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Mediería en actividades agrícolas empresariales[1]

(Argentina, 1980-2019)

Germán Quaranta[2]

Definición

La mediería es definida como una relación que se establece a través de un contrato, la mayoría de las veces oral, que estipula los aporte realizados en tierra, capital y trabajo por los sujetos involucrados con el fin de llevar adelante una determinada producción y, al mismo tiempo, define la forma de distribución de los resultados del proceso productivo emprendido. En sus formas más “típicas”, la mediería constituye una aparcería que distribuye por mitades los resultados de la producción entre las partes intervinientes.

En un sentido amplio se acepta que la mediería puede tener diferentes significados y cumplir distintas funciones según el marco en el cual se desarrolla. De esta manera nos ubicamos en un continuo, donde en algunos casos nos encontramos más próximos a una relación de tenencia de la tierra, mientras que en otros nos posicionamos en torno a una relación de trabajo, es decir en un caso se retribuye la tierra a la que se accede, en tanto que en el otro se remunera el trabajo que se incluye en el contrato (Wells, 1996). Se pueden presentar arreglos más cercanos a relaciones de sociedad donde las partes realizan diferentes aportes y se distribuyen los resultados de la producción según se convenga (Benencia y Quaranta, 2001 y 2003). Inclusive, puede considerarse a la mediería moderna como una forma de subcontratación en la agricultura similar a las existentes en otras actividades del capitalismo avanzado (Wells, 1984).

Genealogía

La noción de mediería tiene una larga tradición en los estudios agrarios. El uso de esta categoría puede encontrarse tanto en trabajos de historia, economía, antropología o sociología rural. Al mismo tiempo, las tradiciones teóricas presentes en los desarrollos conceptuales vinculados a esta noción son variadas e incluyen, por ejemplo, aquellas asociadas a perspectivas marxistas como otras de raigambre neoclásica (Posada, 1996).

Tanto las versiones marxistas clásicas como las originadas en posturas neoclásicas asociaron la mediería a un fenómeno transitorio que sería desplazado por el desarrollo de la economía en el marco del capitalismo. La producción capitalista, para estas escuelas de pensamiento en sus versiones más clásicas, una vez que se encontrara plenamente establecida desplazaría a las rentas en especies por renta dineraria y el trabajo no asalariado por aquel completamente asalariado.

A pesar estas predicciones teóricas, la mediería en tanto institución, o arreglo que organiza las relaciones sociales de producción entre sujetos agrarios, mostró una notable persistencia en el tiempo y a través de distintos escenarios. Esta aparente anomalía teórica provocó diferentes reflexiones conceptuales para dar cuenta de su tenacidad. Desde un punto de vista marxista, por ejemplo, la relación podía constituir un método eficaz de control del trabajo y de extracción de plusvalor (Pearce, 1983), inclusive ser más rentable para el terrateniente que el trabajo asalariado (Martinez-Allier, 1983).

Por su parte, desde posturas económicas de origen neoclásico se realizaron desplazamientos hacia miradas de tipo institucionalistas para explicar la continuidad de estos arreglos, por ejemplo, en función de la necesidad de controlar la incertidumbre y de reducir los riegos de la actividad económica (Cheung, 1968).

Así, en momentos específicos y en casos determinados, las relaciones sostenidas por este tipo de arreglos de aparcería favorecieron el desarrollo del capitalismo en el agro, por ejemplo, en contextos de abundancia relativa de tierra y de escasez de mano de obra, como los presentes a partir de la segunda mitad del siglo XIX en la expansión ovina de la pampa húmeda bonaerense (Sábato, 1989), o a fines del mismo siglo en la frontera triguera del sur de la misma provincia (Míguez, 1993), donde este tipo de arreglos permitieron a los dueños de la tierra el acceso a la mano de obra esquiva, mientras que a los portadores del trabajo les facilito cierta movilidad socio-ocupacional mientras persistió la condición de escasez relativa de mano de obra.

En un momento más cercano en el tiempo, a partir de la década del setenta del siglo pasado, la mediería constituyó en Ecuador, más precisamente en la provincia de Carchi, un tipo de arreglo que promovió el desarrollo de unidades familiares capitalizadas dedicadas a la producción papera (Lehmann, 1986). La mediería o aparcería como relación de tenencia de la tierra en el marco de la agricultura capitalista constituye una modalidad contractual que aporta un mayor grado ‑ flexibilidad y que permite dispersar los riegos que se enfrentan en la producción (Rivera, 1987).

La experiencia histórica contradice la uniformidad de los regímenes laborales propios del capitalismo agrario dominados exclusivamente por formas de trabajo asalariado típicas o clásicas y la organización de los procesos productivos en grandes unidades de producción (Bernstein, 2016). La variedad de formas de organización de la producción y de relaciones de trabajo en el agro nos permite comprender la persistencia o el resurgimiento de los arreglos de mediería como parte de los procesos de reestructuración del agro que buscan sostener y profundizarlos procesos de acumulación capitalista (Wells, 1997).

De esta forma, definimos a la mediería, en el marco de producciones de base agraria plenamente capitalizadas, como un régimen laboral que da cuenta de la contratación, remuneración y organización del trabajo. La presencia de estas modalidades de organización laboral responde a la necesidad de acumulación del capital y son resultado de las relaciones sociales establecidas entre los capitalistas y los trabajadores.

Así, a partir del estudio de los casos de la lechería pampeana y la horticultura del Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires, entendemos a la mediería empresarial como un régimen de trabajo que permite contratar, remunerar y organizar el trabajo de forma flexible con el fin de sostener o profundizar los niveles de acumulación de capital (Quaranta, 2002 y 2007).

La mediería asegura al productor el acceso a una mano de obra estable, comprometida y dispuestas a intensificar su trabajo, a la vez que reduce las necesidades de supervisión y le permite compartir los riegos con sus trabajadores a partir del sistema de remuneración utilizado (Benencia, 1992 y 1996; Ringuelet et al., 1992).

El mediero y su centralidad en el proceso productivo

Con respecto a las formas legales de contratación, las distintas producciones adoptan formas particulares. La lechería cuenta con un régimen especial de tipo asociativo que desdibuja la verdadera naturaleza laboral de la relación establecida. En la horticultura la contratación se realiza al margen de la legislación laboral vigente y se despliegan diferentes artilugios para disfrazar jurídicamente la relación. De todas formas, se trata de una relación de trabajo dependiente ya que el trabajador solo aporta trabajo, trabaja con los medios de producción de su patrón, no decide que se produce y no controla el destino de la producción obtenida.

Los medieros aportan principalmente su trabajo y el de alguno o algunos de los miembros de su familia tomando a su cargo el conjunto de las tareas del proceso productivo. Es decir, la organización productiva asigna al mediero además de la ejecución de las tareas específicas su coordinación y, de esa manera, lo transforma en una pieza clave de la organización del proceso de trabajo y de los resultados de la producción.

Esta centralidad del mediero, en la organización laboral, es reforzada a través del sistema de remuneración propio de este régimen de trabajo que lo retribuye según el resultado de la producción. La remuneración del mediero, en ambos casos, se conforma a partir de un porcentaje determinado de los resultados económicos del proceso productivo. Concretamente, la remuneración se compone del monto de dinero que alcanza el porcentaje establecido de la producción una vez comercializada. En la horticultura, esto se refleja en la actual denominación del mediero en el área: “porcentajero”.

Así, el sistema vincula los niveles de remuneración obtenidos a los desempeños de los trabajadores, operando como un dispositivo de involucramiento que además de la cantidad producida puede reflejar, en alguna proporción, los diferenciales de precio alcanzados por la producción a partir de criterios de calidad. En estos casos, el sistema de remuneración establecido se define a partir de los resultados referidos tanto a la cantidad como a la calidad de la producción (Quaranta, 2003).

Las formas de involucrar a los medieros no solo incluyen mecanismos ligados al sistema o a los niveles de remuneración sino también dispositivos que se establecen en el marco de una relación laboral de tipo “paternalista” (Quaranta, 2007). En el caso de la horticultura, la mediería se asoció estrechamente a la presencia de trabajadores oriundos de Bolivia resultado de un proceso de segregación del mercado laboral construido desde las estrategias empresariales y articulado con las prácticas laborales de los trabajadores (Benencia y Quaranta, 2006).

Lecturas marxistas de tono escolástico, es decir más fundamentadas en un principio de autoridad que en procedimientos concretos de investigación, prefieren continuar sosteniendo que la mediería constituye una relación de trabajo asalariado encubierta (Lemmi, 2009), o considerar secundario, o de escasa relevancia, cualquier aspecto adicional a la venta de la fuerza de trabajo para analizar las relaciones laborales incluidas bajo esta modalidad (Cominiello, 2015). Frente a estas posturas entendemos que resulta indispensable tomar en cuenta las especificidades de estas relaciones de trabajo dependientes en contextos particulares de reestructuración de la agricultura capitalista.

En la actualidad la mediería típica de la producción lechera de la región pampeana, donde el trabajo es aportado por el mediero y su familia, están siendo desplazadas por una forma de organización laboral en las cual el tambero “asociado” se encarga de la contratación y la organización del trabajo a cambio de un porcentaje de los ingresos obtenidos por la comercialización de la leche producida. Este fenómeno, del cual todavía no contamos con un estudio preciso, está generando un mercado de trabajo de auxiliares de ordeñe y reemplazando la mediería empresarial por una forma de subcontratación para la organización y realización del trabajo.

Por su parte, la horticultura del Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires en las últimas décadas se concentra en la zona sur, y se expande asociada a la presencia de productores de nacionalidad bolivianas de carácter familiar, que llevan adelante la producción en condiciones sumamente precarias e inestables (García, 2011). En este escenario, la mediería en tanto relación de trabajo dependiente remunerada a partir de un porcentaje del resultado económico de la producción se concentra en las unidades más capitalizadas y empresariales bajo la forma de trabajadores a porcentaje o “porcentajeros”.

La presencia, las modalidades que asume y el significado que adquieren los arreglos de mediería en contextos de economías empresariales dependen de las condiciones vigentes en las actividades productivas y las relaciones que establecen los capitalistas y los trabajadores tanto en el lugar de trabajo como en espacios más amplios del orden social. Conflictos legales por las definiciones jurídicas de la figura, disputas en el lugar de trabajo por el control del proceso laboral y la definición de los niveles de remuneración, por ejemplo, son elementos que nos permiten comprender la evolución de esta relación de trabajo dependiente remunerada a porcentaje en el marco de agriculturas capitalistas en procesos de reestructuración.

Bibliografía

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Benencia, R. y Quaranta, G. (2001). El papel de la mediería en el agro moderno. Producción de leche y hortalizas. Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios, 15, 123-151.

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  1. Recibido: julio de 2019.
  2. Doctor por la Universidad de Córdoba, España (UCO). Investigador Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con sede en el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL), Profesor Titular de Sociología Agraria, Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ). Contacto:gquaranta@ceil-conicet.gov.ar.


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