores, consiguiendo un aumento salarial del 70%, entre otras conquistas (Romano, 2009). La realización de esta huelga tuvo importantes consecuencias: A nivel sindical significó el posicionamiento de la FOTIA como columna vertebral del sindicalismo del Norte argentino y la consolidación de un núcleo de dirigentes obreros que se destacarán por sus altos niveles de combatividad, encabezados por el dirigente peronista Benito Romano.
En las elecciones de 1965 para legisladores provinciales y diputados nacionales, se presentaron dirigentes obreros azucareros a través del partido Acción Provinciana. Sus candidaturas fueron elegidas mediante asambleas en sus sindicatos y en el caso de Benito Romano a través de la FOTIA. En esas elecciones resultaron elegidos ocho legisladores provinciales que provenían de la FOTIA, entre ellos Simón Campos y Leandro Fote —vinculado al Partido Revolucionario de los Trabajadores—, y Romano fue elegido diputado nacional. Estos tres dirigentes fueron secuestrados durante la última dictadura y se encuentran desaparecidos hasta nuestros días.
A fines de enero de 1966, bajo la conducción de la FOTIA del peronista Atilio Santillán, se realizó el Primer Congreso de Delegados Seccionales de la FOTIA. Allí se intentó promover y jerarquizar la discusión de las bases obreras, a través del protagonismo de los delegados seccionales.
Del cierre de ingenios durante la “Revolución Argentina” a la última dictadura
La dictadura de la “Revolución Argentina” cerró once de los veintisiete ingenios existentes, generando un cambio sin precedentes en la economía de Tucumán. Esta política profundizó la concentración monopolista de la industria azucarera, destruyó más de 50.000 puestos de trabajo, provocó el empobrecimiento de productores cañeros y generó una sangría demográfica en la que más de 200.000 personas tuvieron que emigrar. Los obreros azucareros se opusieron a la política de “racionalización” económica de la dictadura, organizados en la FOTIA (Nassif, 2016).
La resistencia del movimiento obrero tucumano representó uno de los casos más tempranos de oposición activa a la dictadura de Juan Carlos Onganía, en un contexto en el que a nivel nacional disminuyeron los conflictos obreros. A partir de agosto de 1966, en medio de la militarización de las zonas de los ingenios que luego serían intervenidos por el gobierno de facto, se desarrollaron las protestas obreras en contra de las clausuras. De estas luchas se destaca el plan de lucha de la FOTIA en enero de 1967 en donde fue asesinada Hilda Guerrero de Molina, esposa de un obrero despedido del ingenio Santa Lucía, miembro de la rama femenina del peronismo y que se había puesto al frente de la organización de las ollas populares para paliar el hambre en el que estaba sumido su pueblo (Nassif, 2017).
Luego de un breve interregno, durante el tercer gobierno de Perón, la Federación volvió a estar hegemonizada por el sector peronista que representaba Atilio Santillán, quien será asesinado dos días antes del golpe de Estado de 1976. En el contexto de la política económica del “Pacto Social”, los trabajadores azucareros protagonizaron una huelga en septiembre de 1974, que implicó la paralización de la economía provincial por más de dos semanas, con un importante despliegue organizativo y de discusión democrática que tuvo como centro los congresos de Delegados Seccionales en los que participaron al menos medio millar de delegados obreros. La huelga finalizó cuando el Congreso accedió al pedido del gobierno, concretándose un aumento de la mitad de lo que habían reclamado pero que, sin embargo, rompió con el congelamiento salarial y superó los índices de la inflación. Asimismo, los obreros del surco pudieron evitar, al menos temporalmente, el masivo desplazamiento de mano de obra, poniéndoles un límite a las patronales en su intento de mecanización de las tareas rurales (Nassif, 2018).
Esta huelga fue el punto culminante de la lucha de los trabajadores nucleados en la FOTIA (Taire, 2008). Luego, los trabajadores llevaron a cabo distintas protestas a través de sus organizaciones de base. Pero la situación se fue tornando cada vez más compleja. Sobre todo, a partir de la intensificación del proceso represivo en febrero de 1975 con la ocupación militar de la provincia en el marco del Operativo Independencia y los planes de golpe de Estado que ya se empezaban a poner en marcha contra el gobierno peronista.
Los obreros azucareros y sus organizaciones fueron uno de los blancos principales de la represión, registrándose una gran cantidad de víctimas del sector azucarero. Casi el 80% del Consejo Directivo de la FOTIA fue víctima del Terrorismo de Estado, además de ser relevados los miembros de sus cargos, con la intervención militar de la Federación a partir del mismo día del golpe de Estado, el 24 de marzo de 1976 (Nassif, en prensa). Con el golpe de Estado se cerraba una historia intensa de lucha del movimiento obrero azucarero tucumano.
Reflexiones y perspectivas de análisis
Las distintas intervenciones que sufrió la FOTIA influyeron en la pérdida de gran parte de su archivo, constituyéndose en uno de los problemas metodológicos más acuciante a la hora de su estudio. La documentación que pudo ser resguardada se encuentra dispersa en distintos acervos a lo largo del país. En el último lustro, se rescató documentación significativa producida durante la última intervención militar de la FOTIA que está siendo clasificada. Junto con ello se creó el Archivo Histórico de la FOTIA “Hilda Guerrero de Molina” que funciona en la misma sede sindical.
En las últimas dos décadas los estudios sobre la FOTIA en particular, y el movimiento obrero en Tucumán en general entre mediados de los años ’40 hasta la última dictadura han aumentado su volumen considerablemente, nutriéndose además de diferentes enfoques. Así han proliferado estudios sobre la institución y sus vínculos con el peronismo y con distintos sectores sociales; los procesos de organización y de lucha (Rubinstein, 2006; Ramírez, 2008; Taire, 2008; Romano, 2009; Ulivarri, 2011; Azcoaga, 2014; Gutiérrez, 2014; Piliponsky, 2014; Nassif, 2018).
Además, se enfoca en la relación entre la formación económica y social de la provincia y el desarrollo de la organización obrera tanto desde el lugar que ocupan los trabajadores en la producción como en sus condiciones de vida; y en los procesos de eliminación de puestos de trabajo por la tecnificación en las fábricas y la mecanización de las actividades rurales (Nassif, 2016). Y si bien en esta actividad predominaron los varones, desde una perspectiva de género (Gutiérrez, 2013) distintos estudios han destacado el papel de las mujeres (Nassif, 2017). También en el impacto del cierre de ingenios (Pucci, 2007) y del terrorismo de Estado en la subjetividad y en la identidad de las familias azucareras (Nassif, 2016). Además, se ha focalizado en los procesos represivos en la que fueron víctimas los azucareros, en el descabezamiento de la FOTIA y de los sindicatos de base (Nassif, en prensa). En especial se han estudiado casos específicos de sindicatos azucareros en los que se registró la responsabilidad de sectores empresariales en delitos de lesa humanidad cometidos contra trabajadores como el caso de los ingenios tucumanos La Fronterita y Concepción (Responsabilidad Empresarial, 2015).
Esta mirada desde la clase obrera azucarera necesita ser integrada con estudios sobre los diferentes sectores sociales que componen esta actividad económica y que hacen a la dinámica de conflictividad presente en Tucumán hasta hoy. Ello en una provincia en la que, a diferencia de Salta y Jujuy, intervienen una mayor cantidad de grupos industriales debido al mayor número de ingenios y también una mayor participación del sector de productores cañeros -muy heterogéneo respecto a la cantidad de tierras que poseen y que cultivan-. Esta integración posibilitará comprender más cabalmente tanto la historia de la agroindustria azucarera como la historia económica, social y política de la provincia más pequeña pero más densamente poblada de la Argentina.
Bibliografía
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Taire, M. (2008). El último grito 1974: crónica de la huelga de los obreros tucumanos de la FOTIA. Buenos Aires, Argentina: Pago Chico.
Ulivarri, M. (2011). Sindicatos en “la capital del azúcar”. Organización y lucha en el mundo del trabajo de la provincia de Tucumán (Argentina), 1930-1943. Historia Agraria, 55, 105-137.
- Recibido: junio de 2020↵
- Profesora y Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Docente Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (FCE-UBA). Investigadora en el Centro de Interdisciplinario de Estudios Agrarios (CIEA-UBA), del Programa “Estudios del trabajo, movimiento sindical y organización industrial” en el Área de Economía y Tecnología de la Facultad de Ciencias Sociales (FLACSO) y del Instituto de Investigaciones Históricas Dr. Ramón Leoni Pinto de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Contacto: nassifsilvia@gmail.com.↵