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Comparsa de esquila[1]

(Patagonia, Argentina, siglos XX-XXI)

Mercedes Ejarque[2] y María Guadalupe Lamaisón [3]

Definición

Una comparsa de esquila es una cuadrilla de trabajadores transitorios que circula temporalmente por el territorio patagónico realizando, en distintos establecimientos productivos, la cosecha de lana. Es una forma de intermediación laboral, caracterizada por la organización jerárquica del trabajo en función de puestos, el acompasamiento de las tareas y la movilidad espacial.

Origen

La ganadería ovina en la Patagonia se inició a finales del siglo XIX, siendo la venta de lana su principal objetivo comercial. Las grandes explotaciones ganaderas (estancias) efectuaban anualmente la esquila, zafra o cosecha de lana con sus trabajadores permanentes (Baeza y Borquez, 2006a). Sin embargo, los prolongados períodos de no trabajo y las dificultades para el reclutamiento impulsaron, primero, contratos de enganche (Bascopé Julio, 2008) y luego, la organización de cuadrillas de trabajadores o comparsas. Esta forma de contratación permitía ampliar las redes de reclutamiento y reducía los trámites para su posterior liberación (Baeza y Borquez, 2006b). Estaban integradas por migrantes externos –principalmente británicos y chilenos– y de otras provincias (Bascopé Julio, 2008; Blanco, 2005), destacándose en Chubut la ocupación de poblaciones originarias (Ejarque, 2016). Se contrataban hombres, mayoritariamente jóvenes (los aprendices rondaban los 20 años), a los cuales las estancias proveían de comida y alojamiento y les pagaban según el número de animales esquilados y la tarea realizada, siendo contabilizados mediante un sistema de fichas o latas (Coronato, 2010). Las condiciones de trabajo en estas comparsas eran precarias, con incertidumbre respecto a su continuidad laboral y mecanismos de endeudamiento, a través de “adelantos” para la compra de vicios (provisiones generales) en los almacenes de las mismas estancias.

El crecimiento de la actividad hasta mediados del siglo XX y la necesidad de mejoramiento de la calidad de la lana y la eficiencia motivaron la difusión de “máquinas de esquila con manijas múltiples de cortadoras automáticas” para realizar la tarea (Salvia, 1987, p. 15). Este cambio tecnológico condujo a la especialización de los integrantes de la cuadrilla, ganando centralidad la figura del esquilador. Los demás trabajadores podían “intercambiarse” entre los diferentes puestos (Berenguer, 2004).

La crisis ovina de finales del siglo XX redujo cuantitativa y cualitativamente el empleo, con mayor estacionalidad (Baetti, Cornaglia y Salvia, 1999) y peores condiciones de trabajo entre los temporarios (Salvia, 1987).

Configuraciones actuales

En las últimas décadas se han introducido dos cambios en la esquila: el método Tally Hi o esquila desmaneada (donde no se ata al animal y se retiran primero las partes sucias, para reducir la contaminación y el maltrato animal y mejorar la calidad de la fibra) y el PROLANA (programa nacional creado en 1994 para optimizar la calidad y las condiciones de venta de la lana). Con este último se generalizó también la esquila preparto y el acondicionamiento en el campo, reconfigurando la organización de la esquila (Berenguer, 2004).

Las comparsas pasaron de tener entre 20 y 25 integrantes a menos de 20. Asimismo, la difusión de máquinas de esquila pequeñas permitió la conformación de comparsas aún más reducidas, acordes a productores medianos y pequeños. Las mismas se estructuran bajo la figura de un contratista y trabajadores asalariados. El contratista o maquinista es el intermediario entre la oferta y demanda de trabajo, de él dependen la cantidad y el modo de contratación de los trabajadores, la distribución entre los puestos, el pago y la gestión del recorrido entre los establecimientos. Posee el medio de transporte para trasladar a los trabajadores y las máquinas de esquila. Fuera de la temporada provee otros servicios (inseminación, descole, pelada de ojos, entre otros), para lo cual suele contratar a los mismos trabajadores, conservándolos para la próxima temporada (Aparicio, Berenguer y Rau, 2004; Ejarque, 2016). El vínculo con estos últimos también puede sostenerlo a lo largo del año mediante el envío de adelantos. Allí donde el maquinista no viaja, el encargado es responsable de las máquinas y el manejo de los trabajadores en las comparsas. Incluso en algunos casos se convierte en un socio del contratista, porque comparte gastos y ganancias.

En el galpón de esquila las tareas se organizan en función de los esquiladores, quienes imprimen el ritmo de trabajo al ir retirando, mediante el uso de un peine eléctrico, la lana. Los agarradores toman al animal del corral y maneado lo acercan al esquilador. Con la esquila desmaneada este puesto perdió relevancia, tendiendo a ser el esquilador busca las ovejas. Por su parte, el playero traslada los vellones del suelo a la mesa de acondicionamiento y/o clasificación. También suele ocuparse de la distribución de las latas de cada esquilador por la cantidad de animales esquilados. Asimismo, en las comparsas más chicas puede estar a cargo del barrido o limpieza del galpón. En las más grandes esta tarea la realiza un barredor o canchero.

Los meseros limpian el vellón y los prenseros conforman los fardos destinados a la comercialización. Históricamente este último puesto fue exigente en términos físicos, pero la difusión de prensas hidráulicas ha aliviado la tarea y reducido la cantidad de trabajadores demandados (Ejarque, 2014). El peinero, otro puesto que sólo se encuentra en comparsas grandes, ayuda al mecánico en el mantenimiento de las herramientas. Como el barredor, es un puesto iniciático o formativo para jóvenes. El cocinero realiza las cuatro comidas del día para los integrantes de la comparsa. A diferencia de los otros puestos, cobra un salario fijo y mensual.

Finalmente, ligada a las tareas de las comparsas, se encuentran en la actualidad los clasificadores o acondicionadores de lana. Su trabajo se ha vuelto central porque incide directamente en el precio de venta del producto y, por ello, suelen intervenir en los modos de realizar la esquila. Sin embargo, no siempre son integrantes de las comparsas: pueden ser contratados de forma independiente por el productor logrando mejores condiciones de trabajo.

En la práctica, hay matices e imbricaciones entre los puestos y tareas, con más flexibilidad a medida que decrece la cantidad de integrantes. Empero, el ritmo de trabajo debe desarrollarse de modo acompasado en función de la cantidad de animales esquilados, la capacidad de clasificación y/o acondicionamiento y el armado de los fardos (Berenguer, 2004). Esto establece cierta rutinización y taylorización del trabajo, que solo se ve interrumpida para la alimentación y el descanso cuando se termina cada cuarto en que está dividida la jornada.

Asimismo, la formación y la experiencia permiten pasar de un puesto de aprendiz a otro de mayor jerarquía, donde el reconocimiento de la trayectoria y del “saber hacer” contribuyen al control y a la organización de los trabajos. No obstante, las inspecciones periódicas del PROLANA y las reválidas exigidas a los esquiladores muestran una valoración diferencial del conocimiento técnico por sobre el “saber hacer”.

Contratación y condiciones de trabajo

En la selección de los integrantes de la comparsa son relevantes las características personales y los vínculos entre ellos, dada la convivencia que necesitan para el trabajo y a los fines de evitar conflictos (Ejarque, 2016). Sin embargo, otras calificaciones pueden ser decisivas para la contratación. Por ejemplo, entre los esquiladores, se destaca la destreza para realizar una labor rápida pero cuidadosa (Berenguer, 2004). En el caso de las mujeres, si bien su participación es escasa, se les reconocen ciertas habilidades (“prolijidad”, “dedicación” y “constancia”) para las tareas de acondicionamiento y clasificación (representan en la actualidad el 14% de los 154 acondicionadores de PROLANA).

Las condiciones de trabajo continúan siendo precarias, marcadas por la inestabilidad laboral debido a la temporalidad (puede durar hasta seis meses si se combinan la esquila preparto y posparto y diferentes zonas de la Patagonia) y las formas de contratación. Si bien la implementación de PROLANA ha generado una tendencia a mejorar la formalidad del empleo y la percepción de seguridad social, aún persisten comparsas no registradas. La remuneración sigue siendo a destajo y en razón de la productividad con retribuciones diferenciales de acuerdo a los puestos (Berenguer, 2004). Por este carácter zafral, los trabajadores de la esquila, para completar su ciclo ocupacional anual, complementan su ingreso con otras actividades económicas dentro de la actividad agropecuaria (como asalariados transitorios, permanentes o en sus propios campos) o en tareas “urbanas”.

Las condiciones de alojamiento varían según el contratista y el productor. Mientras algunas comparsas duermen a la intemperie, en carpas hechas de plásticos o en el galpón de esquila y sin duchas, otras cuentan con espacios más cómodos brindados por los productores o es el mismo contratista quien lleva carpas-habitaciones apropiadas, cocina y baños portátiles.

Procedencia, movilidades y migración

Las comparsas de esquila ya no se encuentran conformadas por migrantes extranjeros europeos –como en el período de expansión de la actividad– o de uruguayos –cuando fue el inicio del PROLANA y la esquila desmaneada–. Por el contrario, los trabajadores son de origen interno, mostrando una gran heterogeneidad. En Chubut la procedencia es regional, es decir, de la misma provincia, y se complementa –para los puestos más importantes como el mecánico (por la experiencia y confianza requerida) y los esquiladores (por la destreza)– con trabajadores provenientes de Río Negro (Ejarque, 2014). En Santa Cruz los trabajadores continúan siendo migrantes de las vecinas provincias patagónicas, del noreste (principalmente Corrientes) y de Buenos Aires.

La disminución de los migrantes se debe, en primer lugar, a la merma generalizada del stock ganadero en la Patagonia (que redujo la demanda de trabajadores) ya la posibilidad de asalarización de pequeños productores (impulsados por la menor productividad de sus campos debido al impacto de problemas ambientales y comerciales). Además, y especialmente en Chubut, las técnicas o habilidades demandadas por la especialización en las razas Merino y las exigencias burocráticas de PROLANA dificultan la contratación de comparsas extraprovinciales. Por último, los diferenciales económicos que obtuvieron los trabajadores extranjeros en otros momentos históricos ya no se encuentran y desmotivan la decisión de migrar.

Para quienes siguen en la actividad, si bien las distancias y la cantidad de meses son menores que en el pasado, la tarea continúa implicando la movilidad en trayectos rutinarios organizados por el contratista, año tras año, establecimiento tras establecimiento, galpón tras galpón. Solo en casos muy puntuales hay cortes en algún momento de la zafra y los trabajadores pueden regresar por unos pocos días a sus hogares.

Reflexiones

La conformación de comparsas de esquila se enmarca dentro de los procesos tendientes a facilitar el reclutamiento de trabajadores rurales en los momentos de mayor demanda y que llevaron al desarrollo de distintas modalidades de intermediación laboral (Aparicio, Berenguer y Rau, 2004; Benencia y Aparicio, 2014). En la producción lanera, las comparsas presentan características de las modalidades “modernas”, donde el contratista parece un empresario que posee cierto capital en maquinarias y organiza el proceso de trabajo (Aparicio, Berenguer y Crovetto, 2014), pero se combinan con formas de reclutamiento y ocupación que remiten a formas “tradicionales” de organización.

En este sentido, se introduce la cuestión de la precariedad laboral, cuyas múltiples dimensiones ayudan a comprender las condiciones en que se encuentran los trabajadores. Entre los integrantes de las comparsas persisten procesos de movilidad e inestabilidad laboral, déficits en el alojamiento e incumplimiento de normativas de protección en el trabajo.

Por último, el análisis acerca de la composición de estas comparsas, tanto en sus orígenes, lugares de residencia, género y generación permite observar nuevas –y no tan nuevas– formas en que se expresa la desigualdad entre los trabajadores.

Bibliografía

Aparicio, S., Berenguer, P. y Crovetto, M. (2014). La intermediación laboral en la zafra lanera chubutense, eje histórico en la organización del proceso productivo. En Benencia, R. y Aparicio, S. (Coords.), Nuevas formas de contratación en el trabajo agrario (pp. 131-156). Buenos Aires, Argentina: Ciccus.

Aparicio, S., Berenguer, P. y Rau, V. (2004). Modalidades de intermediación en los mercados de trabajo rurales en Argentina. Cuadernos de desarrollo rural, 53, 59-79.

Aparicio, S., Crovetto, M. M. y Ejarque, M. (2013). Las condiciones de trabajo de los asalariados en la esquila patagónica argentina. Mundo Agrario, 13(26), 1-22.

Baetti, C., Cornaglia, A. y Salvia, A. (1999). Balance y perspectivas de los cambios ocurridos en el mercado de trabajo rural en el extremo sur de la Argentina. En Salvia, A. (Ed.), La Patagonia de los noventa. Sectores que ganan, sociedades que pierden (pp. 235-256). Buenos Aires, Argentina: La Colmena.

Baeza, B. y Borquez, D. (2006a). La Ganadería ovina en el Chubut. Observatorio de la Economía de la Patagonia. Recuperado de http://t.ly/kVyd

Baeza, B. y Borquez, D. (2006b). Las Estancias británicas en el Territorio Nacional del Chubut. El caso de la Lochiel Sheep Farming Company, 1897-1933. Observatorio de la Economía de la Patagonia. Recuperado de http://t.ly/CmFw

Bascopé Julio, J. (2008). Pasajeros del poder propietario: La Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego y la biopolítica estanciera (1980-1920). Magallania, 36(8), 19-44.

Benencia, R. y Aparicio, S. (Coords.) (2014). Nuevas formas de contratación en el trabajo agrario. Buenos Aires, Argentina: Ciccus.

Berenguer, P. (2004). Los cambios tecnológicos y su influencia en el mundo rural: El caso de la esquila de lanares en la provincia del Chubut, Argentina (Tesis de maestría). Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Blanco, G. (2005). Las explotaciones ganaderas en la Patagonia. Sujetos sociales, articulación comercial y organización socio-espacial. En Bandieri, S, Blanco, G. y Varela, G. (Eds.), Hecho en Patagonia: La historia en perspectiva regional (pp. 155-190). Neuquén, Argentina: Educo.

Coronato, F. (2010). El rol de la ganadería ovina en la construcción del territorio de la Patagonia (Tesis de Doctorado). Agro Paris Tech (Institut des Sciences et Industries du Vivant et de l’ Environnement), France.

Ejarque, M. (2011). Lanas de Calidad y su impacto en el mercado de la lana en Chubut. 10° Congreso Nacional de Estudios del Trabajo, Buenos Aires, Argentina.

Ejarque, M. (2014). Los trabajadores de la zafra lanera en Chubut: Ni “golondrinas” ni “locales”. Estudios del Trabajo, 47, 107-131.

Ejarque, M. (2016). El mercado de trabajo regional de la zafra lanera chubutense. En Aparicio, S. y Benencia, R. (Coords.), De migrantes y asentados. Trabajo estacional en el agro argentino (pp. 169-189). Buenos Aires, Argentina: Ciccus.

Salvia, A. (1987). La zafra lanera en la provincia de Santa Cruz. Migraciones, condiciones de trabajo y calidad de vida de los trabajadores de la esquila. Proyecto Gobierno argentino, PNUD, OIT. Buenos Aires, Argentina.


  1. Recibido: febrero de 2021.
  2. Doctora en Ciencias Sociales. Área de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar Región Patagonia, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)/Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires (IIGG-UBA). Contacto: mercedes.ejarque@gmail.com
  3. Licenciada y Profesora en Sociología. Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires (IIGG-UBA)/Becaria Doctoral en Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Contacto: guadalupelamaison@gmail.com.


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