(Argentina, 1930-2020)
Mabel García[2]
Definición
Fluctuaciones productivas periódicas causadas por variables de carácter económico, tecnológico, biológico y climático. En el corto plazo, tanto a nivel nacional como individual de los productores ganaderos, las existencias reflejan la tendencia del ciclo y diferencian dos fases denominadas retención y liquidación. La profundidad y la duración del ciclo y de sus fases, en parte, están determinadas por el tipo de sistema productivo, el nivel tecnológico de los productores y las políticas públicas sectoriales. A partir del análisis de los ciclos y las interrelaciones entre dichas variables se pueden fundamentar recomendaciones y diseñar políticas que contribuyan al desarrollo del sector.
Genealogía
Con la intención de predecir estimativamente la producción de carne bovina, desde 1930 la idea de “ciclo ganadero” ha sido explorada por varios investigadores que caracterizaron la dinámica de las variables involucradas en dicho ciclo. Por ejemplo, Ezekiel (1938) vincula las fluctuaciones en la ganadería con las variaciones de precios, Jarvis (1974) explica financieramente los ciclos en base a la consideración del ganado como bien de capital y de los ganaderos como gestores de portafolios, Gluck (1977) plantea que la relación entre la faena y las existencias es bidireccional, en tanto que Cuccia (1983) señala que los ciclos afectan a productores, consumidores y variables macroeconómicas –nivel de precios, inflación, ingreso de divisas por exportaciones de carne–. Por su parte, Rosen (1987) sostiene que, si un shock de precios es percibido por el productor como permanente, en el corto plazo se reduce la faena –retención de vientres–, ya que las vacas se valorizan como un bien de capital para aumentar la producción a largo plazo. En cambio, si lo divisa como transitorio, prima la valorización como bien de consumo sobre la de bien de capital (liquidación). Estas decisiones alteran las distribuciones por edad de las existencias de ganado y provocan respuestas cíclicas antes de llegar al equilibrio estable (Rosen et al., 1994). La formación de expectativas demasiado rígidas hace que se tomen decisiones irreversibles que repercuten a lo largo del tiempo (Francia Lanzola, 2008).
Mundlack y Huang (1996) analizan los ciclos de tres países (Uruguay, Argentina y Estados Unidos) y concluyen que los ciclos exhiben similares características en cuanto a sus fluctuaciones y alternancia de fases. Sin embargo, la profundidad y la duración de las fases se vincula estrechamente con el avance científico tecnológico. Por otra parte, los procesos latinoamericanos de expansión de las fronteras agropecuarias, la deforestación, el consecuente cambio en el uso del suelo y la valorización de la tierra agraria han impulsado la reestructuración ganadera. En ese sentido, Millen et al. (2011) afirman que el desarrollo de los feedlots en Brasil ha permitido faenar ganado de menor edad, disminuyendo la incidencia del clima sobre la producción y acortado las fases de los ciclos. De manera inversa, los sistemas agroecológicos y agrosilvopastoriles podrían alargar las fases (Del Angel et al., 2019). En esta línea, la llamada ganadería regenerativa –paradigma emergente como parte de la solución al cambio climático– intenta producir carne de mayor calidad y de manera más estable, apuntando a la sustentabilidad medioambiental, económica y social a través del manejo holístico del sistema productivo ganadero (Larraín et al., 2018).
Características de la oferta y demanda de ganado bovino
La oferta de carne bovina en el mercado deriva de la oferta de ganado en pie decidida por los productores –a excepción de las importaciones de carne–. A pesar de las fluctuaciones en la demanda y en el precio de la carne, la oferta de ganado no se puede cambiar instantáneamente, es inelástica, ya que por razones biológicas y productivas se necesitan al menos dos años y medio para aumentarla.
La demanda de carne se origina en el consumo tanto interno como externo y varía en función de los precios vigentes. Las variables que la explican son el precio que pagan los consumidores en la carnicería por los distintos cortes –con una relación negativa e inelástica (es decir, aumentos en el precio hacen que la cantidad demandada disminuya en una proporción menor a la del aumento) y los ingresos de los consumidores –cuya relación con la demanda es positiva–. Los impactos de las variaciones en los precios de los bienes sustitutos –carne aviar o porcina– son menores que los de las dos variables mencionadas (Rossini y Depetris Guiguet, 2008). En los últimos años, en la Argentina, la demanda interna de carne bovina ha disminuido, principalmente por la baja en el poder adquisitivo del salario, así como también, pero en menor medida, por la expansión del consumo veggie. Sin embargo, la producción ha crecido, al igual que las exportaciones. Es importante señalar que tanto consumidores y exportadores como productores demandan ganado, los primeros como bien de consumo y los segundos como bien de producción. En este último caso, es porque la demanda de ganado en pie deriva de la de carne.
El margen de comercialización (diferencia entre el precio del ganado en pie y el precio de la carne en la carnicería) cubre el pago de los servicios de transporte, faena, impuestos y procesamiento, entre otros. Respecto de la participación relativa del margen en la conformación del precio pagado por el consumidor, es importante estudiar cual es la evolución, creciente o decreciente, del precio percibido por el productor en relación al margen de comercialización total. Otro aspecto de relevancia a la hora de analizar la concentración del mercado de carne es la evolución de la participación de los agentes mayoristas y minoristas dentro del margen.
Causas de los ciclos ganaderos
El ganado bovino tiene la característica de ser a la vez un bien de consumo (todos los bovinos), bien intermedio (novillos, terneros y vaquillonas) y de capital (toros y vientres). El ciclo está determinado por variaciones en la oferta, que se explican por el carácter dual que posee el ganado: como bien de capital cuando los productores retienen las haciendas más jóvenes tanto de machos en engorde como de hembras para la producción –a la espera de un incremento de los precios– y como bien de consumo cuando liquidan su rodeo –frente al temor de una caída de los precios– (Nevani, 2007).
Si suben los precios o bajan los costos, la expectativa de los productores les indica aumentar el stock y, en lo inmediato, reducir la faena. Para ello, acrecientan la proporción de vientres en los rodeos, el número de cabezas en el campo y el peso promedio de los animales enviados a faena. Modifican las formas de producción a fin de producir más kilos por animal, acelerando el ritmo de engorde y expandiendo el forraje y la alimentación. Esto último puede lograrse mediante la estrategia conocida en la Argentina como “capitalización de hacienda” en campos de terceros, pagando por este “hospedaje” con los terneros nacidos mientras dura la prestación. De esta manera, los precios refuerzan su tendencia alcista por la disminución de la oferta y no como resultado del desplazamiento en la demanda que se considera ha sido la causa inicial del aumento. Consecuentemente, para los invernadores se acrecienta el costo de reposición de un ternero. La máxima retención posible tiene lugar cuando no puede aumentar el número de vientres/ha, cuando la receptividad de los campos de pastoreo llegó al máximo y cuando resulta ineficiente o imposible engordar más el ganado destinado a faena. Podríamos decir que a partir de ese momento comienza la fase de liquidación: el productor disminuye el número de vientres y de cabezas en el campo, además del peso de faena de los animales.
Las principales causas del ciclo ganadero son, en primer lugar, las modificaciones en los precios relativos entre la agricultura y la ganadería, vinculadas con la posibilidad y rapidez con la que el productor puede cambiar de actividad según la disponibilidad de tierra, capital y otros factores. En segundo lugar, los cambios climáticos que impactan sobre la receptividad. En tercer lugar, la política macroeconómica cambiaria, monetaria, crediticia y fiscal, así como el costo de oportunidad del capital y las políticas sectoriales. Por último, influye la política comercial exterior.
Indicadores y análisis de las fluctuaciones
Con el objetivo de predecir las fluctuaciones y evolución de la producción de carne los expertos utilizan indicadores que permiten inferir el comienzo y el fin de las fases del ciclo, su profundidad y duración. A partir del análisis de los indicadores pueden hacerse recomendaciones de política sectorial. El principal indicador de la actividad es la cantidad de existencias o cabezas de bovinos (stock), por lo que si se busca incrementar la producción y las exportaciones se requiere el aumento de las existencias.
Los indicadores de precios del ganado en pie asumen relevancia en la determinación del inicio de las fases debido a que sus fluctuaciones influyen en la rentabilidad de la ganadería y se adelantan a las variaciones de las existencias. Otros indicadores de precios de importancia son la relación precio granos/carne y vaquillona/ novillo, expectativas de precios en el mercado, cambios en el mercado internacional, barreras arancelarias y virajes de política macroeconómica. Para los sistemas productivos de invernada, la relación de precios entre el animal flaco (precio de compra)/ gordo (precio de venta) siempre tuvo relevancia. Actualmente, en los sistemas intensivos de engorde a corral (feedlot; horsol) adquirió importancia la velocidad de rotación de la hacienda, reflejada en el número de engordes por ejercicio.
Los principales indicadores de faena son el volumen, el peso promedio (PMF), la composición (porcentaje de hembras) y la tasa de extracción (el número de animales faenados/existencias totales). Un porcentaje alto de hembras –vacas, vaquillonas y terneras– en el total de faena es indicio de liquidación. Por su parte, el volumen de faena puede mantenerse a través de la reducción de stocks, el aumento del PMF o la mejora de las tasas de extracción, esta última determinada por la tecnología y los sistemas productivos. A mayor tecnología el ciclo se atenúa y al aumentar la tasa de extracción disminuyen las variaciones cíclicas de faena. Por ello, los ciclos ganaderos cobran mayor relevancia en países donde la actividad de cría es preponderante en la estructura productiva, más aún si se realiza con menor nivel de intensificación. Las políticas que modifican el peso mínimo a faena o el peso base de faena de hembras también impactan sobre las tendencias generales de los ciclos.
Reflexiones
Desde una perspectiva económico-territorial, la relación de precios favorables para la agricultura derivó en la relocalización de la actividad ganadera, que tuvo impactos ecológicos ambientales y económicos sociales. Debido a la intensificación en términos de capital/ha y de cabezas/ha, con la introducción del engorde a corral y la suplementación forrajera con grano y silaje de maíz, el stock pudo mantenerse y se observan fases contractivas y expansivas más cortas que en las décadas de 1950 y 1960. El precio y la disponibilidad del maíz influyen en la producción de carne y los ciclos ganaderos. Mediante la implementación de políticas que inciden sobre las exportaciones, los costos de producción, la demanda y la oferta de carne, junto con las nuevas tecnologías y paradigmas productivos, el ciclo se altera.
Por ello, anticipar su dinámica, así como también el consumo, las importaciones y las exportaciones de carne, es fundamental para diseñar políticas ganaderas ajustadas a lineamientos productivos definidos. Estos análisis, por un lado, podrían contribuir a minimizar los impactos negativos de las decisiones, tanto a nivel macroeconómico (políticas sectoriales) como a nivel de las explotaciones agropecuarias (en cuanto a inversión o planeamiento). Para plantear propuestas de estabilización del ciclo, podrían establecerse las tasas de corte entre ambas fases utilizando correlaciones entre las existencias totales y los indicadores de faena. Por último, cabe destacar que la investigación de la dinámica del ciclo ganadero en sistemas productivos ganaderos regenerativos, agroecológicos y silvopastoriles constituye una tarea pendiente.
Bibliografía
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- Recibido: febrero de 2021.↵
- Ingeniera Agrónoma por la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) y Magíster en Ingeniería Ambiental por la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Profesora Adjunta regular en la FAUBA y en la Universidad Nacional de Luján (UNLu). Investigadora UBACyT y del grupo Sustentabilidad Agropecuaria del Instituto de Ecología y Desarrollo Sustentable (INEDES), Unidad Ejecutora de doble dependencia (UNLu-CONICET). Contacto: mabelg@agro.uba.ar.↵